Tienes un nuevo Dueño
Debora: Al pensar en el amor redentor de Dios, es importante que recuerdes la condición en la que Él te encontró.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Qué le sumamos nosotros a Su plan? Pobreza, necesidad y pecado. Sin embargo, Dios dijo: «te amo y estoy dispuesto a redimirte. Aunque no me añadas ningún valor, te quiero para Mí».
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 18 de enero de 2023.
Si la calidad de una tienda o un restaurante se ha deteriorado, hay algo de esperanza cuando aparece un letrero que dice: Bajo nueva administración. Bueno, lo mismo ocurre con tu vida. Cuando la entregas a Cristo, Él, como el nuevo Dueño, puede hacer cosas increíbles con ella. Hoy hablaremos sobre esto en la serie titulada Rut: El poder transformador del amor redentor.
Nancy: Justo antes de comenzar …
Debora: Al pensar en el amor redentor de Dios, es importante que recuerdes la condición en la que Él te encontró.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Qué le sumamos nosotros a Su plan? Pobreza, necesidad y pecado. Sin embargo, Dios dijo: «te amo y estoy dispuesto a redimirte. Aunque no me añadas ningún valor, te quiero para Mí».
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 18 de enero de 2023.
Si la calidad de una tienda o un restaurante se ha deteriorado, hay algo de esperanza cuando aparece un letrero que dice: Bajo nueva administración. Bueno, lo mismo ocurre con tu vida. Cuando la entregas a Cristo, Él, como el nuevo Dueño, puede hacer cosas increíbles con ella. Hoy hablaremos sobre esto en la serie titulada Rut: El poder transformador del amor redentor.
Nancy: Justo antes de comenzar esta sesión alguien me entregó un poema que refleja las palabras que Noemí le dijo a Rut.
Quédate quieta, espera y descansa
Siéntate, quieta hija, solamente siéntate quieta y tranquila
No consideres estos días como días de dolencias
Aquel que más te ama, quien diseña el camino
No ha olvidado tu gran necesidad hoy.
Y si Él espera, seguramente que Él espera para probarte,
Su tierna hija, del profundo amor de Su corazón.
Siéntate, quieta hija mía, siéntate quieta y tranquila
Tú que deseas tanto conocer la voluntad de tu querido Señor.
Mientras que los pensamientos ansiosos casi te desvían de tu ruta
Debido a que Él se demora, persuádete a ti misma de descansar en la fe
Que Él, quien más te conoce y te ama, hará lo que es mejor para ti.
Siéntate, quieta hija mía, siéntate quieta y tranquila
No des un paso, ni siquiera un solo paso
Hasta que veas abierto el camino que Él te ha trazado.
Entonces, en lo profundo de tu interior
Sabrás cuán fuerte eres
Y los días de espera no se sentirán tan largos.
Es duro, oh sí; muy duro en verdad.
Pero luego Él te da gracia
Para contar que el lugar más difícil, fue el lugar más dulce.
Al ver el final de la vida de Rut, como lo tenemos registrado en las Escrituras, pienso en el pasaje al final del libro de Job, donde podemos leer que Dios lo bendijo más al final de su vida que al principio. La primera parte de la historia de Rut parecía tener muchos problemas. ¿No es eso cierto en la primera parte de todas nuestras historias? Nacimos pecadoras, enemigas de Dios, separadas de Dios. Sin embargo, Su gracia siempre tiene un final feliz.
Ahora, el problema es que a veces nos gustaría que el final de la historia sucediera antes de lo que Dios ya tiene previsto. Veremos la gracia de Dios obrando en la situación de Rut y nos sentiremos animadas por cómo Su gracia se manifiesta en nuestras situaciones.
Recapitulando, cuando terminamos el capítulo tres, Rut acababa de regresar con Noemí después de pedirle a Booz que fuera su pariente redentor, y Noemí había dicho que esperara y viera qué pasaría, pues Booz iba a estar trabajando en ese momento y arreglando la situación.
