Riesgo, aventura y el evangelio
Dannah Gresh: Jaquelle Crowe considera como modelo a seguir a alguien muy especial: su madre.
Jaquelle Crowe Ferris: Me ha cambiado la vida. Creo que me ha dejado un legado. Puedo mirar a mi madre porque ella mira a Jesús.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Sea agradecido, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de septiembre de 2023.
Bueno Nancy, sé que uno de tus mensajes más importantes es la importancia de la gratitud. De hecho, ¡escribiste un libro sobre la gratitud!
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno si, escribí un libro titulado Sea agradecido, y estoy muy agradecida por la forma en que el Señor lo ha usado para retar a otras personas. Realmente me retó a mí y me reta aun para hacer de la gratitud una parte cada vez más importante de mi vida, mientras reflexiono sobre …
Dannah Gresh: Jaquelle Crowe considera como modelo a seguir a alguien muy especial: su madre.
Jaquelle Crowe Ferris: Me ha cambiado la vida. Creo que me ha dejado un legado. Puedo mirar a mi madre porque ella mira a Jesús.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Sea agradecido, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de septiembre de 2023.
Bueno Nancy, sé que uno de tus mensajes más importantes es la importancia de la gratitud. De hecho, ¡escribiste un libro sobre la gratitud!
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno si, escribí un libro titulado Sea agradecido, y estoy muy agradecida por la forma en que el Señor lo ha usado para retar a otras personas. Realmente me retó a mí y me reta aun para hacer de la gratitud una parte cada vez más importante de mi vida, mientras reflexiono sobre la infinita gracia y misericordia de Dios.
Dannah: La razón por la que lo menciono, es que el hecho de que la gente pueda escucharnos en este momento es un motivo de gratitud, porque no podríamos ofrecerles este episodio sin el apoyo de nuestras oyentes, que han hecho posible que hoy podamos transmitirlo. Así que, ¡gracias!
Mientras hablamos de gratitud, considero el hecho de que no hay nada más precioso, nada más digno de nuestra gratitud que el evangelio. Y hoy vamos a hablar sobre cómo el evangelio lo cambia todo.
Nancy: Y la autora con la que estamos conversando escribió un libro sobre esto para adolescentes. La verdad es que el evangelio lo cambia todo.
Dannah: Todo.
Nancy: Para todas.
Dannah: Todo el tiempo.
Nancy: Para todo el mundo y en todas las edades, no solo adolescentes, sino también nuestra generación.
Dannah: Sí. Mi mente ha estado explotando al pensar en este episodio. Creo que algo que me ayuda a hacerlo más práctico y real es verlo en acción, historia por historia. Cómo, sin Jesús en esa situación, habría sido una historia diferente.
Nancy: Hace un tiempo vi eso cuando una pareja de nuestro vecindario, esposo y esposa, se mudaron a Camerún con sus ocho hijos para ser misioneros. Ellos habían estado buscando apoyo durante un par de años para poder hacer esto. Dios lo había puesto en sus corazones. Tenían una carga, una pasión por llegar a la gente de Camerún.
Aterrizaron allí, establecieron su hogar, y doce días después mataron al esposo.
Dannah: ¡Dios mío!
Nancy: Y esta mujer enviudó con ocho niños pequeños.
Dannah: ¡Wow!
Nancy: Y ese no es para nada el guion que alguien hubiera escrito. Y yo pensé, esta familia tomó grandes riesgos. Ellos entraron en una zona de guerra; fueron a un país que tiene muchos conflictos.
Robert y yo tuvimos la oportunidad de asistir al funeral de ese misionero. Tuve la oportunidad de hablar con la viuda antes del servicio. Yo la seguía en las redes sociales y su mensaje era: «Cristo me está ayudando a superar esto, Cristo vale la pena. Y nosotros lo haríamos de nuevo».
Dannah: ¡Wow!
Nancy: Ella estaba muy triste, extrañaba profundamente a su esposo, y no sabía cómo Dios iba a proveer para ella y sus hijos.
Dannah: Claro.
