Transformada por el Evangelio
Debora: Cuando Rosaria Butterfield vino a Cristo, enfrentó una abierta hostilidad en la universidad en la que había trabajado como profesora, y se dio cuenta de que era una oportunidad.
Rosaria Butterfield: La libertad religiosa no impide que seamos ridiculizados. Pero la forma en que manejemos ese ridículo comunicará en dónde está el Señor en nuestro sufrimiento y nuestra humildad y nuestra debilidad, porque esta no es una guerra cultural. Esta es una guerra espiritual.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 15 de marzo de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Me encanta, me encanta, me encanta ver cómo el evangelio lo cambia todo. Ha cambiado todo en mi vida. Está cambiando todo en mi vida. Y hoy continuarás escuchando de Rosaria Butterfield, quien se ha estado riendo porque hemos estado hablando de mi reciente matrimonio con su agente, …
Debora: Cuando Rosaria Butterfield vino a Cristo, enfrentó una abierta hostilidad en la universidad en la que había trabajado como profesora, y se dio cuenta de que era una oportunidad.
Rosaria Butterfield: La libertad religiosa no impide que seamos ridiculizados. Pero la forma en que manejemos ese ridículo comunicará en dónde está el Señor en nuestro sufrimiento y nuestra humildad y nuestra debilidad, porque esta no es una guerra cultural. Esta es una guerra espiritual.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 15 de marzo de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Me encanta, me encanta, me encanta ver cómo el evangelio lo cambia todo. Ha cambiado todo en mi vida. Está cambiando todo en mi vida. Y hoy continuarás escuchando de Rosaria Butterfield, quien se ha estado riendo porque hemos estado hablando de mi reciente matrimonio con su agente, ahora mi esposo, Robert Wolgemuth. Entonces, el evangelio y Robert Wolgemuth están cambiando todo en mi vida.
Rosaria: ¡Sí!
Nancy: Pero en el centro de quiénes somos, el evangelio lo cambia todo.
Rosaria: ¡Todo!
Nancy: El último par de días hemos estado hablando con mi nueva amiga Rosaria. Rosaria, leí tu primer libro cuando salió por primera vez, «The secret thoughts of an unlikely convert», «Los pensamientos secretos de una conversa improbable», que está disponible en inglés. Y sigo diciendo que todas somos improbables conversas. Porque no existe una conversa a Jesucristo, probable. Él tiene que atraernos.
Y la primera vez que leí el libro vi el poder del evangelio transformar tu vida. Tú no estabas buscando a Jesús. Eras una profesora titular en la Universidad de Siracusa. Eras una lesbiana activista y pensabas que el curso de tu vida era bueno y que estabas contribuyendo positivamente.
Rosaria: Sí, así fue.
Nancy: Y luego Dios trajo a un pastor y a su esposa a tu vida, de todas las cosas improbables, y alrededor de su mesa te presentaron a Jesús.
Rosaria: Sí, correcto.
Nancy: Y luego Él te introdujo a Su Palabra. Eras una erudita en inglés, una erudita de los libros, y estabas trabajando en un proyecto de investigación y habías leído la Biblia siete veces. Más de lo que muchos cristianos la han leído, debo decir. Cambiarían más vidas si más personas leyeran la Biblia. ¿No es cierto?
Rosaria: Bueno, probablemente eso es cierto.
Nancy: Y desde entonces no has dejado de leerla. Pero cuando terminamos ayer, habías ido a la iglesia y en el curso de los años… Hay más, mucho más de esta historia en tu libro, que espero que nuestros oyentes consigan y lean.
Rosaria: Sí.
Nancy: Viniste a la fe en Cristo, pero no hubo un momento en el tiempo en el que ¡voila!, todo está arreglado, todo está sanado, todo está cambiado.
Rosaria: No, no, todo lo contrario.
Nancy: Fue todo lo contrario. De hecho, leí esta cita de tu libro ayer donde dices: «La conversión me puso en un caos muy grande y complicado. En pocas palabras, perdí todo menos el perro. Todo tenía que cambiar».
Rosaria: Sí, así fue
Nancy: Dibújanos un retrato de cómo se veía eso en ese momento.
Rosaria: Bueno, totalmente. Puedes imaginarte lo doloroso, si fueras una estudiante graduada que ha venido del exterior para que yo dirija su disertación en Diversidad Sexual. Ahora soy una convertida a Cristo y solo dirijo disertaciones en hermenéutica cristiana.
Nancy: Las placas tectónicas se están moviendo.
