Superocupados, día 1
Annamarie Sauter: Kevin DeYoung nos recuerda que nos necesitamos unos a otros en el cuerpo de Cristo. Nadie puede hacerlo todo solo.
Kevin De Young: Así que si piensas, «yo necesito ser una mano y un pie y un ojo y una nariz». Esto no es verdadera humildad, por el contrario, es orgullo. Es decir: «Dios puede satisfacer cada necesidad usandome a mí».
No, Él no lo hará. Ese no es el propósito.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Estoy encantada hoy de tener con nosotros en Aviva Nuestros Corazones, al autor de un libro que cuando salió, yo sabía que lo necesitaba, y creo que probablemente tú también lo necesitas. El libro se llama Superocupados, y el subtítulo es, Un libro (misericordiosamente) pequeño, sobre un problema (sumamente) grande. El autor de este …
Annamarie Sauter: Kevin DeYoung nos recuerda que nos necesitamos unos a otros en el cuerpo de Cristo. Nadie puede hacerlo todo solo.
Kevin De Young: Así que si piensas, «yo necesito ser una mano y un pie y un ojo y una nariz». Esto no es verdadera humildad, por el contrario, es orgullo. Es decir: «Dios puede satisfacer cada necesidad usandome a mí».
No, Él no lo hará. Ese no es el propósito.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Estoy encantada hoy de tener con nosotros en Aviva Nuestros Corazones, al autor de un libro que cuando salió, yo sabía que lo necesitaba, y creo que probablemente tú también lo necesitas. El libro se llama Superocupados, y el subtítulo es, Un libro (misericordiosamente) pequeño, sobre un problema (sumamente) grande. El autor de este libro es Kevin DeYoung.
Kevin es pastor en Christ Covenant Church, en Matthew, Carolina del Norte. Hoy está de visita con su esposa Trisha, quien está esperando en breve, a su sexto hijo.
Kevin, bienvenido a Aviva Nuestros Corazones, y muchas gracias por hacer el viaje hasta aquí y unirte a nosotras para hablar sobre este tema de estar superocupados.
Kevin De Young: Estoy muy contento de estar aquí. Estaba ocupado, pero me alegro de que se pudo arreglar esta visita.
Nancy: Gracias. Creo que tú y yo, y probablemente muchas de nuestras oyentes, padecen males similares cuando se trata del ajetreo, la prisa, las presiones. De hecho, anoche estuve trabajando en la fecha límite para uno de mis libros hasta después de la medianoche, así que a la una y pico de la madrugada todavía estaba preparándome para esta entrevista. Y estaba pensando, necesito esta entrevista. Yo necesito este libro, necesito este tema . . Y ahora necesito que vengas y corrijas esto en todas nosotras.
¿Crees que para el final de este programa o de estos programas, habrás resuelto todos nuestros problemas?
Kevin: Sí, claaaro, por supuesto.
Nancy: ¿Por qué escribiste un libro llamado, Superocupados (Crazy Busy)? ¿Porque lo tienes todo resuelto?
Kevin: Lo escribí precisamente porque no lo tengo todo resuelto. Este es uno de los problemas constantes, no solo para la mayoría de las personas, la mayoría de los cristianos, sino para mí. Me di cuenta de que, «¿por qué sigo metiéndome en los mismos patrones?» Me reúno con mis compañeros de seminario una vez al año. Somos amigos. Es genial. Salimos, oramos, hablamos, y me di cuenta, a través de los años (hemos hecho esto durante diez años), que todos comenzamos a repetir los mismos problemas.
Ok, ese va a hablar sobre su matrimonio, este otro tendrá algo sobre el ministerio…y mis amigos simplemente sabían que yo iba a hablar sobre, «me siento abrumado; me siento demasiado ocupado». Si haces eso un año o quizás dos, piensas, «bueno, en la vida simplemente suceden cosas». Pero cuando lo mismo parece repetirse cada año, te das cuenta de que, «tal vez no sean tanto las cosas externas que no pueda controlar, sino algo que está sucediendo en mi propio corazón o en mi cabeza. ¿Por qué soy así?
Así que este es un libro que escribí, no porque ya esté del otro lado y lo tenga todo resuelto, sino porque tengo problemas, y quería ver lo que la Palabra de Dios tenía que decir sobre ellos.