Nancy: Pero el evangelio lo cambió todo para que se comprometieran a mudarse a Camerún. Pero luego el evangelio lo cambió todo para ella, una joven viuda con ocho hijos, cómo sobrevivió y encontró paz, alegría, propósito y perseverancia en medio de esta prueba. El evangelio cambió cómo la iglesia le ministró a ella y a su familia. Y toda esta historia, la imagen completa, trata de cómo el evangelio de Cristo cambia su perspectiva. Es su vida, su esperanza; lo es todo.
Dannah: Bueno, si fuera el final de la historia sin Jesús, entonces la historia ya terminó. Es un punto final; una triste historia.
Nancy: Exactamente. No hay esperanza.
Dannah: Pero ella puede mirar hacia el futuro y ver, «Dios tiene una esperanza y un futuro para mí. No sé cómo es eso en este momento, pero sé que es verdad».
Nancy: Que lo mejor está por venir. Y por supuesto, no es que ella estuviera muy contenta con esto. Ella era una viuda afligida. Tenía ocho niños que estaban pasando por una tremenda aflicción y también la familia extendida de ambos lados. Pero aun en medio de todo eso, el servicio fue extraordinario. Y casi me hace llorar pensar en esto ahora. La alabanza allí era diferente a la que sueles escuchar en la iglesia.
Dannah: ¡Wow!
Nancy: Y me refiero a una adoración congregacional sincera y auténtica del evangelio. Esta mujer, sus cuatro hijos mayores, y otros misioneros de Camerún que habían venido a los Estados Unidos para el servicio, subieron a esa plataforma con sus hijos, y cantaron las tres estrofas de «Grande es Tu fidelidad». Fue increíble. Hicieron un llamado a otras personas a levantarse e ir a Camerún al lugar donde este misionero perdió la vida.
Dannah: ¡Wow! Eso es increíble. Contaron una historia de riesgo, pérdida y dificultad.
Nancy: Y ganancia a través de Cristo.
Dannah: Están diciendo: «Aun así, ven con nosotros. Ven a arriesgarte con nosotros».
Nancy: Porque Él es digno.
Dannah: Eso me emociona porque la autora que nos visita hoy es Jaquelle Crowe.
Nancy: Así es, ahora está casada y tiene un nuevo apellido Jaquelle Crowe Ferris.
Dannah: Ella fue un instrumento que Dios usó para poner en mi corazón la carga de que, una de las cosas que falta hoy en la iglesia para la generación más joven, y probablemente para todas nosotras, es ese sentido de riesgo y aventura.
Jaquelle, bienvenida desde Canadá.
Jaquelle: Muchas gracias.
Nancy: Jaquelle, cuando tenías dieciocho años escribiste un libro. Y quiero mencionar que soy una autora con experiencia, y sé que es muy raro haber logrado una publicación a los dieciocho años de edad. Tu libro se titula, Esto lo cambia todo: Como el evangelio transforma tu juventud.
Dannah: Y Jaquelle, estás convencida de que Jesús no quiere seguidores a medias. Él quiere que estemos totalmente comprometidos. ¿Cómo se desarrolló este pensamiento en tu corazón?
Jaquelle: Creo que se desarrolló con solo mirar la Palabra de Dios, la historia del pueblo de Dios y cómo Él usó a Sus discípulos. Y cuando ves lo que les sucedió a Sus discípulos, a pesar de todo, ellos obedecieron Su llamado –fueron obedientes y fieles. Dios los llamó a cosas grandes y a cosas pequeñas.
Sus vidas no terminaron en comodidad y seguridad. Casi todos ellos fueron martirizados por su fe. Hubo un gran riesgo y sacrificio involucrado. Pero sabían cuando se comprometieron a seguir a Cristo, que no habría garantía de un camino fácil a largo plazo. Y por supuesto, eso es algo que Jesús nos asegura: el camino es estrecho y difícil.
Y aunque sea algo que suene contradictorio, a mi generación le encanta.
Dannah: Lo anhelan.
Jaquelle: Porque sabemos que significa algo.
