Un salvavidas en tiempos difíciles
Nancy DeMoss Wolgemuth: Durante una visita a su querida abuela, quien pronto estaría con el Señor, Dannah Gresh recordó una promesa que había hecho.
Dannah Gresh: En un momento de gracia, Dios levantó el velo de la confusión y mi dulce abuela, que tenía noventa y seis años, me miró. Ella tomó mi mano y dijo: Dannah, no te olvides de la cazuela de carne. Prometiste que harías una tanda el día que me vaya al cielo.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «Confía en Dios para escribir tu historia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de octubre de 2024.
Nancy: Dannah, y hoy vamos a compartir una serie de mensajes que grabaste aquí en el estudio de Aviva Nuestros Corazones hace ya un tiempo, durante la pandemia de Covid en el 2020.
Dannah: Bueno, recuerdo que debido al confinamiento por …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Durante una visita a su querida abuela, quien pronto estaría con el Señor, Dannah Gresh recordó una promesa que había hecho.
Dannah Gresh: En un momento de gracia, Dios levantó el velo de la confusión y mi dulce abuela, que tenía noventa y seis años, me miró. Ella tomó mi mano y dijo: Dannah, no te olvides de la cazuela de carne. Prometiste que harías una tanda el día que me vaya al cielo.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «Confía en Dios para escribir tu historia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de octubre de 2024.
Nancy: Dannah, y hoy vamos a compartir una serie de mensajes que grabaste aquí en el estudio de Aviva Nuestros Corazones hace ya un tiempo, durante la pandemia de Covid en el 2020.
Dannah: Bueno, recuerdo que debido al confinamiento por el COVID las fechas de grabación continuaron retrasándose.
Nancy: En realidad, estos mensajes son muy relevantes para hoy, por tratarse precisamente del libro de Habacuc, el libro de la Biblia sobre el que estarás enseñando.
Dannah: ¡Sí, definitivamente!
Nancy: Habacuc es un libro del Antiguo Testamento sobre profecía escrita durante una época difícil en la historia de la nación de Judá. En realidad, es una teodicea, lo que es una defensa de la bondad y omnipotencia de Dios, especialmente teniendo en cuenta la existencia del mal. Durante los días difíciles, puede resultar fácil cuestionar la fidelidad de Dios, pero es precisamente en ese momento cuando necesitamos que nos la recuerden.
Escuchemos cómo Dannah comienza la serie «Habacuc: Recuerda la fidelidad de Dios cuando Él parece estar en silencio».
Dannah: Mi Nana era una gran cocinera. Ella dice que el secreto de su jamón, que se derrite de delicioso en la boca cuando lo comes, era marinarlo con la bebida 7-Up. Hizo muchas recetas maravillosas, pero la que más nos encantaba era su cazuela de carne.
No es el tipo de pastel de pollo que probablemente estás pensando con pollo, guisantes, zanahorias, papas y masa de pastel. No, porque mi Nana probablemente no tenía esos ingredientes cuando estaba aprendiendo a cocinar, ya que ella aprendió a cocinar durante la Gran Depresión. Y, como la mayoría de las mujeres aprendieron en ese tiempo, ella aprendió que podía preparar una comida con casi nada.
La cazuela de carne de mi Nana no era más que un hueso de res con un poco de tuétano, nada de carne, unas cuantas papas, unos huevos y unas tazas de harina. Y mi Nana te decía: «No te olvides de la sal y la pimienta. Es muy importante».
Y con solo esos pocos ingredientes podría preparar una comida para su familia y para toda la familia extendida por solo unos pocos dólares.
Y había algo que nunca dejaba de servir con su cazuela de carne, y era un toque de alegría y risa. Cada vez que nos reuníamos como familia, había muchas risas. Mi Nana podía reírse como nadie.
Nunca supe, sino hasta que fui adulta, que esa receta había nacido en una época de temor y dificultades. Lo único que sabía era que cuando Nana preparaba su cazuela de carne, todos los primos venían y estábamos felices.