Rosaria: ¡Totalmente! Y las personas a mi alrededor son afectadas de forma poderosa y dolorosa. Y ni qué decir, ¿cómo crees que mi examante se sintió con esto? Es una cosa dolorosa de describir.
Nancy: Y no solo tú examante, tenías toda una comunidad en el mundo gay y lesbiano.
Rosaria: Sí, oh, una sólida comunidad.
Nancy: Esos eran tus amigos con los que habías hecho vida por años.
Rosaria: Sí, por años.
Nancy: Y tus relaciones profesionales también.
Rosaria: Sí. Mi carrera.
Nancy: ¿Y qué pasó entonces con todo eso?
Rosaria: Bueno, se puso muy difícil muy rápidamente. Thomas Chalmers tiene una hermosa forma de describirlo. Él describe cómo me sentí mejor que yo. Él habla de cómo:
El evangelio solo atrapa tu vida. Y cuando el Señor Jesús te cubre con sus vestiduras de justicia, sientes el poder expulsivo de un nuevo afecto. Pero seamos claros, los afectos nuevos se convierten en aquellos que traicionan los viejos afectos.
Así que me convertí en una traidora para la misma comunidad que ayudé a construir.
Nancy: Una traidora desde su perspectiva, claro.
Rosaria: Pero una traidora. Una de las primeras cosas que pasó fue que estaba programada para dar una charla de bienvenida a todos los estudiantes nuevos ese año. Era una especie de clase rotativa que tenía que hacer una facultativa titulada. Pero cuando fui programada para dar esa clase, había planeado hablar sobre la teoría de la diversidad sexual. Ahora que el tiempo había llegado, iba a hablar de hermenéutica cristiana.
Nancy: Y por hermenéutica, para aquellos que no conocen esa gran palabra, tú quieres decir, ¿qué?
Rosaria: Cómo y por qué los cristianos leen la Biblia con propósito de vida y ayuda, y por qué los estudiosos de diferentes creencias y formas se beneficiarían de saber cómo hacerlo. Le llamé: «El problema de Salomón en la academia»
Nancy: Así que en un sentido, estabas haciendo una defensa de la Biblia, de la Palabra autoritativa de Dios.
Rosaria: Sí, fue mi primer intento de apologética.
Nancy: Y no era exactamente lo que los estudiantes habían venido a escuchar.
Rosaria: No, no, no. Era mi carta de «salida del closet» otra vez. Parece que he estado siempre viviendo mi vida saliendo de algo. Fue muy doloroso.
Nancy: ¿Y cómo fue?
Rosaria: Como un gato muerto. Cayó como una bomba. Toda la transcripción en mi primer libro, Los pensamientos secretos de una conversión improbable. Así que puedes imaginarte cómo fue.
Nancy: Pero es fascinante
Rosaria: Bueno, no fue tan bien. Y después de dar la clase, regresé a mi oficina y había una fila larga de estudiantes que estaban enojados conmigo y heridos, se sentían traicionados. La facultad y los amigos se sentían que yo era una traidora, sentían que era peligrosa, una loca. Ellos se imaginaban que había perdido la cabeza. Recibí mi hoja rosada (una carta de despido) de cada grupo de estudiantes homosexuales. Estaba siendo supervisada en casi cada una de las disertaciones. Era serio.
Nancy: Sí, me imagino ¿eso fue como el suicidio de la carrera para ti?
Rosaria: Si, realmente lo fue. No me despidieron porque era titular. Aunque tuve que explicar por qué cambié mi programa de investigación, pero no fue sin precedentes para un titular de 10 años cambiar su programa de investigación. Pero era el absoluto suicidio de la carrera.
Nancy: ¿Y renunciaste? ¿Empezaste a preguntarte por momentos, si te estabas volviendo loca?
Rosaria: Bueno, ¡creo que todavía me estoy haciendo esa pregunta!
Nancy: Tú dices en tu libro:
Cuando Dios me salvó, la renovación de mi mente me hacía sentir como si me estuviera volviendo loca. Todo en mi vida cambió. Todo.
Rosaria: Sí. Recuerdo que sentía… Conoces esos espejos en los carnavales, cuando te quedas mirándolos y…oh, parte de mi cabello está ahí, pero todo lo demás se ve distorsionado. Realmente me sentía que estaba mirando mi vida como en un espejo de carnaval. Estaba muy distorsionada.
Pero tengo un cuerpo de creyentes que no eran muy sentimentales sobre la guerra en la que estaba. Ves, esto nunca fue solo Jesús y yo. Ken conocía el tipo de guerra.
