¿Todas las cosas?
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que descansar en el gobierno de Dios es, en última instancia, una cuestión de fe.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Es realmente cierto que todas las cosas deben cooperar para mi salvación? Al final del día, cuando todo lo que puedo ver, palpar, sentir y experimentar me dice que la Palabra de Dios no es verdad, la pregunta es: ¿elegiré creer a mis emociones y mis pensamientos? ¿O elegiré creer que lo que Dios ha dicho es verdad?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Sea agradecido, en la voz de Patricia de Saladín.
Todas acudimos a algo o a alguien en busca de consuelo, pero solo hay una auténtica fuente de verdadero consuelo. Aquí está Nancy, quien continúa con la serie, «Cristo, nuestro consuelo en la vida y en la muerte». Hoy, 20 de septiembre de 2023.
Nancy: Una tarde …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que descansar en el gobierno de Dios es, en última instancia, una cuestión de fe.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Es realmente cierto que todas las cosas deben cooperar para mi salvación? Al final del día, cuando todo lo que puedo ver, palpar, sentir y experimentar me dice que la Palabra de Dios no es verdad, la pregunta es: ¿elegiré creer a mis emociones y mis pensamientos? ¿O elegiré creer que lo que Dios ha dicho es verdad?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Sea agradecido, en la voz de Patricia de Saladín.
Todas acudimos a algo o a alguien en busca de consuelo, pero solo hay una auténtica fuente de verdadero consuelo. Aquí está Nancy, quien continúa con la serie, «Cristo, nuestro consuelo en la vida y en la muerte». Hoy, 20 de septiembre de 2023.
Nancy: Una tarde me senté en la sala de mi casa y hablé con dos madres solteras, ambas estaban pasando por situaciones muy difíciles con sus hijos. Y una situación en particular era extremadamente difícil. Escuchando su historia, yo pensaba: es probable que siga siendo así durante mucho tiempo; humanamente hablando no hay ninguna luz al final de ese túnel. Estas son madres que tienen una relación sólida con Cristo. Ellas lo conocen, lo aman a Él y a Su Palabra, pero necesitan consuelo.
Y compartí con ellas la sección del Catecismo de Heidelberg que estamos viendo esta semana. Acabamos de hablar en un episodio pasado sobre el consuelo. Ahora, tendemos a pensar en el consuelo como un sillón cómodo o un alivio del dolor. La palabra en español «consuelo» proviene de la palabra «consolar». Y «con» indica «cooperación o reunión», y «solar» significa «aliviar una aflicción y calmar».
Consuelo no es una palabra fácil. No es un trabajo de «siéntate y relájate y no tengas ningún problema o dolor». Significa: «con fortaleza, fortalecer, restaurar la fuerza».
Cuando quiero saber qué significa realmente una palabra, acudo a los diccionarios antiguos donde puedo obtener algunos significados maravillosos para las palabras, porque en ese entonces había una influencia del evangelio y una influencia de las Escrituras en muchas de esas definiciones.
Pero parte de lo que dice uno de los diccionarios, es que consuelo significa: «fortalecer la mente cuando está deprimida o debilitada, para dar nuevo vigor a los espíritus. Aquello que da fuerza o apoyo en la angustia, dificultad, peligro o enfermedad». Ahora, ese es el consuelo que necesitamos. Ese es el consuelo que todas necesitamos.
Y mientras hablábamos, compartí con estas dos madres lo siguiente: «Sí, la bondad del Señor, pero la dureza de la vida».
Mi dulce esposo me escribe todas las mañanas durante su tiempo devocional, que siempre es más temprano que el mío, tres o cuatro versículos que le han ministrado de ese tiempo. Está leyendo la Biblia en un año, así que generalmente son de diferentes partes de la Biblia.
Y compartí con ellas un texto que Robert me envió esa mañana, donde Jesús estaba angustiado en el huerto de Getsemaní. Dice una de las traducciones: «Estaba muy angustiado hasta la muerte y su sudor era como grandes gotas de sangre». Y este es el versículo que compartí con esas mujeres que Robert me envió por mensaje de texto, me encanta esto en Lucas 22:43: «Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo fortalecía». Que lo fortalecía.
Ahora, podrías pensar, Jesús está orando allí, Él está clamando: «Padre, si es posible, pase de mí esta copa». Y piensas: ahora vino el ángel, lo fortaleció, pudo levantarse y marcharse. No, el siguiente versículo dice: «Él continuaba orando intensamente, sudando grandes gotas de sangre».