Nancy: Así que ellos sienten (y sé que estamos generalizando aquí, lo cual no es justo en absoluto), pero algunos de tu generación, que han crecido en la iglesia, sienten que no están viendo ese tipo de compromiso total, sincero; que nos hemos quedado en una zona de confort. ¿Es eso parte de lo que les hace decir: «No estamos tan interesados en la iglesia»?
Jaquelle: Sí, creo que sí. Hemos visto a muchos de nosotros modelar un cristianismo cómodo, un cristianismo que realmente no cambia nada; que no invita a un sentido de aventura y riesgo. Y nos preguntamos, «¿realmente esto vale la pena?»
Nancy: Pero, Jaquelle, cuando estabas en tu adolescencia, y ahora como mujer en tus veinte, has visto algo que te hizo querer ser una seguidora incondicional de Cristo. ¿Qué viste, en tu hogar, en tu iglesia, que te hizo querer caminar con Cristo?
Jaquelle: En definitiva, una pasión por Jesús. Jesús es quien puso esa pasión en mí. Pero también lo vi modelado en mis padres y en la iglesia. Lo vi modelado en los cristianos del pasado.
Algo que mis padres y yo hacíamos juntos era leer biografías de misioneros.
Nancy: Eso definitivamente fue algo normal en mi casa también.
Jaquelle: Y al mirar a estos cristianos del pasado, jóvenes y ancianos, que estaban dispuestos a dar todo por Jesús, en ese momento supe: «Hay algo diferente aquí. Esto es diferente a cualquier otra cosa».
Dannah: David Livingston pasó una gran parte de su vida separado de su familia. Y Amy Carmichael…
Nancy: Ella nunca se casó…
Dannah: Elisabeth Elliot perdió a su esposo como mártir en el campo misionero. Una y otra vez, estas historias aconsejan nuestros corazones y nos recuerdan el riesgo, pero también nos llaman a la aventura.
Jaquelle: Exactamente. Y mis padres son buenos ejemplos de eso.
Yo crecí en Columbia Británica, Canadá. Ahí es donde vive toda mi familia y donde todos ellos crecieron. Y cuando tenía nueve años nos mudamos a Texas para que mi padre pudiera estudiar el ministerio pastoral. Luego, nos mudamos al lado opuesto del país. Yo sabía que eso era muy difícil para mis padres, especialmente para mi madre, a quien le encantaba estar cerca de su familia.
Pero mis padres pusieron en primer lugar la obediencia y la fidelidad. Ellos fueron a donde Dios los llamó. Y yo pude ver desde muy joven, que mis padres estaban dispuestos a hacer lo que fuera. Estaban dispuestos a salir de sus zonas de confort para obedecer el llamado de Cristo.
Dannah: Jaquelle, eso me recuerda un momento en que el Señor nos llamó a Bob y a mí a mudarnos quince horas al otro lado del país. El mayor temor que tuve fue que les iba a romper el corazón a mis hijos, porque ellos iban a extrañar a sus amigos. Estarían muy tristes, se iban a sentir muy mal.
Pero tu historia cuenta un final diferente: eso te entrenó para amar a Jesús, te entrenó para correr el riesgo y la aventura. Te entrenó para obedecer.
Jaquelle: Así es.
Nancy: Yo vi a mis padres hacer eso de una manera un poco diferente. Y fue abriendo nuestra casa, a lo largo de los años, a miles, literalmente, miles de personas que invitaban a cenar. Ellos invitaban a personas no creyentes a nuestra casa muchas veces al año para que escucharan un testimonio del evangelio, no un sermón, sino un testimonio de alguien que se había convertido a la fe en Cristo. Mis padres compartían el evangelio con estas personas –empresarios, profesionales, principalmente en el área de Filadelfia, donde no se hacen cosas así– y eso les daba la oportunidad de confiar en Cristo.
Dannah: Así que tus padres estaban arriesgando su reputación, sus negocios. Hubo riesgos.
Nancy: Por supuesto. Mis padres decían, «nuestra familia no es un ídolo. Vamos a involucrar a la familia para servir a Cristo juntos. No vamos a pasar cada momento mimando a nuestros hijos o haciendo cosas para ellos. Vamos a invitar a los niños a participar de lo que Dios está haciendo».
