El Padre Nuestro, día 2
Annamarie Sauter: Sabemos que cuando la señal telefónica no es muy buena debemos movernos a un lugar donde haya mejor recepción…
Nancy DeMoss Wolgemuth: Algunas de nosotras necesitamos movernos a un lugar diferente para orar. Ahora, no quiero decir geográficamente o físicamente a un lugar diferente. Pero hemos estado orando sin estar conscientes de si tenemos una relación cercana y genuina con nuestro Padre. Jesús dice: «Ve donde la conexión sea buena. Ve donde la recepción sea buena».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
En tiempos inciertos pensamos en muchas cosas para las que nos podemos preparar, pero, ¿es la oración una de estas? Y si nos sentimos inadecuadas para orar, ¿qué debemos hacer? Hoy Nancy nos ayuda a responder estas preguntas.
Nancy: Hace unos meses escuché hablar acerca de la esposa de un pastor, que vive como a …
Annamarie Sauter: Sabemos que cuando la señal telefónica no es muy buena debemos movernos a un lugar donde haya mejor recepción…
Nancy DeMoss Wolgemuth: Algunas de nosotras necesitamos movernos a un lugar diferente para orar. Ahora, no quiero decir geográficamente o físicamente a un lugar diferente. Pero hemos estado orando sin estar conscientes de si tenemos una relación cercana y genuina con nuestro Padre. Jesús dice: «Ve donde la conexión sea buena. Ve donde la recepción sea buena».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
En tiempos inciertos pensamos en muchas cosas para las que nos podemos preparar, pero, ¿es la oración una de estas? Y si nos sentimos inadecuadas para orar, ¿qué debemos hacer? Hoy Nancy nos ayuda a responder estas preguntas.
Nancy: Hace unos meses escuché hablar acerca de la esposa de un pastor, que vive como a una hora y cuarto de mi casa, en Holland, Michigan. Escuché que esta mujer tenía un corazón genuino para la oración. Supe que había escrito un libro acerca de la oración y tenía un ministerio para enseñar a otros a orar. Como compartí en la última sesión, Dios ha puesto en mi corazón un deseo de aprender a orar y de crecer en el área de la oración.
Yo no conocía a esta señora, pero pedí en mi oficina que la llamaran y le preguntaran si podía reunirme con ella. Manejé hasta Holland, Michigan, un día, y me reuní con ella para almorzar y le dije: «Quiero aprender cómo orar, y he escuchado que amas orar y que Dios te ha enseñado algunas cosas en esta área. ¿Podrías enseñarme algunas cosas? ¿Cuáles son algunas cosas que Dios te ha enseñado acerca de la oración?»
Es interesante que esta mujer no se considera a sí misma como una gran mujer de oración, pero sí ha aprendido algunas cosas. Ella comenzó a compartir conmigo algunas ilustraciones de su propia vida. Fue de mucha bendición. El tiempo voló, y estamos esperando conectarnos otra vez. Ella está orando por mí mientras estoy en esta etapa dedicada a la oración, por eso fue un tiempo muy especial para mí. Fue un tiempo dulce y de ayuda en mi proceso de crecimiento en el área de la oración.
Estamos viendo el Padrenuestro en esta serie. En realidad se encuentra dos veces en el Nuevo Testamento. En Mateo 6, encontramos la versión tradicional que estaremos viendo primero, que es con la que estamos más familiarizadas; pero hay otra versión en Lucas 11, que es ligeramente diferente. Es un poco más corta.
Las dos versiones de esta oración tuvieron lugar en dos escenarios diferentes, lo cual explica la diferencia. Jesús hizo esa oración dos veces, pero la enseñó un poco diferente en ambas ocasiones, lo cual nos dice que la intención de Jesús no era que la usáramos palabra por palabra o que la volviéramos una oración rutinaria. No hay nada de malo con decir la oración del Padrenuestro, pero el hecho de que Él la enseñara dos veces, y de manera distinta, nos indica que debemos usarla como un patrón, un modelo, una guía para nuestra oración. No tenemos que usar las mismas palabras en cada oportunidad.