¿Qué hizo el ángel que trajo la fortaleza del Padre? Le dio fuerzas para seguir en la batalla, para seguir adelante, para continuar en la angustia y el dolor. No le quitó la angustia y el dolor. La cruz estaba justo en frente de Él. Y el consuelo no lo alivió de la cruz, no lo alivió del sufrimiento.
El consuelo que Dios da no te alivia, no es como un analgésico: «Toma esto y te sentirás mucho mejor». No, es la fortaleza para llevarte a través del dolor en la vida y en la muerte.
Algún día todo esto terminará, no más dolor, no más lágrimas, no más pródigos. Pero necesitamos gracia, necesitamos ayuda, necesitamos fortaleza para vivir en el aquí y el ahora, entre ahora y entonces. Y ahí es donde entra el consuelo de Dios: con fuerza, con fortaleza, gracia, fortaleza para perseverar aún a través de la sangre, el sudor y las lágrimas.
Así que mientras vemos esta sección introductoria de esta breve serie en el Catecismo de Heidelberg, comenzamos con la primera de 129 preguntas. Estas estaban destinadas a catequizar a los niños y a los jóvenes creyentes en lo básico, los fundamentos de su fe y comienza con todo este concepto de consuelo. Y dice –esto fue escrito hace 460 años: «¿Cuál es tu único consuelo en la vida y en la muerte?» ¿Qué te fortalece cuando estás en apuros?
Ahora, ya hemos hecho esto en los episodios anteriores, pero leamos nuevamente cuál es la respuesta a esta pregunta del catecismo. No quiero que solo me escuches leerlo, quiero que escuches tu propia voz diciéndolo, porque cuando decimos la verdad con nuestros corazones, estamos aconsejando a nuestros corazones con la verdad.
Y hay mujeres escuchando hoy que están pasando por circunstancias terriblemente difíciles y dolorosas. O tal vez están a punto de hacerlo, y aún no lo saben. Aquí es donde necesitamos aconsejar nuestros corazones con la verdad. ¿Cuál es la verdad? De lo contrario, nuestras emociones nos enviarán dando vueltas y tambaleándonos, estaremos arriba y abajo, dentro y fuera, angustiadas todo el tiempo. Pero ¿cuál es nuestro consuelo?
Y quiero que lo digas conmigo como si realmente creyeras que estas cosas son ciertas porque lo son. Amigas, ¿cuál es su único consuelo en la vida y en la muerte?
Audiencia:
«Que yo en cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte, no me pertenezco a mí misma, sino a mi fiel Salvador Jesucristo.
Quien con Su preciosa sangre ha hecho una satisfacción completa por todos mis pecados y me ha librado de todo el poder del diablo.
Además, Él me preserva de tal forma, que sin la voluntad de mi Padre celestial, no puede caer ni un cabello de mi cabeza: sí, todas las cosas deben servir para mi salvación.
Por lo tanto, (porque le pertenezco) mediante Su Espíritu Santo, también me asegura que tengo vida eterna y me prepara y dispone de corazón para que viva para Él, de aquí en adelante».
Nancy: ¿Amén? Lo dijeron como si lo creyeran, y tenemos que seguir diciéndonos a nosotras mismas el evangelio que nos da consuelo, que nos da fuerzas.
Hoy queremos ver esta sección del catecismo que dice: «Él me preserva de tal forma, que sin la voluntad de mi Padre celestial, no puede caer ni un cabello de mi cabeza».
Voy a detenerme aquí. A menudo recito estas palabras al hacer diferentes actividades durante el día. Una de ellas es cuando me seco el cabello. Y tengo uno de esos grandes cepillos redondos que también son secadores, y trato de peinar mi cabello desarreglado. Pero siempre que me seco con este cepillo, se llena porque ¡mi cabello se cae! Los veo en todos lados: en el suelo, en la mesa, en mi cepillo y me río cada vez que recito: «Él me cuida de tal manera que ni un cabello puede caer de mi cabeza sin la voluntad de mi Padre que está en los cielos».