Eso significa que siempre teníamos a otras personas en nuestra casa. Incluso había gente que se quedaba allí. Teníamos obreros cristianos que pasaban la noche allí y a veces se mudaban a nuestra casa; siempre había más personas sentadas en nuestra mesa. Y tú podrías pensar: Bueno, ¿qué producirá en mis hijos todo esto? Realmente fue un gran ejemplo para nosotros.
Dannah: Exactamente.
Hace poco pensaba en cómo nuestro ministerio frecuentemente lleva a los adolescentes a viajes misioneros –solo una parte local de nuestro ministerio. Pero vivimos en un mundo tan limitado, donde el riesgo y la responsabilidad a veces superan la decisión de obedecer y tomar riesgos.
Yo estaba pensando, si yo dirigiera un viaje misionero donde los chicos naufragaran y fueran encarcelados, y los dos líderes misioneros terminaran peleándose y yendo a dos países diferentes en lugar del mismo país, y solo regresara yo, mi iglesia diría: «Nunca volverás a liderar un viaje misionero». ¿Cierto?
Pero eso es exactamente lo que hizo el apóstol Pablo, y es exactamente el llamado que hizo a los primeros cristianos: al riesgo y a la aventura. Pero todavía hoy nos llama al riesgo y a la aventura de seguir y obedecer a Cristo.
Nancy: Jaquelle, cuando leí tu libro, me di cuenta de que viste esto de otra manera en tu madre, que ha sido una figura crucial en tu vida. Ella ha tenido algunos problemas crónicos de salud. Has visto su ejemplo. Y no sé si llamarías a esto riesgo, pero es amar, creer y seguir a Cristo cuando la vida no es de la manera que a ti te gustaría.
Háblanos de cómo ha impactado esto tu vida, ver a tu madre enfrentar las dificultades.
Jaquelle: Creo que es un riesgo, y un hermoso ejemplo de riesgo, porque se trata de hacer algo que está totalmente fuera de nuestra zona de confort. Es algo que muchos no harían. Pero debo mencionar que mi madre no es perfecta.
Nancy: Ella también diría eso.
Jaquelle: Totalmente. A mi madre realmente no le gusta para nada cuando hablo de ella. Pero me encanta hablar de ella porque ha sido fiel, y es fiel.
La he visto orar cuando no tiene ganas, y decirle a Dios cuando siente tristeza y dolor. La he visto leer la Palabra cuando no tiene ganas, incluso traerme la Palabra de Dios, hablarme del salmo que acaba de leer y que alentó su corazón. La he visto ir a la iglesia cuando no tiene ganas –física, emocional o espiritualmente; incluso cuando está atravesando un desierto espiritual debido al dolor físico que padece. En todo esto, he visto que ella procura ser fiel.
Nancy: ¿Y qué ha producido eso en ti?
Jaquelle: Me ha cambiado la vida. Reconozco que soy joven, así que no he pasado por tantas decepciones, sufrimientos y dificultades como sé que pasaré. Y en cierto sentido, creo que mi mamá me ha dejado un legado sobre el cual apoyarme. Es algo que, a medida que envejezco, y a medida que paso por el sufrimiento particular que Dios ha ordenado en mi vida, puedo mirar a mi madre porque ella mira a Jesús.
Y no estoy mirando a mi madre como el mejor ejemplo. El mejor ejemplo es, por supuesto, nuestro Señor Jesucristo. Pero la forma en que mi madre ha señalado a Cristo en medio del dolor, es un legado que anhelo pasar a mis hijos también.
Dannah: Estoy pensando nuevamente en Amy Carmichael. El riesgo y la aventura de su vida hicieron que ella terminara enferma en una cama. Sin embargo, ella seguía siendo fiel al llamado que Dios había puesto en su corazón. Se dio cuenta de que su misión había cambiado y que ya no estaba rescatando a las niñas del tráfico sexual.
