Tu pecado puede ser perdonado
Débora: Con nosotras, Lisa Dudley.
Lisa Dudley: Creo que dentro de la iglesia las personas temen ser juzgadas por los demás. Nos preocupamos mucho por eso en lugar de abrazar el perdón de Dios. Y lo que Cristo nos enseña es que ningún pecado es demasiado grande para Él; si lo confiesas, te vuelves hacia Él y le permites que te perdone, recibirás Su perdón.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 10 de octubre de 2023.
Ayer escuchamos la historia de Lisa Dudley. Ella creció en un hogar estable y asistía a la iglesia; pero tuvo que lidiar con el dolor de haber abortado a su hijo. Ayer comenzamos a escuchar su historia. Ella se había unido a un estudio bíblico y descubrió que su única esperanza estaba en el perdón a través de la sangre de Cristo. …
Débora: Con nosotras, Lisa Dudley.
Lisa Dudley: Creo que dentro de la iglesia las personas temen ser juzgadas por los demás. Nos preocupamos mucho por eso en lugar de abrazar el perdón de Dios. Y lo que Cristo nos enseña es que ningún pecado es demasiado grande para Él; si lo confiesas, te vuelves hacia Él y le permites que te perdone, recibirás Su perdón.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 10 de octubre de 2023.
Ayer escuchamos la historia de Lisa Dudley. Ella creció en un hogar estable y asistía a la iglesia; pero tuvo que lidiar con el dolor de haber abortado a su hijo. Ayer comenzamos a escuchar su historia. Ella se había unido a un estudio bíblico y descubrió que su única esperanza estaba en el perdón a través de la sangre de Cristo. Hoy vamos a escuchar la segunda parte de la conversación de Nancy con Lisa Dudley.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Algo que realmente me ha sorprendido al escuchar la historia de algunas personas, es que hablan de la vergüenza, la culpa, la depresión y todas las consecuencias. Y luego, para cada una de esas personas, parece que el punto de inflexión ha sido conocer a Cristo de una manera real. Y eso confirma lo que dices, Lisa, que fuera de Cristo no hay otra manera de enfrentar esos problemas.
Lisa: Eso es totalmente cierto. Y debemos sacarnos de la cabeza cualquier cosa que sea contraria a esa verdad. ¡Tienes que salir de ahí! Lo que quiero decir es que las mujeres que han experimentado el aborto, creen las mentiras y terminan desmoronándose en su interior. Y la verdad es que cuando hice el estudio de Perdonada y puesta en libertad, pude sacar de mi interior todas esas mentiras y confesar mi pecado.
Y una vez que haces eso, cuando recibes y caminas en el perdón de Jesús, ya no eres esclava de tu pecado. Realmente eres libre.
Nancy: Lisa, mientras hacías ese estudio, ¿experimentaste avivamiento y restauración de una manera dramática? ¿O fue más bien un proceso de sanación gradual?
Lisa: Fue un proceso gradual de restauración que tomó muchos años…y aún continúa hoy. Me di cuenta de que las consecuencias del aborto son para toda la vida. Fui perdonada y puesta en libertad, pero esas consecuencias siempre estarán presentes. Sigo pensando en eso todo el tiempo. Todos los días pienso en ello, porque trabajo en esa área y ayudo a otras mujeres que han pasado por un aborto, y es una de las cosas que descubres en el camino, estas mujeres tienden a bloquear muchas cosas para protegerse.
Nancy: Lisa, mientras hacías ese estudio, ¿hubo algún momento en que sentiste que no podías superar la situación?
Lisa: Sí. De hecho, en ese momento decidí dejar el estudio. No lo completé. Habíamos llegado a la última parte en la que se hace una especie de memorial en el que le pones nombre al bebé. Pero, para mí, eso era muy extraño.
Nancy: ¿Te animaron a hacer eso en privado o en grupo?
Lisa: Bueno, en realidad el grupo en ese estudio bíblico era muy pequeño. Ellos me animaron a orar y a pasar un tiempo con el Señor para pedirle que me revelara algo sobre el bebé, y tal vez ponerle un nombre. No tenía que ponerle un nombre, pero fue una manera de darle dignidad a ese niño para despedirme de él, y dejarlo ir.
