El Padre Nuestro, día 38
Annamarie Sauter: Al orar, nunca olvides que estás siendo escuchada por un buen Padre.
Betsy de Gomez: … Su porción de gracia es fresca cada día, como el maná. Entonces me encanta ver cómo aún debemos orar para que el Señor nos ayude a tener contentamiento con Su porción en el día de hoy, y que en este día Él sea suficiente para nosotras.
Laura González de Chavez: Y que Él va a ser fiel en proveer esa porción.
Patricia de Saladín: Y que todas las oraciones que en algún momento nosotros pudiéramos elevar, están en algún punto del Padrenuestro.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones, en la voz de Patricia de Saladín.
Para el episodio de hoy, Laura González de Chávez, Betsy Gómez y Patricia de Saladín estarán compartiendo con nosotras lo que ha significado para ellas orar como Jesús nos enseñó: «Padre nuestro que estás en …
Annamarie Sauter: Al orar, nunca olvides que estás siendo escuchada por un buen Padre.
Betsy de Gomez: … Su porción de gracia es fresca cada día, como el maná. Entonces me encanta ver cómo aún debemos orar para que el Señor nos ayude a tener contentamiento con Su porción en el día de hoy, y que en este día Él sea suficiente para nosotras.
Laura González de Chavez: Y que Él va a ser fiel en proveer esa porción.
Patricia de Saladín: Y que todas las oraciones que en algún momento nosotros pudiéramos elevar, están en algún punto del Padrenuestro.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones, en la voz de Patricia de Saladín.
Para el episodio de hoy, Laura González de Chávez, Betsy Gómez y Patricia de Saladín estarán compartiendo con nosotras lo que ha significado para ellas orar como Jesús nos enseñó: «Padre nuestro que estás en los cielos». Aquí está Patricia para introducir la conversación.
Patricia: Estamos casi en el final de esta serie que hemos estado estudiando durante semanas. Hemos estado sumergidas en el Padrenuestro y ha sido un tiempo muy provechoso y a la vez de instrucción en todo lo relativo a esta oración que tantas veces repetimos sin pensar en su significado.
Una de las cosas más impactantes para mí a través de este estudio, fue que esto no es solo una guía de oración, es un estilo de vida. Jesús nos enseñó a orar: «Padre nuestro que estás en los cielos». El poner esas dos frases juntas, primero me dice algo sobre la cercanía de Dios como nuestro Padre. Es un término tierno y personal, un Dios al cual nos podemos acercar con confianza. Pero cuando decimos la segunda parte de la oración, «que estás en los cielos», hablamos de que Él es único, Él no solo es un Padre cercano sino que es uno grande y majestuoso, porque definitivamente, Él está en los cielos. Él es tierno y personal pero también asombroso y magnífico. Podemos acercarnos a Él por el hecho de que es nuestro Padre, pero cuando decimos que está en el cielo, significa que Él merece todo nuestro respeto y reverencia.
Hoy queremos hablar un poco sobre las implicaciones del hecho de que Dios es nuestro Padre. Laura, dinos cuál ha sido tu experiencia a través de toda esta serie al escuchar la serie sobre el Padrenuestro y tener a Dios por Padre.
Laura: Bueno, ha sido maravilloso escuchar esta serie porque simplemente he venido a confirmar algo que ya Dios había impreso en mi corazón de una manera muy particular. En mi caso he abrazado de forma especial el hecho de que tengo un Padre en los cielos que me ama. Cuando pienso en Dios, en mi Padre en los cielos, y pienso que Él cuenta el número de las estrellas y las llama a cada una por nombre, como lo dice el Salmo 147; cuando entiendo y comprendo que Él tiene el universo en Sus manos, que Él es infinito en poder y en grandeza, pero al mismo tiempo, dice ese mismo salmo que Él sana a los quebrantados de corazón y que venda sus heridas. Es un Dios tan personal, es un Dios sumamente cercano; y dice el salmo que Él sostiene al afligido y favorece o muestra misericordia a los que esperan en Él.