Mi Nana nunca olvidó esa cazuela de carne. Se le olvidaron muchas cosas en sus últimas semanas y meses de vida, incluido mi nombre. Hay algo realmente precioso en un nombre, ¿no? Quiero decir, significa mucho cuando alguien sabe nuestro nombre y, si tienes un nombre como el mío, significa algo cuando lo dicen correctamente. Mi nombre, por ejemplo, es Dannah, se pronuncia como Hannah, no como Dayna.
Quizás esa sea una de las razones por las que me identifico con Habacuc, porque parece que nadie sabe decir su nombre. Puedes oírlo pronunciar de tantas maneras como puedas imaginar. De hecho, lo busqué e investigué un poco, y creo que ninguna de nosotras está siquiera cerca. Creo que una pronunciación correcta podría sonar algo así como «Kha-va-khook».
No me pidas que vuelva a decir eso porque no lo haré. Era un nombre difícil de pronunciar, pero lo vamos a llamar «Habacuc» porque así lo llamó mi amiga Nancy DeMoss Wolgemuth en su estudio sobre este libro. Y por cierto, hablando de nombres difíciles de pronunciar, ¿Wolgemuth?
Y puedes imaginar, en la última semana de la vida de mi Nana, cuando ella no sabía mi nombre, lo doloroso que fue para mí. En fin, años antes de que ella estuviera en esta condición, ella me había dicho: «Cuando muera quiero que hagas una olla de mi cazuela de carne». No le prestaba mucha atención a eso. Pero ahora, aquí estábamos, a semanas de eso.
Recuerdo que un día entré en la habitación del hospital para visitarla y hacía tiempo que había olvidado mi nombre. Ella dijo: «Hola, Cheryl», con la misma alegría de siempre. Y hacía mucho tiempo que había aprendido a no corregirla y decirle: «Mi nombre es Dannah», porque eso la molestaba mucho. Entonces hice mi papel de mi prima. Hablé de su marido y de su trabajo.
Pero entonces, en un momento de gracia, Dios levantó el velo de la confusión y mi dulce abuela, que tenía noventa y seis años, me miró. Ella tomó mi mano. Ella dijo: «Dannah, (¡mi nombre!), no te olvides de la cazuela. Prometiste que harías una el día que vaya al cielo».
Y la hice. La mañana que murió, llamé a mi mamá. Tome la olla azul para la cazuela de mi Nana. Conseguí su rodillo. Lo reunimos todo. Llamamos a todos los primos e hicimos esa receta una vez más. Nos reímos en lugar de llorar. Recordamos los buenos momentos y los momentos alegres. Celebramos su vida.
Cuando miro las Escrituras, veo muchas mujeres como mi Nana, que marcaron la pauta para que su familia sobreviviera a días malos, difíciles y aterradores, regándolos y sazonándolos con fe.
Pienso en las mujeres que habrían estado cocinando en la Fiesta de la Pascua. ¿Cuán aterrador habría sido eso, conociendo el edicto, sabiendo que el primogénito de cada casa iba a morir? Y si todas las demás plagas hubieran ocurrido, ¿por qué no habría de ocurrir esta?
Prepararon las hierbas amargas. Hicieron todo lo que Dios les ordenó, incluidas, como nos dice la tradición, bolas de matzo. Me pregunto si hubo alegría y risas alrededor de esa mesa.
Ciertamente, el Señor los libró esa noche. Pasó de largo sobre ellos, sobre sus casas, y comenzó el éxodo del pueblo de Dios de la esclavitud. Y hasta el día de hoy, esas recetas, esas sabrosas bolas de matzo, todavía se hacen para recordar la fidelidad de Dios.
Y luego está la fiesta de Purim, que todavía hoy celebran los fieles judíos. No lo tenemos registrado en la Biblia como lo tenemos con algunos de los elementos del menú de Pascua, pero la tradición nos dice que de esa fiesta surgió una galleta llamada «hamantash», que todavía hoy disfrutan los judíos fieles. ¿Por qué? Para recordar que cuando el pueblo de Dios una vez más fue amenazado de muerte por un hombre malvado llamado Amán, una mujer fiel llamada Ester caminó con valentía y fe, Dios pudo, una vez más, rescatar a Su pueblo.