En realidad, antes de que el término «tráfico sexual» fuera un tema urgente en la iglesia, Amy Charmichael ya lo hacía en ese entonces: rescataba a estas niñas en la India y les daba un hogar. Pero cuando se enfermó, se dio cuenta: «Todavía puedo orar».
Nancy: Y en ese entonces fue cuando realizó algunos de sus mejores escritos.
Dannah: ¡Así es! Parte de su mejor ministerio. Ella no podría haberlo imaginado. «Señor, me estás quitando mi ministerio por este cuerpo enfermo». Sin embargo, su vida de oración la introdujo en este rico pensamiento acerca de la verdad y la Palabra de Dios. Finalmente, su ministerio se convirtió en un legado en el que nos apoyamos hoy, que nos llama al riesgo y a la aventura.
Así que tu mamá es como Amy Carmichael, en el sentido de que ella experimenta esa enfermedad de una manera que no le roba el gozo del Señor.
Jaquelle: Mi madre es una guerrera de oración; siempre lo ha sido. Y creo que los sufrimientos por los que ha pasado han fortalecido su fe. Ella corre hacia Dios. Ella es la persona que cuando le cuento algo que sucede en mi vida, su primera pregunta es: «¿Has orado por eso?», y con demasiada frecuencia mi respuesta es: «No. Debí saber que me lo preguntarías. La verdad es que no lo he hecho».
Nancy: «Gracias por el recordatorio».
Jaquelle: Sí. A veces ella se sentaba conmigo en ese momento y oraba sobre ese asunto en particular.
Nancy: Jaquelle, sé que tenemos muchas madres que escuchan nuestra conversación y que les encantaría que una hija hablara así de ellas.
Tu madre ha sido unmodelo clave en tu vida. Ella te ha discipulado. Y por supuesto, tu papá, incluso la iglesia, son parte de esa imagen de discipulado. Pero me encantaría saber más sobre cómo tu madre se ha invertido en tu vida desde que eras una niña. Desde la perspectiva de una hija, ¿cuáles son algunas de las cosas que tu madre ha hecho y que han sido determinantes en tu vida?
Jaquelle: Bueno, como dijiste, una de las cosas más importantes es que ella comenzó joven. No recuerdo un momento en que mi madre no invirtiera en mí, personal y espiritualmente.
Nancy: ¿Y cómo se veía eso?
Jaquelle: Algo que comenzamos a hacer, cuando yo tenía once años, es que una vez a la semana teníamos pequeñas reuniones. Cuando era niña, eso me parecía genial. Empezamos a hacer eso justo después de que nos mudamos a una nueva casa. Mi papá estaba pastoreando una iglesia, y la palabra que utilizó para explicar sus sesiones de discipulado y las de mi mamá con diferentes miembros de nuestra iglesia fue, «reuniones».
Así que, mi hermano y yo pensamos que las «reuniones» que hacían nuestros padres, eran geniales, adultas e importantes. Nuestros padres dijeron, ¿qué tal si tuviéramos una reunión con ustedes? Una vez a la semana mi mamá y yo nos sentábamos para nuestra «reunión», y mi papá se sentaba con mi hermano. Durante los primeros, probablemente, seis años, leímos libros juntos. Ese fue el marco de conocernos como familia.
Nancy: Y sé que uno de esos libros es…
Jaquelle: Iba a decir que uno de los primeros libros que leímos juntas fue Mentiras que las jóvenes creen, lo cual es una locura. Si la Jaquelle de trece años hubiera sabido que se sentaría con las autoras de ese libro, se habría sorprendido mucho.
Nancy: Y Dannah, ¿cómo podríamos haber imaginado cuando estábamos escribiendo ese libro, que estaríamos sentadas hablando con una chica que para ese momento tenía trece años, y que ahora ha escrito su propio libro para jóvenes?
Dannah: ¡Qué gozo! Es algo realmente hermoso, Nancy.
Nancy: Así es.
Dannah: Nos alegra ser parte de eso, una pequeña parte.
Jaquelle: ¡Qué bendición! Mi madre y yo también leímos libros de Elizabeth George, de Susan Hunt, de Mary Kassian. Leímos todos estos libros sobre la feminidad bíblica, libros sobre la iglesia y de teología. Pero mi mamá leyó estos libros conmigo siempre con la intención de enseñarme, no de una manera opresiva y dogmática, sino para generar una conversación.
Dannah: ¿Y no crees que las conversaciones en ese momento fueron una parte muy importante de tu formación espiritual como las tareas, la lectura de los libros?
Jaquelle: Definitivamente. Mi mamá siempre fue muy buena. Tuvimos el tiempo para conversar sobre el libro que estábamos leyendo en ese momento, y ella me hacía preguntas muy personales sobre mi vida: «¿Qué te entristece? ¿Qué te hace feliz? ¿Qué te hace enojar? ¿Qué te hace sentir frustrada?» Y luego, muy específicamente, «¿cómo puedo orar por ti?» Y en ese mismo momento ella oraba por mí acerca de esas cosas.
Nancy: ¿Y tuvieron esas reuniones en tu casa o salían?
Jaquelle: Generalmente eran en la casa, pero de vez en cuando salíamos y tomábamos té. Y a veces salíamos, pero no para tener una «reunión», sino para divertirnos juntas; íbamos de compras y cosas así. En esos tiempos, nuestras reuniones eran reuniones muy informales de discipulado. Pero en ese momento nunca habría pensado en ellas como discipulado.
Dannah: No te habrías dado cuenta.
Jaquelle: Pero mi madre estaba interesada en mi vida, y por eso cuando hizo reuniones de discipulado más formales, me gustó aún más porque sabía que ella realmente se preocupaba por mí.
Dannah: Tengo una pregunta muy difícil, Jaquelle.
Jaquelle: ¿Sí?
Dannah: Te escuché decir que tuviste una batalla con el perfeccionismo. Escucho a las madres todo el tiempo, mientras trabajamos para ministrar a las niñas a través de los diferentes ministerios Aviva Nuestros Corazones –Mujer Verdadera, Joven Verdadera– que sus hijas están luchando con el perfeccionismo. ¿Qué hizo tu madre para ayudarte con esa batalla?
Jaquelle: Puedo pensar en dos cosas. Primero, ella celebró el fracaso.
Dannah: ¡Oooh!
Jaquelle: Déjame explicarme. No me refiero al fracaso en el pecado, sino al fracaso cuando no obtuve una calificación perfecta. Ella sabía que yo luchaba con eso, y quería que supiera que el fracaso está bien, o aún mejor: que necesitaba el fracaso.
Dannah: ¿Cómo lo celebró? Me estoy preguntando, ¿ella sacó un pastel y encendió una velita? ¿Cómo celebras el fracaso?
Jaquelle: Bueno, fui educada en casa, así que mi madre también fue mi maestra. Ella calificaba una prueba y luego, si yo no obtenía una calificación tan buena, quizás nos sentaríamos y hablaríamos al respecto. Y la forma en que mi madre abordó el tema no fue: «Fracasaste. Hazlo mejor», sino: «Escucha, vi que esto te puede ayudar a crecer y aprender. Puedes mejorar de una manera que no podrías si no hubieras fallado».
Dannah: Hace un tiempo aconsejé a una estudiante universitaria. Ella luchaba con un problema de pecado en su vida, desde la adolescencia hasta la universidad. Había hablado con pastores y líderes de jóvenes, pero no podía superar este problema del pecado. Y cuando llegamos a la raíz de esto, vimos que ese pecado estaba arraigado en la mentira: «Tengo que actuar para ser amada». Estaba arraigado en el perfeccionismo.
Así que le dije: «Tengo una idea: la próxima vez que tengas un examen importante (tenía un índice de 4.0, estaba en la universidad), en lugar de estudiar, salgamos a comer un rico postre».
Así salimos por un postre. Fuimos a jugar bolos. Ella no estudió.
Nancy: ¿Eso fue antes del examen?
Dannah: Salimos a comer postre la noche antes del examen, sí. Así que ella no obtuvo una calificación perfecta. Pero seguía teniendo un rendimiento bastante bueno. Luego salimos a celebrar. Esa fue una parte importante de su formación espiritual.
Suena tonto. Sin embargo, nos reímos y nos divertimos mucho. La verdad es que desarraigar ese pecado no fue algo que ocurrió de la noche a la mañana. Pero ella llegó a tener una victoria completa.
Jaquelle: ¡Eso es maravilloso!
Algo más que hizo mi madre, relacionado con eso, fue animarme en las pequeñas victorias. Las cosas que no eran llamativas o que no me hacían popular, las cosas que no se publicarían en las redes sociales, y que mi corazón perfeccionista quería hacer para poder obtener esos «Likes», o lo que sea. Mi madre se aseguró de darle más importancia a otras cosas como, «Jaquelle, cuando limpies tu habitación…»
Nancy: Eso es un «Like» en el corazón de una madre.
Jaquelle: ¡Exactamente! Ella me decía: «¡Estas cosas son buenas! Persigue esas cosas porquehay fidelidad en ellas». Y eso fue muy difícil para mi corazón perfeccionista, porque quería hacerlo todo y hacer cosas grandes a la perfección. Pero buscar la fidelidad en las cosas pequeñas fue algo que realmente habló a mi forma particular de perfeccionismo.
Dannah: ¡Wow! Qué gran manera de atacar el perfeccionismo porque todos somos propensos a creer: «Soy perfecto. Tengo que demostrar mi valor». Hacer esas pequeñas cosas que nadie ve, te aleja de esa mentira.
Nancy: Y Jaquelle, tengo que preguntarte esto porque hay algunas madres que escuchan y dicen: «De donde sea que venga esta joven, ella es de otro planeta. Mi hija no me va a escuchar aunque tenga “reuniones” con ella». ¿Alguna vez, cuando ya eras adolescente, estuviste poco emocionada de tener una «reunión» con tu mamá, pero aun así ella insistió con eso?
Jaquelle: Oh, claro que sí. No siempre fui una adolescente modelo, ni una adolescente perfecta. Hubo momentos en que simplemente no tenía ganas. Soy muy buena siguiendo las reglas y haciendo las cosas correctamente, pero mi mamá siempre se daba cuenta cuando no tenía ganas de tener esas «reuniones».
Así que hubo momentos en los que ella dejó el libro a un lado, o nos tomamos descansos entre libros, para orar por mí. Trató de llegar a la raíz de lo que quizás yo sentía, de lo que me frustraba o estaba sucediendo en mi vida. Ella me dijo, «¿sabes qué? Olvidemos todo lo que crees que se supone que debemos hacer, y hablemos de cómo te va».
Y a veces no quería responder a esas cosas, pero mi madre perseveró a pesar de eso.
Nancy: Y parece que fue intencionalenrelacionarse contigo. Ella parecía decir: «Voy a estar aquí. No voy a dejar de perseguir una relación».
Jaquelle: Sí, eso es correcto.
Nancy: Y ahora ella puede, contigo como joven adulta, experimentar algunos de los dulces frutos de eso, y la cosa se pone mejor.
Dannah: ¡Totalmente!
Hablando de «reuniones» y libros, tenemos un libro para que tengas una «reunión» con tu hija o nieta adolescente, o cualquier otra adolescente en tu vida. Fue escrito por nuestra invitada de hoy, Jaquelle Crowe.
El título de este libro es: Esto lo cambia todo: cómo el evangelio transforma tu juventud.
Nancy: Y te animo a que le regales ese libro a una adolescente en tu vida, tal vez a tu propia adolescente o la de otra persona con quien tienes una relación. Te animo a que la invites: «¿Podríamos leer esto juntas?»
Dannah: Y tal vez programar una «reunión».
Hablando de programar una «reunión», asegúrate de incluir en tu agenda unirte a nosotras mañana aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Nancy: Mañana hablaremos con Jaquelle sobre algo que es importante, no solo para las adolescentes, sino también para los padres de las adolescentes, y para todas nosotras: un examen del corazón en las redes sociales. Sé que todas necesitamos eso. Así que asegúrate de estar con nosotras mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Dannah: Apasionadas por animar a las mujeres ancianas a invertir en las mujeres jóvenes, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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