Trabaja en el poder del Espíritu Santo, día 4
Débora: Hay una realidad, ministramos en tiempos tan retadores. Nancy DeMoss Wolgemuth se pregunta...
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Cómo podemos ayudar a estas personas, a estas mujeres que tienen grandes cargas y problemas? Vienen de trasfondos difíciles y hogares disfuncionales. Tienen matrimonios difíciles. Han sido abusadas. Han sido heridas. ¿Cómo podemos ayudarlas?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 13 de agosto de 2024.
En la serie en la que estamos actualmente, Nancy te ha estado mostrando cómo ministrar de manera efectiva a otras mujeres. No por medio de tu propia fuerza, sino por medio de la llenura del Espíritu Santo. Si te has perdido los puntos anteriores que hemos estado tratando, puedes escucharlos o leerlos en AvivaNuestrosCorazones.com.
Nancy expuso este mensaje en la conferencia Revive ‘15, una conferencia para mujeres líderes de ministerios de damas. Escuchemos mientras Nancy …
Débora: Hay una realidad, ministramos en tiempos tan retadores. Nancy DeMoss Wolgemuth se pregunta...
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Cómo podemos ayudar a estas personas, a estas mujeres que tienen grandes cargas y problemas? Vienen de trasfondos difíciles y hogares disfuncionales. Tienen matrimonios difíciles. Han sido abusadas. Han sido heridas. ¿Cómo podemos ayudarlas?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 13 de agosto de 2024.
En la serie en la que estamos actualmente, Nancy te ha estado mostrando cómo ministrar de manera efectiva a otras mujeres. No por medio de tu propia fuerza, sino por medio de la llenura del Espíritu Santo. Si te has perdido los puntos anteriores que hemos estado tratando, puedes escucharlos o leerlos en AvivaNuestrosCorazones.com.
Nancy expuso este mensaje en la conferencia Revive ‘15, una conferencia para mujeres líderes de ministerios de damas. Escuchemos mientras Nancy nos enseña cómo podemos invertir en mujeres para un tiempo como este.
Nancy: Número 7: ¿Quieres tener labios ungidos y un ministerio ungido? Confronta la voluntad. Confronta la voluntad. ¿Qué quiero decir con esto?
Pienso que muchas veces damos información a las personas, pero no la aplicamos, no la llevamos con nosotras a casa. No decimos, ¿qué quiere Dios que hagas acerca de lo que acabas de escuchar?
Cuando Aviva Nuestros Corazones recién empezó, nuestro programa duraba quince minutos, lo que significa que tenía alrededor de unos doce minutos y medio. Yo estaba acostumbrada a realizar mensajes de conferencia, de una hora, una hora y quince, una hora y media. Y dije, «¿qué puedes hacer realmente en doce minutos y medio?».
Y siempre pienso en esas transmisiones. Ahora tenemos el formato de media hora, así que tengo un poco más tiempo con qué trabajar, y estoy pensando en una progresión.
- Quiero preparar el corazón del oyente, captar su atención.
- Luego quiero exponer el texto, elevar la Escritura y enseñar la Palabra.
- Quiero ilustrarla.
- Quiero aplicarla.
- Luego quiero confrontar la voluntad. Quiero llevarlo al corazón y aplicarla.
Y siempre estoy pensando en esa progresión mientras estoy en una conferencia, enseñando, dando una charla, enseñando la Palabra de Dios o en la radio. Muchos maestros nunca llegan a este último punto de confrontar la voluntad, de hacer preguntas directas que traen convicción a la consciencia. «¿Cómo se puede medir tu vida con relación a esta verdad? Detente y piensa en esto».
Oswald Chambers lo dijo de esta manera:
«Lo que el mundo necesita no es un poco de amor, sino una operación quirúrgica. El llamado de un obrero del Nuevo Testamento es descubrir el pecado y revelar a Jesucristo como salvador. Consecuentemente, él no puede ser poético, él debe ser severamente quirúrgico. Debemos sondear profundamente así como Dios nos ha sondeado, teniendo interés en detectar las Escrituras que traen la verdad directa (al corazón) y las aplica sin temor».
Llévalo al corazón. Hazlo personal.
Cuando Jesús habló en Mateo 21, dice: «comprendieron que hablaba de ellos» (vv.45).
