
Un día difícil, pero un Dios soberano
Débora: Era la Navidad de 1955, cinco parejas de misioneros se reunieron para planificar y orar acerca de cómo llegar a una tribu salvaje en la selva de Ecuador. Una de las esposas expresó preocupación.
Valerie Elliot Shepard: Creo que fue Marge la que les comentó: «Tengan cuidado, podrían matarlos». Y creo que fue «Nate» quien le dijo: «Nosotros estamos listos para morir, pero estos Aucas no. Tenemos que ir».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge perdonar», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 10 de febrero de 2025.
El día de hoy iniciamos una nueva serie titulada «Devoción total, con Valerie Elliot Shepard», Valerie es la hija de Jim y Elisabeth Elliot. Y antes de comenzar, quisiera decirles a las mamás de niños pequeños que si conocen la historia de estos misioneros que estuvieron en Ecuador en 1956, …
Débora: Era la Navidad de 1955, cinco parejas de misioneros se reunieron para planificar y orar acerca de cómo llegar a una tribu salvaje en la selva de Ecuador. Una de las esposas expresó preocupación.
Valerie Elliot Shepard: Creo que fue Marge la que les comentó: «Tengan cuidado, podrían matarlos». Y creo que fue «Nate» quien le dijo: «Nosotros estamos listos para morir, pero estos Aucas no. Tenemos que ir».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge perdonar», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 10 de febrero de 2025.
El día de hoy iniciamos una nueva serie titulada «Devoción total, con Valerie Elliot Shepard», Valerie es la hija de Jim y Elisabeth Elliot. Y antes de comenzar, quisiera decirles a las mamás de niños pequeños que si conocen la historia de estos misioneros que estuvieron en Ecuador en 1956, la entrevista de hoy incluye una breve mención de cómo fallecieron. Dejamos a tu consideración si tu hijo o hija necesita estar en otro lado mientras escuchas esta conversación. Aquí está Nancy.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Algunas de ustedes estarán muy emocionadas cuando escuchen quién es nuestra invitada de hoy. Ella es como una amiga de hace mucho tiempo.
Para algunas de ustedes es una voz nueva o incluso quizás no conozcas la historia ni la voz, pero estoy segura que te va a encantar esta conversación.
Y bueno, estoy muy emocionada de presentarles hoy a Valerie Elliot Shepard. Para muchas de nuestras oyentes que están familiarizadas con Elisabeth Elliot, sabrán que Val Shepard es la hija de Jim y Elisabeth Elliot. Así que, Val, ¡bienvenida por primera vez a Aviva Nuestros Corazones!
Valerie: ¡Muchísimas gracias Nancy! Es un privilegio estar aquí.
Nancy: Valerie, no sé por qué nos tomó tanto tiempo tenerte aquí, pero tuvimos una muy buena excusa cuando escribiste el libro titulado Devotedly: The Personal Letters and Love Story of Jim and Elisabeth Elliot (disponible en inglés). Pero en español sería como Devoción total ¡Y es una obra de arte! Es un libro hermoso, con muchas historias hermosas y enriquecedoras detrás de la historia de tus padres y su historia de amor.
Así que gracias por el corazón y el esfuerzo que has puesto al escribir esta historia para ofrecerla a nuestra generación. ¡Estoy muy agradecida por eso!
Valerie: Estoy muy agradecida al Señor por haberme colocado en esa historia. No fue algo que yo escogí, pero estoy muy asombrada de lo que mis padres hicieron y de lo que defendieron. Ha sido un privilegio leer todas sus cartas y diarios. Realmente lo es.
Nancy: Anoche estuvimos cenando juntos con mi esposo Robert y un amigo tuyo, y estábamos hablando de viejas amistades, y las vueltas que da la vida y nuestras historias individuales. Y todo el tiempo volvíamos a la verdad de que realmente puedes confiar en Dios para escribir tu historia.
Aunque muchas veces, cuando estamos en medio de una circunstancia o un capítulo de nuestra vida, no tenemos ni idea de cuál es el panorama general, ni de cómo se está desarrollando. Pero al mirar en retrospectiva, vemos como Dios realmente estaba escribiendo una hermosa historia para Su gloria, incluso a través de algunas de las cosas más difíciles.
