Un destello de Dios
Débora: El segundo libro de Crónicas capítulo 26 nos relata la historia del rey Uzías quien dejó que su orgullo se apoderara de él. El Pastor Chris Brooks dice que debemos tener cuidado con ese tipo de actitud autosuficiente.
Pastor Chris Brooks: Si recuerdas que Dios es la fuente principal, nunca te quedarás sin provisión. ¿Estás consciente de que no eres lo suficientemente fuerte, lo suficientemente inteligente? Es Dios por ti, Él es más grande que cualquier cosa que el mundo pueda arrojar contra ti.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 29 de abril de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En el curso de nuestras vidas cotidianas, aquí en la tierra, como creyentes, es fácil perder de vista al Dios asombroso, majestuoso y glorioso que tenemos. Por eso estoy tan agradecida de que haya pasajes en las Escrituras donde …
Débora: El segundo libro de Crónicas capítulo 26 nos relata la historia del rey Uzías quien dejó que su orgullo se apoderara de él. El Pastor Chris Brooks dice que debemos tener cuidado con ese tipo de actitud autosuficiente.
Pastor Chris Brooks: Si recuerdas que Dios es la fuente principal, nunca te quedarás sin provisión. ¿Estás consciente de que no eres lo suficientemente fuerte, lo suficientemente inteligente? Es Dios por ti, Él es más grande que cualquier cosa que el mundo pueda arrojar contra ti.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 29 de abril de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En el curso de nuestras vidas cotidianas, aquí en la tierra, como creyentes, es fácil perder de vista al Dios asombroso, majestuoso y glorioso que tenemos. Por eso estoy tan agradecida de que haya pasajes en las Escrituras donde se muestran destellos de la grandeza de Dios: de lo grande que es Él y de lo pequeñas que somos nosotras.
Y recuerdo el pasaje del capítulo 6 de Isaías, donde al profeta se le dio un destello del trono del cielo. Es una escena maravillosa.
Y durante estos dos días en Aviva Nuestros Corazones, el Pastor Chris Brooks nos llevará a esa escena que se encuentra en el capítulo 6 de Isaías. Mi esperanza es que obtengas una visión de la santidad y el poder de Dios al escuchar esta serie.
Chris Brooks es Pastor en la Iglesia Woodside Bible, en Detroit, Estados Unidos. También es el presentador de un programa de radio llamado Equipped (Equipados en español), y se escucha en muchas estaciones de radio cristianas en los Estados Unidos.
El pastor Brooks dio este mensaje en una de nuestras conferencias de True Woman, en Indianápolis, Estados Unidos. Y recuerdo sentarme en la audiencia esa noche, y mientras escuchaba mi corazón estaba conmovido. Mientras escuchas, creo que entenderás por qué. Y en días como estos, necesitamos recordar que el Cielo gobierna. Aquí está el Pastor Chris Brooks para ayudarnos a ver esto de otra manera.
Pastor Brooks: Esta noche, quiero ayudarnos a comprender por qué podemos confiar en Dios, por qué podemos confiar en esta declaración de que el Cielo gobierna. Esa es una declaración que refleja no solo Su grandeza y Su poder, sino también Su bondad, Su amor y benignidad hacia nosotros. Quisiera iniciar con un viaje reciente que hicimos.
Mi esposa y yo, junto con los directores de misiones de nuestra iglesia local, hicimos un viaje al Medio Oriente para reunirnos con pastores de veinte países que están en persecución. Estos son pastores que en su mayoría han sido encarcelados, golpeados y separados de sus familias por su fe; por proclamar que Jesús es el Señor.
Y tuve la oportunidad de conocer a un hombre mayor que hablaba con ternura; era un hombre humilde. Durante su ministerio, Dios lo había usado para plantar más de quinientas iglesias. El anfitrión de nuestra reunión le preguntó si recordaba cuántas veces había estado preso en su país, donde es ilegal evangelizar.
Y él simplemente dijo: «Después de cuarenta y cinco veces en la cárcel, he dejado de contar».
Tuve la oportunidad de caminar por la ladera de una montaña, a lo que más o menos se le pudiera llamar un sendero, para visitar una iglesia subterránea. Cuando llegamos a esta iglesia, que estaba en una casa que parecía surgir de la nada en la vegetación de la montaña, para mi sorpresa y alegría, salieron unos veinte creyentes.