A la gente le gusta decir, «amén» cuando estamos hablando del pecado de otras personas. Pero cuando Jesús hablaba, había convicción. Ellos sabían que Él estaba hablando de ellos. ¿Saben las personas que estás hablando de ellas cuando te escuchan enseñar la Palabra?
Esto mismo ocurrió en el libro de los Hechos repetidas veces. Cuando Pedro predicó en el día de Pentecostés, los corazones de las personas fueron traspasados. Cuando Esteban predicó antes de su martirio en el libro de Hechos capítulo 7, fue directo al corazón.
Esto quiere decir que no podemos retractarnos cuando la verdad de esta Palabra no es bien recibida o es enfrentada con resistencia, debemos estar dispuestas a hablar palabras de advertencia y de juicio cuando sea necesario. Y no podemos intimidarnos por la respuesta de las personas o por la falta de respuesta de ellas mismas.
Ahora, si esa reacción de ellas es el resultado de que nosotras hemos sido ásperas, poco amables o nos ha faltado compasión, eso es otra cosa. Pero si es su respuesta a la verdad, entonces no debemos rescatarlas de la cruz.
Nuestra meta no es ser populares; nuestra meta es ser fieles a la Palabra de Dios. Y el éxito de nuestro ministerio no está determinado por cómo la gente responde, sino por la entrega fiel del mensaje a los corazones de las personas.
Esto quiere decir que debemos liberarnos del amor a la aceptación y la alabanza de los hombres. Y esto es, para mí es un punto débil, y para muchas de las que enseñan, porque queremos ser afirmadas. ¿Cómo lo hice? ¿Cómo se escuchó? ¿Qué piensas?
Ahora, no lo diríamos, pero ha sido algo que Dios ha tenido que sacar de raíz de mi corazón una y otra vez al pasar los años, diciéndome, «es que eso realmente no es lo importante. Lo que es importante es: ¿Fue Cristo glorificado? ¿El Espíritu Santo trajo convicción a las personas? No fui yo la que puso bajo convicción a las personas, sino la verdad la que les trajo convicción. ¿Les di tiempo y espacio para que esa Palabra obrara en sus corazones?
Por esto es que tengo problemas con (voy a pisar algunos dedos aquí) estos tiempos modernos de que todo debe ser, como nueve minutos o menos, porque tenemos cerebros tan pequeños y déficit de atención. Pero encuentro que muchas veces toma más tiempo. Y quizás tú digas: «¡Este servicio estuvo tan largo!»
Sé que físicamente tenemos limitaciones. Entiendo eso. Pero muchas veces, creo que nuestros servicios en la iglesia están muy determinados por el reloj, los minutos, las horas, para que llegue la persona que pensamos que no tiene mucha capacidad de atención, y entonces salimos, y justo cuando el Espíritu Santo decide aparecer, la única persona que queda ahí es el guardián. ¿No es cierto?
Algunas veces se requiere tiempo lejos de la TV, lejos de los teléfonos, lejos de Youtube para poder sentarnos y escuchar la verdad y que esa verdad nos dé convicción y que confronte nuestras voluntades.
Al principio de la serie mencioné a E.M. Bounds y su libro Prayerful and Powerful Pulpits (Púlpitos llenos de poder y oración). Él dice: La verdadera predicación, la verdadera enseñanza de la Palabra deja el corazón y la conciencia desnudas y revela el pecado, así como serán expuestos en el día del juicio de forma desnuda y abierta.
No quiero que las personas que me escuchan o que leen mis libros, lleguen al día del juicio, personas que se han sentado bajo mi ministerio por años, y que lleguen sin que el Espíritu de Dios nunca les haya mostrado lo que había en sus corazones, y que no estén listas para dar cuenta en el día del juicio. Prefiero crear ahora cierto descontento, de este lado del juicio, en el que todavía hay oportunidad para el arrepentimiento, para la confesión y para poder inhalar esa gracia. Y que puedan pararse delante de Cristo, listas para verle cara a cara sin temor.
Número 8: (Y luego dos más). Si deseas tener un ministerio ungido, debes llamar a una respuesta. Llama por una respuesta, una decisión, una acción, algún tipo de respuesta. Siempre enseña esperando una respuesta, no puedes enseñar solo para transmitir información. La información debe llevar a la transformación.
