Sobreviviendo el desierto
Annamarie Sauter: When you find yourself in an emotional desert, there are practical steps you can take.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Remember God’s presence. Recall God’s purposes. Review God’s promises. Receive God’s provision and rejoice in God’s plan.
Annamarie: You’re listening to Revive Our Hearts with Nancy DeMoss Wolgemuth, translated by Patricia de Saladin.
Today we continue in the series, “Crossing the deserts of life . ”
If you missed any of the previous programs in this series, you can catch up by visiting ReviveOurHearts.com . Today you will learn some survival skills. Nancy will help you see what are the first things you need to do when you enter a wilderness in your life.
Nancy: We've spent the last few weeks talking about the desert, and the fact that we all have desert experiences. You may be in that moment right now, and I hope that if you are, God …
Annamarie Sauter: When you find yourself in an emotional desert, there are practical steps you can take.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Remember God’s presence. Recall God’s purposes. Review God’s promises. Receive God’s provision and rejoice in God’s plan.
Annamarie: You’re listening to Revive Our Hearts with Nancy DeMoss Wolgemuth, translated by Patricia de Saladin.
Today we continue in the series, “Crossing the deserts of life . ”
If you missed any of the previous programs in this series, you can catch up by visiting ReviveOurHearts.com . Today you will learn some survival skills. Nancy will help you see what are the first things you need to do when you enter a wilderness in your life.
Nancy: We've spent the last few weeks talking about the desert, and the fact that we all have desert experiences. You may be in that moment right now, and I hope that if you are, God has given you some hope and some encouragement, maybe some perspective.
Cuando estás en el desierto puedes obtener un poco de perspectiva, al darte cuenta de que esto no es porque Dios te odia. No es porque Dios está enojado conmigo. Es porque Dios me ama y tiene un propósito y un plan para mi vida en el desierto.
Si conoces a alguien que está atravesando por un desierto, es posible que quieras hablarle de esta serie a esa persona, y que puedas guiarla hacia la página como un estímulo para que le ayude a darle una idea de lo que Dios puede hacer, y lo que Dios puede estar diciendo en su desierto. Si has sentido que esta serie no se relaciona con contigo, solo espera un poco más en tu vida. Seguro que en algún momento te sentirás relacionada. Es seguro que habrá experiencias de desierto como las hay en todas nuestras vidas.
Hemos hablado de por qué Dios nos envía al desierto y lo que son los propósitos de Dios en el desierto y las maneras en que podemos responder; pero quiero terminar esta serie hablando sobre cómo sobrevivir en el desierto. De hecho, quiero ir más allá que eso, que no sea solo sobrevivir en el desierto, sino la manera de prosperar en el desierto.
Permítanme decir, que tal vez mientras estoy enseñando estas cosas, ustedes piensen que es fácil para mí vivir estas cosas. Yo te puedo asegurar que no lo es.
A menudo, cuando estoy sentada aquí enseñando, me estoy predicando a mí misma bajo convicción. Estoy aconsejando mi propio corazón con la verdad, y por eso me encanta mi trabajo. Me encanta lo que tengo que hacer porque necesito esta verdad, y tengo que seguir predicándome el evangelio a mí misma, las buenas nuevas acerca de los caminos de Dios, los propósitos de Dios, el amor redentor de Cristo y Su gracia en mi vida. Necesito oír eso, así que cuando enseño estas cosas, estoy realmente pensando en mis propios desiertos, los retos en mi vida.
Yo no sé acerca de tus desiertos, pero sé algo acerca de los míos. He aprendido que realmente es posible no solo sobrevivir en el desierto, sino prosperar en el desierto. Quiero darte cinco cosas que te ayudarán a sobrevivir y a prosperar en el desierto, y es como poner un lazo alrededor a todo lo que hemos estado hablando en estas últimas semanas, atándolo todo junto.
La número uno, recordar la presencia de Dios. Cuando estés en el desierto, recuerda la presencia de Dios. Creo que tal vez las cinco palabras más alentadoras en toda la Palabra de Dios son las palabras que se repiten con más frecuencia que cualquier otra: «Yo estaré contigo», «Yo estoy con vosotros», «Voy a estar con ustedes», «Yo estoy con vosotros», la presencia prometida de Dios con nosotros.
Una y otra vez en las Escrituras cuando los hombres y las mujeres de Dios se amedrentan al enfrentar circunstancias peligrosas, circunstancias desesperadas, quizás tareas imposibles, Dios dice: «No tengan miedo. Yo voy a estar con ustedes», una y otra vez. Es como si Dios estuviera diciendo: «Esa es toda la respuesta que necesitas».
