Un retrato de Dios en el Salmo 1
Débora: El Salmo 1 dice:
«No así los impíos que son como paja que se lleva el viento».
Nancy señala que Jesús tomó nuestro pecado…
Nancy DeMoss Wolgemuth: …por amor a nosotras, que éramos como paja, como basura, como basura sin valor. Él llevó sobre Sí el juicio que merecíamos. Él soportó las burlas de los pecadores para que nosotras no tuviéramos que perecer.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 10 de enero de 2024.
Hoy Nancy concluye la serie, Cómo tener un feliz año nuevo.
Nancy: ¿No ha sido este un buen tiempo? Seis pequeños versículos, el Salmo 1, al inicio de un nuevo año, el camino del justo y el camino del malo. Dios ha llenado mi corazón en gran manera en la medida en que he estado estudiando y preparándome para esta serie. Yo …
Débora: El Salmo 1 dice:
«No así los impíos que son como paja que se lleva el viento».
Nancy señala que Jesús tomó nuestro pecado…
Nancy DeMoss Wolgemuth: …por amor a nosotras, que éramos como paja, como basura, como basura sin valor. Él llevó sobre Sí el juicio que merecíamos. Él soportó las burlas de los pecadores para que nosotras no tuviéramos que perecer.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 10 de enero de 2024.
Hoy Nancy concluye la serie, Cómo tener un feliz año nuevo.
Nancy: ¿No ha sido este un buen tiempo? Seis pequeños versículos, el Salmo 1, al inicio de un nuevo año, el camino del justo y el camino del malo. Dios ha llenado mi corazón en gran manera en la medida en que he estado estudiando y preparándome para esta serie. Yo espero que en la medida en que tú hayas estado leyendo el Salmo 1, al inicio de este año…quizás hasta lo hayas memorizado.
Espero que estés planeando hacer también el reto de leer la Biblia diariamente con nosotros este año.
Ahora, nosotras hemos estado hablando de las características del justo y las características del malvado. Hemos visto en el Salmo 1 que hay dos caminos diferentes en los que estas dos clases de personas se encuentran. Hay dos resultados diferentes para sus vidas. El justo es bendecido pero el malo perecerá. Esto está bien claro en este pasaje.
Y hoy es nuestro último día en nuestro viaje a través del Salmo 1. Y quizás tú te preguntarás pero, ¿qué queda? Ya hemos cubierto los seis versículos. Bueno, quiero que hoy miremos este salmo por un momento desde una perspectiva o desde un lente aún más importante, y es ver cómo nos apunta hacia Cristo, cómo nos apunta a Cristo como toda la Escritura lo hace.
Los salmos son parte de la literatura sapiencial o de sabiduría en las Escrituras, y Cristo es la sabiduría de Dios, opuesto a la necedad del hombre. Así que este tipo de literatura en realidad nos apunta a Cristo que es nuestra sabiduría y el que revela la sabiduría y los caminos de Dios para nosotras. Así que los salmos generalmente están llenos de Cristo.
Pero el Salmo 1, en particular, al describir al hombre justo nos da lo que creo que es un retrato magnífico de Cristo. El Antiguo Testamento también nos anticipa el evangelio de Cristo que sería revelado más claramente en el Nuevo Testamento.
Así que permíteme leer el salmo como lo hemos hecho tantas veces en las últimas semanas y luego hablaremos acerca del retrato de Cristo como es visto en el Salmo 1.
«¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores,sino que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera.
No así los impíos, que son como paja que se lleva el viento.Por tanto, no se sostendrán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos.Porque el Señor conoce el camino de los justos, mas el camino de los impíos perecerá».
Ahora, el hecho es, como hemos estado viendo en este pasaje en las últimas semanas, que nadie que haya vivido ha podido llenar completamente los requerimientos del Salmo 1. Todas nosotras, en ocasiones y desde nuestro nacimiento, hemos caminado en el consejo del impío, como dice que los malos andan.