Valerie: Así es. Continuamente me siento asombrada y humillada de que el Señor me haya dado esos padres. Leo sus escritos y pienso: ¡Qué mente tenían! Yo era solo una niña pequeña. Una amiga me llama «la niña de la selva», una niña, divirtiéndose, y ahí fue donde Dios me puso. El Señor me dio mucha alegría a pesar de estar en medio de un lugar muy peligroso.
Creo que el ejemplo que me dio mi madre de confianza en Dios, sin importar las circunstancias, fue de gran importancia para mí (aunque no era consciente de ello) por su serenidad y su calma. Ella nunca se mostraba alarmada cuando había una serpiente o un escorpión. Eso siempre me dio una imagen de paz, porque Dios estaba en control todo el tiempo.
Nancy: Y para aquellas de ustedes que no están familiarizadas con la historia, puede que se estén preguntando: «¿De qué están hablando? ¿¡Escorpiones y serpientes!?». Así que vamos a retroceder un poco en el tiempo. Y me emociona tener la oportunidad de hacer esto Valerie, porque tus padres, Jim y Elisabeth Elliot, están en la mente de muchas personas como héroes de la fe, por su fe puesta en un Dios grande; fueron personas ordinarias que creyeron en un Dios extraordinario.
Y muchas vidas, incluyendo la mía, han sido bendecidas, retadas e inspiradas por su historia. Nací en 1958 y tu papá fue martirizado en 1956, así que crecí escuchando esa historia y con personas siendo inspiradas por ella. Pero ahora tenemos una generación en la que muchos no están familiarizados con la historia. ¡Y tienen que estarlo!
En Hebreos dice: «acuérdense de los que les precedieron», cuyas vidas han demostrado su fe en Dios. Y hay una razón para recordarlos, no porque los hagamos santos, más de lo que somos todos nosotros, sino porque su fe nos apunta a un gran Dios.
Así que me encantaría retroceder para aquellas que quizás no están familiarizadas con la historia y para aquellas que lo están, sé que estarán felices de escucharla nuevamente. Entonces Valerie, tus padres estuvieron juntos en la universidad. Hablemos de su vida amorosa (y lo haremos en un momento) y de las cartas que se escribieron.
Danos una idea general de lo que sucedió una vez que se casaron, cuando llegaron a Ecuador, hasta la muerte de tu padre.
Valerie: Cuando mi padre estaba iniciando sus estudios en Wheaton College, él escuchó acerca de los indios Aucas en Ecuador. En su corazón inmediatamente pensó: ¡Tengo que llegar a esos indígenas! Así que empezó a orar por ellos. Él sabía que eran una tribu salvaje, una tribu primitiva. Cuando él y mi madre se conocieron, él le contó acerca de los Aucas.
Él sintió fuertemente que Dios lo enviaría a la gente no alcanzada, gente que nunca había escuchado el evangelio. Así que él esperaba eso, incluso escribió en su diario: «Quiero cantarle a los Aucas», como si estuviera diciendo: «¡Espero traerlos a Cristo y poder alabar a Dios por Su salvación!».
Así que cuando mi madre estaba en el último año de sus estudios, se enamoraron mientras estudiaban griego juntos. Pero mi papá le dijo a mi mamá que aunque la amaba, él pensaba que no iba a poder casarse con ella, porque creía que Dios lo estaba llamando al celibato o a una vida misionera como soltero.
Pero lo que finalmente sucedió fue que ambos fueron llamados a viajar al Ecuador, llegando con dos meses de diferencia a la ciudad de Quito.
Estudiaron español juntos por seis meses y mi papá seguía determinado en llegar a los indígenas. Un misionero le había comentado que a las mujeres no les iba bien en la selva amazónica, por lo que ir con los indígenas era algo para hombres.
Nancy: ¿Y no les iba bien a las mujeres porque era una vida dura?
Valerie: Sí, era una vida dura: el calor, los insectos y las dificultades de vivir en la selva amazónica.
Nancy: No era un gran lugar para ella, y además él podía ser más efectivo como soltero sirviendo allí al Señor.
Valerie: Exacto. Pero él estaba muy enamorado de mi mamá y se presentó al dilema de: «¿Qué hago ahora? ¿Será que Dios quiere que estemos juntos? Si es así, ¿por qué nos trajo, si al final no nos íbamos a casar?». Pero él sintió que debía estar al menos un año entre los indígenas Quichua, que era donde el misionero anterior a él había dejado su trabajo.
