Sé fructífera mientras envejeces
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth afirma que envejecer tiene sus dificultades… pero también tiene mucho potencial.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Escucha, el punto no es que podamos tener una vida sana, floreciente y próspera. El punto es que podamos ser fructíferas para guiar a las personas hacia Cristo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 31 de julio de 2024.
Con el episodio del día de hoy, Nancy concluye la serie titulada: «Floreciendo en cada temporada». Aquí está ella para comenzar con la enseñanza de hoy.
Nancy: Bueno, si tienes más de sesenta y cinco años, quizás has experimentado lo que voy a contarte. Cuando cumplí 65 años recibí una avalancha de correos electrónicos y mensajes de texto. Recibí correos electrónicos de una empresa llamada Better not Younger (sería: Mejor, no más Joven). Son productos …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth afirma que envejecer tiene sus dificultades… pero también tiene mucho potencial.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Escucha, el punto no es que podamos tener una vida sana, floreciente y próspera. El punto es que podamos ser fructíferas para guiar a las personas hacia Cristo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 31 de julio de 2024.
Con el episodio del día de hoy, Nancy concluye la serie titulada: «Floreciendo en cada temporada». Aquí está ella para comenzar con la enseñanza de hoy.
Nancy: Bueno, si tienes más de sesenta y cinco años, quizás has experimentado lo que voy a contarte. Cuando cumplí 65 años recibí una avalancha de correos electrónicos y mensajes de texto. Recibí correos electrónicos de una empresa llamada Better not Younger (sería: Mejor, no más Joven). Son productos para el cabello para mujeres mayores, y decían cosas como: «de lo débil a lo máximo», «abracadabra, magia capilar». Bueno, me encanta eso de magia capilar. Tengo algunos de sus productos y realmente son buenos, pero no sé qué pensar de la parte de «abracadabra». El punto es que me enviaban correos electrónicos sobre sus productos.
También recibí una invitación para asistir, y cito tal cual: «a un evento especial para jubilados y aquellos que planean jubilarse pronto». Estuve trabajando duro durante esa semana. No estaba del todo preparada para ese período de «jubilada». Pero eso es lo que llegó a mi bandeja de entrada en mi correo. Y luego, por supuesto, recibí por correo un sobre de la Asociación Estadounidense de Personas Jubiladas (AARP) que decía: «¡Feliz cumpleaños, Nancy!», con una tarjeta de membresía y una oferta que no puedes rechazar. Quizás hayas recibido uno de esos sobres.
También recibí un folleto que anunciaba un taller de dos días sobre planificación de la jubilación. Me sentía cansada por todas esas felicitaciones que me hablaban sobre este proceso de envejecer. Ese taller sobre planificación para la jubilación ofrecía el «secreto para construir su jubilación ideal». ¿Y cuál era el secreto?: «Tú eres tus sueños, tu lista de deseos, tu definición de la jubilación ideal, tu capacidad para encontrar un propósito para este capítulo de tu vida».
Bueno, me inundaron de esos y muchos otros tipos de recordatorios de que estoy envejeciendo y que quizás es necesario hacer cambios. Pero en realidad lo que quería saber en ese momento era: ¿cuál es la perspectiva de Dios?
Mientras cumplía sesenta y cinco años, quería saber qué piensa Dios al respecto. ¿Cuál es Su definición de esta etapa de mi vida? ¿Cuál es Su plan para mi vida? Es por eso que cuando cumplí esa edad me propuse estudiar el Salmo 92. He estado viviendo en este pasaje desde hace un tiempo. Y es bueno para cada etapa de la vida, no solo para las personas que están envejeciendo.
Y la parte del Salmo 92 que veremos hoy tiene una aplicación especial para nosotras a medida que envejecemos. Déjame leer el salmo. Hemos estado hablando de ello durante los últimos días. Solo quiero leerlo para que tengas una idea general. Luego nos enfocaremos en los dos últimos versículos. Este es un cántico para el día de reposo.
«Bueno es dar gracias al Señor,
Y cantar alabanzas a Tu nombre, oh Altísimo;
Anunciar por la mañana Tu bondad, y Tu fidelidad por las noches,
Con laúd de diez cuerdas y con el arpa,
Con la música sonora de la lira.
Porque Tú, oh Señor, me has alegrado con Tus obras,
Cantaré con gozo ante las obras de Tus manos.
¡Qué grandes son Tus obras, oh Señor!
¡Cuán profundos Tus pensamientos!
El hombre torpe no tiene conocimiento,
Y el necio no entiende esto;
Que cuando los impíos brotaron como la hierba,
Y florecieron todos los que hacían iniquidad,
Solo fue para ser destruidos para siempre.
Pero Tú, oh Señor, excelso eres eternamente.
Porque tus enemigos, Señor,
Porque Tus enemigos perecerán;
Serán esparcidos todos los que hacen iniquidad.
Pero Tú has exaltado mi poder
Como el del búfalo;
He sido ungido con aceite fresco.
Mis ojos satisfechos han mirado a los que me acechaban,
Y oyen mis oídos de los malhechores que se levantan contra mí.
El justo florecerá como la palma,
Crecerá como cedro en el Líbano.
Plantados en la casa del Señor,
Florecerán en los atrios de nuestro Dios.
Aun en la vejez darán fruto;
Estarán vigorosos y muy verdes,
Para anunciar cuán recto es el Señor;
Él es mi Roca, y que en Él no hay injusticia» (vv. 1-15).
Esa es la Palabra del Señor. Señor, cómo te alabamos por Tus promesas, por Tu Palabra, por lo que significa para nosotras, en nosotras y a través de nosotras. Oro para que avives nuestros corazones y nuestros oídos. Prepara nuestras mentes para recibir y responder a lo que tienes para nosotras hoy, cualquiera que sea la etapa de la vida en la que nos encontremos. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Bien, versículo 14 del Salmo 92: «Aun en la vejez darán fruto». Esa palabra «vejez» tiene que ver con las canas. Creo que aplica a mí. Comencé a tener estas canas cuando tenía veintitantos años. Las teñí por un tiempo, y luego, en mis treinta y pico, el día más feliz de mi vida fue el día en que dejé de teñirme el pelo.
Finalmente llegué al punto en que dije: «¿Sabes qué? Creo que me las gané. Me las dejaré».
Entonces, esta vejez, las «canas» transmiten un mensaje. Cuando el salmista dice que todavía darán fruto en la vejez, soy toda oídos. Eso de dar fruto tiene que ver con germinar, florecer, dar fruto, alegrar, crecer. Están floreciendo, están creciendo, están prosperando; no están estancadas. Esas personas con canas todavía darán frutos; estarán sanas, vigorosas y verdes.
Déjame leerte lo que dicen otras traducciones: una dice que serán «saludables y frondosos». La palabra «saludable» en realidad significa «estar completo, pleno, lleno, rico o fértil». Son «frescos y florecientes». Otra versión dice que están «siempre llenos de savia y frondosos», y otra que «están vigorosos y verdes».
Puedes entender la idea. No están desapareciendo. Y sí, nuestros cuerpos se están desgastando y muriendo. Pero el hombre interior que llevamos dentro se va renovando día en día, y esta gente anciana y con canas todavía darán fruto; estarán vigorosos y verdes.
Ahora, hagamos una pausa, porque al pensar en este pasaje, dar fruto es estar sano, estar fresco, vigoroso, estar verde en la vejez; no es así como normalmente describimos o pensamos en la vejez. Pensamos que los jóvenes son fructíferos y tienen hijos. Pensamos que la vejez está más asociada con la esterilidad; el cuerpo se arruga, los ojos se oscurecen, tenemos problemas de audición, la piel se seca, el recuerdo se desvanece: cualquier cosa menos estar vigorosos y verdes.
De hecho, si deseas una descripción deprimente de la vejez, ve al capítulo 12 de Eclesiastés. Puedes ver metafóricamente muchas imágenes de palabras que se utilizan en ese capítulo para hablar sobre las personas ancianas que se dirigen hacia su hogar final.
Ahora, hay esperanza en el libro de Eclesiastés, porque donde está el evangelio, siempre hay esperanza. Pero no pensamos en la vejez como el momento en el que uno está lleno de vitalidad , vibrante y dando frutos, sano, fresco y verde.
