Tu batalla es del Señor
Carmen Espaillat: Aquí está Nancy DeMoss de Wolgemuth.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Nuestra tendencia natural es querer ser liberadas de la batalla. “¡Yo no estoy lista para esto! Dios lo sabe.” Yo creo que algunas veces ÉL nos pone justo en la batalla para que podamos experimentar el poder sobrenatural para destruir a nuestros enemigos.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Si hay alguna tarea grande acechando tu día, toma unos minutos para saber lo que dice la Biblia sobre cómo afrontar la situación. Haremos esto al mirar la vida de Josué. Estaremos estudiando la vida de este héroe por unos meses, iniciando ahora en julio. La primera parte de esta serie se titula, “Lecciones de la vida de Josué: Aprendiendo a ser victoriosa”.
Nancy: ¿Alguna vez te han asignado una tarea para la cual te sentías completamente …
Carmen Espaillat: Aquí está Nancy DeMoss de Wolgemuth.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Nuestra tendencia natural es querer ser liberadas de la batalla. “¡Yo no estoy lista para esto! Dios lo sabe.” Yo creo que algunas veces ÉL nos pone justo en la batalla para que podamos experimentar el poder sobrenatural para destruir a nuestros enemigos.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Si hay alguna tarea grande acechando tu día, toma unos minutos para saber lo que dice la Biblia sobre cómo afrontar la situación. Haremos esto al mirar la vida de Josué. Estaremos estudiando la vida de este héroe por unos meses, iniciando ahora en julio. La primera parte de esta serie se titula, “Lecciones de la vida de Josué: Aprendiendo a ser victoriosa”.
Nancy: ¿Alguna vez te han asignado una tarea para la cual te sentías completamente inadecuada , no preparada para hacerla? ¿Inadecuada? ¿No apta para eso? Tal vez te dieron un trabajo en el cual no tenías el entrenamiento ni la experiencia necesaria y pensabas: ¡Esto es más de lo que puedo manejar!
O tal vez para ti fue el matrimonio. ¿Alguna de ustedes se levantó un día durante la primera semana de matrimonio y pensó, no estoy lista para esto, pero es demasiado tarde para estar pensando en esto?
Si no pensaste algo así en aquel entonces, tal vez lo pensaste cuando te convertiste en mamá y pensaste, no me entrenaron para esto. No estudié esto en la universidad. No no estoy lista para esto. Cargando a tu pequeño bebé; pensando, ¿Cómo hago esto? Tal vez tu no fuiste educada o creciste en ambiente piadoso, pero tu quieres educar a tus hijos en ese ambiente, y que tus hijos sean hombres y mujeres piadosos. Y estas pensando; yo no tengo ni idea. No sé cómo ser una buena o sabia madre para este pequeño que hace tanto ruido.
Pudo haber sido que te hayan pedido dirigir un estudio bíblico o un grupo pequeño o discipular a una joven creyente. De alguna manera aceptaste, y luego pensaste: ¿En qué me metí? ¿Còmo me metí en ésto? No sé cómo voy a hacer esto.
Ustedes me han oído decir en Aviva Nuestros Corazones, que muchas veces yo he sentido esto acerca del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y acerca de mi llamado, y cuántas veces me he sentado a escribir en mi computadora; como anoche y he pensado: ¿En qué me metí? Yo no puedo hacer esto. No estoy preparada. Estoy mal equipada, soy inadecuada para este llamado. Yo siento eso la mayor parte del tiempo.
Bueno, estamos estudiando la vida de Josué y empecé este estudio, porque necesitaba un poco de ánimo para continuar corriendo la carrera de la vida cristiana. No quiero solo haber corrido bien cuando era jóven. Lo logré por la gracia de Dios. Pero han pasado los años, y al enfrentar la segunda etapa de mi vida, los últimos años—yo no se cuantos años más me de el Señor—pero quiero permanecer fiel. Yo quiero correr bien.
Así que mientras he estudiando la vida Josué, desde sus primeros años hasta sus últimos; me he estado preguntando a mi misma: ¿Qué puedo aprender para que me ayude en mi vida? Empezamos en la última sesión en Éxodo 17, y les voy a pedir que vayamos de nuevo ahí. Vamos a pasar varios días en este pasaje no es largo pero contiene tanto y quiero que profundicemos un poco más en este pasaje tan conocido. Esta es la primera referencia de Josué en el Antiguo Testamento, y es un pasaje importante. Voy a leer empezando en el versículo 8, y luego hablaremos de su significado.
“Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.” Hablamos en la última sesión de cómo los hijos de Israel habían salido de Egipto. Ellos cruzaron el Mar Rojo. estaban siguiendo el liderazgo de Moisés. Josué estaba en ese grupo, observando cómo Dios los guiaba con Su presencia, viendo cómo Dios proveyó agua y comida y todo lo que necesitaban. Y ahora llegan a este lugar de Refidim y este enemigo, que se oponía a Dios, llamado Amalec, viene en contra de ellos y pelea con ellos.
“Y Moisés dijo a Josué. . .” Primera mención. ¿De donde habÍa venido Josué? ¿Qué vio Moisés en él? ¿Acaso dijo Dios: “escoge a Josué”? No lo sabemos. Sólo sabemos que Moisés le dijo a Josué, Versículo 9,
“Escógenos hombres y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado con la vara de Dios en mi mano. Y Josué hizo como Moisés le dijo, y peleó contra Amalec; y Moisés, Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedió que mientras Moisés tenía en alto su mano, Israel prevalecía; y cuando dejaba caer la mano, prevalecía Amalec, el enemigo. Pero las manos de Moisés se le cansaban. Entonces tomaron una piedra y la pusieron debajo de él y se sentó en ella; y Aarón y Hur le sostenían las manos, uno de un lado y otro del otro. Así estuvieron sus manos firmes hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
Entonces dijo el SEÑOR a Moisés: “Escribe esto en un libro para que sirva de memorial, y haz saber a Josué que yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y edificó Moisés un altar, y le puso por nombre El SEÑOR es mi estandarte, [Jehová Nisi, el nombre de Dios, Jehová es mi estandarte es Jehová Nisi] y dijo: “El Señor lo ha jurado; el SEÑOR hará guerra contra Amalec será de generación en generación. (Éxodo 17: 8-16)
Empecemos con la primera parte del pasaje. Versículo 8, “Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.” ¿Quién era Amalec? Los Amalecitas eran descendientes de Amalec, nieto de Esaú. Esaú fue hijo de Isaac; por supuesto. Los Amalecitas eran nómadas. Vivían en la región sur de Israel. Debido a este ataque contra Israel en Refidim, y por lo que le hicieron al pueblo de Dios, iban a ser sujetos al decreto de Dios de aniquilación.
Pasarían muchos años antes de ser aniquilados por completo. Esta batalla que estamos leyendo aquí; fue la primera de una larga serie de peleas con los Amalecitas, terminando en los días de Ester, cuando los últimos descendientes de Agag, quien fue el rey Amalecita en los días de Saúl, finalmente fueron destruidos en Persia.
Si tú no pudiste seguir toda esa genealogía, está bien, es para que sepas que toda esta gente vino en contra de Israel; y como resultado, Dios dijo: “Yo voy a tratar con ustedes. Estarán bajo Mi ira y Mi juicio.”
Este fué un ataque cruel y no provocado por los israelitas. Hay un relato paralelo—no tienes que buscarlo ahora, pero en Deuteronomio capítulo 25 mientras que los hijos de Israel, cuarenta años más tarde, se preparaban para entrar a la tierra prometida; Moisés les recordaba su historia. Y cuando él llega a este capítulo de su historia; aquí es cómo él la describe en Deuteronomio 25. Él dice:
“Recuerda lo que te hicieron los Amalecitas después de que saliste de Egipto: Cuando estabas cansado y fatigado, salieron a tu encuentro y te atacaron por la espalda a todos los rezagados. No tuvieron temor de Dios!”
(Deut. 25: 17-18 NVI).
Ellos no tenían temor de Dios. No temían a Dios. No le daban reverencia a Dios. Ellos querrían en última instancia atacar a Dios. Así que ellos atacaron al pueblo de Dios. Eran crueles, fueron despiadados. Los Israelitas no los provocaron. Y Dios dijo: “Un día los vengaré. Ustedes segarán lo que han sembrado.”