Estas mujeres marcan la pauta. Pusieron la mesa, no sólo para un banquete, sino para que una familia caminara en fe. Y quiero ser ese tipo de mujer. Y encontramos ese tipo de fe en el libro de Habacuc. De hecho, el libro de Habacuc es algo así como esas recetas.
Nació en tiempos malos. Se ha transmitido, como esas recetas, como un bastón de la verdad y la fe. Se ha convertido en algo más que una simple tradición. De hecho, se ha convertido en la columna vertebral de la doctrina de la Iglesia del Nuevo Testamento.
Ahora, podrían pensar que es una declaración bastante grande, así que hoy lo analizaremos y creo que realmente estarán de acuerdo conmigo. Pero estoy segura de que: este libro de la Biblia, como esas recetas, es un testimonio de fe, de alegría, de esperanza, y debemos transmitirlo. Necesitamos ser mujeres que marquen la pauta en nuestras familias, en nuestros vecindarios, en nuestras iglesias, en nuestra cultura para caminar en fe, incluso en tiempos difíciles.
El libro de Habacuc fue escrito unos 600 años antes de que Jesús caminara sobre la tierra. Eso habría sido cuando Habacuc vivía en la tierra de Jerusalén. Y durante ese tiempo, las cosas no pintaban tan bien. El pueblo de Dios se había olvidado de Él. Había mucha maldad y corrupción, y hubo días difíciles.
Y Habacuc era un hombre de gran fidelidad. Estaba preocupado por todo el pecado que veía en su cultura. Entonces comenzó a escribir sus pensamientos, una conversación con Dios, y eso es lo que vemos registrado en el libro de Habacuc.
Comencemos en Habacuc 1, versículos 2 y 3. Habacuc dice:
«¿Hasta cuándo, oh Señor, pediré ayuda, Y no escucharás? Clamo a Ti: “¡Violencia!”. Sin embargo, Tú no salvas. ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y me haces mirar la opresión? La destrucción y la violencia están delante de mí, hay rencilla y surge la discordia».
¿Por qué, oh Señor? ¿Cuánto tiempo? ¿No ves esto? ¿No estás haciendo algo? ¿Cuándo hablarás? ¿Por qué estás tan callado?
He escrito preguntas como esas en mi diario de oración. Las he escrito sobre dolores y problemas personales. Recuerdo haber escrito así, lamentándome: «Dios, ¿por qué no haces algo?», cuando mi esposo y yo éramos dueños de una pequeña empresa y amábamos compartir el evangelio a través de nuestro testimonio en la comunidad.
Pero algunas decisiones que habíamos tomado con nuestras finanzas nos pusieron en una situación en la que estábamos amenazados por la quiebra. «¿Por qué, Señor? ¿Por qué?».
Recuerdo también cuando mi esposo tuvo un accidente que puso en peligro su vida y durante muchas horas no supe realmente lo que pasaría, y luego, al pasar los días, me preguntaba qué tan rápido y en qué medida sanaría. «¿Por qué, Señor? ¿Por qué permitiste que esto sucediera?».
Pero nunca he hecho preguntas que tuvieran como telón de fondo las que Habacuc se hacía porque su mundo se estaba desmoronando. Nunca he tenido que hacer preguntas sobre mis propios problemas personales sin tener la estabilidad de una economía saludable, sin tener la promesa de miembros de mi familia que fielmente me ayudarían en las cosas difíciles, sin tener una iglesia que fuera capaz de juntarse y estar a mi lado, ayudándome de manera práctica.
Habacuc no tenía esas cosas. Su mundo no era estable. No tuvo una vida fácil como la mía, aunque sí con algunos golpes y moretones. Su mundo se estaba desmoronando por completo. Nunca he vivido una época como esa. Mi Nana sí. Había atravesado la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y sus consecuencias y la sanación de nuestra nación. Pero eso es lo que está escrito en la Biblia y que nos cuentan los libros de historia. ¿Cierto?
