Siervas efectivas en el reino de Dios, día 2
Annamarie Sauter: Sabes, no nacemos siendo sabias…es algo que aprendemos a lo largo de la vida.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Somos por naturaleza necias. «La necedad está ligada al corazón del niño», dice Proverbios capítulo 22. Desde que nacemos nuestra inclinación es a alejarnos de Dios, a vivir nuestras vidas independientes de Dios. Y eso significa que nunca seremos sabias si no nacemos de nuevo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos con la enseñanza de Nancy titulada, Siervas efectivas en el reino de Dios.
Nancy: El lema de nuestro ministerio, Aviva Nuestros Corazones, es «Llamando a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo». No solo queremos que las mujeres cristianas simplemente vivan, que existan, sino que vivan la vida plena que Dios quiere que vivamos. Él no nos redimió para solo tener un fin …
Annamarie Sauter: Sabes, no nacemos siendo sabias…es algo que aprendemos a lo largo de la vida.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Somos por naturaleza necias. «La necedad está ligada al corazón del niño», dice Proverbios capítulo 22. Desde que nacemos nuestra inclinación es a alejarnos de Dios, a vivir nuestras vidas independientes de Dios. Y eso significa que nunca seremos sabias si no nacemos de nuevo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos con la enseñanza de Nancy titulada, Siervas efectivas en el reino de Dios.
Nancy: El lema de nuestro ministerio, Aviva Nuestros Corazones, es «Llamando a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo». No solo queremos que las mujeres cristianas simplemente vivan, que existan, sino que vivan la vida plena que Dios quiere que vivamos. Él no nos redimió para solo tener un fin de semana de una experiencia cristiana, sobreviviendo apenas en espera del rapto. No, sino que Él quiere que experimentemos aquí y ahora la plenitud de Su vida dentro de nosotras.
Y en esta breve serie de tres días estamos hablando acerca de lo que significa ser llenas de Cristo, y cómo identificarlo. Estamos viendo un pasaje en el libro de los Hechos en el capítulo 6 que habla de Esteban. Él fue designado, elegido para una posición administrativa, para atender una crisis y suplir una necesidad en los inicios de la iglesia primitiva.
Se dice que Esteban estaba «lleno del Espíritu, lleno de sabiduría, lleno de fe, lleno de gracia, y lleno de poder». Y como les compartí en la última sesión, estas son 5 cosas por las que he estado orando por mí misma para mi vida en este último año. «Señor, quiero ser llena del Espíritu; quiero ser llena de sabiduría; quiero ser llena de fe; quiero ser llena de gracia y quiero ser llena de poder, de Tu poder».
Y también he estado orando esto por otras personas. Y tú dirás, «¿y Dios está respondiéndote?» Bueno, creo que Dios responde y escucha las oraciones que son de acuerdo a Su voluntad, así que tengo que creer que Él responde incluso en maneras que yo no puedo ver. Y espero que también te aferres a estas cinco cosas y comiences a orarlas para ti y para los miembros de tu familia y otros a tu alrededor.
Ahora, vimos en la última sesión lo que significa ser llenas del Espíritu, ser vaciadas de la carne y de uno mismo, y ser llenadas de Cristo. Y hoy queremos ver lo que significa ser llenas de sabiduría y llenas de fe.
Primero vamos a ver, llenas de sabiduría. Creo que sabes que la sabiduría no es necesariamente lo mismo que ser inteligente o tener mucho conocimiento. La sabiduría es el conocimiento aplicado, el conocimiento vivido en el laboratorio de la vida. Es la habilidad de ver todo en la vida desde la perspectiva de Dios, y de tomar decisiones que son consistentes con esa perspectiva.
La sabiduría tiene que ver con nuestra forma de pensar, la actitud de nuestro corazón, las reacciones o respuestas (especialmente nuestras reacciones al ser presionadas, cuando estamos bajo presión), nuestras decisiones, nuestro estilo de vida. Cada área de nuestras vidas se ve afectada por la presencia o por la ausencia de sabiduría.