Cuando escoges el aborto, no te permite pasar por el proceso natural de duelo. Pero sucede lo contrario cuando pierdes un bebé después de que nace, es algo normal que tengas que pasar por ese proceso de duelo. Pero cuando decides abortar, no puedes hablar sobre eso.
Así que ese es el propósito del memorial. Te permite completar el proceso de sanación. Pero yo no lo entendía en ese momento, y por eso no lo hice. Así que, años después, terminé yendo a otro estudio bíblico que trataba el tema del aborto. Volví a caminar ese proceso y entonces lo entendí. Comprendí el propósito de ese memorial. Fue algo hermoso y estoy contenta de que finalmente lo hice.
Nancy: Y Lisa, ¿llegaste al punto en el que tuviste que hablar con tus padres mientras estabas en ese proceso?
Lisa: Sí. Aunque nunca pude hablar con papá. Él falleció antes de que pudiera hacerlo. Sin embargo, hoy tengo la oportunidad de hablar con muchas personas sobre este tema. Trabajo para Justice Foundation y soy la directora de alcance para la Operación Clamor. Así que uso bastante los medios de comunicación de radio y televisión.
Nancy: Quiero preguntarte, Lisa, ¿qué te llevó a hablar sobre el tema? Porque en realidad una cosa es lidiar personalmente con esto, y la mayoría de las mujeres que se han realizado un aborto piensan: «Esto es algo de mi pasado. No hay necesidad de hablar de esto».
Lisa: Sí, yo también pensaba de esa manera. Pero cuando trabajé para Justice Foundation como asistente legal, no estábamos haciendo ningún trabajo provida en ese momento. Pero luego tuvimos el honor y el privilegio de conocer a Norma McCorvey y Sandra Cano. Ellas fueron las piezas clave del caso Roe vs. Wade y Doe vs. Bolton, quienes se convirtieron en nuestros clientes.
Nancy: Piezas clave en el movimiento provida.
Lisa: Así es. Y luego empezamos a hacer este trabajo. Tuvimos que decidir cómo íbamos a presentar pruebas para anular algunos casos en los que había declaraciones a favor del aborto. Había una gran cantidad de evidencia sobre cuándo comienza la vida, pero había muchas mentiras que se decían también a partir del caso Roe vs. Wade; por ejemplo, que el aborto es bueno y necesario.
Pero la única manera en que podemos combatir esto es por las mujeres que han experimentado el dolor del aborto. Así que comenzamos a reunir testimonios para hacerlo. Y como yo era asistente legal en ese momento, recibía los testimonios.
La forma de llegar a otras mujeres es hablando. Así que hubo un par de señoras que hablaron en algunas iglesias y lugares diferentes para compartir sus testimonios, y animaron a otras mujeres a hacerlo en forma de una declaración jurada. Pero yo no hacía eso en ese entonces. Yo solo estaba «detrás de escena», como asistente legal.
Nancy: Estabas escuchando a otras mujeres contar sus historias.
Lisa: Sí. Cuando escuchaba la historia de otras mujeres me identificaba con ellas, pero nadie en mi lugar de trabajo sabía que yo era un caso postaborto, porque no se lo había dicho a nadie. Hubo un momento en que sentí que debía hacerlo, porque en nuestra sala de conferencias se estaba discutiendo algo con respecto al tema, y yo sabía que no era lo correcto. Pero ellos no lo entendían porque no habían experimentado un aborto.
Yo intenté levantarme de mi asiento para decirles: «Están equivocados. Eso no es así». No puedo recordar exactamente lo que estaban discutiendo. Pero Dios me dio dominio propio. Sentí que el Señor me dijo: «Quédate tranquila. Solo quédate tranquila». Dios no me dejó hablar y no comprendí por qué si en ese momento yo entendía que estaba lista para decirles.
Así que el tiempo pasó y me di cuenta de que lo que tenía que hacer era observar y aprender. No era el momento de hablar.
Tuvimos la oportunidad de ir a Israel para una conferencia provida. Estábamos allí y visitamos el huerto de Getsemaní. Tuvimos un tiempo de silencio y oración allí. Sentí que Dios me habló de nuevo y me dijo: «Este es el momento. Tu tiempo de hablar ha llegado». Así que en ese momento supe que era el momento de compartir mi historia.
Cuando volvimos a los Estados Unidos, llevé a todo el personal a la sala de conferencias. Les dije: «Tengo algo que decirles». Fue entonces cuando les conté todo. Pero todavía no se lo había dicho a mi familia.