Así que mis padres fueron cada uno a diferentes grupos de indígenas después de haber aprendido español y mi madre comenzó a trabajar con una lengua completamente diferente llamada Tsafiki, una lengua indígena, llamada Colorado. Ella estaba en el oeste de los Andes y mi padre en el este de los Andes. A veces hablaban por radio y se escribían cartas.
Nancy: Por supuesto, porque no había mensajes de texto ni FaceTime.
Valerie: Así es. Se escribieron cartas asombrosas durante cinco años.
Nancy: Y hablaremos más sobre esas cartas durante esta semana. Entonces se casaron y luego ¡te tuvieron a ti! ¿Cómo supo tu padre más sobre esta tribu, los Waorani? (O como se les conocía entonces, los Aucas)
Valerie: Tan pronto mi padre conoció al piloto de la Fraternidad de Aviación Misionera, le preguntó si podía sobrevolar la selva y buscar en dónde vivían estos Aucas. Así que cuando Nate Saint descubrió dónde vivía un pequeño grupo de Aucas (ellos eran nómadas y estaban en pequeños grupos por toda la selva), se lo dijo a mi padre. Luego lo llevó y ambos sobrevolaron el pequeño pueblo.
Después idearon un plan. Mi padre también invitó a Pete Fleming, que vino a trabajar con él entre los Quichuas, a Roger Youderian, que trabajó con otro grupo de indígenas, y a Ed McCully. Él invitó a Ed McCully a Ecuador diciéndole que no debía ir a la facultad de derecho, sino que debía trabajar como misionero.
Nancy: Tu padre estaba armando su«banda de hermanos».
Valerie: Sí, invitó a diferentes personas a unirse, que ya tenían un plan para después de la universidad, esos eran Pete Fleming y Ed McCully. Les pidió a estos cuatro hombres (Pete, Ed, Roger, y Nate) que oraran por los indígenas Aucas. Así que Nate llevó a cada uno de ellos a sobrevolar la pequeña población y luego idearon un plan para dejar caer regalos a los indígenas.
Después de mucha oración y de hablar acerca de cómo irían a ver a estos indígenas, Nate dijo: «Puedo lanzar una cubeta que esté atada al avión con un regalo en ella. Así que tomaré a cada uno de ustedes, cada semana, hasta ese lugar y podrán hablarles con un megáfono».
Mi padre había aprendido algunas frases en Auca con Dayuma, quien era una mujer Auca que había huido de la tribu. Así que cada uno tuvo su turno para sobrevolar el pueblo y ver a los Aucas. Los Aucas comenzaron a esperar a este pequeño avión al cual llamaban «el abejorro amarillo». Los hombres lanzaban un regalo y los indígenas empezaron a devolver con regalos para ellos también.
Nancy: ¿Y qué clase de regalos eran?
Valerie: Una pata de mono asada, una corona de plumas de guacamayo, cosas que usaban entre ellos.
Nancy: ¿Esos regalos venían de parte de los indígenas?
Valerie: Sí.
Nancy: ¿Y qué tipo de regalos lanzaban los misioneros?
Valerie: Los misioneros daban regalos muy prácticos: una cacerola de acero, una navaja. No sé qué otros regalos realmente. Solo sé que intentaron pensar en cosas que a los Aucas les gustaría tener. El intercambio de regalos continuó durante quince semanas. Semanalmente, Nate intentaba encontrar un día en el que el clima los favoreciera y pudieran sobrevolar el pueblo.
Luego a través del megáfono, mi padre gritaba (y les enseñó a los otros cuatro hombres) estas frases en auca: «¡Queremos ser sus amigos! ¡Queremos ir a verlos!». Mientras gritaban eso a través del megáfono, el avión descendía sobre un espacio abierto, lo suficiente para que los Aucas pudieran escuchar estas frases.
Después de muchos meses de orar por eso y de las reuniones de los hombres, por lo general, se reunían en Navidad o en otras ocasiones (ya que cada uno estaba en un lugar diferente de la selva), se reunían en Shell Mera, que era donde se encontraba la base de Fraternidad de Aviación Misionera. Ellos empezaron a tener la expectativa de que algún día entrarían todos juntos a ver a los Aucas.
En enero de 1956, cuando se tomó la decisión (estuvieron juntos la Navidad de 1955, todos oraron por esto), una de las mujeres dijo: «Si van a estos Aucas, quizá los maten».
