Un futuro y una esperanza
Annamarie Sauter: Christopher Yuan tuvo que enfrentar las consecuencias de sus malas decisiones, pero allí Dios lo encontró.
Christopher Yuan: Me acosté allí, no había nadie más en la celda. Te mantienen ahí. Estás encerrado 24/7. Se supone que te dejen salir por una hora, pero la mayoría de los días estás en la celda durante 24 horas.
Me acosté y miré la litera de metal encima de mí. Había un grafiti y vulgaridades, y los signos de pandillas…y en medio de todo eso, vi algo garabateado que decía: «Si estás aburrido, lee Jeremías 29:11».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Si tienes niños pequeños cerca asegúrate de distraerlos con algo mientras continúas escuchando esta serie titulada, Desde un país lejano. Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, si has estado con nosotros durante los últimos …
Annamarie Sauter: Christopher Yuan tuvo que enfrentar las consecuencias de sus malas decisiones, pero allí Dios lo encontró.
Christopher Yuan: Me acosté allí, no había nadie más en la celda. Te mantienen ahí. Estás encerrado 24/7. Se supone que te dejen salir por una hora, pero la mayoría de los días estás en la celda durante 24 horas.
Me acosté y miré la litera de metal encima de mí. Había un grafiti y vulgaridades, y los signos de pandillas…y en medio de todo eso, vi algo garabateado que decía: «Si estás aburrido, lee Jeremías 29:11».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Si tienes niños pequeños cerca asegúrate de distraerlos con algo mientras continúas escuchando esta serie titulada, Desde un país lejano. Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, si has estado con nosotros durante los últimos días, sé que has sido conmovida con la historia de Ángela Yuan y su hijo, Christopher, autores de un libro con una historia muy conmovedora. Es una historia de Dios y Su gracia.
En realidad, hemos estado hablando acerca de la historia de dos hijos pródigos. Una madre pródiga (tres realmente porque también hay un papá pródigo, que vino a la fe en este viaje también), y luego Christopher, quien había participado activamente, durante varios años en un estilo de vida de drogas, promiscuidad sexual, homosexualidad –muy, muy lejos del Señor.
Pero Dios había estado captando la atención de su madre.
Ángela Yuan: Yo decía: «Señor, me mantendré en la brecha por Christopher. Estaré de pie hasta que la victoria sea ganada, hasta que el corazón de Christopher cambie. Estaré de pie en la brecha cada día, y ahí oraré con fervor. Y Señor, solamente un favor, no me permitas flaquear. Si las cosas se tornan bastante peligrosas, lo cual podría ser, nunca voy a darme por vencida por ese hijo, ni Tú tampoco. A pesar de que el enemigo busca destruir, no voy a abandonar mientras intercedo, aunque pueda tomar años. Te entrego mis temores y mis lágrimas mientras confío en cada momento, te ruego».
Esas oraciones realmente me ayudaron a mostrar mi corazón, y me di cuenta de mi debilidad. Solamente le pedí a Dios, no me dejes darme por vencida por ese hijo.
Christopher: Estaba disfrutando con mis amigos, viviendo la gran vida, haciendo un montón de dinero. Sin embargo, me encontré poco a poco, cada vez más y más adicto al pecado, más y más adicto a las drogas, más y más adicto a la promiscuidad sexual. Y durante todo ese tiempo, mis padres no tenían absolutamente ni idea de lo que estaba pasando, pero sabían que yo necesitaba conocer a Jesús.
Comencé a leer la Palabra de Dios. Leí el Evangelio de Marcos completo esa primera noche. Eso era solamente el principio de la obra de Dios. Pensé que me estaba rebelando contra Dios. Recuerdo que antes de ser condenado leí el Salmo 51, y sentí como si aquellas fueran mis palabras. Las palabras que escribió David eran mis palabras.
Nancy: Ángela, tú has compartido esta historia con nosotros en los últimos días. Dios te trajo a la fe, y trajo a tu esposo a la fe, y ha estado restaurando tu matrimonio que aparentaba estar irremediablemente destruido.
Ustedes han relatado esa historia en su libro, gracias por escribir todo eso. Sé que tiene que ser duro volver a contar un poco de esta historia y volver a pensar de nuevo sobre algunos de los detalles de una vida sin Cristo, pero me encanta la forma en que ponen el foco en la gracia de Dios. Me encanta la forma en que Su esperanza brilla a través de tu desesperanza Ángela, en diferentes partes de este viaje.