No tenían habitaciones con aire acondicionado para sentarse, no había asientos acolchados. Así que nos sentamos en el suelo, oramos, y adoramos al Señor con gran alegría. Les pregunté a estos creyentes, a estos hermanos y hermanas en Cristo, cómo podíamos orar por ellos.
Yo quería saber qué responderles a mis hermanos y hermanas que los aman y los tienen en sus corazones, cuando regresara a Estados Unidos. Y de nuevo, para mi sorpresa, no pidieron que oráramos para que cesara la persecución. Simplemente, nos pidieron que oráramos para que no tuvieran miedo, para que no temieran la persecución que vendría.
También nos pidieron que oráramos para que el gozo de Cristo fuera tan evidente y radiante en sus vidas que sus vecinos, familiares, amigos y seres queridos se sintieran atraídos hacia Jesús, al ver el amor de Jesús en sus vidas.
Y tengo que ser honesto, me sentí humillado por esto. Me sentí abrumado y provocó en mí algo de curiosidad.
Para ese entonces, si los atrapaban compartiendo su fe, los encarcelaban por cuatro años. Así que les pregunté: «¿Cómo es que son capaces de soportar eso?» Y un pastor me dijo: «¡Es porque nunca perdemos de vista quién es nuestro Dios!»
Cuando tenemos una correcta visión y entendimiento de quién es Dios, tenemos la certeza de que el Cielo gobierna, de que Dios es maravilloso.
Pensaba en las palabras que encontramos en el capítulo 7 de Daniel. Allí vemos la historia del Anciano de Días, el Hijo del Hombre presentándose ante el Anciano de Días. Y dice en el versículo 9: «Seguí mirando, hasta que se establecieron tronos, y el Anciano de Días se sentó».
A menudo, cuando leo la Palabra de Dios, mi imaginación se enciende. Y al leer el libro de Daniel pienso en cómo debió ser para él tener un destello del trono del cielo. Y me surge esta pregunta: «¿Cómo habrá sido?»
Una de las preguntas que ha estado en mi mente desde hace un tiempo es si en alguna ocasión de tu vida viste algo por primera vez y dijiste en tu corazón: «¡Nunca seré la misma después de esto!» Eso me ha pasado varias veces en la vida; puedo pensar en tres ocasiones.
La primera de ellas fue cuando vi el océano Pacífico por primera vez. Mi esposa y yo viajábamos hacia California. Yo era un joven de Michigan, nacido en Detroit. Estaba en un viaje misionero para ir a Windsor, que está al otro lado de la frontera de Canadá. Este era un viaje largo; no viajábamos mucho en ese tiempo. Pero mi esposa pasó gran parte de su vida en California.
Así que salimos a ver y me quedé allí. Por primera vez este joven vio un océano. ¡Y era enorme! ¿Alguna vez has visto un océano? ¡Es inmenso! Cuando te paras en la orilla no puedes evitar sentirte pequeño. Pero cuando cierras tus ojos y escuchas las olas, percibes algo especial.
Tienes esta doble sensación de que el océano es inmenso, grande y «yo soy tan pequeño». Pero también existe esta sensación de paz. Recuerdo ver ese océano por primera vez y decir: «¡Necesito volver aquí de nuevo!» Y cada vez que tenemos la oportunidad de ir a visitar ese océano, lo hacemos. Y lo hemos hecho desde hace 22 años, cada vez que tenemos la oportunidad. Hemos llevado a nuestra familia una y otra y otra vez.
Bueno, la segunda vez que me pasó esto fue cuando vi a mi esposa por primera vez. Nos conocimos en una reunión del ministerio de jóvenes de nuestra iglesia cuando éramos adolescentes. Un amigo la invitó; me había contado un poco sobre ella, pero lo que me dijo no le hacía justicia.
Yo estaba en un ministerio de jóvenes que solía cerrar la reunión, al final de la noche, con círculos de oración. Hacíamos grupos de cinco o seis personas, y en total se formaban cinco a seis grupos. Luego nos distribuíamos por todo el salón.
