Supera tus obstáculos
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que es común que fijemos nuestros ojos en las cosas incorrectas.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Nos enfocamos en los gigantes, en el mundo, la carne, el diablo, nuestro pasado, nuestras debilidades, nuestras circunstancias, otras personas, y frecuentemente me encuentro a mí misma diciendo –con esta mesa espléndida, magnífica, desplegada frente a mí– cuando Jesús me está diciendo, «ven a cenar», yo estoy diciendo, «es demasiado difícil».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 8 de septiembre de 2023.
¿Qué obstáculos están bloqueando tus objetivos? ¿Hay alguna manera de superar esos obstáculos? Bueno, Nancy te mostrará cómo, al continuar en la serie titulada, Confía en Dios para entrar a la tierra prometida.
Pero antes de continuar quisiera recordarte que en nuestra página web avivanuestroscorazones.com, también podrás encontrar otros pódcast, como el pódcast para madres Que amen …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que es común que fijemos nuestros ojos en las cosas incorrectas.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Nos enfocamos en los gigantes, en el mundo, la carne, el diablo, nuestro pasado, nuestras debilidades, nuestras circunstancias, otras personas, y frecuentemente me encuentro a mí misma diciendo –con esta mesa espléndida, magnífica, desplegada frente a mí– cuando Jesús me está diciendo, «ven a cenar», yo estoy diciendo, «es demasiado difícil».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 8 de septiembre de 2023.
¿Qué obstáculos están bloqueando tus objetivos? ¿Hay alguna manera de superar esos obstáculos? Bueno, Nancy te mostrará cómo, al continuar en la serie titulada, Confía en Dios para entrar a la tierra prometida.
Pero antes de continuar quisiera recordarte que en nuestra página web avivanuestroscorazones.com, también podrás encontrar otros pódcast, como el pódcast para madres Que amen a sus hijos, el pódcast para mujeres jóvenes llamado Joven Verdadera, o el reto de leer la Biblia en un año Mujer Verdadera 365.
Ahora sí, aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: Si vas al sitio web del departamento de turismo del estado de Israel, verás que su emblema, su emblema oficial, es la imagen de dos exploradores cargando un racimo de uvas en una vara. Y esa imagen es un recordatorio de este importante evento en la historia de Israel que hemos estado estudiando. Déjame pedirte, si puedes, que tomes tu Biblia, y vayas a Números capítulo 13. Este es uno de los pasajes más importantes del Antiguo Testamento y uno que nos ilumina acerca de los caminos de Dios para los creyentes del Nuevo Testamento también.
Números capítulo 13 –hablamos en el último par de sesiones acerca de cómo los hijos de Israel están en la frontera más al sur de la tierra prometida. Ellos han salido de Egipto. Han venido a través del desierto, más allá del Monte Sinaí. Se les ha dado la ley, y es el momento ahora de entrar a la tierra prometida; pero ellos decidieron antes enviar doce espías para echar un vistazo y revisar la tierra para ver cómo era.
Vimos en la última sesión que cuando los doce espías llegaron a Canaán, se encontraron con unos gigantes, unos hombres altos, belicosos, y estaban asustados, como veremos, y regresaron con esa información. Pero vamos a saltar ahora a Números, capítulo 13, al versículo 23. Estos doce espías en la tierra de Canaán vinieron al valle de Escol. Y esa palabra, Escol, significa racimo.
Ellos vinieron a ese valle, «…y de allí cortaron un sarmiento con un solo racimo de uvas; y lo llevaban (el racimo de uvas) en un palo entre dos hombres». ¡Y ese era un enorme racimo de uvas! Ni siquiera puedo imaginar esa clase de fruta. Estos dos hombres fuertes líderes de sus tribus, tuvieron que cargar en un palo entre ellos sobre sus hombros este racimo. Tú has visto la imagen –llevando un solo racimo de uvas, y dice, «con algunas de las granadas y de los higos».