Nancy: Así que habías estado trabajando en este ministerio provida, pero…
Lisa: Nadie sabía. Yo lo había compartido con mi hijo mayor, que en ese momento tenía 18 años. Él había ido conmigo a Israel. Así que se lo compartí a él primero, y cuando regresamos lo compartí con el personal.
Nancy: ¿Estaban sorprendidos?
Lisa: No sé si yo lo describiría así. Realmente creo que se quedaron conmocionados. Me dijeron: «¿Por qué no dijiste nada todo este tiempo? ¿Por qué no nos habías dicho esto?» Yo tenía 9 años trabajando en Justice Foundation, así que los conocía a todos desde hacía mucho tiempo.
Pero les dije: «No era el momento. Es lo único que puedo decir. Dios me había dejado claro que no era el tiempo».
Nancy: ¿Sentiste alivio cuando lo compartiste?
Lisa: Oh, sí. Absolutamente. Cuando Dios te llama a hacer algo y estás en el lugar y el momento indicado, Él te capacita para ello. Es una gran sensación de libertad y de alivio.
Pero todavía no se lo había dicho a mi mamá y mi papá había fallecido, así que no pude decírselo a él. Tengo una hija que tenía unos diez años en ese momento. Ella estaba en la escuela, pero yo no podía simplemente ir y sacarla de allí para contarle.
Pero yo sabía que Dios me pondría en el lugar correcto para poder compartir mi historia en público. Mi madre era muy anciana, y sinceramente, esperaba que tal vez ella pudiera ir a estar con el Señor sin saberlo nunca. La realidad es que, como hija, no quieres causarle ese dolor a tus padres.
El aborto lastima a toda la familia. No solo te afecta a ti. Afecta a todos en la familia. Y yo realmente quería evitarles ese dolor. Pero terminé contándole a mi mamá, porque yo iba a testificar en una audiencia y necesitaba que ella entendiera por qué lo estaba haciendo.
Yo estaba llorando. Le dije a mi mamá: «Lo siento mucho».
Nancy: ¿Se lo dijiste cara a cara?
Lisa: Cara a cara. Y ella me miró. No lloró, pero sus ojos se llenaron de lágrimas. Puso sus brazos alrededor de mí y me dijo: «Lisa, ¿sabes lo mucho que tu padre y yo te amamos? Hubiéramos hecho todo para ayudarte a ti y a tu bebé. Siento mucho que hayas tenido que pasar por eso».
No pasó nada de lo que más temía que pudiera suceder. No me dijo: «¡¿Cómo pudiste hacer eso?!» Fue un momento hermoso. Fue un tiempo de profunda relación con mi madre. Fue muy, muy bueno. Así que estoy muy agradecida de haberlo compartido con ella antes de que falleciera.
Lo compartí con mi hija y con mi hijo pequeño de 6 años, porque ellos sabían cuál era mi trabajo, aunque no lo entendían todo.
Para mí era importante que lo entendieran porque yo estaba compartiendo mi historia en público. Y eso es algo que no puedes hacer sin que tu familia lo sepa. Tienen que escucharlo de ti. Es una parte muy importante del proceso de sanación, porque no lo estás manteniendo en secreto.
La realidad es que algunas personas lo toman mal. El resultado de compartir mi historia no siempre fue positivo. Pero con el tiempo llega a serlo, porque es una parte importante del proceso de sanación.
Tu familia tiene derecho a saberlo porque ellos también han sufrido una pérdida. Mi madre perdió a un nieto. Mis hijos perdieron a un hermano. Ellos sienten la pérdida.
Así que ellos necesitan tener la oportunidad de saberlo, de llorar. Necesitan pasar por ese proceso. Además, cuando eres honesta y real con tu familia, sin llevar una máscara, eso permite que la relación se estreche todavía más.
Nancy: Y Lisa, hay otro aspecto importante y es, cuando nos estamos escondiendo, ya sea por un aborto o cualquier otro pecado, eso es orgullo. El orgullo nos aleja de Dios. Así que caminar en honestidad, siendo transparentes, es una expresión de humildad. ¿Y qué hace Dios con las personas que se humillan? Él les da gracia.
Y es la gracia que necesitamos para lidiar con la culpa, la vergüenza y las consecuencias negativas. Pero, como mencionaste, Lisa, eso no quiere decir que las consecuencias desaparecen. La gracia de Dios viene a nuestras vidas cuando estamos dispuestas a humillarnos y a caminar en la luz.
Lisa: Totalmente. Cuando pienso en todos esos sentimientos de temor de que la gente se enterara, que mi madre supiera y otras personas, y luego darme cuenta que el compartirlo resultó para bien, me hizo sentir tranquila. Pero me arrepiento de no haberlo hecho desde un inicio.
Por eso al principio dije que algún día me gustaría saber por qué Dios me permitió tomar las decisiones que tomé. Tenemos libre albedrío, tomamos decisiones, pero luego tenemos que vivir con las consecuencias. Pero también sé que muchas veces Dios puede llamar tu atención.
Y creo que el Señor usó muchas cosas para llamar mi atención, pero yo no me daba cuenta.
Nancy: Sin duda Dios utiliza diferentes medios para llamar nuestra atención.
Lisa: Absolutamente. Yo tengo preguntas que le haré al Señor algún día, cuando esté con Él en el cielo. Pero lo bueno de todo esto, es que Dios ha tomado la parte más oscura de mi vida, lo más doloroso que me ha pasado, y lo ha usado para bien.
Cada vez que comparto mi historia le digo a la gente: «Si tan solo una mujer puede evitar el dolor que yo experimenté, y una sola puede encontrar la sanidad como yo fui sanada, entonces vale la pena. No me cansaré de contar mi historia». Voy a compartirla siempre que me lo pidan, porque cada vez que lo hago, las mujeres que han tenido la misma experiencia pueden encontrar consuelo al saber que no son las únicas que han pasado por eso. Ya no se sienten solas.
Nancy: ¿Has conocido mujeres que se sentían solas en esa situación?
Lisa: Por supuesto. He hablado en muchas iglesias de todo el país y nunca deja de sorprenderme la cantidad de mujeres que se acercan a mí, toman mi mano y me dicen: «Yo te entiendo. Yo también experimenté lo mismo». Y otras están dispuestas a preguntar cómo pueden ayudar. Y otras no están listas y se alejan.
Este tema del aborto pasa mucho dentro la iglesia.
Nancy: ¿Más de lo que la mayoría de la gente piensa?
Lisa: Correcto. Hay dos estadísticas que he escuchado mencionar: una de cada tres y una de cada cuatro mujeres en la iglesia han experimentado un aborto.
Cuando he contado mi historia en una iglesia pequeña, les pido que se pongan de pie una de cada tres personas, y luego les digo: «Ahora mira a tu alrededor en la congregación. Hay mucha gente sufriendo». Es nuestro trabajo como el cuerpo de Cristo llegar a estas personas hablándoles del perdón y la sanación que hay en Cristo.
Y creo que en el contexto de la iglesia, las personas temen ser juzgadas por los demás. Creo que nos preocupamos por eso más de lo que abrazamos el perdón de Dios. Y lo que Cristo nos enseña es que ningún pecado es demasiado grande para Él; si nos volvemos a Él y confesamos nuestros pecados, recibiremos Su perdón.
Realmente vemos mucho de eso en la iglesia. He conocido esposas de pastores que han experimentado un aborto. Y por la posición en la que están dentro de la iglesia, muchas veces tienen miedo de hablar sobre el tema públicamente.
Nancy: Parece que el miedo es la respuesta natural en ese sentido.
Lisa: Absolutamente. Y es el arma que utiliza el enemigo. Satanás usa el miedo para mantenerte atrapada, esclava. Esa es la mejor manera en que puedo describirlo. Hay muchas mujeres que están sufriendo porque tienen miedo. Así que es por eso que tratamos de hablar en las iglesias sobre todo ese tema del aborto, el perdón y la sanación en Cristo, tanto como podamos. Queremos que este mensaje llegue a las iglesias, porque el aborto es algo que sucede dentro de la iglesia más de lo que pensamos.
Y debo mencionar que muchos pastores se ponen nerviosos al hablar sobre el aborto, ya que lo ven como una cuestión política. Pero el aborto no es una cuestión política, es una cuestión moral. Es un asunto familiar. Es un gran problema en nuestra iglesia al que necesitamos hacerle frente, porque sucede dentro de la iglesia.
Nancy: ¿Y cuál podría ser una manera de comenzar a tratar este tema en la iglesia?