Primera de Corintios 10—mencionamos esto en la última sesión—nos dice que estas historias del Antiguo Testamento, fueron escritas para que tomemos ejemplo y para nuestra instrucción. Los comentaristas, por lo general están de acuerdo que Amalec o los Amalecitas, son un tipo en la Escritura e enemigos espirituales. Ahora cuando digo que son un tipo; no significa que esa historia no sucedió. En realidad sucedió justo como está descrita.
Pero a veces Dios nos da ilustraciones a través de estas historias de verdades espirituales para ayudarnos a entender realidades espirituales con realidades visibles. En la Escritura, Amalec es un tipo de enemigo espiritual. Es un tipo de las fuerzas malvadas, que se oponen a los hijos de Dios al pueblo de Dios—el mundo, la carne, el diablo.
Quiero recordarles, que nosotras vamos a enfrentar estos enemigos en nuestra vida cristiana. Es inevitable. Los Israelitas no escogieron esta pelea. Ellos no dijeron: “Oh, yo quiero tener una batalla hoy. Queremos demostrar que somos superiores.” Los Amalecitas vinieron y atacaron sin ser provocados. Ellos enfrentaron a los Israelitas cuando estaban débiles y cansados; y justo cuando acababan de salir de Egipto.
Y esto nos sucede en la vida cristiana. Cuando estás ocupada en tus labores diarios, estás haciendo lo que piensas que Dios quiere que hagas, estás tratando de obedecerlo; tratando de ser una fiel seguidora de Cristo; tratando de ser una buena esposa o madre, o hija, o trabajadora o lo que sea que estás haciendo en esta etapa de tu vida. Y de pronto llega un pensamiento a tu cabeza que se opone a Dios, o esta cosa del mundo que te provoca a querer algo que no es piadoso o el diablo te ataca de una y otra forma.
La vida cristiana involucra guerra espiritual. La vida de Josué, nos va a enseñar mucho sobre cómo luchar esa guerra espiritual, y cómo ser victoriosas sobre las fuerzas del mal, que están simbolizadas en esta historia con Amalec, y los Amalecitas.
La Escritura dice que Amalec vino y peleó contra Israel. El tiempo verbal ahí (no se puede ver en el español) en el Hebreo original donde dice: “Ellos vinieron y pelearon contra Israel.” Sugiere una acción repetida. Ellos hicieron esto una y otra vez. Se mantuvieron provocando, siguieron atacando, y persiguiendo a Israel. Este no fue sólo un incidente. Ellos siguieron haciéndolo.
El enemigo tenía ciertas ventajas en este caso. En primer lugar, ellos estaban en su tierra. Estaban familiarizados con el territorio; Josué, Moisés y los hijos de Israel; por lo contrario, nunca habían estado allí. Ese era el territorio de los Amalecitas.
Los Amalecitas tenían otra ventaja, Ellos estaban en la ofensiva. Ellos escogieron la hora y el lugar de la batalla. Tenían una ventaja muy clara.
Así en el verso 9, “Moisés le dijo a Josué: “Escógenos hombres y sal a pelear contra Amalec.” En este momento, Josué tendría probablemente unos cuarenta o cincuenta años de edad, viendo todos los acontecimientos distintos de su vida. Hay una referencia de él en Éxodo 33 (que veremos más adelante en este estudio), donde se refiere a él como un joven. Pienso que en aquel entonces, cuando la gente vivía 110 años de edad o más, a los cuarenta o cincuenta podría considerarse un hombre joven, relativamente hablando. Por supuesto, comparado con Moisés que tenía 80 años en ese momento, Josué era joven.
En este punto de su vida, como un hombre joven; Josué tal vez no tenía ni idea de cómo Dios lo iba a usar. No tenía el libro de Josué en la Biblia; así como nosotras lo tenemos, para saber el final de la historia. Josué se convierte en un gran guerrero; guía a los hijos de Israel a la Tierra Prometida; los guía para destruir a los enemigos de Dios. Él no sabía nada de eso. No sabía el plan que Dios había diseñado para él, así como tú no sabes el plan que Dios ha diseñado para tú vida.
Yo no podría haber imaginado hace veinte años, lo que Dios me pediría que hiciera hoy, y algunas de las oportunidades que el Señor me daría para servirle. Ha sido una bendición. Pero te diré algo, si yo hubiera visto todo esto cuando yo estaba en mis veintes: tal vez me hubiera echado a correr y habría dicho: “No, gracias”.