Es un entendimiento demasiado grande para mí, entender este Dios tan grandioso y al mismo tiempo tan personal. El mismo ser que hace cosas tan inescrutables y maravillas sin número, que es capaz de remover los montes y de sacudir la tierra de su lugar, vela por mí. Eso es increíble.
Eso puede sonar, quizás, muy teórico para algunos, o quizás algunas personas que no tuvieron una figura paterna saludable o estable en sus vidas, les dé trabajo ver a Dios como Padre. A mí me pasó todo lo contrario, yo siempre me sentí muy cuidada por Dios. Primero por un Dios de mi propia imaginación porque yo no conocía al Dios de la Biblia, pero siempre me sentí protegida.
Luego de convertirme pude ver la mano de mi Padre dirigiendo mi vida a través de todos mis años, muy particularmente en mi niñez. Perdí a mi madre cuando tenía siete años y Dios cuidó de mí de forma muy particular, maravillosamente.
Verdaderamente la Palabra de Dios es real, es cierta cuando dice que «todas las cosas cooperan para bien, esto es para los que son llamados conforme a Su propósito» (Rom 8:28).
Cristo no se me había revelado aún en aquel momento, pero puedo ver cómo Dios sí me conocía desde la eternidad, me conocía desde antes de que yo lo conociera y me cuidó a cada paso. Proveyó para mí una madre, que fue mi tía, la hermana de mi mamá, y que fue para mí más que una madre. Fui a vivir con ella y con su esposo que era mi padrino, éramos católicos. Ellos me recibieron y me cuidaron como suya. Dios proveyó para mí un hogar, y no solo un hogar sino una familia, una familia donde me sentí amada y cuidada.
Dice el Salmo 68 que «Él es Padre de huérfanos» y dice que «Dios hace habitar en familia a los desamparados», y esa fui yo. En nuestra humanidad uno tendería a pensar que es triste perder a su propia madre, porque claro, es algo triste que le puede pasar a una niña o a un niño.
Mirando atrás pienso que esa experiencia marcó mi vida para bien y pude entender de manera muy particular lo que significa la adopción; y ahora puedo entender aún mejor la misericordia de Dios al adoptarme a mí dentro de Su familia y ver, a través de los años, la protección de Dios, Sus ojos encima de mí haciéndome entender sus caminos, enseñándome el camino en que debo andar, fijando Sus ojos sobre mi vida.
El Padrenuestro es una oración diaria y Él promete proveer para nosotros y cuidarnos cada día y yo he podido tener esa vivencia con Dios como Padre de una manera muy especial. No me cabe la menor duda de que tengo un Padre en los cielos que vela por mí y solo tengo que abrir los ojos para verlo.
Patricia: Laura, es maravilloso ver que tenemos un Padre que es omnisciente que lo sabe todo, y que es un Padre tan sabio que tiene conocimiento de todo. Él lo conoce todo acerca de todo y Él tenía un plan con tu vida y como tú dices, te conocía perfectamente, te conocía antes de que nacieras y te cuidó, te preservó, utilizó situaciones difíciles de tu vida para llevar a cabo Su plan soberano, y como dice la Escritura: «Cuando vino el cumplimiento del tiempo, entonces te reveló a Su Hijo», de una forma salvífica para que ya tú no tuvieras ese conocimiento –como bien dices– que «tú no conocías a ese Padre de la Biblia, a ese Dios de la Biblia», pero sabías que existía un Dios. Pero en el momento preciso entonces, Él se te revela en la belleza de Su Hijo para que entonces ahora tú entiendas, como venías diciendo, lo que era esa verdadera adopción.
En el término terrenal, ese tío y esa tía te adoptaron en el seno de su familia y te brindaron amor, pero ahora llegaba la adopción más importante de tu vida, el hacerte hija de Dios para que entonces ahora tú pudieras decir: «Padre nuestro que estás en los cielos», con pleno conocimiento de quién era ese Padre a quien tú te estabas refiriendo.
