Sanada y liberada por la Palabra de Dios
Dannah Gresh: Un pensamiento incorrecto y una vida promiscua llevaron a Laura Perry por un camino lleno de dolor, desilusión y confusión.
Laura Perry: Recuerdo haber pensado: La razón por la que esto nunca funciona, la razón por la que nunca soy feliz en mis relaciones, ¡es porque se suponía que yo debía ser el hombre! Si yo fuera el hombre, entonces les mostraría a estos hombres cómo se supone que debe se debe tratar a una mujer.
Una vez que acepté eso y decidí que eso era lo que iba a ser, fue como si se activara un interruptor. De repente, todo lo que pensé fue: ¡Sí!Soy un hombre nacido en el cuerpo de una mujer.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 17 de abril de 2023.
¡Estoy tan contenta de que estés con nosotras …
Dannah Gresh: Un pensamiento incorrecto y una vida promiscua llevaron a Laura Perry por un camino lleno de dolor, desilusión y confusión.
Laura Perry: Recuerdo haber pensado: La razón por la que esto nunca funciona, la razón por la que nunca soy feliz en mis relaciones, ¡es porque se suponía que yo debía ser el hombre! Si yo fuera el hombre, entonces les mostraría a estos hombres cómo se supone que debe se debe tratar a una mujer.
Una vez que acepté eso y decidí que eso era lo que iba a ser, fue como si se activara un interruptor. De repente, todo lo que pensé fue: ¡Sí!Soy un hombre nacido en el cuerpo de una mujer.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 17 de abril de 2023.
¡Estoy tan contenta de que estés con nosotras hoy! Vamos a escuchar la poderosa historia de cómo el Espíritu de Dios usó la Palabra de Dios para transformar la vida de una mujer que hace poco llegamos a conocer y amar.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Así es, y su nombre es Laura Perry. Sé que tu corazón quedará cautivado con ella cuando escuches su historia. Escuché a Laura compartir su testimonio hace un tiempo en una conferencia en una iglesia. Ahí mismo dije: «Necesitamos invitarla a Aviva Nuestros Corazones».
Así que hoy escucharemos el testimonio que compartió esa noche y en los próximos días profundizaremos más en su historia. Estaremos conversando también con su madre, quien recorrió este largo viaje con Laura. Luego tendremos a Dannah y Mary Kassian quienes tuvieron una conversación con ella.
Dannah: Sí, traemos esta historia porque una de las conversaciones más complejas que estamos atravesando en estos días es el tema de la ideología transgénero. Ahora, si ese es un término nuevo para ti, o si simplemente no estás segura de lo que realmente significa, «transgénero» es la palabra que se usa para describir a alguien que cree que su identidad de género no es lo mismo que su sexo biológico.
Nancy: Bueno Dannah, tienes razón, esto es complicado. Pero es algo con lo que, de una forma u otra, todos tenemos que lidiar. Y si no es ahora, será en otro momento. Esto se ha convertido en una parte importante de la conversación cultural.
Es algo sobre lo que los jóvenes están hablando o algo que escuchan en la escuela. Y esta filosofía, esta forma de pensar, en algunos países ya se enseña en el preescolar, en la escuela primaria; no es solo un asunto cultural en algunos lugares.
Para muchas de nuestras oyentes, tal vez para ti, esto es algo profundamente personal, ya que quizás tienes un hijo o una hija, un compañero de trabajo o alguien con quien creciste, que acaba de anunciar que ha decidido hacer la transición de un género a otro. ¿Es eso posible? ¿Y cómo respondemos a quienes están atrapados en esta forma de pensar?
Es un tema que debemos saber cómo abordar, y ayudar a nuestros hijos para que sepan cómo lidiar con esto también.
Ahora escuchemos a Laura Perry compartir su historia.
Laura: Quiero contarte mi historia el día de hoy, pero lo que espero que escuchen al final, no es una historia de cómo me arreglé o cómo me arreglaron mis padres. No. Fue el Señor quien me atrajo, quien me arregló, el que me sanó, y esta es realmente Su historia de redención.
En ocasiones me gusta comenzar con una historia un poco vergonzosa de mi niñez. No era la típica niña graciosa de la clase; no me gustaba la atención de ese momento. Hicimos una pequeña obra de teatro cuando estábamos en el jardín de infancia que se basaba en rimas infantiles.