Ahora, de verdad estoy bien con perder algo de cabello; preferiría no perderlo todo, aunque eso pudiera suceder. Pero hay pérdidas más grandes, pero lo que menciono aquí es que incluso en las cosas más pequeñas de la vida, Dios me cuida. Él conoce los detalles minúsculos de mi vida. Y también Él ha ordenado los asuntos y eventos más importantes de mi vida.
Y en esta parte del catecismo hablamos de la providencia de Dios, del cuidado de Dios, de cómo nada sucede en nuestras vidas que escape a Su conocimiento, Su atención y Su compromiso en nuestras vidas. Nada me puede pasar sin la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Él vela por mí, Él se preocupa por mí, Él me preserva. Esa es la providencia de Dios. Y esa providencia de Dios se afirma una y otra vez a lo largo de las Escrituras.
Escucha algunos de estos versículos:
En Mateo capítulo 10, Jesús dijo: «¿No se venden dos pajarillos por una monedita?» No son inútiles, pero no valen mucho. «Y, sin embargo, ni uno de ellos…» ¿Cuántos de ellos? «Ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre. Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que no teman…» Jesús dijo que incluso si caes como caen esos pájaros, si Él cuida de ellos cuando caen, ¿cuánto más Él se preocupa por ti cuando caes? Así que no tengas miedo «ustedes valen más que muchos pajarillos» (vv. 29-31).
En Lucas 21, Jesús dijo: «Pero serán entregados…» Ahora bien, esto es mucho más grave que la caída del pelo o la caída de los pajarillos. Incluso serán traicionados «aun por padres, hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de ustedes». Persecución. Tenemos hermanos y hermanas en otras partes del mundo hoy, que han atravesado o están atravesando este mismo versículo en este momento. Jesús dijo: «y serán odiados de todos por causa de Mi nombre. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá» (vv. 16–18).
¿Qué está diciendo Jesús? Él no promete que no habrá ninguna pérdida física, Él está diciendo que algunas de ustedes morirán. Él no está diciendo que nuestras vidas físicas se salvarán. Como he dicho, muchos creyentes han perdido la vida por causa de Jesús. Pero Él está diciendo que seremos preservadas eternamente, que nadie puede destruir nuestra alma. ¿Por qué? Porque le pertenecemos, somos suyas, Él vela por nosotras y Él se preocupa por nosotras.
El apóstol Pablo escribió a los Tesalonicenses en 2 Tesalonicenses 3, y dijo: «…oren por nosotros…para que seamos librados de hombres perversos y malos, porque no todos tienen fe». Hay gente sin Dios allá afuera. Nunca noté estas dos frases una al lado de la otra hasta hace un tiempo. No todos tienen fe, así que hacen cosas malas, perversas. «Pero el Señor es fiel…» Algunas personas no tienen fe. Y las dos palabras en griego son muy similares en el griego original. No todos tienen fe, pero el Señor está lleno de fe. Él es fiel, Él permanece fiel; «…y Él los fortalecerá y protegerá del maligno» (vv. 1-3).
Tenemos un Protector, tenemos un Guardián mientras caminamos por la vida.
Primera de Pedro 1 habla de esto:
«Mediante la fe ustedes son protegidos por el poder de Dios, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo. En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas» (vv. 5-6).
No te sorprendas, esto va a pasar. Vas a sufrir pena, vas a perder cabello, algunas de ustedes perderán la vida. Pero Pedro dice que estás siendo vigilada, estás siendo salvaguardada, estás siendo protegida. Estás siendo cuidada porque Dios cuida bien lo que le pertenece. Y si estás en Cristo, le perteneces a Él.
Así que, Él sabe por todo lo que paso, Él vela por mí, Él se preocupa por mí, Él vela por ti, Él se preocupa por ti. Cuando estás llorando hasta quedarte dormida por la noche por ese hijo o hija o nieto que está tan lejos del Señor, el Señor ve, Él escucha tu llanto, Él conoce tu corazón roto, Él sabe las cosas que están pasando en tu mundo que no has tenido la valentía de contarle a nadie más.
Él sabe.
Él ve.
A Él le importa.
Pero hay más. Dices: «Bueno, es bueno que Él sepa, vea y se preocupe, pero ¿puede Dios hacer algo al respecto?»
Bueno, la siguiente parte del catecismo continúa diciendo: «Sí, todas las cosas deben servir, cooperar para mi salvación».
Y tú dices: «Pero ya he sido salvada».
