Somos la iglesia
Débora: El concepto «iglesia» puede significar diferentes cosas para diferentes personas.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Pero básicamente, la iglesia no es una organización. No es un lugar. No es un lugar al que vas. No es algo que haces. Es algo que somos.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 14 de mayo de 2024.
Descubre la guía de parte de Dios para construir relaciones significativas. En la Biblia encontramos instrucciones claras sobre cómo tratar a los demás, quienes, al igual que tú, son portadores de la imagen de Dios. Te presentamos nuestro nuevo recurso: «Unos a otros». Sumérgete en este devocional de 30 días y aprende a edificar a los creyentes que están a tu alrededor con los «unos a otros» que encontramos en las Escrituras. Encuentra más información en nuestra página web AvivaNuestrosCorazones.com.
El pasado fin de …
Débora: El concepto «iglesia» puede significar diferentes cosas para diferentes personas.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Pero básicamente, la iglesia no es una organización. No es un lugar. No es un lugar al que vas. No es algo que haces. Es algo que somos.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 14 de mayo de 2024.
Descubre la guía de parte de Dios para construir relaciones significativas. En la Biblia encontramos instrucciones claras sobre cómo tratar a los demás, quienes, al igual que tú, son portadores de la imagen de Dios. Te presentamos nuestro nuevo recurso: «Unos a otros». Sumérgete en este devocional de 30 días y aprende a edificar a los creyentes que están a tu alrededor con los «unos a otros» que encontramos en las Escrituras. Encuentra más información en nuestra página web AvivaNuestrosCorazones.com.
El pasado fin de semana, la gente se reunió en congregaciones alrededor del mundo. Pero las encuestas recientes nos dicen que ha habido una disminución en la asistencia a la iglesia en todos los grupos demográficos. Parece que mucha gente se pregunta: «¿Quién necesita la iglesia?». Nancy está a punto de abordar esta pregunta al comenzar una nueva serie. Escuchemos.
Nancy: ¿Tiene la iglesia a la que asistes un boletín que enumera los anuncios y las cosas que están sucediendo en la iglesia? En mi iglesia lo tienen. ¿Sabes? Lo que transmitimos con estos anuncios, a veces, solo por un pequeño error tipográfico, puede hacer una gran diferencia en lo que realmente quisimos decir. Encontré esta lista de cosas cómicas que realmente aparecieron en algunos boletines.
- «Para aquellos de ustedes que tienen hijos y no lo saben, (¿cómo que no lo saben?) tenemos una guardería en la planta baja».
- «El pastor predicará su mensaje de despedida después de lo cual el coro entonará “Canten con alegría”». Alguien no pensó en eso cuidadosamente.
- «Cena congregacional: oración y medicación»
- «No dejes que la preocupación te mate. Deja que la iglesia te ayude»
- «Irving Benson y Jessie Carter se casaron el 24 de octubre en la iglesia. Así termina una amistad que comenzó en los días escolares»
- «Se necesitan ocho nuevas túnicas de coro debido a nuevos miembros y al deterioro de algunas de las más antiguas»
- «La reunión de paz programada para hoy ha sido cancelada debido a un conflicto»
Y aquí hay otro. Supuestamente, todo esto es cierto. Un anuncio en el boletín de la iglesia para una conferencia nacional de ayuno y oración:
«El costo de asistir a la conferencia de ayuno y oración incluye las comidas»
¡Ese es mi tipo de conferencia!
¿Quién necesita la iglesia? Bueno, la respuesta es: si eres un hijo de Dios, necesitas la iglesia. Yo necesito la iglesia. Todos necesitamos la iglesia. Y cuando se dice la palabra «iglesia», algunos sienten gran gozo y deleite. Otros se preguntan, «¿quién necesita la iglesia?» Y otros están confundidos… «¿Qué es la iglesia?» En esta serie voy a tratar de abordar algunas de esas preguntas.
Recuerdo que leí de un periódico en Londres que ofreció un premio al mejor ensayo sobre el tema: «¿Qué le pasa a la iglesia?» Lo ganó un hombre de Gales con esta respuesta. «Lo que le pasa a la iglesia es que fracasamos en darnos cuenta y maravillarnos de la belleza, el misterio, la gloria y la grandeza de la iglesia».
Creo que eso es tan cierto, y creo que es muy necesario en nuestra generación, especialmente en la generación más joven, que rescatemos el concepto de la iglesia. Muchas personas hoy sienten, e incluso muchos creyentes piensan, «no necesito la iglesia». Quiero que veamos la Palabra de Dios y nos maravillemos de la belleza, el misterio, la gloria y la grandeza de la iglesia.
