Su amor es para siempre
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que el llamado de Dios en tu vida puede ser retador, pero nunca imposible.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Quiero que me escuches con cuidado… Si Dios te está diciendo que hagas algo, por Su gracia puedes hacerlo. Tú no puedes hacerlo, pero Él sí lo puede hacer a través de ti.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 1 de septiembre de 2023.
¿Te has detenido a mirar hacia atrás y a reflexionar en lo que has atravesado durante este año, o durante los últimos años? De seguro has experimentado momentos de paz, así como también momentos de angustia. Y los años que tienes por delante no serán diferentes.
Hoy Nancy te ayudará a prepararte para aquellas tormentas que puedas atravesar, en esta serie titulada, La fidelidad de Dios en tiempos de angustia. Ella enseñó …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth dice que el llamado de Dios en tu vida puede ser retador, pero nunca imposible.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Quiero que me escuches con cuidado… Si Dios te está diciendo que hagas algo, por Su gracia puedes hacerlo. Tú no puedes hacerlo, pero Él sí lo puede hacer a través de ti.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 1 de septiembre de 2023.
¿Te has detenido a mirar hacia atrás y a reflexionar en lo que has atravesado durante este año, o durante los últimos años? De seguro has experimentado momentos de paz, así como también momentos de angustia. Y los años que tienes por delante no serán diferentes.
Hoy Nancy te ayudará a prepararte para aquellas tormentas que puedas atravesar, en esta serie titulada, La fidelidad de Dios en tiempos de angustia. Ella enseñó este mensaje basado en el Salmo 107, durante el cierre de una conferencia True Woman.
Nancy: Hemos estado hablando este fin de semana sobre la libertad, la plenitud y la abundancia que hay en Cristo. Ese es el lema de Aviva Nuestros Corazones y es un gran lema. Es un tema que queremos apoyar. Lo escuchamos y decimos, «sí, ¡quiero libertad! Sí, quiero plenitud. Sí, quiero abundancia. Sé que todo eso está en Cristo».
Pero me pregunto si alguna de ustedes ha tenido un pensamiento como este: Ese es un lema muy lindo, y es bueno para todas esas conferencistas que viven en un plano diferente al que yo vivo. Es lindo para las mujeres que están sentadas a mi alrededor, pero, ¿podré experimentar verdaderamente libertad, plenitud y abundancia en Cristo? ¿Podrán ser más que palabras para mí? Es decir, Nancy, tú no conoces los desafíos a los que me enfrento cuando llego a casa. No sabes el peso que estoy cargando. No conoces las áreas de lucha, las adicciones, las ataduras en mi vida o en las vidas de aquellos que amo o con los que vivo. ¿Puede ser eso más que un lema para mi vida? ¿Puedo experimentar realmente libertad, plenitud y abundancia en Cristo?
Quiero decirte que, si tienes a Cristo, entonces la respuesta es, por supuesto que sí. Tú puedes experimentar libertad, puedes experimentar plenitud aunque nada cambie en tus circunstancias. Dios puede usar tus circunstancias para cambiarte, y vamos a verlo a medida que estudiemos el Salmo 107, una canción de alabanza del pueblo redimido de Dios.
Ahora, permíteme darte una introducción y luego vamos a desglosarlo, a explicarlo; y quiero que tengan una Biblia con ustedes si es posible, porque vamos a profundizar en la Palabra de Dios, ¿de acuerdo?
Los versículos del 1 al 3 son una introducción. Nos dan el contexto. Después de décadas de exilio y aflicción en Babilonia, Dios ha redimido a Su pueblo y los ha traído de vuelta a su país natal. Vamos a ver eso en los versículos del 1 al 3.
Luego, en los versículos del 4 al 32, tenemos la parte larga del pasaje. Este es el cuerpo del salmo y verás cuatro escenas, cada una terminará con el mismo estribillo, la misma estrofa. Lo verás en unos momentos.