Nancy: Porque los Aucas eran conocidos por…
Valerie: Los Aucas eran conocidos por ser muy salvajes. Era una tribu primitiva de la edad de piedra. No llevaban más ropa que un cordón alrededor de la cintura. Y cuando tenían una celebración, llevaban una corona de plumas de guacamayo. Los misioneros finalmente desembarcaron en la playa en enero de 1956 y esperaron ahí un par de días. Mi padre había prefabricado una casa en un árbol para que pudieran estar seguros sobre el suelo.
Cuatro hombres dormían mientras uno se sentaba en la playa, vigilando, en guardia, en caso de que rondara un puma, un jaguar o una anaconda… y tampoco sabían si los Aucas podrían tenderles una emboscada. Los Aucas eran conocidos por emboscar. Habían decidido llevar una pistola, pero no querían matar a ningún Auca; ellos simplemente querían…
Nancy: Ellos solo querían estar protegidos.
Valerie: Exacto. Ellos estaban tratando de mostrarles que iban en paz; que no habría ningún conflicto. Así que dos días después, ellos tuvieron…
Nancy: ¿Y la playa estaba lejos del poblado de la tribu?
Valerie: Esa playa probablemente estaba a un par de horas a pie del pequeño poblado. Nate había resuelto cómo aterrizar en una playa de arena de un afluente del Amazonas. Sabía que este río iba hacia donde vivían los Aucas (ellos vivían a lo largo del río).
Así que aterrizaron y construyeron la casa del árbol. ¡Estaban tan emocionados de conocer a los Aucas! Creo que, en algún momento, tres Aucas salieron de la selva alrededor del 5 de enero. Tuvieron una reunión amistosa, ¡así que los misioneros estaban encantados! Ellos seguían usando las mismas frases: «Queremos conocerlos. Queremos ser sus amigos».
Les dieron a estos tres Aucas hamburguesas y limonada. Lo que, por supuesto, los Aucas nunca habían probado, pero parecían estar felices de comerlas. Los aucas continuaron conversando en su idioma, sin saber que estos hombres blancos no conocían más frases que las que habían estado gritando por el megáfono.
Nancy: Wow.
Valerie: Pasaron una tarde muy amena y feliz. Una de las cosas que hicieron fue que Nate había hecho un modelo de avión porque él quería mostrarles algo. Pusieron unos palos en la arena, y los cinco misioneros les mostraron que estos palos serían como los árboles. Entonces este avión aterrizaría entre los árboles, se caería, daría vueltas y se estrellaría.
Lo que intentaban decir era: «Necesitamos que construyan una pista de aterrizaje. Despejen un poco de terreno para que podamos aterrizar». Todo esto con gesticulaciones. Después de darles de comer, los Aucas se marcharon. De hecho, el más joven pidió que lo llevaran en el avión (a través de señas, haciendo gestos) y Nate lo llevó a dar un paseo. Cuando sobrevoló el claro donde vivían los Aucas, ¡el joven comenzó a abrir la puerta del avión para salir!
Nate tuvo que halarlo hacia adentro y decirle: «¡No, no lo hagas!». No sé si usaban el megáfono entonces, pero el joven vio a la tribu, los saludaba y todos lo saludaban a él. Así que eso fue algo realmente bueno.
Los Aucas se fueron después de comer, cuando oscureció. Los cinco misioneros continuaron orando para que hubiera otro encuentro amistoso. Pensaron que realmente habían obtenido una gran victoria, porque se sabía que los Aucas simplemente mataban a cualquiera que entrara en su territorio. Unos años antes habían matado a algunos trabajadores de una empresa de combustible.
Los Quichuas, la tribu indígena más numerosa en toda la selva, tenían mucho miedo de los Aucas. Los llamaban «Auca», que en su idioma significa «salvajes». De ahí surge ese nombre. Ahora se les llama «los Waorani», que significa «el pueblo». Es el nombre que ellos se dan a sí mismos, conocidos como los «Wao».
Nancy: Los cinco misioneros, ¿tenían ellos algún tipo de comunicación con las mujeres, con sus esposas?
Valerie: Sí, Nate volaba diariamente de ida y vuelta para conseguir más suministros, así que cada día volaba de regreso, hablaba con su esposa sobre lo maravilloso que iba todo, que se estaban adaptando, ¡y que estaban emocionados y felices! Tenía que recoger los suministros, su esposa les preparaba comida y él regresaba todos los días y aterrizaba en la playa.
Nancy: ¿Y qué tan lejos estaba esa base?
Valerie: Probablemente era una hora de vuelo desde donde estaba Shell Mera hasta donde estaba la playa. Creo que la llamaron «Ciudad Terminal». Luego esperaron. Después de este encuentro amistoso, oraron mucho juntos para que la próxima vez que los vieran también fuera un encuentro amistoso.
Marge Saint, la esposa de Neit, informaba diariamente a las otras mujeres en sus diferentes estaciones cómo iban las cosas. Ella les llamaba por radio; siempre había una hora determinada en la que todas hablaban por la radio.
Nancy: Entonces no estaban todas en la misma estación.
Valerie: Así es, estaban en cuatro estaciones diferentes. Ahora, mi madre y mi padre se casaron en 1953; y esto fue a principios de 1956. Las esposas escucharon el domingo por la tarde a través de Marge, que Nate le dijo por la mañana: «Te llamaré a las 4: 30». Las mujeres escucharon eso de Marge, así que todas estaban enteradas.
Esperaban que los Aucas vinieran a la playa, porque cuando Neit sobrevoló el pueblo, no había nadie allí. Entonces dijo: «Espero que todos vengan a la playa. ¡Oren por un servicio vespertino!». Algo irónico, porque, por supuesto, no conocían su idioma. Pero esperaban que todos tuvieran un encuentro amistoso y una feliz reunión esa tarde.
A las 4: 30, Marge se puso en la radio para escuchar a su esposo, y él siempre era muy puntual en llamar cuando decía que lo haría. No se escuchaba ningún sonido en la radio, y por supuesto, durante un par de horas siguió intentándolo… Llamó, llamó y llamó.
Nancy: ¿Era una radio de onda corta?
Valerie: Sí. No escucharon nada, así que después de un par de horas ella les hizo saber a las otras cuatro mujeres que no sabía nada. Les dijo: «Por favor, oren». Quizá los habían tomado como rehenes, así que oraron por eso. Eso fue un domingo por la tarde, cuando ningún mensaje llegó a las 4: 30.
El miércoles se envió a un grupo de búsqueda. El ejército ecuatoriano, así como la Fuerza Aérea de Estados Unidos, fueron alertados el lunes de su desaparición. Un avión sobrevoló, pero no vio nada en la playa. Luego, el miércoles, un helicóptero sobrevoló la zona y vieron cadáveres en el agua.
Para el viernes, el grupo de búsqueda terrestre, formado por misioneros y algunos indígenas quichuas, llegaron y encontraron cuatro cuerpos con muchas lanzas en cada uno de ellos. Todas las lanzas fueron clavadas en el fondo del río para que los cuerpos permanecieran allí. Obviamente ellos querían que todos supieran que ellos los habían matado con todas esas lanzas.
Un cuerpo flotó río abajo y fue encontrado un par de días después. Ese era el cuerpo de Ed McCully. El avión fue destruido, los Aucas arrancaron la tela y estropearon todo lo que pudieron. Básicamente, destruyeron todo lo que había en la playa.
Nancy: ¿No había Aucas alrededor?
Valerie: Ninguno. Por supuesto, el grupo de búsqueda, esperaba que los Aucas estuvieran observando y temían un ataque, por lo que la gente tenía armas. Los trabajadores de la empresa de combustible habían comenzado a portar armas después de que dos de ellos fueran asesinados un par de años atrás. Los Aucas llamaban a las armas «palos de fuego». Pero ningún Auca apareció.
La noticia de estos cinco hombres desaparecidos se difundió por todo el mundo a través de la radio por una emisora cristiana llamada: Transmundial. Marilou McCully esperaba que su esposo hubiera sido tomado como rehén, porque su cuerpo no fue hallado hasta dos o tres días después de que se encontraron los primeros cuatro cuerpos.
Mi madre y yo vivíamos con los indígenas quichuas, donde mi padre y ella habían comenzado sus trabajos. Mi padre había construido una gran casa entre los quichuas en el pequeño poblado llamado Shandia.
Nancy: ¿Y qué edad tenías?
Valerie: Tenía diez meses cuando los mataron, así que no recuerdo a mi papá. Tengo algunas fotos maravillosas de él sosteniéndome y jugando conmigo. Y por supuesto, aprendí mucho sobre él desde que leí sus diarios y la biografía de mi madre, «La sombra del Todopoderoso».
Mi madre había estado orando con mi padre por los Aucas desde que estuvieron juntos en la universidad y ella continuó orando por ellos.
Por supuesto que fue un impacto terrible para todas las viudas. Una de las mujeres más impactadas debió ser Marge, quien fue la que les dijo a los hombres, cuando se reunieron en Navidad, antes de ir con los Aucas: «Podrían matarlos a todos». Creo que fue Nate quien dijo: «Nosotros estamos listos para morir, pero estos Aucas no, así que necesitamos ir». Todos fueron en obediencia al llamado de Dios.
Habían orado por esta iniciativa. Habían planeado y hablado sobre el peligro que esto implicaba. Las mujeres estuvieron orando con sus esposos para que Dios fuera glorificado a través de esto y para que los hombres pudieran tener este encuentro amistoso. Con esa primera visita de aquellos tres aucas con quienes realmente tuvieron un contacto maravilloso, ellos pensaron que Dios había contestado sus oraciones.
Nancy: Y Valerie, no me gusta hacer esto, pero voy a hacer una pausa aquí, porque hay mucho más acerca de esta historia. Pero mientras escuchamos, ya sea que estemos muy familiarizadas con esta historia y la hemos escuchado varias veces, o si hay personas que la están escuchando por primera vez, la reacción instintiva es: «¡Esto es una tragedia!». Y por supuesto que lo fue.
Lo que pasó fue malévolo. Era el enemigo saboteando o intentando sabotear el evangelio y la obra de Cristo, pero Dios siempre tiene la última palabra. ¡Y el Cielo gobierna! Tus padres, estos misioneros y sus esposas, tenían un firme y seguro sentido del llamado de Dios, pero también de la providencia de Dios, de Su soberanía, de Su bondad, incluso frente a una maldad indescriptible.
Fue salvaje; ¡Fue brutal! Pero en la providencia de Dios, a medida que esta historia se difundió por el mundo, nos preguntamos si el enemigo habría hecho lo mismo si hubiera sabido la oleada que resultó de otros hombres y mujeres diciendo: «Quiero alcanzar a los pueblos del mundo que no han sido alcanzados», y «¡Estoy dispuesto a dar mi vida por causa del evangelio!».
Y me recuerda el pasaje en Juan capítulo 12, donde Jesús le dijo a Sus discípulos: «Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado». Y esa palabra, glorificado, es exaltado, y en Su trono. Pero después habla de Su muerte.
Cristo dice: «En verdad les digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto. El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna”». (Juan 12:24-25). «Aborrece tu vida. . .», eso no se refiere a tener un odio a sí mismo, sino a «si estás dispuesto a dar tu vida, para vida eterna la conservarás».
«Si alguien me sirve, que me siga; y donde Yo estoy, allí también estará Mi servidor; si alguien me sirve, el Padre lo honrará». (v. 26) Así que tenemos esta extraña yuxtaposición, de muerte, de sufrimiento, de servicio y de entregar tu vida, pero justo en el contexto de ser glorificado, que Dios sea honrado y estemos con Cristo.
La pérdida de la vida de tu padre allí en esa jungla, en esa playa, y la respuesta de tu madre y de las otras viudas después de eso, se convirtió en una plataforma para que Dios fuera glorificado, para que Cristo fuera honrado, ¡y para que el evangelio se difundiera mucho más allá de lo que un grupo de hermanos y sus esposas jamás habían imaginado!
Valerie: Así es.
Nancy: Retomaremos esta historia en el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones, porque no termina ahí. ¡Aún no ha terminado! Todavía continúa, y queremos compartir más de lo que ocurrió allí.
Y Valerie, estoy muy agradecida de que en la providencia de Dios, Él te permitió (y hablaremos más sobre cómo sucedió esto), te permitió participar en el intercambio de cartas de amor entre tus padres durante los cinco años previos a su matrimonio. Las compilaste en un libro que solo está disponible en inglés: Devotedly (que sería en español Devoción total)
Débora: Muchas gracias por acompañarnos Valerie, querida oyente, esperamos que este testimonio esté siendo de aliento para ti. Hay mucho más en esta historia, y también en el desarrollo de la historia de amor entre Jim y Elisabeth Elliot, así que asegúrate de unirte a nosotras nuevamente mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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