Fui la última en ser elegida, así que mi profesora me asignó a Humpty Dumpty. Me dio mucha vergüenza, porque me pusieron un gran disfraz que llenaron de papel periódico. Ni siquiera tenía una línea para decir. Se suponía que debía sentarme allí en la pared, y cuando un niño lo leyera, ¡me caería y me rompería!
Pero también ha sido una analogía espiritual para mí, durante mi vida. Si recuerdas la canción infantil, dice: «Humpty Dumpty se sentó en una pared, Humpty Dumpty tuvo una gran caída. Todos los caballos del rey y todos los hombres del rey no pudieron reparar a Humpty Dumpty». Así fue como me sentí gran parte de mi vida. Pero la realidad que aprendí es que ¡el Rey sí puede!
¡Dios reparó lo que estaba roto y destrozado, que miro hacia atrás con asombro por lo que Él ha hecho! Ahora puedo decirles que cuando entré en este estilo de vida a la edad de veinticinco años, les habría dicho que nací así, que siempre había sido así, y que no hubo nada que contribuyera a mis sentimientos.
Nacemos con una naturaleza pecaminosa. Nacemos con deseos que no son naturales, pero al mismo tiempo, he aprendido que a menudo hay cosas que han contribuido a esos sentimientos, ya sea que los veas o no.
Y puedo decirte que la mayoría de las veces, cuando adoptas esta ideología, quieres convencerte de que eres así. Porque si se trata de quién eres y no de lo que sientes, entonces no es una decisión, no es una elección. Es algo que tienes que hacer.
Ahora puedo mirar hacia atrás (y espero que esto también sea un estímulo para los padres). Quiero dejar claro que tuve una relación difícil con mi madre, pero no la culpo en absoluto. Aprendí que ningún padre será perfecto.
De hecho, Dios fue el Padre perfecto, y Sus hijos, Adán y Eva, se rebelaron en el jardín del Edén, en el paraíso, ¡aún sin pecado en el mundo! No tenían guerras, enfermedades ni todas esas cosas afectadas por el pecado y aun así se rebelaron contra lo que Dios había ordenado.
Pero al mismo tiempo, como les he dicho a algunos padres, todos somos pecadores criando a otros pecadores. Todos tenemos nuestros propios problemas, nuestro propio quebranto. Más adelante mi madrenos lo compartirá con su propio testimonio. En algún momento se convirtió en una farisea legalista.
Ella siempre hacía cosas por mí, pero nunca me quería cerca. Así que siempre decía: «¡Vete! Aléjate de mí; ¡Déjame en paz!» Así me trató muchas veces.
Yo era muy cercana a mi papá y mi hermano, y pasaba todo el tiempo con ellos. Esto comenzó a crear mucha confusión cuando era niña. Ahora miro hacia atrás y entiendo que mi madre me amaba muchísimo, pero yo no podía entenderlo en ese momento.
Y aquí, nuevamente es donde el enemigo entrará en nuestra vida para susurrarnos mentiras. Cuando elegimos creer sus mentiras, es como si la vida pasara por un filtro con diferentes experiencias que se suman a esto y te dicen: «¿Ves? ¡Ella realmente no te ama!» «Mira, ella realmente desearía que fueras un niño». Porque ella era más cercana a mi hermano, y había varias razones para eso.
Creo que una de ellas era la personalidad, pero también que mi madre había perdido dos bebés varones entre mi hermano y yo. Y comencé a creer cuando era niña que mi mamá deseaba que yo fuera uno de ellos y que no naciera siendo niña.
Entonces empecé a asumir esa identidad. Fantaseaba con ello y escribía historias sobre ello. En la infancia nunca había escuchado el término transgénero. Era un mundo de fantasía en el que vivía, pero con el paso de los años se volvió cada vez más prominente.
Cuando tenía catorce años me dijeron que tenía síndrome de ovario poliquístico, lo que significaba que tenía quistes en los ovarios. Padecía de un dolor constantemuy, muy, intenso. Además, me dijeron que probablemente nunca quedaría embarazada.
Así que me enojé mucho con Dios. Pensé, está bien, si Dios me hizo de esta manera, y me hizo una niña que, en primer lugar, no quiero ser, que ha sido rechazada por su madre (porque así es como lo vi) y luego tengo este sistema femenino, que no quiero en primer lugar, que no funciona y solo me está causando dolor, y ahora ni siquiera me va a permitir tener hijos… Si Dios hizo esto a propósito, ¡entonces Dios no es bueno!
