Su gracia es suficiente
Débora: El apóstol Pablo dijo que él se complacía en su debilidad… esto es algo que no podemos entender desde una perspectiva meramente humana.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¡Suena como un loco! ¿Encontrar placer en las pruebas y los problemas... por qué? Porque él sabe que en medio de todo esto la gloria de El Shaddai será manifestada, y esta no puede ser vista de ninguna otra forma.
«Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de septiembre de 2024.
Si las plantas hablaran, probablemente te dirían que les dieras mucha agua y las pusieras bajo el sol, y tal vez te pedirían que no las podaras demasiado. Pero si realmente te importa …
Débora: El apóstol Pablo dijo que él se complacía en su debilidad… esto es algo que no podemos entender desde una perspectiva meramente humana.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¡Suena como un loco! ¿Encontrar placer en las pruebas y los problemas... por qué? Porque él sabe que en medio de todo esto la gloria de El Shaddai será manifestada, y esta no puede ser vista de ninguna otra forma.
«Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de septiembre de 2024.
Si las plantas hablaran, probablemente te dirían que les dieras mucha agua y las pusieras bajo el sol, y tal vez te pedirían que no las podaras demasiado. Pero si realmente te importa una planta, cortarás las ramas secas para permitir que las nuevas crezcan.
Hoy Nancy nos hablará acerca de cómo Dios hace precisamente esto en nuestras vidas. Continuamos con la serie titulada, «El-Shaddai: El Todo Suficiente».
Nancy: «El nombre del Señor es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo» (Prov. 18:10). «Aquellos quienes conocen Tu nombre, ¡oh! Señor pondrán su confianza en ti porque tú no has olvidado a los que te buscan» (Sal. 9:10).
El conocer el nombre de Dios es conocer a Dios. Y conocer a Dios es confiar en Él. Hemos visto que el nombre del Señor es un lugar al cual podemos correr y estar protegidas.
En las últimas sesiones hemos estado viendo un nombre de Dios en particular, el cual ha sido una torre fuerte de refugio en mi propia vida. Es el nombre de El Shaddai.
El Todopoderoso, fuerte, omnipotente Dios quien todo lo puede. Nada es muy difícil para Él.
Hemos visto que El Shaddai, este Dios, fuerte, todopoderoso, fue capaz de darle a Abraham y a Sara un hijo, cuando era humanamente y físicamente imposible para ellos tener un hijo.
Hemos visto que Dios esperó, o los hizo esperar a ellos veinticinco años desde la primera vez que les dio la promesa de un hijo, hasta que la promesa fue cumplida.
Esperar por el Señor es algo muy difícil de hacer, ¿no crees? Para nosotros veinticinco años parecen ser una eternidad, pero en realidad no lo son. A la luz de la eternidad es solo un momento.
Entonces necesitamos la perspectiva de Dios, y aprender a esperar en el Señor aun cuando parece ser que Él no cumplirá sus promesas.
Ahora, hay tantas implicaciones prácticas de este nombre para nuestras vidas. Hemos visto que El-Shaddai… Shaddai, Dios como una madre que amamanta, el pecho de Dios. Esta palabra viene de la palabra hebrea para seno. Él es como una madre que amamanta; quien se derrama a Sí mismo en nuestras vidas.
Entonces no solo Él es poderoso y capaz, sino que también es tierno y proveedor. Él es Todosuficiente. Hemos visto que el nombre de El-Shaddai, Dios Todopoderoso, El Todosuficiente, a menudo en las Escrituras está unido con el Dios que nos bendice. Él nos colma de bendiciones. Pero quiero que en esta sesión veamos otra implicación de este nombre, El Shaddai, y es que Él es el dador de frutos.
Desde la primera página de las Escrituras hasta el libro de Apocalipsis, verás un tema, y es que Dios quiere que Su pueblo sea productivo, fructífero.
En las primeras páginas del Génesis, Dios les dijo a Adán y a Eva: «Sed fecundos y multiplicaos» (Gen 1:28). Ahora, obviamente Dios estaba hablando de que se unieran físicamente para procrear hijos y de esta forma poblar el mundo. Pero hay muchas formas en las que Dios quiere que seamos productivos o fructíferos mientras vivimos en unión y comunión con Él.
