¿Un mundo mejor?
Annamarie Sauter: ¿De dónde viene la maldad en medio nuestro?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si el hombre hace obras malas, no es porque necesita una mejor educación, o porque necesita más dinero, o porque tiene que ser sacado de su pobreza. No es porque no tuvo buenos padres. Esas cosas contribuyen tal vez. Pero el asunto que causa las obras malvadas en nuestro mundo es el corazón malvado del hombre.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy continúa en la serie de programas titulada, Noé y el diluvio: El evangelio en el Antiguo Testamento.
Nancy: ¿Cuántas de ustedes están familiarizadas con el Manifiesto Humanista? ¿Has visto o leído los manifiestos humanistas? El primero fue escrito en 1933. Tenía 34 firmas, como la de John Dewey, muchos científicos, educadores, filósofos. La premisa del primer Manifiesto Humanista se basaba en que el …
Annamarie Sauter: ¿De dónde viene la maldad en medio nuestro?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si el hombre hace obras malas, no es porque necesita una mejor educación, o porque necesita más dinero, o porque tiene que ser sacado de su pobreza. No es porque no tuvo buenos padres. Esas cosas contribuyen tal vez. Pero el asunto que causa las obras malvadas en nuestro mundo es el corazón malvado del hombre.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy continúa en la serie de programas titulada, Noé y el diluvio: El evangelio en el Antiguo Testamento.
Nancy: ¿Cuántas de ustedes están familiarizadas con el Manifiesto Humanista? ¿Has visto o leído los manifiestos humanistas? El primero fue escrito en 1933. Tenía 34 firmas, como la de John Dewey, muchos científicos, educadores, filósofos. La premisa del primer Manifiesto Humanista se basaba en que el hombre era una criatura brillante, que si él solo trataba y trabajaba lo suficientemente duro, a la larga iba a ser capaz de crear un mundo utópico; un mundo de paz y prosperidad para todos.
El Segundo Manifiesto Humanista fue escrito en el año 1973. ¿Qué pasó entre 1933 y 1973 para demostrar que el hombre no era tan brillante o capaz como ellos habían pensado? La Segunda Guerra Mundial. Así que, es interesante cuando llegas al Segundo Manifiesto Humanista en 1973, que dice, en efecto: «Ahora nos damos cuenta de que las cosas no han salido como esperábamos o como pensábamos que serían». Y dicen:
«Los acontecimientos ocurridos desde entonces hacen que esta afirmación anterior luzca demasiado optimista. El nazismo ha mostrado las profundidades de la brutalidad de la que la humanidad es capaz». Pero siguen diciendo:
«Usando la tecnología sabiamente, podemos controlar nuestro entorno, vencer la pobreza, reducir notablemente las enfermedades, prolongar nuestra vida útil, modificar nuestro comportamiento significativamente, alterar el curso de la evolución humana y el desarrollo cultural, descubrir nuevos y vastos poderes, y proveer a la humanidad con una oportunidad sin precedentes para lograr una vida abundante y significativa».1
Esa fue su conclusión.
Eso sí que es un reflejo de la filosofía moderna. ¿Cuál es la esencia de la filosofía moderna? Que el hombre es básicamente bueno, que el hombre solo necesita ser mejorado. Si él hace cosas malas, no es porque sea malo. Eso se debe a que solo necesita una buena educación o una mejor casa, o mejores oportunidades o un mejor compañero. Si le provees un mejor ambiente será una mejor persona porque es innata e inherentemente bueno. Y el hombre tiene dentro de sí el poder de crear este mundo que soñamos.
Ahora, esa es la visión que la filosofía moderna tiene de la naturaleza humana. Pero tenemos que ir a las Escrituras para encontrar la verdadera visión de la naturaleza humana; la visión de Dios sobre la naturaleza humana.
Hemos estado estudiando Génesis capítulo 6, mirando la época, la cultura en la que vivió Noé, cuando Dios envió el gran diluvio. Hemos visto en este pasaje una descripción de la naturaleza caída del hombre, de su naturaleza pecaminosa. No mejorando, no mejora, sino que hemos visto que la maldad se vuelve cada vez más perversa. El hombre, abandonado a sí mismo, podría hacerse más inteligente. Podría aprender más, pero hacerse más inteligente sin Dios solo lo puede hacer más perverso. Solo y apartado de Dios, él haría un mundo cada vez peor y peor.
En Génesis capítulo 6, comenzando en el versículo 5 dice:
«El Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal…» Versículo 12: «Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra» (vv. 5, 12).