Y luego del versículo 33 hasta el final del capítulo tenemos la conclusión. Entonces tenemos: la introducción, la conclusión y después en la mitad tenemos estas cuatro escenas.
Ahora, quiero leer el salmo completo. Les voy a pedir a ustedes, donde quiera que estén, que se unan a nosotras, y que lo lean en voz alta. Este es un texto largo, y puede que no sea tan buena idea intentar exponer un texto de 43 versículos en una última sesión en una conferencia de un fin de semana. Pero quiero leerlo. Quiero que lo hagamos porque deseo que capten la historia que Dios está contando a través de este salmo de los redimidos, porque esta no es simplemente una lección de historia antigua. Es una lección de historia, pero debemos aprender algo de las lecciones de historia.
Y si eres una hija de Dios, esta es también tu historia. Dios te encuentra en estas circunstancias, y eso es lo que quiero que veamos a medida que recorremos esta historia. Así que leeremos juntas hasta el final. Comencemos leyendo juntas el versículo 1:
«Dad gracias al Señor, porque Él es bueno;
porque para siempre es su misericordia.
Díganlo los redimidos del Señor,
a quienes ha redimido de la mano del adversario,
y los ha reunido de las tierras,
del oriente y del occidente,
del norte y del sur.
Vagaron por el desierto, por lugar desolado,
no hallaron camino a ciudad habitada;
hambrientos y sedientos,
su alma desfallecía en ellos.
Entonces en su angustia clamaron al Señor,
y Él los libró de sus aflicciones;
y los guió por camino recto,
para que fueran a una ciudad habitada.
Den gracias al Señor por Su misericordia
y por Sus maravillas para con los hijos de los hombres.
Porque Él ha saciado al alma sedienta,
y ha llenado de bienes al alma hambrienta.
Moradores de tinieblas y de sombra de muerte,
prisioneros en miseria y en cadenas,
porque fueron rebeldes a las palabras de Dios
y despreciaron el consejo del Altísimo;
humilló, pues, sus corazones con trabajos,
tropezaron y no hubo quien los socorriera.
Entonces en su angustia clamaron al Señor,
y Él los salvó de sus aflicciones;
los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte
y rompió sus ataduras.
Den gracias al Señor por Su misericordia
y por Sus maravillas para con los hijos de los hombres.
Porque Él rompió las puertas de bronce
e hizo pedazos las barras de hierro.
Por causa de sus caminos rebeldes,
y por causa de sus iniquidades, los insensatos fueron afligidos.
Su alma aborreció todo alimento,
y se acercaron hasta las puertas de la muerte.
Entonces en su angustia clamaron al Señor
y Él los salvó de sus aflicciones.
Él envió Su palabra y los sanó
y los libró de la muerte.
Den gracias al Señor por Su misericordia
y por Sus maravillas para con los hijos de los hombres.
Ofrezcan también sacrificios de acción de gracias
y pregonen Sus obras con cantos de júbilo.
Los que descienden al mar en naves
y hacen negocio sobre las grandes aguas,
ellos han visto las obras del Señor
y Sus maravillas en lo profundo.
Pues Él habló, y levantó un viento tempestuoso
que encrespó las olas del mar.
Subieron a los cielos, descendieron a las profundidades,
sus almas se consumían por el mal.
Temblaban y se tambaleaban como ebrios,
y toda su pericia desapareció.
Entonces en su angustia clamaron al Señor
y Él los sacó de sus aflicciones.
Cambió la tempestad en calma
y las olas del mar callaron.
Entonces se alegraron porque las olas se habían aquietado,
y Él los guió al puerto anhelado.
Den gracias al Señor por Su misericordia
y por Sus maravillas para con los hijos de los hombres.
Exáltenle también en la congregación del pueblo,
y alábenle en la reunión de los ancianos.
Él convierte los ríos en desierto
y los manantiales en secadales;
la tierra fértil en salinas,
por la maldad de los que moran en ella.
Transforma el desierto en estanques de aguas,
y la tierra seca en manantiales;
en ella hace morar a los hambrientos,
para que establezcan una ciudad donde vivir,
y siembren campos, planten viñas,
y recojan una cosecha abundante.
Los bendice también y se multiplican mucho,
y no disminuye su ganado.
Cuando son disminuidos y abatidos
por la opresión, la calamidad y la aflicción,
vierte desprecio sobre los príncipes,
y los hace vagar por un yermo sin camino.
Pero al pobre levanta de la miseria y lo pone seguro en alto,
y multiplica sus familias como un rebaño.
Los rectos lo ven y se alegran,
pero toda iniquidad cierra su boca.
¿Quién es sabio? Que preste atención a estas cosas,
y considere las bondades del Señor».
Esta es la palabra del Señor. Amén.
Quiero que recorramos este salmo juntas. Quiero alentarte a acompañarme en este recorrido. Comencemos en el versículo 1, versículos del 1 al 3, estos son los versículos iniciales, un resumen, la introducción a este salmo. La primera palabra que aparece en algunas traducciones es la palabra «oh», especialmente en las versiones en inglés. Ahora, no nos vamos a quedar en cada palabra, porque estaríamos aquí hasta la próxima conferencia True Woman.
Pero no quiero ignorar esa palabra, «oh». ¿Perciben el fervor ahí? ¿Aprecian la pasión que se ve en esa palabra? «Oh, dad gracias al Señor». Esa simple palabra representa intensidad. Es una petición de que le demos alabanza ferviente al Señor. «Oh, dad gracias al Señor».
¿Por qué? «Porque Él es bueno». Vamos a ver un par de razones aquí para darle gracias al Señor. La primera es que «Él es bueno». Ese es Su carácter.
«Oh, dad gracias al Señor, porque Él es bueno». Y quiero que en el día de hoy, cuando termine este programa, ustedes se queden repitiendo este versículo. Quiero que estén diciendo este versículo durante la próxima semana, y el próximo mes, y a medida que vamos caminando durante treinta días por el próximo mes. Díganlo conmigo: «Oh, dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es Su misericordia».
«Oh, dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es Su misericordia». Amén.
Dilo una vez más y llegará el punto en que lo aprenderás de memoria.
«Oh, dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es Su misericordia».
Dios es bueno. Él siempre es bueno. Solo Él es bueno. Él es la más sublime y suprema bondad. Y Su misericordia es para siempre.
Esa palabra, «misericordia», en algunas de las traducciones se traduce como Su fiel amor, Su amor inagotable. Es una palabra difícil de traducir del hebreo al español porque hay mucho significado incluido en ella.
Es la palabra hebrea hesed, Su amor inagotable, el fiel amor del Señor. Ese es el amor de Dios que guarda el pacto. Es el amor fiel de Dios y Su misericordia para con Su pueblo. Es un amor que siempre está actuando a favor de Su pueblo. Es un amor que mueve a Dios a dedicarse a nosotras incansablemente, persistentemente y es fiel para guardar Sus promesas a Su pueblo, a quien ama.
Ahora, esa es una razón para dar gracias, por el hecho de que Dios es bueno y por el amor inagotable de Dios que guarda Su pacto y que perdura por siempre.
Dios te ama con un amor fiel e inagotable cuando sientes que te ha abandonado. Podrías preguntarte, ¿dónde está Dios en el caos de mi hogar? Aun así, Dios es bueno. Dios sigue teniendo un amor fiel que guarda Su pacto, y siempre, siempre, siempre es apropiado dar gracias al Señor, porque Él es bueno.
Ahora, le damos gracias no solo por Su carácter, sino también por Su obra redentora. Mira los versículos 2 y 3:
«Que lo digan los redimidos del Señor, a quienes redimió del poder del adversario, a quienes reunió de todos los países, de oriente y de occidente, del norte y del sur».
A través de todo este salmo vemos al pueblo de Dios en aflicciones. Esa es una palabra que querrás resaltar si estás leyendo tu Biblia. Aparece una y otra vez. El pueblo de Dios está en dificultades. El pueblo de Dios está en aflicción.
Esto se puede ver a lo largo de este salmo. Esto no les sucede solo a los paganos que aborrecen a Dios y lo ignoran. El pueblo de Dios a veces, y podríamos decir, «muchas veces», se encuentra en dificultades. Hay angustia. Hay aflicción. Pero en medio de eso, vemos el extraordinario poder redentor y la obra de Dios.
Vemos en este salmo que Dios ha rescatado a Su pueblo que estaba en el exilio. Él los ha traído de vuelta a Su morada, a la comunidad donde Él habita. Dios es siempre un Dios redentor. Él siempre está redimiendo las pérdidas y los fracasos, las pérdidas ocasionadas aún por tus fallas o los pecados de otros. Dios siempre está redimiendo.
Así que cuando te encuentres, quizás esta noche o mañana, cuando regreses a la situación laboral difícil o a cualquier otra situación en la que te encuentres, y te sientas tentada a lamentarte, a quejarte, a desanimarte, a rendirte, a dudar de Dios, aconseja tu corazón con la verdad.
Y la verdad es que «Dios es bueno. Su amor inagotable es para siempre». Aconseja tu corazón con lo que Dios ha hecho por ti. No lo olvides. Sigue repitiéndotelo. Tienes que hablar verdad a tu corazón para que tus emociones no dirijan tu mente, sino que tu mente dirija tus emociones porque tu mente está fija y está siendo renovada por la verdad de la Palabra de Dios.
¿Entiendes esto? Escuchen, esa es la clave para la sensatez, el sano juicio en un mundo loco. Sigamos aconsejando nuestros corazones de acuerdo a la verdad. «Dad gracias al Señor porque Él es bueno».
Ahora llegamos a la parte principal del salmo, versículos del 4 al 32, y como escucharon cuando lo leímos, hay cuatro estrofas, cuatro escenas. En nuestras traducciones modernas, en la primera lectura parece que son cuatro grupos diferentes de personas en cuatro circunstancias diferentes.
Pero de hecho, a medida que he estudiado el salmo, pienso que todas las cuatro escenas son simplemente formas diferentes de usar distintas ilustraciones para describir las dificultades y las aflicciones de las que el pueblo de Dios ha sido y está siendo liberado. Son solo cuatro formas diferentes de explicar nuestras dificultades y nuestras aflicciones.
Ahora, el contexto inmediato aquí tiene que ver con los israelitas. Pero estas ilustraciones, estas cuatro situaciones, estas cuatro escenas, describen la condición de cada ser humano apartado de Cristo. Vamos a verlo en un momento. También describen Su obra redentora a nuestro favor. Y estas escenas describen el impacto y las implicaciones del evangelio en nuestras vidas.
Cada estrofa, cada una de estas estrofas, reitera algunas cosas que el salmista quiere que recordemos. La repetición es la madre de la enseñanza, y probablemente tú les enseñas a tus hijos por repetición, por reiteración. Así es como el Señor nos está enseñando aquí.
Reitera primero que el Señor es bueno. Reitera que Su misericordia es para siempre. Reitera que Él nos ha redimido de las dificultades, y nos recuerda una vez más que Él es digno de ser alabado.
«Dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es Su misericordia».
Cada una de estas escenas sigue el mismo patrón. Les voy a dar el patrón y luego les voy a mostrar cómo se evidencia en cada una de estas escenas.
Primero tenemos la dificultad. Hay angustia, hay aflicción, hay serios problemas.
Primero, hay dificultad. Luego clamor. Ellos claman al Señor. El pueblo en dificultad clama al Señor. ¿Por qué es que con tanta frecuencia no le clamamos al Señor hasta que estamos en problemas? Esa es nuestra tendencia. Mientras creamos que podemos lograrlo sin Dios, lo intentamos. Mientras pensemos que estamos viviendo el cielo en la tierra, ¿por qué miraríamos al cielo? ¿Aquí lo tenemos todo, cierto?
Entonces Dios nos quita el control. Él agita las tormentas. Veremos que Dios se mueve en estas circunstancias para hacernos entender que estamos en dificultades y para que clamemos a Él.
Entonces tenemos dificultades, clamamos, y luego recibimos liberación. Dios escucha el clamor de Sus hijos. Él interviene, Él los libera. Y entonces, ¿cuál es el resultado en las personas que han sido libradas? Dar gracias, alabar, agradecimiento.
Cuatro palabras, y te sabrás este salmo: dificultad, clamor, liberación y agradecimiento o gratitud. Dificultad, clamor, liberación y gratitud. Si las entiendes ya entiendes el Salmo 107.
Mirémoslo en más detalle. Primero la dificultad. Tenemos aquí cuatro descripciones de necesidades humanas extremas: errando en el desierto, en la prisión, enfermos y sacudidos por la tormenta. Ahora, vamos a ver que a veces estas circunstancias son el resultado de nuestra propia necedad y pecado. A veces es el caos que nosotras mismas hemos creado.
Pero a veces, estas circunstancias vienen justamente como resultado de vivir en un mundo caído y de que el pecado y el mal vienen en contra de nosotras. Vivimos en un mundo caído; no podemos escapar y hay maldad a nuestro alrededor. Hay maldad dentro de nosotras. Hay maldad alrededor nuestro. Pero Él es un Dios redentor que está haciendo todas las cosas nuevas. Así que podemos decir: «Alabado sea el Señor, gracias».
Bueno, estudiemos la dificultad. Primero tenemos a aquellos que están perdidos y vagando en el desierto. Versículos 4 y 5: «Vagaron por el desierto, por lugar desolado, no hallaron camino a ciudad habitada; hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos». Estaban perdidos. No encontraban el camino a casa.
Yo oigo esto de muchas mujeres en muchas formas diferentes.
Una mujer escribió y dijo, «estoy tratando de entender quién soy yo como mujer casada hace dos años y recientemente como mamá. Nunca me había sentido tan perdida e insegura en toda mi vida».
¿Algunas de ustedes se identifican con esto? ¿Te has sentido perdida e insegura a ratos?
Otra mujer escribió para decirnos, «estoy perdida, sin esperanza». Donde hubo fe y esperanza, ya no puedo escuchar a Dios. Sé que Él hace milagros. Lo he visto hacerlos. Pero, ¿lo hará Él por mí? Y luego ella firma esta nota como, «la hija/esposa de pastor que ha perdido el rumbo». Sé que hay mujeres que nos escuchan que han perdido el rumbo.
Otro aspecto de esta descripción en los versículos 4 y 5 es que no solo están perdidos, sino que están solos. Están aislados. Están separados de la comunidad, del hogar, de la vida que Dios quería para ellos. Y están hambrientos y sedientos. Han usado todos sus recursos, todos los medios para sobrevivir. No tienen forma de continuar. Están desesperados y cansados. Sus almas están exhaustas. Están totalmente desgastados, y afligidos con «A» mayúscula.
Mira los versículos del 10 al 12. Habíamos visto que estos estaban perdidos vagando en el desierto. Ahora veremos los que están prisioneros.
«Moradores de tinieblas y de sombra de muerte, prisioneros en miseria y en cadenas, porque fueron rebeldes a las palabras de Dios y despreciaron el consejo del Altísimo; humilló, pues, sus corazones con trabajos, tropezaron y no hubo quien los socorriera».
Este pasaje describe la dificultad como una forma de encarcelamiento, de atadura. Es oscuridad.
Hay trabajo penoso. Hay un sentido de estar cargado. Ahora, ¿cómo llegaron estas personas a esta condición? Bueno, la Escritura dice que en este caso era una situación que ellos mismos causaron. Dios les permitió la dificultad porque los estaba disciplinando. Los estaba castigando. Ellos confiaron más en su propia sabiduría que en la sabiduría de Dios.
