Un poderoso ejército de madres
Débora: Marlae Gritter dice que puedes sacar mayor provecho de la oración cuando oras junto a otras madres.
Marlae Gritter: Cuando rindes cuentas a otra madre o a un grupo de madres, y comienzas a orar, comienzas a aprender a ser vulnerable. Comienzas a aprender que los niños de los demás no son perfectos como tú crees que son. Comienzas a verlo semana tras semana. Escuchas que Dios respondió a la oración de esa madre. Acudo al ministerio Madres en contacto y me da esperanza cada semana. Y mi vida de oración ha cambiado totalmente, ha sido revolucionada. Esto lo escuchamos una y otra vez.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 6 de noviembre de 2023.
Hoy damos inicio a la serie titulada, Cómo orar por tus hijos. Escucharemos una conversación que Nancy tuvo con Marlae Gritter …
Débora: Marlae Gritter dice que puedes sacar mayor provecho de la oración cuando oras junto a otras madres.
Marlae Gritter: Cuando rindes cuentas a otra madre o a un grupo de madres, y comienzas a orar, comienzas a aprender a ser vulnerable. Comienzas a aprender que los niños de los demás no son perfectos como tú crees que son. Comienzas a verlo semana tras semana. Escuchas que Dios respondió a la oración de esa madre. Acudo al ministerio Madres en contacto y me da esperanza cada semana. Y mi vida de oración ha cambiado totalmente, ha sido revolucionada. Esto lo escuchamos una y otra vez.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 6 de noviembre de 2023.
Hoy damos inicio a la serie titulada, Cómo orar por tus hijos. Escucharemos una conversación que Nancy tuvo con Marlae Gritter y Fern Nichols, sobre el ministerio Madres unidas para orar.
Debo aclarar que el ministerio Madres unidas para orar solía llamarse Madres en contacto internacional. Esta serie se grabó antes del cambio de nombre, por lo que escucharás el nombre anterior de este ministerio a lo largo de la conversación.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hace un tiempo recibí una carta de una de nuestras oyentes de Aviva Nuestros Corazones quellamó mi atención. Esta mujer decía: «Siento compasión por todos nuestros huérfanos», y luego ella explicó lo que quería decir al referirse a «todos nuestros huérfanos». Ella dijo:
Aquellos niños sin una madre o un padre para darles seguridad, amor y mostrarles el camino a Jesús. Ella continuó diciendo: Personalmente, mi razón para vivir es orar por ellos y orar por mis diez hijos adultos y sus hijos. En primer lugar, oro por mis veinte nietos y un bisnieto que tengo, para que vengan a Jesús y no solo eso, sino que compartan las buenas nuevas maravillosas del amor de Jesús. Ella decía: se habrán imaginado mi avanzada edad, tengo más de setenta años, y estoy viviendo para la eternidad.
¿No les parece esto precioso? Esta es una mujer mayor que tiene una razón para vivir. Su razón de vivir es Jesús, es Cristo. Su razón de vivir es la eternidad. Y su razón de vivir hasta ahora, son esos diez hijos adultos, sus veinte nietos, y un bisnieto que el Señor le ha confiado para su cuidado y para que interceda por ellos, así como todos los demás por los que ella ora que no tienen una madre o una abuela que ore por ellos.
Al leer esa nota pensé: «Gracias, Señor por esta mujer que aún a su avanzada edad tiene una misión muy significativa y un propósito en la vida». Y ella está cumpliendo el propósito de Dios aquí en esta tierra.
Así que tenemos mujeres hoy en nuestra audiencia en diferentes etapas de la vida. Tenemos muchas mujeres que están casadas y son madres y otras que son abuelas. Tenemos algunas que son solteras, hermanas, tías o amigas de aquellas que tienen hijos y nietos. Hay muchos roles diferentes, algunas con el pelo gris, otras con muchos niños en casa, en todas estas etapas de la vida. Sin embargo, en este programa queremos ser desafiadas sobre el papel de la oración, creyendo que Dios va a alcanzar los corazones de la próxima generación.