Ahora, todos los hombres desde Adán son pecadores, pero el pecado había seguido su curso y la gente de esta cultura se había convertido en extremadamente perversa. Quiero señalar varias cosas acerca de la perversión de ese día, de la depravación del corazón humano y có mo se manifestaba en la época de Noé.
En primer lugar, era universal—universal en su alcance. Toda carne era continuamente mala. Toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Esto era pecaminosidad generalizada. El pecado no se contenía. No puede ser reducido a un pequeño grupo de personas. Se propaga como el cáncer, como un incendio salvaje, como la pólvora. Solo aumenta y se traga todo a su paso. Llega a ser universal en su alcance, totalmente generalizado.
No solo era la depravación humana en los días de Noé universal, sino que también era intencional. Era deliberada; dice que «toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal». La palabra intención en algunas de las traducciones dice que, «todo designio de los pensamientos del corazón de ellos», su inclinación (RV-60). Es una palabra en hebreo que significa, «aquello que se forma en la mente», los planes, los propósitos del corazón del hombre.
Esta no era gente simplemente pecando sin saber lo que estaba haciendo o gente que simplemente no podía evitarlo, que solo les quedaba amoldarse a la cultura. Eran personas que estaban pecando deliberadamente. Ellos estaban planeando cómo pecar. Ellos estaban pensando en nuevas formas de pecado. Como leemos en Romanos en el capítulo 1 en el versículo 30, que eran inventores de lo malo. Siempre estaban pensando en nuevas formas de pecar. Toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal. El pecado del hombre era universal y era intencional.
En tercer lugar, era habitual o perpetuo. Y entonces la perversión era total. Toda intención de los pensamientos de su corazón era solamente el mal. Aquí estaba el hombre que de principio a fin se había convertido en corrupto, violento, malvado y perverso. Es como si en este pasaje, no hubiera palabras suficientes para describir lo malo, malvado y perverso que era el mundo.
De manera que vemos perversión total, universal, intencional, habitual, y entonces vemos el pecado interior. Depravación interna —este era un asunto del corazón. La Escritura dice que no solo eran sus actos corruptos, sino que «toda la intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal» (Gen 6:5). Sus corazones eran corruptos y ese es el problema; porque las malas acciones brotan de un corazón malvado.
Si el hombre hace obras malas, no es porque necesita una mejor educación, o porque necesita más dinero, o porque tiene que ser sacado de su pobreza. No es porque no tuvo buenos padres. Esas cosas contribuyen tal vez. Pero el asunto que causa las obras malvadas en nuestro mundo es el corazón malvado del hombre. Su corazón era malo. Su corazón era corrupto. El corazón es el manantial es la fuente de toda conducta pecaminosa.
Es por eso que no podemos hacer excusas por el comportamiento pecaminoso, ya sea en tus hijos o en los grandes malvados del mundo. No podemos decir, «si tan solo esto hubiera sido diferente». Seguro sabes esto si tienes niños. Tú no tienes que enseñarle a tu hijo de dos años cómo hacer lo que está mal. Le sale de forma natural. ¿Cuál es la primera palabra que aprende? Aprende a decir, «¡NO!» ¿De dónde viene eso? Este niño no ha sido expuesto a toda la perversión que hay en el mundo. ¿De dónde le viene la perversión? ¿De dónde le sale la inclinación a hacerlo a su manera, en contra de la forma en que se supone que debe hacer? Viene de su corazón, así de pequeñito y de pecaminoso.
Todo pecado comienza en el corazón. Es el corazón pecaminoso del hombre que produce malos deseos y malas acciones. Eso es lo que leemos en Jeremías capítulo 17 versículo 9:
«Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio, ¿quién lo comprenderá?» (NVI)
Así que si estás tratando de entender por qué existe tanta perversión horrible en nuestro mundo hoy, busca sus orígenes en el Génesis y te darás cuenta del porqué de todo esto —ha sido el curso natural de la naturaleza pecaminosa del hombre abandonado a sí mismo, del hombre que no ha clamado por la gracia de Dios, que no ha buscado a Cristo para salvación. Es allí donde nos lleva el pecado.
Si no tratas con el pecado en tu vida, te llevará por caminos que jamás, que nunca has soñado ir. Te va a costar más de lo que pensaste que tendrías que pagar. Si no tratas con el pecado a la manera de Dios, esto tendrá consecuencias más dañinas, más dolorosas y más severas de lo que te imaginas.