Por lo tanto cuando la iglesia primitiva tuvo este conflicto, esta cuestión administrativa que necesitaba ser resuelta, los apóstoles le dijeron a la congregación: «Por tanto, hermanos, escoged de entre vosotros siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea» (Hechos 6:3). Estos hombres necesitaban sabiduría para poder resolver el conflicto y asegurarse de que las necesidades de las viudas de habla griega que sentían que habían sido pasadas por alto, que habían sido desatendidas, estaban siendo cubiertas.
Tú y yo necesitamos sabiduría para lo que Dios nos ha llamado a hacer, y cómo se ve eso en una temporada de la vida, puede ser diferente a cómo se ve en otra temporada de la vida. Necesitamos sabiduría para tratar con los problemas en el trabajo, aquellas que servimos ahí, o en la iglesia, en tu ministerio, en tu vecindario, en tu familia.
Aquellas de ustedes que son madres, necesitan sabiduría para saber cómo criar a sus hijos. Necesitas sabiduría a cualquier edad para saber cómo honrar a tus padres. ¿Cómo luce eso en una temporada en particular en la vida? Para saber cómo ser de bendición para tu pareja, cómo servir en la iglesia, cómo administrar tu tiempo, para lidiar con ese vecino malhumorado, o cómo convivir con tu compañera de cuarto en la universidad que te hace la vida imposible, necesitas sabiduría. Y las Escrituras enfatizan una y otra vez la importancia de perseguir la sabiduría.
Proverbios capítulo 4 dice:
«Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las palabras de mi boca. No la abandones y ella velará sobre ti, ámala y ella te protegerá. Lo principal es la sabiduría; adquiere sabiduría, y con todo lo que obtengas adquiere inteligencia. Estímala, y ella te ensalzará; ella te honrará si tú la abrazas; guirnalda de gracia pondrá en tu cabeza, corona de hermosura te entregará» (vv. 5-9).
Ahora, hay una parte grandiosa: Cuando tú recibes la sabiduría, recibes también otras bendiciones que vienen con la sabiduría.
Por ejemplo Proverbios capítulo 3 dice:
«Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades mejor que el oro fino. Es más preciosa que las joyas, y nada de lo que deseas se compara con ella.
Larga vida hay en su mano derecha, en su mano izquierda, riquezas y honra. Sus caminos son caminos agradables y todas sus sendas, paz. Es árbol de vida para los que de ella echan mano, y felices son los que la abrazan» (Prov 13-18).
El otro día empecé a hacer algo, empecé a ir por el libro de Proverbios y por toda mi Biblia (aunque no llegué a hacerlo hasta el final), y escribí una «s» al lado de cada versículo que mencionaba la palabra sabiduría o sabio, y pude observar algunas de las bendiciones que acompañan a la sabiduría. Por ejemplo:
Proverbios capítulo 2, nos dice que la sabiduría nos protege moralmente. Enfrentarás tentaciones morales, pero si tienes un corazón sabio, estarás protegida del fracaso moral.
En Proverbios capítulo 3 nos dice que la sabiduría nos protegerá del temor. Nos hará libres del temor.
Proverbios capítulo 3 también dice que la sabiduría te dará honra. Y así sucesivamente más bendiciones. Puedes leer el libro de Proverbios y en otros lugares de las Escrituras para ver algunas de las bendiciones que acompañan a la sabiduría.
Recuerdas cuando Salomón le pidió a Dios sabiduría. Una cosa, ¿qué quieres? y él pidió sabiduría.
Y Dios le dijo a Salomón, «porque pediste sabiduría y no otras cosas que bien pudiste haber pedido –como dinero, posición o influencia– te daré sabiduría. Y también te daré las demás cosas con ella».