Laura: Así esPatricia y ese entendimiento que tú dices, es algo que yo puedo entender ahora mirando atrás en retrospectiva. En el momento que ocurrió todo esto, yo sí me sentía protegida, pero no entendía estos conceptos; desde que Jesús vino a mi vida pude entender mi pecado y cómo Él nos adopta en Su familia. Por Su misericordia pude poner dos más dos y entonces entender mi vida bajo esa luz.
Pero definitivamente, fue después de haber conocido a Cristo que pude entender estos conceptos.
Patricia: Así es, y lo maravilloso es saber que Dios tiene un plan, que Dios es sabio, que Él lo está llevando a cabo en Su sabiduría, en Su omnipresencia, en Su omnisciencia, en todos los atributos que lo coronan.
Ese Dios también conoce mi corazón, Él conoce mis problemas, mis luchas, Él conoce cómo todo encaja en ese plan grandioso, cósmico y redentor, porque Él es omnisciente. Y tú Betsy, ¿qué nos puedes decir de tu experiencia con Dios como «Padre nuestro que estás en los cielos»?
Betsy: Bueno, desde muy joven yo vine a los caminos del Señor, o mejor dicho, Él me trajo, y siempre conocí a Dios como el Señor, como el Dios todopoderoso, como mi salvador, y como ese ser supremo al que le rindo mi adoración, mi vida.
Fue cuando era casi una adulta que yo pude ver a ese Dios como Padre y por eso es que me encanta esta oración del Padrenuestro, porque es una oración tan completa porque inicia diciendo: «Padre nuestro que estás en el cielo»; posiciona a Dios donde realmente Él está y entonces nos da esa cercanía con Él. Y yo creo que cuando comencé a ver, a aprender a ver a Dios como Padre, fue cuando realmente pude entender lo que significaba esa paternidad divina porque no tuve una relación cercana con mi padre terrenal y nuestra relación quizás no fue la mejor. Y aunque él estaba ahí y yo lo amaba, hasta cierto punto yo siento que le atribuía esos sentimientos que yo tenía hacia mi padre, hacia mi Padre celestial. No tenía una conexión relevante, real, viva.
Patricia: Sí, porque hemos mencionado en programas anteriores, que a muchas mujeres les sucede que una vez que llegan a conocer a Dios, a Cristo como su Padre celestial, asocian la imagen que tienen de su padre terrenal, le atribuyen características de ese padre terrenal a su Padre celestial.
Y qué bueno es escuchar que en el testimonio de ustedes, aún en el caso de Laura que su padre biológico estuvo ausente y que Dios le proveyó ese tío, y en el caso tuyo que también tuviste una relación no cercana. Cuando Dios quiere revelarse en toda Su belleza, en toda Su bondad, en toda Su ternura como Padre, llega un momento en que no hay nada que se interponga porque Él es todopoderoso y puede hacerlo todo.
Betsy: Y la psicología moderna nos enseña que para poder acercarnos de manera correcta a Dios como Padre, tenemos que lidiar con lo que tenemos aquí, con nuestro padre terrenal primero; y cuando yo perdono a mi padre terrenal, entonces voy a poder ver a Dios como Padre. Pero en mi caso, y entiendo que es la forma en que Dios obra, fue totalmente diferente, fue al revés.
En la medida en que yo podía abrazar, disfrutar la paternidad de Dios y encontrar en Él toda provisión, todo amor, en esa medida (obviamente todo esto bajo la base del evangelio), pude ver a mi padre terrenal con ojos correctos; tener misericordia de él, entender que su situación de pecado lo llevó a hacer ciertas cosas como no darme el cuidado que debía.
Patricia: No llenarte de resentimiento, poder perdonar.
Betsy: Exacto, poder perdonar. Y en realidad yo creo que de toda esta serie lo que más me impacta una y otra vez, es el hecho de cómo Dios en esta oración nos ayuda a verlo con la cercanía de un Padre, pero al mismo tiempo, poniéndolo en el lugar donde Él pertenece, reinando en los cielos, todopoderoso.
Recuerdo esa frase que Nancy compartió en uno de los programas, de Charles Spurgeon que dice: «Hay un paraíso en la profundidad de esa palabra: Padre, es todo lo que puedo pedir, todas mis demandas y necesidades, la realización de todos mis deseos. Tengo todo en todo y por toda la eternidad donde yo puedo decir, Padre».
Patricia: Amén. Y si uno piensa eso así como tú lo dices, Betsy, un Padre para quien nada es imposible. Si nosotras tratamos de entender eso podemos hacer un cortocircuito cerebral porque realmente es demasiado para una mente finita.
Laura: A mí me encanta la Escritura cuando dice: «Y yo seré para vosotros Padre, y vosotros seréis para Mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2 Cor. 6:18).
«Un solo Dios y Padre de todos que está sobre todos, por todos y en todos» (Ef. 4:6).
«Hemos recibido un espíritu de adopción como hijos por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!» (Rom. 8:15 parafraseado).
A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos.
Es un pensamiento demasiado maravilloso para ser comprendido, yo creo que si lo tratamos de entender con nuestra mente finita no podemos. Debe ser experimentado, debe ser una vivencia.
Patricia: Exacto, y como muy bien decía Nancy muchas veces en los programas, no es un modelo de oración o una guía, sino un estilo de vida.
Betsy: Amén. Y yo creo que por ejemplo en mi caso he visto a Dios no solamente darme Su provisión, Su amor, Su cuidado, que son las partes más hermosas de Su paternidad, sino también he visto Su disciplina a mi vida. El hecho de que Él es mi Padre, también me provee esa seguridad de que Él va a santificarme y va a ayudarme a través de Su disciplina de amor a parecerme más a Cristo.
Patricia: Como un buen Padre.
Betsy: Amén. Y yo tengo un testimonio que quisiera compartirles:
En una ocasión –y me encanta el Señor como Padre porque en lo terrenal cuando uno se casa y hace su propia familia uno está desligado de sus padres, pero este Padre celestial nunca nos deja, y podemos seguir apelando a Su paternidad.
Patricia: Y una cosa que me encanta Betsy, es que ese Padre celestial que nosotras tenemos nunca duerme. A mí me encanta. Hay momentos en que –aunque hayas tenido un padre muy cercano– es inoportuno llamar o despertarlo para decirle cualquier cosa; pero nuestro Padre además de que nunca duerme, nos invita y nos dice: ven, dime, Yo quiero que tú me digas todo. Dime todo lo que quieras decirme. Mis oídos están atentos a tus oraciones, Yo te escucho.
Laura: Amén. Atentos a nuestras necesidades todo el tiempo.
Betsy: Amén, gloria a Dios. En una ocasión mi esposo y yo estábamos atravesando por una crisis económica muy fuerte, y yo necesitaba comprar una medicina para mi hijo menor. Recuerdo que mi esposo se fue a trabajar en la mañana y me dijo: Bueno, Betsy, vamos a orar al Señor que sea Él que nos provea, que haga un milagro.
Él se va y lo primero que hago en la mañana en ese momento, fue escuchar el programa de Aviva Nuestros Corazones; y para mi sorpresa cuando Nancy comenzó el programa lo primero que ella dijo fue: «Si no has hecho tu devocional y si no te has presentado delante de tu Padre, te invito a cerrar la computadora o apagar el radio, y primero ve y preséntate a tu Padre porque mis palabras no se comparan con las que Él quiere hablarte.
Yo sentí como que ella me estaba mirando por un lente y entonces cerré la computadora y me presenté al Señor, pude adorarle, y cuando fui a Su Palabra, recuerdo que leí en Romanos 8:31 que dice que «si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?»
En ese momento yo pude recordar que Él es mi Padre y que si Él entregó a Su Hijo, cómo no me va a proveer mis necesidades, y le pedí por esa necesidad que teníamos puntualmente, confiando en Su cuidado. No había dicho amén, y ya el timbre de la casa estaba sonando y era una señora, la madre de un amigo muy querido que no tiene una relación con nosotros, y ella me dijo: Mira, el Señor puso en mi corazón traer este dinero para cualquier necesidad que tengan.
Para nosotros eso fue increíble porque la forma en que eso sucedió, la persona que Dios usó para hacerlo para mostrarme que Él está con nosotros y Él es nuestro Padre y suple más allá de lo que nosotros necesitamos.
Laura: Y Él no pierde oportunidad para mostrarnos que Él es real y que Él existe. Eso es increíble.
Patricia: Dice la Palabra de Dios que «todo cuanto Él quiere lo hace; en los cielos, en la tierra, en los mares y en todos los abismos» (Sal. 135:6). No hay nada que sea demasiado difícil para Él, y ese es nuestro Padre.
Betsy: Amén. Y una de las cosas en ese sentido que yo he aprendido, lo aprendí realmente en esa oración, cuando dice: «Danos hoy el pan de cada día» o «el pan de cada día dánoslo hoy», y es increíble como Él tiene ese deseo de que nosotras estemos todo el tiempo en dependencia de Él. Porque no nos da lo que necesitamos mañana. Su porción de gracia es fresca cada día, como el maná. Entonces me encanta ver cómo aún debemos orar para que el Señor nos ayude a tener contentamiento con Su porción en el día de hoy, y que en este día Él sea suficiente para nosotras.
Laura: Y que Él va a ser fiel en proveer esa porción.
Patricia: Amén. Y que todas las oraciones que en algún momento nosotros pudiéramos elevar, están en algún punto del Padrenuestro. Me encantó la división de las primeras tres peticiones y las últimas tres. Las tres primeras están todas dirigidas hacia Dios. El hecho de que Él es nuestro Padre que está en los cielos, como decíamos al principio, nos recuerda nuestra posición, nosotros estamos en la tierra, Él está en los cielos.
Pero pienso que cuando oramos así, es importante porque nos detenemos a pensar. No es simplemente comenzar a hacer un listado de todas mis peticiones, y comienzo ahí a tirarle todas mis oraciones: «Señor, yo quiero esto, por favor haz aquello, ayuda a este miembro de mi familia, necesito que mi hijo haga tal cosa».
Debemos detenernos y pensar a quién le estamos hablando, quién es Él y dónde está; y que todos Sus planes: Venga Tu reino, hágase Tu voluntad –cuando colocamos todo eso en perspectiva– eso fortalecerá nuestra fe y nuestra confianza en que nosotros no somos el centro del universo. Todo comienza con Él, todo termina con Él, y así cuando entramos en Su presencia sabiendo que Él es Dios, sabiendo que esos problemas que están envolviendo mi vida en este momento, aunque parezcan tan enormes, inexplicables y difíciles de manejar, muchas veces callejones sin salida, como tú decías Betsy, muchas veces disciplinas de parte de Dios en nuestras vidas, laberintos, confusión, frustración, cosas que no podemos solucionar, definitivamente.
Pero cuando oramos y nos detenemos y decimos: Padre nuestro que estás en los cielos, eso te da todo un sentido de la amplitud y la confianza que puedes tener en el poder de ese Padre, de ese Dios, de Su presencia, de Su habilidad para resolver cualquier situación por más grande o más pequeña que parezca.
En el día de hoy, escuchando este programa, hay dos clases de personas en nuestra audiencia: Aquellas que tienen a Dios como Padre y aquellas que no conocen la paternidad de ese Padre. Es el anhelo de nuestros corazones para unas y para otras, que nos unifiquemos en una sola familia, la familia de Dios. Para la que lo conoce, guíate del modelo de oración de Jesús, guíate del Padrenuestro. Cuando comiences a orar, no comiences con una lista de peticiones, detente. Padre que estás en los cielos, Padre nuestro, medita en ese Padre celestial, acógete a Su paternidad, entrégate como una hija. Él quiere oírte, Él se deleita en oírte.
Si tú eres de esas otras que tendrías que preguntarte: «¿Es ese Dios mi Padre?» Te animamos en este día: Busca a Cristo, entra en la Palabra de Dios, léela, órale a ese Padre que se te revele en la persona de Su Hijo Jesús que es el único que puede darte entrada a esa familia por Su sangre derramada en la cruz por el perdón de los pecados y en Él tenemos adopción en la familia de Dios.
