Seguridad en la obediencia
Annamarie Sauter: ¿Qué implica obedecer?
Nancy DeMoss Wolgemuth: La obediencia tiene tres partes: es hacer exactamente lo que me piden que haga, cuando me dicen que lo haga, con la actitud correcta de corazón.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es 1 Crónicas capítulos 23 al 25.
Quizás puedes recordar una ocasión en la que pensaste que tu hijo había roto alguna regla, pero no estabas muy segura. Él sabía lo que se esperaba de él, pero tú no puedes probar que él realmente desobedeció... y los niños ciertamente tienen una manera muy particular de tratar de cambiar los límites.
Bueno, nosotras hacemos lo mismo con nuestro Padre celestial. Y no es sino cuando nuestra obediencia es completa que experimentamos gozo y paz. Nancy nos habla más acerca de esto.
Nancy: Les …
Annamarie Sauter: ¿Qué implica obedecer?
Nancy DeMoss Wolgemuth: La obediencia tiene tres partes: es hacer exactamente lo que me piden que haga, cuando me dicen que lo haga, con la actitud correcta de corazón.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es 1 Crónicas capítulos 23 al 25.
Quizás puedes recordar una ocasión en la que pensaste que tu hijo había roto alguna regla, pero no estabas muy segura. Él sabía lo que se esperaba de él, pero tú no puedes probar que él realmente desobedeció... y los niños ciertamente tienen una manera muy particular de tratar de cambiar los límites.
Bueno, nosotras hacemos lo mismo con nuestro Padre celestial. Y no es sino cuando nuestra obediencia es completa que experimentamos gozo y paz. Nancy nos habla más acerca de esto.
Nancy: Les pido que abran sus biblias en el Evangelio de Mateo, capítulo ocho. Quiero que veamos un relato que nos da una gran descripción del significado de la obediencia.
¿Qué es la obediencia? Aquí está una gran ilustración: Mateo capítulo ocho, comenzando en el versículo 5:
«Cuando (Jesús) entró en Capernaúm, un centurión (un soldado romano que era responsable de cien soldados) se acercó a él, suplicándole, Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo mucho. Y (Jesús) le dijo, Yo iré y lo sanaré. Pero el centurión respondió y dijo, Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano» (vv. 5-8).
Aquí está la descripción de la obediencia:
«Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes. Y digo a este: “Ve”, y va, y al otro: “Ven” y viene, y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace» (v. 9).
Esa es una gran definición de obediencia, «Yo le digo a este: “Ve”, y va, y al otro: “Ven” y viene, y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace».
Las Escrituras dicen: «Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en Israel no he hallado en nadie una fe tan grande». Jesús vinculó la obediencia, un entendimiento de autoridad, a todo un asunto de fe.
El ministerio al cual he servido –Life Action Ministries– se especializa en llevar grupos de personas a las iglesias locales para enseñar algunos principios sobre el avivamiento. Una de las cosas que hacemos es enseñar una definición de obediencia, y eso es lo que quiero que nosotros aprendamos hoy.
La obediencia tiene tres partes: Es hacer exactamente lo que me piden que haga, cuando me dicen que lo haga, con la actitud correcta de corazón. Déjame decirlo otra vez. La obediencia es hacer exactamente lo que me piden que haga, cuando me dicen que lo haga, con la actitud correcta de corazón.
Vamos a desglosar la definición y ver cada uno de sus componentes. La obediencia es, ¿cuál es la primera parte?, hacer exactamente lo que me dicen que haga. Completa, absoluta, obediencia exacta –necesitamos aprender a obedecer en detalle– obedecer al pie de la letra lo que Dios ha dicho.
Cada detalle que Dios nos da en Sus mandamientos es importante. Yo pienso en Noé construyendo el arca. Dios dijo: «Habrá un diluvio y necesitas construir un bote que te lleve seguro, y así es como se supone que el bote debe lucir».
Dios le dio instrucciones específicas, así como los materiales que debía usar. Le mostró a Noé cómo debía construir esta arca. ¿Y qué hubiese pasado si Noé hubiese dicho: «Yo creo que la puedo hacer un poco diferente, y aún así funcionará»?
¡Yo no creo! Esa arca no hubiese provisto la seguridad que ofreció, si Noé no hubiese seguido las instrucciones de Dios al pie de la letra. ¿Recuerdas todos esos capítulos en Éxodo? Cuando empiezas a leer toda la Biblia y llegas a allí, es precisamente ahí donde usualmente te atascas.
Es cuando llegas a esos largos capítulos de todas esas descripciones sobre los detalles del tabernáculo. De hecho, los lees dos veces en Éxodo; la primera vez es cuando Dios le dice a Moisés cuáles son todos esos detalles, y luego los lees de nuevo cuando Moisés comunica esos mismos detalles.
Son instrucciones muy detalladas –y de seguro es la parte que probablemente quieras pasar por alto u omitir, ¡y es que es versículo sobre versículo de detalles! ¿Por qué puso Dios todo eso en las Escrituras?
¿Para aburrirnos? ¿Para confundirnos? Para frustrarnos? Yo pienso que Dios deseaba que nosotros entendiéramos que la obediencia detallada importa.
Jesús dijo en Mateo capítulo cinco: «Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla» (v. 18). A Dios le importan los detalles.
Entonces Jesús continúa diciendo: «Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos» (Mat. 5:19).
¿Recuerdas la gran comisión en Mateo capítulo 28? Jesús dijo: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (vv. 19-20a).
De eso se trata el «hacer discípulos». Mientras estás disciplinando a tus hijos, les estás enseñando a obedecer todo lo que Cristo te ha ordenado a ti.
A veces consideramos obedecer parcialmente. ¿Cuál es el gran problema? Imagínate a Eva allá en el jardín diciendo: «Es solamente un mordisco. Es simplemente un pedazo de fruta. Es decir, ¿cuál es el gran problema? No está Dios siendo legalista al decirme que yo no puedo comer esa fruta en particular, de ese árbol en particular?»
No sé si ella estaba pensando esto, pero si fue algo como eso, mira dónde ese mordisco de obediencia parcial nos llevó. Dios no dijo: «No pueden comer de todos los demás árboles». Ella obedeció en este sentido, pero ella no obedeció en los detalles precisos que Dios les dijo que no hicieran.
Otro ejemplo, Dios les dijo a Lot y a su familia: «No miren atrás». La esposa de Lot, probablemente pensó, «solamente una pequeña mirada. ¿Qué importaría? Ella perdió su vida –y un acto de desobediencia puede en última instancia quitarnos la vida. Dios lo sabe. Es por eso que Él dice, «¡obedece en todo!»
Acán tomó unas cuantas cosas del enemigo que estaban prohibidas. ¿Qué importa? Él perdió su vida, toda su familia murió, y la nación de Israel perdió una batalla en Hai; todo porque un solo hombre desobedeció en un pequeño asunto.
El amor obedece con exactitud. El amor obedece hasta el final. El amor dice, «Dios, te amo tanto que quiero obedecer todo lo que has ordenado». ¿Alguna vez has pensado sobre qué hubiese pasado si Jesús, un día antes de la crucifixión, se hubiese rehusado a obedecer a Dios? ¿Si Él no hubiese obedecido hasta la meta final?
¿No estás contenta de que Él obedeció hasta el final, en todos los detalles? Obediencia es hacer exactamente lo que me dicen que haga. Es también hacerlo exactamente cuando me dicen que lo haga. Si no me ofrecen un plazo, entonces obediencia significa que yo debo estar dispuesta a hacerlo ahora, inmediatamente.
Tú le dices a tu hijo, «recoge tu desorden de la meseta de la cocina antes de la cena». Eso quiere decir que cualquier momento entre ahora y la cena está bien para que el niño obedezca. Pero si tú le dices, «recoge tu reguero de la meseta de la cocina», la implicación es: «Hazlo ahora».
Debemos asumir que debemos obedecer ahora mismo, a menos que nos den un plazo diferente. Hacer exactamente lo que me dicen que haga cuando me dicen que lo haga —ahora— si es que no me indican lo contrario.
Piensa sobre esta pregunta: ¿Qué sucedería si a Dios le tomara tanto tiempo respondernos cuando le clamamos a Él, tanto como nos toma a nosotros obedecerle? Dios viene corriendo a la escena de nuestra necesidad, y Él quiere que nosotros corramos a obedecerlo, quiere que seamos rápidos en obedecerle.
Me encantan esos versículos en los evangelios que nos hablan sobre cuando Jesús llamó a los primeros discípulos, dice así: «Entonces ellos, dejando al instante las redes, le siguieron» (Mat. 4:20).
Cuando Dios le dijo al profeta Isaías: «¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?» Isaías dijo: «Aquí estoy yo. Envíame» (Isa. 6:8, parafraseado). Obediencia rápida –respuesta rápida al llamado de Cristo.
No debemos solamente ser obedientes en cuanto a los mandamientos de Dios, sino también obedecerle cuando llegan los tiempos de tentación. ¿Cuándo es el mejor tiempo para obedecer a la hora de resistir la tentación? ¡Ahora! Si juegas con esto, si te entretienes, si juegas con la idea de pecar, si lo piensas por mucho tiempo, las probabilidades son que tú no vas a obedecer.
La obediencia al instante es una protección contra una desobediencia mayor a lo largo del camino. Obediencia es hacer exactamente lo que me dicen que haga, cuando me dicen que lo haga, con la actitud correcta de corazón.
¿Cuál es la actitud correcta de corazón? Es la actitud de corazón que Jesús tenía cuando dijo: «Me deleito, oh Dios, en hacer tu voluntad» (Sal. 40:8; Juan 4:34, parafraseado). Obediencia gozosa; corazón contento; obediencia incondicional.
¿En quién puedes pensar de las Escrituras que finalmente obedeció a Dios, pero con la actitud equivocada en su corazón? Un personaje del Antiguo Testamento… Jonás. Jonás obedeció a Dios. Él hizo lo que Dios le mandó hacer, pero no lo hizo cuando se le dijo que lo hiciera, y no lo hizo con la actitud de corazón correcta.
Fue una obediencia renuente. Fue una obediencia coaccionada para que finalmente obedeciera. Escúchame, vas a terminar obedeciendo a Dios tarde o temprano, pero ¿no es cierto que a menudo lo hacemos después de haber pasado por nuestra rabieta y luego de haber hecho las cosas a nuestra manera y haber hecho lo que nos da la gana? Es entonces cuando regresamos y decimos, quizás demasiado tarde, «quiero obedecer a Dios».
Eso fue lo que les pasó a los hijos de Israel cuando Dios les dijo que entraran a la tierra prometida y ellos no lo hicieron porque no le creían a Dios. Y entonces después de que Dios les dijo, «está bien, pueden deambular en el desierto por 40 años», el pueblo dijo, «está bien, te queremos obedecer ahora».
Pero Dios dijo, «no, es demasiado tarde». Ellos enviaron al ejército y trataron de entrar, pero fueron derrotados. No pudieron hacerlo porque Dios dijo: «No me obedecieron, ahora. No lo hicieron cuando Yo les dije. Ustedes no tenían la actitud correcta de corazón».
Déjame preguntarte, ¿«qué tan concienzudamente obedeces a Dios? ¿Qué tan completamente, qué tan totalmente, qué tan exactamente le obedeces? ¿Eres frecuentemente culpable de obediencia parcial, o de obediencia cosmética? Es decir, parece que estás obedeciendo lo que Él te ha mandado, pero no haciéndolo del todo, verdaderamente?
¿Qué tan rápidamente obedeces? Algo que he aprendido a través de los años –y que querrás enseñar a tus hijos también– es que la obediencia retardada es desobediencia. Obedece ahora y ten presente la actitud del corazón cuando lo hagas.
Acaso dices: «Oh, simplemente tengo que hacer esto». ¿Acaso es renuente? ¿Debes sentirte coaccionada? O es acaso obediencia gozosa, voluntaria: «Me deleito en hacer Tu voluntad». Me encanta ese versículo en el Evangelio de Juan capítulo dos, en las bodas de Caná cuando se quedaron sin vino, y María, la madre de Jesús, reúne a todos los sirvientes alrededor de las vasijas de agua. Ella les dice a los sirvientes, «Hagan todo lo que Él les diga» (v. 5, parafraseado).
Este es un reto que les quiero hacer. Quiero ser una mujer que tiene este mensaje para otras (y para mí misma por igual). Todo lo que Él diga, aún sea duro o fácil, aun si fuera retador, si no tiene sentido, aun si va en contra de todo de lo que tú pensabas que era verdad, todo lo que Dios te diga, todo lo que Jesús te diga a través de Su Palabra, todo, lo que sea, sin importar lo que cueste, sin importar lo difícil que te parezca —todo lo que Él te diga que hagas, «¡hazlo!»
A través de toda la Escritura, el concepto de obediencia está vinculado con las relaciones. Es un término relacional. La obediencia fluye de una relación personal con Dios. Es algo que es motivado por el amor. Son los hijos de Dios quienes lo obedecen.
Así que vemos a través de las Escrituras que cuando obedecemos, demostramos que tenemos una relación con Dios. Demostramos que Él es nuestro Padre. Demostramos que tenemos una fe genuina; que verdaderamente hemos nacido de nuevo dentro de la familia de Dios.
La obediencia es uno de los elementos y expresiones más esenciales y más importantes de la verdadera fe. Puedes leer acerca de esto particularmente en la primera Epístola de Juan. Primera de Juan capítulo dos. Escucha estas palabras:
«Y por esto sabemos que hemos llegado a conocerlo» (v. 3a). El libro de 1 Juan fue escrito para dar a las personas la seguridad de su salvación. ¿Cómo sabes que tienes seguridad de salvación, que eres un hijo de Dios?
Algunas veces las personas nos escriben a Aviva NuestrosCorazones y nos dicen, «¿Cómo puedo saber que yo soy cristiana?» Primera de Juan capítulo 2:3, nos dice una de las maneras en que podemos saberlo:
«Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos. El que dice: «Yo he llegado a conocerle», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en Él. El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo» (v. 3-6).
Entonces vas a Primera de Juan capítulo tres, comenzando en el versículo cinco, y ves este mismo tema:
«Y vosotros sabéis que (Cristo) se manifestó a fin de quitar los pecados, y en Él no hay pecado. (Todo el que permanece en Él), no peca; todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido. (Así que Juan dice) Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, así como Él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio…Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios» (vv. 5-9).
Si Dios es tu Padre celestial, tu inclinación será obedecer a Dios: «En esto es evidente (versículo diez de 1 Juan, capítulo tres), quiénes son los hijos de Dios».
«Son las personas que son miembros de la iglesia. Son las personas que están involucradas en pequeños grupos de estudios bíblicos. Son las personas que viven verdaderamente vidas buenas». ¿Acaso es eso lo que dice?
«En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano» (1 Juan 3:10).
Juan está diciendo aquí que para probarte a ti mismo y a otros que eres un hijo de Dios, toma más que solamente aprobación intelectual del evangelio, más que solamente decir, «yo creo». Tiene que ser demostrado en la clase de obediencia que es característica de los hijos hacia sus padres.
No solamente demuestra la obediencia una salvación genuina, sino que también demuestra amor genuino por Dios. Es como demostramos que amamos a Dios. Demostramos eso obedeciéndole. Es así como nosotros demostramos nuestro amor por Cristo, lo vemos una y otra vez en las Escrituras –de manera interesante lo vemos otra vez en los escritos de Juan— esta vez en el Evangelio de Juan, capítulo 14.
Jesús dijo: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (v. 15). Si amas a tu esposo, harás las cosas que le agradan a él. Y si amas a Dios, lo demostrarás por medio de la obediencia a Él.
Juan 14:21: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama». Ahora bien, mientras pensamos sobre obedecer a Cristo como una manera de mostrar nuestra fe y mostrar nuestro amor y experimentar mayor intimidad con Cristo, recuerda que en el contexto global de Juan capítulos 14 y 15, donde hemos estado leyendo, y en 1 Juan, donde comenzamos, hay un mandato principal de Cristo que surge una y otra vez.
¿Cuál es el mandamiento? Que nos amemos unos a otros. Claro, pienso que Jesús está hablando sobre la necesidad de obedecer todos Sus mandamientos, pero resulta interesante que ese es el único mandamiento que Él nos indica en este contexto sobre la obediencia.
«Si me amas, me obedecerás, y este es mi mandamiento: que se amen unos a otros, así mismo como yo los he amado así también os améis los unos a los otros» (parafraseado). Lo lees en Juan 13, Juan 15, 1 Juan 3, 4 –este es el mandamiento que tenemos de Él.
«Cualquiera que ame a Dios también debe amar a su hermano» (parafraseado). Mientras unimos todo esto, déjame hacerte un par de preguntas. ¿Estás obedeciendo Su mandamiento de amar a los demás cómo Él te ha amado?
Tú dices, «sí, yo amo a las personas». ¿Amas a todas las personas? ¿Acaso hay algunos hermanos, hermanas, o personas dentro de la familia de Dios que tú no amas? Quizás no son fáciles de amar. Puede ser tu pareja. Puede ser un hijo en particular. Puede ser un pariente.
Si hay alguien a quién tú no estás amando a la manera de Jesucristo, no puedes decir que estás obedeciendo Sus mandamientos. «Si me amas, me obedecerás. Si me obedeces, se amarán unos a los otros» (parafraseado).
Basado en tu coeficiente de obediencia; basado en tu estilo de vida de obediencia, ¿qué evidencia hay de que eres una verdadera hija de Dios? Si es así como tú obtienes prueba, garantía, evidencia de tu salvación, ¿cuánta evidencia hay de que tú eres una hija de Dios?
No podemos ser amargadas, cascarrabias, y malgeniadas; peleando con las personas; no llevándonos bien con la gente; teniendo contienda entre nosotros y otras personas y decir que somos cristianas. Jesús dijo, «la gente sabrá si tu profesión de fe es verdadera si tienen amor los unos por los otros».
No es suficiente que digas que lo amas. ¿Lo estás obedeciendo? ¿Amas a otros como Él te ha amado?
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado compartiendo con nosotras una definición de obediencia: Hacer exactamente lo que me piden que haga, cuando me dicen que lo haga, con la actitud correcta de corazón. Y amar al prójimo es un buen lugar para comenzar, y fluirá de tu relación personal con Dios.
A través de esta serie de programas titulada, «En busca de Dios», queremos ayudarte a experimentar el gozo de un avivamiento en tu relación personal con Dios. Más que asentir a conceptos, queremos que cultives una relación con Jesús y arraigues tu vida en Él.
Una forma en la que nos hemos estado arraigando en Cristo es leyendo Su Palabra cada día. Si no lo has hecho, te animamos a unirte al reto Mujer Verdadera 365. Es el plan de lectura que juntas estamos siguiendo en Aviva Nuestros Corazones este año 2020. Descarga el PDF con las lecturas diarias en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com. Allí también te puedes suscribir para recibir devocionales diarios relacionados a la lectura del día.
Allí en AvivaNuestrosCorazones.com también tenemos disponible para ti el libro en el que se basa esta serie de programas, también titulado, «En busca de Dios», escrito por Nancy y por Tim Grissom. Adquiérelo y descarga los audios y transcripciones de estos programas. Puedes hacer el estudio tanto individualmente como en grupo, y puedes hacerlo a tu paso. Lo importante es que juntas clamemos a Dios por un avivamiento y cultivemos la pureza, la santidad, la honestidad y el arrepentimiento.
Al igual que estas cualidades, la obediencia genuina es también fruto de un avivamiento. Ahora Nancy regresa con nosotras para concluir el programa de hoy orando para que Dios nos dé esa obediencia.
Nancy: Señor, Tus normas son muy altas. Sin embargo cuando nos adoptas para ti y nos haces tus hijas, Tú nos das el poder para obedecerte y el poder para amar a las personas que nosotros no podríamos amar permaneciendo apartadas de tí.
Señor, que nuestras vidas demuestren la realidad de nuestra profesión de fe. Que nuestras vidas puedan demostrar cuánto te amamos, y que nuestras vidas puedan experimentar una intimidad cada vez mayor contigo.
Que puedas ser capaz de sentirte como si estuvieras en Tu casa al entrar en nuestros corazones, porque te obedecemos. Que podamos obedecerte porque te amamos, y porque te amamos podamos obedecerte. Mientras te obedecemos, ayúdanos a amar a otros como Tú has dicho de que debemos amarnos, así como Tú nos has amado.
Gracias, Señor, no solamente por Tus mandamientos, sino por Tu gracia y el poder que Tu Santo Espíritu nos da para obedecerlos. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Edificando nuestras vidas sobre la Roca juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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Recursos del Episodio
En Busca de Dios | Semana 6
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