¿Cuál era la situación que necesitaba solucionarse? Bueno, Booz le dijo a Rut: «Estoy dispuesto a redimirte, pero hay un pariente redentor que tiene derecho primero que yo, así que primero tendré que ir a hablar con él». Ahí fue donde nos quedamos, y ahora llegamos al capítulo 4; leamos los primeros versículos, del 1 al 8, de este capítulo:
«Booz subió a la puerta y allí se sentó, y cuando el pariente más cercano de quien Booz había hablado iba pasando, le dijo: “Oye, amigo, ven acá y siéntate”. Y él vino y se sentó. Y Booz tomó diez hombres de los ancianos de la ciudad, y les dijo: “Siéntense aquí”. Y ellos se sentaron. Entonces dijo al pariente más cercano: “Noemí, que volvió de la tierra de Moab, tiene que vender la parte de la tierra que pertenecía a nuestro hermano Elimelec. Y pensé informarte, diciéndote: ‘Cómprala en presencia de los que están aquí sentados, y en presencia de los ancianos de mi pueblo. Si la vas a redimir, redímela; y si no, dímelo para que yo lo sepa; porque no hay otro aparte de ti que la redima, y yo después de ti’”. Él dijo: “La redimiré”. Entonces Booz dijo: “El día que compres el campo de manos de Noemí, también debes adquirir a Rut la moabita, viuda del difunto, a fin de conservar el nombre del difunto en su heredad”. Y el pariente más cercano respondió: “No puedo redimirla para mí mismo, no sea que perjudique mi heredad. Redímela para ti; usa tú mi derecho de redención, pues yo no puedo redimirla”. Y la costumbre en tiempos pasados en Israel tocante a la redención y el intercambio de tierras para confirmar cualquier asunto era esta: uno se quitaba la sandalia y se la daba al otro; y esta era la manera de confirmar tratos en Israel. El pariente más cercano dijo a Booz: “Cómprala para ti”. Y se quitó la sandalia» (Rut 4: 1-8)
Entonces vemos a Booz yendo a la puerta de la ciudad para lidiar con esta situación del otro pariente redentor. La puerta de la ciudad, como algunas de ustedes saben, era el centro de la vida comercial de la ciudad. Ahí era donde la gente realizaba transacciones comerciales. Ahí era donde se administraba la justicia, y donde los ancianos del pueblo se reunían para deliberar. Era un gran espacio abierto cerca de la entrada de la ciudad donde se llevaban a cabo asuntos comerciales y legales.
Ahora llegó este pariente más cercano que tenía un derecho prioritario y Booz llamó su atención y le dijo que tenían algo que hablar. Este es un pariente masculino del difunto Elimelec más cercano que Booz, del que no sabemos su nombre. Y al pensar en esto, creo que el otro pariente redentor es una imagen de la ley de Dios y el derecho que tenía de condenarnos como pecadores.
Antes de que Jesús pudiera salvarnos de nuestro pecado como nuestro Pariente-Redentor, tuvo que ir y hacer negocios con la ley de Dios. Verás, la ley de Dios tenía un derecho prioritario. No podía redimirnos, pero la ley sí tenía derecho a condenarnos porque no habíamos guardado la ley. Así que primero Jesús tuvo que arreglar las cosas con la ley, así como Booz tuvo que arreglar las cosas con este otro pariente que era un pariente más cercano.
Cuando vemos a Booz llevando a este pariente más cercano a la puerta de la ciudad donde se tramitaban estas cosas, recuerdo que para tratar con la ley y sus reclamos contra nosotros, Jesús tuvo que salir de la ciudad a un lugar de desgracia, a un lugar llamado Calvario. Tuvo que morir en una cruz entre dos ladrones. Allí, al entregar Su vida, no solo pagó el precio de compra por nuestra redención, por nuestra salvación, sino que también le quitó a la ley del pecado el poder para condenarnos y gobernarnos.