Es El Shaddai quien nos hace fructificar y multiplica nuestras vidas. Abram empezó con ser Abram (el padre exaltado) y pasó a ser Abraham (el padre de multitudes).
Dios se agrada cuando somos fructíferos en extremo. Él quiere que seamos fructíferas.
En Génesis capítulo 28, el hijo de Abraham, Isaac, le dice a su hijo: «Y el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te multiplique…» (v. 3). El Shaddai es quien nos hace fecundos.
En Génesis capítulo 35, Dios le dice a Jacob: «Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate…» (v. 11). El Shaddai es quien nos hace multiplicar.
Ahora, aprendemos también en Juan capítulo 15, cuando Jesús les dijo a Sus discípulos que nuestro Padre que está en los cielos es glorificado cuando nosotros como sus discípulos traemos mucho fruto (ver v. 8).
Él quiere que seamos fructíferas en extremo. Nuestro propósito en esta vida es traerle gloria a Dios, y ¿cómo traemos gloria a Dios? Siendo fructíferas, trayendo mucho fruto.
¿Qué clase de fruto espera Dios que produzcamos? Necesitamos saber cuál es el fruto esperado para que acudamos a El Shaddai, nuestro Todosuficiente, para que Él produzca el fruto a través de nosotras.
Bueno, Dios quiere producir en nosotras el fruto de justicia de una vida santa. Dios quiere producir en nosotras el fruto de Su Espíritu: amor, gozo, paz, paacieeenciaaa, bondad…
Por mí misma, nunca podría tener el fruto de la bondad. Es por eso que tengo que contar con Su suficiencia. Él es el dador de frutos. Él es quien produce el fruto del Espíritu en nuestras vidas.
El fruto que Él quiere producir en nosotras es el fruto de Cristo viviendo y expresándose a través de nosotras, el fruto del carácter de Cristo formado en nosotras, el fruto de ser una bendición para otros que viene de tener la vida de Cristo en nosotras, el fruto de hijos, de hijos naturales.
Tú que eres madre, Dios está complacido cuando tú tienes hijos, pero no solo dar a luz hijos, sino que quiere que esos hijos tengan un corazón para Dios. Querrás que esos hijos sean espiritualmente fructíferos.
¿Quién es el dador de los frutos? Es Dios, El Shaddai, quien te capacita para guiar y entrenar a tus hijos para andar en los caminos de justicia. Es El Shaddai en ti quien será tu suficiencia mientras discipulas esos niños pequeños.
Ahora, algunas de ustedes, tal vez (como yo), no tengan hijos naturales. Les digo algo, tengo hijos espirituales en diferentes lugares y alrededor de todo este país. Un par de ellas están hoy sentadas aquí en esta grabación, y son mujeres que no solo han influenciado mi vida, sino que Dios también me ha permitido ser productiva en sus vidas, animándolas en su caminar con el Señor.
¿Qué nos capacita para producir fruto en la vida de otras personas? ¡Es El Shaddai! Él es mi suficiencia. Él es quien produce el fruto en nosotras.
Y es que Dios no tenía en mente que tú y yo, como sus hijas, simplemente existiéramos en este planeta, o que solo sobreviviéramos… que simplemente fuéramos por la vida lidiando con la cotidianidad. Dios quiere que produzcamos fruto en abundancia.
Yo creo que Dios quiere hacer todo esto en mi vida. Quiero tener el mismo tipo de fe de Abram, quien era de noventa y nueve años de edad y aún no había señal alguna de que la promesa de Dios se cumpliría, que él sería el padre de multitudes, pero las Escrituras dicen que «él le creyó a Dios» (Rom. 4:30).
Él le creyó a El Shaddai, al Todosuficiente. Amo a Dios y quiero glorificarlo con mi vida. Quiero ser muy productiva para Su gloria, pero yo no tengo la capacidad de producir fruto por mí misma. Y tú tampoco.
Aparte de Dios, lo único que tenemos son estos cuerpos estériles. Es por esto que Jesús dijo: «Es crucial que permanezcan en Mí y Yo en ustedes, que se mantengan conectadas a la vid» (ver Juan 15:1-18).
Ese pequeño bebé no será alimentado por su madre, a menos que el infante se acerque a su madre y se una a ella. Ahí se produce una unión, una unidad que capacita a la madre para derramarse en ese bebé. A medida que permanecemos en Cristo y en la medida que Su Palabra habita en nosotras, Dios derrama Su suficiencia en nosotras para que no simplemente existamos, sino para que seamos fructíferas.
Verás, es El Shaddai quien castiga y disciplina Su pueblo para que podamos ser más productivos.
Es interesante ver que a través de las Escrituras, El Shaddai, Dios Todopoderoso, está relacionado no solo con las bendiciones de su pueblo, sino también en hacernos dar fruto; como también está conectado con el Dios que disciplina a su pueblo para que pueda ser más productivo.
Porque para experimentar la suficiencia de Dios, el Todosuficiente, El Shaddai, primero debemos experimentar nuestra propia insuficiencia. Para experimentar Su plenitud, debemos primero vaciarnos totalmente.
Dios no va a venir a llenarnos si estamos llenas de nosotras mismas, con nuestros propios recursos, nuestro propio orgullo. En ocasiones Dios nos disciplinará para vaciarnos y erradicar de nosotras el orgullo y el egoísmo, para que podamos ser llenas con Él mismo.
Mientras más orgullo y autosuficiencia haya en nuestras vidas, menos fruto daremos para la gloria de Dios. Él quiere que seamos más fecundas, que demos mucho fruto, de manera que Él trae disciplina a nuestras vidas para que podamos ser más productivas.
Entonces, ¿cómo debemos responder a El Shaddai? Hemos visto las implicaciones que Su nombre tiene en nuestras vidas, y solo quiero terminar esta sesión meditando brevemente sobre cómo debemos responder al Dios Todosuficiente.
Yo creo que lo primero, y obviamente es la respuesta adecuada, es responder en adoración. Mientras Dios se revela a Sí mismo con todos Sus diferentes nombres y revela Su carácter, nuestra primera respuesta debe ser adorar a Dios.
Me encanta ese pasaje en Génesis capítulo 17, donde Dios se aparece a Abraham a la edad de noventa y nueve años para decirle, «Yo soy (El Shaddai, la primera vez que ese nombre fue usado) anda delante de mí y sé perfecto» (v. 1).
El siguiente versículo nos dice que Abraham se postró sobre su rostro. Él reconoció que estaba en la presencia de la grandeza, la suficiencia, la toda suficiencia de Dios. Abraham ya había visto su propia insuficiencia y la insuficiencia de cualquier otra persona o cosa para proveer el hijo del pacto, el hijo de la promesa que le sería dado.
De manera que a la luz de este Dios todo suficiente y omnipotente, antes de ver la respuesta de la promesa de Dios, él adora. Ahora bien, algunas de nosotras pensamos: «Una vez que vea la respuesta de Dios, una vez que Dios me saque de este desastre, una vez que Dios me saque de este tiempo de aflicción, entonces lo alabaré».
¡Claro, por supuesto que lo harás! Pero el reto es, y esta es una evidencia de tu fe: ¿Lo adorarás ahora cuando no puedes ver el resultado de Su provisión? Cuando todo lo que tienes es la fe que te dice que Dios es todo suficiente, ¿lo alabarás? ¿Te postrarás sobre tu rostro delante de Él en adoración?
Mientras alabamos a El Shaddai, necesitamos reconocer nuestra propia insuficiencia. Somos incapaces de cumplir con lo que Dios quiere hacer dentro y a través de nosotras. No puedes criar esos hijos tú sola. No puedes amar a ese esposo en tus fuerzas. No puedes testificar de Dios de la forma que Él lo espera dentro de tu lugar de trabajo en tus propias fuerzas.
No puedes producir el fruto del Espíritu en tu vida por ti misma. Reconoce tu propia insuficiencia. ¡Pero no te quedes ahí! ¡No continúes con la mirada en ti misma!