Y creo que cada vez que nos exponemos a la verdad de Dios en Su Palabra, ya sea en nuestro tiempo a solas con Él, en el culto de adoración del domingo en la mañana, en una conferencia, todo el tiempo que estamos expuestas a la verdad, creo que se requiere de una respuesta personal.
He estado en conferencias, y muchas caemos en esto, nosotras mismas. Lo que sucede es que, llegas a la conferencia donde se predica de pared a pared, y no preparamos los corazones, no le damos seguimiento a los mensajes. Y lo que sucede es que las personas se quedan como en la condición que describe Lucas 8, donde ese terreno de sus corazones está endurecido le han pasado por arriba. Han sido oidores pero no hacedores, una y otra vez. Y finalmente el terreno se convierte en un terreno duro y las semillas no germinan.
Y esto ocurre a personas que se sientan en nuestras iglesias hoy en día, semana tras semana porque no estamos invitando, llamando a una respuesta. Santiago 1 dice: «si oyes pero no haces nada al respecto, te engañas a ti misma» (v. 22, parafraseado). Existe un riesgo de abortar el proceso de nacimiento en las vidas de las personas solamente dejándoles un contenido, sin pedirles hacer algo al respecto, como el Espíritu de Dios los guíe. Debe ser apropiado, centrado en el evangelio, inducido por la gracia; que el Espíritu mismo guíe a una respuesta, en cualquier forma que el Espíritu esté obrando en sus corazones.
Y esto será diferente de persona a persona, de mensaje a mensaje. La respuesta nunca es la misma para todo creyente. Algunas veces la respuesta es una simple afirmación. Estar de acuerdo con lo que se ha dicho. Estar de acuerdo con que es verdad. Decir amén en el corazón. Esta puede ser la respuesta.
Algunas veces la respuesta es sumisión. Ondear la bandera blanca de rendición al decir: Sí, Señor.
Algunas veces la respuesta es exaltación. Celebrar y regocijarse en lo que Dios ha dicho, lo que nos ha dicho, lo que Él ha revelado de sí mismo en Su Palabra.
Algunas veces la respuesta es reflexión, meditación, contemplación. Selah, detente y piensa en esto. Medita en esto. Saboréalo. Pondera esto en tu corazón. Considera las implicaciones que tiene esto en tu vida.
Algunas veces la respuesta es confesión, arrepentimiento. No le quites el calor a las personas cuando el Espíritu de Dios se está moviendo en convicción. No los rescates de la cruz.
Ahora, nuestra meta no es poner a las personas debajo de una montaña de culpa y decirles, siempre deben ser introspectivos, verificando si han cometido algún pecado. Escucha, el Espíritu Santo es excelente exponiendo lo que necesitamos confesar.
Pero no continúes tan rápido que pierdas la oportunidad de que las personas respondan al Espíritu. Aplica la enseñanza a sus corazones.
Creo que esto se pierde muchas veces en nuestras enseñanzas y predicaciones. Haz un llamado a una decisión, a una respuesta. Ahora, no puedes decirles a las personas cuál debe ser esa respuesta o cómo se vería. Me gusta realmente, hacer un llamado a las personas, hacer algún tipo de respuesta verbal, visible o física. Normalmente les pido a las mujeres en nuestra audiencia que se pongan de rodillas como expresión de humillación, o que se levanten, o que oren con alguien cercano, o que compartan con alguien cercano. Sí, esto puede ser incómodo, pero pienso que es importante dejarlo salir. Porque hasta este punto solo les hemos comunicado información a sus cabezas, pero ahora les estamos diciendo que debe haber algo que hacer con lo que acaban de escuchar.
La número 9: confía en el poder de la Palabra, el poder de la verdad. No subestimes el poder del Espíritu Santo obrando a través de la Palabra para transformar vidas.
Escucha, para el mundo, la Palabra, es un libro anticuado que ha sido analizado. Solo las mentes débiles creen eso. Pero quiero decirte lo que sé que es diferente, y tú también lo sabes.
Este libro… La Biblia, la mía está marcada de tapa a tapa con cosas que el Señor me ha mostrado por su Espíritu Santo. Me encanta leer, he leido muchos libros, pero no existe otro libro como este Libro. Jesús dijo: «Las palabras que les hablo son Espíritu, y son vida» (Juan 6:63).