Lo llevaban con ellos de regreso, así como Moisés les había dicho. «Regresen con algunas frutas de la tierra. Muéstrenos cómo es». Versículo 25: «Y volvieron de reconocer la tierra al cabo de cuarenta días…» Habían sido 402 kilómetros en cada dirección, hacia el norte y luego de regreso al sur, y ellos regresaron para informar. Versículo 26:
«…y fueron, y se presentaron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel en el desierto de Parán, en Cades; y les dieron un informe a ellos, y a toda la congregación, y les enseñaron el fruto de la tierra».
Y puedes imaginarte a esta gente, los ojos abiertos de par en par, «¿encontraron eso allá? ¡Wow, qué tierra tan increíble!»
Ahora, por cientos de años, Dios había prometido que Él le iba a dar esa tierra a este pueblo, pero ellos nunca lo habían visto con sus propios ojos. Y ahora estos doce hombres, los líderes de las doce tribus, han visto con sus propios ojos y han traído una muestra del fruto de la tierra. Versículo 27: «Y le contaron a Moisés, y le dijeron: Fuimos a la tierra adonde nos enviaste; ciertamente mana leche y miel, y este es el fruto de ella».
Ahora, el informe de estos doce espías afirmó lo que el Señor le había dicho a Moisés años antes. ¿Recuerdas en Éxodo, capítulo 3, cuando Dios confrontó a Moisés en la zarza ardiente? Los hijos de Israel eran aún esclavos en Egipto. Y Dios vino a Moisés y le dijo: «Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo. Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel». Eso está en Éxodo, en el capítulo 3, en el versículo 8.
Y Dios le dijo a Moisés, «así es la tierra. Es una tierra que mana leche y miel». Y en algunas traducciones dice el margen, a un lado de este versículo que, «era una tierra con abundancia de alimento», manando leche y miel.
A eso es que se refiere. A que era una tierra de abundancia. Era una tierra fértil, una tierra que proveería para ellos, para todo el pueblo, y era cierto. El informe de los espías confirmó lo que Dios le había dicho a Moisés.
Sin embargo, aunque estos espías estaban impresionados por la abundancia y por la productividad de la tierra, ellos también estaban aterrorizados por algo más que habían encontrado en la tierra: por la gente, por los habitantes, la gente que vivía allí.
Si regresamos al versículo 27 de Números 13 dice: «…mana leche y miel, y este es el fruto de ella». Solo que hay un problema. Hay un reto. Versículo 28, solo que «es fuerte el pueblo que habita en la tierra, y las ciudades, fortificadas y muy grandes; y además vimos allí a los descendientes de Anac».
Vimos en la última sesión que los descendientes de Anac eran personas altas, feroces, verdaderos gigantes. Y ellos dijeron, «nosotros vimos esos gigantes en la tierra. Hay mucha gente grande, mucha gente fuerte, mucha gente alta, muchas ciudades fuertes, fortificadas». Versículo 29: «Amalec habita en la tierra del Neguev, y los hititas, los jebuseos y los amorreos habitan en la región montañosa». Y por supuesto, en esos días los reinos eran ciudades individuales que tenían grandes murallas.
Estaban bien fortificadas. Tenían sus propios reyes, así que había muchos de estos pequeños reinos dentro de Canaán. «Y los hititas, los jebuseos y los amorreos…y los cananeos habitan junto al mar…y a la ribera del Jordán» (v. 29). Ellos habían reconocido la tierra, y sabían bien dónde estaba cada una de estas ciudades-estados con sus reyes.
Ahora, mientras leo esta lista –los amalecitas, los hititas, los jebuseos, los amorreos, los cananeos– ellos dicen, «aquí es donde viven estos grupos». Ellos lo habían espiado todo. Pero mientras meditaba en estos pasajes, una pregunta que ha venido a mi mente es, y ¿por qué esto los sorprendió? ¿Qué era lo que ellos esperaban?
Es seguro que ellos nunca antes habían estado en Canaán. Esta era su primera vez, esta era la primera vez que ellos veían la tierra, pero su informe no era diferente a lo que Dios le había dicho a Moisés años antes al principio de esta historia.