Así que queremos sabiduría. Queremos ser intencionales en buscarla. Pero ¿cómo podemos ser llenas de sabiduría? ¿Cómo la obtenemos? Bueno, el lugar para comenzar, pienso que es pidiéndola a Dios. La sabiduría viene de Dios. Por ejemplo, puedes ver en Job capítulo 28, donde dice: «Mas la sabiduría, ¿dónde se hallará? Y ¿dónde está el lugar de la inteligencia? Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar» (vv. 12, 23).
Proverbios capítulo 2 dice:
«Porque si clamas a la inteligencia, y alzas tu voz al entendimiento, si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia. Él reserva la prosperidad para los rectos, es escudo para los que andan en integridad» (vv. 3-7).
Y estos versículos me dicen que la sabiduría no solo viene de Dios, sino que necesitamos ser intencionales y vehementes en buscar esa sabiduría.
El otro día estaba en una llamada telefónica con algunas amigas compartiendo ideas para algunos aspectos de esta serie. Y le dije a una de esas mujeres –le hice una pregunta incómoda– «¿oras intencionalmente por sabiduría?», ella es una mujer muy sabia, y le dije, «¿estás vehementemente buscando la sabiduría?»
Y ella me contestó: «Sabes, para ser honesta, hasta que leí el pasaje en Hechos capítulo 6, que estamos estudiando, no había sido intencional sobre esto. Solo asumía que la sabiduría venía a uno a medida que uno maduraba en su fe».
Bueno, y eso es cierto. Pienso que es así, pero en este pasaje hay un mandato a ser intencionales y proactivas en decir: «Señor, necesito sabiduría». Y una de las razones por lo que esto es así, es porque cuando clamamos por sabiduría, en realidad lo que estamos diciendo es «no tengo sabiduría», y es una expresión de humildad y de necesidad.
Si pensamos que tenemos todo lo que necesitamos para manejar las circunstancias y las situaciones de nuestras vidas, no vamos a clamar a Dios por sabiduría. De hecho, la ausencia de oración es una de las grandes evidencias de orgullo en mi vida. Es una evidencia de autosuficiencia de «puedo hacerlo sin Dios».
Ahora, en mi cabeza sé que no puedo, pero cuando no oro y no le pido a Dios sabiduría y que me dé la habilidad para hacer lo que Él me ha llamado a hacer, lo que realmente estoy diciendo es: «Yo puedo manejar esto». Y a veces pienso que Dios mira desde el cielo como diciendo: «¿Te quieres encargar de eso? ¡Pues adelante, inténtalo!» Y luego sabes que terminamos diciendo, «yo no puedo con esto, es demasiado para mí».
He notado día tras día que no puedo hacer lo que Dios me ha mandado a hacer, si no adquiero la sabiduría que viene de Él. Así que clama a Dios y pídela, y luego comparte tu tiempo con personas sabias. Elige cuidadosamente tus amistades, y rodéate por lo menos de algunas personas con un corazón sabio.
Proverbios capítulo 13, versículo 20 dice: «El que anda con sabios, será sabio».
Así que no tengas personas necias en tu vida. No tengas amigas íntimas que sean necias. Y en realidad nos reímos de eso, pero te digo que este es un mensaje muy importante para todas nosotras pero particularmente para la generación más joven. Al enseñarles a tus hijos acerca de elegir sus amistades y con quién juntarse, a quién agregar en Facebook o Twitter, tienes que conocerlas y ver si tus hijos siguen a personas necias y por consiguiente ellos están repitiendo esas cosas que los necios dicen.
Con quién tú andas dice mucho de quién eres. Así que como una mujer de Dios o una mujer que desea ser una mujer de Dios, yo quiero caminar con personas sabias. Quiero tener en mi vida a personas que amen a Dios, que teman a Dios, quienes piensen sabiamente, que conozcan la Palabra de Dios. Que saben cómo aplicarla a sus vidas. No quiero juntarme con personas que piensan que lo saben todo, sino con personas humildes, que sepan que necesitan a Dios. Quiero que esas personas me contagien, y quiero convertirme en el tipo de mujer que si alguien camina conmigo, también esa persona se hará sabia.