Martín Lutero dijo: «La Biblia está viva, me habla; tiene manos, me atrapa, tiene pies, me persigue».
¡Me encanta! Está viva, cree que ella te está enseñando. El poder de la Palabra. Esa Palabra que trajo el mundo a la vida. Con la Palabra, fue hecha toda la creación. Sostiene al mundo. Él lo sostiene por la Palabra de Su poder.
«Él envía Su Palabra y sana» (Sal. 107:20).
«La Palabra sana, convence y convierte» (Sal. 19).
Juan 17 dice que la Palabra te santifica.
Esa Palabra es tan poderosa en las manos del Espíritu Santo, cuando Él la lleva a los corazones de aquellos a quienes les estamos hablando. Así que no te quedes atrapada por todas estas teorías sin sentido del mundo, de lo que debes darles a las personas para ayudarlas a resolver sus problemas.
Escucha, si realmente hacemos que las personas se acerquen a la Palabra, la abran, y que la Palabra les enseñe e ilumine su entendimiento, con el poder del Espíritu Santo, veremos vidas transformadas. He estado observando a través de los años mientras he estado tratando de enseñar fielmente la Palabra de Dios, corazones de mujeres rendidas. Las he visto cambiar. Las he visto crecer. Las he visto florecer. Todo esto me ha sucedido a mí, en mi propio corazón, por el ministerio fiel y consistente y ungido de la Palabra.
Creo que tenemos una crisis de confianza del poder de Esa Palabra. En un sermón de Charles Spurgeon con respecto al terremoto que ocurrió después de la resurrección de Cristo, él dijo algo que pienso que es de lo que hemos estado hablando en el día de hoy. Él dijo: «Nos decimos a nosotras mismas: ¿Cómo vamos a mover al mundo?».
¿Cómo podemos ayudar a estas mujeres que tienen esta gran carga y estos problemas? Vienen de grandes dificultades, y de un pasado disfuncional. Se encuentran dentro de matrimonios difíciles. Han sido abusadas. Han sido heridas. ¿Cómo podemos ayudarlas?
¿Cómo podemos mover el mundo? Los apóstoles no hicieron esta pregunta. Ellos tenían confianza en el evangelio que predicaban. Los apóstoles creían en mover el mundo con la simple predicación del evangelio. Les ruego, «creer lo mismo».
Hace muchos años atrás leí una historia de John MacArthur en su libro, «La Suficiencia de Cristo». Es una ilustración poderosa del poder de la Palabra. Quisiera cerrar este mensaje leyéndoles esa historia. Él dijo:
«Hace poco, un hombre que nunca había conocido antes, entró a mi oficina diciendo: “Necesito ayuda. Me siento extraño al venir dónde usted, ya que no soy creyente, soy judío. Solo hace unos pocos años entré en una iglesia por primera vez; pero necesito ayuda de alguien. Así que decidí hablar con usted”.
Le aseguré a este hombre que haría mi mejor esfuerzo por ayudarle. Le pedí que se sentara y me explicara qué le estaba ocurriendo. La conversación se dio así, él dijo: “Me he divorciado dos veces. Ahora vivo con una mujer que es mi amante. Ella ni siquiera me gusta, pero no he tenido el valor de dejarla y volver con mi segunda esposa. Soy médico. Peor, soy un abortista. Mato bebés para vivir. El año pasado mi clínica hizo nueve millones de dólares por abortos. No solo hago aborto terapéutico. Hago abortos por cualquier razón. Si la mujer no tiene una razón para hacerlo yo le doy una razón”.
“Seis semanas atrás”, siguió diciendo el doctor: “Vine a la Iglesia Grace Community Church (Comunidad de Gracia) el domingo en la mañana. He estado viniendo cada semana desde entonces. La semana pasada usted predicó sobre, ‘Entregado a Satanás’. Si existe alguien en la tierra que fue entregado a Satanás, soy yo. Sé que estoy condenado al infierno por lo que he hecho. Soy absolutamente miserable y desdichado”».
Ahora, ¿puedes ver la obra del Espíritu en todo esto? John MacArthur, hasta este punto, no ha hecho nada. El Espíritu ha estado preparando a este hombre, así como Él está preparando a las personas que vienen a tu clase la semana que viene.