Lisa: La mejor manera sería invitando a una mujer a que cuente su testimonio. Pero hay dos cosas que se deben hacer. Primero, alguien tiene que tener la disposición de iniciar un estudio bíblico sobre el aborto en la iglesia. Si no hay una persona para eso, existen los programas de recuperación postaborto. Los centros de cuidado a embarazadas serían otra opción si la iglesia no está equipada o si no se dan las condiciones para realizar un estudio bíblico sobre el tema. Pero es muy importante que la iglesia esté debidamente equipada para recibir a estas mujeres que están sufriendo.
Y yo sé que hay pastores a los que muchas mujeres se les han acercado para decirles que se realizaron un aborto, pero ellos no saben cómo aconsejarlas o qué responderles. La realidad es que el aborto es un tema que causa mucho temor. Pero les he dicho: «Simplemente, habla verdad a su corazón como lo harías sobre cualquier otro tema».
Una de las maneras más efectivas para que las personas se sinceren es compartiendo un testimonio. Y eso se aplica a cualquier problema, no solo al aborto. Cada vez que compartes tu testimonio en la iglesia sobre la gracia de Dios cuando estabas en ese lugar oscuro, y sobre lo que Él ha hecho en tu vida ahora que estás caminando en la luz, el corazón de la gente se conmueve.
Ahí es cuando el Espíritu Santo comienza Su obra. Empieza a sacarnos del pecado en el que estamos viviendo. Somos esclavas de nuestros pecados hasta que los confesamos y somos liberadas.
Nancy: Lisa, cuando compartes tu historia en las iglesias, ¿sientes que a veces la gente se siente incómoda o casi paralizada de que hables sobre el tema tan abiertamente?
Lisa: Sí, eso depende de la iglesia, la denominación y ese tipo de cosas. He visto todo tipo de reacciones. Incluso en una ocasión un par de personas salieron muy enojadas porque yo había estado allí. Pero la mayoría de las veces soy bien recibida, muchas personas me dicen, «muchas gracias por compartir tu testimonio».
Nancy: Y a medida que compartes tu testimonio, ¿crees que la gente se siente libre de poder hacer lo mismo?
Lisa: Por supuesto. Y una manera en que veo esa libertad, es que aunque no lo vayan a hacer públicamente, se acercan a mí y me dicen: «¡Muchas gracias por compartir tu testimonio! Pensé que estaba sola». Y esa es mi oportunidad de ministrar a esa mujer y hacerle saber que hay esperanza. Le digo: «Hay sanación para ti en Cristo. Veamos qué puedes hacer para comenzar tu proceso de sanación, ya sea en un programa de recuperación del aborto o en un estudio bíblico que trate el tema. Puedes ser sanada como yo lo fui».
Hay muchas mujeres sufriendo, que están en profundo dolor. Pero ellas pueden ser liberadas de ese dolor si tan solo dieran el primer paso.
Nancy: Lisa, háblale a esta mujer que está escuchando en este momento, que quizás creció en la iglesia, tal vez tiene padres cristianos y conoció al Señor desde niña, pero tomó decisiones equivocadas, cayó en inmoralidad sexual, quedó embarazada y eligió abortar. Así que tuvo miedo y vergüenza, pero no se lo ha contado a nadie y te está escuchando ahora mismo.
Lisa: No estás sola. Jesús está esperando que vengas a Él y le traigas tu dolor. Quiero que sepas que hay esperanza, que puedes ser sanada.
Una vez que tomes la decisión de iniciar el proceso de sanación, encontrarás alivio del dolor que has cargado probablemente por mucho tiempo. Es una experiencia muy positiva y te animo a hacerlo. Quiero que sepas que no estás sola. Realmente comprendo los sentimientos de vergüenza, culpa y dolor que has estado guardado por mucho tiempo, porque piensas que nadie debe saberlo. Somos miles de mujeres en todo el mundo que hemos tenido la misma experiencia, pero hemos caminado hacia la recuperación del aborto y no sufrimos más.
Nancy: Hay esperanza.
Lisa: Hay esperanza. Absolutamente.
Nancy: Esperanza a través de Cristo. Quiero tomar un momento, y simplemente orar por aquellas oyentes, creo que hay probablemente muchas ahora. Y por cierto, una de las cosas que he encontrado es que no solo se da en las mujeres más jóvenes. Hemos encontrado que también es para las mujeres de más edad, mujeres de 60, 70, 80 años han confesado: «Décadas atrás tuve un aborto, nunca le dije a nadie, he vivido con esto toda mi vida».
Lo que queremos decirte es que no tienes que permanecer en la oscuridad. Puedes salir a la luz. Ahí es donde encuentras la gracia de Dios. Ahí es donde puedes encontrar perdón, libertad y abundancia en Cristo.
Y al verte a ti, Lisa, y pensar en todo lo que has pasado, y ver que Dios no solo te ha rescatado y redimido, sino que te está usando para ser un medio de bendición para otras vidas, quiero que tomemos un momento para orar por nuestras oyentes que han sido ministradas mientras tú compartías esta historia.
Señor, te agradezco mucho por la impresionante, asombrosa gracia de Jesucristo, y por lo que Cristo hizo en la cruz al derramar Su sangre inocente por nuestros pecados, incluyendo el pecado de derramar sangre inocente. Gracias, Señor, porque en la cruz y por medio de Jesucristo encontramos perdón. Hay gracia. Hay restauración. Por medio del arrepentimiento podemos ser renovadas y restauradas cualquiera que sea el pecado.
Señor, yo sé que hay personas que están en esclavitud, que han estado escuchando esta conversación, y todavía están recluidas bajo las garras del miedo, la vergüenza y el secreto. Oh Dios, te pido que les des la valentía y la fe para salir de la oscuridad a la luz, de la decepción a la verdad, del orgullo a la humildad.
Señor, dales un sentido de esperanza y atráelas hacia Ti. Ruego que busquen ayuda en medio de su iglesia local, a través de nuestros recursos, de alguien pueda caminar con ellas a través de este proceso. Te pido que liberes a quienes están cautivas.
Señor, no solo a las mujeres que han sido afectadas por el aborto, sino también a sus madres, abuelas, hombres, niños, otros hermanos. Ruego, oh Señor, que Tú hagas una gran obra de liberación y victoria, y tomen nuevamente el terreno que les fue quitado por el enemigo en esta área.
Gracias, Señor, porque Tú eres un Dios redentor, capaz de tomar incluso el pecado de nuestro pasado y hacernos nuevas criaturas y darnos esperanza, un futuro, una vida, abundancia y hacernos útiles. Gracias, Señor, por esta sierva, Lisa, y porque ha sido vulnerable al compartir con nosotras. Gracias por redimir su vida y porque la estás utilizando para ser un medio de bendición y restauración en otras vidas.
Gracias, Señor. Te amamos y te bendigo en el nombre de Jesús. Amén.
Débora: Todo pecado puede ser perdonado. Eso incluye el pecado del aborto. Nancy Demoss Wolgemuth ha estado hablando con Lisa Dudley. Si te perdiste el episodio de ayer, puedes visitar avivanuestroscorazones.com y escuchar el audio o leer la transcripción. También puedes ir a nuestra aplicación para dispositivos móviles. Lisa creció en la iglesia, pero tomó malas decisiones que afectaron su vida. Ahora ella les habla a otras mujeres acerca del poder del perdón.
¿Hay alguna mujer dentro de tu círculo cercano que está teniendo luchas con el pecado? ¿Esa persona está luchando con tentaciones en su mente y corazón, con formas equivocadas de pensar que han sido moldeadas por la sociedad en que vivimos? Tanto ellas como nosotras necesitamos una infusión del evangelio día con día.
En Aviva Nuestros Corazones queremos ser una infusión diaria de gracia, de esperanza y de pensamiento bíblico centrado en el evangelio, que ayude a las mujeres a filtrar lo que el mundo ofrece a través de la Palabra de Dios. Cuando hablamos de impartir esa infusión diaria, pensamos en los colaboradores mensuales que hacen esto posible. Mes a mes ellos son de apoyo a través de sus oraciones y ofrendas, ayudando a que este ministerio siga adelante.
¡Estamos muy agradecidos por nuestro equipo de colaboradores y es nuestro deseo que Dios siga añadiendo a muchos más!
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¡Te necesitamos! Tú puedes ser parte de la misión vital de nuestro ministerio permitiéndonos llegar a las mujeres con el mensaje de libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Serás testigo de cómo Dios aviva sus corazones.
Llamándote a encontrar libertad y perdón en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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