Aunque pasamos por algo similar, el COVID-19 en el 2020, el cual estaba cobrando la vida de tantas personas en el mundo. ¿Te imaginaste que pasarían meses hasta que pudiéramos salir de nuestras casas? Fueron meses de confinamiento mundial.
Y además, como resultado de eso, las economías de todo el mundo colapsaron. Y entonces, justo cuando empezábamos a pensar: tal vez todo vuelva a la normalidad, tal vez las cosas se estabilicen, nuestro mundo de repente se vio envuelto en una conversación difícil y dolorosa sobre el pecado del racismo.
Estoy empezando a entender un poco cómo se sintió Habacuc cuando hizo esas preguntas. Pero estoy aquí para decirte que él es un hombre que atravesó tiempos difíciles antes que nosotras y lo hizo con fe. Y su libro nos regala dos tesoros realmente prácticos.
El primero es este: nos enseña cómo hablar con Dios en tiempos difíciles, en tiempos malos.
No sé tú, pero hay momentos en que la vida parece tan complicada y tan dolorosa que simplemente no estoy muy segura de cómo hablar con Dios.
- ¿Qué puedo decirle?
- ¿Qué debo callar?
- ¿Puedo decirle todo lo que estoy pensando?
- ¿Puedo lanzar mis acusaciones?
- ¿Está bien sentirse frustrado con Dios?
Habacuc es un nombre akkadiano que significa «luchador» o «abrazador». Y como acabas de ver en los versículos que leímos y en los versículos que estudiaremos en los próximos días, Habacuc argumentó con Dios. Trajo sus preguntas; llevó sus dudas a Dios. Él nos enseña cómo hacer eso. Él nos marca una ruta para que hagamos eso en nuestras propias vidas.
Y lo segundo que hace Habacuc es ofrecernos seis hábitos para caminar por fe en tiempos malos.
Aquí es donde creo que encontramos la columna vertebral del Nuevo Testamento. La tesis de Habacuc aparece tres veces: en el libro de Romanos, en Gálatas y en Hebreos. También tiene referencias veladas a lo largo del Nuevo Testamento.
Esto que estoy a punto de leerles realmente es una verdad muy importante en las páginas de las Escrituras. Déjame leerte Habacuc 2:4:
«Así es el orgulloso: En él, su alma no es recta, mas el justo por su fe vivirá».
¿Eso te es familiar? ¿Has oído eso una o dos veces antes?
Mi amiga Nancy DeMoss Wolgemuth dice:
Nancy [clip]: «… mas el justo por su fe vivirá. Ahora bien, solo quiero decir que este es uno de los versículos más importantes en toda la Palabra de Dios: “El justo por su fe vivirá”. Este versículo es como un diamante que contrasta con el sucio telón de fondo de la corrupción del hombre y el juicio de Dios».
Dannah: Encontramos mucho consuelo en esas palabras, ¿cierto? Dice que podemos caminar y vivir por fe; es muy liberador el que podamos hacerlo. Pero también encontramos órdenes de marcha en ellas: debemos caminar y vivir por fe.
Ahora, es interesante que estemos tan familiarizadas con esa segunda parte del versículo, pero si esa parte es importante, ¿no lo es también la primera? Vayamos allí por un segundo.
Vimos que la primera parte dice: «Así es el orgulloso; en él, su alma no es recta».
Específicamente, este versículo se refiere a los caldeos, un grupo étnico muy pequeño e insignificante en la región donde vive Habacuc. Veremos que se harán muy poderosos y que llevarán al pueblo de Dios al cautiverio, donde se convertirán en exiliados.
Esta gente es orgullosa, engreída. Esta gente es mala. Y Dios los va a usar para corregir a Sus hijos, para ponerlos como en un tiempo fuera que es mucho más doloroso que los que alguna mamá haya hecho.
Por otro lado, como examinaremos en nuestro estudio, llegaremos a comprender que su orgullo era solo un lado de la moneda. También eran un pueblo muy temeroso. Sabemos que en ocasiones es nuestro miedo lo que nos hace malos. Nuestro miedo nos hace reactivos. En una actitud de autoprotección nos levantamos y nos volvemos muy orgullosos. Pienso que así eran estos caldeos.
Pero también pienso que cuando miramos el contraste entre alguien que es orgulloso y alguien que camina por fe, Dios también nos invita a considerar algunas cosas: ¿somos orgullosos? ¿Somos engreídos? ¿Somos reactivos? ¿Somos malos? Nos tomaremos un tiempo para examinar nuestros propios corazones en las próximas semanas.
La segunda parte de ese versículo dice que el justo vive por la fe. Aquellos que son justos, tal como Dios ve la justicia, no piensan que ellos mismos han traído algo a la mesa. Reconocen que es la justicia de Dios la que los llama a levantarse, a vivir y a actuar en fe. Necesitamos hacer eso. Necesitamos caminar por fe porque, si el libro de Hebreos es correcto, y lo es, estoy segura de ello, que «la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve», cuando los tiempos son desesperadamente difíciles, necesitamos esperanza para ver las cosas que no podemos imaginar.
Necesitamos esperanza cuando no podemos ver cuánto durará la cuenta bancaria durante esta crisis.
Necesitamos esperanza cuando no podemos imaginar que Dios traerá la sanidad milagrosa por la que oramos.
Necesitamos esperanza cuando no tenemos el trabajo que tanto necesitamos.
Y necesitamos esperanza para creer que este momento malo y difícil pasará.
La fe nos permite tener esa esperanza. Y la necesitamos todo el tiempo, pero la necesitamos de una manera especialmente real cuando estamos luchando con Dios en nuestra mente.
No sé ustedes, pero ese miedo, orgullo y esa fe, es como si tuviera dos luchadores en mi cabeza, y practican día tras día. Puedo sentir que estoy perdiendo el control por completo y me cuesta encontrar una esperanza sobre la cual mantenerme firme.
Mientras me refugiaba en casa durante la crisis de COVID-19, me di cuenta de cuánto creo que tengo el control de mi vida. Me cuesta entender que en cualquier momento las cosas puedan cambiar. Realmente no entiendo cuánto control tiene Dios de todos y cada uno de los días. Debo confesar que hubo momentos en los que me quedé despierta por la noche con esos luchadores en mi cabeza.
Muchas veces ganaba el miedo. ¿Por qué? Porque pasé tiempo alimentando el miedo a través de noticias, redes sociales y de las opiniones de los hombres. Sí, hubo muchos hechos aterradores durante ese tiempo. Había un nuevo virus en la tierra que no sabíamos cómo manejar. Nuestros cuerpos no sabían cómo manejarlo. La comunidad médica no sabía cómo manejarlo. Eso era cierto. Era un hecho que la gente estaba muriendo. Y era cierto, era un hecho que nuestras economías estaban fallando.
¿Pero sabes qué? Una persona que camina por fe no mira los hechos verdaderos. Caminan en «la Verdad». Porque la verdad de la Palabra de Dios siempre triunfa sobre los hechos.
Esta es la cuestión: lo que aprendí durante ese tiempo es que realmente soy capaz de tener «amnesia espiritual» cuando los tiempos son difíciles. Olvidé lo fiel que ha sido Dios en el pasado. ¿Pero sabes de qué me di cuenta? Que también olvido su fidelidad en los buenos tiempos.
Me cuesta recordar lo bueno que ha sido Dios. En los buenos tiempos, tiendo a olvidar mi dependencia de Dios porque creo que puedo cuidar de mí. Eso suena un poco orgulloso, tal vez un poco engreído.
Y en los tiempos malos, me olvido de recordar cuán increíblemente fiel ha sido Dios en el pasado y que puedo, en este momento difícil, aquí y ahora, atravesarlo con fe.
Habacuc es una invitación para que consideremos nuestra respuesta personal en tiempos difíciles, así como en situaciones difíciles.