Cuando miro hacia atrás y veo a…una hermana en particular me viene a la mente. Una hermana que debe tener más de ochenta años que es una guerrera de oración, una intercesora. Ella y su esposo oran por los niños y los nietos en nuestro ministerio. Conocen los nombres de esos niños mejor que yo, y oran de manera específica y ferviente. En días pasados esta pareja se me acercó y me dijo: «¿Cómo va esto y aquello?» Y me preguntaron específicamente por una petición que habían estado llevando ante el trono de Dios.
Así que tenemos esta pareja que está en sus ochenta años, y luego tenemos otras madres jóvenes en nuestra audiencia, y otras solteras que están orando y confiando en Dios. Hoy, mientras hablamos con nuestras amigas de Madres en contacto internacional, vamos a ser desafiadas a aprender cómo podemos orar más fervientemente y más efectivamente por nuestros hijos y nuestros nietos.
No pasa ni una semana, a veces ni un día, en que no escuchemos de madres o abuelas que derraman sus corazones acerca de sus preocupaciones por sus hijos y sus nietos, sabiendo que están en una batalla espiritual muy grande.
Es una batalla. Estamos aquí para hacer la guerra y decir que no vamos a dejar que el enemigo tenga los corazones de nuestros hijos ni de nuestros nietos. Vamos a reclamarlos para Cristo. No vamos a caer en la desesperación y a decir, «¡Mira lo que ha sucedido a esta generación! ¿No es trágico? ¿No es una vergüenza?»
Sé que hay madres que nos escuchan que han tenido algunas luchas significativas con algunos hijos adolescentes y jóvenes. Hemos orado juntas, y he orado por algunos de sus hijos. Sé que están agradecidas por otras que oran por esos niños.
No solamente por sus propios hijos, sino por todos los niños representados, y dicen: «Señor, creemos que estos niños te pertenecen, y queremos ver que Tú recibas gloria a través de sus vidas».
Y estoy tan agradecida de que hace muchos años, Dios levantó a una mujer como Fern Nichols con una carga por los niños, una carga por orar por ellos. Fern ha sido una amiga desde hace varios años y me encanta escucharla. Me encanta orar con ella. Me encanta oír su corazón. Fern, muchas gracias por estar hoy aquí con nosotras en Aviva Nuestros Corazones.
Fern Nichols: Es una alegría escuchar tu pasión por la oración y hacer esto de una forma pública a través de este programa.
Nancy: Así es. Y vamos a escuchar más sobre tu historia y sobre cómo Dios te puso esta carga. Estoy segura de que hace treinta años nunca soñaste que estarías viendo lo que estás viendo hoy, madres en todo el mundo en 120 países diferentes, orando y buscando al Señor.
Dios tomó una madre y puso Su mano sobre ella y le dijo: «Tengo una misión y un propósito para tu vida». Y vamos a oír más sobre esta historia.
Pero permíteme presentarte a nuestra otra invitada, Marlae Gritter, quien es la vicepresidenta ejecutiva de Madres en contacto. Fern es la fundadora y presidente de Madres en contacto internacional, y Marlae se ha convertido en una amiga.
Marlae, gracias por ser parte de este ministerio y por unirte hoy aquí con nosotras en Aviva Nuestros Corazones.
Marlae Gritter: Gracias Nancy. Es maravilloso conocerte y conocer tu ministerio y unirnos para alentar a las mujeres. Gracias.
Nancy: Cuando hablamos de Madres en contacto, estamos hablando de estar en contacto con el Señor, en contacto con otras madres y en contacto con los niños y las escuelas, y todo el contacto que hacemos en esos grupos.
Pero quiero escuchar de alguna de ustedes dos, madres que han estado involucradas, cómo ha sido su experiencia y por qué animarían a otras madres a involucrarse en esto.
Fern, cuéntanos tú primero. En los años ochenta tenías cuatro hijos. ¿Cómo Dios puso esta visión en tu corazón?
Fern: Fue un día glorioso, aunque no sabía que iba a ser tan glorioso cuando mis dos hijos mayores se dirigían a la escuela secundaria. Oré por ellos. Siempre he orado por ellos desde el vientre. Mi esposo y yo orábamos por ellos y estoy segura de que él oraba por ellos con otras personas.
Pero esa mañana en particular, mientras se dirigían a la escuela secundaria, vino sobre mi alma una carga increíble por sus vidas. Era como si yo los estuviera enviando a la oscuridad, a madres y padres sustitutos que podían o no conocer a mi Salvador.
La influencia de los compañeros en sus vidas, quiero decir, como madre, la mente imagina cosas. Y si no está guardada por Jesús en oración, de repente podemos sentirnos preocupadas y temerosas. Es una liberación. Es una liberación de nuestros hijos porque no sabemos lo que está sucediendo allí.
Dije: «Señor, debe haber otra madre que sienta lo mismo, que debemos orar por nuestros hijos en esta escuela, por los maestros, por los entrenadores, por el bibliotecario, por el director. Todo lo que toca la vida de nuestro hijo en esta escuela necesita oración».
Y dije: «Señor, ¿quién podría orar conmigo?»
Conocía el poder de la oración colectiva. Es lo que Dios dice, que cuando dos o tres están reunidos, no solo Él está en medio (quiero decir que hay una presencia especial de Jesús cuando oramos juntos en el cuerpo), sino que Él dice:«pónganse de acuerdo y yo les responderé». Entonces dije: «Señor, ¿quién es esta mujer que vendrá y estará de acuerdo conmigo en oración por nuestros hijos y la escuela?»
Y Él puso en mi corazón a una madre, su nombre es Linda. Llamé a Linda y compartí con ella mi preocupación, mi miedo. Y ella dijo: «Fern, me encantaría reunirme contigo».
Ya había decidido, como una maestra de escuela, que esa hora iba a ser una hora de oración. No íbamos a hablar. No íbamos a tomar café. Lo sé. ¿Puedes creerlo? Pero íbamos a luchar realmente por la vida de nuestros hijos. Satanás los quería, y nosotras íbamos a pararnos poderosamente en la brecha por ellos.
Pensamos en algunas otras madres que podrían estar interesadas en reunirse y orar por una hora. Y la semana siguiente, cerca de cinco madres se reunieron en mi casa y oramos esa hora en un formato de cuatro pasos. Desde ese humilde comienzo, que realmente comenzó tal vez egoístamente. Porque podría decir que estaba pensando en mis hijos. Realmente no estaba pensando en todos los niños de todo el mundo en ese momento. Eran mis dos hijos solamente. Sin embargo Dios usó eso y sabía lo que Él quería hacer con eso porque quería que oráramos por todos los niños del mundo.
Hoy, casi veinticinco años después, hay casi veinte mil grupos en los Estados Unidos y en 120 países de todo el mundo. Dios realmente está levantando un poderoso ejército de madres diciendo: «Tal vez no sea la mujer que mejor ora en el mundo, pero conozco al Jesús a quien oro y Él me escuchará y contestará mi oración». Y así es cómo comenzó el ministerio.
Nancy: Y se reunieron en tu casa. ¿Empezaron a reunirse semanalmente desde el inicio?
Fern: Sí. Cada semana nos reuníamos, excepto en las vacaciones y cuando los niños tenían el día libre, aunque orábamos por ellos en nuestros propios espacios.
Nancy: Pienso que en realidad las madres nunca dejan de orar.
Fern: Nunca dejamos de orar. Es algo que haces sin cesar. Quiero decir, realmente es así.
Nancy: Pero esto fue un poco más intencional y enfocado en tu oración.
Fern: Así es, y me gusta que digas esa palabra, era intencional. Porque necesitamos rendición de cuentas en esta área. No solo hay poder en la oración corporativa, sino que hay rendición de cuentas.
Sabía que cuando corría con mi vecina, corríamos media maratón solo porque nos rendíamos cuentas la una a la otra, sabiendo que si yo no estaba allí a las cinco de la mañana, ella estaría sola parada allí.
Nancy: Es así, Fern. Tú puedes hablar acerca de la rendición de cuentas en este tiempo de oración, pero yo no quisiera que pusiéramos el tema de rendir cuentas acerca de correr u otro tipo de ejercicio, porque en realidad necesito rendir cuentas de eso pero no quisiera tener que rendirlas. ¿Qué pasó después?
Fern: Bueno, así como tú dices, necesitaba una persona que me acompañara para rendir cuentas en esa área física y me volví más fuerte. Así mismo sucede con la oración. Realmente creo que cuando el cuerpo se reúne y sabes que otra madre va a estar orando por tu hijo, no te quieres perder ese momento.
Y entonces Dios expandió nuestra visión a los niños de otras personas, los niños con los que estarían jugando, sus compañeros. Luego, conseguimos una lista de cada niño de la escuela, cada maestro de la escuela.
Realmente creemos que nuestras escuelas cambian, no importa si es una escuela pública, una escuela privada, una escuela cristiana, o si es una pequeña escuela en una casa. Cambiará cuando las vidas cambien. Hacemos mucha evangelización orando en esa hora, orando por la salvación de los niños, de los maestros y del personal.
Nancy: Ahora vamos a hablar sobre cómo funciona Madres en contacto y cómo podemos orar por nuestros hijos. Déjame hablar con Marlae por un momento. ¿Cómo fue para ti tener esta carga sobre la oración por los hijos y el involucrarte en Madres en contacto?
Marlae: Yo era una madre que oraba, creía en el poder de la oración.
Nancy: ¿Cuántos hijos tienes?
Marlae: Tres hijos. Y cuando el más chico de mis hijos tenía solo dos años de edad… En realidad esto llegó a través de mi hermana. Su hija mayor estaba en la escuela secundaria. Ella vivía en Texas y yo en Michigan.
Y fue ella quien empezó a hablarme de Madres en contacto. Podría decir que era algo que realmente estaba haciendo una diferencia en su vida, así que la seguí escuchando.
Bueno, ella me invitó a un retiro de Madres en contacto en 1991. Y a menudo digo: «Tú sabes lo que es Michigan en febrero». La conferencia fue en San Diego. No estoy segura de si mis motivos eran realmente muy espirituales, pero fui a este retiro de Madres en contacto. Fue un cambio de vida porque en ese retiro había trescientas mujeres de todo Estados Unidos. Y durante todo el fin de semana oí cosas como, «Dios hizo este milagro para mi hijo», «Dios cambió el corazón de este maestro».
Yo estaba rodeada de estas mujeres. Y dije: «Señor, creo en la oración, pero quiero que mis oraciones se fortalezcan. Quiero tener más fe para que mis oraciones como madre por mis hijos puedan hacer la diferencia». Lo vi y lo oí.
Y Dios puso una visión en mi corazón y realmente usó el tiempo de confesión para mí, para mi matrimonio. En realidad, eso realmente fue un cambio total en mi vida. Me adueñé de esa visión. Dios lo presionó, lo imprimió en mi corazón para que mis oraciones pudieran hacer la diferencia.
Y es una larga historia de cómo Dios orquesta reuniones con las personas que necesitas conocer. Pero Dios me mostró que mis oraciones importaban como madre. Solo me sostuve en eso. Dije: «Quiero hacerlo. Quiero aprender». Y comencé a compartir con otras.
Nancy: Me encanta oír esas historias de cómo Dios se mueve y es interesante, Marlae, que digas que tus oraciones no solo afectaron a tus hijos, sino que desde el principio, Dios usó tus oraciones para cambiar tu propio corazón.
Marlae: Realmente fue así. Me encantan las historias que escuchamos de mujeres que han estado involucradas en Madres en contacto. Las escuchamos una y otra vez: «Entré a Madres en contacto porque quería orar por mis hijos. Estamos todas allí. Queremos hacer esto por nuestros hijos. Pero nunca nos imaginamos cuánto Dios haría para cambiar nuestros corazones».
Pero cuando rindes cuentas a una mujer o a un grupo de mujeres, comienzas a orar, comienzas a aprender a ser vulnerable. Comienzas a entender que los niños de los demás no son perfectos como tú crees que son. Comienzas a verlo semana tras semana. Escuchas que Dios respondió a la oración de esa madre.
Voy al ministerio Madres en contacto cada semana y eso me da esperanza. Y mi vida de oración ha cambiado totalmente, ha sido revolucionada. Y esto lo escuchamos una y otra vez, ese es el gran beneficio.
Nancy: Fern, sé que has sido durante muchos años una mujer de oración. ¿Cómo dirías que la oración ha cambiado tu vida?
Fern: Realmente ha cambiado mi vida y sigue cambiando mi vida. Cuando creces más y más con Jesús y pasas tiempo con Él, te vuelves más como Él. Tus deseos se convierten en: «Señor, no quiero hacer nada que te desagrade. Quiero amar las cosas que amas y quiero odiar las cosas que odias».
Y estos cuatro pasos de oración que usamos en Madres en contacto son principios de oración. Los llamamos cuatro pasos, pero son solo principios de oración que están en la Palabra de Dios.
Cuando pienso en los cambios que continúan ocurriendo en mi vida, que están pasando y que han sucedido a lo largo del tiempo, Dios continúa mostrándome cómo vivir victoriosamente en Cristo. Estoy creciendo en madurez en el Amado. Estoy conociendo a Dios íntimamente porque cada semana alabamos a Dios por uno de Sus atributos.
Dios es muy paciente conmigo. Cuando veo dónde estaba, dónde estoy y dónde quiero estar, veo que tengo un largo camino por recorrer. Pero Él tiernamente me lleva en cada paso del camino. Lo que ha hecho esto tan poderoso en mi vida, creo, es poder tener todas estas hermanas y amigas de oración de Madres en contacto, que han hecho amistades tan profundas y que son amistades para toda la vida.
Muchas otras madres, a lo largo de los años, han amado a mis hijos y miles han orado por ellos. Y sé que donde están hoy y las familias que tienen es a causa de las oraciones de muchas de estas mujeres.
Nancy: Estoy pensando, Fern, sobre una ilustración que compartes, un incidente que compartes en tu libro. Tu esposo realizó un viaje en canoa con uno de tus hijos. Realmente viste la importancia de ser responsable y sensible al Señor cuando Él te pidió que oraras.
Fern: Me alegra que hayas mencionado esa historia en particular, porque es precisamente de lo que hablábamos con respecto a ser intencional acerca de orar y orar por otros, que tu corazón realmente se pone en sintonía con el Espíritu Santo. Cuando confesamos todo pecado conocido, es el Espíritu Santo quien tiene el control. El Espíritu Santo te enseña cosas que no sabrías de otras maneras. En ocasiones confesaba mi pecado solo porque no sabía si mis hijos necesitaban mi oración en ese momento, y yo quería estar en una buena comunión con mi Señor. Si yo estuviera llena de mí misma, no escucharía lo que necesitan y no podría interceder por ellos a su favor.
Bueno, una vez mi marido y mi hijo fueron invitados a ir a un viaje en canoa. Esto fue en Canadá y fue cuando la temporada de inundaciones era alta; pero este compañero era de nuestra iglesia, era el dueño de la canoa, y él había estado en este río muchas, muchas veces y sentía que estaba bien ir.
Mientras entraban a su canoa, un grupo de hombres que regresaban les dijeron: «No salgan. Realmente no es un buen lugar. Están arriesgando sus vidas».
Mi esposo miró a nuestro amigo y no dijo nada pues al fin y al cabo él era el experto. Entraron en su canoa, y a medida que iban bajando, se volteó la canoa y todos cayeron al agua. En ese momento yo estaba en casa, creo que estaba limpiando la casa.
Nancy: Por supuesto, no sabías a qué se estaban enfrentando.
Fern: No, solo sabía que estaban en ese viaje maravilloso en canoa.
En ese momento sentí un fuerte impulso del Espíritu Santo que me llevó a parar de limpiar y comenzar a orar por las vidas de mi hijo, Troy, mi esposo, el otro padre y su hijo.
Si me conocieras, cuando me dirijo a algún lugar o estoy limpiando algo, no paro hasta que termino. Pero lo dejé todo, fui a la Palabra de Dios, fui al libro de los salmos y comencé a clamar para que Dios los librara de lo que estuviera pasando; en ese momento yo no tenía idea de lo que estaba pasando.
Más tarde esa noche, mi marido me llamó y me contó esa historia. Fue el momento en que el Espíritu Santo me impulsó a orar cuando la canoa se volcó. Fueron arrojados de la canoa. El milagro de todos los milagros sucedió mientras oraba. Creo lo que Dios dice, que Él envía ángeles ministradores. No sé dónde, no sé cómo, pero es algo maravillosamente espiritual que Dios dice que hace cuando le clamamos.
Creo que ese ángel mantuvo a mi hijo y a mi marido juntos. De hecho, cuando mi marido se dio cuenta de lo que estaba pasando, los pies de nuestro hijo estaban sobre sus hombros. Entonces fue capaz de levantarse con él, y la canoa estaba allí. ¿Cómo pudo suceder todo eso? ¡La canoa debió haberse ido río abajo!
El otro hijo y su padre estaban un poco más lejos. Se juntaron y todos llegaron a la canoa. Estaban en medio del río. Justo ocurrió que una pareja estaba a un lado observando, y viendo todo esto llamaron al 911. Un helicóptero de rescate estaba llegando, lo cual ellos no sabían en ese momento.
Y el milagro también es este: en medio de este río había un pedazo elevado de tierra. Sus pies solo pisaron en esta tierra. El agua estaba sobre la tierra. Pero fueron capaces de levantarse y salir del agua. Fueron rescatados en cinco minutos.
Nunca sabré, hasta que llegue al cielo, cuán diferente, y si hubiera sido diferente, si no hubiera orado, si no hubiera sentido el impulso del Espíritu Santo y no hubiera parado lo que estaba haciendo para orar. La salvación de ellos cuatro fue el resultado de la oración, no de mis grandes oraciones, sino al intervenir en esa situación de la manera que Él quiere, de Su voluntad. Sus propósitos son un bello recordatorio de que nunca sabemos, cuando oramos por alguien, cuando intercedemos en nombre de alguien, cómo Dios se interpone o envía un ángel o dos o tres, no sé.
Tal vez solo uno, porque en el Antiguo Testamento era solo uno el que mató ciento ochenta y cinco mil enemigos. No sé si necesitas muchos. Estos son ángeles muy fuertes.
Pero ser parte de lo que el corazón de Dios quiere para la tierra, incluso para tu propia familia en un río…Él quiere incluirnos. Así es como soberanamente lo ha hecho. Es asombroso. Sin embargo, es nuestro privilegio y es nuestro mandamiento.
Él dice: «Clama a mí y yo te responderé, y te revelaré cosas grandes y ocultas, que tú no conoces» (Jer. 33:3, paráfrasis). Aleluya.
Nancy: Marlae, es interesante para mí cómo Fern fue instada por el Espíritu a orar en ese momento, y ella dice que tomó su Biblia y así oró. Como he leído acerca de Madres en contacto y cómo las madres oran, y el maravilloso libro de Fern que se titula, Todo niño necesita una mamá que ora, es importante que en nuestras oraciones la Palabra de Dios sea central. ¿Cómo usas tú la Escritura, como madre, en tus tiempos de oración y con los grupos de oración de Madres en contacto?
Marlae: Amén. Amo lo que la Palabra de Dios dice acerca de ser viva y eficaz. Realmente tomamos eso y verdaderamente lo creemos. Como madres, hay muchas cosas por las que podemos orar.
Pero lo que hacemos cada semana cuando nos juntamos, es que cuando llegamos al tiempo de la intercesión, literalmente abrimos la Palabra de Dios y la tenemos justo delante de nosotras. Nos enfocamos en un versículo y ponemos el nombre de nuestro hijo al lado de ese versículo.
Permíteme dar un ejemplo. Creo que así es más fácil de entender. Teníamos una hija que pasó por unos años pródigos que fueron muy, muy difíciles. El versículo de la Escritura que tomé como madre, y en los tiempos cuando no sabía y no veía lo que Dios iba a hacer, fue Isaías capítulo 61 versículo 3. Así es como oraba con esas madres y oraba a menudo también por mí misma.
Pero orábamos así: «Señor, te ruego que otorgues a mi hija una diadema de belleza en vez de ceniza». Ella estaba en las cenizas y necesitaba la belleza. «El aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido». Ella estaba deprimida, estaba hundida. «Te ruego, Señor, que algún día ella se vea como un roble de justicia, una siembra tuya, Señor, para que Tú seas glorificado» (paráfrasis).
Esta es la oración de la Palabra de Dios, cuando no sabemos orar, ella está llena de promesas. La Palabra de Dios no vuelve vacía. Es lo que Él dice. Es la verdad de Su Palabra. Clamamos, clamamos y clamamos por nuestros hijos, ponemos sus nombres en ella, y es lo más poderoso.
No solo para que oremos, sino para escuchar a otra madre estar de acuerdo conmigo y decir el nombre de mi hija en ese versículo y ponernos de acuerdo en lo que Dios está haciendo para que se cumpla. En mi Biblia dice: «9-1-2000, oración respondida», al lado de ese versículo porque Dios respondió esa misma oración, y hoy veo delante de mí esas características que yo oré en ese versículo.
De modo que orar la Palabra de Dios ha cambiado mi oración. Ya no pienso, «no sé realmente qué orar, Señor. Sabes lo que mi hijo necesita». Él lo sabe porque Su Palabra está llena de ella.
Débora: Has estado escuchando una conversación entre Nancy DeMoss Wolgemuth, Fern Nichols y Marlae Gritter. Fern es fundadora de Madres unidas para orar y autora del libro «Todo niño necesita una mamá que ora». Marlae es directora de desarrollo global para ese ministerio.
Nancy: Me encanta cómo Marlae Gritter habló hoy acerca de un «ejército de madres orando». Y creo que estarías de acuerdo en que necesitamos esas madres que oran tanto hoy como siempre. Nuestros jóvenes están formando su propio sistema de creencias en un mundo que está enviando todo tipo de señales confusas y equivocadas. Necesitamos madres, madres biológicas, madres adoptivas, madres espirituales, que estén juntas de rodillas pidiendo al Señor que desarrolle convicciones acerca de la verdad de la Palabra de Dios, y que esos hijos sean un ejemplo y una luz en un mundo que se está moviendo más y más lejos de esa verdad.
Débora: Así es, Nancy. Y la oración puede ser difícil. A veces podemos verla como una tarea más que hacer. Así que como continuación de esta conversación, escucharemos cómo podemos perseverar en la oración. Esto será mañana, aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a orar por un derramamiento del Espíritu de Dios en tu familia, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia Las Américas a menos que se indique lo contrario.
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Recursos del Episodio
Serie: «Confiados con el corazón de un hijo»
Libro: «Todo niño necesita una mamá que ora», de Fern Nichols.
Link: «Madres en Contacto Internacional»
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