Hace un momento cité Éxodo capítulo 3 donde Dios se le apareció a Moisés en la zarza ardiente, y Dios le dijo, «voy a sacar a Mi pueblo de Egipto. Voy a llevarlos a una tierra que mana leche y miel». ¿Y qué más dijo Dios en el versículo 17 de Éxodo 3? «Y he dicho: Os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra de los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos». Lo que ellos vieron era exactamente lo que Dios le había dicho a Moisés que encontrarían cuando llegaran a la tierra.
Dios le dijo, «sí, es una tierra que mana leche y miel, pero hay enemigos. Hay obstáculos. Hay batallas que tendrán que ser peleadas en esa tierra». Así que estos doce espías, cuando subieron allí a Canaán:
- ¿Esperaban ellos ganar su patria sin oposición?
- ¿Pensaron que no habría adversarios que vencer?
- ¿Pensaron ellos que la abundancia de la tierra sería suya sin esfuerzo?, y
- ¿Qué tan rápido habían olvidado el gran poder de Dios?
Ellos habían visto con sus propios ojos cómo Dios había derrotado sobrenaturalmente a toda la maquinaria militar egipcia. Ellos habían visto cómo Dios había concedido la victoria a Josué sobre los amalecitas. Nosotras leímos esto en el libro de Éxodo. Ahora ellos vieron a estos amalecitas, hititas y jebuseos y a todos estos otros, ¿cómo fue que el miedo y el terror crecieron tan rápidamente en sus corazones?
¿Pensaron que Dios los había traído tan lejos solo para abandonarlos? ¿Pensaron que tendrían que librar y ganar estas batallas en sus propias fuerzas? Y esto no solo sucede con los espías. ¿Nos sorprende que haya adversarios que vencer en nuestro peregrinaje espiritual antes de que podamos entrar completamente en la tierra y en la vida abundante que Dios nos ha prometido? ¿Fue que obtuvimos la salvación pensando que no habría ningún problema después de convertirnos en cristianas?
Entonces, si tenemos este concepto erróneo o esta expectativa falsa, quizás es debido a la forma en que el evangelio es frecuentemente presentado a las personas en el día de hoy. «Ven a Jesús y Él te dará una vida abundante. Él te dará la vida eterna y Él resolverá todos tus problemas. Él hará que tus sufrimientos y tus dolores se vayan. No tienes que ir al infierno. Puedes ir al cielo». ¿Quién no querría eso? ¿Quién no lo haría?
Pero quizás nosotras estamos cometiendo un error al no decirles a las personas: «cuando te conviertes en cristiana, te conviertes en una guerrera. Tú entras en una batalla. Hay enemigos que vencer. Hay batallas que tienen que ser peleadas, pero Dios estará dentro de ti. Y Dios es más fuerte que los enemigos. Y Dios vencerá a los enemigos a través de ti».
Quizás no les estamos dando ese mensaje a las personas al invitarlas a venir a Cristo. ¿Qué esperabas tú cuando iniciaste en este camino de la vida cristiana? ¿Pensabas que era posible disfrutar la abundancia de la tierra y de la vida cristiana sin vencer ningún obstáculo? Dios nos ha dicho que esperemos pruebas, tentaciones, sufrimientos y enemigos de la cruz.
Dios ha dicho que «este es un mundo caído. Y nosotras aún vivimos en un cuerpo de pecado. Desde aquí hasta el cielo, el camino no va a ser fácil. Habrá enemigos que vencer». ¿Debemos esperar ser libradas de esos enemigos?
Piensa respecto a lo que Jesús les dijo a Sus discípulos en Juan capítulo 16, mientras Jesús estaba preparándose para ir a la cruz. Él les dijo: «En el mundo tendréis tribulaciones». Tendréis aflicción. Cuenta con eso. Tendrás tribulaciones. Ahora, la siguiente frase –y estoy tan feliz por esta parte del versículo– Él dice: «Pero confiad; Yo he vencido al mundo» (v. 33).
Nosotras no iremos a esa tribulación desarmadas. Iremos armadas y vestidas de Jesucristo y armadas con la armadura de Dios que nos hace capaces de estar firmes contra la astucia y las tácticas del enemigo, pero entramos en una batalla. Jesús dijo, «en el mundo tendréis tribulaciones».
Y el apóstol Pablo también les dijo a los nuevos creyentes en el libro de los Hechos, en el capítulo 14: «Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios» (v. 22). ¿Te dijo alguien eso cuando te convertiste? Si no te lo dijeron, no te contaron la historia completa.
Pablo dijo, «prepárate para ello. Alístate para ello. Ármate. Está lista. Que no te encuentren con la guardia baja. Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios».
Y primera de Pedro, capítulo 5 –quizás estás familiarizada con este versículo– dice: «Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar» (v. 8). Él no detiene sus esfuerzos de devorarte después que te hayas convertido en una hija de Dios. De hecho, él puede intensificar sus esfuerzos porque ahora tú puedes hacerle daño a su causa.
Así que ¡ten cuidado! Está en guardia. Está atenta. Y los espías regresaron con su informe, «las personas que moran en la tierra son fuertes, y las ciudades están fortificadas y son muy grandes».
Sí, había gran fruto. Sí, las promesas de Dios han ido delante de ellos, pero regresaron enfocados en las dificultades, enfocados en las tribulaciones, enfocados en los obstáculos que tendrían que enfrentar. Las personas son fuertes. Las ciudades están fortificadas y son muy grandes.
Sabes, a veces en mi vida cristiana y en el ministerio, me he sentido intimidada muchas veces y a veces casi paralizada por la idea de lo que enfrentamos. En este ministerio, hay muchos obstáculos.
En mi propia vida cristiana tengo que lidiar con mi propia carne, con mis propios deseos pecaminosos, con ciertos deseos de la carne que me tientan, mis pecados que me acosan, como un perro ladran a mis talones todo el tiempo. Tenemos esas cosas, y en el ministerio también hay obstáculos. Hay barreras. Hay oposición.
Hay problemas con el personal. Hay problemas de financiamiento. Y al pensar en este ministerio, estamos conscientes de que estamos dando un mensaje que es contracultural; y somos como el salmón, que siempre está nadando contra corriente para llevar este mensaje. Eso no es fácil. Algunas veces nos topamos, hasta en el mundo evangélico, con oposición filosófica a nuestro mensaje.
Hoy estás sentada y disfrutando de este mensaje porque tu corazón está sintonizado con la forma de pensar de Dios. Pero hay muchas en el mundo evangélico de hoy que no quieren escuchar nada acerca de la forma de pensar de Dios, así que cuando hablamos acerca de la feminidad bíblica, o cuando hablamos acerca de la perspectiva de Dios sobre el matrimonio y la familia y los valores y las prioridades y la moral, estamos nadando contracorriente.
Algunas veces casi se me paraliza el corazón por los obstáculos. Pienso acerca de algunos guardianes en el mundo de la radio cristiana. Ahora, muchos de ellos son hombres y mujeres piadosos que tienen un corazón para este mensaje y un corazón para la verdad, pero algunos de los guardianes en el medio cristiano y en la publicidad cristiana no están buscando alimento sólido, bíblico de la Palabra.
Algunos de ellos quieren programación que sea «relevante», más llamativa, más moderna, y a veces me pregunto, «Señor, ¿podremos permanecer en el aire? Señor, ¿podremos mantener la publicación de libros? El mundo evangélico, ¿quiere este mensaje? Y si no, ¿cómo vamos a continuar proclamándolo?»
La tecnología está cambiando, y encontramos estos tipos de barreras en nuestro ministerio. A veces me encuentro a mí misma pensando, «¿podremos mantenernos al día con todos estos cambios? ¿Podremos hablarle a la próxima generación de mujeres?»
Ahora, hay diferentes barreras que enfrentarás según la época de la vida en la que estés, en lo que Dios te ha llamado hacer, pero con frecuencia cuando enfrento mis obstáculos, parece que soy propensa a olvidar el poder de Dios, propensa a olvidar la fidelidad de Dios, los milagros que Dios ha manifestado una y otra vez y otra vez. No solo en mi vida, sino en la vida de incontables creyentes que estuvieron antes que yo, algunos acerca de quienes leemos en la Palabra de Dios. ¿No estás contenta de que tenemos esta historia preservada aquí en la Escritura para recordarnos de la fidelidad y del poder de Dios?
Pero es como si olvidara todo esto. Olvido todas esas generaciones y siglos de promesas de Dios que han sido cumplidas y Su poder que ha sido manifestado, y entonces tengo que recordarme a mí misma una y otra vez, Nancy, ¿crees que esto de algún modo ha tomado a Dios por sorpresa? ¿Crees que le sorprende?
¿Crees que Él no pensó en esto? ¿Crees que Él te ha traído hasta aquí para abandonarte, y crees que tendrás que enfrentar estas dificultades sola y con tus propias fuerzas? ¿Crees que depende de ti?
Sabes, en la vida cristiana, cuando examinamos lo que eso significa para cada una de nosotras, vemos la abundancia que Jesucristo nos prometió. Él quiere que seamos llenas del Espíritu y que mostremos el fruto del Espíritu. Mira ese racimo de uvas que los espías trajeron cargándolo en un palo, tan grande que se te quieren saltar los ojos al verlo –¡así es el fruto del Espíritu!
Es sobrenatural. Es asombroso. Es impresionante. Es enorme. Y es diferente a cualquier cosa que puedas encontrar en el reino natural, y vemos que Jesús nos ha prometido el fruto de Su Espíritu –amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; y yo digo, «Señor, yo quiero esas cosas. Eso es abundancia»
Nosotras vemos la promesa de intimidad con Cristo. Vemos Su promesa de concedernos libertad, plenitud y abundancia en Cristo, vemos todas esas promesas. Vemos esa fiesta espléndida que Dios tiene preparada para nosotras, que Él quiere darnos, y ¿qué hacemos? Nos enfocamos en los obstáculos.
Nos enfocamos en los gigantes, en el mundo, la carne, el diablo, nuestro pasado, nuestras debilidades, nuestras circunstancias, otras personas, y frecuentemente, me encuentro a mí misma diciendo –con esta magnífica y espléndida mesa desplegada delante de mí– y Jesús diciéndome «ven a cenar», me encuentro a mí misma diciendo, «es demasiado difícil».
No estoy viendo el banquete. No estoy viendo la abundancia. Estoy viendo los enemigos, los obstáculos. Entonces ¿qué hacemos? Nos contentamos con estar justo donde estamos, y no queremos avanzar.
Eso requiere fe. Eso requiere esfuerzo. Eso requiere dependencia en el poder de Dios. Y algunas veces, en lugar de sacudir el barco, solo queremos permanecer en nuestro pequeño mundo cómodo, complaciente, y natural.
«Señor, no me hagas avanzar. No hagas que me mueva de aquí. Estoy cómoda aquí. Está bien, sí, hay muchos problemas, y sé que no estoy experimentando la vida abundante que Tú tienes para mí, pero al menos esto me es familiar». Muchas cristianas se quedan estancadas en la frontera sur de la tierra prometida y nunca entran porque están enfocadas en los gigantes.
Me encanta ese antiguo himno de Isaac Watts, ¿Soy yo soldado de Jesús? Él habla acerca de la guerra involucrada en la vida cristiana, y dice:
¿Soy yo soldado de la cruz,
Y siervo del Señor?
No temeré llevar Su cruz,
Sufriendo por Su amor
En mi tiempo devocional en este año estoy leyendo un libro de historia cristiana de un año, y cada devocional diario es un vistazo del pasado, un pedacito del pasado, historias cristianas, grandes hombres y mujeres de Dios a través de todas las generaciones. Muchos de los que estoy leyendo cada día son de personas que fueron martirizadas por su fe. Estoy hablando acerca de adolescentes, hombres, mujeres, esposos, abuelas, esposas, personas en todos los ámbitos y etapas de la vida, personas de hace cientos de años y también personas en años recientes.
¿Soy yo soldado de la cruz,
Y siervo del Señor?
