El Padre Nuestro, día 12
Annamarie Sauter: En tu corazón, ¿te has visto orando de esta manera?
Padre que estás en el cielo...te pido que mi nombre sea importante, que todo en mi vida sea como yo quiero y se haga mi voluntad. Dame todo lo que necesito y todo lo que quiero, y perdóname aunque yo no perdone a los demás. Nunca permitas que yo sea probada y líbrame de todo lo que considero malo. Amén.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Esta semana hemos estado profundizando en la frase, «venga Tu reino» que encontramos en la oración, El Padrenuestro. Si te perdiste alguno de los episodios anteriores en esta semana, encuéntralo en nuestra aplicación llamada Aviva Nuestros Corazones, o en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Aquí está Nancy con la continuación.
Nancy: No podemos orar el Padrenuestro y llegar a la …
Annamarie Sauter: En tu corazón, ¿te has visto orando de esta manera?
Padre que estás en el cielo...te pido que mi nombre sea importante, que todo en mi vida sea como yo quiero y se haga mi voluntad. Dame todo lo que necesito y todo lo que quiero, y perdóname aunque yo no perdone a los demás. Nunca permitas que yo sea probada y líbrame de todo lo que considero malo. Amén.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Esta semana hemos estado profundizando en la frase, «venga Tu reino» que encontramos en la oración, El Padrenuestro. Si te perdiste alguno de los episodios anteriores en esta semana, encuéntralo en nuestra aplicación llamada Aviva Nuestros Corazones, o en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Aquí está Nancy con la continuación.
Nancy: No podemos orar el Padrenuestro y llegar a la frase, «venga Tu reino», sin darnos cuenta de que estamos viviendo en medio de reinos en conflicto.
El enfrentamiento entre el reino del hombre y el reino de Dios, el reino de Satanás y el reino de los cielos, el reino de la tierra y el reino del cielo, estos reinos están en conflicto permanente.
Digo permanente, no eterno, porque vimos, mientras hablábamos sobre «venga Tu reino»; que el día llegará cuando el reino de Cristo será visible. Él reinará y gobernará sobre toda la tierra.
Pero desde ahora hasta entonces, tenemos este enfrentamiento de reinos, y esto llega a nuestras casas, en cierto modo de manera gráfica, en algunas de las noticias que vemos y que he visto mientras he estado trabajando en esta serie en particular.
Quiero compartir estas cosas de modo que puedas empezar a ver lo que sucede a tu alrededor y lo veas a través de los ojos de: «Sí, esto se trata de reinos en conflicto. Estos no son solo conflictos geopolíticos. Esto es un conflicto cósmico entre el cielo y la tierra».
Déjenme darles un par de ilustraciones con las que me topé hace poco, justo cuando estaba trabajando en esto. Alguien me envió un correo electrónico que tenía varias fotos de musulmanes marchando en las calles de Londres, en lo que ellos llamaron una demostración de la «Religión de Paz».
Es poco probable que alguna vez veamos estas imágenes en nuestros periódicos o en los programas de noticias de la televisión.
Había manifestantes –había seis u ocho fotos diferentes– cargando una docena o más de pancartas diferentes que tenían mensajes y eslóganes violentos tales como: «Decapiten aquellos que insulten el Islam». «Exterminen a aquellos que difaman el Islam».
Una de los letreros decía, «Europa, pagarás. Tu 9/11 está en camino». Pero el mensaje más contundente, pensé, fue uno que realmente llegó al corazón del asunto, no solo al corazón del asunto de lo que está pasando en el mundo islámico, sino de lo que está pasando en todo el mundo.
Esta pancarta que alguien llevaba y decía: «El Islam dominará al mundo». Esa es la meta de la religión islámica. A decir verdad, aparte de Cristo, esa es la meta de nuestro corazón, dominar nuestro propio mundo, estar en control, estar a cargo.
Así que lo que vemos en estas manifestaciones en las calles de Londres, es solo una ilustración de una guerra cósmica ocurriendo en toda la tierra.
Tenemos que recordar que esta no es una guerra de carne y sangre. Esto no es una guerra entre Estados Unidos y algún país de Oriente Medio o una religión diferente.
Esta es una batalla entre el reino de Satanás y el reino de Dios que se manifiesta en muchas formas diferentes a través de todo el mundo.
Satanás simplemente usa diversas religiones, líderes, e influencias como marionetas a través de las cuales él puede hacer valer su autoridad. Y permíteme decir, no es solo a la religión islámica que Satanás utiliza.
Algunas veces él usa el protestantismo. Algunas de nuestras iglesias, en la medida en que no seguimos la verdad de la Escritura, nos convertimos en instrumentos que Satanás usa para salirse con la suya en este mundo.
Él ha estado tratando de hacer eso desde antes de la creación del mundo. La batalla comenzó cuando Satanás era la cabeza del equipo de adoración del grupo de alabanza en el cielo, y él tuvo problemas con el «yo», y dijo, «yo quiero estar a cargo».
Él sigue buscando cómo ejercer su reino y gobernar por toda la tierra. Esas fotos que vi en esos correos electrónicos son una gráfica, una dramática representación del conflicto, pero el conflicto no siempre es tan obvio.
El choque se puede ver en nuestro sistema de valores, el sistema materialista de este mundo, y el sistema de valores eternos de Dios. Podemos verlo de muchas maneras diferentes.
Recibí un boletín de una organización que acabo de conocer recientemente llamada Christian Witness to a Pagan Planet, (Testigo cristiano a un planeta pagano).
El líder de esa organización es un hombre llamado Dr. Peter Jones, quien es un teólogo y un académico brillante. Ellos tratan con algunas de las tendencias que están presentes en nuestro mundo.
Permítanme leerles esto, es un poquito largo, pero no puedo decirlo mejor que él. En lo que el Dr. Jones dijo, podrás ver estos reinos en conflicto, otra ilustración sobre todo este tema.
El Dr. Jones dice:
Se dice que, «como va California, así irá la nación». Siempre que llego al parqueo de la terminal dos del aeropuerto de San Diego, me enfrento a dos grandes y horribles estatuas de piedra, de dos seres semihumanos en una posición pagana de adoración. Sus cabezas se asemejan al sol y a la luna.
Esta es una escultura afuera del parqueo del aeropuerto de San Diego. Para el tiempo que saquemos esto al aire, esto ya estará obsoleto, y habrá otra cosa nueva sucediendo. Así que esto es solo una ilustración en el momento en que estamos grabando esta serie.
Al mismo tiempo, en la ciudad de San Diego, la cruz del Monte Soledad, un monumento de guerra para aquellos que murieron en la guerra de Corea, está a punto de ser eliminada. A pesar de que el 76% de los votantes votaron para que se mantuviera, el juez del Distrito Federal, Gordon Thompson Jr., ha ordenado a la ciudad de San Diego que retire la cruz dentro de noventa días o serán multados con cinco mil dólares por día.
Fuera con la cruz pero sí a los ídolos paganos. En el centro de San José, California, la capital de Silicon Valley, se encuentra el único monumento público de arte, comisionado por la ciudad –con dinero de los impuestos– una escultura de ocho pies de altura de medio millón de dólares, de Quetzalcoatl, una deidad azteca, un dios pagano.
En la sociedad en general, ha habido un esfuerzo sistemático para introducir los clubes homosexuales en las escuelas secundarias. Ha funcionado muy bien, pero California ha dado un paso más allá, pasando el proyecto de ley SB 1437, que obliga a que los libros de texto incluyan «las contribuciones que personas lesbianas, gays, bisexuales, o transgénero, han hecho al desarrollo total de California y de Estados Unidos».
Así que ahora los sistemas escolares en California tienen que, en sus libros de texto, incluir estas contribuciones. El Dr. Jones dice:
Este proyecto de ley prohíbe que los maestros desde kindergarten hasta la secundaria digan algo «contrario o desfavorable acerca la homosexualidad».
Aquí está el texto, cito: «Ningún maestro debe dar instrucciones, ningún distrito escolar debe auspiciar cualquier actividad que refleje negatividad hacia las personas debido a su orientación sexual».
El Dr. Jones dice: Esta ley tiene muchas repercusiones. Dado que la ley exige que «ningún libro de texto o cualquier otro material de instrucción sea adoptado si contiene cualquier asunto que refleje negatividad sobre la orientación sexual»; no es permitido el debate abierto sobre el tema.
«Este cierre legal y forzado de las bocas y las mentes, servirá al objetivo final del movimiento gay, aprobar la normalización de prácticamente cualquier estilo de vida sexual».1
En esta sesión no hablo de mis puntos de vista. Creo que sabemos lo que la Palabra de Dios dice acerca de estas cosas.
El punto es que hay reinos en conflicto. El reino de Dios es el que en última instancia reinará y gobernará, pero Satanás está buscando gobernar e imponer y ejercer su reino, y él está trabajando a través de las religiones, a través de los sistemas escolares, a través de los gobiernos y tristemente, en muchos casos, incluso a través de nuestras propias vidas.
Nosotros lo llamamos una guerra cultural, pero en realidad es una guerra cósmica entre reinos. El hombre no quiere reconocer el reinado y el gobierno de Dios. Volviendo al Génesis capítulo tres, Satanás le dijo a Eva:
«Tú puedes ser tu propio dios» (v.5 parafraseado). Es un reino en conflicto. Satanás le dijo a la mujer, «hazlo a tu manera. Come la única cosa que Dios te dijo, no comas».
Nosotras nacemos queriendo ser nuestro propio dios, y el mundo entero está bajo la autodestrucción y el colapso producido por este conflicto cósmico, estos reinos en conflicto.
Puede ser deprimente pensar en todo esto y observar lo que está pasando en el mundo en un sentido más amplio. Puede ser abrumador. Pero, por otro lado, es alentador recordar que los reinos de este mundo no prevalecerán contra el reino de Dios.
¡Ellos ya perdieron! Están peleando una batalla que ya está perdida. Y por cierto, cuando tú y yo peleamos contra el reino de Dios y el gobierno de Dios en nuestras vidas, estamos peleando una batalla perdida.
Recuerdo ese autor de los tiempos antiguos que dijo: «Tus brazos no son lo suficientemente grandes para boxear con Dios». Puedes tratar, pero vas a perder.
Jesús vino a esta tierra proclamando y demostrando el reino de Dios, el reino de los cielos.
Marcos capítulo cuatro nos dice que Jesús fue a Galilea, predicando las buenas nuevas del reino. El reino de Dios es una buena noticia para el hombre pecador.
Continuar viviendo en nuestro propio reino significa muerte y destrucción. Jesús vino y dijo: «Hay un reino que es una buena noticia. Ese es el evangelio». Jesús vino proclamando, predicando las buenas nuevas del reino y sanando toda enfermedad y dolencia entre el pueblo.
Un escritor, creo que es Gary Thomas, dijo: «Cuando Jesús vino a esta tierra, dondequiera que Él iba, el infierno era destrozado a los pies de Jesús». Eso es lo que el reino de Dios hace en última instancia.
Jesús vino predicando las buenas nuevas y destruyendo el poder del maligno. Esa era Su misión: derrocar el reino de Satanás y establecer el reino de Dios.
Primera de Juan capítulo 3, versículo 8 nos deja ver la razón por la que el Hijo de Dios se manifestó, para deshacer las obras del diablo.
Escucha, no eres lo suficientemente fuerte para deshacer las obras del diablo. Yo no soy lo suficientemente fuerte. Todas nosotras juntas no somos lo suficientemente fuertes.
No podemos depender de nuestras propias fuerzas, nuestros propios números, nuestros propios esfuerzos. No importa cuántos cristianos se encuentren en este país. Nosotras no somos un grupo de votantes lo suficientemente significativo y nunca podríamos destruir las obras del diablo.
Jesús vino para deshacer las obras del diablo yendo a la cruz. Lo que Satanás pensó que fue su triunfo en última instancia fue su condenación.
Fue el gran triunfo de Dios. Lo que parecía ser la derrota de Dios y la victoria de Satanás fue la derrota de Satanás y el triunfo de Dios.
Jesús dijo: «Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros» (Mat. 12:28). ¿Ves el conflicto aquí? Pero, ¿ves quién es el ganador?
¿Fortalece eso tu corazón? ¿Te alienta mientras miras a tu alrededor y parece que Satanás está ganando? Parecería que el mal está triunfando. Vemos el mal y las religiones falsas e impías y el neopaganismo y neognosticismo. Algunas de estas religiones se están apoderando de nuestra cultura como una inundación, como un tsunami.
Creo que hay cuarenta millones de personas que han comprado y leído El Código Da Vinci, que es tan blasfemo, tan falso hacia Cristo y a lo que Él es. Me duele el corazón y me quebranto ante la popularidad de este tipo de falsa enseñanza.
Entonces doy un paso atrás y recuerdo, «¡Dan Brown no es Dios! ¡Él no ha ganado!» Él puede pensar que ha ganado un enfrentamiento, pero en realidad ha perdido. Él está derrotado. No quiero decir eso como algo personal hacia Dan Brown.
Mi oración sería que Dan Brown venga al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo, que el reino de Dios venga sobre el corazón de Dan Brown y a los corazones de los líderes islámicos del mundo y a los corazones de aquellos que promueven la agenda homosexual en nuestra cultura.
Oh, ¡qué el reino de Dios pueda entrar a sus corazones! «Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento» (2 Pedro 3:9 parafraseado). El reino de Dios, ese concepto, significa que nosotras no somos víctimas; que no estamos a merced de los reyes terrenales, los dictadores, los gobernantes, los sistemas políticos, los programas culturales y la inmoralidad.
No somos víctimas de estas cosas. No estamos a merced de ellas. El concepto de que venga el reino de Dios significa que la historia no es un ciclo sin fin, sin esperanza y sin sentido. Porque las cosas que vemos hoy en día, que pensamos que son tan terribles, las puedes leer en otras eras de la historia, incluyendo la era en que Jesús vino a la tierra. La era del Imperio Romano fue muy, muy malvada, no muy diferente a la nuestra.
Lo que ya fue, vuelve. Pero cuando crees en el concepto del reino de Dios, te das cuenta que la historia no es este ciclo sin fin y sin sentido del triunfo del mal.
No es un ciclo que va a ninguna parte. El reino de Dios significa que hay un objetivo para todo esto; que la vida tiene un sentido; que la historia y los acontecimientos del mundo se dirigen hacia algún lugar; que Dios tiene un propósito; que Él tiene un plan.
El reino de Dios significa que tenemos algo por lo cual esperar. Tenemos una razón para vivir. No nos limitamos a acomodarnos en nuestros pequeños capullos cristianos y a poner barricadas para nosotras mismas en nuestras pequeñas fortalezas cristianas, y esperar poder escapar de todos estos ataques y flechas que están siendo arrojadas en nuestra dirección.
Servimos al Rey Jesús, y oramos, «venga Tu reino», con la confianza de que Él viene; que Él es el Rey, y Él reinará y gobernará.
El Salmo 72: 8-11, lo dice de esta manera, y me encanta este pasaje. Esta es mi esperanza. Esta es nuestra esperanza. Esta es la verdad.
«Domine Él de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra. Dobléguense ante Él los moradores del desierto, y sus enemigos laman el polvo».
«Los reyes de Tarsis y de las islas traigan presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrezcan tributo; y póstrense ante Él todos los reyes de la tierra; sírvanle todas las naciones».
¿Puedo escuchar un «amén»? ¡Qué así sea! ¡Ven pronto, Señor Jesús!
Ese pensamiento del reino y del gobierno de Cristo, el último reino y gobierno visible de Cristo, Su conquista sobre todos los poderes de la tierra y sobre Satanás, ha sido el tema de muchos himnos y canciones a través de la era cristiana.
Alguien me dio, justo antes de esta reunión, un himno con el cual no estaba familiarizada, uno de los más de ocho mil himnos que Fanny Crosby compuso. El título es: «Ningún rey sino Cristo».
La primera estrofa dice:
Vosotros ejércitos del Dios vivo, con bandera, escudo y espada, marchad hacia adelante, gritando al avanzar, «ningún rey sino Cristo nuestro Señor».
La bandera, el escudo y la espada que nosotras sostenemos no son físicos, una bandera, un escudo y una espada terrenal. Es la espada del Espíritu, la Palabra de Dios, el poder de la verdad.
El escudo es nuestra fe. Esa es nuestra defensa contra el ataque del maligno, y nosotras salimos a este mundo, y decimos mediante nuestras vidas y mediante nuestras palabras, «ningún rey sino Cristo nuestro Señor».
Isaac Watts también escribió un himno maravilloso. Quizás quieras ir al internet en algún momento y ver todas las estrofas. Quisiera leerlas todas. Son tan maravillosas, pero he elegido solo algunas aquí.
Quizás estás familiarizada con la primera estrofa. Este himno realmente viene del Salmo 72 que acabamos de leer, donde dice, «domine Él de mar a mar».
Isaac Watts responde de esta manera:
Jesús reinará, doquiera el sol haga sus trayectos sucesivos. Su reino se extiende de costa a costa hasta que las lunas aparezcan y desaparezcan sin más.
Contemplad las islas con sus reyes y Europa su mejor tributo trae. Desde el norte hasta el sur, los príncipes se reúnen para rendir homenaje a Sus pies.
Ahí Persia, gloriosa para contemplar, ahí India brilla en oro del este, y las naciones bárbaras, a Su palabra, se someten y se inclinan a su Señor.
¿Puedes imaginar el día? Cada tribu, cada lengua, cada nación, naciones donde hoy es ilegal ser un seguidor de Cristo, donde es ilegal compartir el evangelio de Cristo.
Hablé ayer por la noche, a través del internet, con una mujer joven que está sirviendo al Señor en un país asiático donde está prohibido por ley que comparta su fe de alguna manera abierta o visible.
Ella va a dar su vida allí porque cree que el día viene cuando esa nación con sus millones de personas vendrán y se inclinarán ante Cristo.
Su reino vendrá. Prevalecerá. Nunca, nunca podrá ser vencido. Entonces, ¿anhelas tú que Su reino venga? ¿Tienes una carga, una preocupación por las partes del mundo que aún no están bajo Su reinado y Su gobierno?
Tengo un amigo quien por años ha orado cada día con un mapa por cada una de las más de doscientas naciones del mundo. Algunas de esas naciones tú y yo nunca las hemos oído mencionar.
Pero él se pone sobre su mapa, y ora para que el reino de Dios y Su imperio y Su gobierno vengan a esa parte del mundo.
Nosotras oramos, «Señor, que Tus intereses reinen supremos en mi vida, en mi matrimonio». ¿Hay una preocupación de que tu matrimonio sea sanado por tu bien o por el bien del reino de Cristo?
¿Quieres ver el reino de Dios venir al corazón de tu esposo? Tú oras por la salvación de ese esposo que no conoce al Señor. ¿Por qué? Oras por su salvación, sí, pero ¿oras por ello porque Dios merece ser el Rey de la vida de tu esposo? Porque Dios es Rey.
Tu esposo un día se inclinará ante Dios, y tú quieres que tu esposo haga eso voluntariamente en vez de bajo coerción.
Oras, «venga Tu reino, Señor, en mi compañero, en mi matrimonio, en mis hijos, en mis nietos». Oras por el reino y el gobierno de Dios en la vida de tus hijos. No es su gobierno madres, en última instancia es el reino y el gobierno de Dios.
Mientras enseñas a ese niño de dos o tres o cuatro años a obedecer, ¿por qué le estás enseñando a obedecer? Porque quieres que el reino y el gobierno de Dios vengan a la vida de ese niño, y quieres que ese niño aprenda de corazón a decir no solo, «sí, señora», sino en última instancia, «sí, Señor».
Que Tus intereses reinen en nuestras iglesias. No nuestros programas, sino Tu reino. Que Tus intereses reinen en este mundo. Que venga Tu reino.
Oramos que cada súbdito de Tu reino se incline ante Tu reino y gobierno. Que Tu reino, oh Señor, derribe el reino de Satanás y todos los reinos que se han erigido en este mundo y en los corazones humanos.
Oramos, oh Señor, que Tu reino se extienda por toda la tierra, de mar a mar y por todo el universo, por toda la eternidad. Como dijo Isaac Watts, «hasta que las lunas aparezcan y desaparezcan sin más, y Él reine por los siglos de los siglos». Aleluya.
Annamarie: La enseñanza que hemos estado escuchando hoy nos anima a orar de manera que Dios y Sus propósitos sean exaltados, y no nosotras o nuestros intereses egoístas. Nancy DeMoss Wolgemuth también nos ha recordado que todas necesitamos reconocer que no tenemos suficiente fuerza para luchar contra el mal en nuestras almas, pero para esto tenemos a nuestra disposición la gracia de Dios.
Esta serie de episodios titulada Padre nuestro, es una serie que transmitimos hace algunos años, pero que es importante que la volvamos a escuchar, de modo que continuemos aprendiendo a orar. Porque la oración es un elemento esencial para un avivamiento.
¿Estás dispuesta a continuar aprendiendo? Acompáñanos para el episodio de mañana. Estaremos escuchando una conversación entre un grupo de mujeres que escucharon la grabación original de esta serie. Ellas nos ayudarán a ver en términos más prácticos lo que significa que el reino de Dios venga a nuestras vidas.
Orando «venga Tu reino» juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1Dr. Peter Jones. CWiPP (Christian Witness to a Pagan Planet) Newsletter. May 2006.
Rey Soberano, Iglesia Cristiana Oasis, El Misterio de Tu Amor, ℗ 2015 Iglesia Cristiana Oasis.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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