Ella estaba en un grupo y yo en otro cuando comenzó la oración. Pero cuando terminó, ¡el Espíritu de Dios me había llevado a un grupo diferente! Ella abrió los ojos buscando a Jesús, y me vio. ¡Para mí fue amor a primera vista! Ahora, le tomó un poco de tiempo obedecer la dirección del Espíritu en su vida.
Pero cuando la vi, supe que quería a esa mujer en mi vida, ¡por el resto de mi vida! Y alabado sea Dios, hace un tiempo celebramos veinticinco años de matrimonio.
Y la tercera vez que me pasó esto, fue la primera vez que sostuve a mi pequeña Zoe en mis brazos.
Ahora, a los padres se les ha enseñado a mentir y decir que todos sus hijos son iguales. Y déjenme decirles la verdad: eso es mentira. Amo a mis niños, pero amo absolutamente a mis niñas. La primera vez que sostuve a mi pequeña Zoe en mis brazos, era una pequeñita de 5 libras, 5 onzas. La miré a los ojos y un león despertó dentro de mí.
Sabía que tenía que protegerla. Sabía que tenía que demostrarle que la amaba profundamente. Tenía que demostrarle el corazón del Padre. Y he comprometido mi vida a hacerlo. Durante dieciséis años he hecho todo lo posible para comunicarle a mi hija cuánto la ama su papá.
¡Todos estos momentos son momentos en los que, después de ver lo que vi, supe que nunca volvería a ser el mismo! Bueno, volviendo al texto. Daniel nos dice que tuvo un destello del Anciano de Días. ¡Imagina eso! ¡Imagínate un destello de Dios!
He estado buscando en las Escrituras para ver ejemplos de esto, y quiero mostrarte uno de ellos. Quisiera que saliéramos de Daniel por un momento y que fuéramos a Isaías. Mientras que Daniel describe la sala del trono que vio, me encanta que en el capítulo 6 de Isaías se nos da una visión detallada, un registro, de cómo es Dios en el trono.
Me encanta que Isaías use palabras tan poéticas, y me sorprende su eficiencia, la riqueza que hay en las palabras. Si yo hubiera visto lo que vio Isaías, ¡mis palabras se habrían quedado cortas! Pero mientras el Espíritu lo guiaba, él registró estas palabras. (Y quizás estés familiarizada con este pasaje). Isaías capítulo 6, versículo 1.
«En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo. Por encima de Él había serafines; cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y dos volaban. Y el uno al otro daba voces y diciendo:
“Santo, santo, santo es el SEÑOR de los ejércitos;
llena está toda la tierra de su gloria”.
Y se estremecieron los cimientos de los umbrales a la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. . .
Y oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” Entonces respondí: “Aquí estoy; envíame a mí”, le respondí. Y él dijo: “Ve, y dile a este pueblo. . .”» [Y le da estas instrucciones.] (Isaías 6:1-4, 8-9).
Ahora, quisiera detenerme aquí por un momento porque hay mucho contenido aquí para desempacar. En cada versículo hay actividad y movimiento, ¡pero ante nosotros hay un retrato de Dios! Y amada hermana, hay tantas cosas en esta cultura en las que puedes fijar tus ojos, o tu mirada. ¡Hoy, quiero que veas la gloria de Dios!
Hoy quiero que veas:
- ¡Que tu Dios es más grande y más maravilloso, que Él te ama!
- Que Él es más grande que cualquier cosa que el enemigo arroje contra ti.
- Que Él es más grande que el dolor y el quebrantamiento que estás experimentando.
- Que Él es el Amante de tu alma.
- Que Él restaura lo que está roto.
- Que Él es fiel para siempre.
Lo que Isaías nos da es un retrato de Dios y un retrato nuestro. Fíjate primero, en el versículo 1, cuando Dios se le aparece a Isaías: «En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor. . .». Hay tanto que se puede decir sobre este año en que murió el rey Uzías.
El rey Uzías fue uno de los reyes de Israel que más tiempo reinó. La historia y las Escrituras registran que reinó durante cincuenta y dos años. Era más que un político pasajero; él era una institución. Israel prosperó durante gran parte de su reinado. Ellos conocieron la paz social; conocían el poder militar.
Sabían lo que era tener una economía en crecimiento. Las cosas iban bien.