Ahora, la razón por la que estoy trayendo esto de las dos versiones a colación, es que la versión en Lucas 11 fue inspirada por el ejemplo de la vida de oración de Jesús. Lucas 11, el versículo 1 dice:
«Y aconteció que estando Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó también a sus discípulos. Y (Jesús) les dijo: Cuando oréis, decid…» (vv. 1-2).
Y luego da Su versión de lo que llamamos «El Padrenuestro».
Los discípulos fueron a Jesús así como yo fui con Marilyn, esta esposa de pastor cerca de mi casa, y dijeron: «Te hemos visto orar. Hemos oído de tus oraciones. Queremos aprender a orar».
Ahora, los discípulos conocían la importancia de la oración. Todo buen judío sabía de esto. La oración era muy importante para los judíos. El Antiguo Testamento está lleno de ricas oraciones, pero los discípulos habían visto algo en la vida de oración de Jesús que era diferente.
Habían escuchado orar a los fariseos. Habían escuchado orar a los escribas. Habían oído todo tipo de oraciones religiosas, y los judíos tenían cientos de oraciones, oraciones para cada ocasión, bendiciones para esto, bendiciones para aquello, oraciones para esto, oraciones para aquello… pero ellos vieron algo en Jesús que los hizo decir: «Enséñanos a orar. Queremos aprender a orar como Tú lo haces».
Vamos a ver qué es lo que ellos vieron en la vida de Jesús que los hizo interesarse tanto en aprender a orar; en qué se diferenciaba la forma en que Jesús oraba, la forma en que Él nos enseñó a orar.
Ahora, regresando a la versión tradicional en Mateo capítulo 6, el Padrenuestro más familiar, Mateo 6:5, Jesús comienza al decir: «Cuando ores, di esto».
Déjame detenerme aquí con esas dos palabras, «cuando oréis», y decir que eso nos recuerda que debemos orar. Jesús asumió que estamos orando. Él asumió que entendemos que la oración es importante, que la oración no es una opción. La oración es el lenguaje del reino de Dios.
Es natural que los hijos hablen con su Padre. En cualquier tipo de relación de hogar bueno y saludable, los hijos van a hablar con sus padres. Jesús dijo: «En el reino de Dios, tienes una relación con tu Padre celestial. Es natural que tú hables con Él».
Los judíos tenían esta rica herencia de oración. Ellos sabían mucho acerca de la oración. Ellos sabían la importancia de la oración, pero sus oraciones a través de los años se habían vuelto rutinarias, ritualistas.
Algunas de sus oraciones se habían hecho muy complejas y largas. Ellos estaban impresionados con esas largas y complejas oraciones. Estaban particularmente impresionados por esas oraciones, de manera que había cierta hipocresía en algunas de estas oraciones.
Sus oraciones iban dirigidas a los demás en lugar de ser oraciones simples, del corazón, sinceras y dirigidas a Dios. Jesús vino a este sistema, y Él dijo: «Mira, es más simple de lo que piensas. No es tan complicado como crees». No necesitas tener un doctorado en teología para orar.
Ahora, dijimos en la última sesión que al introducir la oración del Padrenuestro, Jesús expuso dos advertencias acerca de la oración. Ayer hablamos de la primera, por qué oramos. Vimos eso en los versículos 5 y 6. ¿Cuál es tu motivación? ¿Es acaso el ser vista por los demás? Ese es el motivo por el que oran los hipócritas.
Ahora, en los versículos 7 y 8 de Mateo 6, Jesús nos advierte acerca de cómo oramos. Cuando Jesús hizo estas advertencias. Él sabía que se trataba de asuntos con los que todos los creyentes de todos los tiempos batallarían –no solo sus discípulos, sino nosotras también. Él sabía que estas eran cosas con las que lucharíamos. Él sabía que estas eran cosas con las que yo lucharía, así que Él no solo les estaba hablando a esos discípulos sino también a nosotras hoy.