Pero Dios no nos muestra todo de una sola vez. Lo que Él nos da es lo que necesitamos para dar el próximo paso. Tomamos ese paso y luego Èl nos muestra el siguiente paso.
Josué es destinado por Dios, para ser un gran guerrero y líder, aunque él mismo no lo sabe. Dios lo está preparando. Dios lo está entrenando para el llamado de su vida. Empieza aquí en Refidim, donde enfrenta su primera batalla; la primera de muchas más por venir.
Sin embargo, en este momento; Josué se encuentra en una situación para la cual no ha tenido entrenamiento o preparación. Él no había estado en un campo de entrenamiento; no tiene entrenamiento militar; no ha practicado en simulacros; no tiene experiencia como soldado; ésta es su primera vez en batalla.
En su primera batalla, le es dado el uniforme de comandante. Es enviado a la batalla contra un enemigo poderoso. No piensas que él se preguntaba. ¿Qué posibilidad tengo de sobrevivir, y mucho menos de obtener éxito y victoria?
Yo estaba discutiendo este pasaje, con un compañero de trabajo; quien sirvió en el ejército por varios años como Capitán y Comandante de Compañía. Yo le pregunté: “B.G., díme, ¿Cómo se relacionaría esto con el ejército en términos actuales?
Él dijo: “Esto no se escucharía hoy en día en el ejército”.
Yo creo que ya sabía la respuesta antes de preguntarle. Pero le pregunté: “¿Típicamente, qué tendría que experimentar un soldado, antes de tener esta clase de responsabilidad, antes de ponerlo en este tipo de posición?”
Mi amigo habló de requisitos educativos. Él dijo que habría un entrenamiento militar intenso, completo, y continuo. Ellos necesitarían experiencia antes de pedirles estar al mando de una batalla de esa naturaleza. Dijo que alguien encargado de una unidad de más de 100 soldados, típicamente estaría en la posición de Capitán o en un rango más alto, tendría que tener por lo menos tres años de experiencia comandando soldados; antes de tener esa posición, esa responsabilidad.
Josué no tenía nada de eso. Así, que le pregunté a B.G. (Yo ya sabía la respuesta antes de preguntar) “¿Qué posibilidad tendría un soldado hoy de triunfar contra una fuerza militar entrenada, bajo esa clase de circunstancias?
Mi amigo dijo: “Sería suicida sin una intervención divina”. (Bis)
El año pasado, leí y disfruté mucho el libro de David McCullough, 1776, sobre la lucha durante el nacimiento de la nación. Si has leído ese libro, sabes que describe a un ejército colonial sin entrenamiento y sin experiencia. Era un grupo de agricultores y artesanos y demás; muchos de los cuales no se llevaban bien entre ellos.
Ellos enfrentaron a los Británicos. Los Británicos en ese tiempo, eran la maquinaria militar más poderosa que el mundo había visto hasta ese punto, en cuanto a combate convencional se refiere. Lógicamente, el ejército colonial no tenía ningun chance de victoria. Su esfuerzo fue considerado suicida. No me había dado cuenta de cuán cierto era esto, hasta que leí el libro.
Ellos fallaron miserablemente una y otra vez, incluyendo a George Washington como comandante de las tropas. Fue después de muchas pérdidas dolorosas, y una experiencia que ganaron duramente, que ellos empezaron a tener éxito. Que a propósito, permíteme decir entre paréntesis, esto nos recuerda de la increíble mano de Dios, al fundar este país, es algo que yo espero no tomen por sentado.
Ahora en Éxodo 17, volvamos a Josué aquí; un enemigo había venido en contra de Israel. Esto sucedió en Refidim en el mismo lugar donde los Israelitas habían visto a Dios obrar poderosamente. Ellos no tenían agua para tomar. Dos o tres millones de personas—hombres, mujeres y niños y bebés—sin agua, ni nada que tomar. Era una situación desesperante.
Dios le dice a Moisés, “Golpea la roca.” Moisés la golpeó con su vara y el agua brotó para suplir las necesidades de la gente.
- Ellos habían visto a Dios proveer alimento.
- Ellos habían visto a Dios proveer agua.
- Ahora ellos necesitaban ver que Dios también podía derrotar aquellos enemigos que trataban de destruirlos.