En aquellos tiempos oscuros es fácil preguntarse, «¿dónde está Dios? ¿Dónde está Él en medio de todo esto? Podrías pensar que el mal ha vencido, que ha vencido al mundo. ¿Dónde está Dios? Vamos a ver, a medida que vamos a través del capítulo 6 de Génesis, que Dios está ahí. No es que Dios está ausente. Él no está silente. Él no está perplejo, Él no es incapaz.
Él está vivo. Él está consciente de lo que está sucediendo. Él está actuando en medio de las acciones de los hombres. Él responde. Él está iniciando, Él está involucrado. Él está trabajando, Él está siempre, siempre, siempre cumpliendo Sus propósitos. Y Su propósito siempre será el resultado final, el último capítulo. Él es siempre el vencedor, el conquistador sobre la peor pecaminosidad del hombre.
Así que un día que era muy corrupto, cuando los hombres no prestaban atención a Dios, Dios estaba prestando atención a los hombres. Dios estaba activamente involucrado. Pienso en ese versículo de Génesis, el versículo 2 del capítulo 1, que habla del día en que las tinieblas cubrían la superficie del abismo. ¿Qué quiere decir? Que «el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas».
Dios estaba allí, Dios estaba activo, Dios estaba obrando. Porque Dios tiene un plan y el plan de Dios no fallará. No puede ser frustrado por el hombre. Ese es uno de los grandes temas de la Biblia; uno de los grandes caminos y misterios de Dios.
En primer lugar, quiero que notemos en Génesis capítulo 6, el conocimiento y la supervisión de Dios. Dios sabe lo que está pasando. Hemos leído dos veces, «el Señor vio…» El versículo 5 dice: «Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal».
El Señor vio. El Señor no solo vio lo que ellos estaban haciendo, sino que Dios vio lo que había en sus corazones. Dios sabe lo que hay en los corazones de los hombres. Dios sabe lo que hay en tu corazón. El Señor vio. El Señor lo sabe.
Vemos la misma idea en los versículos 11 y 12 de Génesis 6: «Y la tierra se había corrompido delante de Dios, (Dios sabe y Dios ve) y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra».
Dios nunca está distraído con relación a lo que está pasando aquí en la tierra.
Hay muchos hombres en este planeta que prestan muy poca atención a Dios. Hay momentos en nuestras vidas cuando le damos poca importancia a Dios. Cuando pecamos, ¿estamos pensando, «Señor, yo sé que estás viendo»? Si estuviéramos pensando que Dios nos está mirando, tendríamos más temor de Dios y pecaríamos menos. Porque incluso cuando no estamos pensando en Dios, Dios está mirando. Dios sabe lo que está pasando.
He citado en ocasiones anteriores en esta serie, el salterio, los salmos con música, y he estado cantándolos durante mis tiempos de quietud. Uno de los pasajes del Salmo 94, me pareció que estaba relacionado con este pasaje. Así es como lee:
«¿Hasta cuándo los impíos, oh Señor, hasta cuándo los impíos se regocijarán? De sus bocas brota la arrogancia; sus palabras son arrogantes. Oh Señor, aplastan a tu pueblo, y afligen a tu heredad. Matan a la viuda y al extranjero y asesinan a los huérfanos. (Suena como en la era de Noé, ¿no es cierto? Violencia, corrupción) Ellos dicen: El Señor no lo ve, ni hace caso el Dios de Jacob. Haced caso, torpes del pueblo; necios, ¿cuándo entenderéis? ¿Crees que el Creador, Él que hizo el oído, no oye? ¿Él que dio forma al ojo, no ve? (Salmos cantados 94:3-9)
¿Qué nos dice ese salmo? Dios ve. Dios lo sabe. Déjame decirte, esto debe afectarte de dos maneras. En primer lugar, Dios sabe lo que te está pasando, y Dios no es pasivo. Dios no está al margen. Vamos a ver que Dios se preocupa profundamente por el pecado y cómo éste afecta a los pecadores y a los justos también.
Pero no solamente Dios sabe lo que te está pasando a ti, Dios sabe acerca de ti y acerca de tu pecado. Como hemos dicho, Él sabe lo que está pasando en tu corazón. Eso debería de poner temor de Dios en nuestros corazones.
¿Y qué es el temor de Dios? Es vivir en esa reverencia, esa percepción consciente, constante de que Dios sabe, de que Dios está aquí, que no puedo dejar a un lado al que todo lo ve y todo lo conoce. El Señor vio la maldad sobre la tierra. El Señor sabía lo que estaba pasando en sus corazones. Vemos pues, el conocimiento, la supervisión de Dios. Pero luego quiero que veamos el dolor y la tristeza de Dios.