La iglesia no fue una idea humana; tampoco es una institución de hombres. La iglesia es idea de Dios; es el plan de Dios. Verás que necesitas la iglesia; yo necesito la iglesia. Todo hijo de Dios necesita la iglesia. Pero quiero que comprendamos mejor el porqué, cuando veamos lo que dice la Palabra de Dios.
Ahora, creo que hoy en día la iglesia tiene una especie de crisis de identidad, no está segura de qué es o de quién es. Y sabes que se nos enseñó desde pequeños: «aquí está la iglesia, aquí está el campanario; abres las puertas y allí está la gente». Pensábamos que la iglesia era un edificio, un lugar al que vas. Y aunque tenemos edificios que llamamos iglesias, la iglesia no es un lugar al que vamos.
Pero cuando crecemos nos damos cuenta de que la iglesia, bueno, que algunas de nuestras iglesias son como organizaciones. Que es como pertenecer a un club donde se pagan cuotas, pero nosotros, en cambio, en lugar de cuotas, damos nuestros diezmos.
Esencialmente, la iglesia no es algo que haces. No es una organización. No es una institución. Puede haber organización, pero la iglesia no es una organización. No es un lugar. No es un lugar al que vas. No es algo que haces. Es algo que somos. La iglesia es algo que somos.
Ahora, al ir a la Escritura y estudiar la iglesia, encontramos que hay dos conceptos diferentes. Podríamos decir que una es la Iglesia con «I» mayúscula, y la otra es la iglesia con «i» minúscula. ¿Qué es la Iglesia con «I» mayúscula?
Cuando hablamos de la Iglesia…cuando la Escritura habla de la Iglesia, se refiere a todos los verdaderos creyentes de todos los tiempos, en todos los lugares. Estos componen la Iglesia. Algunos lo han llamado la Iglesia universal.
Si eres una hija de Dios, eres miembro de la Iglesia universal, que consiste en todos los verdaderos creyentes, aquellos que están unidos a Cristo, y, por lo tanto, están unidos entre sí. Cuando fuiste salvada, cuando llegaste a la familia de Dios, te convertiste en parte de la Iglesia. Te guste o no, si eres cristiana, eres parte de la Iglesia, con I mayúscula. Algunos la han llamado la Iglesia invisible.
2 Timoteo 2:19, dice: «El Señor conoce a los que son suyos». No podemos mirar a nuestro alrededor y saber quiénes son esa Iglesia, con “I” mayúscula, que es la Iglesia universal, la Iglesia invisible, compuesta por todos los verdaderos creyentes.
Luego tenemos la iglesia con «i» minúscula, la iglesia local, la expresión visible y terrenal del cuerpo de Cristo. Ahora, en nuestras iglesias locales hay algunas personas que no son verdaderos creyentes.
Hay algunas personas que pertenecen a nuestras iglesias locales que no pertenecen a la Iglesia, con «I» mayúscula. La Escritura habla sobre el trigo y la cizaña, y no siempre se podrá notar la diferencia sino hasta el final de los tiempos cuando Dios separe el trigo de la cizaña.
Puedes unirte a una iglesia de cualquier denominación y no necesariamente ser parte de la Iglesia, del cuerpo de Cristo. La iglesia visible en la tierra es la iglesia local, la expresión local del cuerpo de Cristo.
La carta a los Efesios tiene mucho que decir sobre la iglesia. Es una especie de texto teológico sobre la iglesia que exalta la gloria y la maravilla de la iglesia como Dios la ordenó. En el capítulo 3 de Efesios comenzando en el versículo 9, dice el apóstol Pablo que a él se le concedió la gracia de «. . . sacar a luz cuál es la dispensación del misterio que por los siglos ha estado oculto en Dios, creador de todas las cosas; a fin de que la infinita sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en las regiones celestiales, conforme al propósito eterno que llevó a cabo en Cristo Jesús nuestro Señor» (vv. 9-11).
Y quizás te preguntes, ¿qué significa todo eso que acabas de decir? Pablo dice: «Dios tiene un plan». Es un plan que fue diseñado en la eternidad pasada. Era un plan para reunir a judíos y gentiles, los redimidos de todas las edades, en un cuerpo, el cuerpo de Cristo, la Iglesia, con «I» mayúscula.
Y para los santos del Antiguo Testamento este plan era un misterio. Fue más o menos insinuado en el Antiguo Testamento, pero esos santos del Antiguo Testamento no podían ver claramente lo que ahora aprendemos y vemos en el Nuevo Testamento. El plan de Dios es que Su cuerpo, el cuerpo de Cristo, sea una iglesia.