Él es no solo nuestro Dios sino nuestro hermano. Él hizo posible ese camino nuevo y vivo que hoy nos acerca a ese trono celestial donde podemos decir: Padre nuestro que estás en los cielos.
Betsy: Amén. Y dentro de ese grupo de mujeres que no gozan de esa relación con Dios como Padre, hay un grupo de mujeres que están sinceramente equivocadas, que piensan que Dios es su Padre, porque en nuestra cultura es muy popular decir: papá Dios, tal cosa, Dios sabe todo, no Padre, incluso no solamente que no oran ni nada, sino que lo dicen en expresiones muy coloquiales y populares. Tampoco quiero causar confusión a una persona que realmente es creyente, pero la única forma en que tú puedes saber que Dios es tu Padre,es si en algún momento de tu vida te has considerado huérfana y totalmente desligada y apartada de ese Padre, has reconocido que en tus propias fuerzas o en tus propios medios, no puedes llegar a ese Padre; entonces reconoces que solamente Cristo puede llevarte al Padre.
Patricia: Porque es una orfandad espiritual.
Betsy: Exáctamente, como dice la Escritura, «…el que ha visto a Cristo ha visto al Padre» (Juan 14:9). Solamente aquellas mujeres que reconocen a Jesucristo como Su Señor y Salvador y viven bajo Su señorío, son aquellas que pueden llamar a Dios Padre. Eso es muy importante que lo aclaremos porque en momentos de dificultades y problemas, todos, hasta quizás el más ateo llama a Dios Padre y busca a Dios como Padre; pero qué bueno que puedas entender el corazón del evangelio de donde surge esa paternidad y donde te puedes apropiar de Dios como Padre.
Laura: Así que la pregunta para las personas que nos escuchan sería: ¿Has visto tú a Cristo? Si no lo has visto, pídele que se muestre a tu vida.
Patricia: Amén. Yo no puedo conocer a Dios como Padre si no conozco a Cristo, como hemos dicho, y no tengo ningún contacto con Su Libro, con la Palabra.
Laura: Cristo es la Palabra encarnada, entonces, pídele a Dios, pídele al Padre que te muestre Su Hijo, que te muestre a Cristo y búscalo a través de Su Palabra; y que en medio de esa búsqueda Cristo se revele a tu vida y te revele tu condición de pecado, tu orfandad espiritual, tu necesidad de un salvador, de un redentor, y vas a conocer al Padre en ese proceso.
Patricia: Amén. Porque lo que pasa con la oración del Padrenuestro, que obviamente está dentro de la Palabra de Dios, dentro de la Biblia, es que muchas personas la conocen, la repiten, pero es lo único que conocen de esa Palabra, que como muy bien decía Laura, es lo único que me va a guiar al Padre.
Laura dijo perfectamente que Cristo es la Palabra encarnada y Ella (la Palabra de Dios) es la que nos puede mostrar a Cristo que nos va a mostrar al Padre.
Laura: Amén.
Annamarie:Y tú, ¿has conocido a Dios como Padre? Y si lo conoces, ¿estás cultivando una relación con Él a través de la oración? Patricia de Saladín, Betsy Gómez y Laura González de Chávez nos han ayudado a reflexionar en esto.
Creo que muy a menudo lo que nos impide acercarnos a Dios somos nosotras mismas…pero Él nos llama a venir a Su trono de gracia para recibir misericordia de Su mano. ¿Vendrás a Él? Yo lo necesito, cada día, y creo que cada una de las que está escuchando este episodio también.
Ahora, ¿qué sucede en nuestros corazones cuando luego de orar –individual o colectivamente– decimos «amén»? A veces es como si dijéramos, «terminé de orar», pero esa palabra significa mucho más. Descúbrelo en el episodio de mañana con el cual concluimos nuestro viaje a lo largo de el Padrenuestro. ¡Te esperamos!
Orando «Padre nuestro» juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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