Bueno, las Escrituras nos dicen que hay un aspecto de la salvación en tiempo pasado: hemos sido salvadas del pecado y de Satanás. Hay un aspecto de tiempo presente, estamos siendo salvadas, estamos siendo santificadas. Dios nos está transformando experiencialmente en lo que somos posicionalmente, estamos siendo salvadas. Y seremos salvadas –la glorificación, seremos glorificadas. En el futuro, donde seremos completamente libres de la presencia del pecado y del mal.
Así que existe ese arco para la salvación. Aquí el Catecismo de Heidelberg dice: «Todas las cosas (todas estas cosas difíciles, desde el cabello que cae de tu cabeza hasta todas las otras cosas que podrías enumerar) deben servir para mi salvación», mi salvación final.
Y por supuesto, tú reconoces los tonos allí de Romanos capítulo 8 versículo 28: «Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito».
Y vemos creyentes, santos del Antiguo y Nuevo Testamento que vivieron esta realidad por fe cuando no podían ver cómo estás cosas cooperaban juntas, pero confiaban en las promesas de Dios.
¿Recuerdas a José en el libro de Génesis después de que sus hermanos lo traicionaron, lo vendieron como esclavo y la esposa de Potifar mintió acerca de él y pasó años en prisión? Todas estas cosas… Él tuvo que preguntarse, ¿alguien sabe? ¿A alguien le importa? ¿Alguien está viendo? Pero a pesar de todo, él tuvo fe en lo que le había sido revelado de las promesas de Dios.
Y así, al final de la historia en Génesis capítulo 50, José es la primera estrella, él es el Primer Ministro y pudo haber tomado venganza contra sus hermanos, pero les dice: «No se preocupen, no tengan miedo».
«Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente» (v. 20).
«Esta no era solo su propia salvación, sino la supervivencia, la salvación y la redención de otros».
Esto es solo el Antiguo Testamento. José no tenía todo el Nuevo Testamento que tenemos nosotras hoy, no tenía Romanos 8:28. Pero él conocía a Dios y dijo: «Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien».
En Deuteronomio capítulo 8 Moisés les dice a los israelitas:
«Él te condujo a través del inmenso y terrible desierto, con sus serpientes abrasadoras y escorpiones, tierra sedienta donde no había agua; (esto es algo difícil que está pasando) Él sacó para ti agua de la roca de pedernal. En el desierto te alimentó con el maná…para humillarte y probarte, y para finalmente hacerte bien» (vv. 15-16).
Recuerda que cuando estés pasando por los escorpiones, las serpientes y la tierra sedienta donde no hay agua en ese desierto grande y terrible, así es un día malo y terrible. Recuerda esa frase, «para finalmente hacerte bien».
«Todas las cosas deben servir para mi salvación».
En Jeremías capítulo 24, los israelitas fueron enviados como exiliados a Babilonia. Pero Dios dijo:
«Pondré Mis ojos sobre ellos para bien, y los traeré de nuevo a esta tierra; los edificaré y no los derribaré; los plantaré y no los arrancaré. Les daré un corazón para que me conozcan, porque Yo soy el Señor; y ellos serán mi pueblo y Yo seré su Dios, pues volverán a Mí de todo corazón» (vv. 6-7).
Eso es lo bueno que sale de esto, de las dificultades.
2 Corintios capítulo 4:
«Por tanto, no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo, nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación» (vv. 16-17).
Y los problemas parecen tan pesados, parecen tan largos, pero la Palabra de Dios dice: «Sí, es posible que te sientas así ahora, pero reajusta tu pensamiento y date cuenta de que esos problemas están produciendo en ti y para ti un peso de gloria mucho más eterno e incomparable».
Pablo dice en Filipenses 1:
«Porque sé que esto resultará en mi liberación mediante las oraciones de ustedes y la provisión del Espíritu de Jesucristo» (v. 19).
Hebreos 12 (he estado estudiando el libro de Hebreos las últimas semanas) dice:
«Es para su corrección que sufren… (sé fuerte; sé fortalecida). Pero Él (Dios) nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de Su santidad. Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia» (vv. 7, 10–11).
Tenemos que aprender a vivir para el más adelante. Y al final prosperaremos. Él nos traerá este eterno peso de gloria.
«Todas las cosas deben servir para mi salvación», dice el catecismo.