Es otro capítulo donde Dios esta , preparandolos y entrenandolos para entrar en la Tierra Prometida. Pero en ese momento, la nación de Israel no tenía fuerzas militares entrenadas, organizadas o disciplinadas. Eran muy numerosos. ¿Qué habían estado haciendo por generaciones? Habían sido esclavos por cuatrocientos años.
Sin duda, ellos eran fuertes físicamente. Pero les faltaba mucho de lo que necesitaban si iban a tomar posesión de Canaán la Tierra Prometida y derrotar a las naciones paganas, los oponentes de Dios, que se habían atrincherado en esa tierra.
Así que Dios tenía que prepararlos para eso. Ellos tuvieron que ir a pelear sin tener experiencia o entrenamiento militar. Josué, sin tener ningún entrenamiento militar anterior que sepamos, es asignado a dirigir un destacamento de hombres cuidadosamente seleccionados, que no tenían destreza para la batalla.
Esto es lo que llamamos entrenamiento en el trabajo. Él estaba aprendiendo. Josué aprendería a ser un buen líder, un buen comandante, no en un salón de clase leyendo libros de texto y escuchando a otras personas decirle lo que tiene que hacer, sino justo en medio del campo de batalla. Fue ahí donde él obtuvo algunas de las lecciones más importantes de liderazgo.
Me recuerda a medida que medito en este pasaje que algunos de las mejores entrenamientos para nuestras vidas, suceden en el campo de batalla, en el diario vivir, en medio de dificultades. Tú dices: “Yo no estaba preparada para esto. Ellos no me enseñaron esto en la escuela.”
Dios tal vez sabía, que de la única manera que tú podías realmente aprender era tirandote al agua, te hundes o nadas, y así tú tendrías que ir ante Él para que te enseñara y mostrara cómo hacerlo e intervenir sobrenaturalmente a tu favor, porque no tenías el entrenamiento, ni la experiencia, o la habilidad aunque tuvieras la experiencia y el entrenamiento.
Es en medio de las pruebas que Dios provee para nosotras, oportunidades para crecer, oportunidades para ver el poder de Dios. Esas pruebas, esas experiencias en el campo de batalla, nos ponen en un lugar donde necesitamos más a Dios, donde estamos desesperadas por ÉL.
“Señor si Tú no intervienes, yo no voy a sobrevivir. Vamos a perder. Si de mi depende, estos hijos nunca tendrán un corazón para Ti. Nunca podré ayudar a esta persona que estoy discipulando o ministrando, ayúdalos a entender. Si Tú no nos iluminas, Señor yo no puedo con esta situación. Yo no puedo lidiar con esta responsabilidad. Yo te necesito”.
¿Quieres ver a Dios obrar de la maneras más poderosas? Tienes que llegar al lugar donde lo necesitas desesperadamente. Donde ya no puedes sin ÉL, y donde todo lo que has conocido y experimentado antes de llegar a ese punto parece ser inadecuado e insuficiente para afrontar la batalla en ese momento.
Nuestra tendencia natural es desear ser libradas de la batalla. “¡Yo no estoy lista para esto!” Dios lo sabe. Yo creo que Dios a veces nos coloca justamente en la batalla para que podamos experimentar Su poder sobrenatural para destruir a nuestros enemigos.
¿Cómo aprendemos a lidiar con la tentación, con nuestra carne pecaminosa, con relaciones difíciles? ¿Sabes cómo aprendemos? Al tener que lidiar con eso; al ser puestas en la situación. Dios quiere usar tu prueba y tu batalla, para entrenarte. Así que no huyas de ella. No la resientas y no la resistas.
A propósito, permíteme recordarte que no sólo tú necesitas pruebas y batallas para enseñarte; pero aquellas de ustedes que son madres o lo serán algún día; sus hijos necesitan batallas y pruebas para aprender los caminos de Dios también . No sobreprotejas a tus hijos.
No los pongas en el camino del pecado o de peligro. Hay maneras en las que debes proteger la mente y el corazón de tus hijos, para que no estén expuestos innecesariamente a cosas pecaminosas. Ellos no necesitan probar el pecado para aprender que no es deseable. Ojalá ellos puedan aprender mucho de tus experiencias. Pero hay algunas cosas que ellos no van a aprender hasta que estén en la batalla, hasta que la fe que tú has tratado de inculcar en ellos sea parte de sus vidas.