Si alguna vez has tenido un político del que hayas pensado favorablemente, puedes tener una idea de cómo se sentía el pueblo de Israel con respecto al rey Uzías. Si alguna vez has tenido un político del que hayas dicho: «Mientras él o ella estén en el cargo, sé que están luchando por el país. Mientras sea elegido, sé que las cosas van a estar bien». Puedes imaginarte por un momento cómo se sintió Israel.
Pero como dije antes, su reinado, en general, fue próspero. Pero no todo era color de rosa. El hecho es que, lamentablemente, Uzías no terminó bien. El versículo 1 nos cuenta la historia. Es una poderosa historia sobre terminar bien.
Quisiera que por un momento tengas tu dedo allí y vayas conmigo a 2 Crónicas, capítulo 26. En el versículo 16, lo que leemos es sobre el final de la vida de Uzías. Dice:
«Pero cuando llegó a ser fuerte, su corazón se hizo tan orgulloso que obró corruptamente, y fue infiel al Señor su Dios, pues entró en el templo del Señor para quemar incienso sobre el altar del incienso».
Verás, Dios guarda Su Palabra. Cuando los reyes de Israel lo honraban, Dios prosperaba al pueblo. Pero, lamentablemente, la mayoría de los reyes de Israel no terminaron bien. Hay una triste realidad que se ha desarrollado ante nuestros ojos en los últimos años de tantos hombres y mujeres que han vivido la triste historia de vivir la vida para ser admirados, acumulando respeto, viviendo la vida que la mayoría de nosotros aplaudiría, solo para llegar al final y ver cómo se revela todo.
Amada hermana, quiero animarte hoy a que si te encuentras en la última etapa y temporada de su vida, dupliques tu fidelidad al Señor. Comprométete hoy a terminar bien, a dejar un legado y un testimonio de adoración a Jesús y de fidelidad a Su Palabra.
Que las próximas generaciones digan de ti «ella terminó bien». Y la triste realidad es que estamos viendo que hombres y mujeres no terminan bien en todas las áreas: en deportes, entretenimiento, gobierno y lamentablemente, incluso en el ministerio.
¿Qué pasó con Uzías? Simplemente se enorgulleció. Se olvidó de que el Cielo gobernaba. Pensó que era él que gobernaba. Se olvidó de que es Dios quien nos da el poder. Todo poder que se nos otorga, como aprendimos antes de María, es poder derivado de un poder más grande. Toda gracia, «Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto» (Santiago 1:17). Si recuerdas que Dios es la fuente principal, nunca te quedarás sin provisión.
Nunca al punto de decir: «¡Fueron mis manos las que me trajeron aquí! ¡Fue mi fuerza, mi sabiduría, mi ingenio!» ¿Estás consciente de que no eres lo suficientemente fuerte, lo suficientemente inteligente? Es Dios por ti, Él es más grande que cualquier cosa que el mundo pueda arrojar contra ti. ¿Crees que Dios es fiel?
Tengo un anuncio que hacerles, algunas de ustedes están aquí porque quieren a Jesús. Bueno, creo que ahora voy más allá de ese punto. No estoy aquí porque quiero a Jesús. ¡Estoy aquí porque necesito a Jesús!«Te necesito, oh, te necesito; [cada día] y cada hora te necesito!» ¡Necesitamos crecer en una mayor dependencia de Dios!
La diferencia entre el crecimiento, el envejecimiento natural en el mundo y el crecimiento espiritual, es que a medida que envejeces en la edad natural del mundo, te vuelves más independiente. Pero a medida que creces espiritualmente, te vuelves más dependiente, que sea Dios el que esté en control.
La nación comenzó a fragmentarse, empezó a romperse y desmoronarse. Imagínate la devastación que debió sentir todo el pueblo cuando Uzías murió. «¡Nuestro rey está muerto! ¡Ya no está vivo!» Eso trae una segunda verdad, y es esta: los reyes van y vienen, los políticos van y vienen, pero hay un Rey que vive y reina para siempre.
Permítanme recordarte que la Biblia no nos llama a apolíticos ni a hacer de la política un ídolo. Ese es un camino delicado que debemos recorrer, y solo podemos hacerlo con la sabiduría del Espíritu Santo.
Por un lado, no deberíamos ser indiferentes a la vida de la sociedad. Y, por otro lado, sería prudente prestar atención a las palabras del difunto Chuck Colson de que la salvación no llega volando como la fuerza aérea. Lo que sabemos es que las victorias políticas son, en el mejor de los casos, efímeras.