¿Cómo hizo esto? Lo hizo por Sí mismo, llevando la maldición que estaba unida a la ley que había sido quebrantada. Habíamos quebrantado la ley de Dios. Había una maldición adjunta a eso. Para redimirnos, Jesús tuvo que ir y Él mismo cargar con la maldición y pagar el precio. Ese fue el rescate por nuestra redención.
Entonces Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: «Vengan aquí. Quiero que sean testigos de este intercambio, de esta transacción». Vamos a ver una transacción entre Booz y este otro candidato a ser el redentor. Entonces Booz le dice al pariente redentor: «Noemí, que acaba de regresar de Moab, está vendiendo el terreno que perteneció a nuestro hermano Elimelec».
Recuerda que dijimos que en la cultura judía había dos cosas importantes que debían protegerse. De una generación a la siguiente tenían que mantener las tierras de la familia dentro de la familia y el nombre de la familia. Si no había un heredero varón para continuar con la línea familiar, y debían vender sus tierras debido a la pobreza, Dios había hecho provisión para que esas tierras y ese nombre pudieran continuar.
Él le comentó que Noemí, debido a su pobreza, se veía obligada a vender las tierras de su familia. Estas eran las tierras de su esposo Elimelec. Ahora iban a dejar a la familia. Esto era algo serio para los judíos. Así que Booz ofrece a este pariente más cercano el derecho a redimir la tierra y, por lo tanto, rescatar a Noemí de la pobreza para redimirla y protegerla. Eso es lo que debía hacer un goel, un pariente redentor.
Cuando el pariente más cercano, el otro hombre cuyo nombre no conocemos, se enteró de que se trataba de una oportunidad para adquirir un terreno, al principio se mostró interesado. Él dijo: «Sí, redimiré la tierra. Estoy dispuesto a redimirla».
Me imagino que estaba pensando para sí mismo: «Esta es una oportunidad para ganar algo de dinero». Miró a Noemí y se dio cuenta de que ya había pasado la edad fértil. Ella nunca iba a tener otro hijo que se convertiría en el heredero de su esposo, por lo que este pariente más cercano se dijo a sí mismo: «creo que puedo quedarme con esta propiedad». Lo vio como una forma de aumentar su patrimonio sin un gran costo para él mismo. Sabía que esta propiedad volvería a ser suya una vez que Noemí muriera, por lo que vio algunos beneficios aquí.
Luego Booz agrega esta pequeña advertencia, que no mencionó al principio. Él dijo: «Por cierto, el día en que obtengas la tierra de Noemí, también obtendrás con la tierra a Rut la moabita, la viuda del difunto, para mantener el nombre de los muertos con su propiedad».
Entonces, no solo obtienes esta tierra, cuando la obtienes, con ella viene una esposa, una viuda, una moabita, una mujer extranjera. Ante esto, en el versículo 6, el pariente más cercano respondió: «No puedo redimirla para mí mismo, no sea que perjudique mi heredad. Redímela para ti; usa tú mi derecho de redención, pues yo no puedo redimirla».
Como ves, él se da cuenta de que si toma a Rut como su esposa, ella podría tener un hijo y luego la propiedad pertenecería a ese hijo, pasaría a esa línea familiar. Habría pagado por la propiedad, pero no tendría nada porque iría a la línea familiar del difunto. Y cuando evaluó el costo, dijo: «Ese es un precio que no estoy dispuesto a pagar. Podría poner en peligro mi propio patrimonio». Aquí tenemos a un hombre que se cuida a sí mismo y dice: «No puedo redimirla. Redímela tú». No tenía ningún interés en adquirir a Rut con la tierra.
Así que vemos que actuar como redentor, actuar como goel en estas circunstancias era costoso. No solo pagabas algo de dinero y obtenías un terreno extra, es que asumías una gran responsabilidad con la familia de este hombre fallecido, su viuda y la suegra. Asumías toda la situación como propia.
Ser el redentor iba a requerir un sacrificio personal que este otro hombre no estaba dispuesto a pagar. Sin embargo, Booz, es un prototipo del Señor Jesús, estaba dispuesto a pagar ese precio.