No es solamente importante que nos juntemos con personas sabias, sino también es importante que tengamos corazones enseñables, que aprendamos y que pidamos consejo. Pienso que esta es una de las cosas más grandes que está ausente en la generación de hoy en día. La gente cree que se lo sabe todo, pero la verdad es que no sabemos nada. Sabemos tan poco, y mientras más vivimos más cuenta nos damos de lo poco que sabemos. Encuentro tan importante no solamente el tener personas buenas en mi vida, personas sabias, humildes, que aman y temen al Señor, sino el convertirme en una persona enseñable, que aprende, que escucha, que busca, que solicita consejo piadoso.
Ahora, hay que evaluar que el consejo vaya de acuerdo con la palabra de Dios –no lo sigas ciegamente. Si junto a ti tienes personas sabias que conocen la Palabra de Dios, entonces quiero pensarlo dos veces antes de rechazar ese consejo. Eso sería una insensatez de mi parte. Estar llena de sabiduría es ser enseñable y estar rodeada de personas con sabiduría que pueden enseñarte.
Y luego estar llena de sabiduría es el principio de conocer y temer a Dios, como dice Proverbios capítulo 9, en el versículo 10: «El principio de la sabiduría es el temor del Señor, y el conocimiento del Santo es inteligencia».
Si no conoces a Dios y no tienes temor de Dios, si no sientes un respeto reverente hacia Dios, si no tienes esa conciencia constante de la presencia de Dios en tu vida (eso es el temor a Dios), entonces ni siquiera has empezado el trayecto hacia la sabiduría. El principio de la sabiduría es el temor del Señor –el principio, donde se empieza. Así que empiezas conociendo a Dios, temiendo al Señor, honrándolo, reverenciándolo, dejando que ocupe el lugar central en tu vida, orientando tu vida alrededor de Él. Ese es el principio de la sabiduría.
Y nunca podrás ser llena de sabiduría si llenas tu mente, tu corazón, tu tiempo con las revistas del mundo,con novelas románticas del mundo, con las películas, la música del mundo, los programas de televisión, el pensamiento del mundo. Serás necia si te llenas de cosas necias. El principio para ser llena de sabiduría es estar llena de Dios, temer al Señor.
Y estar llenas de sabiduría también requiere que estemos vacías de insensatez y de necedad. Significa que debemos renunciar y abandonar la sabiduría humana, la sabiduría natural de este mundo, y en su lugar debemos abrazar la sabiduría de Dios, la cual para muchas personas en este mundo, es una insensatez. Si vas a seguir la sabiduría de Dios, debes esperar que las personas cercanas a ti que no conocen a Dios empiecen a pensar que estás loca, porque ellos no entienden.
No tienen un sensor espiritual. No tienen un sintonizador y no tienen un receptor. No pueden comprender la sabiduría de Dios. Y les parece una locura perdonar a quienes les hacen daño, o escoger el camino de la pureza moral en vez de entregarse a la impureza moral, o abrazar el pensamiento de Dios, o recibir el consejo de Dios de ser una dadora generosa. Dar aquello que puede que necesites para tu pensión es una locura para la manera de pensar del mundo.
Y quiero que me entiendas bien, porque no estoy diciendo que Dios dice que debes dar todo tu fondo de pensiones, o parte de él. Lo que estoy diciendo es que la intención de Dios es que seamos dadoras generosas. Y eso es sabiduría de Dios, pero en el pensamiento del mundo, eso es insensatez, es locura.
Así que para estar llenas de sabiduría, tenemos que estar dispuestas a abandonar la sabiduría del mundo, a considerarla insensata y abrazar los caminos de Dios, vivir una vida cristocéntrica y no egocéntrica.
Ahora, aquí está el asunto: Somos por naturaleza necias. Todas nacemos necias. «La necedad está ligada al corazón del niño», dice Proverbios 22. Desde que nacemos nuestra inclinación es a separarnos de Dios, a vivir nuestras vidas independientes de Él. Esto significa que nunca seremos sabias a no ser que volvamos a nacer, que seamos regeneradas, que nazcamos de nuevo.