Un presidente es elegido, luego su sucesor viene después de él y deshace su legado en un abrir y cerrar de ojos. Obtenemos una victoria este año, y luego el próximo año podría pasar otra votación. No pongas tu esperanza en la política de este mundo. Pon tu esperanza en la política del Cielo.
¿Agradeces a Dios que tenemos un Dios inelegible, intachable? ¡Su reinado es irrevocable! ¡Él es el Rey de reyes, el Señor de señores, y digno de nuestra alabanza! No importa cuantas elecciones presidenciales haya en este mundo Dios seguirá en el cielo. ¡Jesús seguirá siendo Señor!
¡Él es digno de nuestra alabanza, y Su plan seguirá intacto, porque el Cielo gobierna! El Cielo gobierna hoy. El Cielo gobierna hoy, mañana y siempre. El Cielo gobierna antes de las elecciones y el Cielo gobierna después de las elecciones.
Nancy: Qué poderoso y oportuno recordatorio del pastor Chris Brooks, hablando a un grupo de casi 5,000 mujeres en una de las conferencias de True Woman, en Indianápolis con miles más viendo en línea en inglés, español y también en portugués.
Como seres humanos, siempre estamos a la expectativa, esperando ver qué sucederá en nuestro país cuando un nuevo gobernante se levanta. Hay resultados específicos, que ansiamos ver. Queremos saber qué pasará, quién estará a cargo una vez que todo esté dicho y hecho.
Y ese es un momento en el que es muy importante para nosotras aconsejar nuestros corazones con la verdad de que no importa cuáles sean los resultados Dios todavía está en Su trono. El Cielo gobierna. Esa es una verdad que debemos predicarnos todos los días de nuestra vida.
«El Cielo Gobierna» no fue solo el tema de True Woman ‘22, y es el título de uno de mis libros más recientes.
Mañana en Aviva Nuestros Corazones, escucharemos la conmovedora conclusión del mensaje del Pastor Chris Brooks. Espero que no te lo pierdas a la luz de lo que está sucediendo no solo en este país, sino en todo el mundo. Creo que sería muy apropiado que tomemos un momento juntas para clamar al Señor en nombre de nuestra nación. Si estás en un lugar donde puedes hacer esto, detente y únete a nosotras en esta oración. Glenna Marshall, quien fue expositora en la conferencia, nos dirigirá en esta oración. Ella esposa de pastor, autora y conferencista. Ahora, unámonos a ella para clamar al Señor en nombre de nuestro país.
Glenna Marshall: Padre Celestial, es un gran ánimo saber que Tú le diste la existencia a todo, nunca te has bajado de Tu trono. Tú estás gobernando y siempre lo harás. Es tan fácil para nosotras mirar alrededor a las crisis culturales, crisis políticas, crisis de salud y preguntarnos, ¿Qué estás haciendo? ¿Dónde estás? ¿Por qué no apareces? Pero Tú estás aquí, y estás con nosotras. Podemos confiarte nuestras vidas aquí en esta tierra.
Te confiamos nuestra eternidad. Te damos gracias porque Tu reino ha venido, y aún vendrá. Señor, ayuda a las mujeres a recordar que Tú eres inamovible e inquebrantable. Cuando estamos conmovidas y sacudidas por los acontecimientos en las noticias que nos rodean, Tú no estás sorprendido ni fuera de control. Sigues siendo soberano. Todavía eres bueno. Eres tan sabio, justo, santo y tan digno de confianza.
Oro para que nos ayudes a buscar en Tu Palabra la historia de cómo será la victoria, a no mirar a nuestras circunstancias para decidir cómo va a terminar la historia. Ayúdanos a recordar que Tú has escrito la historia desde el principio hasta el final. Ganarás; Tú estás ganando. Es difícil para nosotras ver eso a veces, pero Tú ves el panorama completo y podemos confiar en Ti. Que se calmen los corazones temerosos. Que los corazones que se esconden en el pecado salgan a la luz. Que Jesús sea glorificado y exaltado en medio de nosotras. Oramos esto en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Recordándote que los destellos de Dios te ayudarán a encontrar libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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