Y cuando estén en la batalla, ten cuidado de no tratar de rescatarlos porque puede ser que justo en medio de esa situación que tú como madre pienses: “No puedo dejar que mi hijo se quede allí.” Puede ser que Dios en medio de esa situación esté formando a un Josué, esté formando un líder.
Ahora lo que acabo de decir—hay diferentes maneras de aplicar eso. Hay ocasiones en las cuales debes rescatar a tu hijo de una situación peligrosa o pecaminosa. Es ahí donde necesitas la sabiduría de Dios para discernir: “¿Es esta una batalla que Dios ha puesto en la vida de este hijo o Dios está permitiendo que suceda para su bien, o es este el momento de intervenir?
Josué fue testigo de todo lo que les había pasado a los hijos de Israel desde el momento que salieron de Egipto hasta este punto. Él habia visto con sus propios ojos el maravilloso y asombroso poder de Dios. También habia aprendido—recuerda que era un joven. Él estaba aprendiendo. Observando a Moisés él habia aprendido lo que un líder debia hacer, cuando no sabia qué hacer. Y Moisés fue un gran maestro, un gran ejemplo de esto para Josué.
Una y otra vez Josué vio a Moisés en estas situaciones desesperantes donde Moisés clamaba al Señor diciendo, “¡Dios, no puedo con esta gente. No puedo encontrar comida para ellos. No puedo proveer agua para ellos. Dios, ayudame!” Moisés clamó al Señor y Josué lo vio. Moisés humildemente reconoció su falta de capacidad y le pidió a Dios sabiduría, dirección, e intervención sobrenatural.
Así Josué, siendo más joven, con la mitad de la edad de Moisés, en este momento; está aprendiendo dependencia, dependencia en el poder sobrenatural de Dios. Está aprendiendo a confiar en los brazos eternos. Está aprendiendo que la batalla es del señor. Está aprendiendo que puede confiar en Dios. Se va a dar cuenta, durante la batalla contra los Amalecitas, que la batalla no es del hombre. La batalla no es de Josué para ganar o perder, ni de Moisés. La batalla es del Señor. Se puede confiar en Dios, y nada es muy difícil para Él.
Carmen: Esta es Nancy DeMoss de Wolgemuth con consejos sólidos para cada mujer que siente que está en medio de una batalla hoy—probablemente cada una de nosotras. Nancy estará de regreso para que oremos juntas.
Luego de escuchar este mensaje espero que le pidas a Dios que te muestre más de Sí mismo en medio de tu batalla. Esto es algo importante que aprendemos al estudiar la vida de Josué.
Para ayudarte a prepararte para la batalla de cada día necesitas estar conectada al Señor. Nancy te mostrará por qué es tan importante pasar tiempo a solas con Él cada día en su libro, En la quietud de Su presencia. En este libro ella te ayudará a capturar una pasión por conectarte con Dios, y te dará consejos prácticos relacionados al estudio de la Biblia y a la oración.
Cuando haces lo que Dios te ha llamado a hacer puede sentirse como una batalla. Descubre cómo recibir fuerza para la batalla mañana cuando Nancy retome esta serie, aquí en Aviva Nuestros Corazones. Aquí está ella para que oremos juntas.
Nancy: Tal vez te encuentras hoy en un campo de batalla en el cual se te ha metido. No tienes el entrenamiento, ni la experiencia, sientes que no tienes el equipo o los recursos necesarios para ganar la batalla.
Si te encuentras en ese lugar, y has seguido al Señor lo mejor que has podido, no te has salido intencionalmente de la voluntad de Dios y por eso estás ahí. Pero estás ahí bajo Su guía, providencia y soberanía.
Podrías tomar un momento para decir: “Señor, aunque no veo cómo voy a ganar esta batalla, confío en Ti. Yo se que Tú eres lo suficientemente grande. Tú eres lo suficientemente poderoso para hacer lo que se necesita en esta situación, Señor, estoy dispuesta a ser Tu sierva. Úsame, no sé qué hacer; pero estoy dispuesta a dejar que Tú me uses. “Podrías hacerlo en cada vida representada aquí Señor y que sea para tu gloria? Te lo pido en el nombre de Jesús, amén,”
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
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