Jesús fue el modelo de lo que fue un ser humano lleno de sabiduría, y podemos ver que en su vida hubo un progreso y un crecimiento involucrado en este aspecto.
En Lucas capítulo 2, el versículo 40 dice: «Y el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría». No pasó de la noche a la mañana. Como ser humano, él creció en sabiduría.
Y en el versículo 52 dice, «y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres».
Jesús es nuestra sabiduría, y en Él se esconden todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Y nosotras queremos ser llenas de sabiduría.
Quisiera hablar durante el tiempo que nos resta de lo que significa ser llenas de fe.
La Escritura dice en Hechos capítulo 6 que «Esteban era un hombre lleno de fe». Él tenía confianza en la palabra de Dios, y puedes darte cuenta al leer el relato de Esteban en el capítulo 7 del libro de los Hechos. Él conocía el Antiguo Testamento muy bien. «La fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Dios». Él confiaba en la palabra de Dios. Él tenía fe y confianza en el Dios de la palabra, el Dios de la historia, el Dios del Antiguo Testamento, en las promesas de Dios. Y puedes ver que su vida estaba llena de confianza en la palabra de Dios y en el Dios de la palabra.
Él tenía fe en Cristo. De hecho, Él sabía que Jesús era el Dios hecho hombre, que había vivido una vida sin pecado, que había sido crucificado, que resucitó, ascendió al cielo, y ahora está sentado a la diestra del Padre, y un día regresará en las nubes a buscar a los suyos. Se necesita fe para creer en todo eso, y Esteban estaba lleno de fe. Así que cuando él fue perseguido por su fe en Cristo, puso más valor en lo invisible que en lo visible, en las realidades eternas.
Esteban era un hombre «lleno de fe», y aun así fue un mártir por su fe. Él murió apedreado, y eso nos recuerda que estar llena de fe no impedirá que nos pasen cosas malas. No significa que no tendrás cáncer, o que si lo tienes, Dios te va a sanar en esta vida.
Estar llena de fe no significa que tus hijos tomarán siempre decisiones sabias, que no se convertirán en hijos pródigos, o que tu esposo no perderá su trabajo, o que tú no perderás el tuyo. Estar llena de fe no significa que no sufrirás a veces por hacer las cosas que son correctas.
Estar llena de fe sí te permitirá caminar a través de la adversidad sin que el miedo te paralice. Te dará la habilidad de obedecer a Dios y seguirlo a pesar de las circunstancias.
Déjame pedirte que vayas en tu Biblia al libro de Hebreos, al capítulo 10, el versículo 32. Quiero mostrarte cómo luce esto en el Nuevo Testamento. Quisiera que leyéramos el capítulo completo, o todo el libro. Porque el escritor de Hebreos enlaza cada pensamiento y habla sobre el evangelio, el sacrificio de Cristo, la expiación por nuestros pecados, y luego dice de manera muy práctica a la iglesia perseguida:
«Pero recordad los días pasados, cuando después de haber sido iluminados, (después que obtuvisteis fe) soportasteis una gran lucha de padecimientos; por una parte, siendo hechos un espectáculo público en oprobios y aflicciones, y por otra, siendo compañeros de los que eran tratados así.
Porque tuvisteis compasión de los prisioneros y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, sabiendo (y esta es la fe) que tenéis para vosotros mismos una mayor y más duradera posesión. Por tanto, no desechéis vuestra confianza (vuestra fe), la cual tiene gran recompensa».
No se escucha como una gran recompensa lo que acabamos de leer, ¿verdad? Pero sin embargo él dice que «más allá del sufrimiento, de la aflicción, más allá de toda lucha de padecimientos, hay una recompensa».
«Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa».
«Porque (y aquí cita el libro de Habacuc) dentro de muy poco tiempo, el que ha de venir vendrá y no tardará. Mas mi justo vivirá por la fe; y si retrocede, mi alma no se complacerá en él» (vv. 32-38).
