Señales de aliento
Nancy DeMoss Wolgemuth: La necesidad de este mensaje y de nuestra misión era grande cuando comenzó este ministerio hace veinte años, pero nunca ha sido mayor que hoy. No tengo que convencerte o darte muchos ejemplos de cómo nuestra cultura ha sido arrastrada por pensamientos y prácticas que son diametralmente opuestos al plan bueno y hermoso de Dios.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Cuándo fue la última vez que estuviste a punto de tirar la toalla…de rendirte? Bueno, esto es algo que a todas nos sucede, y en esos momentos necesitamos palabras de aliento. Eso es precisamente lo que escucharemos hoy, a través de un mensaje que Nancy compartió con un grupo de colaboradores del ministerio, titulado, No desfallecemos. En este ella nos habla sobre lo que la motiva a continuar hacia adelante y no rendirse, …
Nancy DeMoss Wolgemuth: La necesidad de este mensaje y de nuestra misión era grande cuando comenzó este ministerio hace veinte años, pero nunca ha sido mayor que hoy. No tengo que convencerte o darte muchos ejemplos de cómo nuestra cultura ha sido arrastrada por pensamientos y prácticas que son diametralmente opuestos al plan bueno y hermoso de Dios.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Cuándo fue la última vez que estuviste a punto de tirar la toalla…de rendirte? Bueno, esto es algo que a todas nos sucede, y en esos momentos necesitamos palabras de aliento. Eso es precisamente lo que escucharemos hoy, a través de un mensaje que Nancy compartió con un grupo de colaboradores del ministerio, titulado, No desfallecemos. En este ella nos habla sobre lo que la motiva a continuar hacia adelante y no rendirse, y reflexiona sobre marcas o recordatorios importantes a lo largo de sus veinte años de ministerio.
Escuchemos.
Nancy: ¡Veinte años! Veinte años de ministerio juntos, llamando a las mujeres a reconciliarse con Dios. Al reflexionar sobre esto y lo que representa, he pensado en Josué en el Antiguo Testamento, y cómo mientras llevó a los hijos de Israel a la tierra prometida, hubo batallas que librar y situaciones que parecían imposibles de enfrentar. Pero cuando enfrentaban momentos claves de su viaje, se detenían y ponían un recordatorio –una marca o memorial. En una ocasión fueron piedras. Tú dirás: «¡Son solo rocas!» Bueno, la verdad es que eran rocas que contaban una historia.
La finalidad de esa especie de memorial era: no te apresures a avanzar a lo siguiente, al próximo capítulo, al próximo evento. Detente. Coloca estas piedras para que en los años venideros, tú y tus hijos, al ver las rocas, recuerden: «Esto fue lo que Dios hizo aquí».
Para que cuando tus hijos vengan y te pregunten: «¿Qué significan esas piedras?» Tú les digas: Dios se encontró con nosotros aquí. Dios nos alimentó aquí. Dios proveyó agua. Dios derrotó al enemigo. Las murallas de Jericó se derrumbaron aquí. Aquí cruzamos el Jordán (ver Josué 4). Recuerda lo que Dios ha hecho.
En los últimos meses, a la luz de veinte años de ministerio, he estado trayendo y revisando recordatorios o memoriales en mi propio corazón al leer algunos correos electrónicos de muchos años atrás, notas de hace años, entradas en mi diario en las diferentes etapas y fases, de cómo Dios ha guiado este ministerio. Han sido dulces recordatorios de la historia y del legado que Dios nos ha confiado, de por qué hacemos lo que hacemos. A veces necesito ser recordada de estas cosas.
Por ejemplo, algunos de estos correos electrónicos me recordaron el largo y arduo proceso que implicó elegir el nombre de este ministerio. Alguien me preguntó en estos días: «¿Cómo elegiste el nombre Aviva Nuestros Corazones?» Bueno, fue una larga historia; fueron meses de deliberación. Y las personas que me conocen saben que me toma mucho tiempo incluso decidir qué es lo que voy a desayunar. Pero finalmente tomamos la decisión de llamarlo Aviva Nuestros Corazones.
Cuando se tomó esa decisión, envié un correo electrónico para compartirlo con algunos de nuestros amigos y compañeros de oración. Les dije, «Aviva Nuestros Corazones es la consigna que ha ardido en mi corazón desde que era una niña, y mi gozo sería grande si Dios usara este programa para levantar una oleada de anhelos en los corazones de Su pueblo por un nuevo derramamiento de Su Espíritu en nuestros días».