Nancy: Y Ken, para aquellas que no estuvieron con nosotros en los últimos dos días, fue el pastor que se te acercó y al que Dios usó –a él y a su esposa.
Rosaria: Sí, en mi conversión. Eso es correcto. Así que mi pastor sabía, mis ancianos sabían, mis colegas de la universidad que eran parte de la iglesia sabían. Y aunque lo perdí todo, gané una familia cristiana. Honestamente, quiero decirte que al principio yo no sabía qué hacer con esta gente. Pensaba que eran extraños. Todo tenía que cambiar, incluso mi lenguaje. Mi boca sucia tenía que cambiar. Todo en mí tenía que cambiar.
Nancy: ¿Te dijeron que tenía que cambiar?
Rosaria: No, había leído suficiente a Santiago en ese momento.
Nancy: Varias veces.
Rosaria: Sí. Recibí el mensaje directo con respecto a eso.
Pero los hábitos…tenía esos recuerdos del pecado sexual en mi cuerpo. Tenía esos hábitos verbales de un lenguaje sucio. Yo no encajaba. Tenía una familia nueva pero no encajaba en ella.
Pero una de las cosas que realmente estaba pasando era que cada vez que daba un paso adelante en fe, tan patético como pudiera ser ese pequeño paso, tan torpe como fuera, el Señor quemaba el puente sobre el que había caminado para llegar a Él, y era como si ya no pudiera volver atrás.
Fue un tiempo severo. Un tiempo doloroso. Pero fue un tiempo de profundo ministerio. Veía que el Señor realmente nos usa en nuestras debilidades.
Una de las cosas que pasó fue que mi vecina, mi querida vecina lesbiana, que tenía cáncer grado 4, en ese momento vino a mí y me dijo: «Sabes, no quería saber quién era tu Dios en tu felicidad, pero ahora que realmente estás sufriendo, tengo curiosidad. ¿Dónde está tu Dios ahora?»
Nancy: Así que era una puerta abierta para el evangelio.
Rosaria: Sí, lo fue. Mi humillación era una puerta abierta para el evangelio. Inmediatamente me convertí en el hazmerreír del campus y en el objeto no solo de chismes, sino de trabajos y artículos y ridículo.
Y ese es un buen mensaje ahora para los cristianos que se preocupan por su libertad religiosa. La libertad religiosa no impide que seamos ridiculizados. Pero, cómo manejemos ese ridículo comunicará dónde está el Señor en nuestro sufrimiento y en nuestra humildad y nuestra debilidad, porque esta no es una guerra cultural. Es una guerra espiritual.
Nancy: Y eso es una gran diferencia.
Rosaria: Sí.
Nancy: Y te lo habían modelado en la forma en que Ken y Floy y los otros en esa iglesia habían tratado contigo en tu viaje, lo que era hacer eso con gracia.
Rosaria: Sí, sí, sí. Ellos sabían que podían cenar con los pecadores, no pecar con los pecadores. Así que cuando empezaba a arrepentirme de mis pecados -porque eso realmente se convirtió en lo segundo en orden. Puedo tener un PhD en literatura inglesa, con especialidad en el siglo diecinueve, pero realmente tengo un PhD en arrepentimiento. Les digo a las personas que estoy en la larga fila de las mujeres piadosas. La fila de Rahab la ramera y María Magdalena.
Nancy: Y esa palabra arrepentimiento, es algo que creo que frecuentemente asociamos solo con el punto de conversión.
Rosaria: Sí.
Nancy: Y eso es triste, es un gran error.
Rosaria: Lo es. El arrepentimiento es el umbral de Dios, y el arrepentimiento es la postura de un cristiano.
Nancy: Qué bueno está eso, el arrepentimiento es el umbral de Dios. Y ¿qué quieres decir con eso?
Rosaria: Así es como vienes a Dios. Y esto es importante porque vivimos en una era que parece decir: «Declara a Dios como tu Salvador y luego descansa en Su gracia». Pero estaba aprendiendo que no puedes saltarte el arrepentimiento para conseguir la gracia. Así que tuve que aprender lo que significaba el arrepentimiento.
Soy una persona de las palabras, de las letras, soy una lectora. Aprendí en esta prueba que hay una diferencia entre admitir el pecado y confesar el pecado.
Nancy: Y me gustaría que explicaras eso.
Rosaria: Bueno, admitir el pecado significa que lo hiciste. «Señor, lo hice. Tuve sexo ilícito con hombres antes de convertirme en lesbiana, y luego después de eso con mujeres. Lo hice».
Pero la confesión significa admitir la condenación de eso. Parte de la importancia de confesar tu pecado, especialmente el pecado sexual –vivimos en un mundo que parece suavizar todo y decir: «Bueno, todos los pecados son lo mismo». Desde algunas perspectivas, eso es cierto. Desde la perspectiva de la sangre de Cristo, la sangre de Cristo cubre todo pecado. Eso es absolutamente cierto.
Pero desde un punto de vista bíblico, ético, hay diferencias en el pecado. Creo que sabemos eso innatamente. Sabemos innatamente que el pecado de abuso sexual es diferente del pecado de la mentira.
Nancy: Así es.
Rosaria: Sabemos que el pecado de asesinato es diferente. Las cosas que atacan una ordenanza de la creación son diferentes porque matan. Tuve que entender eso, realmente, hasta que confesé mi pecado sexual. Parte de mí estaba todavía en el fondo excusándolo. Lo excusaba algo así como: «Me siento bien con esto. A mí me parece que esto es correcto».
Cuando me descubrí como lesbiana, pensé que había encontrado mi verdadero yo. «¡Hey! Soy una lesbiana declarada. Traté de tener sexo con hombres. No me gustó. ¿No me conozco a mí misma mejor que este Libro antiguo? ¿No me conozco a mí misma mejor que un Dios que no puedo ver?»
Pero cuando confesamos nuestro pecado, nos sentimos un poco como colgando de una rama, y de una forma lo estamos. Somos un poco como ese paciente con alzhéimer que en un momento de lucidez mental, firma todos los derechos a la interpretación para un cuidador capaz. Estamos diciendo que el Señor tiene derecho de interpretar lo que hacemos y por qué lo hicimos. Así que la confesión realmente lo admite como un acto culpable.
Nancy: Y en ese momento te convertiste en una candidata para la gracia, para la sangre de Cristo.
Rosaria: ¡Exactamente! Y antes de eso no lo eres.
Nancy: Porque la sangre de Cristo no cubre errores o problemas o patrones.
Rosaria: No.
Nancy: Cubre pecado.
Rosaria: Cubre el pecado. Ciertamente. Así que para mí era una especie de una moneda de dos caras. Cuando empecé a confesar mis muchos, muchos, muchos pecados, aprendí que el orgullo era la raíz de mi pecado de lesbianismo.
Nancy: ¿Y cómo es eso?
Rosaria: Porque yo no quería que ningún hombre tuviera autoridad sobre mí ni sobre mi cuerpo nunca. Y eso era un pecado porque mi Dios es mi Padre. Pero te digo que cuando comencé a confesar el pecado de mi lesbianismo…tenía que llegar allí. Tenía que llegar al pecado de crímenes sexuales. ¿Verdad? De actos sexuales transgresivos y de las muchas personas a las que les había hecho daño por eso.
Al principio, la pecaminosidad de mi pecado no era clara para mí. No es que al siguiente día de ser cristiana dejé de sentirme como lesbiana. La pecaminosidad de mi pecado en ese momento, solo estaba desplegándose en la autoridad de la Biblia, en la unión creciente que tenía con Cristo, y en la dulzura de esa santificación, que me dijo que, aunque esas tentaciones todavía rugían muy profundamente, tenía la bondadosa compañía de Dios mientras caminaba a través del valle de sombra de muerte con esas tentaciones.
Nancy: Sí, pero había algunas capas con las que había que tratar.
Rosaria: Sí, había algunas capas. Pero se puso difícil rápidamente, y lo que quiero decir con esto es que en la medida en que empecé a arrepentirme del pecado, encontré todo el pecado que no había visto antes. Fue como si estuviera viendo algo bajo el microscopio. Hay cosas que no son visibles para los ojos de la carne, que son visibles solo para los ojos de la fe. Fue abrumador. Pero fue en arrepentimiento que supe que era una hija de Dios. Por eso es que me confundo cuando la gente dice: «Oh, el arrepentimiento me dio un trastorno de estrés postraumático», o «el arrepentimiento me dio vergüenza». Para mí fue todo lo contrario. El arrepentimiento me estaba dando alivio y esperanza. Y no era vergonzoso porque todo lo que estaba diciendo era: «Dios tenía la razón desde el principio». Y eso me quitó la presión de inventarme.
Si yo realmente iba a vivir como una hija de Dios, no era inventando esta forma de vivir. Estaba haciendo mi mejor esfuerzo para seguir a mi Señor.