Sin embargo, los caminos y la Palabra de Dios van en contra de lo que sería ordinario y natural en nuestro pensamiento.
Cuando cumplí sesenta y cinco años, me percaté de que Abraham y Sara, o Abram y Sarai, tenían setenta y cinco y sesenta y cinco años, cuando Dios los llamó a dejar su próspera tierra natal, donde habían estado toda su vida, para mudarse a una vida completamente nueva.
Le comenté a Robert sobre esto. Le dije: «Cariño, Abram tenía setenta y cinco años y Sara tenía sesenta y cinco. Tú tienes setenta y cinco años; Tengo sesenta y cinco años. ¡Así que, abróchate el cinturón!, porque os estamos preparando para avanzar hacia el llamado de Dios».
Ahora, no creo que eso signifique que vamos a tener hijos. Lo dudo seriamente. Pero le estamos pidiendo al Señor que nos haga productivos y fructíferos en esta etapa de nuestras vidas en la que tantas personas se ven a sí mismas decayendo, espiritual, emocional y productivamente. Estamos diciendo: «Señor, ¿tienes algo para nosotros que sea un llamado nuevo, fresco y de crecimiento?». Levantamos nuestras manos y decimos: «Señor, estamos aquí. Somos tus siervos. Haz con nosotros, en nosotros y a través de nosotros, lo que quieras en esta etapa de la vida».
Hay otra pareja piadosa de ancianos en las Escrituras, está en el Evangelio de Lucas. Le he mencionado a Robert varias veces esta pareja en conversaciones que hemos tenido recientemente. ¿Recuerdas a Elisabet y Zacarías, la pareja mayor que había orado por años por un hijo? Dios le dio al sacerdote Zacarías la promesa de que tendría un hijo, y ese hijo sería Juan el Bautista. Ellos vivieron una vida fructífera. Y Elisabet ejerció una influencia piadosa en la vida de María de Nazaret.
Me encanta esta pareja. Me encantan muchas cosas acerca de ellos. Le he dicho a Robert muchas veces: «Cariño, quiero que seamos Zacarías y Elisabet a medida que envejecemos. Quiero que tengamos su espíritu y su actitud en nuestra vejez para crecer como ellos crecieron para ser fructíferos. Eso no es natural. Eso es sobrenatural. Eso es lo que el Espíritu de Dios quiere y puede hacer en nosotros y a través de nosotros.
Entonces, ¿cómo luce ser fructífera en la vejez, cuando somos frágiles, débiles y ancianas? Y ese será el caso de muchas, si no la mayoría de nosotras, en algún momento. ¿Significa eso que seguimos trabajando al mismo ritmo que cuando teníamos cuarenta? ¿Significa que mantenemos el pedal a fondo? ¿Significa que siempre tenemos que tener cosas que hacer? ¿Cómo luce? ¿Qué significa?
Creo que es importante que comprendamos que el ser fructíferas será diferente en las diferentes etapas de nuestras vidas. Robert y yo estamos observando a amigos y familiares que están envejeciendo, algunos de ellos bastante mayores. Hace un tiempo asistimos a dos funerales de amigos en sus noventa y tantos años que habían vivido vidas preciosas y fructíferas; vidas fructíferas que se vieron diferentes cuando tenían cincuenta y ochenta años, cuarenta o treinta. En esos últimos años vimos que sus capacidades físicas y mentales iban disminuyendo. Fue duro de ver y duro para ellos.
Y hemos estado reflexionando sobre lo que significa seguir dando frutos en la vejez. Y no me refiero solo a mediados de los sesenta. Estoy hablando de los setenta, ochenta y noventa años, tal vez incluso más, confiando a Dios todo lo que tenemos por delante y diciendo: «Señor, queremos ser fructíferos en la vejez».
Bien, hoy quiero darte algunas ilustraciones de personas que me han inspirado, que fueron fructíferas en su vejez, para ver si podemos aprender algunas cosas de sus vidas e inspirarnos para dejar que Dios cumpla esa promesa de que los justos seguirán dando frutos en la vejez.