Él dice en los versículos 7 y 8: «ten cuidado cómo oras», no solo las motivaciones sino el método; guarda no solo tu corazón, sino las palabras que dices. Mira el versículo 7:
«Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis».
¿Cuál es la advertencia acerca de cómo orar? Jesús habla acerca de frases vacías y de muchas palabras. Esas son las dos advertencias que Él les hace. Frases vacías, sin sentido, algunas de sus traducciones y las más familiares dicen, «vanas repeticiones». Todas hemos oído eso. Ten cuidado con las vanas repeticiones.
La palabra en griego que es traducida como, «vanas repeticiones» o «frases vacías», es la palabra battologeo. Es una palabra un poco onomatopéyica, ¿cierto? Su significado es como el sonido de la palabra, battologeo. Pienso en parloteo. No parlotees. No sigas y sigas. La palabra en realidad significa, «repetir inútilmente, sin pensar, frases repetidas mecánicamente y sin sentido».
Dices lo mismo una y otra y otra vez. No piensas en lo que estás diciendo. Solo lo repites, parloteas, sin pensar en lo que estás diciendo. Jesús dijo: «No ores de esa manera. Así oran los paganos. Así ora la gente que no tiene una relación con el Padre celestial». Y luego Él añade: «Ellos piensan que van a ser oídos por sus muchas palabras».
Mientras trabajaba en esta sesión anoche, literalmente, recibí un correo electrónico de una amiga que estaba hablando de cómo su niña de tres años ora y hace estas largas oraciones; ella dice que ora por cada miembro de la familia dos o tres veces, por toda la comida en la mesa, por todo, aun por lo que hay para beber.
Si alguien la interrumpe, tiene que empezar otra vez. Si alguien más ora otra cosa, uno de los otros hijos ora algo que a ella se le olvido orar, entonces Emma tiene que empezar otra vez y orar por eso. La mamá dijo: «Ella no sabe cuándo es tiempo de parar» Muchas palabras; y luego la mamá dijo: «Emma es como la gentil que piensa que va a ser escuchada por sus muchas palabras». ¡Esta niña de tres años, piensa que va a ser escuchada por sus muchas palabras!
Bueno, en algunas de nuestras tradiciones en las iglesias, oramos y leemos y recitamos algunas de las mismas oraciones y liturgias una y otra vez usando ciertas frases, cierta terminología. No hay nada de malo en decir estas cosas repetidamente. La repetición en sí no es mala. Es la vana repetición, el orar sin pensar lo que vamos a decir, el orar sin sentido, el hacer repeticiones mecánicas de estas mismas frases…y a veces hacemos esto.
Aun si no estás en una iglesia cuya tradición consiste en orar algunas de estas oraciones repetidamente. Muchas de nosotras oramos en ciertos momentos, en ciertos lugares, quizás antes de los alimentos… Yo fui a una escuela cristiana mientras crecía, y antes de eventos atléticos, antes de los juegos, orábamos. Antes de clase, orábamos. En servicios de la iglesia…en fin, orábamos en ciertos momentos y lugares.
La pregunta es: ¿Son esas oraciones una comunicación sincera y de corazón con Dios, o solo lo estamos haciendo porque es en esos momentos cuando oramos? ¿Son palabras sin sentido? ¿Son oraciones vanas? ¿Es solo una rutina? Jesús dice: «No hagas oraciones sin sentido, repeticiones de palabras vacías». Nuestros corazones, nuestras cabezas, nuestras mentes, nuestras voluntades deben estar sincronizadas e involucradas cuando oramos.
Pienso que uno de los lugares donde probablemente oramos de manera más vana o sin sentido, es cuando le damos gracias a Dios por los alimentos. ¿Realmente estamos agradecidas? ¿Estamos pensando en lo que estamos diciendo, o solo balbuceamos: «Dios-es-grande-Dios-es-bueno-ahora-te-damos-gracias-por-nuestros-alimentos-en-el-nombre-de-Jesús-amén»? Lo decimos así, rápidamente. Hemos hecho de esa oración una rutina, y Jesús dijo: «Así es como oran los paganos. No oren de esa manera».