Nancy: Así que mientras trabajabas en este tema, estabas dejando que Dios trabajara con tu propia alma, mientras encontrabas ayuda para nosotros.
Kevin: ¡Sí! Este es el libro más personal que he escrito así. En la mayoría de los casos, estoy tratando de enseñar las Escrituras, o tal vez sobre algo que no está claro o que quiero corregir, pero con este libro me senté y dije: «Señor, no estoy seguro de todo lo que voy a escribir, porque no estoy seguro de todo lo que necesito aprender, pero sé que tengo que aprender algunas cosas aquí porque mi vida se siente constantemente ocupada».
Probablemente hay una parte de eso que es bueno, pero como mencionaste, es muy poco saludable, y no es donde queremos vivir nuestras vidas todos los días.
Nancy: Así es. Y no son solo personas en el ministerio vocacional. Parece que esto es algo crónico en nuestra cultura, crónico en los creyentes también. Le preguntas a alguien hoy, «¿cómo estás?», y lo más probable es que en el primer párrafo, van a decir: «Estoy muy ocupada». ¡He usado ese término tantas veces yo misma! Y otras personas también lo hacen: madres, solteros, estudiantes universitarios y personas mayores.
Uno pensaría que se volvería un poco menos ocupada, menos ajetreada a medida que los años van pasando y uno envejece, pero esto parece ser casi endémico de nuestra cultura.
Kevin: Recuerdo que hace unos años hablé con un prominente líder cristiano, pastor, y sabía que él estaba muy ocupado. Le dije: «Estás muy ocupado», y estaba actuando como si yo no estuviera muy ocupado, y él dijo (y esto fue muy sensato): «Probablemente no esté más ocupado que tú. Solo tengo que decir “no” a más cosas», lo cual es cierto.
Entonces, cualquiera que escuche esto, no debería pensar: Bueno, Kevin DeYoung escribió un libro, o Nancy ha escrito muchos libros. Yo realmente no estoy tan ocupado. ¡No!, puede que estén más ocupados. . . Probablemente estén igual de ocupados. Si son madres que trabajan en la casa, probablemente estén dos veces más ocupadas.
Esto es algo que nos afecta a todos. Leí una historia sobre una mujer inmigrante en los Estados Unidos que comenzó a presentarse diciendo: «Hola, mi nombre es Ocupada». La gente comenzó a mirarla y a darse cuenta de que solo estaba captando la forma en que hablan los estadounidenses, que casi lo primero que se les escapa es, «oh, hola». Y luego dicen: «Estoy ocupado». Así que ella pensó que esta es la forma en que hablas en América. Así es como te presentas. Es una especie de título honorífico. Solo dicen, «mi nombre es Ocupado».
Esto es lo que encontramos. Nunca conoces a nadie –al menos yo no– en tu círculo cristiano compartiendo peticiones de oración que digan: «Bueno, en primer lugar, no estoy muy ocupado. No tengo muchas cosas que hacer». No, por el contrario, todo el mundo dice: «Por favor, oren por mí. Me siento abrumado. No sé muy bien qué hacer».
Nancy: Ese sentimiento de sentirnos abrumadas puede dejarnos ansiosas, irritadas y estresadas, y afecta las relaciones y muchas áreas de nuestra vida, por no decir de nuestras almas, de nuestro caminar con el Señor. Llegamos a un punto donde estamos viviendo en esa «zona roja» (al límite de nuestra resistencia) todo el tiempo, y eso no es saludable para nuestras almas.
Has escrito varios libros de teología para profesores y académicos, y me gustan, pero me alegra mucho que hayas escrito este pequeño libro tan práctico para ayudarnos a lidiar con lo que es un problema de todos los días para muchas de nosotras.
Kevin: Y realmente es un asunto espiritual. Es un asunto teológico, y a la vez es muy práctico. Nadie debería pensar: bueno, el estar ocupado se trata solo de técnicas de administración del tiempo. Podemos aprender de eso; podemos aprender de todo tipo de libros de negocios, pero hay algo más profundo que está sucediendo.
Y la Biblia habla de esto, también. Hay varios peligros cuando estamos ocupados. Los mencionaste. Existe el peligro de que estemos de mal humor, de que estemos estresados o ansiosos, de que nos convirtamos en una molestia, pero también existe el peligro de no ver la obra que Dios está haciendo en nuestras vidas.