Sigue diciendo el doctor:
«Estoy viendo a un psicoanalista continuamente, y no estoy recibiendo ninguna ayuda. No puedo seguir con la culpa de todo esto. No sé qué hacer. ¿Me puede ayudar?. Y le contesté: “No, no puedo ayudarte”».
Me miró sorprendido. La desesperación era evidente en su cara. Lo dejé procesar y calmarse y le dije: “Pero conozco a alguien que sí puede ayudarte, Jesucristo”.
Él dijo tristemente: “Pero no sé quién es Él. Me han enseñado toda mi vida que no debía creer en Él”.
Le dije: “¿Quieres conocer a Jesucristo?”.
Él me contestó: “Sí, sí quiero, si Él me puede ayudar”».
Dijo John MacArthur:
«“Esto es lo que quiero que hagas”. Me estiré y tomé mi Biblia de mi escritorio, la abrí en el Evangelio de Juan. Le dije: “quiero que te lleves este libro a tu casa y leas el Evangelio de Juan. Quiero que lo sigas leyendo hasta que sepas quién es Jesucristo, luego me llamas nuevamente”.
Más tarde en la semana estaba contándole acerca de este incidente a un pastor de otra iglesia. Él me dijo: “¿Solo eso le diste? ¿Solo el Evangelio de Juan? ¿Por qué no le diste alguna otra ayuda, algunos mensajes para escuchar, algunas preguntas que debía responder, algo? ¿Solo la Biblia?”
Le dije: “No te preocupes. La Biblia es como una luz. No necesitas defenderla. Solo abrir la puerta y dejarla salir. Va a cuidarse a sí misma. Si ese corazón realmente está abierto, la Biblia hará más para alcanzarlo, más de lo que yo podría hacer con cualquier otro material de estudio”.
El siguiente viernes, recibí una llamada telefónica. El doctor me quería ver nuevamente. Hicimos una cita. Nos reunimos a tiempo. Él vino a mi oficina, caminó por delante de mí como si yo no existiera, se sentó en el mueble, dejó caer la Biblia a su lado, y me dijo: “Yo sé quién es Él”. Le pregunté: “¿Lo sabes?”.
Y Él dijo: “Sí, lo sé”
Le pregunté: “¿Quién es Él?”
Me contestó: “te diré una cosa. Él no es solo un hombre”.
Y le dije: “¿En serio?, ¿Quién es Él?”.
Él dijo con convicción: “¡Él es Dios!”.
Y dije: “¿tú, un judío, me estás diciendo que Jesucristo es Dios?”. Le pregunté: “¿Cómo sabes esto?”.
Él contestó: “Está claro. Ahí mismo lo dice en el Evangelio de Juan. Mira las palabras que Él dijo. Mira las cosas que Él hizo. Nadie podría decir y hacer las cosas que Él hizo si no fuera Dios”.
Este hombre estaba citando al apóstol Juan perfectamente. Yo asentí entusiasmado. Él estaba en el camino.
“¿Sabes qué más hizo Él? Él resucitó de entre los muertos, lo enterraron, y luego de tres días resucitó de la muerte. Esto prueba que Él es Dios, ¿no es así? Dios mismo vino a este mundo”.
Le pregunté: “¿Y cómo sabes? ¿Por qué Él vino?”:
Él dijo: “Él vino a morir por mis pecados”.
Le pregunté: “¿Cómo sabes esto?”.
Me dijo: “porque como me gustó tanto Juan, leí Romanos. Y tan pronto limpie mi vida, me convertiré a Cristo”.
Le dije: “Este es un acercamiento errado. Recíbelo como tu Señor y salvador ahora en este momento, y deja que Él limpie tu vida”.
Luego le pregunté a este hombre: “¿Qué pasaría con tu carrera luego de una decisión como esta?”.
“Bueno”, dijo él, “Pasé toda la tarde escribiendo mi carta de renuncia a la clínica. Cuando salga de aquí, llamaré a mi segunda esposa y la traeré a la iglesia conmigo”. Y así lo hizo».
El Dr. MacArthur concluyó diciendo: «¿No es mi Palabra como fuego, dice el Señor, y como martillo que rompe las rocas en piezas?» (Jer. 23:29).