Dios quiere que tú y yo seamos mujeres de fe que comuniquen una vida fiel, como un legado. Y tal vez, solo tal vez, lo dejes de herencia con la receta favorita de tu familia.
Ahora bien, Habacuc no es una lectura fácil. Vas a tener que poner «manos a la obra». Pero déjame decirte: creo que te va a gustar Habacuc. Mis amigos que también han estudiado este libro en profundidad dicen que lo terminan con un sentimiento de amistad.
Así me siento acerca de Habacuc. Parece que es un amigo familiar. Puedo identificarme con él. Él ha pasado por algunas de las mismas clases de emociones, sentimientos y pruebas que yo. Él ha tenido algunas de las mismas respuestas a Dios y a las dificultades que yo he tenido. Es fácil identificarse con él.
Pero también debo advertirte: a veces no es tan fácil de entender porque es muy creativo. Él es un poeta. Y nos habla en las páginas de Habacuc con prosa, con sujetos, verbos y objetos directos. Por eso tenemos que pensar un poco más. Tenemos que hacer una pausa y reflexionar sobre la poesía.
Tuve tantos problemas con esto cuando empecé a estudiarlo que llamé a un profesor universitario de teología del Antiguo Testamento y le dije: «Tengo una pregunta para usted. ¿Por qué Habacuc tuvo que escribir poesía? Quiero decir, dice directamente en su libro que Dios le dijo que dejara el mensaje claro y sencillo. Entonces, ¿por qué usa poesía?».
Y me dijo algo muy interesante. Dijo: «Dios a menudo comunica poéticamente sus mejores verdades».
Continuó compartiendo conmigo cómo en Génesis 1 y 2, algunos de los versículos más importantes de esos dos capítulos de la Biblia son poesía.
Me recordó que la celebración del éxodo es poesía.
Me recordó que Salmos, Proverbios, el libro de Job, que es otro libro sobre cómo vivir tiempos difíciles, son poesía.
La mayoría de los libros proféticos también están escritos en poesía.
¿Por qué Dios haría eso? Porque Él tiene algo muy significativo que decir y la poesía no nos permite pasarlo por alto. Tenemos que frenar y mirar con atención.
Aquí hay algunas cosas que he aprendido al estudiar Habacuc. Espero que esto te resulte alentador mientras te sumerges en el poder de la poesía en las Escrituras.
Lo primero es esto: la poesía requiere que nos pongamos cara a cara con Dios. Es muy íntimo. Si no te detienes y lo miras a los ojos, no lo entenderás realmente.
Tuve tantos momentos dulces en los que sentí una nueva intimidad con Dios mientras estudiaba Habacuc. Espero que tú también los tengas. Un momento en particular que se destaca: reservé una hora solo para leer Habacuc y luego sentarme en la presencia de Dios y esperar en lo que Él me decía.
¿Y sabes qué? Cuando terminó la hora, no quería dejar ese dulce lugar de intimidad. Ese día me senté con el Señor durante cuatro horas, observando unos pájaros carpinteros comer, y hablando con el Señor.
Espero que experimentes intimidad con el Señor en los días venideros.
Lo segundo es: la poesía está impregnada de persuasión porque la poesía tiende a ser emocional. Tiende a ser persuasiva, y eso es bueno. Queremos ser persuadidas cuando leemos la Palabra de Dios, después de todo, es la Palabra de Dios.
El siguiente punto: es hermosa. Algunos de los versículos a los que llegaremos en el capítulo 3 de Habacuc, te resultarán muy familiares. Son memorables porque son hermosos.
El cuarto punto: el trabajo extra que requiere la poesía da como resultado momentos de inspiración. Para estar verdaderamente presente con la Palabra, para comprenderla, hay que profundizar mucho. Y cuando profundizas de lleno en la verdad, encuentras un tesoro que no sabías que estaba allí, tendrás una maravillosa sensación de recompensa y un gran momento de satisfacción. Espero que experimentes eso en los próximos días.