Si piensas en Jesús contando la parábola del sembrador y los suelos, que esa semilla que comenzó a crecer y comenzó a echar raíces, y que parecía que iba a ser algo, Jesús dice que cayó entre espinos, lo cual Él considera igual al engaño de las riquezas y las preocupaciones de la vida.
Son las preocupaciones de la vida. Empiezas a crecer, y no es que sea persecución (oramos por nuestros hermanos y hermanas que están siendo perseguidos), simplemente la vida es así—llena de preocupaciones. Al menos en este país, el ajetreo probablemente mata a más cristianos, que las balas.
Nancy: Creo que la versión versión de la Biblia Reina Valera usa la palabra «afanes» de esta vida. Algunas personas dicen: «Yo no me preocupo, yo no me afano». Pero hay tantas cosas que nos preocupan, tantos problemas que agobian nuestros corazones.
Kevin: Y la vida es tan complicada. Cosas como: Tienes que entender el tema de los seguros de salud, de los vehículos, la casa, la educación de tus hijos. Tienes que cambiar el aceite de tu coche…Tienes que sacar tiempo para tus hijos y llevarlos a cinco eventos en cinco lugares diferentes. Entonces, incluso con toda nuestra tecnología y todas las formas en que la vida es más simple, es mucho más complicada.
No tengo en la mente todas los datos específicos, pero he leído estadísticas que reflejan que las madres trabajan más horas. El padre trabajador de hoy trabaja casi el mismo número de horas que hace un par de generaciones, pero las madres que se quedan en casa trabajan entre un cincuenta y cinco y un setenta y cinco por ciento más.
Nancy: Y sin embargo, tenemos todos estos dispositivos para ahorrar tiempo que se supone que deben hacer nuestras vidas relajadas y sin estrés. ¿Qué pasó?
Kevin: Sí, y eso también es interesante, porque he escuchado comentarios sobre eso, especialmente en relación a las madres que se quedan en casa… Cuando piensas lo que sucede en el hogar, de alguna manera ves que no ha habido ningún dispositivo significativo que ahorre tiempo. La gente todavía usa la aspiradora, el microondas, el lavaplatos, todas las cosas que durante al menos una generación han estado usando.
Entonces, las cosas que creemos que ahorran tiempo, como nuestras computadoras y Facebook y la contabilidad que podemos hacer (pagar facturas en línea), en realidad tienden a hacer nuestras vidas más complejas, más difíciles. No significa que no las uses, yo uso muchas de esas cosas. Pero en realidad no han sido los mismos tipos de dispositivos que ahorran tiempo, mientras tanto nuestra vida se vuelve más y más complicada.
Uno de los peligros en todo eso es que olvidamos que tenemos un alma. Pasamos por la vida y un día despiertas (o no lo haces) para darte cuenta: «¿Qué he estado haciendo con el Señor? ¿Dónde he estado? He estado activo, activo, activo, activo. Estoy en el grupo de alabanza y estoy en la escuela dominical, y ni siquiera he pensado, durante los últimos seis meses, en el Señor como mi Padre, en esa relación».
Y ese es quizás el mayor peligro de todos, simplemente olvidar quiénes somos.
Nancy: Y también hay un impacto en otras relaciones, en el matrimonio, con tus hijos y amigos. Puedes ir tan acelerado y rápido y aun asi vivir a un nivel muy superficial y no conectar realmente con los corazones de las personas que amas.
Kevin: Cierto. Si vas a tener relaciones con personas, son por definición ineficientes. Y todo en nuestra cultura nos empuja hacia la eficiencia. Eso es lo que la tecnología quiere hacer que sea eficiente. Y eso está bien. La gente envía mensajes de texto y Facebook hace todo eso, pero no debemos engañarnos diciendo que van a tener el mismo tipo de relación. Pueden complementar una relación cara a cara, pero tener ese verdadero ministerio con las personas toma tiempo.
No hay sustituto. Si alguien dice: «Realmente quiero cuidar a mis hijos» o «quiero cuidar a mi cónyuge» o «a las personas de mi iglesia», y «quiero encontrar la manera más eficiente de hacerlo…» Ten en cuenta que la efectividad es una cosa, pero la eficiencia es otra».