No creo que fuera porque estaba locamente enamorado de Rut, de la forma en que pensamos que es estar enamorado en nuestra cultura hoy en día. Creo que fue porque era un hombre que tenía un corazón para Dios. Tenía el corazón de Cristo. Es una imagen del Señor Jesús, que estuvo dispuesto a poner en peligro Su propia propiedad para redimirnos. Estuvo dispuesto a pagar el precio de ser el perdedor, por así decirlo, para así redimirnos, comprarnos y satisfacer nuestras necesidades.
¿No te alegra que cuando Jesús vino a redimirnos, no se preocupara por Su propio bienestar o todas sus propiedades (patrimonio)? O como dice la Palabra, por todas Sus riquezas en gloria? Cuando piensas en todo lo que entregó para venir del cielo a la tierra para ser nuestro Redentor… Piensa en Su disposición a dar Su vida por nosotros. Quiero decir, ¿qué estábamos sumando a Su Plan? Tan solo sumamos pobreza, necesidad y pecado.
Sin embargo Él dijo: «Te amo y estoy dispuesto a redimirte. Aunque no sumas nada a Mi patrimonio, a Mis riquezas, te amo. Deseo comprarte. Deseo redimirte». Estuvo dispuesto a perderlo todo para adquirirnos para Sí.
Nadie más está dispuesto a pagar ese precio por ti. Satanás no pagará el precio, la ley tampoco lo haría, tu familia no puede hacerlo, tu pareja no puede hacerlo, tampoco tu pastor lo haría. Pero Jesús lo hizo, y estuvo dispuesto a pagar un precio infinito, poniendo en peligro Su propiedad para que pudiéramos pasar a ser Su posesión más preciada.
Dijimos antes que para ser un pariente redentor, necesitabas tener derecho a redimir. Era necesario que fueras un familiar, un pariente cercano. Eso significa que tenías que poder pagar el precio que se requería para comprar la propiedad y para aceptar a la viuda como tuya. Booz era un terrateniente rico, él tenía el poder y además tenía el deseo de redimir.
Booz es una imagen de nuestro Redentor. El Señor Jesús dijo: «Estoy dispuesto a redimir tu situación. No importa lo que me cueste. No importa lo que pueda significar para Mi propia reputación, para Mi propia conveniencia, para Mi propia comodidad, estoy dispuesto a llevarte a ti y a tu situación bajo Mi protección».
Recuerda, cuando Rut le pidió a Booz que se convirtiera en su pariente redentor, ella le preguntó: «¿Me cubrirías con tu manto?» Esa es una imagen de lo que está sucediendo ahora cuando Booz dice: «Estoy dispuesto a ser tu pariente-redentor. Te tomaré a ti, a tu familia y a tu difícil situación bajo mi protección. Te tomaré bajo mí protección, como si fuera mi propia situación».
Ahora, se requería una transacción para que la redención se hiciera oficial. Permítanme volver al versículo siete del capítulo cuatro del libro de Rut. Dice:
«Y la costumbre en tiempos pasados en Israel tocante a la redención y el intercambio de tierras para confirmar cualquier asunto era esta: uno se quitaba la sandalia y se la daba al otro; y esa era la manera de confirmar tratos en Israel. El pariente más cercano (el que tenía el derecho a redimir) dijo a Booz: “Cómprala para ti”. Y se quitó la sandalia» (vv. 7-8).
Ahora, todo esto nos parece un poco extraño. Cuando compré la propiedad en la que iba a construir mi casa, no fui a la inmobiliaria y me quité el zapato ni le pedí al dueño de la propiedad que se quitara los zapatos. Esto parece un poco extraño. Lo que hicimos fue firmar algunos papeles y realizar una transacción legal.