Ahora, Él da una advertencia correctiva, como hizo en la otra advertencia; una corrección acerca de cómo oramos. Él dice: «en lugar de eso, ora a tu Padre». Vimos esto en el versículo 6. Él nos está diciendo que la oración no es un ejercicio sin sentido.
No estamos hablando al aire. La oración está fundada en una relación vital e íntima con Dios. Alguien está en el otro lado de esta llamada. Estamos hablando con alguien.
Todas tenemos celulares hoy. Todas hemos visto y escuchado o estado ahí, cuando estás hablando en tu celular y luego entras en un lugar donde no hay buena recepción. De repente, hay «estática» en el otro lado y dices: «Hola, ¿Bueno? ¿Bueno? ¿Estás ahí? ¿Me escuchas? ¿Estás ahí?» Se cortó la llamada.
Si tienes estática en tu conexión de teléfono quiere decir que hay algo mal con la conexión. No estás en un lugar donde hay buena recepción. Yo vivo en un lugar donde no hay buena recepción. Puedo usar mi celular donde quiera excepto donde vivo, en la calle donde vivo. Debo esperar a salir del área para llegar a un lugar diferente, y entonces tener buena señal.
Algunas de nosotras necesitamos movernos a un lugar diferente para orar. Ahora, no quiero decir geográficamente o físicamente a un lugar diferente. Pero hemos estado orando sin estar conscientes de si tenemos una relación cercana y genuina con nuestro Padre. Jesús dice: «Ve donde la conexión sea buena. Ve donde la recepción sea buena».
No es Dios quien se ha movido. No es Dios que ha estado teniendo problemas con la recepción. No es su celular. Es el nuestro, y Jesús dice: «Ora a nuestro Padre, y luego recuerda que tu Padre conoce lo que necesitas antes de que se lo pidas.
Versículo 8: «Vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis». Así que no estamos orando para informar a Dios. No estamos orando para decirle a Dios algo que Él no sabe, y por eso es que Jesús dice, «no tienes que decir muchas palabras».
Ahora, no hay nada de malo con oraciones largas, de la misma manera que no hay nada de malo con tener conversaciones largas con tu pareja o con una amiga o con tu hijo o hija adulta en el teléfono. Las conversaciones largas están bien. Pero la idea es no solo parlotear sin pensar en lo que estás diciendo. Reconoce que a veces las conversaciones cortas también son buenas.
Luego Jesús dice: «Ten cuidado cómo oras. No ores con estas vanas repeticiones. No necesitas decir muchas palabras». Luego Él dice en el versículo 9, y aquí está la corrección, «ora de esta manera», y Él nos da un ejemplo, un modelo, un patrón de cómo podemos orar. «Orad de esta manera», y después de todas las oraciones pretenciosas que estos discípulos habían escuchado de los líderes religiosos judíos a través de todos esos años, esta oración ha de haber sonado casi ridículamente simple.
«Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal» (vv.9-13).
Luego la parte que no está en el texto original pero que ha sido agregada por creyentes por todos los siglos desde entonces, la bendición o doxología al final, «Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén» (v.13, RVR 1995). Simple, corta y al punto. Menos de setenta palabras si incluyes la doxología al final; no hay petición con más de diez palabras de longitud. Es un gran contraste con las muchas palabras que Jesús dijo que oraban los paganos.
Esta oración en inglés es conocida como la oración del Señor. Algunos se han opuesto a llamar esta oración con ese título, y están en lo cierto porque la Escritura nunca la llama la oración del Señor. En realidad, si quisiéramos ponerle ese título a alguna oración, sería mejor ponérselo a la oración que Jesús hizo en Juan capítulo 17. Pero este es el título que se ha pasado a través de la historia de la iglesia, a esta oración con la que Jesús enseñó a sus discípulos a orar. No creo que haya nada malo con llamarla así. Jesús es el autor de esa oración, pero está dirigida a Su Padre. Por eso nosotros en español la conocemos como el Padrenuestro.
Esta es también una oración comprensiva. Cubre las bases. Lo cubre todo, y Jesús está diciendo aquí: «Estás son las cosas que debes mantener en mente cuando oras». Probablemente, no haya ninguna petición que podamos pensar, que de alguna manera no caiga en el marco de esta oración.
El Padrenuestro se convierte en el esqueleto, en un marco; no es una fórmula mágica, no es un mantra; no hacemos esta oración mientras contamos cuentas de un rosario, ni nada por el estilo, ni pensando: «Dios especialmente bendecirá esto, si lo hago así». Es un marco de referencia. Es una guía. Es un patrón. Es un modelo para nuestras oraciones. Jesús dijo: «Ora de esta manera».
No quiere decir que tienes que usar estas palabras exactas. Por ejemplo, tengo algunas notas frente a mí mientras enseño. No es exactamente lo que voy a decir. Solo me da una guía. Me da una estructura, luego lo lleno con pensamientos adicionales que se relacionan con las notas. Jesús está diciendo: «Te estoy dando la guía, el patrón para tu oración».
Nunca se nos dice que oremos palabra por palabra, pero tampoco se nos prohíbe hacer la oración. Esta es una oración que Dios a menudo ha usado como un medio de gracia para ministrar a Sus hijos en tiempos de angustia, tiempos de necesidad.
Recientemente estaba hablando con un hombre, un amigo creyente quien ha pasado por unos periodos de profunda depresión. Cuando escuchó que me estaba preparando para enseñar una serie sobre el Padrenuestro, me dijo:
Mientras estaba atravesando por esa depresión, tenía una nube sobre mí. No podía entender por qué solo pensaba acerca de la muerte todo el tiempo. No había razón explicable; estuve luchando a través de esta temporada de depresión.
Comencé a orar el Padrenuestro al manejar de mi casa al trabajo cada mañana, y solo decía una frase a la vez, para meditar en ella, para expandirla en mi corazón. Eso es parte de lo que Dios ha usado para recalibrar mi corazón, para levantar esa nube.
No fue como una poción o fórmula mágica, tú haces esta oración y todos tus problemas se van. Pero cuando él comenzaba a orar con entendimiento, de manera significativa, esta oración del Padrenuestro, ha encontrado que Dios le está respondiendo sus peticiones y trayendo gracia a su corazón.
Esto ha pasado con muchos creyentes a través de los siglos. Habría muchas historias que se podrían contar, pero una que particularmente me fue de bendición, fue cuando leí acerca de un pastor llamado Helmut Thielicke, quien fue un teólogo Luterano muy conocido en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. También fue pastor durante ese periodo. Era un pastor joven, y durante los días finales de la guerra, su congregación en Stuttgart, Alemania, estaba en conmoción, como podrás imaginarte en esos tiempos.
Estos eran tiempos horriblemente difíciles para ese pequeño rebaño de creyentes. Las bombas caían día y noche. El Tercer Imperio se estaba derrumbando. Las Fuerzas Aliadas estaban entrando y venciendo a la resistencia alemana. El país estaba en caos. Este Pastor Thielicke miraba los ojos de su pueblo, semana tras semana, y veía el temor, el terror, la duda, la desesperación. Estas personas desesperadamente necesitaban esperanza.
¿Sería eliminado su país? ¿Iban ellos a ser eliminados? ¿Qué iba a suceder? Si tú eres el pastor, ¿qué les dices en un momento como ese? ¿Cómo tratas de animar a tu gente? ¿Cómo preparas a tu gente para lo que pueda estar por delante?
Thielicke decidió predicar una serie de sermones sobre el Padrenuestro, y esa serie se hizo muy conocida. Al final fue traducida al inglés y fue publicada en Estados Unidos. En la introducción de su libro, Thilicke dijo: «El Padrenuestro fue capaz de contenerlo todo».