Ahora, algunas de nosotras tan solo sustituimos nuestra insuficiencia con otros. Nos damos cuenta de que no somos suficientes, y entonces buscamos a alguien más, como lo hizo Abraham cuando buscó a su siervo y a Agar para proveer una solución a su problema de falta de hijos.
No te conformes con menos de lo que Dios quiere para tu vida. No te conformes con la suficiencia de otras personas para proveerte, cuando Dios quiere darte toda Su suficiencia.
Entonces necesitamos dejar de enfocarnos en nosotras mismas y en nuestra propia suficiencia, necesitamos quitar los ojos de los demás y de su suficiencia parcial. Dejar de mirar hacia adentro, dejar de buscar afuera y empezar a mirar hacia arriba.
Mantén tu mirada siempre en Dios, El Shaddai, quien es toda nuestra suficiencia. Él, solamente Él, es nuestra suficiencia.
Cantamos muy fácilmente ese pequeño coro que dice: «Cristo es todo lo que necesito». ¿En verdad creemos eso?
Alguien dijo que nunca sabrás que Cristo es todo lo que necesitas hasta que Él sea todo lo que tengas. Cuando Él es todo lo que tienes entonces llegarás a entender que realmente Él es todo lo que necesitas.
En lugar de buscar adentro y afuera, mira hacia arriba y confía en toda Su suficiencia. Esto significa, como lo hemos visto en la vida de Abraham, estar dispuestas a esperar en Dios.
Ahora, estoy dispuesta a esperar mientras Él se dé prisa. Puedo esperar por cinco minutos o cinco días o tal vez cinco meses, si es necesario. Pero es en la espera, cuando ya no hay esperanzas, cuando vemos lo mejor de Dios; es ahí cuando vemos la mayor expresión de Su suficiencia.
No tomes los asuntos en tus propias manos. Tomó veinticinco años desde la primera vez que Dios le prometió un hijo a Abraham hasta que Abraham sostuvo a su hijo Isaac en sus brazos… ¡veinticinco años!
Pero Dios no tenía prisa, y ciertamente no estaba retrasado. Dios espera muchas veces, hasta que está claro que ya no hay salida alguna para esta situación a menos que Él intervenga.
Confía en Su suficiencia y mientras esperas acércate a Él. Como ese niño que se acerca al seno de la madre para ser alimentado por su madre, acércate a Dios y permite que Él se derrame en tu vida y llene cada una de tus necesidades.
Esta fue la experiencia que tuvo el apóstol Pablo. Él habla acerca de esto en 2 Corintios, capítulo 12. Recuerda cómo le fue dado este aguijón en la carne. No sabemos de qué se trataba, pero sabemos que era un tipo de aflicción. Él dijo: «Acerca de esto, tres veces he rogado al Señor para que lo quitara de mí» (v.8).
No hay nada malo con pedirle a Dios que remueva la situación, pero cuando Dios no la remueve, ¿qué es lo que haces? Escucha las palabras de Dios a Pablo en el versículo 9 de 2 Corintios, capítulo 12: «Él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad».
Entonces, ¿qué dijo Pablo? Está bien, El Shaddai. Tu fuerza es suficiente. Entonces, ¿qué hago? «Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades…» (v. 9-10).
De eso me gloriaré en lugar de ser fuerte en mí misma. Me gloriaré en mis debilidades porque es allí cuando puedo ver la mayor expresión de la gracia de Dios, para que el poder de Cristo more en mí. Por esto me complazco en mis debilidades.
¡Suena como un loco! ¿Encontrar placer en las pruebas y los problemas... por qué? Porque él sabe que en medio de todo esto la gloria de El Shaddai será manifestada, y esta no puede ser vista de ninguna otra forma.
«Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (v.10).
Nathan Stone escribió un libro clásico hace muchos años sobre los nombres de Dios. Él resumió este nombre de El Shaddai, «Dios Todopoderoso», como está traducido en nuestras biblias. Él dijo:
«El nombre Dios Todopoderoso, El Shaddai, nos habla de la inagotable fuente de Su abundancia».