Así que, Ángela y Christopher, gracias. Muchas gracias por compartirlo con nuestras oyentes.
Christopher: Gracias a ti por recibirnos.
Ángela: Ay sí, Nancy, gracias.
Nancy: Yo sé que hay un montón de madres y abuelas, padres y tal vez algunos hijos e hijas que desean obtener este libro. Y yo sé, Ángela, que tú y tu esposo han escuchado Aviva Nuestros Corazones a lo largo de los años, y han sido impactados por el ministerio. Han aportado económicamente para nuestro ministerio. Así que muchas gracias.
Ahora, donde nos quedamos al final del último programa, Ángela había estado orando fervientemente durante años. Christopher, no tenías ninguna sensibilidad a las cosas espirituales, pero entonces Dios llamó tu atención. Llegaste a la cárcel, aterrizaste en la cárcel, en el mejor de los casos, con una sentencia de seis años por cargos de droga –y en realidad, ¿podría haber sido mucho peor que eso, no crees?
Christopher: Así fue.
Nancy: Pero entonces me encanta esta providencia de Dios, cómo llegó a ti un ejemplar del Nuevo Testamento de los gedeones, en la parte superior de un zafacón repleto de basura, en Atlanta, en el…
Christopher: En el centro de detención de la ciudad.
Nancy: En el centro de detención de la ciudad, y entonces en la cárcel, empezaste a…te acababan de llevar… Y creo que tal vez ya estabas aburrido ahí también. Estabas buscando cosas para hacer. Ya no tenías la buena vida.
Christopher: Para nada.
Nancy: Y entonces leías el Evangelio de Marcos. Empezaste a leer, a buscar al Señor, y Él te estaba buscando. Estabas ahora en este viaje hacia Dios llevando tu corazón a Cristo y en última instancia hacia tu familia. Pero también estabas pasando por este proceso del juicio.
Christopher: Sí.
Nancy: Y mientras eras sentenciado a prisión, y mientras Dios estaba atrayéndote hacia Él, bajo circunstancias bastante sombrías, ¿pensabas que se podría poner peor?
Christopher: Sí, y ese es a menudo el caso, y a veces las cosas se ponen peor mucho antes de mejorar. Y ese fue el caso aquí.
Yo estaba leyendo las Escrituras y estaba realmente condenado por mi rebelión contra Dios, contra mis padres y contra el gobierno.
Nancy: Puedo decir incluso que es la obra del Espíritu de Dios, porque recuerdo que en el último programa nos dijiste que pensabas que tú estabas bien. Te preguntabas qué estabas haciendo en la cárcel con esos criminales.
Christopher: Yo fui capaz de justificar las drogas, la promiscuidad. Fui capaz de justificar todo eso. Así que tienes la razón, realmente fue así…
Nancy: …la convicción del Espíritu de Dios.
Christopher: Sí, la convicción del Espíritu Santo diciéndome que estaba totalmente rebelado contra Dios.
Nancy: Y es el poder de la Palabra...
Christopher: Sí, sí.
Nancy: Al abrir los ojos, creo que es simplemente increíble cuando pienso en ustedes dos, cómo Dios usó las Escrituras para llevarlos a la fe.
Ángela: Así es.
Nancy: No fue un gran plan o un gran predicador.
Christopher: A menudo la gente me pregunta: «¿Quién te trajo a la fe? ¿Quién compartió el evangelio contigo? ¿Qué ministerio fue? ¿Fue un ministerio de prisión?» Estaban preguntándole a mi madre. Es el hilo que pasa por nuestra vida y el camino de fe, de fe en Dios. Fue la Palabra de Dios, o sea fue la Biblia. Fue la Escritura.
La eficacia de cualquier ministerio, la eficacia de cualquier método de evangelismo no es lo bien que suena o lo bien administrado que está. Es el poder del evangelio. Es la Palabra de Dios.
En la medida en que era trasladado de una cárcel a otra, la verdad no creo que podía haber profundizado en ninguno de los ministerios que estaban allí sirviendo, los ministerios de prisión y de las personas que traían, que eran voluntarios. Lo único que fue constante a lo largo de todo mi tiempo en la cárcel era la Palabra de Dios. Donde quiera que fuera, a pesar de que no podía llevar conmigo absolutamente nada, aunque yo ni siquiera podía llevar conmigo mi ropa, mis zapatos, nada; donde quiera que fuera, podía encontrar por lo menos un ejemplar de la Biblia.
Así que yo estaba leyendo las Escrituras, y ellas me condenaban. Estaba descubriendo que las cosas se veían más y más sombrías porque yo era un pecador, y yo no pensaba de esta manera antes, yo no pensaba que era un pecador.
Bueno, pero las cosas empeoraron. Un día, unas dos semanas después de comenzar mi tiempo en la cárcel, me llamaron a la enfermería. Ellos siempre te hacen un chequeo médico cuando llegas a la cárcel. Me llamaron a mí solo, y yo sabía que esa no era la norma. Por lo general, cuando van a hacer un chequeo o traen a la persona al hospital, siempre es a un grupo de personas, para ahorrar tiempo. Pero yo sabía que algo pasaba cuando ellos me llamaron solamente a mí.
Me esposaron, me llevaron al hospital, y me senté en la oficina de la enfermera. Yo sabía que algo no estaba bien porque ella estaba nerviosa. Ella estaba casi sudando, y no sabía qué decir. De hecho, ella ni siquiera podía decírmelo verbalmente, escribió algo en un pedazo de papel y lo deslizó por debajo de la mesa hacia mí.
Miré el pedazo de papel, vi tres letras y un símbolo, y decía «VIH+».
Así que volví a mi celda, fui llevado de vuelta al bloque de celdas, simplemente devastado.
Nancy: Y ¿alguna vez pensaste que podías tener VIH?
Christopher: Bueno…lo curioso…creo que antes, cuando estaba viviendo la gran vida, creo que tal vez fue cuando pude haber estado expuesto. Incluso tuve un compañero que era VIH positivo, pero él no me lo dijo. Pero lo interesante es cómo el enemigo puede tomar algo tan destructivo y hacer que se vea casi como algo bueno. Yo pensé: «Bueno, ahora ya estoy en este círculo íntimo». A veces puede ser visto como una…como una insignia de honor.
En muchos países fuera del mundo occidental hay un gran estigma en torno a ser VIH positivo. Pero hay casi un sentido de orgullo en la comunidad gay masculina, es un estigma inverso que es como…como una insignia de honor. Eres del círculo más exclusivo. Incluso hay grupos de personas que buscan infectarse a propósito. Así que no lo veía como algo tan malo.
Pero ahora en la cárcel, después de haber estado cerca de dos semanas sobrio, donde podía pensar con claridad, al recibir esta noticia, era realmente la cruda realidad golpeándome como una tonelada de ladrillos.
Así que volví a los bloques de la celda. Yo sabía que no podía compartir esta noticia con nadie allí. Llamé a la casa. El teléfono está en el centro del bloque de las celdas, con la gente, los hombres de pie detrás de mí para usar el teléfono. Le dije a mi madre, y yo no podía derramar una lágrima. En la otra línea, mi madre estaba tratando…creo que estaba tratando de mantenerse fuerte, pero yo sabía que era muy difícil para ella saber que su hijo era VIH positivo.
Nancy: Así que, Ángela, tú recibes esta llamada. Y habías estado orando, «Señor, haz lo que sea necesario…»
Ángela: Pero no eso.
Nancy: Sí, pero no eso.
Ángela: Eso siempre fue algo que tuve temor, Christopher podría llegar a tener algún día, y ahora… Así que cuando me dieron la noticia, pensé que estaba teniendo una pesadilla. Yo tenía la esperanza de que cuando me despertara, no sería real, que no era cierto.
Cuando Christopher recibió su sentencia, fue de seis años. No sentía que era tan malo porque pensé: «Dios está obrando en él. Cueste lo que cueste, incluso que esté en la cárcel». Pero cuando recibí la noticia sobre el estado de VIH de Christopher, fue como una sentencia de muerte. No podía ser peor. Me enteré de la terrible, terrible situación, cuando alguien muere a causa del VIH. No sabíamos si él iba a estar vivo, si sería capaz de salir de la cárcel con vida. No sabíamos cuántos días, cuántos meses iba a vivir, y el dolor que iba a pasar por ese período de SIDA.
Nancy: Así que todo esto está ahora en tu mente.
Ángela: Sí. Estas fueron todas las imágenes que parpadeaban en mi mente. Entonces, de repente, en mi mente, la música comienza a reproducir el himno, Estoy bien con mi Dios. Recuerdo entrar en mi cuarto de oración y me arrodillé. Tenía una toalla para limpiar mis lágrimas cuando clamo al Señor, y dejaba de llorar. Así que limpiaba todas mis lágrimas, y me imaginaba a Jesús con un frasco recogiendo mis lágrimas.