El Padrenuestro fue capaz de contenerlo todo. Estamos viviendo tiempos difíciles hoy. No necesitas estar al tanto acerca de los eventos actuales, no necesitas ser un aficionado a las noticias para saber que vivimos en tiempos difíciles.
El mundo se está autodestruyendo bajo el peso del pecado y la rebelión contra Dios. Y mientras le doy seguimiento a lo que está sucediendo en varias partes del mundo, he estado pensando acerca de la inestabilidad de la situación del mundo, y la creciente probabilidad de eventos catastróficos, no solo en otras partes del mundo, sino en nuestro mundo. Es algo que es inminente.
Vimos lo que sucedió en septiembre del 2011. Hemos visto otros destellos de esto. Hoy hablamos de terrorismo de varios tipos. Le he estado pidiendo al Señor mientras pienso en Aviva Nuestros Corazones y pienso en nuestros oyentes: «¿Qué dices en un momento como este?» De hecho, para cuando transmitamos esta serie, solo Dios sabe lo que estará aconteciendo en este país y alrededor del mundo, que pueda estar aterrorizando los corazones de las personas.
Jesús dijo que va a haber tiempos en los últimos días cuando los corazones de los hombres fallarán debido al temor. Van a sufrir ataques al corazón por tanto temor. ¿Qué le dices a la gente en momentos como estos? ¿Cómo preparamos a nuestros oyentes? ¿Cómo preparamos nuestros propios corazones para esos tiempos desastrosos que pudieran estar por delante?
Mientras pensamos acerca de lo que le espera a nuestro país, al mundo, o quizás aun lo que estás enfrentando ahora mismo en tu matrimonio, en tu familia, en tu salud, en tus finanzas, tú dirás: «Yo no sé si el mundo se está volviendo loco, pero la que sí está realmente loca es mi vida!» Quizás piensas en lo que traerá el futuro. Hay cosas que estás anticipando, cosas que estás temiendo, cosas que estás enfrentando.
Tengo una amiga que acaba de recibir un probable diagnóstico de una enfermedad neurológica severa. Están esperando el último reporte ahora mismo. No saben qué significará esto y qué tanto sus vidas van a cambiar en los días por venir, y Pablo dice: «No sabemos cómo debemos orar» (Rom. 8:26, parafraseado).
No sabemos cómo lidiar con estos tiempos. No sabemos cómo lidiar con la angustia, y Dios nos ha dado Su Espíritu para interceder por nosotros, pero Dios también nos ha dado esta oración, el Padrenuestro, como la llamamos, para dirigir nuestra oración.
Ese pastor en Alemania dijo que el Padrenuestro era capaz de contenerlo todo. Esta oración lo contiene todo, y es una oración que Jesús nos dio que nos ayudará a prepararnos para enfrentar tiempos inciertos.
Es una oración que en la medida que la profundicemos en estos próximos días, nos va a ayudar a saber cómo pensar, cómo vivir, cómo orar, cómo caminar, cómo responder, cómo no ceder al temor, cómo estar preparadas para hoy y para el porvenir. Jesús dijo: «Cuando ores, ora de esta manera», y pienso que estos son tiempos en que necesitamos aprender cómo orar de esta manera.
Annamarie: En tiempos inciertos como los que hemos estado viviendo es imprescindible que aprendamos a hablar el lenguaje del reino de Dios. Y tú, ¿quieres aprender –no a ser elocuente sino a orar con el corazón? Mantente sintonizada a esta serie a lo largo de las próximas semanas y aprendamos juntas. Mañana Nancy regresará para darnos algunas herramientas para evitar las oraciones tipo «lista de supermercado».
Y recuerda que para aprovechar al máximo esta serie debes adquirir el libro digital titulado «El Padrenuestro». Encuentra el acceso para adquirirlo en la transcripción de este episodio, en avivanuestroscorazones.com.
Aprendiendo a orar juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación