Soportando las críticas
Debora: Con nosotras Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy: Cuando pienso que la Palabra de Dios es inspirada, perfecta, pura e inerrante, me doy cuenta de que cada vez que la escucho o la leo, debo tomarla muy en serio. Significa que debo acercarme a la Palabra de Dios con una actitud de reverencia.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 24 de enero de 2023.
Frecuentemente Nancy nos reta a leer nuestras biblias cada día del año. Te animamos a continuar con este reto en este 2023 o comenzarlo si aún no lo has hecho. Obtén más detalles de cómo hacer un plan de lectura bíblico anual en nuestro sitio web avivanuestroscorazones.com, ahí encontrarás nuestro reto Mujer Verdadera 365. A fin de motivarte a estudiar la Biblia, Nancy nos comparte esta nueva serie llamada La maravilla de …
Debora: Con nosotras Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy: Cuando pienso que la Palabra de Dios es inspirada, perfecta, pura e inerrante, me doy cuenta de que cada vez que la escucho o la leo, debo tomarla muy en serio. Significa que debo acercarme a la Palabra de Dios con una actitud de reverencia.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 24 de enero de 2023.
Frecuentemente Nancy nos reta a leer nuestras biblias cada día del año. Te animamos a continuar con este reto en este 2023 o comenzarlo si aún no lo has hecho. Obtén más detalles de cómo hacer un plan de lectura bíblico anual en nuestro sitio web avivanuestroscorazones.com, ahí encontrarás nuestro reto Mujer Verdadera 365. A fin de motivarte a estudiar la Biblia, Nancy nos comparte esta nueva serie llamada La maravilla de la Palabra.
Nancy: Muchas de ustedes reconocerán el nombre de Voltaire. Él fue un filósofo francés del siglo 18, y un crítico persistente de la Biblia. La historia cuenta que un día Voltaire estaba sentado con un grupo de amigos en su casa en París, conversando acerca de la Biblia. Voltaire desechó la idea, y desestimó la Palabra de Dios diciendo, «dentro de cien años ya nadie escuchará de ella, o quizás puedas encontrar una copia en algún museo» continuó diciendo, «de todos modos, la biblia ya habrá desaparecido. Es un libro totalmente desacreditado».
Bueno, cien años después, la casa en la cual Voltaire dijo esas palabras, su vieja casa en París, se convirtió en propiedad de –¿puedes creerlo?– la Sociedad Bíblica Británica y Mundial. Era una de sus casas de distribución y estaba repleta de biblias esperando ser repartidas hacia los cuatro confines de la tierra.
Por mucho que este hombre creyera saber, no pudo dar por muerta la Palabra de Dios. Él murió, pero la Palabra de Dios nunca muere. El mismo lugar donde él dijo «dentro de cien años ya nadie escuchará de ella», fue el mismo lugar que se utilizó cien años después como centro de distribución de biblias.
Un comentarista de la Biblia dijo: «Mil veces se ha hecho sonar el timbre de la muerte para la Biblia, se ha organizado un cortejo fúnebre, se ha grabado su nombre en la lápida y se ha leído la sentencia, pero, de alguna manera, el cadáver nunca se queda quieto». Me encanta esa descripción. La gente intenta enterrar la Palabra de Dios, pero no puede. ¿Sabes por qué? Porque está viva. No se queda quieta. Sobrevivirá a todos los que intentan desacreditarla.
Por miles de años, los no creyentes han tratado de refutar la Biblia, de rebatirla, de anularla, y aun así se mantiene tan firme como una roca. La Biblia sobrevive, sobrevive a todos esos individuos, a todos sus esfuerzos.
Otro autor dijo: «Los incrédulos, con todos sus ataques, producen tanta mella sobre este libro como la que produciría un hombre con un martillo pequeño contra las pirámides de Egipto». Esa es una imagen muy gráfica. Trata de imaginarte el derribar las pirámides de Egipto con un pequeño martillo para tachuelas. No puedes hacerlo. Es mucho más grande; es grandiosa. Sobrevive y vencerá todos esos esfuerzos.
Es por eso que leemos en las escrituras, en Mateo capítulo 24: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras (dijo Jesús) no pasarán» (v.35). En 1 Pedro capítulo 1: «Pero la palabra del SEÑOR permanece para siempre» (v.25). En el Salmo 119: «Para siempre, oh Señor, tu palabra está firme en los cielos» (v.89).
La Biblia prevalecerá sobre todas las críticas, sobre todos sus oponentes y sobre todos sus burladores. No solo prevalece contra ellos, sino que no está obsoleta. Sigue siendo relevante. Sigue siendo suficiente para satisfacer nuestras necesidades como mujeres en el siglo 21. Aún es efectiva para cambiar y transformar vidas. Por eso retamos a nuestras oyentes con este reto: lee la Biblia.
Estamos viendo La maravilla de la Palabra. Al pensar en el hecho de que la Biblia es permanente, es perdurable, es atemporal, es relevante y que no puede ser destruida, me viene a la mente un pasaje del Antiguo Testamento acerca de un rey de Judá que trató de deshacerse de la Palabra de Dios. Si tienes tu Biblia, te pido por favor que vayas conmigo a Jeremías capítulo 36.
Déjame darte un poco de contexto aquí. Este fue un período en el que la nación de Judá estaba llegando a su fin. Ellos habían pecado contra Dios, lo habían rechazado como Rey y Dios había dicho: «Ustedes serán capturados y serán llevados cautivos». El rey Joacim, de quien leemos en el capítulo 36, fue el penúltimo rey antes de que la nación fuese llevada al exilio por Dios como castigo por su pecado.
Ahora, ustedes deben tener en mente que el rey Joacim fue el hijo de un hombre llamado Josías. Josías fue un hombre piadoso y llegó a ser rey siendo muy joven, y había temido y honrado al Señor. La única cosa que quizás recuerdes del rey Josías (la historia que se narra en 2 Crónicas) es que él se dispuso a reparar el templo que había quedado en ruinas, y cuando sus hombres lo estaban reconstruyendo, encontraron un precioso tesoro allí dentro.
¿Qué era? Era la Palabra de Dios, la cual no había sido leída por más de una generación. El pueblo de Dios la había ignorado. Ellos se habían olvidado de ella. La habían perdido. Bajo el reinado de Josías, el padre de Joacim, se había reencontrado la Palabra de Dios, y el pueblo la leía y se arrepentía de sus pecados. Hubo una verdadera reforma que se llevó a cabo en el reinado del padre de Joacim.
Ahora, hice algunos cálculos, juntando algunos de estos pasajes, y me di cuenta de que el rey Joacim, el hijo de Josías, tenía alrededor de siete años de edad cuando esto sucedió, así que él tenía la edad suficiente para entender lo que estaba ocurriendo. Él vio la respuesta de su padre a la Palabra de Dios, que fue honrarla y reverenciarla, y arrepentirse cuando ellos vieron que habían quebrantado las leyes de Dios. Él vio a su padre responder de ese modo a la Palabra de Dios. Pero ahora es su turno, él es rey. Leemos sobre esto en Jeremías capítulo 36, y él no tuvo el corazón de su Padre.
¿No es trágico ver como hoy muchos jóvenes crecen en hogares cristianos donde escuchan de la Palabra de Dios y donde ven el poder de Dios, pero en muchas ocasiones crecen y rechazan la palabra de Dios?
Vamos a leer empezando en Jeremías 36, versículo 1:
«En el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra a Jeremías de parte del Señor (Jeremías era el profeta de Dios usado en ese momento): “Toma un rollo y escribe en él todas las palabras que te he hablado acerca de Israel, acerca de Judá y acerca de todas las naciones, desde el día que te hablé, desde los días de Josías, hasta hoy. Tal vez la casa de Judá oiga toda la calamidad que pienso traer sobre ellos, y se vuelva cada uno de su mal camino; entonces perdonaré su iniquidad y su pecado”» (vv. 1-3).
Así que Dios está diciéndole a Jeremías: «Todas las cosas que te he mostrado sobre el juicio que vendrá, quiero que las escribas en un rollo». Nosotras tenemos esas palabras en el libro de Jeremías.
Dios dice: «Escríbelas, pues mi corazón desea que las personas lean la Palabra; ellos escucharán la Palabra, se darán cuenta del juicio que vendrá por su desobediencia, se arrepentirán y me abstendré de enviar juicio»
¿Ves el corazón de Dios aquí? Él desea mostrar misericordia. Por eso nos da su Palabra para que podamos ver lo que sucederá si no le obedecemos, y al ver eso, nos arrepintamos y Dios no envíe Su juicio. Entonces en el versículo 4, Jeremías llamó a su secretario, Baruc, y mientras Jeremías dictaba todas las palabras que el Señor le había hablado, Baruc las escribía en un rollo.
A medida que el capítulo avanza, Jeremías, una vez que los rollos han sido escritos, le dice a Baruc –Jeremías estaba en arresto domiciliario en este momento– así que le dice a su secretario Baruc: «Ve al templo del Señor, y lee estas palabras para que todos puedan escuchar lo que Dios ha dicho» (v.6 parafraseado). Baruc leyó al pueblo, versículo 10, «las palabras de Jeremías a oídos de todo el pueblo en la casa del Señor».
Ese día había allí un hombre llamado Micaías. Él escuchó lo que Jeremías había escrito en el rollo. Él escuchó la Palabra del Señor y su corazón se conmovió. Él –que aparentemente era un oficial– volvió al palacio y reunió a los oficiales del gobierno.
Él dijo: «Necesitan escuchar esto». Y repitió de memoria lo que pudo de lo que había escuchado del rollo. Dijo: «Esto es lo que ha dicho el Señor: Habrá un juicio. Ustedes han desobedecido a Dios. Necesitan escuchar esto».
Bueno, los oficiales se reunieron y dijeron: «El rey tiene que escuchar esto». Y enviaron un mensajero a Baruc y le dijeron: «Trae los rollos. Ven al templo y léenos el mensaje». Queremos escucharlo para poder decírselo al rey». Baruc fue al palacio, versículo 15:
«Y le dijeron: “Siéntate ahora, y léenoslo”. Y Baruc lo leyó. Cuando oyeron todas las palabras, se miraron unos a otros atemorizados, y dijeron a Baruc: “Ciertamente haremos saber al rey todas estas palabras”» (vv. 15-16).
Así que ellos respondieron creyendo lo que habían escuchado. Ahora estos hombres toman el rollo y van al rey y le dicen: «Necesitas escuchar lo que hemos oído. Esto es lo que Dios ha dicho».
Ahora vayamos al versículo 22. Ellos están reunidos con el rey.
«El rey estaba sentado en la casa de invierno (en el mes noveno), y había un brasero encendido delante de él. Y sucedía que después que Jehudí había leído tres o cuatro columnas, el rey lo cortaba con el cuchillo del escriba y lo echaba al fuego que estaba en el brasero, hasta consumir todo el rollo en el fuego que estaba en el brasero. Ni el rey ni ninguno de sus siervos que oyeron todas estas palabras tuvieron temor ni rasgaron sus vestiduras (como símbolo de humillación o arrepentimiento)» (vv. 22-24).
Ahora, piensa en este contraste. ¿Qué hizo el padre del rey Joacim cuando encontró la ley del Señor? Él vio las leyes que habían sido violadas y se arrepintió, rasgó sus vestidos y se cubrió de cenizas, esto en señal de humillación y dijo: «Debemos arrepentirnos». Él guió al pueblo al arrepentimiento.
Su hijo, que tendría siete años (apróximadamente) en aquel momento, ahora es un hombre de unos treinta años. Él escucha la palabra del Señor y rehúsa arrepentirse. No tiene temor, no es consciente de la presencia del Señor. Él rompe los rollos en pedazos y los echa al fuego y dice, «yo no lo creo, no me interesa». Él trata de destruir la Palabra de Dios.
A medida que avanza el pasaje, aprendemos que la Palabra de Dios no puede ser destruida pues proviene de Dios. El rollo puede ser destruido. Puedes quemar una copia de la Biblia, pero no puedes quemar la Palabra de Dios. Dios le dijo a Jeremías: «Escríbela otra vez». De modo que otro rollo fue escrito y ese rollo fue copiado, y copiado otra vez y otra vez, y hoy tenemos el libro de Jeremías con estas advertencias.
Mientras leo la historia de cómo respondió el rey Joacim ante la Palabra de Dios, solo puedo pensar en que eso es exactamente lo que hemos hecho hoy con porciones de la Biblia que no nos agradan –y me refiero al mundo evangélico.
No es solo el mundo secular el que hace esto, sino que hoy leemos porciones de la Escritura que hablan del juicio de Dios –cosas que fueron escritas en ese rollo por Jeremías. Leemos sobre la ira de Dios, sobre la condenación eterna de los incrédulos. Leemos que el camino hacia el reino de Dios es estrecho. Leemos los estándares de Dios para el matrimonio y el divorcio. Leemos sobre los mandatos de Dios en asuntos del perdón y de dejar la amargura y amar a nuestros enemigos.
¿Y qué hacemos? Si no nos sentimos cómodas con lo que dice, si no nos gusta, lo ignoramos. Probablemente no echaríamos nuestras biblias al fuego. Pero hay un sentido en el que bien podríamos haber hecho eso. No la hemos tenido en cuenta. Así que debo preguntarme a mí misma y preguntarte a ti:
- ¿Qué partes de la Palabra de Dios estás ignorando?
- ¿Qué partes no estás considerando?
- ¿Qué partes estás descartando?
«Bueno, eso no se aplica a mí». «Oh sí, yo sé que debo perdonar pero no sabes lo que mi esposo me hizo»
Nosotras podríamos romper la Palabra de Dios y echarla al fuego. Tú dices, «no quiero hacer eso». Bueno, pues hay una opción. Puedes ser como el padre de Joacim. Puedes escuchar la Palabra del Señor, inclinar tu rostro y decir: «Oh Dios, perdóname, me arrepiento». Humíllate y dile: «Señor, quiero vivir en obediencia a Tu Palabra, ten misericordia de mí» y Él la tendrá.
Debora: Nancy DeMoss Wolgemuth continuará con la segunda parte de la enseñanza de hoy en un minuto. El episodio de hoy es parte de una serie llamada La maravilla de la Palabra.
Queremos que descubras esa maravilla por ti misma. ¿Te comprometerías a leer la Biblia cada día por el resto del año? Mujer Verdadera 365 es un reto que puede ayudarte a cumplir este propósito. Para unirte a este reto tan importante y obtener todos los detalles, visita: avivanuestroscorazones.com.
Ahora, volvamos a la serie, La maravilla de la Palabra.
Nancy: La Escritura es inspirada por Dios. Es la palabra de Dios. Es lo que Él nos ha hablado y me alegra mucho que la Palabra de Dios sea confiable. Es perfecta. Es pura. «Probada es toda palabra de Dios» nos dice Proverbios 30:5. Y en Salmos 119:128 dice: «Por tanto, estimo rectos todos Tus preceptos» (parafraseado). Y de nuevo en Salmos 119:140: «Es muy pura Tu palabra, y Tu siervo la ama».
Cuando hablamos de que la Palabra de Dios es inspirada, significa que cada palabra que encuentres en este libro, proviene de Dios.
Cuando escribí, creo que fue, Mentiras que las mujeres creen, mi primer manuscrito, el primer borrador que hice tenía 30.000 palabras de más. Tuve que hacer muchos recortes. Aún así resultó ser un libro largo. Se puede decir que era una escritora novata. Yo era una escritora novata en ese momento. Alguien pudo haber dicho: «Quizá ella no sabe escribir».
Luego leí sobre otro autor muy conocido, de éxitos en ventas que decía que de todos los libros que escribe, un promedio de 100 páginas por libro acaba en la basura antes de llegar a la editorial. Me sentí mucho mejor cuando leí eso.
Sin embargo, cuando abro este libro, la Palabra de Dios, la Biblia, me alegro en gran manera de que Dios no haya escrito de más, ni que haya escrito de menos; ella no necesita un editor. Nunca dice demasiado; nunca dice muy poco. Este Libro no requiere ninguna reescritura, ninguna revisión, ni ninguna rectificación. ¿Sabes por qué? Cada palabra de este Libro está inspirada. Dios dijo todo lo que quería poner en él, y todo lo que puso en él, Él lo dijo.
Ahora, inspirada no significa inspirada en el sentido en que un artista que pinta un cuadro está inspirado; significa «exhalado por Dios», es decir, Dios exhaló estas palabras. Pedro, en el nuevo testamento, describe la inspiración Divina diciendo que los hombres fueron movidos por el Espíritu Santo para hablar de parte de Dios (2 Pedro 1:21 parafraseado).
Dijimos anteriormente que hay cerca de 40 autores humanos que formaron parte de las páginas de la Escritura, pero fueron guiados por el Espíritu Santo. Cuando estos hombres escribieron, estaban hablando de parte de Dios. La selección de cada Palabra fue dirigida por Dios mientras que, asombrosamente, los estilos y las personalidades de cada escritor fueron preservados.
Entonces este libro es inspirado; es aliento de Dios. Por eso podemos afirmar y confiar que es inerrante. Esto significa que no hay errores en la Biblia. No contiene errores en los manuscritos originales, los que, por supuesto, han sido traducidos y transmitidos a nosotros en la forma que tenemos hoy. Significa que tenemos una Biblia que es completamente confiable. Puedes confiar en la Biblia.
Puedes decir, «bueno, quizás la Biblia de hoy no es la misma que la original». Los manuscritos originales más antiguos –y hay más manuscritos antiguos de la Biblia, que de cualquier otro libro de la época. A medida que esos manuscritos han sido comparados con la Biblia que tenemos hoy, las diferencias son mínimas. El cuidado que se tuvo en la transmisión de la Palabra de Dios de generación a generación es asombroso. Dios ha preservado este Libro. Así que sabemos que los manuscritos originales son inerrantes, sin errores, sin equivocaciones.
Cada palabra de Dios es pura. El Salmo 12:6 nos dice: «Las Palabras del SEÑOR son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada». Entonces, ¿qué significa para nosotras que la Palabra de Dios es inspirada, inerrante? Significa que «cuando la Biblia habla», como decía Agustín, «Dios habla». Cuando tomo este Libro y leo lo que dice, Dios está hablando. Ahora, ¿qué significa eso? Significa que este es un Libro poderoso. Significa que es más importante que ningún otro libro en mi biblioteca. Incluso los libros sobre este Libro, no son tan importantes o valiosos como el Libro mismo. Significa que cuando escucho la lectura de la Palabra de Dios, tengo que escuchar con atención.
Estoy muy agradecida de ser parte de una iglesia que, en primer lugar, lee las Escrituras en voz alta en cada servicio (al menos en todos los servicios en los que he estado). Es una iglesia que honra la Palabra de Dios. Una de las cosas que me encanta de esta iglesia es que cuando se lee la Palabra, generalmente un capítulo, en voz alta, las personas nos ponemos de pie para la lectura de la Palabra de Dios.
Siempre me sorprende que nos pongamos de pie para cantar, y luego, cuando se lee la Biblia, nos sentamos. Escucha, cuando se lee la Biblia, es apropiado ponerse de pie para darle honor. Ahora, no estoy diciendo que es malo leer la Palabra de Dios sentado. Pero te digo que es mejor que nos aseguremos de estar de pie en nuestros corazones para dar honor a la Palabra de Dios, para escuchar cuidadosamente.
Alguna vez te has encontrado que al escuchar pasajes que has oído antes... Yo lo hago, y es tan revelador pensar en ello. Dices: «He escuchado eso antes. Me resulta tan familiar. Los ojos del corazón se ponen vidriosos, y como que no lo tomo en serio.
Pero cuando pienso acerca de que la Palabra de Dios es inspirada, perfecta, pura e inerrante, significa que cada vez que la escucho o la leo, debo tomarla muy en serio. Significa que debo acercarme a la Palabra de Dios con una actitud de reverencia.
Algunas de ustedes me han escuchado compartir que mi padre honraba tanto la Palabra de Dios, que él no ponía nada sobre su Biblia. Ahora, es solo papel y tinta. Y la mía está bastante gastada, si la pudieras ver. Pero mi padre siempre quiso que la Biblia estuviera en el tope de todos los demás libros. Y hasta el día de hoy, esa es una costumbre que se me ha quedado grabada. Tengo una especie de aversión a colocar algo encima de la Biblia.