Pero en la cultura judía, en esos días, caminar por una propiedad con los zapatos puestos era un símbolo de ser el dueño de la propiedad. Tú estabas a cargo. Tú eras el dueño. Simbólicamente tenías derecho a poseer la propiedad. Pero al quitarse el zapato, el propietario y pariente decía, como era la costumbre: «Renuncio a mi derecho de esta propiedad. Renuncio a mi derecho de comprar esta propiedad».
Y vimos como este pariente cercano se quitó el zapato y se lo entregó a Booz. Aquí tenemos una transacción en la que el que podría haber sido el propietario dice: «Renuncio a mis derechos». Y ahora, Booz toma simbólicamente este zapato y dice: «Soy dueño de esta propiedad». La propiedad se ha transferido de una persona a otra. Así que los derechos del otro pariente para redimir han sido cedidos, y es Booz quien ahora tiene el derecho de poseer esta propiedad y de asumir toda esta situación.
Luego el versículo 9 del capítulo 4, dice:
«Entonces Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: “Ustedes son testigos hoy que he comprado de la mano de Noemí todo lo que pertenecía a Elimelec (esposo de Noemí) y todo lo que pertenecía a Quelión y a Mahlón (los hijos difuntos). Además, he adquirido a Rut la moabita, la viuda de Mahlón, para que sea mi mujer a fin de preservar el nombre del difunto en su heredad, para que el nombre del difunto no sea cortado de entre sus hermanos, ni del atrio de su lugar de nacimiento; ustedes son testigos hoy”».
Entonces ha habido una transacción aquí. Se realizó una compra, un precio se ha pagado. El acuerdo ha sido completado. Hay testigos, y ahora Rut, Noemí, la propiedad, las tierras de la familia, las cuentas bancarias de la familia, que aparentemente no son nada, tal vez incluso están en números rojos, toda esta situación familiar es transferida a Booz.
Booz no se está volviendo más rico asumiendo la situación. Está siendo generoso, bondadoso y misericordioso al asumirla. Ahora no es problema de Rut; no es problema de Noemí. Toda esta pobreza, todos los problemas de la tierra, ahora son el problema de Booz, quien se ha hecho cargo de toda la situación. Ya no se pertenecen. Han sido compradas por precio.
¿Te recuerda esto algo del Nuevo Testamento? «No se pertenecen», les dice Pablo a los corintios. «Han sido comprados por un precio». Tu vida ya no es tuya. Tus problemas ya no son tuyos. Tus fallas, necesidades y problemas espirituales ya no son tuyos. Tu Pariente-Redentor se hizo cargo de ellos. «Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios» (1 Corintios 6:20).
Ahora, no sé ustedes, pero tener este concepto, esta imagen de una nueva propiedad sobre mi vida, hace dos cosas en mí. Número uno, me da una gran sensación de alivio. Mi vida no es mía, Alguien más se ha hecho cargo de mi situación y puedo apoyarme en Él, mirarlo a Él y descansar en Él.
No tengo que descifrar toda la dirección de mi vida y cómo resolver todos mis problemas. Tengo un nuevo propietario. Tengo un esposo espiritual, uno que dice: «Tomo tu situación como mía». Eso es alentador para mí, me reconforta, me permite descansar y trae paz a mi corazón.
Pero también me da un enorme sentido de responsabilidad. No me pertenezco, así que mejor quito las manos del timón de mi vida. Mejor le dejo a Él tener el control. Cristo me compró. Él es mi dueño. Mi vida es Suya y eso significa que Dios puede obrar en mi vida como Él decida. Tiene derecho a tomar las decisiones finales en todos los ámbitos de mi vida.
Así que Booz afirma en presencia de estos testigos que está asumiendo de Noemí la propiedad que había pertenecido a Elimelec, Mahlón y Quelión, y que también está asumiendo la responsabilidad por la viuda y toda la situación. Su propósito es mantener el nombre del difunto y la propiedad, de manera que su nombre no desaparezca de los registros familiares o del pueblo.