Tenemos el ejemplo de Corrie Ten Boom, habrás escuchado su nombre, fue la autora del libro que fue un éxito de librería, uno de los más vendidos, titulado: El Refugio Secreto. Era la historia de cómo ella y su familia escondieron judíos durante la Segunda Guerra Mundial en Holanda, hasta que fueron traicionados, arrestados por los nazis y encarcelados. Su hermana Betsie fue asesinada. Pero después de la guerra, Corrie emigró a los Estados Unidos y comenzó un ministerio mundial de viajes y conferencias. Ella era enérgica y fructífera hasta bien entrados los ochenta años. Tocó millones de vidas.
Pero luego, a la edad de ochenta y cinco años, experimentó el primero de una serie de derrames cerebrales que la dejaron paralizada e incapaz de hablar durante los últimos cinco años de su vida.
Hace años leí un libro que me impresionó tanto al pensar en esa etapa de la vida. El libro se llama Corrie Ten Boom: Cinco años de silencio, y fue escrito por su compañera y cuidadora de toda la vida. En el libro ella habla de cómo Dios usó a Corrie en el ministerio de intercesión silenciosa cuando ella no podía hablar y estaba postrada en cama.
También contó cómo se comunicaba con la mirada cuando la visitaban en su casa. La gente se marchaba y se sentían renovados y alentados por esta mujer que no podía decir una palabra.
Hace poco leí también sobre otra mujer, una viuda de la India, de noventa y un años, sin hijos. Se llama Jenny. Ella vive sola, paga alquiler, en un pequeño anexo dentro de la casa de otra persona.
Es una habitación de esa casa que en realidad es solo un pasillo. Su pequeña habitación tiene goteras y el dueño no quiere reparar el techo, por lo que duerme en la pequeña sala de estar.
Tiene muy poco dinero, una casa pequeña con goteras y no tiene familia. Pero esta mujer es alegre y feliz. Les dijo a los visitantes que escribieron sobre esta ocasión: «Cuando me despierto por la mañana, doy gracias a Cristo por todo». Ella dijo: «Leo mi Biblia todo el tiempo». Es una mujer optimista, es positiva. Con su voz anciana y temblorosa les cantó a esos visitantes una canción sobre contar sus bendiciones.
Leo sobre mujeres como Jenny y pienso en esa canción titulada: «10,000 Razones». Yo cantaré hasta que caiga el sol. Eso es lo que quiero hacer. Quiero cantar. Quiero alabar al Señor. Quiero ministrar gracia. Quiero ser una fuente de gracia para los demás. Quiero dar frutos en la vejez.
Pienso en otra mujer que aún vive y que canta hasta el anochecer. Ella es tía de Robert. La tía Lois tiene noventa y dos años. Perdió a su esposo a causa del COVID y ha tenido múltiples problemas de salud. Hace un tiempo se mudó al otro lado del país para poder estar cerca de su hija y su yerno. Cuando la llamamos, siempre esperamos poder animarla.
Pero ella siempre nos pregunta cómo estamos. Quiere saber cómo le está yendo a Aviva Nuestros Corazones. Es una mujer enfocada en los demás, optimista y llena de gracia. Es una mujer que da frutos en la vejez y, debo agregar, ella ve todos los deportes que puedas imaginar, y sigue a todos los equipos que puedas pensar. Ella sabe cómo están, qué están haciendo. Ella está animando. Ella no está cansada y gimiendo y llorando en su vejez. Ella está siendo fructífera.
Pero eso no es lo único que le interesa. Son las personas y el Señor lo que la hace prosperar. Está interesada en los demás y en cómo puede bendecirlos. Ella da financieramente con los recursos que el Señor le ha confiado; sobreabunda y es dadora de vida. Es una mujer fructífera que lleva el fruto del Espíritu en su vejez.
Hay una pareja con la que he servido en el ministerio durante muchos años. Hace poco leí la última actualización del boletín mensual de Dan. Él dijo: «Vicky y yo tenemos más de ochenta años. No tenemos planes de jubilarnos. Aunque nuestro apoyo ha disminuido casi a la mitad». A lo largo de todas sus décadas de servicio al Señor, ellos han recibido apoyo financieramente como misioneros. Él dijo:
«Deseamos mantener nuestras ofrendas a otros y nuestro estilo de vida actual. Por eso acepté un empleo en una empresa cercana haciendo algunos trabajos de consultoría. Este trabajo es de unas ocho horas a la semana. Así que todavía tendré tres o cuatro días a la semana para servir en este ministerio. [Donde ha estado durante muchos años.] Estoy deseando con gozo enfrentar este nuevo desafío».
Aquí hay un hombre de unos ochenta años que espera con ansias los nuevos desafíos que Dios pueda tener para él.
Ahora, él está físicamente en un punto donde todavía puede hacer eso, aunque no al mismo ritmo que lo hacía cuando tenía cincuenta años. Y puede que llegue el momento en que no pueda salir de su casa. Pero mientras pueda servir, trabajará para la gloria de Dios y el bien de otras personas. Él espera con ansias un nuevo desafío a sus ochenta años.
Mi amiga de muchos años, Bárbara Rainey, está inscrita en el seminario a los setenta y dos años. Está estudiando en el seminario a través de los cursos en línea. Tendrá setenta y seis o setenta y siete años cuando se gradúe. ¿Por qué lo hizo? Le pregunté eso y ella me respondió diciendo:
«Me encanta el estudio de la Biblia desde que comencé hace décadas con el Bible Study Fellowship and Precept. Sabía que nunca dejaría de estudiar. Toda la experiencia ha sido muy buena para mí. Mis ojos han sido abiertos a la anchura y profundidad del conocimiento acerca de nuestro Salvador. No me arrepiento de haber abordado esto tan tarde en la vida. [Luego dijo que quiere ser fructífera.] Necesitamos un ejército de adultos experimentados, que modelen para las generaciones más jóvenes la importancia de seguir buscando a Cristo con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas».
Esa es una mujer que está floreciendo. Está prosperando, dando frutos a una edad avanzada, a mediados de los setenta. Bueno, cuando hablamos de vejez, realmente podemos referirnos a muchos años más que esos. Pero aquí vemos una mujer que está envejeciendo y que dice: «Quiero seguir adelante. Quiero seguir buscando a Cristo. Quiero seguir dándolo a conocer. Quiero seguir compartiéndolo con los demás».
Y luego otra de mis viejas amigas, la preciosa Kim Wagner, ya la han escuchado en Aviva Nuestros Corazones. Puedes saber acerca de su historia en diferentes épocas de su vida. Ha sido fructífera en diferentes formas. Ella y su esposo LeRoy han sido amigos míos desde el comienzo de Aviva Nuestros Corazones. Tuvimos un intercambio de textos y correos electrónicos cuando se enteró de que yo estaría enseñando sobre el Salmo 92. Yo quería escuchar más acerca de cómo su vida ha sido tan fructífera y de cómo este pasaje le ha hablado a ella, y lo que ha significado en su vida.
Y ella dijo: «Hace varios años me apropié espiritualmente del Salmo 92:12-15», la última parte del salmo que estamos viendo. Ella dijo:
«Me apropié de eso como el pasaje que le pedí a Dios que cumpliera en nuestros años dorados. Pero nuestro florecimiento y nuestros frutos no han sido nada de lo que yo esperaba, y ciertamente nada de lo que hubiera deseado».
Permíteme hacer un paréntesis aquí. En año 2017, el esposo de Kim, LeRoy, se vio afectado por una dolencia compleja y difícil de diagnosticar que le ha dejado con un dolor insoportable desde entonces y muy limitado físicamente. Han acudido a todo tipo de médicos, citas, tratamientos y esfuerzos, y han obtenido un pequeño alivio, pero la vida nunca ha sido la misma para ellos. Él era pastor y a sus cincuenta años fue golpeado por esta aflicción y ahora está tratando de descubrir cómo prosperar y florecer a medida que envejece.
Ella me dijo: «Desde 2017, parecía como si nuestra temporada fructífera hubiera pasado, ya que hemos tenido que vivir aislados gran parte de ese tiempo». El sistema inmune de su esposo está muy debilitado. No pueden salir de casa y tienen que tener mucho cuidado cuando lo hacen. Ella dijo:
«Pero todavía tengo la esperanza de que incluso en nuestras pequeñas acciones estemos dando frutos en esta temporada, aunque sea solo cuidando a mi mamá y a otras personas de manera sencilla e invirtiendo en los miembros de la familia».
No entraré en detalles, pero ella lo ha hecho: tras bastidores, de manera silenciosa y no compartida. Ella ha sido fructífera y próspera porque se ha preocupado no solo de su esposo, sino también de su familia. Dijo que ha sido extremadamente difícil. Quiero que reconozcamos que esa no es una temporada fácil. Envejecer no es cosa fácil. Hay cosas que dejan de funcionar y partes de nosotros que se cansan y desgastan. No podemos movernos tan rápido ni con tanta energía como podíamos hacerlo en el pasado. A veces envejecer puede resultar muy difícil. Mi amiga Bárbara dijo:
«Esto no ha sido fácil. Ha sido extremadamente difícil. Pero al mismo tiempo, Dios ha dado tesoros en la oscuridad. [Esa es una frase del libro de Isaías.] Tesoros en la oscuridad que nunca habría conocido sin esta temporada. Quiero permanecer siempre en la vid, en Cristo, diciendo: “Sí, Señor”, a todo lo que Él tiene para nosotros».
Ahí es donde se encuentra la plenitud del gozo. Ahí es donde prosperamos y florecemos, en la presencia de Dios, en nuestra vejez. Plantados en la casa del Señor, florecerán en los atrios de nuestro Dios, aun en la vejez darán fruto, estarán vigorosos y muy verdes.
Entonces, ¿cuál es el objetivo de todo esto, que podamos tener una vejez próspera?
Bueno, la meta es clara. Está en el último versículo del Salmo 92.
«Aun en la vejez darán frutos. . .
Para anunciar cuán recto es el Señor;
Él es mi Roca, y que en Él no hay injusticia» (v. 15).
Escucha, el asunto no es que podamos tener una vida sana, floreciente y próspera. El punto es que podamos ser fructíferas para poder apuntar a la gente hacia Cristo, hablar bien de Él y gloriarnos en Él. Y podemos señalar a la gente a Cristo aun si no pudiéramos hablar. Y si como Corrie ten Boom estuviéramos en un lugar donde no podemos hablar ni señalar, aún podemos orar.
Cualquier cosa que Dios nos dé la capacidad de hacer en una edad determinada, la meta es apuntar a las personas hacia Jesús. La meta no es anunciar que soy grande, o buena, o fructífera, o que estoy teniendo una vida próspera, sino declarar que el Señor es justo, que Él es nuestra roca, y que en Él no hay injusticia.
Bien, hablamos en el versículo 2 acerca de anunciar a los demás la bondad, la fidelidad y el amor del Señor. Y ahora estamos anunciando a los demás que Él es bueno, fiel e inconmovible, y por eso lo adoramos.
Cuando cumplí sesenta y cinco años, en una de mis redes sociales, escribí algunos pensamientos mientras meditaba en este pasaje. Y espero que en esta etapa de mi vida en la que estoy entrando a mis sesenta y cinco años, y si Dios quiere a los setenta y cinco, o a los ochenta y cinco, o los muchos o pocos años que el Señor me dé, espero tener perspectivas nuevas y frescas.
Y a los sesenta y cinco, esta fue la perspectiva que Dios trajo a mi corazón cuando cumplí sesenta y cinco años, basado en el Salmo 92.
«Semana de mi cumpleaños,
Sesenta y cinco años.
Dulces reuniones,
amigos de toda la vida,
comida, risas,
Ricos recuerdos,
cantos, oraciones,
profunda gratitud
El plan del mundo:
Jubilación por delante
El plan de Dios:
Seguir floreciendo
Seguir creciendo
Seguir siendo fructífera
Seguir sirviendo
Seguir proclamando
Su Palabra,
Su fidelidad,
Su bondad,
Su evangelio.
Continuar,
Derramar mi vida
Para él
Para otros.
Fortalecida, sostenida
Por gracia
Por fe
¡Sí señor!»
Sí, Señor. Salmo 92:12-15
«El justo florecerá como la palma, crecerá como cedro en el Líbano.
Plantados en la casa del Señor, florecerán en los atrios de nuestro Dios.
Aun en la vejez darán fruto; Estarán vigorosos y muy verdes,
Para anunciar cuán recto es el SEÑOR; Él es mi Roca, y que en Él no hay
injusticia».
Esa es mi oración por mí. Y esa es mi oración por ti, ya sea que tengas veintidós, cuarenta y dos, sesenta y dos, ochenta y dos años o, como tía Lois, noventa y dos. ¿Puedo orar por ti?
Oh Señor. Gracias porque la libertad, la plenitud y la abundancia se encuentran en Cristo. Gracias porque podemos prosperar y crecer en cada etapa de la vida; en medio de la adversidad, en medio de los ataques, en medio de un mundo en llamas. Podemos prosperar y crecer porque Cristo está en nosotras y Él nunca deja de ayudarnos a crecer y a prosperar.
Por eso, Señor, queremos ser fructíferas. Queremos ser fructíferas en todo tiempo. Oro por eso para cada mujer que escucha hoy. Oro por una vida fructífera, una vida floreciente, una vida próspera. No oro por una vida libre de problemas. Pienso en mi dulce amiga Michelle, quien hoy está lidiando con los desafíos de esta niña de cuatro años con necesidades especiales, Blair, la niña que le diste. Oro para que ella prospere, para que florezca.
Oro por la tía Lois, de noventa y dos años, para que prospere, florezca y dé frutos.
Y oro por las que escuchan ahora, para que encuentren un lugar de abundancia, para que Tú recibas toda la gloria, y que juntas podamos anunciar a nuestro mundo: Dios es grande. Dios es bueno. Él es fiel. Él nos ama. Él es nuestro Creador. Oro en el nombre de Jesús. Amén.
Débora: Tú puedes florecer en cada temporada. Como Nancy DeMoss Wolgemuth nos enseñó en este episodio, la abundancia no tiene límite de edad, aún puedes florecer en Cristo y vivir Sus propósitos para tu vida sin importar tu edad.
Hoy Nancy compartió bastante sobre cómo el Salmo 92 resonó en ella de maneras nuevas cuando cumplió sesenta y cinco años.
Nancy: Ya seas joven o anciana, soltera o casada, con el nido vacío o en una temporada de crianza de niños pequeños, siempre nos alienta escuchar el fruto de cómo el Señor está obrando en la vida de las mujeres a través de este ministerio. Aquí hay una mujer llamada Sarah que nos contó cómo ha sido por Aviva Nuestros Corazones. Escuchemos:
«El Señor ha sido bueno en mi vida durante todo este tiempo. En la pandemia, aprendí a depender más de Dios y a confiar en Él. Pasé por un momento de depresión en mi vida hace unos años, pero Dios lo usó para bien. Uno de los pasajes que Dios trajo a mi mente en ese tiempo, fue Jeremías 29:11: «Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes», dice el Señor, “Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro, y una esperanza”. Desde hace un tiempo he estado haciendo el plan de lectura bíblica de Mujer Verdadera 365, el cual ha sido de tanta bendición para mi vida, y estoy conociendo a Dios de manera profunda a través de las Escrituras. Agradezco a Dios por este ministerio, y oro para que Dios continúe la edificación de las mujeres de todas las edades en Su Palabra».
Sabes, cada programa que producimos es posible gracias a personas como tú: oyentes que colaboran con nosotros a través de sus oraciones y apoyo financiero para ayudar a las mujeres a ser fructíferas en cada etapa. Si deseas marcar una diferencia en las vidas de las mujeres de todo el mundo, puedes donar en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Débora: De antemano te damos las gracias por considerar hacer una donación al ministerio. Gracias también por acompañarnos el día de hoy.
Para introducir la serie que iniciamos mañana quiero hacerte una pregunta, ¿cómo sabes cuáles mensajes son confiables y cuáles mensajes son falsos?
Nos enfocaremos en esta pregunta en Aviva Nuestros Corazones mientras damos inicio a una nueva serie titulada «La verdad que hace libre a las mujeres jóvenes». Aprenderemos que los mensajes confiables y falsos compiten entre sí, afectando a las mujeres jóvenes. Nancy DeMoss Wolgemuth y Dannah Gresh ayudarán a las jóvenes y a sus mamás a reconocer las mentiras y a aferrarse a la verdad. ¡Te esperamos el día de mañana!
Llamándote a la libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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