Lo que estamos queriendo decir es: «Bueno, ¿cómo vas a hacer esto? ¿Cómo vas a sacarme de esto? ¿Cómo vas a proveer? ¿Cómo vas a darme agua en mi desierto? ¿Cómo vas a traerme comida? ¿Cómo se va a llevar esto? ¿Cómo se va a resolver todo esto?» Y Dios dice: «Yo no te voy a dar todas esas respuestas, porque todo lo que necesitas saber es que Yo estoy contigo, Yo estoy con vosotros. Y Yo estaré contigo cada paso del camino a través de este desierto».
Mientras he estado trabajando a través de esta serie sobre los desiertos, he estado tan animada por las Escrituras que hablan de la presencia de Dios con nosotros y de Su provisión para nosotros en medio de los desiertos. Piensa en ese pasaje en Éxodo capítulo 13, donde los hijos de Israel estuvieron en el desierto. Dios los había llevado al desierto, y dice: «El SEÑOR iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. No quitó de delante del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche» (vv. 21-22).
¿Cuáles fueron la nube y el fuego? ¿Eran solo fenómenos meteorológicos? Fue la presencia de Dios. Ellos contaron con la presencia visible de Dios, y pensamos, «oh, si tan solo pudiera tener esa columna de nube o esa columna de fuego, bueno, entonces yo podría confiar en Dios».
Bueno, los israelitas no lo hicieron, pero nosotras tenemos algo mejor. Nosotras tenemos al Espíritu Santo que vive dentro de nosotras, Cristo en nosotras. «Yo estoy con ustedes siempre». Lo que sea que Dios te llame a hacer, lo que Él te llame a atravesar, sea cual sea el reto, sea cual sea el obstáculo, sea cual sea la dificultad, no importa lo prolongado del desierto, recuerda la presencia de Dios.
Número dos, revisa los propósitos de Dios. Mientras estás en tu desierto, revisa los propósitos de Dios. Hablamos de varios de ellos durante esta serie. Déjame revisarlos una vez más.
Dios nos envía al desierto:
- Para probarnos
- Para humillarnos
- Para enseñarnos
- Para desarrollar nuestra fe y fortalecer los músculos de la fe
- Hacernos dependientes de Él en lugar depender de nosotras mismas o de otros
- También para despojarnos de la autosuficiencia
- Para prepararnos para un ministerio y un servicio futuro
- Para desarrollar resistencia
- Para prepararnos para futuras batallas
- Y mostrarnos Su gloria y Su gracia
- Para llevarnos a Cristo
Mientras estás en tu desierto, revisa los propósitos de Dios. Eso te ayudará a adquirir una perspectiva y a recordar que Dios tiene un propósito en todo esto. Aunque no estoy segura de cuál es ese propósito en este momento, en esta situación, Dios tiene un propósito. Así que recuerda Sus propósitos
Número tres, trae a tu mente una y otra vez las promesas de Dios. Permítanme leerles algunas promesas que han sido un pilar en mi vida a través de muchas experiencias diferentes del desierto.
Tenemos un pequeño folleto titulado, «Promesas para vivir», y queremos asegurarnos de que esté a tu disposición. Te diremos más adelante en el programa cómo puedes conseguirlo, pero estas son solo promesas que han sido un tesoro para mí en mis experiencias de desierto. Permíteme leerte algunas.
«Echa sobre el SEÑOR tu carga, y Él te sustentará; Él nunca permitirá que el justo sea sacudido» (Sal. 55:2).
«Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre» (Sal. 73:26).
«Espera al SEÑOR; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al SEÑOR» (Sal. 27:14).
Cuando estoy desalentada o desanimada, temerosa o abrumada con mi desierto, voy a la Palabra de Dios y leo en voz alta estas promesas. Así que léelas, ensáyalas, recítalas.
Me encanta el Salmo 93:
«Los torrentes han alzado, oh SEÑOR, los torrentes han alzado su voz; los torrentes alzan sus batientes olas.
Más que el fragor de muchas aguas, más que las poderosas olas del mar, es poderoso el SEÑOR en las alturas» (v. 3-4)
Traigo estas promesas de Dios a mi mente una y otra vez y mi corazón se fortalece. Me siento alentada. Estas ondas son poderosas, pero Dios es más fuerte todavía. Él es más grande que estas ondas. Él es mayor. Él está en control.
En el Salmo 91 hay maravillosas promesas de Dios que han traído esperanza y aliento a los corazones de muchos de los hijos de Dios en sus experiencias en el desierto. El Salmo 91 en el versículo 2:
«Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío. Porque Él te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal. Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad» (v.2-4).
A través toda la Palabra de Dios hay promesas, promesas para los hijos de Dios en la angustia, promesas de Dios para sus hijos abrumados, promesas de Dios a sus hijos cuando se sienten impotentes y sin esperanza. Cuando no tienen a dónde ir, cuando no hay esperanza, cuando no hay más recursos propios, trae las promesas de Dios una y otra vez a tu mente y recuerda que Dios cumple Su Palabra. Dios es fiel.
A veces, cuando estoy en angustia, solo pienso en el pasado cuando estuve en angustia, y pienso en cómo Dios fue fiel, como Él mantuvo sus promesas. En 40 y tantos años que he andado con el Señor, Dios nunca ha fallado en guardar Su Palabra, nunca, y me digo a mí misma: «Él no va a empezar ahora».
Él no solo ha sido fiel conmigo por más de 40 años, sino que Él ha sido fiel a todo el que conozco. Voy a la Palabra de Dios, y me encuentro con otras personas, con decenas de ellas, que encontraron que las promesas de Dios eran ciertas. Así que trae las promesas de Dios una y otra vez a tu mente y cree en ellas.
Número cuatro, recibe la provisión de Dios. Si quieres, no solo sobrevivir, sino prosperar en tu desierto, recibe la provisión de Dios. Dios llevó a los hijos de Israel al desierto. Dios tomó a Su Hijo, a Jesús, y lo llevó al desierto.
Ya hemos visto en la serie que el desierto es un lugar de sufrimiento, es un lugar de privaciones. Los israelitas enfrentaron tiempos donde no tuvieron agua, donde no tuvieron comida. Ellos necesitaron la protección de sus enemigos, pero siempre Dios les proveyó. Los israelitas solo tenían que recibir esa provisión de Dios.
Dios tiene una provisión para ti en el desierto, y puede ser sobrenatural. Y quizás tú dices, «eso era en aquellos días», pero ¿acaso ha cambiado Dios?
Si Dios tiene que enviar cuervos para traerte pan en tus tiempos de hambre como lo hizo con Elías en ese tiempo de sequía, Dios puede enviar cuervos. Dios es lo suficientemente grande como para hacer eso. Ahora no estoy diciendo que es su forma natural de proveer. Esa no era su forma habitual de proveer a Elías, pero Dios puede proveer de la manera que Él quiera. Dios te proveerá en tu desierto si recibes Su provisión.
En Deuteronomio capítulo 29, Dios dice: «Yo os he conducido durante cuarenta años en el desierto; no se han gastado los vestidos sobre vosotros y no se ha gastado la sandalia en vuestro pie» (v.5). Eso fue milagroso.
Y quizás tú digas: «No tenemos dinero para comprar ropa para nuestros niños. ¿Cómo van a resistir mucho tiempo?» Bueno, Dios puede hacer que esa ropa dure más tiempo, o puede proporcionar ropa nueva o ropa vieja o un montón de ropa a través de algunos medios, de alguna fuente que nunca pudiste haber soñado que sería una posibilidad. Volver atrás y pensar en cómo Dios proveyó para los israelitas –la protección, el agua, el pan, la carne, la ropa y los zapatos– todo lo que ellos necesitaban. Recibe la provisión de Dios.
Jesús estaba con los animales salvajes en el desierto, Marcos nos dice que no solo Dios lo protegía de manera milagrosa de esos animales, sino que Marcos nos da este pequeño detalle, «y los ángeles le servían» (v.13).
«Los ángeles le servían…» Ahora bien, yo no sé si Jesús podía ver a esos ángeles. Yo no sé si Él podía oírlos. No sé si le hablaron. Pudo haber sido así. Dios muchas veces envió ángeles que se hacían visibles y hablaban. Yo no sé cómo le servían, pero sé que lo hicieron.
Quizás tú digas: «Bueno, eso fue a Jesús. Yo soy yo». Aquí está lo maravilloso que leemos en Hebreos, capítulo 1, versículo 14, que los ángeles no solo fueron enviados para ministrar a Jesús, sino que son enviados para ministrarnos a nosotras. Hebreos dice: «¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a aquellos que serán herederos de la salvación?»
Es la misma palabra usada aquí cuando se dice que allí están los ángeles ministradores enviados para servir. Es la misma palabra usada en Marcos que dice: «Los ángeles sirvieron a Jesús». Ellos lo asistieron.
Es una palabra que significa servir, esperar a alguien para satisfacer sus necesidades; como un camarero cuando viene a tu mesa y te sirve la comida. Él te da lo que necesitas, te da lo que no tienes. Los ángeles asistieron, sirvieron a Jesús. Lo atendieron en el desierto, y Hebreos dice que Dios envía ángeles para que nos asistan, para que nos atiendan.
Hoy en día se dicen muchas cosas sobre los ángeles, muchas charlas tontas y no bíblicas acerca de los ángeles. Pero al rechazar esa enseñanza no queremos perder la oportunidad de la verdadera enseñanza de la Palabra de Dios de que los ángeles son reales, y que Dios los envía como mensajeros para servir a su pueblo.
Nunca he visto a un ángel, que yo sepa. Nunca he oído hablar a un ángel, que yo sepa. Pero sé, tan cierto como que yo estoy sentada aquí, que muchas, muchas veces en mi vida, Dios ha enviado ángeles para atender mis necesidades. Ellos vienen en muchas formas. Creo que la mayoría de las veces no he tenido la menor idea de que era un ángel o que se trataba de suministro angelical.
No sé cómo Dios hace esto, y si digo algo más de lo que acabo de decir, voy a estar en problemas, porque estamos en la esfera de lo misterioso. Dios no nos ha revelado cómo lo hace, pero sé que lo hace. Recibo el ministerio de los ángeles de Dios en mi vida.
En momentos en que me siento como si no hubiera nadie más que pudiera satisfacer las necesidades que tengo, cuando no hay una fuente para poder satisfacer mis necesidades, entonces elevo mis ojos hacia el Señor, y mi corazón dice: «Señor, sé que tus ángeles estarán aquí para atender a mis necesidades». Dios levanta mi corazón. Él levanta mi espíritu. Él vuelve a dirigir mi pensamiento. Él ministra a mis necesidades físicas, emocionales, mentales y espirituales, y creo que a veces Él usa sus ángeles para hacer esto.
Independientemente de cómo Él provee, todos podemos decir: «Nada me falta pues todo provees, grande Señor es Tu fidelidad». Yo canto el himno una y otra y otra vez, cuando mi corazón está muy cargado, cuando mi corazón se desalienta, cuando estoy cansada en mi desierto, cuando estoy cansada de andar con esa carga pesada a través del desierto, cuando no puedo ver el fin del desierto. Yo canto: «Nada me falta». Cuando miro hacia atrás, «todo provees, grande Señor es Tu fidelidad». Recibe la provisión de Dios.
Finalmente, regocíjate en el plan de Dios. Recuerda la presencia de Dios. Trae a tu memoria los propósitos de Dios. Ensaya las promesas de Dios. Recibe la provisión de Dios, y finalmente regocíjate en el plan de Dios.
Permítanme decir dos cosas acerca de esto. En primer lugar, regocíjate de que el desierto no es para siempre. Puede parecer como si fuera para siempre, pero no lo es. El desierto en el que estás en este momento, o el desierto que vendrá más adelante, no es el final del viaje. No es el destino final. Es en el camino hacia tu destino final.
He pasado mucho tiempo en los últimos años en los aeropuertos esperando una conexión entre una ciudad y otra. Los aeropuertos no me gustan nada. Quiero decir, todos tienen el mismo aspecto, pero me ayudan a saber que ese no es mi destino final. Ha habido un par de veces cuando acabo pasando la noche en el aeropuerto, pero en general ese no es tu destino final.
Incluso aun si pasas la noche allí, probablemente al día siguiente estarás en tu destino. Por lo que si piensas que el aeropuerto con todos sus asientos duros y la comida horrible es tu destino final, estarías bastante desanimada. Si pensabas que ese desierto era tu destino final, estarías bastante triste.
¡Pero anímate! Regocíjate en el plan de Dios. Porque el desierto no es para siempre, no es el final del viaje.
Una amiga me escribió recientemente acerca de una batalla increíble que ha experimentado a lo largo de un período de años, con la tentación en el área sexual. Ella es una mujer que ama al Señor, pero abrió su vida cuando era una mujer más joven a cierta áreas, ella pasó por encima de algunos límites que no debió haber pasado. Como resultado, experimenta a veces, la tentación intensa en algunas áreas morales. Ella solo quiere saber lo que Dios quiere enseñarle en este desierto y no solo cómo sobrevivir sino también cómo prosperar en este desierto.
Le escribí mientras estaba trabajando en esta serie, estaba pensando en esto, y le dije: «Solo recuerda, el desierto no es para siempre. Un día, a la luz de la eternidad, todo esto va a estar detrás de nosotras, no habrá más luchas, no habrá más tentación, no habrá más pecado, no más pensamientos retorcidos, no más engaños, no más caídas».
Ella me comentó sobre el desaliento que siente debido a la frecuencia con la que cae en esta área. Ahora bien, esto no es lo único que necesito decirle a esta mujer, pero es una cosa que necesitamos recordarnos a nosotras mismas de manera continua. Recuerda que no es para siempre, no más caídas, solo recompensas eternas por haber fielmente buscado al Señor, y perseguirlo solo a Él a través de los desiertos.
Mantén tus ojos puestos en eso. Se animará tu corazón cuando estés en tu desierto y recuerdes que no es para siempre. Luego regocíjate en el plan de Dios. Él ha prometido que va a convertir el desierto en un huerto, en un jardín. El desierto no siempre se verá como luce ahora. Un día el desierto florecerá.
Pienso en algunas de esas ciudades de California. Ya sabes que hay partes de California y otros terrenos desérticos que no estaban destinados a ser habitados. Es un terreno difícil. Nada puede sobrevivir, y la gente no sobrevive de manera adecuada en ambientes desérticos.
No tienen agua. No se puede vivir sin agua. Hay algunos de esos lugares en el desierto de California, donde han traído agua a través de un acueducto, y el desierto entonces se ha transformado en un jardín.
Alguien me envió una foto por correo electrónico el otro día mientras yo estaba trabajando en esta serie. Fue una foto hermosa de un valle a unos 80 kilómetros al este de Bakersfield, California. Es un valle desértico, pero había llovido. Ese valle estaba cubierto con hermosas flores silvestres y hermosos colores. ¡Un paisaje precioso! Me gustaría poderte mostrar esa foto. Solo tienes que imaginarte en tu mente y saber que tu desierto, tan seco, árido y estéril como parece en este momento, cuando Dios envíe el agua de Su Espíritu en Su tiempo para regar ese desierto, este se convertirá en un jardín, algo de gran belleza.
Así que ejercita la fe, y aquí está la manera según nos dice la Palabra de Dios en Isaías capítulo 41:
«Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no la hay, su lengua está reseca de sed, Yo Jehová les responderé, Yo, el Dios de Israel no los abandonaré» (v. 17).
(Amigas, Él no las abandonará en el desierto). «Yo no los abandonaré. Abriré ríos en las alturas desoladas, y manantiales en medio de los valles. Transformaré el desierto en estanques de agua y la tierra seca en manantiales» (v 18).
¿Y cuál es el propósito? «Para que vean y entiendan, consideren y comprendan a una que la mano del SEÑOR ha hecho esto, que el Santo de Israel lo ha creado» (v. 20).
Algún día, cuando nuestras vidas estén floreciendo en toda su plenitud y para toda la eternidad, el desierto estará detrás de nosotras y nosotras viviremos en ese jardín siempre florecido, y delante de la hermosa presencia de Dios, el Edén restaurado. Entonces miraremos a nuestro alrededor y diremos: Dios ha hecho esto. ¿No es Dios maravilloso? ¿No es bueno? Él es misericordioso. Me llevó todo el camino a través de ese desierto. Y ahora, para toda la eternidad, estoy disfrutando el fruto de lo que Él me enseñó allí en el desierto».
Annamarie: ¡Qué esperanza! Tantas personas llegan a un desierto, un momento difícil emocionalmente y seco, y no sobreviven. Se pierden. Se amargan o se enojan. Y creo que en ocasiones tú y yo hemos sido de esas, pero la gracia de Dios nos ha alcanzado.
Nancy DeMoss de Wolgemuth nos ha animado a que en nuestro próximo desierto no solo sobrevivamos, sino que tengamos una vida abundante y plena en Cristo. Ella regresará para orar con nosotras.
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Bien, ahora Nancy regresa para concluir el mensaje de hoy en oración.
Nancy: Oh Padre, te pido que alientes a esa mujer que está escuchando este programa y que está desalentada, ella quisiera darse por vencida, quisiera tirar la toalla.
I ask that You would strengthen and encourage the heart of that woman walking through the desert today, that she would remember Your presence. That she would bring Your purposes to mind. Help her to remember and recite Your promises and believe in them. Help her to receive Your provision, and faithfully help us, Lord, to rejoice in Your wonderful plan, the plan and the promise that one day the desert will bloom.
It will flourish forever, and all will see, know, consider, and understand that God has done this. May You be glorified in our lives, even when we are in the middle of the desert. Help us to not only survive the desert, but to thrive in it, so that Jesus will be magnified through our lives, all of this we ask in Your great name, amen.
Annamarie: Navigating life’s deserts together, Revive Our Hearts with Nancy DeMoss Wolgemuth is an outreach of Life Action Ministries.
All Scriptures are taken from the American Standard Bible unless otherwise indicated.
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