Me encanta la palabra «inagotable». Dios, como el Todosuficiente nos provee de lo que Él tiene y lo que nos da es interminable. Continúa diciendo:
«Nos habla de Sus riquezas y de la plenitud de Su gracia manifestada en Su amor sacrificial que se entrega a favor de los demás. Nos habla de que toda buena dádiva viene de Dios, y de que Él nunca se cansa de derramar Sus misericordias y Sus bendiciones sobre su pueblo».
«Pero no debemos olvidar», nos continúa diciendo él, «que la fortaleza de Dios es perfecta en nuestras debilidades. Su suficiencia es manifestada más aún en nuestra insuficiencia, Su plenitud en nuestra escasez. Nos llena para que de nosotros fluyan ríos de agua viva para la humanidad que está sedienta y necesitada».
¡Me gusta esto! Necesito recursos y tú también. En mi vida diaria y en el rol que desempeño, en el cual Dios me ha llamado a ministrar la Palabra de Dios, y a ti también, mientras desempeñas tu rol de madre o de esposa en casa. Yo necesito, tú necesitas, esas reservas frescas, esa provisión de cada día para poder dar a otros.
Cuando se nos terminan las provisiones, como el viejo dicho dice: «Las dádivas de nuestro Padre apenas comienzan».
No hay límite para Su provisión. Él nos ofrece una fuente inagotable de suficiencia. Entonces Dios se dio a conocer a Sí mismo a Abraham como El Shaddai, Porque Yo soy El Todosuficiente, y luego Dios dijo, «anda delante de mí y sé perfecto».
Si Dios no se hubiera dado a conocer a Sí mismo a nosotros como El Shaddai, no tendríamos esperanza para caminar delante de Él y estar sin falta alguna.
Hemos visto cómo El Shaddai es quien nos bendice. Él es quien nos hace productivas. Él quiere que seamos fecundas en abundancia, y nos corrige para ayudarnos a producir más fruto para Su gloria.
En el libro de Job el nombre de El Shaddai es mencionado treinta y una veces, y mientras el siervo de Dios estaba sufriendo él reconoció que en última instancia la corrección venía de la mano de El Shaddai, no como castigo, no como juicio, pero como una forma de purificación, de poda, de limpieza, fruto de la obra de Dios para que la vida de Job pudiera traer mucho fruto para la gloria de Dios.
Débora: ¿Hay algo difícil que te está preocupando o que te pone ansiosa? ¿Estás tratando de resolverlo con tus propios recursos? Nancy DeMoss Wolgemuth te ha estado ayudando a recordar que puedes enfrentar las circunstancias de la vida con la fortaleza que Dios te da. Y no solo enfrentarlas, ¡sino que tu vida puede dar aún más fruto!
Aquí está Nancy para orar con nosotras y cerrar nuestro tiempo juntas.
Nancy: Señor, te damos gracias por la persona que en este momento está experimentando la corrección de Tu mano, y por todas nosotras que hemos ya experimentado Tu corrección, y por las que en algún momento de su vida experimentarán Tu corrección. Gracias porque Tú eres nuestro El Shaddai, en quien podemos confiar, que nos estás corrigiendo y podando para erradicar el egoísmo y el orgullo, para vaciarnos de nosotras mismas, para ser llenas de Ti, para que nuestras vidas lleguen a ser productivas en extremo.
Ayúdanos a aceptarte y aceptar la corrección de Tu mano y produce, oh Dios, en nuestras vidas, te rogamos, el fruto apacible de justicia para que Tú seas glorificado, te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Todos tenemos sed. Sí, nuestro ser está sediento, y no me refiero a que necesitemos agua, aunque esto también es bueno. Pero, más bien, estoy hablando de que cada uno de nosotros tiene un anhelo de ser saciado que solo puede ser satisfecho en Jesús. En nuestra próxima serie Nancy te mostrará cómo ir a Jesús para satisfacer cada necesidad. No te pierdas la serie a la que estaremos dando inicio el día de mañana en la que hablaremos de la mujer Samaritana. Te esperamos aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a no solo sobrevivir en la vida cristiana, sino a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique otra fuente.
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