Ese nombre es significativo. Es un memorial, un recordatorio. Aviva, es una oración. Es mirar a Dios y preguntarle: «¿Querrías darnos vida? ¿Volverías a despertarnos? ¿Podrías avivar nuestros corazones?» No se trata de cambiar nuestro comportamiento, sino de ser avivadas, de ser vivificadas. Es decir, «restaura nuestro primer amor, y luego haz que todo lo que hagamos sea fruto del desbordamiento de nuestro amor por Cristo».
Exactamente una semana antes de que los primeros programas salieran al aire, me pidieron que hablara en una convención de emisoras que forman parte de una asociación de comunicadores cristianos. Se llevó a cabo en San Francisco ese año. Recientemente saqué mis notas y revisé lo que dije ese día. Me trajo recuerdos… Estaba temblando, estaba estremecida. Este era un gran llamado y estaba muerta de miedo por todo lo que implicaba. Pero sabíamos que Dios estaba allí.
Les dije a unos amigos reunidos ese día que creíamos que Dios traería un mover por Su Espíritu entre las mujeres, que produciría un verdadero avivamiento y reforma. Lo llamamos una contrarrevolución para recuperar el terreno que se había cedido a filosofías erróneas, mundanas, impías y no bíblicas durante las últimas generaciones.
Y encontré una de mis notas del 2 de septiembre del 2001, la noche antes de que saliera al aire el primer programa de Revive our Hearts, y déjenme leerles un resumen de lo que decía:
«Señor, estoy asombrada por todo lo que has hecho para que lleguemos a este día en este ministerio. Has orquestado todas las piezas de una manera que nunca habríamos imaginado. Tu provisión ha sido maravillosa a lo largo de esta fase de lanzamiento. Sin embargo, este llamado está mucho más allá de mis dones y habilidades naturales. Mis ojos están puestos en Ti. Ayúdame a descansar en Ti y a servirte con alegría de corazón y en la plenitud de Tu Espíritu. Me consagro de nuevo a Ti. Concédeme vivir solo para Ti.
Te pido sabiduría y capacidad sobrenatural suficientes para esta tarea. Sostenme, Señor, por Tu Palabra, Tu gracia y Tu Espíritu. Oro por Tu presencia, por Tu unción en nuestros débiles esfuerzos. Y, oh Señor, ¿te agradarías en multiplicar las semillas que sembremos para que produzcan una gran cosecha de avivamiento y justicia en las vidas de las mujeres? Oro por un movimiento de Tu Espíritu que no se pueda explicar en términos de esfuerzo humano.
¿Volverías Tu rostro hacia nosotras, harías que brille sobre nosotras y volverías el corazón de las mujeres hacia Ti? Que Tú seas magnificado a través de este ministerio».
Verás, desde el primer día, desde antes del primer día, mientras llevábamos meses grabando, nuestro objetivo ha sido que la atención se centre en Cristo –queremos apuntar a las personas hacia Él. Desde el principio nuestra misión ha sido llamar a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Esas son palabras que significaron mucho para nosotras en ese entonces, y han llegado a significar aún más al ver al Señor liberar a las mujeres de la esclavitud, del cautiverio a la amargura, a la ira, a hábitos pecaminosos, a la vergüenza de su pasado, a la culpa y el dolor. Hemos visto a Dios poner en libertad a los cautivos –libertad.
Entonces: plenitud. Hoy vemos tantos cristianos que parece que están soportando su vida cristiana –apenas sobreviviendo en la fe– pero no disfrutando de la herencia que les pertenece en Cristo, la plenitud de la vida en el Espíritu.
El mundo debe desear tener lo que ve en los cristianos.
Luego la abundancia. No solo queremos libertad y plenitud para nosotras mismas, sino para ser dadoras de vida, reproducirnos, multiplicar el evangelio en las vidas de los demás.
Hemos estado llamando a las mujeres a encontrar todo esto en Cristo. Hemos estado llamando a las mujeres a que digan: «Sí, Señor». Y he tenido esta conversación con el Señor muchas veces a lo largo de los años. Si me has escuchado por algún tiempo, sabrás que el versículo lema de mi vida es Lucas 1, cuando el ángel se acercó a María y le dijo: «Vas a tener un hijo. Dios te ha elegido para usarte con un propósito único y especial», y María le preguntó: «¿Cómo será esto?»
Y el ángel le contesta: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra». Y luego la respuesta de María –y ¡me encanta! Es lo que quiero que sea mi respuesta de por vida al Señor. Ella le dijo: «Aquí tienes a la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (v.36). Ella dijo: «Sí, Señor. Como quieras usar mi vida, cualquier cosa que quieras hacer en mí y a través de mí, estoy disponible. Sí, Señor».
Y ese es el clamor a que invitamos a todas las mujeres y a todas nosotras: «Sí, Señor. Úsame como Tú quieras».
Día tras día a lo largo de estos años, hemos visto el poder de la verdad, el poder de la Palabra de Dios para liberar a las personas y transformar sus vidas de adentro hacia afuera. Muchas de las que nos escuchan podrían dar testimonio de que eso ha sido una realidad en sus vidas, y es mi testimonio también, de cómo la Palabra de Dios ha sido un poder transformador durante estos años.
Ahora, a lo largo de todos estos años de ministerio ha habido muchos momentos que llamamos «momentos del mar Rojo». Llegas hasta el muro de agua, el mar Rojo, y tienes montañas a ambos lados, y el ejército del enemigo viene detrás de ti, y clamas: «¡Socorro, Señor! ¡No podemos hacer esto!»
A menudo, ese momento del mar Rojo era la noche anterior a una sesión de grabación donde iba a grabar ocho, diez o quince programas nuevos al día siguiente…y aún no tenía todo el material listo. Clamaba al Señor y, a veces, les decía a algunas amigas amadas: «¡Ayuda!, no puedo hacer esto».
Pero a Dios le encanta escucharnos reconocer nuestra debilidad y nuestra necesidad, y Él viene como una ambulancia que acude a la escena de una llamada 911. Él viene corriendo a la escena de nuestra necesidad para traernos Su gracia. Has estado allí. Y dices: «No puedo hacer esto, Señor». Y Él dice: «Pero Yo puedo. Tengo gracia para este momento del mar Rojo».
Recuerdo cuando llevábamos un año o dos en el ministerio y nos enfrentábamos a algunos desafíos importantes. Heredamos unos 300 espacios en la radio. Eso fue justo antes de que el internet nos brindara una audiencia mucho más amplia. Heredamos los espacios radiales de Gateway To Joy, el ministerio y el programa radial de Elisabeth Elliot, pero no heredamos los fondos para pagar por esos espacios. Ese fue un tiempo difícil. Hemos enfrentado muchos otros momentos difíciles desde entonces, pero en ese momento en particular, recuerdo haber orado: «Señor, estoy temblando. Sé que me llamaste a esto, pero ¿podrías darme una confirmación? ¿Traerías los fondos de una forma inesperada solo para recordarme que eres Tú quien nos has llamado a esto y que vas a proveer para ello?»
Creo que fue la semana siguiente cuando recibimos un cheque por una cantidad enorme. Nunca habíamos recibido algo así. Fue una donación de una amiga muy amada de mucho tiempo atrás, una mujer de oración en mi vida que había muerto un año antes y su patrimonio estaba recién liquidado. Yo no tenía idea de que ella había dejado eso en su testamento. Pero el Señor sabía cuándo íbamos a necesitar esos fondos y cuándo yo iba a necesitar ánimo del cielo al comprobar una vez más que Él es nuestro proveedor.
Bueno, ha habido muchos de esos momentos del mar Rojo. Una y otra vez hemos llegado, como tú, justo al borde de grandes barreras y obstáculos. No podíamos imaginar cómo íbamos a seguir adelante. Pero una y otra y otra vez Dios apareció. Proveyó lo que necesitábamos para cruzar el mar pisando tierra firme. Ese es el Dios que nos ha llamado a servirle.
Quiero compartir otro recordatorio más y luego abriremos la Palabra de Dios para leer juntas un pasaje que ha sido de mucho aliento para mí.
En el año 2011 celebramos el décimo aniversario de Revive Our Hearts (nuestro programa en inglés) ¡Y en el año 2023 Aviva Nuestros Corazones (el alcance en español) celebrará su décimo aniversario! Me encantan los recordatorios importantes. Recuerdo que en el 2011 me preguntaron: «¿Dónde te gustaría ver el ministerio dentro de diez años?»
Y esto fue lo que escribí:
«Queremos expandir nuestros alcances. Tanto de transmisión como a través de eventos, del uso del internet y de publicaciones, de modo que sucedan las siguientes cosas…»
Ahora, aquellas de ustedes que han estado con nosotros durante estos años, pueden ver cuánto crecimiento pueden identificar en estos últimos diez años en estas áreas. Continué diciendo:
«… Queremos ver un movimiento de mujeres cristianas arraigadas, que reflejen la belleza de Cristo, estén llenas del Espíritu y estén comprometidas a vivir las implicaciones del evangelio en sus hogares, iglesias, lugares de trabajo y comunidades. Queremos ver un movimiento de mujeres que esté orando fervientemente por un verdadero avivamiento en la iglesia. Creemos que Dios levantará miles de ministerios de mujeres en iglesias locales equipadas con recursos para nutrir y capacitar a mujeres piadosas usando modelos y principios bíblicos».
El discipulado de mujeres no ocurre principalmente con personas que escuchan hablar a alguien que nunca han conocido o que nunca conocerán, en algún medio donde no hay un vínculo personal. El discipulado se lleva a cabo de vida a vida, allí en la vida de la iglesia local y de personas que hacen vida juntas y crecen juntas y buscan a Cristo juntas. Entonces, queremos capacitar a estas líderes de ministerios de mujeres para que sean discipuladoras de mujeres en sus iglesias.
Queríamos ver un fuerte enfoque de Tito 2 que motivara, movilizara y proporcionara recursos a las mujeres mayores para «enseñar lo que es bueno» a las mujeres más jóvenes. Cuando comenzamos este ministerio me consideraba una mujer joven. Ahora soy la mujer mayor, así que este pasaje es precioso para mí. Y qué hermoso es ver a mujeres mayores pasando el testigo de la fe a mujeres más jóvenes, invirtiendo en sus vidas, discipulándolas y nutriéndolas.
Queríamos ver un esfuerzo integrado de autoras y oradoras con base bíblica para influir en la vida y el pensamiento de las mujeres cristianas. Dios ha hecho esto a través de nuestros blogs, de nuestros podcasts, de nuestros eventos True Woman y Mujer Verdadera. ¡Me encanta ver a estas mujeres jóvenes que aman la Palabra, que aman a Cristo, que están ungidas con el poder del Espíritu Santo! Cuando mi tiempo en esta tierra termine y esté en la presencia del Señor, esas son las mujeres (y aquellas a las que entrenarán) que llevarán a cabo este ministerio a la próxima generación.
Queríamos ver una presencia más activa del mensaje que proclamamos en otros idiomas, países y culturas. Dije: «Esperamos particularmente ver un ministerio que abarque a las mujeres de habla hispana, tanto en EE. UU. como en toda América Latina». ¿Hemos visto a Dios hacer eso? ¡Sí! ¡Y es asombroso! Asombroso. Pero, ¿por qué deberíamos asombrarnos? Porque esto fue lo que le pedimos a Dios.
Luego, queríamos ver una multitud de mujeres cuyos corazones fueran avivados, que estuvieran activamente involucradas en ministerios de misericordia y compasión, en esfuerzos locales, prácticos y en formas que ministren gracia a mujeres necesitadas y afligidas en todo el mundo.
Hemos visto a Dios obrar abundantemente en cada una de estas áreas (libertad, plenitud y abundancia), y todo sigue avanzando. Robert y yo hablábamos de esto ayer mientras mirábamos hacia atrás y veíamos cosas que no podríamos haber imaginado que Dios haría en nuestra segunda década de ministerio. Robert me dijo: «Cariño, imagina cómo será el trigésimo aniversario».
Bueno, la proclamación de Cristo y Su Palabra está alcanzando y cambiando a las mujeres en todos los grupos demográficos: mujeres jóvenes, mujeres mayores, mujeres casadas, solteras, mujeres en entornos urbanos y rurales, mujeres de todas las etnias, mujeres –algunas de las cuales han estado en la iglesia toda su vida pero nunca han experimentado personalmente la maravilla de la gracia y el amor de Dios. Están en la iglesia, son religiosas, pero en realidad no conocen a Jesús.
Hay otras que han seguido el canto de sirena de la ideología feminista y se han encontrado engañadas y en profunda esclavitud. Dios las está alcanzando y está cambiando su forma de pensar y sus vidas.
Dios ha estado alcanzando a las mujeres en las iglesias de Cuba que están utilizando nuestros recursos de discipulado. Dios está alcanzando a las mujeres en los países musulmanes a quienes nunca antes se les había dicho: «Dios te ama y eres importante para Él como mujer». Nunca hubiera pensado que nuestro ministerio sería efectivo en algo tan culturalmente diferente a Occidente como lo es el mundo musulmán. Pero tenemos algunos de estos episodios disponibles en el idioma farsi, por ejemplo, mujeres persas están recibiendo estos podcasts en su idioma. Están respondiendo y diciendo: «Sí, Señor, quiero ser tuya y seguirte».
Dios está usando la verdad y este mensaje para llegar a mujeres como esta que nos envió un correo electrónico recientemente. Ella dice:
«Estoy perdiendo la memoria. Las cosas a corto plazo se me olvidan rápidamente. Incluso los recuerdos de toda la vida se me están olvidando. Eso me entristece, me asusta. Es una experiencia muy difícil. Es muy triste cuando veo cómo mi pérdida de memoria está afectando a mi esposo y nuestra relación».
Entonces Dios la atrajo a un recurso de Aviva Nuestros Corazones. Ella leyó algo que escribí y me lo citó. La pregunta en ese recurso era: «¿Qué estás enfrentando hoy que no puedes entender y estás luchando por soportar? Experimentarás paz al confiar en Su reino soberano sobre este mundo, incluidas todas las circunstancias de tu vida».
Ella terminó diciendo esto como respuesta:
«Estoy perdiendo la memoria, pero Dios no me olvidará. Dios se acordará de mí y me conformará a la imagen de Su Hijo. Mi esperanza está asegurada, y aunque pueda olvidar quién soy, Dios nunca me olvidará. Soy Su hija».
Es el poder del evangelio. Es el poder de la verdad.
Dios está alcanzando a mujeres como esta otra mujer que me envió un mensaje de texto hace apenas dos días. Me dijo:
«He estado atravesando algunas aguas profundas y fuertes olas durante el último año más o menos. Desde la cirugía de corazón abierto de mi esposo, los problemas matrimoniales, el cuidado de mi madre, las difíciles relaciones entre hermanos, el reciente descubrimiento de un posible cáncer, extensas cirugías dentales, un menisco desgarrado, la venta de nuestra casa y más; hasta una intensa acumulación de grandes problemas de la vida, y he estado preguntándome, ¿qué está haciendo Dios? El calor es intenso y el proceso de refinación parece estar en marcha».
Continuó contando cómo Dios está atrayendo su corazón a Él a través de estas crisis, a través de estos desafíos, para que lo mire a Él de una manera en que nunca antes lo había hecho.
Estas son las mujeres a las que hemos estado llegando con esperanza, ayuda y perspectiva día tras día.
Ahora, la necesidad de este mensaje y nuestra misión era grande cuando comenzó este ministerio hace veinte años, pero nunca ha sido mayor que hoy. No tengo que convencerte o darte muchos ejemplos de cómo nuestra cultura ha sido arrastrada por pensamientos y prácticas que son totalmente opuestos al plan bueno y hermoso de Dios. El mundo cree que arriba es abajo y abajo es arriba.
Es muy común hoy en día que tus hijos y las generaciones de tus nietos crean que es erróneo y que es una falta de amor afirmar lo que la Escritura nos dice sobre el pecado, sobre la salvación, sobre el género, la sexualidad, el matrimonio y la familia. Estos son días difíciles. Estos son tiempos difíciles. Pero no demasiado difíciles para Dios. No son demasiado difíciles para que Su Palabra y Su verdad penetren y cambien el pensamiento de las personas a las que, por nosotros mismos, nunca podremos persuadir. Pero Dios sí puede hacerlo.
Ahora quiero invitarte a que abras conmigo tu Biblia en 2 Corintios, capítulo 4. En los últimos meses me he estado saturando de 2 Corintios. Como saben, he estado estudiando la Biblia completa y haciendo anotaciones, y me detuve en 2 Corintios durante los últimos meses. A lo largo de este libro Pablo establece un modelo para el ministerio del evangelio. Pero en 2 Corintios 3, Pablo habla de cómo somos ministros de un nuevo pacto, el ministerio del Espíritu que da vida, que transforma la vida, que trae libertad y gloria.
Luego llegamos al capítulo 4, que es el que me gustaría que leamos en el tiempo que nos resta. Permíteme leer el versículo 1, y luego analizaremos el pasaje.
«Por tanto, puesto que tenemos este ministerio, según hemos recibido misericordia, no desfallecemos» (v.1).
Pablo dice que tenemos este ministerio. ¡Qué maravilla es el evangelio de Cristo, y qué increíble privilegio y don es ser sus siervas y apuntar a las personas hacia Él!
Pablo dice que tenemos este ministerio porque se nos mostró misericordia. El ministerio es un don que no se da a aquellos que son más merecedores o más espirituales que otros, sino a aquellos que no lo merecen y han recibido la misericordia de Dios. Como objetos de Su misericordia, estamos llamadas a convertirnos en instrumentos de Su misericordia en las vidas de los demás. Entonces Pablo dice: «Porque tenemos este ministerio y porque se nos mostró misericordia, no desfallecemos».
Quiero que te des cuenta de eso, porque esta es una frase que marca el comienzo y el final de este capítulo. «Por lo tanto no desfallecemos».
El apóstol Pablo enfrentó implacables ataques y oposición, pero nada pudo disuadirlo de llevar a cabo el llamado que Dios le había encomendado. Tú y yo no elegimos el llamado de Dios al ministerio, y no podemos elegir no hacerlo si nos sentimos cansadas y desanimadas o con el deseo de rendirnos. Aquellas que hemos recibido misericordia, si estamos en Cristo –esa eres tú, esa soy yo– aquellas de nosotras que hemos recibido misericordia debemos ser instrumentos de misericordia en las vidas de las demás. La misericordia que hemos recibido en la salvación nos sostiene mientras servimos al Señor y a los demás.
Ahora, vamos a tener la tentación de rendirnos. A veces somos tentadas a darnos por vencidas. No puedo contar la cantidad de ocasiones a lo largo de estos veinte años, e incluso veinte años antes del ministerio vocacional, que he sentido ganas de tirar la toalla. No soy una optimista natural. Miro el vaso medio vacío en lugar de medio lleno, y Dios tiene que enviar Su misericordia y Su gracia una y otra vez para rescatarme de mí misma y de mi debilidad, para entonces poner mis ojos en Él y enfocarme en Su fuerza.
El ministerio es difícil. Servir a los demás, servir a tus hijos, a tus nietos, en tu matrimonio, en tu iglesia, en tu lugar de trabajo, es un trabajo duro. Es trabajo duro ser fiel en representar el evangelio. Y hay muchas razones para eso.
Además, Pablo habla en el versículo 4 acerca de cómo Satanás ha cegado los ojos de las personas para que no vean la gloria de Dios revelada en Cristo. Los ha engañado acerca de lo que es correcto, verdadero y bueno. No podemos convencer a las personas, no podemos persuadirlas para que crean en el evangelio a menos que Dios les quite esa ceguera. Dios tiene que darles vista para ver el evangelio.
Entonces, a veces nos desanimamos porque las personas no están cambiando, no creen, no siguen a Cristo, no lo aman. Decimos: «¿No puedes ver?», la respuesta es no, no pueden, hasta que Dios les abra los ojos. Pero debido a que Dios ha perseverado con nosotras, nosotras perseveramos a favor de los demás. Es Su gracia la que nos da el poder para permanecer día tras día, año tras año.
Piensa en esa persona, ese familiar por el que has estado orando durante años. No ves un cambio. No puedes forzarlo. No puedes obligarlo a quererlo, pero puedes seguir clamando a Dios que es el que abre los ojos, da vista a los ciegos y da vida a los que están espiritualmente muertos. Por eso no nos rendimos, por eso no desfallecemos, por eso no desmayamos.
Annamarie: Esta ha sido la primera parte del mensaje titulado No desfallecemos, en el que Nancy reflexiona sobre recordatorios de la fidelidad de Dios a lo largo de 20 años de ministerio y Su abundante obrar en medio de las mujeres para llamarnos a libertad, plenitud y abundancia.
Y tú, ¿has estado viviendo enfocada en tu debilidad o en la misión que Dios ha puesto delante de ti? Nancy te ha estado animando a perseverar en la carrera de la fe y a continuar –junto a nosotras– alcanzando a más mujeres con la verdad. ¿Dirás «sí Señor» a orar junto a nosotras en Aviva Nuestros Corazones por un derramamiento del Espíritu de Dios en tu familia, en tu iglesia y en el mundo?
¿Sabías que los momentos más duros en la vida son a menudo los más fructíferos? Cuando mires hacia atrás al camino recorrido, verás la fidelidad de Dios y Su obra maravillosa en tu vida, ¿lo crees? Acompáñanos mañana para escuchar más sobre esto, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a un avivamiento genuino y a abrazar tu diseño como mujer, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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