La Palabra de Dios es viva, nos dice Hebreos. Es poderosa. «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón» (4:12).
Ten confianza en el poder de la verdad, el poder de la Palabra de Dios. Amigas, no depende de nosotras. Es Su poder. Su Palabra. Su verdad. Tengo un celo por ustedes, y por mí misma, de experimentar la unción divina. No algo místico. No algo emocional. Pero por fe, recibir día tras día, tarea tras tarea, ese aceite fresco, la unción del Espíritu Santo.
Tengo un pastor amigo que me envió un email hace varios años. Por mucho tiempo, me lo he reenviado a mí misma al menos una vez al mes, porque lo quiero releer, y recordarme a mí misma lo que dice. Él lo compartió conmigo, y hoy lo comparto como mi carga por ti. Él dijo:
«Yo tengo una carga por la unción de Dios que reposa sobre ti. Por favor no lo tomes por sentado. Este es el poder que atraviesa el corazón. Sé que esta unción proviene de la gracia de Dios, pero a un costo alto. Este precio vale a la luz de la necesidad y de la eternidad.
No dejes que tu ministerio se convierta en algo difícil. No permitas que se convierta en un programa o en una fórmula. Tienes que tener siempre presente que siempre es Cristo quien es la respuesta a todas las necesidades de las mujeres y los hombres. Envía las personas a Cristo. Mira todo programa, toda página de todo libro, toda entrevista, toda conversación, como una oportunidad de llevar a las personas a Su presencia, porque eso es lo que necesitamos.
La evaluación de todo en tu ministerio debe ser: ¿Está Dios ahí? ¿Experimentaron las personas un encuentro con el Dios del universo? ¿Se agradó Él en visitarnos? ¿Mengüé yo para que Él pudiera crecer y ser visto y experimentado claramente?».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado ayudando a ver cómo podemos invertirse mejor en las vidas de mujeres en necesidad. Ella enseñó este mensaje en la conferencia Revive’15, una conferencia para mujeres que quieren aprender cómo enseñar a otras mujeres.
Como hemos estado viendo a lo largo de esta serie, el Espíritu de Dios obra de formas poderosas. Una oyente nos cuenta cómo Dios ha usado Aviva Nuestros Corazones para obrar en su vida.
Testimonio: Los programas de Aviva me han confrontado, me han animado, han permitido que yo sea restaurada por el Espíritu Santo y me han hecho consciente del poder que hay en el Espíritu Santo para transformarme.
Como mujer he podido abrazar el diseño, conocer y abrazar el diseño del Señor para mi vida, conocer las verdades de Su Palabra y aprender a aplicarlas; han transformado mi vivir. Y he visto que es real, es posible vivir en abundancia, plenitud y libertad en Cristo.
Escuchar los testimonios de mujeres reales que no intentan ser perfectas, sino que dependen de la gracia de Dios; que muestran sus temores y debilidades, los llevan a la cruz, y ver el poder transformador de Cristo, de Su Palabra, la fe con la que se aferran a Sus promesas, ha cambiado mi relación con el Señor para siempre.
Yo no tengo que ser una mujer «X», sino que puedo ser la mujer que Dios me llamó a ser, puedo ser yo misma, llena de Su gracia, con mi llamado particular, con mis dones particulares, con una vida caminando en fe junto a Él.
Los blogs y los escritos de Joven Verdadera han sido, aunque no soy una mujer en su adolescencia, han sido herramientas para mí, para poder compartir con jóvenes que caminan a mi lado, con familiares, y sé que serán en un futuro algo de lo que pueda agarrar recursos para cuando mis hijas estén en esa etapa de vida.
Doy gracias al Señor por el ministerio de Aviva Nuestros Corazones, haber llegado a mi vida y haber sido una herramienta tan poderosa en las manos del Señor.
Débora: ¡Qué testimonio tan motivador! Cuando escuchamos historias como estas nos llenamos de asombro y gratitud ante nuestro poderoso Dios. ¡Él está obrando en medio nuestro!
El día de mañana, Nancy te dará lo que ella llama: «Una recarga». Es una recarga para que inviertas tu vida en enseñar el evangelio a otras mujeres. Prepárate para ser inspirada para un tiempo como este, y acompáñanos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a no solo sobrevivir en la vida cristiana, sino a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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