Dios es el creador del universo. Él nos creó. Él es el gobernante soberano del universo, pero ellos dijeron, «no, lo haré a mi manera, gracias». Se rebelaron en contra de Dios y de Su Palabra. Escogieron caminar en sus propios caminos en vez de los caminos de Dios.
Y reitero, esto es verdad de todas nosotras cuando estamos apartadas de Cristo. Somos rebeldes. «Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino.
Es como que le dices a Dios: «No gracias, Dios, lo haré a mi manera. Sé que tu Palabra dice eso, pero así me siento yo. Esto es lo que quiero. No creo que haya forma de que yo pueda obedecer esta Escritura. Sé que me dices que debo perdonar. Que no debo tener amargura. Pero Dios, no puedo evitarlo».
Quiero que escuches con cuidado, si Dios te dice que hagas algo, por Su gracia puedes hacerlo. Tú no puedes hacerlo, pero Él sí lo puede hacer a través de ti. Cristo puede extender Su perdón a través de tu perdón, así como tú has sido perdonada. Pero decimos, «no, lo haré a mi manera».
Sabes, muchas veces estamos ciegas, somos engañadas al hecho de que estamos yendo por nuestro propio camino. Aunque no estemos levantando nuestro puño al cielo la mayoría del tiempo diciendo, «no, Dios», no estamos escuchando, estamos haciendo lo nuestro, yendo por nuestro camino.
Dios ve eso y nos ama tanto que no quiere que estemos en un país lejano. Él no quiere que nos volvamos hijas prodigas. Así que nos trae de vuelta. ¿Cómo lo hace?
A veces nos pone en la prisión. A veces nos pone en esclavitud. Tenemos tantas personas hoy día, y he escuchado de tantas personas esclavas del pecado, mujeres con adicciones, mujeres esclavas del yo, con pecados habituales que no pueden vencer. Esa es una prisión. Dios dice en este salmo que las entregará a sus propias maquinaciones, a sus propios caminos. Escuchamos esto todo el tiempo aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Una mujer soltera de 24 años escribió diciendo, «he luchado con el pecado sexual casi toda mi vida. Quiero deshacerme de este pecado para poder tener más intimidad con mi salvador».
Otra escribió, «necesito oración. Estoy luchando con el abuso y la adicción al alcohol. Hace dos meses traté de cometer suicidio, pero gracias a Dios mi hermana me encontró. Dejé de tomar, pero aún lucho con las tentaciones». Esta mujer está en una prisión, en atadura. Ella es una prisionera.
Otra mujer nos escribió, «tengo una atadura sexual. Tengo tanto deseo de ser libre de ella, pero parece que no soy capaz de entregársela a Dios. Estoy casada con un hombre que nunca sentí que me entendía. Él trabajó fuera de la ciudad por un año y mientras estaba ausente Satanás me atacó, y encontré amor y consuelo en otra mujer. Por favor oren para que yo pueda encontrar libertad en Cristo otra vez». Esta es una mujer en prisión.
Débora: Bueno, hoy vamos a quedarnos hasta aquí, y el lunes continuaremos escuchando la siguiente porción de esta enseñanza. Este mensaje es parte de la serie titulada, La fidelidad de Dios en tiempos de angustia. Todas hemos vivido y viviremos temporadas de gozo, así como momentos de dificultad y angustia en nuestras vidas.
A veces Dios nos permite pasar por tormentas para que podamos llegar a conocerlo mejor. El lunes hablaremos más de eso. Nancy nos mostrará cómo volvernos a Cristo en medio de la tormenta y descubrir cosas nuevas acerca de Él. ¡No te puedes perder el siguiente episodio de Aviva Nuestros Corazones!
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Recursos del Episodio
Serie «La belleza de una vida transformada» por Jackie Hill Perry
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