Pero finalmente: nos ayuda a recordar. La poesía, porque es bella, porque es emocional, ayuda a esa parte de nuestro cerebro que recuerda las cosas. Lo almacenamos y lo tendremos ahí listo. No se me ocurre nada mejor para que caminemos y vivamos por la fe que tener pasajes de las Escrituras listos en nuestro cerebro. Necesitamos ayuda para recordar porque cuando atravesamos esos momentos difíciles, es muy fácil olvidarnos de Dios.
Déjame hablarte de algunas personas que dicen que Habacuc es una buena lectura.
El primero es Dios. Dios mismo dijo que este es un libro importante. Quería que lo anunciaran. Habacuc 2, versículos 2 y 3 dice:
«Entonces el Señor me respondió [esto es respondiendo a Habacuc cuando dice: “¿Por qué Señor? ¿Cuánto tiempo tengo que esperar?”] Escribe la visión y grábala en tablas para que corra el que la lea. Porque aún es visión para el tiempo señalado; se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá; no tardará».
En otra versión dice: «Escribe mi respuesta con claridad en tablas, para que un corredor pueda llevar a otros el mensaje sin error».
¿Qué era un corredor? Un corredor era una persona que llevaba un mensaje importante y corría para asegurarse de que todas las personas recibieran ese mensaje importante, era un heraldo. Dios quiere que se anuncie este mensaje en el libro de Habacuc. Habacuc nos lo pasó como legado de fe, y ahora es nuestro trabajo seguirlo.
Otra persona que pensó que este era un libro bastante importante de la Biblia fue el apóstol Pablo. Como dije, lo usó en sus escritos. Se convirtió en la columna vertebral de la doctrina del Nuevo Testamento.
Y por último, permíteme decir que otras personas de fe más contemporáneas consideraron que esto era importante.
Martín Lutero fue uno de ellos. Lo usó para resolver sus preguntas sobre una iglesia muy quebrantada. Cuando miró a la Iglesia, vio una Iglesia que realmente no vivía por la fe sino por las obras.
Un día estaba leyendo el libro de Romanos y llegó al lugar donde se citaba a Habacuc, que decía: «El justo por su fe vivirá». Y esa frase lo impactó como nunca antes. Martín Lutero nunca volvió a ser el mismo. Se dio cuenta de que las buenas obras no son nada. La justicia que se usa para caminar en fe es la justicia de Dios. Se dio cuenta de que no tenía nada que aportar.
Él asegura que ese fue el día en que nació de nuevo. Y no sólo eso, sino que la Iglesia fue reformada, y la Iglesia tuvo otra oportunidad de caminar por fe a través de la justicia de Jesucristo. Y esa Iglesia tiene ahora este bastón de fe: el libro de Habacuc en sus manos. Y somos responsables de transmitir eso para anunciar esta verdad.
Espero que te unas a mí mientras ponemos manos a la obra y estudiamos este importante libro y lo transmitimos a las generaciones venideras.
Nancy: Bueno, ¿Cuál ha sido tu respuesta durante estos días difíciles e inusuales? ¿Estás caminando por fe o por temor? Estamos escuchando el primero de una serie de mensajes de mi amiga, y coanfitriona Dannah Gresh, quien desarrolló un estudio bíblico basado en este libro de la Biblia titulado: Habacuc: recordando la fidelidad de Dios.Dannah volverá para orar en un momento.
El libro de Habacuc es en realidad una conversación entre Dios y el profeta Habacuc. El diálogo nos enseña cómo hablar con Dios en días difíciles y malos. Y eso es ciertamente algo con lo que muchas de nosotras necesitamos ayuda después de una pandemia.
¡Quizás momentos como estos sean la razón por la que Dios fue tan específico al decir que quería que estas instrucciones se transmitieran! Permíteme leer Habacuc 2:2, donde el profeta recibe una respuesta de Dios en su intercambio verbal:
«Y el Señor me respondió: “Escribe la visión; y grábala en tablas, para que corra el que la lea”».