¿Cómo afectó todo esto a Dios? ¿Cómo respondió Él a todo esto? Vemos claramente en este pasaje, como en cualquier otro pasaje del Antiguo Testamento, que Dios se afecta profundamente y personalmente por nuestro pecado. El versículo 6 nos dice: «y le pesó al Señor haber hecho al hombre en la tierra, y sintió tristeza en su corazón».
Permíteme leer esto en otras traducciones, para darte un sentido de la intensidad de la respuesta del Señor. La Nueva Versión Internacional dice: «Se arrepintió de haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón». Una paráfrasis dice: «Entonces el Señor lamentó haber creado al ser humano y haberlo puesto sobre la tierra. Se le partió el corazón» (NTV). El Señor se lamentó.
Dios está profundamente entristecido por el pecado. Él lo odia. Le aflige. Se lamenta, le dolió en el corazón.
Hay dos palabras en el idioma hebreo original que se utilizan aquí en el versículo 6. La primera palabra, en algunas de sus traducciones dice: «Y le pesó al Señor haber hecho al hombre en la tierra». Esa es una palabra que significa «respiración forzosa; jadear, respirar con fuerza, gemir». Es una manifestación física de los sentimientos, de dolor, de compasión y en ocasiones de consuelo.
Y a medida de que meditaba en este pasaje, tuve la sensación como cuando alguien te da un puñetazo en el estómago y uno hace, «augh…eso me duele». Es una respiración forzosa, que sale de este dolor y de esta pena. Un comentarista dice que esta palabra, «describe el amor de Dios que ha sufrido un desgarrador desengaño. Literalmente, se habla de tomar una respiración profunda, pero con extremo dolor». 2
Dios ama a Su pueblo; Él es un Dios santo, un Dios justo que ve a estos seres humanos que Él ha creado, a estos seres humanos que Él ha hecho para Él, y Él los ve, no solo pecando sino pecando de una manera cada vez peor y peor, y pensando en nuevas formas de pecar y de vivir sus vidas sin tenerlo a Él en cuenta. Y Dios se lamenta. Le duele profundamente haber hecho al hombre en la tierra.
Y luego en ese versículo continúa diciendo, «y sintió tristeza en el corazón». Esa es una palabra diferente aquí. Es una palabra que habla de «malestar físico y mental, de angustia, de indignación». Estas son palabras fuertes. De hecho, es la misma palabra que se usa en Génesis 3, que habla del tipo de dolor que una mujer tendrá cuando ella dé a luz a sus hijos. «En gran manera multiplicaré tu dolor de parto».
Algunas de ustedes, han dado a luz un hijo. Ustedes están familiarizadas con los pujos, con la dificultad, con el trabajo, con el dolor que se experimenta al dar a luz un hijo. Es traspasarse uno mismo el corazón o ser traspasado. El comentario bíblico de Wycliffe dice:
«Dios experimentó en Su corazón una penetrante tristeza mientras miraba a la trágica devastación que el pecado había producido».2
Ahora, cuando nos fijamos en el pecado, en tu pecado o en el de los demás, ¿experimentas algo parecido a lo que experimenta Dios? ¿Experimentas algún dolor, tristeza, alguna pena? Te podría causar más dolor si te dieras cuenta de lo que le causa a Dios; si ves cómo Su corazón es atravesado, si ves su profunda desilusión. Su corazón está atravesado por la trágica devastación de lo que el pecado ha producido.
Quiero que nos quedemos con dos puntos acerca de todo esto. En primer lugar, no está mal que nos sintamos afligidas por el pecado de los demás mientras vemos la devastación de un mundo caído y mientras vemos lo que el pecado ha hecho en nuestras relaciones, en las relaciones que nos rodean. Algunas de ustedes están casadas con un hombre que no tiene un corazón para Dios, tal vez es un alcohólico, tal vez alguien que es adicto a la pornografía.
Al mirar estas cosas, no está mal que te duela y que esto rompa tucorazón. Debería molestarte, debería mortificarte. El lamentarte por el pecado en otros es un reflejo del hecho de que estás creada a la imagen de Dios.
Porque a veces creo que tenemos esta mentalidad que dice: «Si yo fuera realmente espiritual, entonces lo que los demás hagan en este mundo no debe molestarme en lo absoluto». Debería molestarnos. Debe contristarnos. Debe romper nuestros corazones. ¿Qué está pasando con nuestros adolescentes? ¿Qué está pasando con nuestros matrimonios? Cuando tu hijo o tu hija se divorcia, debes lamentarte; eso debe romper tu corazón. Tú debes odiar el pecado que ha dado lugar a este tipo de consecuencias devastadoras.
Así que no trates de decir, «si soy espiritual no sentiré esto, no me molestará». Yo solo puedo decir, «Dios está en control». Dios está en control, pero no está mal tener un corazón quebrantado.
Pero antes de dejarte llevar por el dolor y el lamento y el llanto y el tener un corazón atravesado por el pecado de otros, debemos recordar (y este pasaje hace eso por nosotras) lo que mi pecado le causa a un Dios santo. Cuando Dios me ve siendo corrupta o violenta; yendo por mi propio camino, siendo arrogante, airada o controladora con mis palabras o con mi lengua; con las intenciones de mi corazón, maquinando cosas y formas en mi mente para hacerles daño a otros o para manipular las circunstancias. Cuando Dios ve esas cosas, ya sean abiertamente o encubiertas en mi corazón, es así como Él se siente.
Dios se duele. Él se lamenta. Se duele en su corazón. Ahora, vamos a ver que este Dios que se duele, ha provisto un medio para que los pecadores sean redimidos de sus pecados. Así que vamos a adorarle; vamos a amarlo; vamos a darle gracias por ello.
Permíteme recordarlo una vez más: Nunca vas a amar la salvación de Dios hasta que no hayas visto lo que el pecado hace al corazón de Dios.
Annamarie: Una vez entendemos la realidad del pecado podemos apreciar el milagro de la gracia. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado ayudando a ver esto, y a ver el efecto que tiene el pecado en el corazón de Dios. Ella regresará para orar con nosotras.
Y tú, ¿te has dado cuenta de que has abrazado pecado en tu vida y estás dispuesta a abandonarlo y a clamar por la gracia de Dios? ¿Quieres que Jesús sea el centro de tus pensamientos? En la medida en que reflexionas en esto recuerda que el plan de Dios no fallará y nada en tu vida escapa de Su vista. Aquí está Nancy para orar.
Nancy: Oh Padre, confesamos que apenas podemos comenzar a comprender lo que Tu corazón debe experimentar cuando ves las devastadoras consecuencias del pecado. Te pedimos que nos ayudes a ver lo que Tú ves, a ver nuestro pecado en la forma en que Tú lo ves, a conocer Tu perspectiva sobre el mismo, para que podamos odiarlo como Tú lo odias. Señor, el pecado rompe nuestra relación contigo, el pecado hace que se levanten paredes y murallas en nuestras relaciones con otras personas.
No es para eso que fuimos creadas. Tú no nos creaste para pecar. Nos hiciste para estar reconciliadas contigo y para estar bien con los demás. Pienso, Señor, en los matrimonios rotos y en las relaciones rotas y las adicciones sexuales y pecaminosas. Señor, y al ver estas cosas, nuestros corazones lloran, nuestros corazones gimen y te decimos, Señor, ¿hasta cuándo? ¿Cómo puedes soportarlo?
Sin embargo, te damos gracias porque has llevado todo ese dolor, lo has tomado sobre ti mismo, y lo has colocado sobre Tu Hijo, Jesús. Él fue herido por nuestras transgresiones. Él fue molido por nuestras iniquidades. El castigo que merecíamos fue puesto sobre Él. Por sus heridas Señor, todas nosotras somos sanadas. Por eso te decimos: ¡Gracias Señor! Gracias, Te amamos. En el nombre de Jesús, Amén.
Annamarie: Sabes, Dios es paciente. Él a menudo retiene el juicio, dándoles a las personas tiempo para arrepentirse. Mañana escucharás más acerca de esto.
Nancy: Hubo una oportunidad para que la gente se arrepintiera. Ciento veinte años, y luego llegó el juicio. Vemos, a través de todas las Escrituras, que hay momentos en que la copa de la iniquidad se llena y la gente ya se encuentra lista para el juicio. Puedes leer mucho acerca de esto en el libro de Apocalipsis. Los primeros juicios de Dios son de carácter remedial; buscan hacer que la gente se arrepienta. Pero preparan el camino para el juicio final, el juicio cataclísmico y máximo de Dios, en cuyo momento no habrá ya más oportunidad para el arrepentimiento.
Annamarie: Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Te recordamos que la lectura bíblica para hoy es Éxodo capítulos 38 al 40.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1 Humanist Manifesto II (1973).
2 Pfeiffer, C. F. (1962). The Wycliffe Bible commentary : Old Testament (). Chicago: Moody Press.
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