Un encuentro con la compasión
Annamarie: «No lloren». ¿Qué quiso decir Jesús con esto?
Erin Davis: Cuando Él les dijo que dejaran de llorar, Él no estaba diciendo, «aguántense». Él no estaba diciendo: «Pongan una cara sonriente y actúen como que todo está bien».
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, si has estado con nosotras los últimos días en Aviva Nuestros Corazones, sabes que hemos tenido una maestra invitada aquí con nosotras: Erin Davis.
Conozco a Erin desde hace años. Ella dirige nuestro blog Lies Young Women Believe (Mentiras que las jóvenes creen, disponible en inglés), un gran recurso para adolescentes, y se tratan muchos temas importantes apropiados y relevantes para esa edad. Tenemos, por otra parte, en nuestra página en español, un blog similar para jóvenes, que se llama Joven Verdadera donde también puedes …
Annamarie: «No lloren». ¿Qué quiso decir Jesús con esto?
Erin Davis: Cuando Él les dijo que dejaran de llorar, Él no estaba diciendo, «aguántense». Él no estaba diciendo: «Pongan una cara sonriente y actúen como que todo está bien».
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, si has estado con nosotras los últimos días en Aviva Nuestros Corazones, sabes que hemos tenido una maestra invitada aquí con nosotras: Erin Davis.
Conozco a Erin desde hace años. Ella dirige nuestro blog Lies Young Women Believe (Mentiras que las jóvenes creen, disponible en inglés), un gran recurso para adolescentes, y se tratan muchos temas importantes apropiados y relevantes para esa edad. Tenemos, por otra parte, en nuestra página en español, un blog similar para jóvenes, que se llama Joven Verdadera donde también puedes encontrar artículos de Erin y de otras autoras. Estoy tan contenta de que nuestras blogueras como Erin están guiando a las jóvenes a la Palabra de Dios, a Jesús, y a Su verdad que puede liberarlas.
Así que le preguntamos a Erin si le gustaría venir como invitada a enseñarnos aquí en Aviva Nuestros Corazones. Esta serie se ha basado en un recurso, un libro que ella escribió, (disponible en inglés solamente) un estudio bíblico, titulado, Beautiful Encounters (Encuentros hermosos). Se trata de mujeres que han tenido un encuentro con Jesús y cómo ese encuentro cambió sus vidas.
Está escrito en primer lugar para adolescentes, pero al ir a través de él, creo que es un gran recurso para mujeres de cualquier edad, especialmente si quieres ser mentora o invertir en la vida de algunas jóvenes en tu círculo de influencia. Es un gran recurso, y estos programas están basados en ese libro.
Erin, tengo curiosidad, ¿qué hizo que te interesaras en escribir un estudio de ocho personajes, mujeres, que conocieron a Jesús?
Erin Davis: Bueno, me gustaría poder tomar el crédito, pero la idea fue de una casa publicadora. Ellos vinieron a mí y me dijeron: «Tenemos esta idea para un estudio de mujeres del Nuevo Testamento y sus interacciones con Jesús». Tuvimos un gran día de lluvia de ideas, y estas son las mujeres que salieron de eso.
Sentimos fuertemente que queríamos centrarnos en algunas mujeres menos conocidas en lugar de tal vez solo los personajes con los que todo el mundo está familiarizado, porque sus historias son tan ricas. Mientras escribía, fui desafiada sobre cómo cada encuentro revela quién es Jesús.
Nancy: ¿Hubo uno en particular (te voy a poner en aprietos aquí), alguno, que te venga a la mente que fue especial o uno con el que hayas sido especialmente bendecida al estudiarlo?
Erin: Pues, el que nos estamos preparando para estudiar es el de la viuda de Naín, y no estoy segura de que alguna vez haya prestado mucha atención a su historia. Es una especie de un pequeño, diminuto grano en la Biblia, y tal vez por eso fue tan intrigante para mí. Pero muestra la compasión de Jesús tan hermosamente y eso me encanta.
Entonces probablemente mi favorito tiene que ser María Magdalena que se encuentra con Jesús resucitado, la única que llega a encontrarse con Jesús resucitado. ¿Cómo puedes no quedar impresionada por esta historia? Me alegré de poder volver a visitar la resurrección y pensar en todo lo que sucedió en su vida, y eso me desafió.