Era el plan de Dios desde el principio de los tiempos, y es crucial para los propósitos redentores de Dios en esta tierra. La iglesia es central, es el corazón de lo que Dios está haciendo al hacer nuevas todas las cosas en esta tierra. Es la expresión en la tierra del reino de Dios, el cuerpo de Cristo. Hablaremos de eso en esta serie.
Ahora, en Efesios 3, ese pasaje que acabo de leer, Pablo dice que «la multiforme sabiduría de Dios…» Esa palabra «multiforme» significa, multicolor, multifacética, de variado esplendor, «sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en las regiones celestiales» (v. 10). ¿Qué significa eso de «los principados y potestades en las regiones celestiales»? Bueno, son ángeles, tanto ángeles santos como ángeles caídos, que son los demonios. Lo que quiere decir es que los ángeles y los demonios podrán ver la gloria de Dios en la iglesia.
Ellos ven algo de lo que se maravillan y se asombran, y que revela la infinita sabiduría y el esplendor de la gloria de Dios cuando ven el plan de Dios para la iglesia. Es un plan tan magnífico que incluso los ángeles y los demonios se asombran.
Vemos en el Nuevo Testamento que hay varias metáforas para la iglesia, particularmente quiero que veamos algunas que aparecen en la carta a los Efesios. La primera es que la iglesia es un cuerpo, el cuerpo de Cristo. Efesios, capítulo 1, versículo 22 y 23 dice: «Y todo sometió bajo sus pies, y a Él lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su cuerpo, la plenitud de aquel que lo llena todo en todo». Cristo es la cabeza; la iglesia es el cuerpo, y Dios nos ha diseñado para estar juntos y unirnos como un solo cuerpo.
Efesios capítulo 4, versículos 15-16 dice:
«…sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo (estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen), conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor».
Pablo está diciendo que la cabeza suministra lo que el cuerpo necesita para que todos los miembros puedan funcionar juntos y el cuerpo pueda crecer, que pueda desarrollarse. Así que el cuerpo crece en Cristo. Crece unido como un cuerpo, y luego crece trayendo a otros al cuerpo.
Lo mismo vemos en Efesios, capítulo 5 donde leemos: «porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo Él mismo el Salvador del cuerpo» (vv. 23). Somos miembros de Su cuerpo.
Para la iglesia, ser el cuerpo de Cristo significa que nosotros como creyentes estamos unidos a Cristo. Una cabeza separada de un cuerpo no está viva. El cuerpo no puede estar vivo si no está conectado a la cabeza. Estamos inseparablemente conectados no solo a Él, sino al resto del cuerpo. No tiene sentido tener una mano aquí y un brazo por allá y una pierna por otro lado. Eso no es un cuerpo. Esas son partes del cuerpo. Pero estamos inseparablemente conectados a Cristo nuestra Cabeza, y al resto del cuerpo.
No hace mucho tiempo alguien me dijo: «Cuanto más cerca me siento de Dios, menos necesidad tengo de estar en la iglesia». Pero esa no es una forma de pensar bíblica. No puedes estar cerca de Cristo y mantenerte alejada del resto de Su cuerpo. Somos miembros de Su cuerpo. Encajamos juntos; estamos conectadas a Él, inseparablemente conectados a Él y entre nosotros.
Somos interdependientes el uno del otro como mi mano, mi brazo y mi cuerpo. Todas las partes de mi cuerpo son interdependientes entre sí. Una no puede funcionar sin las demás. Las partes del cuerpo no pueden funcionar sin la cabeza. Somos interdependientes el uno del otro. Nos necesitamos unos a otros para nuestra vida.
Aquí hay otra implicación del hecho de que la iglesia es el cuerpo de Cristo. La forma en que tratas al cuerpo es la forma en que tratas a Cristo mismo. Estamos conectados a él. Él es nuestra cabeza. Entonces, la forma en que tratas al cuerpo es la forma en que tratas a Cristo mismo.
¿Recuerdas cuando Pablo perseguía a los cristianos antes de convertirse en el apóstol Pablo? La voz llegó a él en el camino a Damasco y le dijo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» (Hech. 9: 4). Pablo no pensaba que estaba persiguiendo a Dios. Pensaba que estaba persiguiendo a estas personas que se llamaban a sí mismas creyentes en Cristo, en el Camino. Pero como estaba persiguiendo al cuerpo de Cristo, estaba persiguiendo a Cristo mismo.
Entonces, si lastimas al cuerpo de Cristo, lastimas a Cristo. Y a la inversa, cuando ministras al cuerpo de Cristo, cuando bendices el cuerpo de Cristo, cuando das al cuerpo de Cristo, lo haces a Cristo. Tú ministras a Cristo. Tú bendices a Cristo. Descuidar a otros creyentes, maltratar a otros creyentes, despreciar a otros creyentes es dañar a Cristo y a ti misma, porque somos parte de un cuerpo, Su cuerpo.
Si me lastimo la mano intencionalmente, si la rasguño o me corto un dedo, me estoy lastimando. No solo me estoy lastimando el dedo; no solo me estoy lastimando la mano. Me estoy haciendo daño. Estoy lastimando todo mi cuerpo. Entonces, si descuido otras partes del cuerpo, si las maltrato, si las desprecio, si hablo críticamente o mal de ellas, me estoy haciendo daño a mí misma. Estoy lastimando a Cristo.
Efesios 5 dice: «Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de Su cuerpo» (vv. 29-30).
Entonces, ¿cómo tratas el cuerpo de Cristo? ¿Cómo tratas la iglesia? ¿La criticas, la descuidas, la ignoras, la atacas? ¿Te quejas y dices, «no puedes creer lo que pasó en mi iglesia»? Estás atacando el cuerpo; estás atacando a Cristo; te estás atacando a ti misma. ¿O lo respetas? ¿Lo animas? ¿Lo bendices ¿Lo alimentas y lo cuidas como Cristo nutre y cuida Su cuerpo, la iglesia?
Hemos visto que la iglesia es el cuerpo de Cristo. Ahora quiero señalar otras tres metáforas que se encuentran también en el libro de Efesios y que se refieren a la iglesia.
En primer lugar, vemos que la iglesia es una familia. Efesios capítulo 2 versículo 19, dice:
«Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios».
La casa de Dios, la familia de Dios.
En Efesios 3, versículo 14, Pablo se refiere a Dios como nuestro Padre. Los creyentes del Antiguo Testamento tenían muy vago el concepto de Dios como Padre. Ese es un término del Nuevo Testamento, que Dios sería nuestro Padre para que fuéramos sus hijos. Cristo el primogénito, Cristo nuestro hermano, y entre nosotros, hermanos y hermanas. Esta es una relación familiar.
Eso es lo que Dios dice en 2 Corintios capítulo 6: «Y yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso» (v.18). ¿Sabes lo que significa? Si Dios es nuestro Padre, somos sus hijos e hijas. ¿Qué nos hace eso el uno del otro? Hermanos y hermanas. Tenemos un vínculo de sangre, de la sangre de Cristo derramada a nuestro favor. Estamos relacionados unos con otros.
Entonces la iglesia es un lugar de relaciones familiares, nos guste o no. Puede que no te gusten algunas de las personas en la iglesia. Puede que a algunas de las personas en la iglesia no les caigas bien, pero somos familia. Tenemos que aprender a soportarnos con paciencia, a amarnos y a llevarnos bien, porque vamos a pasar la eternidad juntos, como familia.
Ahora, las familias pueden causarse dolor, pueden causar rechazo; puede haber problemas en las familias, pero las familias también pueden ser el lugar de las relaciones más íntimas posibles. Ser parte de la iglesia significa que nos pertenecemos, que estamos relacionados unos con otros. Somos una familia.
Ahora hay otra imagen en la Palabra que es usada en Efesios y es que la iglesia es un edificio. No como un lugar al que vas, sino que Dios nos está convirtiendo en un edificio, en un templo para Dios. Efesios capítulo 2 versículos 19 al 22:
«Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu».
Dios está tomando estos miembros, estas partes individuales, estas piedras vivas (como son llamados los creyentes en 1 Pedro capítulo 1), y nos está edificando, construyendo en un edificio o un templo, una morada. Esa frase literalmente significa un hogar permanente para Dios. Dios está construyendo un templo. El templo terrenal en el Antiguo Testamento era solo una imagen física de una realidad espiritual eterna del plan de Dios para la iglesia: una morada para Dios. Dios desea habitar en nosotros.
Ahora, hay un sentido en el que mi cuerpo particularmente es el templo del Espíritu Santo, pero hay otro sentido en el que todos juntos formamos parte de un templo, un edificio que Dios está construyendo para que sea su hogar. Dios está construyendo una casa, un hogar para Él, y nosotros somos las piezas; nosotros somos las partes; nosotros somos las piedras.
¿Y quién es la piedra angular? Cristo Jesús mismo. Dios nos está haciendo una morada, un santuario para Dios. Estamos siendo unidos y unidos con Cristo para ser un lugar apropiado para que Dios viva. Estamos construyendo un templo.
En tercer lugar, somos la novia; y Cristo, por supuesto, es el Novio. Vemos esta imagen de manera particular en el capítulo 5 de Efesios y luego también más ampliamente en libro de Apocalipsis. Permíteme leer algunos versículos del capítulo 5 de Efesios. Pablo está hablando sobre el matrimonio. Pero ten en cuenta que cada institución terrenal que Dios ha diseñado está creada para ser una representación, una imagen de una realidad celestial. El matrimonio es maravilloso; el matrimonio fue creado por Dios. El matrimonio fue diseñado por Dios, pero el matrimonio pretende ser una imagen de la relación de la iglesia con Cristo.
Por eso Pablo dice en Efesios 5 versículos 23 y 24:
«porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo».
Aquí hay una relación esposo-esposa que no se trata únicamente del matrimonio. Se trata de la relación de Cristo con Su iglesia.
Entonces «los esposos aman a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella. Del mismo modo, los esposos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa se ama a sí mismo… Un hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa, y los dos serán una sola carne». (Está hablando del matrimonio; y luego lo explica en el versículo 32). «Este misterio, (el misterio del matrimonio) es profundo. Y estoy diciendo que se refiere a Cristo y la iglesia» (vv. 25, 28, 31–33).
No hay duda de qué está hablando.
Esposos y esposas, ¿por qué es importante el matrimonio? ¿Por qué importa la forma en que tratas a tu esposo? ¿Por qué importa la forma en que tu esposo te trata? Porque Pablo dice que estás revelando en tu matrimonio un misterio, un misterio profundo, el misterio de la relación de Cristo con Su novia, la iglesia. Pablo dice en 2 Corintios 11 versículo 2:
«Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo».
Entonces, la próxima vez que vayas a una boda y veas a la novia vestida de blanco luciendo más hermosa que nunca, caminando por el pasillo para ser presentada por su padre a ese novio, ¿qué muestra esta imagen? Nosotras siendo presentadas a Cristo como una virgen pura, para ser Su novia, para vivir para siempre con Él.
Y llegamos al final de la Biblia, al final del Nuevo Testamento, al final del libro de Apocalipsis. En los últimos capítulos se encuentran cuatro referencias a la iglesia como la novia. Ella se llama la esposa del Cordero. ¿Quién es el cordero? Cristo es el Cordero, el Cordero de Dios. Y así, Apocalipsis 19 dice: «¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado» (v. 7, NVI).
Cuando piensas en la iglesia como la novia y en Cristo como el Novio, eso habla de una relación de pacto de amor. No es un contrato que se pueda romper. Cristo nunca se divorciará de su iglesia. Él nunca dejará de amarnos. Nunca dejará de salvarnos. Él es nuestro eterno Salvador y Novio, y esa es una relación de pacto, una relación de amor. Si eres una hija de Dios, eres parte de la iglesia: un cuerpo, una familia, un edificio, la novia de Cristo, nuestro Novio celestial.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar. Ella nos ha dado algunas imágenes bíblicas que nos ayudan a entender cómo ve Dios a Su iglesia. También nos ha estado ayudando a ver lo importante y hermosa que esta es.
Tal vez asistes a un servicio cada fin de semana como parte de tu rutina, pero nunca has pensado mucho en lo importante que es realmente la iglesia local. Te invitamos a seguir escuchando durante los próximos días mientras Nancy continúa esta serie titulada «¿Quién necesita la Iglesia?».
¿Cuál es la diferencia entre una organización y un organismo? Y, ¿cómo se aplica eso al cuerpo de Cristo? Escucha la respuesta en el próximo episodio. Ahora, oremos junto a Nancy en gratitud y afirmación de lo que Dios ha revelado en Su Palabra.
Nancy: Señor, gracias por la maravilla de Tu plan para la iglesia. Gracias por este gran misterio que ahora nos ha sido revelado. Gracias por el privilegio de ser parte del cuerpo de Cristo. Somos parte los unos de los otros. Estamos unidas a Cristo; estamos unidos unos a otros. Nos necesitamos unos a otros. Ayúdanos a nutrir, apreciar y cuidar el cuerpo como lo haces Tú con nosotros, somos miembros de Tu cuerpo y miembros unos de otros. Oro esto en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Unidas en un clamor por la iglesia, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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