Comencé a ver a Dios como un ser cruel y distante al que no le importaba nada de mí. Él simplemente estaba sentado, riéndose. Esa era la imagen que tenía de Dios.
Cuando tenía quince años, me alejé por completo de la fe. Le dije a Dios que nunca más le serviría. Quería ser lo opuesto a una cristiana…fuera lo que fuera. No quería tener nada que ver con eso. Había crecido oyendo hablar de Jesús toda mi vida, pero nunca había conocido realmente a Cristo.
Puede que algunas de ustedes estén en ese barco y piensen: «Sabes, hice la oración, me bauticé, pero nunca ha sido real». Solo quiero animarte a que si esa eres tú, sepas que hay una diferencia entre creerlo en tu cabeza y realmente poner tu fe y confianza en Cristo.
Nunca había conocido a Cristo como alguien real, y por lo tanto tampoco había conocido Su amor ni Su paz. No sabía lo que era Su fidelidad en mi vida. Realmente, es un milagro que no terminé en un culto satánico. Creo que ese era el lugar al que me dirigía, pero por la gracia y la misericordia del Señor, no sucedió así.
Transité por un camino muy oscuro. Vivía en fiestas. Tuve un pasado muy, muy promiscuo, y seguí tratando de curarme a mí misma a través de otras personas: «Si puedo lograr que los hombres me amen, entonces me sentiré mejor conmigo misma». Realmente no quería tener nada que ver con mujeres.
Pero antes de entrar en este camino transgénero, me había vuelto muy sexual, y estaba destrozada. Realmente estaba tratando de darles a estos hombres todo lo que quisieran. Cuanto más les daba, más me trataban como basura.
No entendía por qué Dios nos da tanto valor, especialmente a las mujeres, pero también a los hombres. Hay algo tan sagrado en ese pacto matrimonial, pero yo lo estaba dando gratis, y me trataban como algo completamente desechable.
Luego de muchos años en ese estado y de volverme adicta a la pornografía…nunca mejoraba, me estaba llevando a un lugar más profundo y oscuro. Finalmente, tuve una relación horrible.
Yo estaba caminando sobre cáscaras de huevo. El hombre con quien tenía una relación, tenía un problema de alcohol severo, y todo salió muy mal. Recuerdo pensar: La razón por la que esto nunca funciona, la razón por la que nunca soy feliz en estas relaciones es porque se suponía que yo fuera el hombre. ¡Si yo fuera el hombre, entonces les mostraría a estos hombres cómo debe tratarse a una mujer!»
Y esto realmente sucede en el transgenerismo, puedo decirte que hay un deseo de ser algo que quieres para ti.
Yo deseaba desesperadamente que un hombre me tratara con amor y respeto y que me deseara de verdad. Pero como no estaba recibiendo lo que quería, decidí convertirme en ese hombre. Ahora, no me di cuenta de eso conscientemente en ese momento, simplemente era un pensamiento.
Pero una vez que lo acepté y decidí que eso era lo que haría, fue como un interruptor. De repente, todo lo que pensé fue: «¡Sí! Soy un hombre nacido en el cuerpo de una mujer». Y compré toda esa mentira.
Así que empecé a ir a un grupo de apoyo. La primera vez que estuve allí, me hicieron presentarme. A los cinco minutos la gente presente decía: «¡Oh, definitivamente eres transgénero!» Pero me inquietaba el hecho de que nunca me vería como un hombre.
Nunca olvidaré que el líder del grupo dijo: «¡No te preocupes por eso! En un año más o menos de tomar hormonas, nadie va a saber que eras una chica».
Eso es lo que había querido escuchar toda mi vida, porque era doloroso saber que era una niña, y quería escapar de eso más que nada. En realidad, ni siquiera quería ser abiertamente transgénero. Quería ser un hombre, y no quería que una sola alma en el planeta tierra supiera que alguna vez había sido mujer.
No podía evitar que mi familia lo supiera, pero les exigí que me llamaran Jake, ese era mi nombre legal en ese momento, o Jacob, y que usaran los pronombres masculinos. Les gritaba, vociferaba, e intentaba todo lo que se me ocurría para tratar de convencerlos.
Hay ironía en todo esto, y es un punto que quiero enfatizar. Algo que todos sabemos, pero creo que lo olvidamos. El diablo es el padre de mentira. Les dijo a mis padres tantas mentiras, y les mintió a través de mí. Me refiero a cosas que solo él susurraría.
Algunos eran sus propios pensamientos, sus propios miedos, cosas así. Siempre me decían: «¡Eres tan desagradable!» Yo también les decía eso. «¡Son unos padres horribles!» «¿¡Qué clase de padres cristianos son ustedes!?»
Viví así casi nueve años, y la realidad es que el momento en que me sentí más amada por ellos durante todo ese tiempo fue la noche en que les confesé todo, cuando confesé lo que sentía. Todo terminó en muchas lágrimas y yo explotando y gritando. Pero la realidad era que yo sabía que me amaban demasiado como para ceder a mis demandas.
Estaban llorando, suplicando y sollozando. Me dijeron: «Te ayudaremos. ¡Haremos lo que sea! Por favor, déjanos ayudarte. Deja que te busquemos consejería». Y yo no quería tener nada que ver con eso. Recuerdo haber pensado: ¡Ojalá no me amaran tanto, porque solo quiero ir y hacer lo que quiero hacer!
No quería ayuda porque quería creer que esta era la respuesta, porque no quería ser mujer. Ser mujer era doloroso. Terminé eliminándolos de mi vida por un tiempo; era algo intermitente. Había largos periodos de tiempo en los que no les hablaba pero luego volvía y lo hacía.
Eliminé de mi vida a la mayoría de mis amigos y cambié de trabajo varias veces. Cuanto más hacía la transición, más tenía esa identidad masculina. Finalmente, solo mi pareja y mi familia sabían que era trans. Empecé a tomar estas hormonas durante casi nueve años y me cambié legalmente el nombre y el género.
En el 2009 fuimos a San Francisco y me sometí a una mastectomía doble ambulatoria. Nunca olvidaré que lo que parecía la meta de mi vida, ese momento que había anhelado durante tantos años, para afirmarme como hombre, en realidad fue un punto de quiebre.
Miro hacia atrás ahora, y sé que había personas orando por mí, porque era como si todo lo que estaba haciendo para ir más lejos en este estilo de vida el Señor lo estaba usando para atraerme de nuevo. Una tía me escribió un correo electrónico días antes de irme.
Más tarde me dijo que sabía que me iba a enojar con ella y que podría costarle la relación, pero se sintió obligada por el Señor a escribirme. Ella me dijo: «Laura, por favor no hagas esto. ¡Eres una chica tan hermosa! Estás siendo engañada por el diablo: ¡huye de esto, por favor!»
Estaba tan enojada con ella que no le hablé durante tres años, pero puedo decir que tuvo un efecto profundo en mi vida. Mientras estaba acostada en el quirófano y miraba estas líneas punteadas de color púrpura en todo mi pecho donde el médico estaba a punto de abrirme, pensé: ¿Y si ella tiene razón?¿Y si realmente estoy en manos de Satanás? ¿Y si me despierto en el infierno? Sabía que cualquier cirugía tiene un riesgo potencial. Tenía una amiga que era enfermera y me dijo que la anestesia es en realidad un estado entre el coma y la muerte. Ella me dijo eso poco antes de mi cirugía.
Y empecé a llorar un poco, lágrimas no visibles, pero por dentro estaba muy aterrorizada. Por primera vez en años comencé a orar. Fue la primera vez que reconocí a Dios en mucho tiempo. Dije: «Dios, sé que esta no es Tu voluntad, pero tengo que hacer esto. Esto es lo que soy. Por favor, perdóname la vida».
Pero cuando me desperté, rápidamente me olvidé de Dios y olvidé mi oración. Seguí mi camino. Pensé que iba a cabalgar hacia el ocaso de la libertad eterna en esta nueva identidad. Pero Dios no se olvidó de mí, y no olvidó mi oración.
Unas semanas después de la cirugía, mi jefa que en ese momento era lesbiana, vino a verme un día y se me acercó a la cara y me dijo: «¡Escucha! No sé qué está pasando aquí, pero estás deprimida. Estás deprimida, no estás trabajando mucho, estás desmotivada. No sé qué te pasa, ¡pero quiero que el viejo Jake vuelva!»
Me quedé atónita: «¿De qué estás hablando? ¡Nunca he estado más feliz en mi vida!» La ignoré y pensé: Bueno, todavía me estoy recuperando de la cirugía. Estoy bien. Me fui a casa esa noche muy enojada y pensé: ¿Qué ve ella en mí que yo no veo?
Esta es la realidad que veo en muchas personas que viven como transgénero: les dirán a todos que son felices, pero la realidad es que están deprimidos. Empecé a darme cuenta de que en realidad había estado muy deprimida. Me estaba diciendo a mí misma que no, pero me había dado cuenta de que mi cirugía no me había convertido en un hombre.
¡Me sentí tan tonta! Recuerdo haber pensado: «¿Por qué pensé que cortar parte de mi cuerpo me iba a convertir en un hombre?» Recuerdo que miré mi certificado de nacimiento y mi licencia de conducir que ahora decían que era hombre. Pero yo sabía la verdad. Sabía que nada había cambiado, excepto que ya no tenía senos.
Entonces pensé, bueno, tal vez otro año de hormonas, quizás eventualmente esto sea real, solo necesito un poco más de tiempo. Así que pasó otro año de hormonas y me seguí dando cuenta de lo falso que es todo esto. No estaba resolviendo el problema. La disforia de género no mejora nada. De hecho, fue peor en muchos sentidos, porque ahora todo el mundo creía que era un hombre, pero todavía sabía que estaba viviendo una mentira.
Finalmente dije: Bueno, es porque tengo todos estos órganos femeninos, así que una vez que me los saque, ya no tendré las hormonas femeninas, entonces seré un hombre». Así que, en 2012, me extirparon todos los órganos femeninos, sin embargo, eso aún no lo solucionó, y me sentí devastada cuando me di cuenta de que eso tampoco iba a funcionar.
Entonces comencé a considerar la cirugía final que había planeado hacerme desde el principio, lo que ellos llaman «reasignación genital», que en realidad debería llamarse «mutilación genital». Nadie me había dicho lo horrible que son estas cirugías y el daño que le hacen a la gente y cómo las mutilan.
Estas cirugíasni siquiera podría describirlas y no lo haré aquí, pero puedo decirles que esto no es algo que le desearías ni a tu peor enemigo. Especialmente para las niñas, es muy artificial, y puede traer serias complicaciones.
Recuerdo sentirme como una especie de fenómeno intermedio. Comencé a comprender que nunca sería un hombre, ¡pero no quería ser mujer! Pensé: Bueno, esto es lo mejor que podré lograr. Estaba muy deprimida. Creo que si no hubiera sido por mi pareja en ese momento, podría haber sido propensa al suicidio.
Hay miles de personas en esa situación, no soy la única. Hay miles y miles de personas que lamentan su cambio de sexo. Existe un sitio web llamado Sex Change Regret, en el que cientos de miles dan su testimonio de arrepentimiento de cambio de sexo. No escuchas estas historias en los medios tradicionales.
Yo no sabía qué hacer al respecto. Ahora, Dios había estado trabajando durante todos esos años ablandando mi corazón a la idea de conocerlo a Él.
En una ocasión, mi mamá me pidió que hiciera un sitio web para su estudio bíblico. Yo apenas estaba en contacto con mis padres.
La noche en que me declaré como transgénero, la vida de mi madre comenzó a cambiar. Ella había rendido su vida al Señor de una manera nueva, permitiendo que Dios trabajara en ella. Y cuando comencé a trabajar en el sitio web tenía que leer sus lecciones. Al hacerlo, empecé a ver por primera vez en mi vida el corazón y el carácter de Dios.
Conocí algo acerca de Dios que nunca antes había conocido. Llamé a mi mamá para hacerle preguntas, ¡y me di cuenta de que mi mamá había cambiado! Le pregunté qué le había pasado y empezó a contarme cómo había sido transformada.
Fue en ese momento que supe que el evangelio era verdadero. Supe que Cristo estaba vivo, porque pude ver el poder transformador en mi mamá. Regresé a casa esa noche y comencé a confesar mis pecados. Realmente no creía que Dios me salvaría. Pensé: ¡He hecho demasiado!, ¡he sido muy mala!
Pero cuando comencé a llorar y a orar ese díay en los siguientes, el Señor intervino en mi vida de una manera tan radical cuando realmente puse mi fe y confianza en Él. Hablo de esa experiencia un poco más en mi libro.
Fui transformada radicalmente. ¡Sabía que nunca volvería a ser la misma! Mis deseos, todo en mí comenzó a cambiar cuando entregué mi corazón a Cristo. ¡Él me cambió tan completamente que yo era una persona nueva!
Recuerdo haber leído 2 Corintios 5:17 donde dice: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; ahora han sido hechas nuevas». ¡Y sabía que yo era nueva!
Pero no sabía qué hacer con esta identidad transgénero. Decía, «está bien, Dios, reconozco que esta no era Tu voluntad, pero no sé qué hacer ahora. Estoy atrapada de esta forma. Me he sometido a estas cirugías, soy legalmente hombre». Tenía mucho vello facial, la sociedad solo me conocía como hombre.
Cuando el Espíritu Santo se apoderó de mí, cada versículo de la Biblia comenzó a convencerme de la forma en que estaba viviendo, que era incorrecta.
En Romanos capítulo 1, dice que adorarás al Creador o adorarás a la criatura de alguna forma. Dios básicamente me estaba preguntando: «¿Te vas a identificar como te he creado o como quieres crearte a ti misma?» La forma en que había querido crearme a mí misma no me había funcionado nada bien.
Sentí mucha convicción. Durante unos dos meses le rogué al Señor con todo mi corazón que me quitara la vida. Simplemente no veía ninguna salida. Me vi en una especie de pozo profundo y oscuro del que no podía salir. Podía ver mucho en la cima, pero no tenía forma de llegar allí.
Estaba devastada. Dije: «¡Señor, no tengo salida!» Me recordó Mateo capítulo 16: 24-26, donde dice:
«Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: «Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará. Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?»
Sabía que el Señor me estaba pidiendo que me alejara de todo y no sabía qué hacer. Imaginaba mi vida como un montón de cenizas, destrozada. Dije: «Señor, si puedes hacer algo con mi vida, es Tuya, haz lo que quieras de mí».
Tuve una visión clara de Jesús inclinándose; Él extendió Su mano en este pozo en el que yo estaba y me preguntó: «¿Confías en Mí?»
Y dije: «Oh, Señor…sí». Literalmente me alejé de todo, me alejé de todo ese estilo de vida, me alejé de todo lo que había conocido durante casi una década; mi pareja, mi trabajo, esa identidad, y me alejé para seguir a Jesucristo. Al principio sentí que me moría por completo. Me afligí y me entristecí y me lamenté. Fue más difícil que cualquier cosa que haya hecho en mi vida.
Pero cuando el Señor comenzó a sanarme, a liberarme y a mostrarme quién era realmente, ¡comenzó a hacer una gran obra en mí! ¡Empecé a ser tan libre! Y recuerdo haber pensado, ¡nunca pensé que esto fuera posible!
No podría haber previsto la libertad que el Señor me daría. Hoy estoy aquí, ¡y no tengo ganas de volver atrás! Él me ha sanado completamente y me ha liberado, y todo ha sido a través de la obra de Jesucristo, ya que me ha discipulado y me ha enseñado Su Palabra.
Solo quiero animar a cualquiera que esté luchando. Romanos 12:1–2 dice: «Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente…»
El Salmo 107:20 es el versículo de mi vida; dice: «Él envió Su palabra y los sanó y los libró de la muerte». Fue la Palabra de Dios la que me sanó y me liberó, y puedo decirte que la libertad realmente es posible si te entregas completamente a Jesucristo y a Su Palabra.
No puedes hacer que los sentimientos desaparezcan por completo, a veces se necesitan años. ¡Pero puedo decirte que hay verdadera libertad en Cristo!
Nancy: Todos debemos familiarizarnos con este tema y saber cómo la gracia de Dios y la sabiduría de la verdad de Dios se pueden aplicar a cuestiones tan importantes y relevantes en nuestros días, y que nos afectan a todos de una forma u otra.
Aviva Nuestros Corazones es un ministerio sobre la feminidad bíblica, y queremos ayudar y equipar a las mujeres para que comprendan cuál es el buen diseño de Dios, cómo se ve y cómo podemos experimentarlo. También he leído el libro de Laura Perry y quiero recomendarlo como una forma de familiarizarse mejor con esta problemática y esta lucha.
Se titula: De transgénero a transformada y está disponible en español.
Espero que muchas de nuestras oyentes se unan mañana. Escucharemos a la madre de Laura, Francine Perry. Compartirá aquello por lo que estaba atravesando cuando Laura anunció que estaba en el proceso de transición para convertirse en «Jake», y descubrirás cómo el Señor estaba obrando en el corazón de Francine durante ese largo período de nueve años.
Sé que la conversación será un gran estímulo para cualquiera que ame a un hijo pródigo. Y sin importar si hay un hijo pródigo en tu vida o no, celebrarás la gracia de Dios al escuchar la historia de Francine. Asegúrate de estar con nosotras mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Dannah: Ayudando a las mujeres a experimentar verdadera libertad y sanidad. Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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