No solo no nos deleitamos en la ley de Dios como deberíamos, no solo no meditamos en ella de día y de noche como deberíamos, pero el hecho es que, en ocasiones en nuestras vidas hemos despreciado la ley de Dios en las elecciones que hemos hecho. Y día y noche hemos fijado nuestra mente en cualquier cosa distinta a Dios y a Su Palabra.
Somos violadoras de la ley. No somos de manera natural justas, y una vez que hemos sido declaradas justas a través de Cristo, a menudo vivimos como gente injusta; ¿estoy en lo correcto?
Romanos capítulo 3 lo pone en términos muy claros. Dice, comenzando en el versículo 10:
«Como está escrito: No hay justo, ni aún uno;no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios;todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno».
¿Recuerdas que dijimos que el malo es como la paja que se lleva el viento, sin valor? Romanos dice que todas nosotras a una nos hicimos inútiles. Nadie hace lo bueno, ni una de nosotras. Está hablando de nosotras –de ti y de mí. Aparte de Cristo, esa es la descripción de nuestras vidas.
Así que si es el justo quien es bendecido y feliz, con abundante bendición, como dice el Salmo 1, entonces ningún ser humano puede ser bendecido o feliz porque el hecho es que desde que nacemos somos los malos, no los justos descritos en ese pasaje.
Desde nuestro nacimiento rechazamos a Dios, caminamos contrario a Él. Y dejadas a nosotras mismas, nuestras almas estarán marchitas y morirían en vez de florecer y prosperar. Pero gracias a Dios, he aquí las buenas nuevas, las buenas noticias, el evangelio: Es que hay una Persona (con P mayúscula) quien ha llenado perfectamente la justicia requerida en este salmo. Su nombre es Jesús.
Mi amigo el Dr. Bruce Ware ha escrito un libro que ha titulado El Hombre Jesucristo. En ese libro él llama a Jesús «el prototipo del Salmo 1». Él es el que vivió perfectamente y cumplió las condiciones que eran requeridas para el justo como se enuncian en el Salmo 1.
Los padres de la iglesia primitiva estuvieron de acuerdo en que la descripción del justo en el Salmo 1 era realmente la descripción de Cristo, y muchos otros comentaristas a través de la historia también han estado de acuerdo con esta interpretación.
Agustín, por ejemplo, dice de este salmo, en el versículo 1: «Bendito es el hombre que no camina en el consejo del impío», este es el salmo 1, versículo 1; dice Agustín que debe ser entendido de nuestro Señor Jesucristo, el Dios Hombre.
Ahora caminemos a través de este salmo y veamos cómo esto es cierto, es verdad, cómo este es el retrato de Cristo y cómo Él cumple a cabalidad, cómo Él llena a cabalidad este salmo.
Versículo 1: «¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores».
La primera palabra, bienaventurado –nosotras hablamos acerca de ella al inicio de esta serie. ¿Quién es la fuente de toda bendición, de quién fluye toda bendición? Es Jesucristo quien es el que bendice, Él es quien bendice. Así que lo vemos a Él en esta primera palabra.
Y luego dice: «Bienaventurado es el hombre», y ¿no estás agradecida de que Jesús se haya convertido en un hombre? Es por lo que celebramos la Navidad, por la encarnación. Él es el Dios hombre, Dios hecho carne, tomó forma de carne, se hizo semejante a nosotros, se hizo uno de nosotros para poder salvarnos. Bienaventurado es el hombre. Jesús es el Dios-Hombre.
«El hombre que no anda en el consejo de los impíos». Jesús ni una vez –piensa acerca de esto– ni una vez caminó en el consejo de los impíos. Él vivió rodeado de ellos, pero ni una sola vez siguió sus consejos. Él ni una sola vez pecó en contra de la voluntad o de la Palabra de Dios. Ni una sola vez se burló o ridiculizó la justicia.
Por el contrario, él siempre caminó perfectamente de acuerdo con la Palabra de Dios y con los caminos de Dios –perfecto, brillante, hermoso, justicia inimaginable, obediencia, pureza y santidad. Este es Jesucristo, que no solo es el Dios perfecto, sino que vivió como un hombre perfecto –Dios encarnado.
Como resultado, Él es bienaventurado. «Bienaventurado el hombre que no anduvo en el consejo de los impíos, de los malos». ¿Fue Jesús bienaventurado? En Hebreos capítulo 1, versículo 9, dice de Jesucristo: «Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; por lo cual Dios, tu Dios, te ha ungido
con óleo de alegría más que a tus compañeros…»
¿Quién ha sido la persona más bienaventurada que ha vivido? Jesús. ¿Quién experimentó la alegría, más que todos sus compañeros? Jesús. Porque Él no caminó en el consejo de los impíos, ni se sentó en silla de escarnecedores, Dios le ungió con óleo de alegría más que a cualquier persona. «Bienaventurado el hombre…»
Y el versículo 2 dice: «Sino que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche». Y nosotras sabemos que Jesús se deleitó en la Palabra de Dios. Él la amó. Él meditó en ella de día y de noche. Para Él era Su pan, Su agua, Su sustento y Su vida.
Nosotras lo vemos en el templo cuando tenía doce años, ¿qué está haciendo un niño de doce años? ¿Piensas tú que ellos están interesados en ir y tener discusiones teológicas en la iglesia? No muchos de ellos, pero Jesús se deleitaba en Su Padre. Él había estado meditando en la Palabra de Su Padre, posiblemente desde Su infancia y sale fluyendo en Su conversación. ¡Cuánto disfrutó hablar sobre ello!
Su deleite en la Palabra de Dios y Su meditación en ella, sale también a relucir cuando Él fue tentado por Satanás en el desierto durante cuarenta días. Él fue capaz de decir «no» al engañador, «no» al tentador y a todas las delicias que el tentador le ofrecía, porque había meditado en la Palabra de Dios de día y de noche. Él sabía lo que era la Palabra de Dios, Él era obediente a ella, Él eligió el camino de los justos.
Y, por cierto, cuando pensamos en Jesús venciendo en el desierto, es fácil para nosotras pensar, «pero, claro, Él no pecó. Él era Dios».
Pero puedo sugerirte que la razón por la que Jesús no pecó en el desierto o en ningún otro momento no fue porque Él era Dios. Fue porque Él eligió como hombre meditar en la Palabra de Dios de día y de noche y obedecer la Palabra de Dios como un hombre.
Déjame leerte esto de mi amigo Bruce Ware quien ha escrito este nuevo libro sobre el Hombre: Jesucristo. Él dice:
Jesús no pecó, no porque dependiera de Sus poderes sobrenaturales, de Su propia naturaleza divina o porque Su divina naturaleza empoderaba Su naturaleza humana impidiéndole pecar, sino porque utilizó los recursos dados a Él para Su humanidad.
Él amó y meditó en la Palabra de Dios. Él oró a Su Padre. Él confiaba en la sabiduría y la justicia de la voluntad y de la Palabra de Su Padre. Y de manera muy significativa, Él dependió del poder sobrenatural del Espíritu, para que lo fortaleciera para que Él pudiera hacer todo lo que había sido llamado a hacer.
Tú dirás, ¿y qué? ¿Cuál es el punto de todo esto? Aquí está el «¿y qué?» Porque Jesús amó la Palabra de Dios, meditaba en ella de día y de noche, la comía como Su pan necesario –ella era Su comida, Su agua, Su sustento, porque le daba las fuerzas y el poder para superar el pecado por el poder del Espíritu Santo como un hombre.
Nosotras tenemos los mismos recursos disponibles en nuestra batalla contra el pecado. Nosotras tenemos lo que Jesús tuvo, la gracia de Dios, la Palabra de Dios, el Espíritu de Dios, la verdad de Dios. Nosotras podemos amar la Palabra de Dios, meditar en ella de día y de noche y tener victoria sobre el pecado como Jesús lo hizo siendo un hombre.
De hecho es lo que dice el Salmo 40 en el versículo 8, hablando proféticamente sobre Jesucristo:
«Me deleito en hacer Tu voluntad, Dios mío; Tu ley está dentro de mi corazón».
Jesús tenía la ley de Dios en Su corazón, y la tenía de la misma manera en que nosotras la podemos tener –al leerla, estudiarla, memorizarla, meditar en ella, pidiéndole a Dios gracia y fortaleza para vivirla. Jesús meditaba en la Palabra de Dios.
Puedes decir, «bueno es que Él conocía la Palabra de Dios». Sí, como Dios, Él la conocía. Pero como hombre, de alguna manera misteriosa que nosotras no podemos entender completamente, Él fue a través del mismo proceso de meditar en la Palabra de Dios que nosotras hacemos.
A través de Su ministerio Él citaba la Escritura y Él les mostraba a las personas cómo esas Escrituras del Antiguo Testamento estaban siendo cumplidas, y luego Él fue a la cruz. ¿Y qué siguió haciendo? Él siguió meditando en las Escrituras que ya había memorizado y en las que había meditado por años, porque las palabras que Él dijo en la cruz indican que Él estaba rumiando el Salmo 22, y otros pasajes del Antiguo Testamento. «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Esta es la Escritura que estaba en Su corazón, la Escritura que estaba allí en ese momento.
A través de toda la vida de Jesús, de Su ministerio y aún a través de Su muerte, lo vemos deleitándose en la ley de Dios, meditando en ella de día y de noche. Y como resultado, Él fue «ese árbol plantado junto a corrientes de agua, siempre dando fruto, dando vida a otros. Sus hojas no cayeron a pesar de las circunstancias, a pesar de la oposición y del sufrimiento que soportó. En cualquier cosa que hacía, prosperaba, cumpliendo así el Salmo 1.
Y de nuevo, ¿recuerdas lo que significa prosperar, lograr algo, terminar bien, completar lo que Dios te ha mandado a hacer aquí? Él prosperó. Isaías 53, ese grandioso pasaje acerca del sufrimiento del Salvador dice en el versículo 10: «y la voluntad del Señor en Su mano prosperará». Él pudo decir al final de Su vida: «He terminado la obra que me diste que hiciera». Eso es lo que significa prosperar.
Prosperar no significa que cuando mueras tengas mucho dinero en el banco. No significa que mueras con salud, nunca haber tenido grandes tragedias ni atravesar desastres naturales o dolor en tu familia. Prosperar significa que mueras diciendo, «está bien para mi alma y por la gracia de Dios, Su propósito para mi vida ha sido completado». Jesús prosperó, y la voluntad de Dios prosperó en Su mano.
Así que vemos a Jesús siendo el cumplimiento de la primera parte del Salmo 1, pero y ¿qué acerca de la segunda parte, la parte acerca del juicio? Bueno, yo pienso que hay una reflexión de Cristo dada también en la segunda parte del salmo.
Dice: «No así los impíos, los malos que son como paja que se lleva el viento.Por tanto, no se sostendrán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos.Porque el Señor conoce el camino de los justos, mas el camino de los impíos perecerá».
¿Cómo esto nos muestra a Cristo? Bueno, lo que sabemos acerca de Jesús es que Él tomó el lugar de los pecadores, el lugar de los impíos. El Justo, el Hijo de Dios que no cometió pecado sino que se ofreció a Sí mismo como sustituto para aquellos que eran impíos. Como resultado, Él fue separado de la congregación de los justos. Él soportó en la cruz una eternidad de separación de Dios y de los justos.
Él murió fuera de Jerusalén –una imagen de haber sido separado de los justos –fuera del templo, fuera del lugar santo. Él fue condenado, Él fue separado. Por nuestro bien Él se hizo, paja, basura, basura sin valor. Tomó el juicio que nosotras merecíamos. Soportó la burla de los pecadores para que nosotras no tuviéramos que perecer.
¿Conoces otro versículo con la palabra perderse o perecer en él? Juan 3:16: «De tal manera amó Dios al mundo que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que crea en Él no se pierda sino que tenga vida eterna». Él experimentó la muerte que nosotras merecíamos para que nosotras pudiéramos tener la vida que nunca habríamos podido tener apartadas de Él.
Segunda a los Corintios capítulo 5 versículo 21 lo dice de esta manera: «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en Él». ¿Ves?, Jesús cumplió ambas, la primera parte –la justicia de la primera parte del Salmo 1, pero también la parte condenatoria del Salmo 1. Nosotras no podemos llenar ambas. Somos justificadas o somos condenadas. Jesús fue justo; Él se hizo condenación, Él se hizo pecado para que por Él pudiéramos ser hechas justas en Dios».
Permíteme hacer dos rápidas observaciones finales acerca de este pasaje. Algunos estudiosos creen que el Salmo 1 y el Salmo 2 forman un par de salmos que juntos hacen la función de la introducción a todo el libro de los salmos. Si este es el caso, entonces en el Salmo 1 que acabamos de estudiar en estos días pasados, vemos a Cristo como el hombre justo.
En el Salmo 2, que no hemos visto pero que las motivo a que lo hagan, nosotras entonces podemos ver a Cristo como Rey, el Rey que Dios ha ungido, Su Hijo amado, el Mesías. Los burladores y los malvados en el Salmo 1 de los que hemos hablado, ellos son los que se rehúsan a someterse al Rey del que se escribe en el Salmo 2.
Ahora, si miras el principio y el final de estos dos salmos juntos, lograrás una síntesis de todo el mensaje de las Escrituras. ¿Qué dice el Salmo 1 versículo 1? «Bienaventurado el hombre…» ¿Cuál es la última frase del Salmo 2? «Bienaventurado todo el que se refugia en Él».
Amigas, ese es el evangelio. Jesucristo el hombre justo y bienaventurado del Salmo 1. Aquellos que renuncian toda confianza en su propia justicia, aquellos que confiesan y abandonan sus malos caminos, aquellos que se vuelven a Él para refugiarse en Él, nunca perecerán sino que serán eternamente bienaventurados. «Bienaventurado es el hombre…» «Bienaventurado todo aquel que se refugia en Él». Y esos son los que verdaderamente vivirán felices para siempre.
Oh Dios, gracias porque enviaste a Tu Hijo Jesucristo tomando la forma de hombre, y vino a esta tierra y vivió una vida perfectamente justa y luego murió la muerte del impío para que nosotras pudiéramos ser justas.
Oh Padre, nosotras solo queremos decirte que te amamos, nosotras amamos a Jesús y amamos Tu Palabra. Queremos deleitarnos en Ti y en Tu Palabra y meditar en ella de día y de noche.
Y quiero orar una bendición por las mujeres que nos escuchan. Señor, a medida que entramos a un nuevo año, oramos que pueda ser un año lleno de Tu gracia, de Tu gloria y de las bondades en Cristo en la medida en que te buscamos, que te buscamos primero, a Ti y a Tu reino y Tu justicia.
Gracias que en Tu asombrosa gracia Tú elegiste bendecirnos cuando nosotras no lo merecíamos, pero lo recibimos con gratitud y con acción de gracias, en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando con el Salmo 1 cuán perfecta fue la vida que Jesús vivió. Su ejemplo nos muestra cómo nosotras podemos vivir en dependencia de Dios este año y mantenernos cerca de Él a través de Su Palabra. Si pones en práctica lo que escuchaste en esta serie, piensa cuántos cambios significativos podrían ocurrir en tu vida durante este año.
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