Por supuesto, al hacer esto, Booz, aunque no se da cuenta, está desempeñando un papel clave, al igual que Rut, en la creación de la línea familiar que conduciría al gran Redentor, nuestro Pariente-Redentor, nuestro Goel, el Señor Jesús. El niño que nacería como resultado de su unión sería considerado el hijo del difunto esposo de Rut y continuaría esa línea familiar que como sabemos, finalmente conduce a Jesús.
Mientras reflexionaba esta mañana sobre todo este asunto de Booz y lo que hizo para redimir a Rut y su situación (en realidad, él también se convirtió en un redentor para Noemí; simplemente se hizo cargo de toda la situación como si fuera suya), pensé en el otro pariente que no estuvo dispuesto a poner en peligro su propio patrimonio para hacer frente a esta situación. Recuerdo este himno clásico que quizás conozcas o hayas cantado a lo largo de los años:
Cantaré la bella historia
(de Philip Bliss)
Cantaré la bella historia de Jesús mi Salvador;
pues por mi dejó la gloria, en la cruz por mi expiró
Cantaré la maravilla de Jesús, mi Salvador;
Con los santos en la gloria cantaré de su grande amor
Me salvó con gracia eterna cuando errado y vil me vio
Con su mano fiel y tierna al camino Él me guió.
¿No te hace esto amar a Dios? ¿No te hace querer adorarle, cantarle, honrarle y hablar a otros acerca de Él? Cuando piensas en lo que Él tuvo que cargar, dónde Dios te encontró, separada de Cristo, cuán desesperada e impotente era tu situación fuera de Cristo, entonces te das cuenta de que Él intervino. Él dijo: «Tomaré toda tu situación como Mía. Quiero darte una nueva línea familiar. Quiero darte una herencia, un legado. Quiero que seas parte de la línea familiar de Cristo». ¡Qué Redentor tan increíble!
Debora: Ciertamente tenemos un increíble Redentor. Y qué bendición es pertenecerle y ser recipientes de Su amor eterno. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado recordando esto como parte de la serie titulada, Rut: El poder transformador del amor redentor.
Hemos visto que el libro de Rut no es solo una bonita historia de amor entre dos personas. Este apunta a la historia de amor supremo entre Cristo y Su iglesia, y es una historia que tú y yo necesitamos escuchar, de modo que podamos continuar creciendo en el conocimiento de Jesús y de Su evangelio.
Y sabes, Dios está escribiendo cada una de nuestras historias, y estas son parte de una historia mucho más grande. Pero en ocasiones las luchas en nuestras vidas son muy difíciles. Nancy y Robert Wolgemuth han escrito un libro en el que comparten su historia, así como las historias de amigos y personas en la Biblia que han enfrentado desafíos. En este ellos te muestran cómo a través de esos desafíos han visto la fidelidad de Dios. Adquiere este recurso en nuestra tienda en línea, en avivanuestroscorazones.com. Este libro se titula, Confía en Dios para escribir tu historia.
Bueno, y mañana continuaremos con nuestro viaje a lo largo del libro de Rut. Ahora Nancy regresa para alabar a nuestro increíble Redentor en oración.
Nancy: Señor, no tenemos palabras para agradecerte por cómo estuviste dispuesto a tomar posesión y hacerte dueño de nuestra situación. No lo merecíamos. Éramos pobres y necesitadas, separadas de Ti. Sin esperanza, indefensas. De hecho, la Escritura dice que éramos tus enemigas. Pero Tú nos amaste y tuviste misericordia de nosotras. Elegiste hacer esa transacción, tomar posesión de nuestras vidas.
Señor, ayúdanos a devolverte lo que ahora por derecho te pertenece, para vivir como aquellas que no se pertenecen a sí mismas sino que pertenecen a Otro. Te bendecimos. Te amamos y el deseo de nuestro corazón es no quedarnos con esto para nosotras. Sino contarles a otros acerca de nuestro maravilloso Pariente-Redentor para que ellos también puedan encontrar la redención a través de Cristo nuestro Señor, nuestro Goel. Oramos en Tu nombre, amén.
Debora: Conociendo el poder del amor redentor juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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