Ahora, solo quiero detenerme por un momento en ese «todas las cosas». Quiero poner un signo de interrogación allí. «¿Todas las cosas? ¿Todas las cosas?»
En marzo pasado fue el segundo aniversario del diagnóstico de cáncer de Robert. Y para mí fue un dulce momento de reflexión sobre el viaje en el que Dios nos ha puesto.
Robert dijo mientras hablábamos de esto hace unos meses: «Con mucho gusto volvería a pasar por todo esto para poder experimentar lo que Dios ha hecho en mi vida como resultado».
Pensé en eso, tomé esa oración y la puse en una publicación de Instagram que fue provocada por esa oración. Y esto es lo que escribí ese día en Instagram, quiero compartirlo con ustedes porque se relaciona con lo que estamos hablando aquí. Escribí:
«Esta semana hace dos años, justo cuando el COVID estaba comenzando, mi querido esposo fue diagnosticado con melanoma, el primero de dos cánceres ese año. Múltiples exámenes, biopsias, cirugías y tratamientos de quimioterapia más tarde, Robert ahora está en remisión completa. No podemos estar más agradecidos.
No sabemos qué nos deparan los próximos dos años, no sabemos qué nos deparará el mañana, pero esto es lo que sí sabemos…(y luego enumeré estos puntos):
- Sabemos que Dios es bueno
- Sabemos que Él nos ama
- Sabemos que toda esta prueba ha sido para nuestro bien
- Sabemos que necesitamos el fuego refinador para hacernos más como Jesús
- Sabemos que Él no nos ha dejado solos en el fuego ni un momento
- Sabemos que esta prueba ha brindado muchas oportunidades para compartir el amor de Jesús con los demás
- Sabemos que no merecemos la misericordia que Él nos ha mostrado
- Sabemos que Su gracia ha sido suficiente para los desafíos de cada día
- Sabemos que las oraciones y el aliento del pueblo de Dios son regalos dulces y poderosos
- Sabemos que estamos profundamente agradecidos el uno por el otro y por la bendición de cada nuevo día de vida
- Sabemos que nuestra esperanza no está en este mundo ni en la salud física, sino en Cristo y en el mundo venidero
- Sabemos que nuestro gozo no depende de lo que nos sucede o nos rodea, sino de Quién está en nosotros y con nosotros
- Sabemos que cuando somos débiles, Él es fuerte
- Sabemos que Él nunca nos dejará ni nos abandonará
- Sabemos que Él nunca nos dará más de lo que podemos soportar
- Sabemos que lo mejor está por venir
- Sabemos que no se debe temer a la muerte
- Y finalmente, sabemos que el cielo gobierna»
Así que publiqué eso en Instagram, una mujer leyó esta publicación y me escribió para discrepar de lo que había dicho. Me explicó que lo que había escrito es la forma en que ella solía creer en un momento de su vida, pero ya no. Ella ha pasado por una serie de terribles heridas y pérdidas, se ha sentido traicionada por muchos en la iglesia y en el mundo cristiano.
Y ella escribió, compartiré solo un extracto de su comunicación conmigo. Ella dijo: «Las garantías, las comodidades y la teología en esta publicación no se sostienen y, en cambio, son una fuente de daño. No son en absoluto la realidad de lo que es la experiencia realmente vivida. No es más que dolor escuchar cuando el sufrimiento y la indiferencia es todo lo que la iglesia tiene para una gran parte de la gente. Si el cielo gobierna es más discriminatorio y cruel que Hitler».
Ahora, hay mucha gente que se siente así o algo así. Así que, ¿es realmente cierto que «Él me preserva de tal forma que, sin la voluntad de mi Padre celestial, no puede caer ni un cabello de mi cabeza»?
¿Es realmente cierto que «todas las cosas deben cooperar para mi salvación»?
¿O eso solo es cierto para algunas personas como Robert y yo? ¿Qué pasa con esta mujer que dice que no es para nada su experiencia, que el pensamiento de la providencia de Dios es doloroso y parece «discriminatorio y cruel»?
Bueno, no tengo una respuesta completa para esas preguntas. Sé que hay tanto dolor y mal que es humanamente inexplicable, pero al final del día, la pregunta es: cuando todo lo que puedo ver, palpar, sentir y experimentar me dice que la Palabra de Dios no es verdad, («al menos no es verdad en mi caso»), ¿elegiré creer en mis emociones y mis pensamientos? ¿O elegiré creer que lo que Dios ha dicho es verdad?
En el año 2018, la esposa del amado autor, Randy Alcorn, fue diagnosticada con cáncer de colon y cuatro años después ella se fue a casa para estar con el Señor. Randy a veces compartía extractos del diario de Nanci en sus actualizaciones de Caring Bridge.
Quiero leerles solo algunos de esos extractos que él publicó hacia el final del viaje de ella. Ella escribió:
«No sabemos lo que nos espera, ni los médicos tampoco, (esta publicación fue unos seis meses antes de que ella se fuera al cielo) pero eso no es nada nuevo para ninguno de nosotros, ¿verdad? ¡Somos finitos, pero alabado sea Dios, nosotros conocemos personalmente al Único Infinito que está a cargo del universo y que con amor supervisa nuestras vidas!
No nos hemos dado por vencidos y oramos por una curación completa nuevamente esta noche, como lo hemos hecho todas las noches durante casi cuatro años. Pero tampoco nos atrevemos a decirle a Dios lo que Él debe hacer solo porque lo queremos. Él es Dios, nosotros no. La sanación inmediata a corto plazo no es una certeza, pero la sanación definitiva a largo plazo está entretejida en el evangelio mismo. ¡Es la promesa de Jesús comprada con sangre!»
Y luego una publicación que Randy puso del diario de Nanci, el día que su dulce esposa se fue a casa para estar con el Señor. Ella había escrito:
«Nada “simplemente sucede”. Todo está planeado en amor. Todo se lleva a cabo con sabiduría, poder y amor. Debido a que no soy Dios, nunca debo cuestionar por qué las cosas van como van. Es el colmo de la necedad determinar que mis caminos son preferibles a los caminos de Dios. No soy omnisciente, sabia o totalmente justa. ¡Ni siquiera me amo tanto como Dios me ama! (Ella escribió, mientras sufría en esos últimos meses de cáncer). Entonces, ¿por qué iba a dudar de Dios? Él, siempre, siempre tiene mis mejores intereses en mente. Y cuando Su camino para mí es doloroso, confuso, aterrador, aparentemente injusto, emocionalmente difícil, mentalmente desafiante, etc., necesito confiar, creer que Dios hace todas las cosas bien».
Ese es el legado de una mujer que sufre. Y ahora, su afligido esposo, quien durante años nos ha enseñado tan bien a tantos de nosotros acerca de la bondad de Dios, la providencia de Dios, la soberanía de Dios, el amor de Dios, quien ahora está viviendo ese entendimiento de una manera nueva, su mundo estaría completamente trastornado si no fuera por el hecho de que él ha anclado su corazón a lo que hemos estado diciendo.
¿Cuál es tu único consuelo en la vida y en la muerte?
«Que Dios me preserva (y a ti) de tal forma que, sin la voluntad de mi Padre celestial, no puede caer ni un cabello de mi cabeza: sí, todas las cosas (todas las cosas) deben servir para mi salvación».
Padre, estas son palabras que nos dan fuerza y consuelo, pero no son fáciles. Y las cosas que nos hacen buscar este tipo de palabras, son cosas difíciles. Oro por ti, que escuchas este pódcast o lees la transcripción. Oh, Señor, ¿podrías darnos fe para creer lo que no podemos ver y confiar en Ti en lugar de en nosotras mismas, saber que al final harás que todo esto sea para nuestro bien, nuestra plenitud, nuestra salvación, y sobre todo, para Tu gloria? Lo pido en el nombre de Jesús, Amén.
Débora: Si tú y yo realmente creyéramos lo que Nancy acaba de mostrarnos, que todas las cosas están bajo el cuidado atento de Dios sobre nosotras, ¿cómo sería nuestra vida? Qué poderoso recordatorio.
Y antes de continuar, quisiera animarte a que adquieras la guía de estudio del libro «El Cielo gobierna». La misma está disponible en nuestra tienda virtual. Visita nuestra página avivanuestroscorazones.com, donde podrás adquirirla.
Mañana en Aviva Nuestros Corazones, Nancy desarrollará para nosotras lo que significa que el Espíritu Santo «Me prepara y dispone de corazón para que viva para Él de aquí en adelante». Por favor regresa a Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a descansar bajo su cuidado atento y encontrar libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones, con Nancy DeMoss Wolgemuth, es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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