Seis versículos poderosos
Débora: Muchas de nosotras podemos recitar el Salmo 23, pero…¿realmente lo entendemos?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hay algo acerca del corazón y el carácter de Dios que se relaciona con cada una de las situaciones de la vida que tú y yo pudiéramos enfrentar. De hecho, creo que si de verdad entendiéramos y viviéramos solo estos seis versículos, tendría un impacto monumental en la forma en que vivimos, porque podríamos enfrentar cada momento, cada situación, cada circunstancia de la vida, con paz, gozo, fe, confianza y valor.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 16 de octubre de 2023.
Durante este mes se celebra el mes del pastor en varios lugares del mundo. Muchas veces, cuando leemos un pasaje de la Biblia una y otra vez, nos podemos acostumbrar tanto a él que olvidamos lo que realmente significa. Podemos recitar …
Débora: Muchas de nosotras podemos recitar el Salmo 23, pero…¿realmente lo entendemos?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hay algo acerca del corazón y el carácter de Dios que se relaciona con cada una de las situaciones de la vida que tú y yo pudiéramos enfrentar. De hecho, creo que si de verdad entendiéramos y viviéramos solo estos seis versículos, tendría un impacto monumental en la forma en que vivimos, porque podríamos enfrentar cada momento, cada situación, cada circunstancia de la vida, con paz, gozo, fe, confianza y valor.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 16 de octubre de 2023.
Durante este mes se celebra el mes del pastor en varios lugares del mundo. Muchas veces, cuando leemos un pasaje de la Biblia una y otra vez, nos podemos acostumbrar tanto a él que olvidamos lo que realmente significa. Podemos recitar el Salmo 23, que nos habla acerca de confiar en nuestro buen Pastor, y al mismo tiempo estar preocupadas por toda clase de cosas.
En la serie a la que damos inicio hoy, Nancy nos ayudará a ver de manera fresca este salmo tan popular.
Nancy: Aquellas de ustedes que me han escuchado enseñar anteriormente o que han leído algunos de mis libros, saben que durante mi tiempo a solas con Dios me gusta leer a lo largo de toda la Escritura. He hecho un hábito a través de los años leer consecutivamente la Biblia –y lo hago un par de veces al año. Pero, durante los últimos tres meses, he estado haciendo algo un poco diferente.
Tengo dos pasajes de la Escritura en los que he estado viviendo los últimos tres meses. Eso no significa que no he leído ninguna otra cosa, pero me he estado empapando en estos dos pasajes de la Escritura, por el lugar donde me encuentro en mi caminar personal con el Señor y en mi peregrinaje con Él.
Uno de estos pasajes es uno de los más conocidos, más amados y más frecuentemente citados de toda la Palabra de Dios. Es el Salmo 23, el salmo del pastor. Debo decir que, a pesar de haber leído tantas veces el Salmo 23 a través de los años, nunca he meditado en él realmente. Nunca lo había considerado a profundidad.
Y me puedes preguntar, «¿cómo puedes pasar tres meses meditando en algo tan familiar, tan conocido?»
Son tan solo seis versículos, es uno de los salmos más cortos. Pero debo decir que este estudio ha sido más que un estudio. He meditado. He tomado frase por frase y la he saboreado y reflexionando en ella durante el día y durante la noche, al acostarme, al levantarme por la mañana. Dios ha usado este pasaje de la Escritura para ministrar a mi corazón de una manera muy rica y profunda.
Quiero animarlas a que lean el Salmo 23, al menos una vez al día. Vamos solo a rozar la superficie del Salmo 23. Hay mucho más de lo que vamos a alcanzar a ver durante estos siguientes días, pero Dios te dará una mirada fresca y nuevas riquezas de Su Palabra mientras meditas en este pasaje, y mientras lo estudiamos en los próximos programas.
Este salmo es uno de los salmos favoritos de judíos, ortodoxos, protestantes y muchas personas por igual. Es uno de los pasajes de la Escritura que todo el mundo reconoce, ama y respeta, pero no es un pasaje de la Escritura que frecuentemente se «vive». Estamos más familiarizados con él en nuestras cabezas y en nuestras mentes que en nuestra práctica.
Si has ido a un funeral, recordarás que este es un pasaje que frecuentemente se cita en los funerales, y por eso la gente piensa que es un salmo acerca de la muerte.
De hecho, mientras trabajaba con este material, el amigo de una amiga sufrió un accidente y no sabían si iba a sobrevivir. Gracias a Dios sí lo logró. El punto es que un pastor vino a visitarlo al hospital y la esposa estaba como en una salita, y oyó que este pastor comenzó a citar el Salmo 23 y le dijo, «no, no diga eso», porque ella asocia el Salmo 23 con la muerte. Ella pensó que si el pastor citaba el Salmo 23, su esposo no sobreviviría.
En realidad, este salmo no es acerca de la muerte, sino acerca de la vida. Tiene mucho que decir acerca de la forma en que vivimos en cada época de nuestras vidas.
Este es un salmo escrito por David, el rey pastor. No sabemos cuándo lo escribió, a excepción de que fue en sus años postreros, como un hombre mayor. Algunos comentaristas piensan que pudo haber escrito durante el tiempo de la rebeldía de Absalón; cuando su hijo se rebeló en su contra y trató de tomar el control del reino y David tuvo que huir de su casa. No sabemos esto como un hecho, pero independientemente de cuándo lo escribió, David había vivido muchas cosas a lo largo de su vida.
Él había experimentado muchas bendiciones y muchas cosas duras, mucho dolor. En algún momento, como un hombre mayor, reflexionando en todo lo que había pasado, todo lo que Dios había hecho por él, y todo lo que Dios había sido para él –esta imagen de la relación que él había tenido con sus ovejas cuando era un joven pastor vino a su mente. Y él dice, «esta es una buena imagen de lo que Dios ha sido para mí todos estos años».
David sabía, habiendo sido pastor, cuánto las ovejas necesitan a su pastor. Él sabía cuánto necesitaba un pastor. Él sabía que no podemos pastorearnos a nosotros mismos. Las ovejas son muy tontas, indefensas, sin sentido de orientación para cuidarse solas. Él sabía que somos como esas ovejas.
Ahora, el Salmo 23 cae en medio de tres salmos, que son los que llamamos salmos mesiánicos. Salmos que apuntan a Cristo el Mesías. Así que, en este salmo, así como en el Salmo 22 y en el Salmo 24, tenemos una imagen preciosa del Señor Jesús y una descripción de Su obra en nuestras vidas y nuestra relación con Él.
- En el Salmo 22, vemos a Cristo como el buen Pastor
- En el Salmo 23, lo vemos como el gran Pastor
- En el Salmo 24, lo vemos como el Príncipe de los pastores
Estas son frases que están en el Nuevo Testamento y que encajan con esos salmos.
- En el Salmo 22, vemos la imagen de la cruz
- En el Salmo 23, vemos la imagen de la vida cristiana cuando ya hemos llegado a la cruz
- En el Salmo 24, vemos la imagen de Cristo como conquistador absoluto sobre toda la creación y sobre toda la historia.
En el Salmo 22, vemos la imagen de nuestra justificación pasada, donde fuimos liberadas de la paga del pecado. Esa es la imagen del salmo que habla sobre la cruz de Cristo –«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Y a través de la muerte de Cristo en la cruz, somos justificadas; hemos sido liberadas de la paga del pecado.
En el Salmo 23, el que estudiaremos en estos días, vemos la imagen de nuestra santificación presente mientras somos liberadas –tiempo presente– del poder del pecado, y cómo vivimos una vez que hemos venido a la fe en Cristo, de aquí hasta el momento de llegar al cielo. Es un periodo de tiempo que parece largo pero que en realidad no lo es a la luz de la eternidad.
Después, en el Salmo 24, vemos la imagen de la futura glorificación, cuando seremos liberadas, ¡gloria al Señor!, de la presencia del pecado.
Así que el Salmo 23 está justo en medio de estos dos salmos, es una imagen de la vida aquí y ahora, la vida real, los problemas reales y lo que Cristo es para nosotras como pastor en este tiempo.
Ahora, este es un salmo sumamente personal. Es el testimonio personal de David. «El Señor es mi pastor; nada me faltará». Describe quién es Dios para él y lo que Dios ha hecho por él. Es un salmo que habla de una relación. Es un salmo íntimo, una imagen de una relación rica e íntima con el pastor, de comunión, de unión y de comunicación entre el pastor y una de sus ovejas.
En los primeros tres versículos David habla acerca del Señor y es muy personal. «El Señor es mi pastor». Pero luego, en el versículo 4, se vuelve aún más personal. Empieza a hablar no solo acerca del Señor, sino al Señor: «Tú estás conmigo».
Conocer y confiar en el corazón del pastor, tener esa relación personal con un Dios que se preocupa, hace toda la diferencia del mundo. Sin importar la etapa de la vida en que te encuentres, cambia completamente tu perspectiva del mundo.
Déjame solo leer el salmo. Hoy solo quiero introducirlo, darte una breve visión general, y empezando mañana, vamos a ir frase por frase a través del salmo.
Salmo 23: El Señor es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar;
Junto a aguas de reposo me conduce.
Él restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de Su nombre (vv. 1-3).
Por cierto, déjame decir que estos tres primeros versículos son muy importantes, porque si no has estado caminando con el pastor en esas temporadas de la vida que describen estos tres versículos –donde Él te está llevando a aguas de reposo, a pastos verdes y a senderos de justicia– cuando llegues a las experiencias de la vida que describe el versículo 4, tendrás mucha mayor dificultad para experimentar y confiar en la realidad de Su presencia.
¿Qué dice el versículo 4? «Aunque pase por el valle de sombra de muerte» –el valle de profunda oscuridad– es la traducción literal ahí, «no temeré mal alguno».
Más vale que conozcas a tu pastor antes de llegar a ese punto. Y entonces, si lo has conocido en otras temporadas de tu vida, podrás decir como dice David aquí: «No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infunden aliento».
Y después, en los versículos 5 y 6, hay diferencias entre los comentaristas con respecto a que, si esto es una continuación de la imagen del pastor y sus ovejas o si es una imagen diferente, una metáfora de un amable anfitrión. Aunque en realidad creo que no importa porque ambas son preciosas para nosotras.
Dicen los versículos 5 y 6:
«Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos;
has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa del SEÑOR moraré por largos días».
En este último versículo tenemos una esperanza futura, una esperanza a largo plazo. No solo promesas de Dios para hoy, ricas como son, sino una enorme y grandiosa esperanza para mañana, para el día siguiente y para todos los días futuros; una esperanza eterna, «y en la casa del SEÑOR moraré por largos días».
Al leer este salmo, en una primera lectura puedes ver que tenemos un pastor que está íntima y profundamente interesado en cada detalle de la vida de sus ovejas:
- Él se interesa
- Está involucrado
- Está ahí
- Está activo
- Está trabajando en cada situación, en cada época de la vida
- Está siempre pendiente de Sus ovejas. Nunca están lejos de Su vigilancia y Su cuidado.
Esto nos habla a nosotras como hijas de Dios, como ovejas de Dios. Cada época de nuestras vidas está cubierta por este salmo. Desde la conversión, durante las altas y las bajas de la vida, a través de tiempos de paz, tiempos de dificultades, en tiempos de prosperidad, en tiempos de adversidad, cuando estamos caminando cerca del Señor, así como cuando estamos lejos y nos hemos alejado de Su lado –este salmo nos cubre hasta la muerte y más allá, hasta la eternidad.
Durante toda nuestras vidas, nuestras vidas aquí en la tierra y en la eternidad, nuestro pastor siempre está ahí, siempre trabajando, siempre dirigiendo a Sus hijos, siempre atendiendo nuestras necesidades para nuestro bien y para Su gloria.
Ahora, habiendo dicho esto, es un salmo con mucha realidad en él. No pasa por alto las cosas difíciles. En este salmo hay referencias a la oscuridad, la muerte, la maldad, los enemigos. Él reconoce la presencia de ellos.
Mientras preparaba esta serie, fue interesante notar cuántos amigos que quiero han estado pasando a través de situaciones muy difíciles. Algunas sobre las que no tienen ningún control; enfermedad –el valle de sombra de muerte. Algunos con asuntos bien grandes de pecado o problemas relacionales o problemas familiares. Y al mirar mi propia vida, yo misma he pasado por ese tipo de circunstancias y seguro vendrán más.
Pero lo que me ha fortalecido y animado de este pasaje es que todo esto está bajo la bondad, la misericordia y el cuidado amoroso de nuestro buen Pastor.
Me he dado cuenta, durante los últimos tres meses, de lo que he meditado en este pasaje y lo he grabado en mi corazón, que Dios ha estado renovando mi mente. Ha profundizado mi confianza en Su soberanía, en Su sabiduría, en Su cuidado, Sus promesas, Su provisión, Su protección y Su presencia. Ha arraigado mi corazón más profundamente en quién es Él –en Su bondad y en Su amor.
Está cambiando mi perspectiva sobre la vida. Está afectando la forma en que veo los problemas y las presiones. Está afectando la forma en que respondo a ellas. Eso no significa que nunca me frustro o me irrito, pero cada vez es menos porque tengo la perspectiva de quién es Dios, lo que está haciendo y que Él está involucrado.
Hay algo del corazón y del carácter de Dios que se relaciona con cada una de las situaciones de la vida que tú y yo pudiéramos enfrentar. Veremos esto en este salmo. De hecho, creo que si de verdad entendiéramos estos seis versículos, veríamos un impacto monumental en la forma en que vivimos.
Alguien me envió un correo electrónico y me preguntaba, «¿cómo meditas en la Escritura? ¿Me podrías dar algunas claves de cómo lo haces?»
Bueno, no tengo grandes perlas de sabiduría para compartir acerca de esto, pero te puedo compartir lo que he estado haciendo, y es el tomar una frase como: «El SEÑOR es mi pastor» y meditarla– pensar en ella, una y otra y otra vez en mi mente, en mis pensamientos, viéndola desde todo ángulo posible, poniendo énfasis en una palabra a la vez.
De hecho, vamos a hacerlo con esta frase: «El SEŇOR es mi pastor».
«El SEŇOR», empezamos con el gran nombre hebreo de Dios: Yahweh, Jehová. Los judíos vivían asombrados de este nombre –como deberíamos estar nosotras también. Y por cierto, tanto, que en su caso ni siquiera lo decían en voz alta. Este es el Dios quien es el Creador, el origen, la causa de todas las cosas, el que habita en la eternidad, el que reina sobre cielo y tierra. Ese Dios asombroso, infinito, todopoderoso, es Jehová mi pastor. Tiene un interés personal en mí como Su oveja, ¿no es esto increíble?
Pienso en Isaías 40. Hemos estudiado ese pasaje antes aquí en Aviva Nuestros Corazones. Es un pasaje que describe el asombroso poder de Dios. Lo muestra como inmenso, infinito, soberano, majestuoso y poderoso. Pero dice, acerca del mismo Dios, en Isaías 40 versículo 11: «Como pastor apacentará su rebaño, en su brazo recogerá los corderos, y en su seno los llevará; guiará con cuidado a las recién paridas».
¿No te complace que el Todopoderoso, Creador y Dios del universo, tenga un corazón tan tierno? Es un Dios relacional que puede ser conocido, que te conoce, en quien puedes confiar, que se relaciona con Sus criaturas. Él no solamente puso a girar este planeta y trajo el universo a la existencia y los dejó solos para que siguieran funcionando sin Él. Él no solamente se involucra en el mundo como un todo, Él se involucra con nosotros. El Señor tiene esa ternura, ese corazón de pastor.
Ahora, por supuesto, cuando leemos el Nuevo Testamento, descubrimos que este pasaje es acerca de Jehová, pero también acerca de Cristo.
Jesús dijo en Juan 10: «Yo soy el buen pastor» (v.14), que dicho sea de paso, los judíos que le estaban escuchando sabían que Él estaba reclamando ser Dios. «Yo soy el buen pastor». El Salmo 23 dice: «El SEŇOR es mi pastor» –el SEŇOR Jehová– y ahora Jesús dice: «Yo soy el buen Pastor». Así que los judíos están entendiendo que Él está reclamando ser Dios. Bueno, Él es Dios. Él es el buen Pastor.
Este es un salmo acerca de Cristo. Él es el buen Pastor que da Su vida por Sus ovejas; Él es el gran Pastor; Él es el Príncipe de los pastores sobre Su iglesia. Él caminó por el valle de sombra de muerte. Él ha enfrentado a cada enemigo. Él enfrentó a Satanás en el desierto. Él conquistó el mal haciéndose pecado en la cruz. Este es un salmo sobre Cristo, el buen Pastor.
Ahora, la naturaleza humana, nuestra tendencia –la tuya y la mía– es buscar otras personas u otras cosas para que nos pastoreen. Pero David dice: «EL SEŇOR es mi pastor». Pero nosotras buscamos a otros para que provean para nosotras, para que nos protejan, para que suplan nuestras necesidades. Podemos ver el trabajo como el que provee para nuestras necesidades, pero ¿sabías que tu trabajo no es tu proveedor? El Señor es tu pastor, el Señor es tu proveedor.
Quizás ves a tu esposo como tu pastor, si tienes uno, o si estás soltera, o quisieras tener un esposo para que sea tu pastor, tu protector, tu proveedor. La gente busca consejeros, terapeutas, pastores, líderes espirituales, amigos y hasta a nosotros mismos. Muy fácilmente buscamos a alguien, incluyéndonos a nosotras mismas, o algo, en lugar de buscar a Dios para que sea nuestro pastor, antes que humillarnos y decir, «Señor, Tú eres mi pastor».
No hay nada de malo con los amigos, los pastores, los líderes, el trabajo, los consejeros y las personas que nos ayudan y ministran en tiempos de necesidad, pero necesitamos reconocer que todos ellos son limitados. Porque también son ovejas que necesitan un pastor. Y tenemos que reconocer también que podrían guiarnos en una dirección equivocada. Pueden fallarnos, pueden ignorarnos. Si has puesto tus ojos en ellos para que sean tu pastor, ¿qué va a pasar? Vas a terminar muy desilusionada. Nada ni nadie puede tomar el lugar del Señor como tu pastor.
Y luego «el SEŇOR es mi pastor» –tiempo presente. Él es tu pastor ahora. En cualquier etapa, en cualquier situación que estés viviendo en este momento. Él es tu pastor en tiempos de paz y de descanso; cuando camines a lo largo de esta vida, como vemos en este salmo, escogiendo diferentes caminos; cuando pasemos por el valle de sombra de muerte; cuando estemos rodeadas de enemigos. En cualquier etapa de la vida y así será cada día de tu vida y por la eternidad, Él te ha prometido Su presencia, Su protección, Su provisión, Su dirección, ser tu guardador, tu compañía...hoy.
Eso será cierto mañana y al siguiente día, y será cierto todos los días de tu vida hasta la eternidad. Él es nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
«El SEŇOR es mi pastor». Esto es más que teología. Quiero decir, es teología, pero es mucho más que un concepto abstracto. Él es mi pastor. Habla de una relación personal, de cuidado y de atención.
Y fíjate que no solo es nuestro pastor, aunque es cierto: «pueblo suyo somos y ovejas de Su prado» (Sal. 100:3). Pero Él es mi pastor. Ahora, ¿quién puede decir eso? ¿Quién tiene el derecho de decir, el Señor es mi pastor? El Señor no es pastor de todos. ¿Cómo puedes saber si Él es tu pastor?
Juan capítulo 10, nos dice dos formas de cómo podemos saber a ciencia cierta si Él es mi pastor. Jesús dice, «mis ovejas» –aquellas que pueden decir, «el SEŇOR es mi pastor». «Mis ovejas oyen mi voz…y me siguen» (v. 27). «Ellas escuchan mi voz». ¿Escuchas hablar al Señor? ¿Reconoces Su voz? «Y ellas me siguen». ¿Sigues Su liderazgo? Si escuchas Su voz y lo sigues, entonces puedes decir, «el SEŇOR es mi pastor».
Y déjame decirte que si el Señor no es tu pastor, entonces este salmo no aplica para ti. Si el Señor no es tu pastor, si no tienes una relación con Dios a través de Jesucristo, entonces:
- No esperes guía a través de la vida
- No esperes que tu alma sea restaurada cuando está cansada y abatida
- Vas a tener temor del mal
- No tendrás consuelo cuando pases por el valle de sombra de muerte
- No tendrás esperanza –ni para esta vida ni para la futura– si el Señor no es tu pastor.
Así que, este salmo es una invitación para recibir a Cristo como tu pastor, si todavía no lo es.
Ahora, si el Señor es tu pastor, entonces:
- Él conoce tu situación
- Él conoce los retos que enfrentas
- Él conoce a tu familia
- Él conoce tu situación financiera
- Él conoce tu situación de salud
- Él conoce tus debilidades, los pecados que te asedian
Él es el pastor que necesitas. Es un pastor hecho a la medida. Está atento a tu necesidad. Él te va a cuidar, va a proveer para lo que necesites, va a cuidarte de los enemigos, va a disciplinarte cuando lo necesites, va a llevarte a los pastos que necesites en el tiempo apropiado.
Él lo hará por ti. Él quiere hacerlo. Él puede hacerlo. Pero necesitas dejar que lo haga. Necesitas seguirlo y cuando lo sigas será evidencia de que perteneces a Él.
No trates de pastorearte tú misma, Él sabe lo que es mejor para ti. Y además, «el SEÑOR es mi pastor». Como dijimos antes, eso implica que nosotras somos Sus ovejas. Cualquier cosa que leas acerca de las ovejas no va a ser muy alentadora porque las ovejas son indefensas, son despistadas y se desorientan fácilmente –¡se parecen a mí! No tienen defensa, son dependientes, tontas, no son inteligentes. Necesitan un pastor.
Y la Escritura dice en Isaías que «todos nosotros nos descarriamos como ovejas» (Isa. 53:6). Eso es lo que las ovejas hacen, tienden a divagar, a descarriarse. Esas somos nosotras.
Así que, si el Señor es mi pastor, eso es un recordatorio de que soy oveja. Ahora, no es un cumplido para nosotras. Aceptar este salmo es tomar una posición de humildad y decir, «está bien, no soy nada inteligente, no soy nada genial ni tengo dotes especiales. Necesito un pastor».
Y Él es el buen Pastor. No es un asalariado. Él cuida de Sus ovejas. Nunca las va a abandonar. Y eso es bueno en dos sentidos. Es bueno en el sentido de Su corazón, Su motivación, Sus intenciones, porque Él desea lo mejor. Él es benevolente, bienhechor, es bueno en ese sentido.
Pero también es bueno en cuanto a Su habilidad, Su capacidad. Él es un pastor capaz. Es capaz de pastorear a Sus ovejas. Él tiene todas las destrezas para pastorear a Sus ovejas.
Los egipcios despreciaban a las ovejas y a los pastores. En el libro de Génesis capítulo 46, vemos que cuando José estaba trayendo a su familia a vivir a Egipto, dice que los egipcios despreciaban a los pastores (v. 34).
En las escrituras, Egipto es una imagen del mundo. ¿No es cierto que el mundo desprecia lo que Dios tiene en alta estima? El mundo rechaza a Cristo. Siempre lo ha hecho, siempre lo hará. Pero para nosotras que somos sus ovejas Él es precioso, de muy alta estima.
«El SEÑOR es mi pastor», significa que le pertenezco a Él, que escucho Su voz y lo sigo. Significa que soy Su oveja, que soy Su responsabilidad. Él me cuida. Es Su trabajo cuidarme.
Si el Señor es tu pastor, significa que le perteneces, que eres Su responsabilidad. En este día –en cualquier situación desesperada en la que pudieras estar– el Señor es tu pastor. Su trabajo es cuidarte, así que, permítele ser tu pastor.
Débora: ¿Es el Señor tu pastor? Espero que lo que has escuchado hoy te anime a pasar tiempo descansando en Su presencia. Hoy escuchamos acerca de la primera frase del Salmo 23, y mañana continuaremos con la siguiente frase.
«Nada me faltará». Eso suena bien, pero ¿es cierto cuando tenemos deudas, pagos pendientes, responsabilidades que cubrir y problemas económicos?
Mañana Nancy nos ayudará a profundizar en esta frase del Salmo 23, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Confiando en nuestro buen Pastor, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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