No temeré llevar Su cruz,
Sufriendo por Su amor
Lucharon otros por la fe
¿Cobarde habré de ser?
Por mi Señor yo pelearé
confiando en Su poder.
¿Qué espero? ¿Espero que el mundo me empuje en dirección a la piedad? No, ¡nosotras vamos en contra de la corriente! Nosotras somos contraculturales. Estamos nadando río arriba, y eso es lo que Isaac Watts continúa diciendo.
Es menester que sea fiel,
Que nunca vuelva atrás;
Que siga siempre en pos de Él,
Y me guiará en paz.
¿Qué te mantiene fiel cuando tienes que nadar contracorriente, cuando es difícil, cuando estás enfrentando a los enemigos y a los gigantes en tu vida o en tu llamado? La Palabra de Dios. Las promesas de Dios. El poder de Dios.
Cuando nos enfrentamos con obstáculos tenemos una opción. Podemos responder en una de dos maneras. Los obstáculos son inevitables. O sea que debemos enfrentarlos. Debemos atravesar muchas tribulaciones para entrar al reino de Dios. No hay forma de evadirlos.
Algunas de nosotras pasamos la vida tratando de escapar de lo inevitable, y por eso estamos medicando nuestro dolor. Solo estamos tratando de escapar. Haciendo cualquier cosa que se puede hacer para escapar. Pero Dios dice, «no, corre hacia el dolor» yenfréntalo. Trata con él. Va a estar ahí, pero yo puedo responder en una de dos maneras.
Y en la próxima sesión, veremos dos formas diferentes de cómo estos líderes de Israel respondieron a la misma serie de retos. En un caso, su elección demostró ser fatal, y en ambos casos, su elección determinó el resultado y el curso completo de sus vidas.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha sido muy honesta respecto a los obstáculos que nos amenazan a cada una de nosotras. Pero también nos ha alentado y dado esperanza acerca del poder de Dios para ayudarnos a atravesar estos obstáculos, de manera que podamos disfrutar todo lo que Él tiene para nosotras. Ella estará de regreso para orar.
Queremos ayudarte en el proceso de superar obstáculos y disfrutar de Dios, por lo que te hemos estado ofreciendo un recurso que te llenará de la esperanza que encontramos en la Palabra de Dios. Este se titula, «50 promesas para vivir». Meditar en estas promesas de la Biblia te ayudará a ver los obstáculos desde otra perspectiva. Te enviaremos un acceso a la descarga de este folleto por una donación de cualquier cantidad. Solo visítanos en nuestra página web avivanuestroscorazones.com, y encuentra el enlace en la transcripción de este episodio.
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Y bien, en medio de una crisis debemos aprender a responder con fe y no con miedo. Nancy hablará acerca de esto en el próximo episodio. Ahora, ella regresa para concluir nuestro tiempo juntas.
Nancy: Déjame preguntarte si quizás te has estado quejando, protestando, murmurando, obsesionada con los enemigos, con los gigantes, con los obstáculos. Y en lugar de enfocarte en el espléndido banquete que Dios tiene preparado para ti, la mesa que Él ha puesto delante de ti, solo estás consciente de todas las razones por las que no se puede, porque es tan difícil.
Yo sé que he estado allí varias veces, pero ¿puedo decirte que enfocarte en los obstáculos te debilitará? Te debilitará y empezarás a vivir en temor en lugar de en fe. Podrías ahora mismo levantar tus ojos al Señor y decirle, «Señor, creo en Tu Palabra. Y quiero ser una mujer de fe. Tú eres más grande que los gigantes. Tú eres mayor que todos los obstáculos, y Tu poder sobrenatural puede llevarme a la tierra prometida, y puede darme allá paz y descanso».
Señor, oro que aceptemos Tu Palabra, y que nuestras vidas muestren que Tú eres mayor que cualquier barrera, que cualquier obstáculo, que cualquier gigante. Que nuestras vidas sean un reflejo de cuán grande y cuán maravilloso eres. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Animándote a tener aliento y esperanza en las dificultades, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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