Y la canción, Está bien, está bien con mi Dios. Eso fue en el medio de la noche, y simplemente seguía sonando, simplemente seguía sonando. Y yo dije: «Sí, Jesús, está bien con mi Dios».
Nancy: Es algo increíble pensar cómo en medio de circunstancias tan dolorosas, inexplicables y aparentemente sin esperanza, realmente se puede estar en paz en nuestras almas porque estamos bien con Dios…
Ángela: Así es.
Nancy: Porque tenemos a Cristo. Y mientras lo tenemos a Él, hay esperanza. Incluso si las circunstancias no tienen un final feliz aquí en la tierra, sabemos que hay esperanza para nosotros más allá de esta vida. Y era esa esperanza que Dios te estaba dando en medio de esas circunstancias, Ángela. También estuvo contigo en el proceso, Christopher.
Tú estabas en este camino de búsqueda del Señor, y Él te estaba buscando cuando no lo estabas buscando. Te estás recuperando de esta noticia de que eres VIH positivo, y ¿qué pasó después?
Christopher: Bueno, recibí una condena de seis años. Por cierto, me enfrentaba de diez años a cadena perpetua. Me trasladaron a una cárcel y luego a otra cárcel donde empezaría a cumplir mi tiempo, esos seis años. Antes de llegar allí, uno está en un lugar de transición, una especie de celda, esperando el autobús o el avión que te va a llevar para entrar donde finalmente cumplirás tu sentencia. Te ponen en una celda nueva. Me acosté allí, no había nadie más en la celda. Te mantienen ahí. Estás encerrado 24/7. Se supone que te dejen salir por una hora, pero la mayoría de los días estás en la celda durante 24 horas.
Llegó el día en que me trasladaron a esa celda. Simplemente me dejé caer en la celda devastado, justo después de haber recibido la noticia de que estaba condenado a seis años, y luego de haber recibido la noticia de que era VIH positivo. Me acosté y miré la litera de metal encima de mí. Había un grafiti y vulgaridades, y los signos de pandillas, y en medio de todo eso, vi algo garabateado que decía: «Si estás aburrido, lee Jeremías 29:11».
Nancy, no tenía ni idea de lo que era Jeremías 29:11. Yo acababa de conocer al Señor. Solo tenía el Nuevo Testamento de los gedeones, no la Biblia completa. Tenía los salmos. Pensé que esto era un versículo de la Biblia, así que me levanté. Acababa de mirar al otro lado de la celda –esta celda nueva– y solo había un pequeño armario.
Lo abrí. Vi platos, basura, tazas y otras cosas. Yo solo busqué a través de esto, y vi un libro en la parte posterior. Era una Biblia, y no solo el Nuevo Testamento, sino era toda la Biblia.
La saqué. Tuve que ir al índice para encontrar donde estaba Jeremías. Lo abrí y leí: «Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza» (NIV).
Continúa diciendo cómo Dios llevaría de vuelta al pueblo desde donde Él lo había sacado al exilio. Podría haber sido cualquier versículo el que estuviera garabateado en esa litera de metal, cualquier versículo de toda la Biblia. Sin embargo, Dios sabía que de todos los versos, en mi momento de mayor desesperación, el que yo necesitaba oír, era este. Él usó esas palabras para decirme, «todavía tengo un plan para ti. No importa lo que hayas hecho en el pasado, no importa dónde hayas ido, no importa quién te crees que eres, tengo un plan para ti».
Eso es lo que necesitaba oír en ese momento porque no tenía ninguna esperanza, ni futuro, sin embargo Dios me dijo que tenía una esperanza y un futuro. A pesar de que eso era lo que necesitaba oír, yo todavía no tenía idea de lo que significaba, ni idea de lo que el futuro sería.
Así que solo me aferré a esa promesa, me aferré a la fe, sin saber lo que quería decir. Pero creo que en ese momento Dios me dio todo lo que necesitaba tener para salir hacia delante en aquel momento, en ese mismo día. A la mañana siguiente, me dio la fuerza suficiente para salir hacia adelante ese día.
Nancy: En este punto tú tenías un hambre cada vez mayor por el Señor, de buscarle. ¿Comenzaste a profundizar en la Palabra?
Christopher: Bueno, de hecho lo hice. Y creo que, como dice Chuck Colson, da gracias a Dios por la cárcel y la prisión. Agradezco a Dios por la cárcel y la prisión. Lo necesitaba para ser sacado del mundo. Lo veo como mi retiro…mi madre tuvo su retiro de seis semanas y ahora mi tiempo en la cárcel era el mío.
Nancy: Pero lo único que el tuyo fue un poco más largo.
Christopher: Creo…así fue…creo que la razón por lo que lo mío fue de tres años es porque soy muy cabeza dura. Le tomó más tiempo a Dios llegar hasta mí. Pero era tan increíble porque yo no tenía que preocuparme por cocinar, no tenía que preocuparme por pagar cuentas. Yo no tenía que preocuparme por un trabajo. Tenía todo el tiempo en mis manos para leer la Palabra de Dios. Y esto fue realmente increíble.
Dios me estaba mostrando con mucha claridad los ídolos que había tenido en mi vida. Cuando Dios dice: «No tendrás ídolos en tu vida», pensé, «bueno, ¿cuáles son mis ídolos?» Y era tan obvio inmediatamente –drogas. Yo era adicto a ella y la usaba todos los días. Y, sin embargo, sorprendentemente, durante algún tiempo, esa atadura que las drogas habían tenido en mi vida había desaparecido.
Nancy: Pero, curiosamente, no sucedió de la noche a la mañana. Parece como si fuera una transformación más gradual durante un período de ¿unos meses?
Christopher: Incluso me atrevería a decir que quizás más de un año…o año y medio. Fue muy gradual. Yo creo que todos tenemos diferentes transformaciones. Para mi madre fue instantáneo, casi un momento en mayo de 1993, mi madre cambió 180 grados. Pero para mí, fue muy gradual. Me tomó tiempo conocer a Dios en primer lugar, saber lo que Él ha hecho, quién es, conocer Su carácter, y luego conocerme, saber que necesitaba un Salvador y los ídolos de mi corazón. Y eso me llevó un largo tiempo.
Creo que mi último bastión o fortaleza, era mi sexualidad.
Nancy: Y eso fue un proceso aún más largo y un viaje por el que Dios te llevó.
Christopher: Sí.
Nancy: Y quiero tener tiempo contigo Christopher, para compartir la forma en que la Escritura y el Señor y el poder de Dios comenzaron a cambiar tu forma de pensar sobre la sexualidad. No podemos hacer eso en el programa de hoy, así que quiero pedirles a ti y a tu mamá que regresen a otro programa, y escuchar (que no es el final de la historia, porque la historia está siendo escrita en la vida de ambos), pero hay un capítulo más aquí acerca de la liberación de Dios en cuanto a tu sexualidad, y también en cuanto a la restauración de tu familia.
Christopher: Así es.
Nancy: Espero que nuestros oyentes estén de regreso con nosotros para la próxima edición de Aviva Nuestros Corazones. Sé que has sido tocada al escuchar esta historia, y que deseas leer más sobre la misma en su libro. Sin embargo, es posible que también desees obtener una copia de este libro para compartirlo con alguna amiga. Tengo una amiga que está tratando con un hijo pródigo, un joven involucrado en el estilo de vida homosexual, o quizás es en alguna otra forma de vida, pero el caso es que están lejos de Dios.
Annamarie: Así es. Ese libro escrito por Christopher y Ángela está disponible en español y se titula, Ya no vivo yo. Y el subtítulo es, La travesía de un hijo homosexual a Dios. La búsqueda de esperanza de una madre quebrantada. Encuentra el acceso para adquirirlo, en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Allí también puedes compartir fácilmente estos episodios con más mujeres.
Asegúrate de acompañarnos para el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones para continuar escuchando sobre la maravillosa historia de Ángela y Christopher Yuan.
Christopher: Mientras leía las Escrituras y estudiaba detenidamente la Palabra de Dios me encontré con este pasaje que es tan profundo que dice, «Sed santos, porque yo soy santo» (1 Pedro 1:16).
Independientemente de si tus tentaciones, tus pasiones, tus deseos o tus luchas cambian, Dios nos está llamando a vivir una vida de obediencia. Dios nos está llamando a vivir una vida de santidad. Así que me di cuenta que lo opuesto a la homosexualidad no es la heterosexualidad, sino la santidad.
Lo opuesto a cualquier lucha con el pecado no es no pecar, sino es ser santo. Es ser como Cristo.
Annamarie: Llamándote a orar por un derramamiento del Espíritu de Dios en tu familia, en tu iglesia y en el mundo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Su Gracia es Mayor, Doulos, Himnos, Vol. 1 - EP, ℗ 2020 1880747 Records DK.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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