El asunto es que no puedes ver, pero confías en que Dios cumple Sus promesas y que Cristo volverá y redimirá este mundo caído. Él hará todas las cosas nuevas, y la recompensa vendrá.
Aquí él está hablando en el contexto de tener fe en la obra de Cristo a favor de nosotras, pero esa fe no solamente nos da seguridad de salvación (sí, yo sé que soy salva; yo sé que voy a ir al cielo), sino que esa mismafe nos capacita para obedecer a Dios, para servirle, seguirle cuando estamos tentadas a tener miedo, cuando estamos tentadas a tirar la toalla, o cuando Dios nos llama a hacer cosas que humanamente parecen imposibles. Él dice:
«Más mi justo vivirá por la fe; y si retrocede, mi alma no se complacerá en él. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (Hebreos 10:38 - 11:1).
Así es como ellos agradaban a Dios, por fe, aferrándose a Dios cuando no podían ver el resultado de su fe.
Y el autor de los Hebreos en el capítulo 11, continúa hablando sobre algunos de los hombres y mujeres de fe: Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sarah, Isaac, Jacob, José, Moisés, Rahab.
Por fe… conquistaron reinos… cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada… se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros (Heb. 11:32-34).
Fue por fe que pudieron hacer todo eso. Pero miremos el versículo 36, también necesitaron fe para pasar lo que pasaron.
«Otros experimentaron vituperios y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, muertos a espada» (vv. 36-37).
¿Cómo soportaron las dificultades? Bueno en el versículo 27 nos dice de Moisés, y eso fue cierto de todos ellos, que «se mantuvo firme como viendo al invisible». Eso es fe, ver a Dios con ojos de fe cuando tus circunstancias se ven horribles, cuando tienes que soportar sufrimiento, dolor y angustia. ¿Cómo tienes fe? Mantén tus ojos en Cristo. Fija tus ojos en Jesús.
Y con ojos de fe estos hombres y mujeres fueron capaces de ver y confiar en la soberanía de Dios, en el plan de Dios, en el propósito de Dios. Mientras estaban sufriendo, por fe fijaron su mirada en Cristo y se aferraron a Sus promesas, eso fue lo que les dio la capacidad de estimar a Cristo como el tesoro supremo por encima de la vida misma.
Por eso estuvieron dispuestos a permitir que sus casas fueran saqueadas y se llevaran sus pertenencias, ir a prisión, ser martirizados, decapitados, apedreados y aserrados. ¿Cómo? No eran superhéroes, no eran supercristianos. Ellos caminaban por fe, ellos estaban llenos de fe.
Y me gusta ese coro del himno que probablemente has escuchado cantar a Keith y Kristen Getty:
Nos levantaremos como hijos de la promesa,
Fijaremos nuestros ojos en Él la recompensa de nuestra alma,
Hasta que la carrera termine y el trabajo haya terminado,
Vivir por fe y no por ver.
Oh Dios, te pido por todas las que estamos escuchando este programa, por mí y por aquellas que nos escuchan por la radio, internet, o por cualquier medio, te pido por todas nosotras. Oh Señor, te pido que nos llenes de sabiduría, vacíanos de toda necedad, y llénanos de fe. Vacíanos de dudas, miedos y que podamos fijar, poner nuestros ojos en Cristo, la recompensa de nuestra alma. Hasta que esta carrera termine y el trabajo se haya completado, que podamos caminar por fe y no por vista. En el nombre de Jesús te lo pido, Amen.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado hablando sobre importantes cualidades que necesitamos para ser siervas efectivas en el reino de Cristo. Y tú, ¿dirás, «sí, Señor»?
Y para vivir a la manera de Dios, necesitamos poder. En el próximo episodio Nancy te enseñará dónde puedes conseguirlo. Acompáñanos aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Sirviendo en el reino de Dios juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
No olvides que la lectura de hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Oseas capítulos 10 al 14.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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