Nancy: Así que no hemos llegado a ese todavía.
Erin: Sí.
Nancy: Y ese encuentro lo estaremos viendo en los próximos programas en la serie. Así que asegúrense y estén atentas durante el resto de la serie, y si te has perdido alguna de las anteriores, ya hemos visto cinco de estas mujeres; te animo a que vayas a AvivaNuestrosCorazones.com. Puedes buscar la transcripción, escuchar el audio, y compartirlo. Incluso si estás haciendo este estudio, es posible que desees utilizar estas sesiones de enseñanza como parte de eso.
Así que aquí está mi amiga Erin Davis para enseñarnos, para llevarnos a la Palabra, para dirigirnos a Jesús, mientras estudiamos otra mujer cuya vida fue transformada por un encuentro con Él.
Erin: Hemos estado viendo los encuentros de Jesús con mujeres en el Nuevo Testamento y lo que revelan sobre Su carácter. La vez pasada, vimos cómo se hizo manifiesto el poder de Jesús al levantar a la hija de Jairo de la muerte.
Quiero volver a visitar esa historia brevemente para establecer esta próxima sesión porque tenemos que prestar atención a una cosa específica que Jesús dijo a los dolientes que estaban alrededor de esta pequeña niña. Así que vamos a estar en Lucas 8:51-56, solo brevemente. Como recordarás, la hija de Jairo estaba enferma. Él fue a buscar a Jesús.
Mientras estaban en camino para sanarla, otra mujer lo interrumpió. Jesús la sanó. Y luego Jairo recibe la noticia de que su hija ha muerto mientras estaba buscando ayuda. Jesús dice: «No te preocupes por eso. Iremos, y yo me encargaré». Continuamos eso en el versículo 51:
«Y cuando Él llegó a la casa, no permitió que nadie entrara con Él sino solo Pedro, Juan y Jacobo, y el padre y la madre de la muchacha. Todos la lloraban y se lamentaban; pero Él dijo: No lloréis, porque no ha muerto, sino que duerme».
Y luego Él va a levantarla de entre los muertos.
Ahora, yo soy la única mujer en una casa con tres niños y mi marido. Soy aficionada a decir que yo vivo en una fraternidad para niños pequeños, porque en gran medida se siente de esa manera la mayor parte del tiempo. Y déjenme decirles algo. Les puedo decir que desde mi más pequeño, hasta mi marido, los hombres de todas las edades parecen ponerse muy incómodos cuando una mujer llora. Cuando yo lloro, que es bastante a menudo, probablemente todos los días, todos los hombres en mi casa intentan detener inmediatamente la lluvia de lágrimas.
Mi dulce hijo que se llama Noble, cuando tenía tres años, a menudo me decía que cuando lloro él se pone triste, también. Y me decía, «no me gusta cuando lloras, mamá. Me pone incómodo».
Mi marido se desaparece cuando lloro. Es lo mismo.
A veces, cuando le decimos a la gente que no llore, queremos que se detengan las lágrimas porque nos hacen sentir incómodas. Y te darás cuenta de que aquí Jesús dice a los dolientes, «dejen de llorar». Y es por una razón completamente diferente.
Me encantó cuando estudiaba estas historias porque hay varios lugares en la Biblia donde Jesús dice: «No llores. No llores. No llores». Él no está diciendo esto porque se siente incómodo con el dolor de la gente. Él lo está diciendo por una razón completamente diferente y mucho más maravillosa.
Él interrumpe a los dolientes en la historia de Jairo porque Él sabía lo que estaba a punto de hacer. Sabía que iba a hacer algo acerca de su dolor, pero ellos no sabían eso. Para ellos la situación parecía desesperada. La niña estaba muerta después de todo. ¿Qué podían hacer? Llegó demasiado tarde, y ellos no sabían que podría suceder a partir de ese momento que los hiciera dejar de llorar. Pero Jesús sabía.
Cuando Él les dijo que dejaran de llorar, él no estaba diciendo, «aguántense». Él no estaba diciendo: «Pongan una cara sonriente y actúen como que todo está bien». Esta no es la palabra de un padre con los dientes apretados en medio de la sección de juguetes en el supermercado: «Deja de llorar». Ustedes conocen esa, ¿verdad? Eso no es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: «Dejen de llorar».
Él les está haciendo saber que la esperanza estaba llegando a una situación que parecía desesperada. Podían dejar de llorar porque ella no iba a estar muerta en pocos minutos. Por supuesto, ellos no sabían todo eso, pero pronto lo supieron. Y Él tuvo compasión de esta chica, de esta niña de doce años, y de las personas que la amaban.
Ese es el carácter de Dios que vamos a ver manifestado en la sesión de hoy, la compasión. Jesús es un Dios compasivo, y lo vemos demostrar compasión muchas, muchas, muchas, muchas, muchas, muchísimas veces en los evangelios. Pero creo que esta historia de la viuda de Naín, es un dulce ejemplo de su compasión.
Y de nuevo, Él va a llegar a una escena que parece desesperada. Él va a llegar a una escena en la que la gente se aflige como si no hubiera esperanza. Y de nuevo, Él va a decir: «Dejen de llorar», y Él va a hacer algo al respecto.
Así que vayamos a Lucas 7:11-17. Comienza con: «Aconteció poco después», y este, poco después, se está refiriendo a cuando Jesús curó al siervo del centurión. Puedes estar familiarizada con esa historia. Pero es igual que en la última sesión en la que vemos a alguien aquí que tiene el poder y la autoridad y está desesperadamente necesitado.
Vamos a conocer a una mujer aquí, que es lo contrario de poder y autoridad. Ella no tiene ningún poder. Ella no tiene medios. Ella no puede hacer nada por sí misma, y ella está necesitada.
Una vez más, Él va de sanar al siervo del centurión, teniendo el centurión poder y autoridad. Por eso dice: «poco después». Pienso que es un buen recordatorio de que ninguna de nosotras puede ganar Su compasión, y ninguna de nosotras la merece más que otro. Es algo que Él da, por quien Él es. No es algo que Él da porque lo merecemos.
Regresemos al versículo 11:
«Aconteció poco después que Jesús fue a una ciudad llamada Naín; y sus discípulos iban con Él acompañados por una gran multitud. Y cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, he aquí, sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y un grupo numeroso de la ciudad estaba con ella.
Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo (ahí está): No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: joven, a ti te digo: ¡Levántate!».
Así que no hay duda de que esta situación es sin esperanza. Vamos a pensar en las circunstancias de la mujer por un momento. Ella está, sin duda, afligida por la muerte de su hijo, el tipo de dolor que espero nunca experimentar y que simplemente no puedo ni imaginar. Pero la situación era mucho más desesperada que solo una mujer que estaba enterrando a su hijo.
La Biblia nos dice que este era su único hijo, y también nos dice que ella es viuda. Así que en algún momento, previo a esto, ella perdió a su esposo, y ahora está perdiendo a su hijo. Este es el peor de los casos . Este es el tipo de cosas que te despiertan en medio de la noche que esperas que nunca te pasen, y aquí le están sucediendo a ella.
Ella no tenía esposo, así que la responsabilidad de sus necesidades financieras y físicas entonces serían transferidas a su hijo, y ahora ella está enterrando a su hijo. Ella no solo tiene que tratar con la pérdida desgarradora de dos hombres que ella amaba, sino que también ha sido dejada financieramente indigente. La situación era muy desesperada.
Tienes que preguntarte por qué tanta gente se reunía alrededor de esta mujer mientras ella sufría ese día. Pudo haber sido un accidente de tráfico. Tú sabes, vemos algo trágico y horrible, y por alguna razón, parece que no podemos mirar hacia otro lado.
La casa de mis padres fue afectada por un tornado hace varios años, y literalmente, tuvimos que poner una barricada en la entrada después del primer día, porque la gente que ni siquiera conocíamos estaba tan atraída por el escenario de lo que había pasado que teníamos que decir «nuestra casa ha sido destrozada. Por favor, no vengan aquí».
Pienso en eso. Probablemente yo también hubiera sido atraída a la situación de esta mujer que era tan horrible. Pero estoy tan agradecida de que Jesús fue mucho más que un espectador en esa multitud. Fue movido a acción. No se limitó a unirse a la multitud a mirar y decir: «¡Oh, esto es horrible! ¿No es horrible?» Fue movido a hacer algo al respecto.
Lucas 7:13-17:
«Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: Joven, a ti te digo: ¡Levántate!»
Esa palabra describe el tablón que se utilizó, como un tipo de ataúd abierto. Vale la pena señalar aquí que Jesús no estaba preocupado acerca de impurezas ceremoniales, y ciertamente tocar un cadáver le haría ceremonialmente impuro. Pero Él se preocupa mucho más por nosotras. Así que Él es compasivo. Es quien es Él. Él mostrará compasión hacia mí. Él mostrará compasión hacia ti. No porque lo merezcamos o lo hayamos ganado, sino porque Él es un Dios compasivo.
Así que Él viene, y toca este tipo de ataúd abierto, y los portadores se quedan quietos, dice el versículo. Hay tantas personas en la Biblia cuyas historias me encantaría saber. Me encantaría hablar con ellos al respecto, y los portadores del féretro en esta historia estarían entre ellos.
Ven a Jesús caminar hacia el cuerpo muerto, tal vez ellos lo reconocen, tal vez no. No lo sé. Pero de cualquier manera, ellos saben que deben detenerse en seco, mientras todavía están sosteniendo el ataúd. Y Él dice: «Joven, a ti te digo, ¡Levántate!».
Ahora, tenemos la ventaja de conocer las Escrituras y saber acerca de la resurrección, por lo que nos hemos familiarizado extrañamente con Jesús levantando a la gente de entre los muertos. Pero esa no es la situación de ellos.
Imaginate esto: Jesús se acerca a un cadáver y empieza a hablar con él, y luego la situación se pone muy rara porque en el versículo 15, el cadáver responde. «El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre».
Creo que este es uno de los momentos de compasión más tiernos en toda la Biblia. «Y Jesús se lo entregó a su madre». Eso no es lo que él le pidió hacer a Lázaro cuando lo resucitó de entre los muertos. Él dijo: «Lázaro, sal fuera». Y eso es lo que hizo Lázaro. Pero en lugar de eso le da el chico a su madre y no me importa la edad de este hombre, todavía era el niño de su mamá, Él le da el chico de vuelta a su mamá.
Fue una gran multitud de personas. Recuerda que era una fusión de dos multitudes. Fue una fusión de la multitud que ya estaba siguiendo a Jesús y luego una fusión de esta multitud que había ido al funeral. Así que estas dos grandes multitudes se fusionan, y en ese mar de gente, su mamá era quien más lo necesitaba.
Así que Jesús se acerca a este hombre muerto, y le dice: «Levántate». Y el hombre se sienta y comienza a hablar. Y Jesús lo toma, y se lo da a su mamá. Eso es compasión. Eso es lo que Jesús es.
Sí, el poder de Jesús fue manifestado en este encuentro, pero aún más que eso, la viuda de Naín tuvo un encuentro con la compasión de Jesús. Él le mostró gran compasión a ella en ese momento.
¿Qué es la compasión? Yo definiría la compasión como simplemente: El amor en acción. Es hacer algo acerca de tu amor. Y ciertamente Jesús amaba a esta viuda, amaba a su hijo. Así que Él no solo se quedó atrás con las multitudes, mirando y diciendo, «oh, me gustaría poder hacer algo al respecto». Él fue movido a acción.
Yo soy una panadera compasiva. Cuando alguien está sufriendo, soy muy propensa a dejarles unos rollos de canela. Puede que no les ayude en lo absoluto, pero siento que al menos estoy haciendo algo. Creo que los rollos de canela ayudan a casi cualquier situación que exista. Muchas veces los rollos de canela no es realmente lo que necesitan. Eso ciertamente no sería lo que esta mamá habría necesitado. Necesitaba lo que solo Jesús podía hacer, que era traer a su hijo de vuelta a la vida.
Pero muy a menudo nos ofrecemos simpatía unos a otros, una palmadita en la espalda, una pequeña tarjeta, una llamada, y eso está bien. Solo que eso es retirarse a la zona de seguridad como estuve hablando en la sesión de Marta. Pero esto no es compasión. Esto es solo simpatía.
Y creo que muchas veces cuando la gente está sufriendo, no sabemos qué hacer, y por eso no hacemos mucho. Pero la compasión dice: «No sé qué hacer, pero yo voy a hacer algo». Así que eso es lo que Jesús demuestra aquí cuando Él está poniendo el amor en acción.
Podemos estar muy agradecidas de que Jesús pone su amor en acción en nuestras vidas en maneras mucho más grandes. Jesús fue conmovido por las lágrimas de la viuda de Naín, igual que fue conmovido por las lágrimas de María y Marta. ¿Y no te encanta cuando Jesús es conmovido en la Escritura? ¿No te encanta la esperanza de que nosotras lo podemos conmover, podemos afectarlo con lo que está pasando en nuestras vidas, con nuestras oraciones, con nuestras necesidades? Eso es lo que vemos en la Escritura.
Fue con compasión que Él entró en el momento de dolor de ella y habló palabras de vida en su situación. «Levántate». Y luego entregó ese chico a su mamá.
Me encanta cómo el Salmo 56:8 describe la compasión del Señor hacia nosotros: «Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿acaso no están en tu libro?».
Dios ve nuestras lágrimas y es movido a compasión por nuestro dolor. Me siento muy reconfortada por la imagen de que Él recoge mis lágrimas en una botella. Yo necesito una botella grande. Soy una llorona. Y eso está bien. Pero esa es la imagen que la Escritura nos da. Él te ve, y Él está recogiendo esas lágrimas en una botella, y Él lo escribe todo en Su libro.
Jesús podría decirnos a nosotras: «No llores». Al igual que lo hizo con los dolientes en ambas historias. Y cuando Jesús nos dice: «No llores», Él no está diciendo: «Me estás incomodando. Estoy incómodo con tu dolor». No está diciendo, «aguántate las lágrimas, actúa como una niña grande». Él no nos pide que pretendamos que todo está bien, pero Él tiene un plan para sanar lo que está roto. Eso me consuela mucho a mí.
Apocalipsis 21:4 dice: «El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado».
Él puede decirnos: «No llores», porque viene el día cuando todo estará bien.
Yo no sé lo que Él va a hacer con esa gigantesca botella de lágrimas que ha estado recolectando toda mi vida, pero tal vez las está recolectando para que yo pueda verlo desecharlas, y entonces Él pueda decir, «no más. Voy a enjugar cada lágrima de tus ojos, hija. Voy a encargarme de eso». Esa es la promesa que hace en Apocalipsis 21.
En cualquier caso, Él ve nuestro dolor, y Él tiene un plan para arreglar las cosas. Y eso es tan reconfortante. Él es un Dios compasivo, y quiere ser movido a acción en las cosas que nos afligen.
Ahora, la historia de esta viuda tiene un final feliz, pero yo quisiera que consideremos cuando algo o alguien a quien amamos tiene que quedarse enterrado, y a veces esa es la realidad. El día que esta mamà vio a su hijo volver a la vida, es probable que otra madre haya visto a su hijo ir a la tumba.
El día en que Jairo vio a su hija de doce años resucitar de entre los muertos, es probable que otro papi haya visto a su hija de doce años morir y permanecer muerta. Y eso no parece justo. ¿Dónde está el Dios compasivo en esa situación?
Jesús promete que la hora viene cuando Él enjugará todas nuestras lágrimas, pero Él no promete quitar todo lo que nos causa dolor en este momento, y esa es una verdad dura. Puede ser especialmente difícil cuando tenemos que enterrar algo, o sea, renunciar a eso para siempre.
Y no tiene que ser solo enterrar a una persona. Puede ser enterrar un sueño o una situación que pensaste que se arreglaría y nunca pasó o enterrar una relación o una esperanza que tenías para tus hijos o enterrar cualquier cosa que tengas que poner en la tierra y decir, «está muerto, está enterrado».
Cuando estamos ante el ataúd de algo que tenemos que enterrar, pensamos: «¿Dónde está tu compasión ahora, Jesús? ¿Por qué no eres movido a acción en esta situación?». Pero la conclusión es: Él es compasivo. Es por eso que tienes que saber quién es Él, porque tienes que entender que aunque yo esté de acuerdo o no, Él es compasivo. Aunque esté de acuerdo o no, Él es Dios. Aunque esté de acuerdo o no, está siendo un verdadero amigo para mí en esta situación.
Así que cuando estés ante el ataúd de algo que tienes que enterrar, es bueno recordar que Dios es compasivo. El hecho de que Él decida no levantar una persona o una relación o una oportunidad de entre los muertos no es evidencia de que Él no es un Dios compasivo.
No tienes idea de cómo Él va a ser movido a acción en tu situación la próxima semana, el próximo mes, el próximo año, la próxima década. No tienes ni idea de cómo Él va a poner su amor en acción por ti más adelante. Así que no puedes hacer juicio de si Él es o no un Dios compasivo solo porque estás ante el ataúd de algo que amas.
En esos momentos en que algo que amamos debe permanecer enterrado, podemos aferrarnos a Santiago 5:11, que dice:
«Mirad que tenemos por bienaventurados a los que sufrieron. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el resultado del proceder del Señor, que el Señor es muy compasivo, y misericordioso».
¿No es interesante que Job sea el ejemplo utilizado aquí para la compasión de Dios? Permíteme recordarte lo que le sucedió a Job. Sus hijos murieron. Su ganado murió. Su cuerpo estaba cubierto de llagas. Sus amigos no eran para nada amigos. Su esposa le dijo que maldijera a Dios y se muriera. Y, sin embargo, él es el ejemplo que la Escritura utiliza para ilustrar que Dios es un Dios compasivo, porque enterrar algunas cosas no era la totalidad de la historia de Job. Dios fue movido a poner el amor en acción en la vida de Job a medida que la historia se estaba escribiendo.
Así que voy a leerlo de nuevo: «Mirad que tenemos por bienaventurados a los que sufrieron. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el resultado del proceder del Señor, que el Señor es muy compasivo, y misericordioso».
Él es compasivo. Es quien Él es. Es lo que Él siempre será. Él siempre demostrará el amor en acción para con nosotras.
Entonces, ¿cómo debemos responder?
Volvamos a la historia de la viuda, Lucas 7:16-17. Él acaba de levantar el hombre de entre los muertos, y se lo ha dado a su madre. Y luego leemos esto:
«El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y: Dios ha visitado a su pueblo. Y este dicho que se decía de Él, se divulgó por toda Judea y por toda la región circunvecina».
La compasión era contagiosa. Las personas que fueron testigos no podían dejar de hablar de ella. Espero que también la hayan vivido. Alguien eligió el amor en acción hacia ti, por lo que tú debes poner el amor en acción hacia los demás. Ahora, no podemos amar a las personas en el grado de compasión que el Señor muestra para con nosotras, pero debemos tratar.
Él se compadece de nosotras. No solo estamos supuestas a aferrarnos a eso y pensar, Dios fue tan bueno conmigo. ¡Yupi! Se supone que debemos buscar oportunidades para poner el amor en acción hacia otras personas que necesitan compasión. Y déjame decirte, si te pones a pensar, puedes hacer una lista larga de personas en tu vida ahora mismo que están desesperadamente necesitadas de compasión. Esa es la respuesta que estamos llamadas a tener, a la luz del hecho de que Jesús es un Dios compasivo.
Quiero terminar esta sesión con este versículo de Colosenses 3:12, que dice:
«Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia».
Aquí les va una paráfrasis de Erin Davis: «Dios ha mostrado gran compasión hacia ti; pon el amor en acción hacia los demás».
Nancy: Y qué hermosa palabra acerca de la compasión de Dios. Sabes, esa palabra compasión es una palabra compuesta y la traducción del griego literalmente significa «sufrir juntos». Dice que es un sentimiento que se manifiesta comprendiendo el sufrimiento de otro ser. Dios sufre con nosotras. Jesucristo tomó nuestro sufrimiento y nuestro dolor. Esa es Su compasión. «Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio su único Hijo» (paráfrasis) para que pudiera sufrir con nosotras, en nuestro lugar, para que pudiéramos volver de nuevo a la vida.
A medida que leemos esta historia y todos estos relatos de los evangelios de los milagros y las enseñanzas de Jesús, y estas cosas maravillosas que Él hizo, todo está supuesto a dirigirnos al evangelio, por qué Él vino.
Erin, mientras hablabas, no podía dejar de pensar en ese pasaje en Efesios 2, porque podemos preguntarnos, o tú puedes preguntarte: ¿Ha sido Dios compasivo conmigo? Especialmente si has tenido que enterrar a alguien o algo muy querido.
Y eso me recuerda cuando estuve ante la tumba de mi hermano de veintidós años de edad, hace años, que murió en un accidente de auto. Él no volvió a la vida en ese momento. Él lo hará algún día. Pero piensas, ¿fue Dios compasivo?
Estoy muy contenta de que hayas planteado estas preguntas, Erin, y la respuesta es: ¡Sí! Él ha tenido compasión de nosotras.
Escucha lo que dice Efesios 2: «Vosotros estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis». (No teníamos vida. Estábamos sin esperanzas, estábamos separadas de Dios). «Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en delitos y pecados, nos dio vida juntamente con Cristo».
Así que este milagro está mostrando el corazón compasivo de Dios, no solo hacia una viuda de una pequeña ciudad de la que nunca habíamos oído antes, sino también hacia nosotras. Esa es la increíble misericordia y gracia de Dios. Me alegro que nos llevaste al final de ese pasaje, porque me encanta eso. Dice que ellos glorificaban a Dios, y decían: «Dios ha visitado a su pueblo».
Sabes, cada circunstancia dolorosa o difícil a la que te enfrentes, cada circunstancia dolorosa o difícil a la que yo me enfrento es un medio a través del cual Dios quiere glorificarse a sí mismo. Él quiere que la gente mire nuestras vidas a medida que caminamos a través de esos tiempos difíciles.
Hablé con una mamá hoy que está pasando por algunas cosas muy, muy dolorosas en su familia. Mientras hablábamos, ella lloró, y oramos. Pero esa circunstancia, tan imposible como parece en este momento, tan desesperada como parece en este momento, cuando ella y los demás miren hacia atrás y la vean, van a poder decir: «Dios ha visitado a su pueblo. Dios ha estado aquí. Dios es real. Dios ha tenido compasión de nosotros. Él ha tomado nuestro dolor y nuestro sufrimiento como Suyo».
Y entonces vemos el final de la historia, que Él un día va a enjugar y secar todas esas lágrimas y nos dará gozo eterno. Así que no dejes de leer hasta el final de la historia. Estoy muy contenta de que mencionaste eso, Erin, porque si solo te fijas en el aquí y ahora, podrías pensar, ¿cómo puede un Dios compasivo hacer esto o aquello? Y eso es lo que hoy en día dice mucha gente en este mundo. Es por eso que nuestras vidas necesitan demostrar que Sus misericordias son nuevas y frescas cada mañana y que grande es Su fidelidad.
Me encanta cómo podemos ver estas historias en la Escritura, y no son solo historias. Son verdad, y son un medio que Dios usa para revelarnos Su corazón. Erin, estoy tan contenta de que hayas escrito este libro sobre estas ocho mujeres que se encontraron con Jesús y cómo la presencia de Dios en sus vidas lo cambió todo.
Oh Señor, ¡cómo te agradecemos por tu increíble misericordia y bondad para con nosotras a través de Jesucristo! Gracias porque Tú lloras con los que lloran, y luego hay un momento en que nos dices, «no llores más porque estoy aquí para redimir tu situación, para redimir tu vida de la destrucción».
Sabemos que la vida de esa mamá nunca fue la misma, y nuestra vida nunca será igual porque Te has encontrado con nosotras. Tú nos has levantado de nuestra muerte espiritual, de nuestra separación de Ti, nos has dado vida en Cristo.
Y ahora te pido que nos uses como instrumentos de compasión para alcanzar y tocar las vidas de los que nos rodean que están sufriendo de manera que puedan ver y decir: «Ciertamente Dios ha visitado a su pueblo».
Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Amén. Nancy DeMoss de Wolgemuth y nuestra maestra invitada Erin Davis han estado hablando hoy sobre la compasión de Jesús, como parte de la serie titulada, Encuentros hermosos.
¿Qué sabes sobre el personaje bíblico de Salomé? El lunes Erin tejerá las hebras de esta historia bíblica para mostrarnos una poderosa imagen del orgullo y la humildad. Regresa a tu programa Aviva Nuestros Corazones.
Buscando a Dios juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario
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