Pero puedo asegurarte: ¡no hay nada sencillo en la poesía de Habacuc!, que ´puede requerir una consideración cuidadosa y un estudio diligente para comprender verdaderamente este libro de la Biblia. Entonces, cuando Dios le dice a Habacuc que lo deje claro, no es el estilo de escritura, sino más bien la intención del mismo. Este es un mensaje importante.
Una versión dice: «Escribe mi respuesta con claridad en tablas, para que un corredor pueda llevar a otros el mensaje sin error»(NTV). Un corredor es un mensajero oficial al que se le asigna la tarea de traer noticias sobre algo. En el caso de Habacuc, fue un mensaje de verdad sobre algunos desafíos venideros que enfrentaría el pueblo de Dios, pero también fue, en última instancia, una invitación a caminar por fe y esperanza.
Como mujeres, se nos ha encomendado llevar este tipo de mensaje y luego pasar la fe como un bastón. Tú y yo estamos llamadas a ser corredoras de la fidelidad de Dios. Y no hay momento más importante para transmitir este mensaje que cuando el miedo nos hace la vida difícil.
¿Qué clase de mujer eres? ¿Pasas la fe? ¿O estás transmitiendo miedo? Vivimos en una época en la que tenemos una oportunidad especial de hacer cualquiera de estas dos opciones. ¿Cuál elegirías?
Durante los próximos días escucharemos los mensajes de Dannah basados en libro de Habacuc. Esta serie es tu oportunidad, como dijo Dannah anteriormente, de «presionar el botón de reinicio cuando sea necesario», para que puedas ser una mujer recordada por haber transmitido el legado de la fe durante este tiempo.
Aquí está Dannah para orar.
Dannah: Señor, somos mujeres de fe. Lo afirmamos hoy porque estamos profundizando en este libro de la Biblia difícil de entender. Pero, Señor, creemos que aquí hay tesoros. Creemos que aquí hay tesoros que nos ayudan a saber cómo hablar contigo cuando los tiempos son difíciles. Y creemos que hay tesoros que nos enseñarán cómo caminar por fe.
Padre, recompensa el trabajo de estas mujeres que me acompañan en el estudio de estas palabras de nuestro amigo Habacuc. ¿Nos enseñarás, Señor, a pasar este legado de verdad, fe y esperanza? En el nombre de Jesucristo oramos esto, amén.
Nancy: Si este mensaje te desafió, Dannah y yo queremos invitarte a profundizar en el libro de Habacuc por tu cuenta.
Dannah: Una forma de hacerlo es escuchar la serie que Nancy enseñó sobre este libro de la Biblia. En veinticuatro sesiones dinámicas y llenas de información, ella enseña versículo por versículo a través de los tres capítulos que componen Habacuc. Utilicé estos mensajes como parte de mi investigación para escribir un estudio bíblico sobre Habacuc a finales de 2019 y ¡me encantaron!
Nancy, cuando las revisé recientemente para enseñar esta serie, me maravillé de lo oportunas que son las enseñanzas que escribiste hace muchos años para lo que nuestro mundo está pasando este año.
Nancy: ¡Eso es porque la Palabra de Dios siempre es oportuna!
Dannah: Puedes encontrar todas las enseñanzas pasadas de Nancy en los archivos de AvivaNuestrosCorazones.com o en la aplicación Aviva Nuestros Corazones. Hay también un enlace en la transcripción de este programa.
Nancy: La próxima semana Dannah continuará con esta serie. Dannah, ¿Qué tenemos para el próximo episodio?
Dannah: Bueno, Nancy, muchas mujeres me han escrito para decirme que sienten que Dios está en silencio en este momento.
Nancy: Eso es algo que todas estamos tentadas a sentir o creer cuando los tiempos son difíciles.
Dannah: Cierto. Pero Dios siempre está obrando a nuestro alrededor. Sin embargo, a veces, como descubriremos la próxima semana en las páginas de Habacuc, hay un mensaje en el silencio. Y ciertamente no es uno que puedas permitirte el lujo de perderte.
Nancy: Por favor regresa con nosotras aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Dannah: Equipándote para caminar por fe en tiempos de temor Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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