Nancy: Trajiste a colación la palabra vergüenza.
Rosaria: Sí.
Nancy: ¿No era eso algo que te preocupara para nada? Dijiste: «Siempre seré una Rahab, una mujer con un pasado».
Rosaria: Sí, así es.
Nancy: Y entonces, ahora vas de aquí para allá, por todo el país, contando esta historia, una y otra vez, durante los últimos dieciséis años. ¿En dónde entra la vergüenza en esto? ¿Es algo con lo que has tenido que luchar? Sé que muchas de nuestras oyentes lo hacen.
Rosaria: Sí. Absolutamente. Bueno, la vergüenza había sido mi mejor amiga antes de que fuera cristiana. Estaba constantemente tratando de reescribirme a mí misma y reescribir mis errores y reconstruir mi imagen y proteger mi reputación. Eso era agobiante. Quiero decir, fue agobiante.
Pero lo que pasa en el arrepentimiento del pecado, es que el arrepentimiento es un regalo de Dios que dice: «Rosaria, tú eres mi hija en quien me complazco. Y esto no es lo que tengo para ti. Puedes poner esto a los pies de la cruz y está cubierto por Mi sangre».
Ahora, lo que pasa en la vida entonces, es que Satanás, el acusador, viene y te dice: «Oh, sí, Rosaria, tú eres culpable de esto, eso y aquello».
Pero cuando estás en posición de arrepentimiento, le dices a tu acusador: «Bueno, tienes razón en ese y otros cuantos puntos. Soy culpable de eso y de mucho más. Y tienes razón en que cada pecado que he cometido merece la muerte».
Pero hay algo que aparentemente no sabes: «Romanos 3-6 soy yo. Cuando Jesús fue arrestado, yo fui arrestada con Él. Cuando Jesús fue azotado, yo fui azotada con Él. Cuando Jesús fue clavado en la cruz, yo estaba en la cruz con Él. Cuando Jesús murió, yo morí. Y cuando Jesús resucitó y cuando cada vez me aferro a los medios de gracia, todas las veces puedo sostenerme solo en el Cristo resucitado. Y cuando estoy sostenida solo en el Cristo resucitado, Dios no ve esos pecados. Él ve a un hijo de Dios en el que Él se complace, vestido con la vestidura de rectitud de Su Hijo».
Nancy: ¡Amén! ¡Aleluya!
Rosaria: Y solamente llegamos allí a través del arrepentimiento.
Nancy: Y dices que el arrepentimiento, como dijiste antes, «es el umbral de Dios y la respuesta a la vergüenza, la tentación y el pecado».
Rosaria: ¡Sí!
Nancy: Queremos evitar la parte del pecado. Queremos cubrir la vergüenza. Y no sabemos qué hacer con la tentación. Pero estás diciendo que el camino, la respuesta a todo esto es el regalo del arrepentimiento.
Rosaria: Que es un fruto de la vida cristiana.
Nancy: Así que, si no hay arrepentimiento…
Rosaria: No hay fruto.
Como profesora de inglés durante años, he enseñado a muchas, muchas personas que tienen un gran respeto por la literatura británica del siglo XIX, pero poco conocimiento sobre ella. Y lo mismo es cierto para los cristianos. Su alto aprecio por las Escrituras no los exime del peligro devastador de su posible poco conocimiento sobre ellas.
Así que estamos aquí para estimularnos unas a otras, para levantar el estándar más alto que eso, porque servimos a un Dios que es digno.
Nancy: Déjame ir atrás un momento a los cambios que sucedieron en el proceso de fe y arrepentimiento. ¿Qué tan rápido empezaron a suceder?
Rosaria: No fue rápido. Mi primer orden de cosas, al principio, cuando me convertí, era permanecer viva, y quiero decir, viva como cristiana. Solo me alimentaba de la Palabra y de los medios de gracia. Pero cuando te arrepientes del pecado, y la alarma suena, y te levantas y tus pies tocan el piso, allí estás, en el mundo que ayudaste a construir. Hay todo ese pecado y tienes que trabajar a través de él, fue un tiempo muy ocupado.
Una vez que el polvo se asentó un poco, empecé a pulir mi vida de oración. Leí a personas como E. M. Bounds sobre la oración y solo apelaba a los medios de gracia. Me veía como alguien que vivía entre las páginas de la Biblia.
Una de las cosas que solo tengo que aceptar, es que este libro, la Biblia, es diferente de los otros porque es inspirado por un Dios santo, y tiene una descendencia totalmente diferente y una forma de acercarse a él totalmente diferente.
Así que, lo que les digo hoy a las personas y lo creo, es que cada creyente habita en las páginas de la Biblia. Nuestra ontología, de donde empezamos (ontología simplemente significa el principio o el origen), nuestro origen viene, el significado de eso viene de las páginas de la Biblia.
Así que mientras trataba de aplicar eso, vivir entre las páginas de la Escritura, una noche yo estaba orando. Mi primera oración fue: «Señor, ¿cómo me harías una mujer piadosa?» Y después de esa oración me derramé en otra rápidamente: «Señor: ¿Me harías una piadosa esposa de un esposo piadoso?» ¡Y me reí en voz alta!
Nancy: ¿Y ese pensamiento estaba aún en tu cabeza?
Rosaria: Oh, esa era una idea absurda. ¡Lo era!
Quiero decir, como muchas personas que salen de mucho pecado sexual, estaba aterrorizada de mi sexualidad. El pensamiento de ser una persona sexual otra vez, de cualquier manera, era un prospecto aterrorizante. Así que me reí en voz alta porque estaba realmente aterrorizada de lo que acababa de pensar y lo que acababa de pedirle al Señor.
Nancy: Pero estaba en tu corazón y Dios te estaba dando un nuevo afecto que estaba creando nuevos deseos y un nuevo cableado en tu sexualidad.
Rosaria: Sí. Así era. Totalmente. Y déjame parar aquí y decir que en este punto no diría que esto se supone que es lo que va a pasar con todas las que salen del lesbianismo. Simplemente no creo que sea así. Dios nos conoce por nombre. Él tiene un llamado y una visión particular para nosotras. Y cada llamado es perfectamente hecho a la medida de sus amadas hijas.
Pero en mi caso, eso fue lo que pasó. Algunas veces tengo que hacer una especie de seguimiento con las personas cuando hablan sobre cambio. Ciertamente, el evangelio nos manda a cambiar, pero lo que queremos decir con cambio es importante. Y lo que quiero recordarles a las personas es que la Biblia nos dice que, el pecado sexual homosexual es un pecado que debe ser mortificado, como dice la Biblia.
Nancy: Puesto a muerte.
Rosaria: Sí, puesto a muerte. No es un comportamiento que debe ser modificado. De nuevo, no puedes saltarte el arrepentimiento para conseguir la gracia.
Nancy: Y qué precioso regalo es el arrepentimiento. Es el regalo de Dios. Y es la obra de Su Espíritu en el corazón de cada creyente.
Rosaria: Sí, eso es correcto.
Nancy: No importa cuál sea tu pasado. Como yo –salvada a la edad de cuatro años y ni siquiera recordar nada antes de ese punto– o como tú, que tenías muchos antecedentes, mucha agitación y problemas.
Rosaria: Pecado.
Nancy: Pero a pesar del pasado, tener necesidad de un estilo de vida de arrepentimiento.
Rosaria: Correcto.
Nancy: Dices que el arrepentimiento no es un ejercicio de conversión. Es la postura del cristiano. Es el estilo de vida diario, momento a momento.
Rosaria: Cierto.
Nancy: Y en el arrepentimiento, en respuesta a Su autoridad, poniéndome a mí misma bajo ella, no solo admitiendo mis pecados sino confesándolos y no solo superficialmente, sino llegando a la raíz, al corazón de los asuntos, tratando con el orgullo, con la autojusticia, con ser sensible al Espíritu Santo. Y en todo eso, ese es el terreno, el suelo en el que el Espíritu empieza a aumentar la gracia de Cristo en nosotras y nos hace libres.
Rosaria: Sí, amén. Así es.
Nancy: Y eso es de lo que se trata este ministerio –Aviva Nuestros Corazones llama a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Rosaria: ¡Amén!
Nancy: Y en tu vida, Rosaria, veo el poder y la belleza del arrepentimiento como una forma de expresar esa libertad, esa llenura y esa abundancia en Cristo.
Debora: Esa es Nancy DeMoss de Wolgemuth, hablando con Rosaria Butterfield sobre cómo luce el arrepentimiento genuino.
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Bueno, mañana Rosaria y Nancy volverán para hablar acerca de la hospitalidad como guerra espiritual. Regresa mañana para el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Gracia Más Grande, Jonathan & Sarah Jerez, Periscopio ℗ 2017 Jonathan & Sarah Jerez.
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