La gente es muy compleja y toma tiempo, y hay momentos en que sientes que «esto no vale la pena». Pero no te das cuenta que estás sentando las bases para ese momento en que necesites el tipo de vínculo que tienes con las personas. Y si no tienes ninguno de esos márgenes en tu vida, no solo son nuestras almas, sino que también son las personas que nos rodean quienes comienzan a sufrir.
Nancy: Así es, porque sustituimos la presencia por la tecnología. Creo que la tecnología también nos permite tener mucho más, los llamados «amigos»…muchas más de las llamadas «relaciones», pero más de lo que realmente podemos tener como amigos y relaciones. Así que estamos tratando de conectarnos con todos ellos, y tal vez no estamos haciendo un buen trabajo al conectarnos con ellos.
Kevin: Sí, y hay una presión constante que sentimos para estar en línea, mantenerse al día con todas las noticias. ¿Cuál es la última cosa viral? ¿Qué está pasando con todas las docenas o cientos de personas que son amigos en Facebook e Instagram? Nos da una ilusión de intimidad, pero es una ilusión. Escuchas lo que hicieron en vacaciones; escuchas sobre el nuevo trabajo que tienen. Es maravilloso seguir con eso. Debemos agradecer a Dios por eso.
No estoy en contra de la tecnología. Yo utilizo mucho de ella. Pero simplemente no es un sustituto para sentarse, hablar lentamente con alguien, guardar el teléfono. Has visto esto, probablemente lo hemos hecho nosotros, tristemente. Ahora sales a restaurantes y ves a un grupo de personas, y todos sostienen sus teléfonos.
Nancy: Así es. Una mesa, todos sentados, probablemente familias todas sentadas allí, cada uno con su teléfono. Sí, he sido parte de esos grupos. Juntos pero no juntos.
Kevin: Eso es correcto. Vi un Tweet el otro día…alguien dijo: «¿Alguien tiene algun lugar interesante donde ir este fin de semana para tener un encuentro con mi teléfono?» Porque eso es lo que hacemos, simplemente vamos a algún lugar, y salimos, y todos estamos mirando nuestros teléfonos en lugar de conversar y conocernos unos a otros.
Nancy: Es una gran verdad. Escucho mucha gente hablar sobre estas cosas. Hablo de esto y lo lamento, otros lo hacen, pero es mucho más difícil hacer algo constructivo al respecto. Me encanta el lugar en que comenzaste tu libro, Superocupado. Hablas de los problemas del corazón e identificas algunas de estas cosas que tal vez están bajo la superficie (en algunas personas más que en otras). Comienzas con un problema que es el orgullo. Ahora, ¿qué puede tener eso que ver con estar superocupados?
Kevin: Creo que el orgullo tiene todo que ver con estar superocupado. Hay tantas manifestaciones del orgullo. Alguien puede pensar: «Bueno, no soy orgulloso. No voy por ahí presumiendo y diciendo a todos lo bueno que soy». Pero eso sería muy obvio. El orgullo es el villano con mil caras. Se muestra de muchas maneras.
Así que la persona que es insegura y quiere complacer a todos, bueno, esa una cara del orgullo. Está constantemente cambiando de forma de ser, siempre tratando de llenar las expectativas de la gente. Entonces no está viviendo su vida según las prioridades de Dios, sino para las prioridades de otras personas.
La persona que constantemente necesita esas palmaditas en la espalda, que necesita ser afirmada constantemente y a menudo dice: «Este atuendo me queda horrible, ¿no es así? ¡Es terrible!» Y lo que espera es que la otra persona le diga: «No, no, no. Te ves muy bien. Estás genial». Todas estas caras del orgullo alimentan el afán y el estar superocupados porque comenzamos a vivir nuestras vidas para otras personas en lugar de vivir para el Señor.
Te voy a hacer una pregunta diagnóstica, porque hay una línea muy fina entre servir a los demás y ser orgulloso. Me pregunto a mí mismo: «¿Estoy haciendo esto para poder hacerle bien a los demás o para verme bien yo?»
Nancy: Me encantó eso que dijiste Kevin. ¿Podrías decir eso otra vez?, porque creo que es realmente útil.
Kevin: ¿Estoy haciendo esto para hacerle bien a otros, o lo estoy haciendo para verme o sentirme bien yo? En otras palabras, ¿estoy tratando de servir a los demás o estoy tratando de servirme a mí mismo? ¿Estoy tratando de ejercitar el amor, o es para que me vea bien ante los demás?
Nancy: Toma eso y aplícalo al área de la hospitalidad. ¿Cómo se vería?
Kevin: Exactamente. La Biblia nos ordena ser hospitalarios. Y recibimos personas en nuestra casa para cenar. Si analizas esa palabra…la idea de hospitalidad es que tu hogar es un hospital. Vienes y encuentras un refugio. Pienso en que Pablo le dijo a Timoteo: «Onesíforo me dio refrigerio» (2 Tim. 1:16). Eso es lo que quieres orar. Mi esposa y yo tratamos de hacer eso: «Señor, ¿podemos ser de refrigerio?»
Pero si te abrumas por las cosas para hacer, y lo que importa de tu hospitalidad es: «La gente necesita saber que mi casa está limpia; la gente debe saber que soy una cocinera experta; la gente necesita ver que mis hijos se comportan extremadamente bien», entonces todo el evento, toda la noche, se tratará de nosotros.
Y hacemos eso y ni siquiera nos damos cuenta que lo estamos haciendo. Cuando alguien entra y nosotros decimos: «¡Lo siento, el lugar es un desastre!»
Y luego tienen que decir: «No, está bien»
«Lo siento, la comida no es muy buena»
«No, es genial»
Toda la noche se convierte acerca de nosotros, de darnos afirmación y seguridad, diciéndonos que estamos haciendo un buen trabajo…en lugar de sentirte libre de hacerlo para agradar a tus invitados, sea con tus platos desechables o tu vajilla. A mí me encanta pedir pizza a domicilio. Sé que a la mayoría de las mamás no les va a gustar eso.
Nancy: Pero tal vez hay un momento en que eso es todo lo que se necesita para hacer el ministerio de hospitalidad fructífero.
Kevin: Eso es correcto. Si vas a un programa de cocina, por supuesto que intentas hacer algo espectacular…pero si estás tratando de ministrar a la gente que viene, entonces se trata de nuestra actitud. Si nos molestan y nos agotan y estamos estresados y ansiosos y estamos ladrando a los niños, eso no es alentador para nadie.
Nancy: Invitaré a un grupo a cenar dentro de unos días, y ya tengo los manteles sobre la mesa, pero en realidad esa es una manera de tratar de no estar muy ocupada ese día. Es un día completo. Tengo reuniones, grabaciones, así que un poco de planificación (que no soy muy buena en eso) tal vez me ayude a no estar superocupada y ajetreada ese día.
Pero el punto es que tengo que hacerme la pregunta. Porque me encanta hacer las cosas bellas y tratar de crear un buen ambiente para los invitados. «¿Lo hago para verme bien, o estoy haciéndolo para servir y bendecir a estas personas?» Puede que realmente no les importe tanto que los manteles de la mesa se vean hermosos, sino que haya una atmósfera donde sus corazones sean animados y refrescados, y se nutran en el Señor.
Kevin: Así es, y aquí es donde he tenido que aprender como esposo, que eso es importante para mi esposa. Es bueno que quieras tener una estética y un ambiente, y que quieras belleza. Eso no significa necesariamente que estés tratando de impresionar. Dios nos hizo de diferentes maneras.
Entonces cuando salgo con mis amigos, los platos de papel y la pizza congelada están bien. Definitivamente hay momentos para presentar una buena comida. Pero una vez más, tienes que hacerte esta pregunta, «¿cuál es el motivo?» ¿Es para que cuando se vayan ellos piensen, «hombre, esa mesa quedó preciosa»? ¿O es que todo eso ayuda a dar la calidez y la vitalidad que quiero?
Pienso en una señora de nuestra iglesia, una familia muy hospitalaria. De hecho, estaba hablando con alguien que dijo: «Cuando vinimos por primera vez a esta iglesia, no conocíamos a nadie. Y esta señora nos dijo: ¡Vengan a compartir a nuestra casa!, ese mismo domingo.
Y pensamos: «Oh no, tenemos a nuestros hijos, y ¿cómo lo resolverá ella?» Nos fue de mucho ánimo porque la comida no estaba lista y mientras nos servía, nos decía: «Qué quieren comer?» Todo estaba regado. Pero en cierta forma, nos sentimos tan bendecidos de que nos hubieran invitado a entrar su vida.
No es que ella hubiera preparado el asado con horas de anticipación. Simplemente era: «Eres una persona nueva; ¿por qué no vienes? No sé qué vamos a hacer, pero tenemos que comer, y entonces, ¿por qué no comes con nosotros?»
Nancy: Lo que demuestra un corazón humilde, y que se trata de bendecirte y servirte, no de hacerme lucir genial.
Kevin: Sí, y nuestra tendencia es que queremos lucir muy bien, y queremos pensar en formas en que esto pueda honrarnos. Así que realmente se necesita humildad para decir: «Esto no se trata de mí, y de que te impresione. Pero si quieres ver nuestra vida agitada, quieres ver cómo se ve nuestra casa antes de que metamos todo en ese armario mágico, puedes venir. Estaremos encantados de compartir con ustedes».
Nancy: Así que el orgullo está en el corazón de nuestra superocupada vida.
También nos das siete u ocho diagnósticos diferentes en este libro. No los veremos todos, pero uno con el que creo que muchas de nosotras nos vamos a identificar, es (lo llamas) «el terror de la obligación total». Esencialmente, estamos tratando de hacer cosas que pueden estar en nuestra lista de tareas pendientes, o en la lista de tareas pendientes de otros para nosotras, pero que no están necesariamente en la lista de tareas pendientes de Dios para nuestras vidas.
Kevin: Sí. Siempre he luchado con eso. Para bien o para mal, creo que tengo un fuerte sentido de obligación. Yo era ese niño en la escuela que si el maestro hacía una pregunta, pensaba: «Alguién debería decir algo». Si el profesor ofrecía crédito adicional, pensaba que era mejor hacerlo solo para estar bien.
Nancy: ¿Eres el primogénito en tu casa?
Kevin: No, el segundo, pero con algunas tendencias de primogénito. Mucha gente pregunta si soy el primogénito.
Nancy: Yo soy la primogénita, así que reconozco bien las tendencias.
Kevin: Creo que luché con esto, con el sentido de querer abrazar todas las presiones u obligaciones, particularmente cuando estaba en el seminario. Vi que había un grupo de personas que estaba haciendo misiones, y había otro grupo de personas que estaba haciendo el ministerio juvenil». Y dondequiera que las personas escuchen este programa, estoy seguro de que entienden y se comparan con los demás.
Nancy: Las mujeres tendemos a hacer mucho eso. Vemos mujeres que están educando en el hogar a sus hijos, mujeres que están liderando estudios bíblicos o grupos pequeños, mujeres que están llevando comidas a todas las personas necesitadas en la iglesia. Lo sumas en tu cabeza y piensas: «Soy un fracaso porque no puedo hacer todo eso y me estoy matando al intentarlo».
Kevin: Y tú piensas, si yo fuera realmente espiritual… Porque es bueno llevar comidas, y es bueno ser voluntario, etc. Y vivimos con este sentimiento de culpa, o que Dios quiere que haga todas estas cosas. Luego agrega a eso: «Hay personas que se mueren de hambre. Hay personas en el mundo sin el evangelio. Las personas necesitan agua limpia». Y sigue y sigue y sigue.
Nancy: La lista sería interminable; y estamos tan expuestos a todas esas necesidades hoy día. Leemos tu blog y el de otros y escuchamos cada vez más programas o sermones. En las noticias vemos aún más cosas. Estoy viendo lo que está sucediendo en Siria, y lo que está pasando en esta crisis en aquella parte del mundo. Simplemente siento que no puedo ocuparme de todas esas cosas; no sé cómo orar por todas esas cosas, cómo involucrarme en todos estos temas en los que las personas piensan que debo involucrarme.
Kevin: Estos son problemas nuevos, de alguna manera, porque no siempre hemos podido estar en todas partes y no siempre hemos sabido de todo. Una de las cosas que ha sido útil (creo que podemos ver en las Escrituras) es lo que los filósofos llaman proximidad moral. Simplemente significa que hay círculos concéntricos.
Así que en la Biblia, si un esposo no se ocupa de su familia, es peor que un incrédulo; una madre tiene que cuidar a sus hijos con un tipo especial de amor. Y puede expandir eso, tal vez a su iglesia y familia extendida, y luego tal vez a personas cercanas.
Existe esta proximidad moral por la cual hay demandas más fuertes y otras más débiles sobre nuestro tiempo, sobre nuestros esfuerzos. Ahora, esto no nos exime de las preocupaciones por las cosas de todo el mundo, pero es un tipo diferente de obligación. Una cosa es que camines por una piscina y veas a un niño ahogándose, y otra que escuches sobre algún suceso al otro lado del mundo.
Tienes una obligación más fuerte con tus propios hijos que con los hijos de tus amigos. Hasta que nos damos cuenta que Dios capacita a la iglesia… Él no nos ha capacitado a ti ni a mí para satisfacer todas las necesidades, pero Él capacitó a la iglesia. Entonces, si piensas, necesito ser una mano y un pie y un ojo y una nariz, en realidad eso no es humildad. Eso realmente es orgulloso. Eso dice: «Dios puede satisfacer cada necesidad conmigo». No, Él no puede. Esa no fue la intención.
Nancy: Y si cada uno de nosotros estuviera mirando al Señor, sensible a la guía de Su Espíritu en nuestras vidas en cuanto a lo que Él pone frente a nosotros, y luego respondiera según Él mueva nuestros corazones, esas necesidades se llenarían, y no tendríamos que sentir que debemos hacerlo todo.
Kevin: Exacto. Tendríamos el espacio necesario en nuestros corazones para que cuando nuestro vecino tenga una crisis, o nuestra hermana al otro lado del país tenga problemas en su matrimonio, o cuando nuestros hijos tengan dificultades en la escuela…cuando surjan esas cosas, no estaríamos tan ansiosos y tan agotados para decir: «Ya he comprometido demasiado tiempo a cinco comités diferentes y tres ministerios diferentes. No voy a tener tiempo para ninguno de tus problemas». «No, eso no es realmente hacer el ministerio».
No se trata solo de tomar unas vacaciones. Esto es pensar en cómo podemos servir mejor a los demás. Eso significa decir «no» a muchas cosas buenas para que podamos decir «sí» a lo que es más importante.
Nancy: Bueno, tienes que decir «no» a muchas cosas buenas en tu rol. Estoy realmente agradecida de que el Señor te haya dado la libertad de decir «sí» para que pudieras venir y compartir con nuestras oyentes esta semana. Estamos hablando con Kevin DeYoung, quien escribió (entre otros libros) este pequeño libro que es muy útil y que está disponible en español y se llama, «Superocupados».
Este libro nos ayudará a identificar algunos de los problemas del corazón. Y vamos a continuar hablando más sobre este tema mañana. Espero que muchas de nuestras oyentes puedan adquirir este libro, «Superocupados», y que este les ayude a ser honestas con el Señor y dentro de sus propia familias, buscando honrar al Señor con el uso del tiempo.
Y bueno, confío que este día ha sido de bendición para ti y para los tuyos, y que todos los días continúes agradeciendo a Dios por el gran regalo de Su Hijo, Jesucristo. Y quiero decir unas palabras especiales de agradecimiento a todas nuestras oyentes, y en especial a las que han apoyado Aviva Nuestros Corazones de manera particular, a lo largo de este mes de diciembre.
Estamos muy agradecidos de todo lo que el Señor ha provisto.
Tu apoyo, financiero o en oración, permite fortalecer nuestro alcance hispano. Y todo eso se reduce a esto: Estás ayudando a proclamar las maravillosas riquezas de la verdad de Dios que transforma vidas.
Diariamente escuchamos cómo Dios está usando Aviva Nuestros Corazones. Solo la eternidad revelará todas las oyentes que han sido impactadas. Este tipo de impacto transformador en la vida de las personas y en sus familias y todos sus allegados, es posible gracias a oyentes como tú que dan generosamente para apoyar este ministerio.
¡Muchas gracias por ser parte de Aviva Nuestros Corazones y unirte a nosotros en la misión de llamar más mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo!
Annamarie: Gracias Nancy.
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Si no estás superocupada, ¿quiere decir que estás superperezosa? Kevin DeYoung te dará la respuesta mañana, en la continuación de nuestra conversación aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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