Los musulmanes estiman su libro sagrado, el Corán, de tal manera que si te vieran poner la Biblia en el suelo, lo considerarían una falta de respeto. Y es que ellos tratan con alta estima al que consideran su libro sagrado. De hecho, a menudo lo ponen en un lugar que está por encima de su cabeza. Eso demuestra que lo tienen en gran consideración y estima.
Nuestra actitud de corazón ante este Libro –la Palabra de Dios– debe ser de total rendición, y de hacer lo que este dice.
El apóstol Pablo dijo en 1 Tesalonicenses capítulo 2 que una de las cosas que él apreciaba de los tesalonicenses era que, «…cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de nosotros, la aceptaron no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en ustedes los que creen» (v.13). Pablo dijo: «Cuando vinimos a ustedes y les trajimos el evangelio, escucharon la Palabra, y no la tomaron solo como “oh, Pablo dice esto”. La recibieron diciendo “oh, Dios dice esto”. Ustedes la recibieron con una actitud de reverencia y sumisión».
Esa debe ser nuestra actitud de corazón hacia la Palabra de Dios. Si realmente pensáramos en este Libro como si fuera el mismo Dios hablando, ¿no tendríamos una sensación de asombro, reverencia y sumisión sobre lo que estamos escuchando?
Cuando digo que doctrinalmente creo que la Biblia, la Palabra de Dios, es inspirada, inerrante e infalible, ¿sabes lo que realmente estoy diciendo? Que cuando leo este Libro, voy a confiar en él. Voy a creer en él. Que actuaré en conformidad con él, me guste o no, tenga sentido para mí o no. Dejaré que este Libro actúe en mí.
Padre, afirmamos con nuestros corazones que cada palabra que Tú has hablado en este Libro, la Biblia, es pura y verdadera y te amamos por habérnosla dado. Oro para que aumentes en nosotras ese corazón y esa hambre por la Palabra de Dios, que seamos como recién nacidos que desean la leche de la Palabra, que estemos hambrientas de ella y cuando escuchemos Tu Palabra, la estimemos y la reverenciemos. Que seamos rápidas para responder a ella, para ponernos de pie y honrarla, que prestemos atención a la lectura de la Palabra y que luego rindamos nuestros corazones en sumisión y digamos: «Sí, Señor, he escuchado lo que tienes que decir, y por tu gracia, deseo hacerlo». Oro en el nombre de Jesús, amén.
Debora: Estás escuchando la serie titulada, La maravilla de la Palabra. Si el episodio de hoy te ha motivado a estudiar más efectivamente la Biblia, espero que des el siguiente paso de aprender a estudiarla por ti misma. Nancy está aquí para enseñarte una manera en que puedes hacerlo.
Nancy: Estoy tan agradecida por tantos ministerios bíblicos que están disponibles hoy. Muchos de estos ministerios han sido una gran bendición para mi propia vida. Te diré esto: no hay un sustituto para sumergirse en la Palabra de Dios por tu cuenta.
Mi buena amiga, Kay Arthur, ha pasado décadas ayudando a otros a estudiar la Biblia. Escribió un libro asombroso que te ayudará a sacar mayor provecho al estudiar la Biblia, se llama Discover the Bible for Yourself (disponible solo en inglés).
Te enseñará a sacar los contextos en los cuales fueron escritos los pasajes. Te enseñará a estudiar los significados de las palabras bíblicas. También aprenderás a aplicar de modo práctico, los principios de Dios a tu vida. Las cosas que Kay comparte, son principios básicos que me son de gran ayuda en mis estudios personales.
Debora: ¿Te has detenido a pensar en el valor que posee la Biblia? A través de la historia ha habido personas que la han valorado más que a sus propias vidas. Hablaremos de eso mañana. Por favor regresa con nosotras aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a atesorar la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1F. Crossley Morgan."The Importance of the Study of the English Bible." The Word of the Lord: Bible Lectures from Westminster Chapel. Marshal Pickering Holdings Group (subsidiary of Zondervan Corporation). 1988. p. 48.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación