Restaura la intimidad
Annamarie Sauter: ¿Qué haces para poner las cercas de tu pureza en su lugar?
Nancy: Tienes que ir ante Dios y decirle: «Quiero caminar contigo en santidad y sin reproche, pura. Quiero amar a mi esposo como Tú quieres que lo haga. Quiero que nuestro matrimonio sea protegido. Señor, ¿qué quieres que haga? ¿Qué hábitos debo cambiar en mi trabajo, en mis correos, en mis hábitos de computadora?
¿Significa que necesito sacar la televisión de mi hogar? Si eso es lo que se necesita, hazlo. ¿Significa deshacerte del internet en la casa? Si eso es lo que se necesita, hazlo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La porción de la Escritura para hoy es Job, capítulos 31 al 34.
Hemos estado viajando juntas a lo largo del estudio titulado, «En busca de Dios». Cada semana de esta serie …
Annamarie Sauter: ¿Qué haces para poner las cercas de tu pureza en su lugar?
Nancy: Tienes que ir ante Dios y decirle: «Quiero caminar contigo en santidad y sin reproche, pura. Quiero amar a mi esposo como Tú quieres que lo haga. Quiero que nuestro matrimonio sea protegido. Señor, ¿qué quieres que haga? ¿Qué hábitos debo cambiar en mi trabajo, en mis correos, en mis hábitos de computadora?
¿Significa que necesito sacar la televisión de mi hogar? Si eso es lo que se necesita, hazlo. ¿Significa deshacerte del internet en la casa? Si eso es lo que se necesita, hazlo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La porción de la Escritura para hoy es Job, capítulos 31 al 34.
Hemos estado viajando juntas a lo largo del estudio titulado, «En busca de Dios». Cada semana de esta serie Nancy ha estado enseñando una característica del avivamiento personal. El enfoque de esta semana es la pureza sexual, así que si tienes niños pequeños en casa, quizás sea necesario distraerlos mientras escuchas este programa.
Ayer comenzamos a escuchar la historia de Judy Starr. La dejamos en el momento en que ella se sentía dividida entre quedarse con su esposo —Stottler— o dejarlo por el hombre con el que se había involucrado emocionalmente.
Aquí está Nancy para retomar la conversación.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No hay duda de que vivimos en un mundo desastroso, caído, y de que somos pecadoras que necesitamos la gracia de Dios desesperadamente, pero de que cometemos errores, que no nos quepa la menor duda. De acuerdo con el libro de Santiago todos somos pecadores. Todos pecamos de distintas maneras.
¡Estoy tan agradecida de que Dios es un Dios de gracia! ¿Acaso no lo estás tú? ¿De que sea un Dios redentor y de que nos llene de esperanza en los momentos difíciles y que aparentan no tener salida?
Judy Starr: ¡Oh, sí, yo alabo al Señor todos los días por Su gracia en mi vida!
Nancy: Gracias Judy por compartir tu historia con nosotras. Y no solamente tu historia, sino el peso de la Palabra de Dios ante situaciones como estas en el libro que has escrito llamado «La Tentación de lo Prohibido».
Una de las personas que Dios usó para preservarte fue (nuestra amiga mutua) Holly Elliff. Holly está aquí con nosotras en esta conversación. Holly, gracias por ser el tipo de amiga que toda mujer necesita.
Holly Elliff: La verdad es que he tenido mujeres en mi vida que lo han hecho por mí también.
Nancy: Toda mujer necesita eso. Y fuiste la persona a quien Judy acudió. Ustedes dos se han apoyado mutuamente durante años. Conoces a Judy desde que era una joven creyente.
Cuando Judy colgó el teléfono…vamos a retroceder un poco en el tiempo… Ella estaba felizmente casada. Estaba dedicada por completo al ministerio. Se sentía atraída por un hombre que no era su esposo. Era el capitán de un barco.
Colgaste el teléfono (después de hablar con el capitán) y no sabías si quedarte con él en un barco en el Caribe o volver a casa con tu marido, Stottler, en California. Eras una mujer confundida, engañadae irracional en ese momento de tu vida, según tus propias palabras. Entonces levantaste el auricular, como lo compartimos en la sesión anterior, y llamaste a tu amiga Holly Elliff.
Hemos estado hablando de la dosis —la megadosis de verdad— que Holly te dio en esa conversación. Me ha calado una de las cosas más importantes que te dijo y tiene que ver con la importancia de los votos. ¿Por qué te causó tanto impacto?
Judy: Para mí la palabra es «atadura». Si digo algo, lo mantengo porque si no se puede confiar en lo que digo entonces tampoco se puede confiar en mí. Había olvidado por completo la promesa que le hice a Dios y a mi esposo.
Mientras insistía en seguir con esa relación mi corazón estaba endurecido y confundido. Era como si hubiese dejado de existir. Mi promesa fue, claro está, permanecerles fiel a mi marido y a Dios por el resto de mi vida. Fue el atesorar a mi marido por encima de todo lo demás.
Holly: La verdad es que, años antes y mientras era una mujer mucho más joven, Judy le hizo una promesa al Señor, la escribió, la fechó, la firmó y me la entregó. La guardé en mi archivo y —cuando Judy y yo tuvimos esa conversación por teléfono— pude preguntarle: Judy, ¿te acuerdas de la carta que tengo en mi archivo?
Lo más interesante fue que Judy empezó a discutir conmigo ese punto acerca de si se aplicaba o no a esta circunstancia en particular.
Judy: Eso es cierto. Es sorprendente como se engaña y endurece el corazón cuando no seguimos la voluntad del Señor. Tal y como lo dijiste, Holly, el negro se ve blanco y el blanco se ve negro.
Holly: Santiago 1:14, empieza esa progresión en la que nos abandonamos a la lujuria; la lujuria lleva al pecado, y mientras crece y es concebido nos consume y nos lleva a la muerte. Y Judy se vio atrapada en esa progresión.
Nancy: Con todo y eso, ese recordatorio de aquél voto y el voto que hiciste al casarte, fue lo que Dios utilizó para llevarte a un punto decisivo.
Judy: Esa fue la clave que cambió el curso de la marea. Cuando terminamos de hablar, yo sabía que la decisión había sido tomada porque ya la había tomado. Tal y como lo escribí en el libro «ya estaba terminado».
Había sido sellado cinco años y medio atrás cuando me prometí a Stottler, y tal y como Holly me lo recordó, incluso antes, cuando le había prometido al Señor no enredarme en situaciones que no fueran del agrado a Dios.
Por lo que colgué sabiendo que —aunque mi corazón se estaba partiendo en dos— tenía que cumplir con la promesa que le había hecho al Señor, volver a casa y dejar al capitán de una vez y para siempre.
Holly: Ese es un punto crítico porque hablo con mujeres todo el tiempo que, como Judy, se debaten entre el arrepentimiento o el seguir el llamado de sus corazones.
¿Qué pasó después de que colgaste el teléfono? ¿Cuáles fueron la cosas que te llevaron de vuelta a tu casa y a Stottler?
Judy: El hecho de recordar los votos que había hecho fue clave para mí, pero creo que —en esa conversación— me hiciste recordar lo que Satanás hace en nuestras vidas; cómo nos engaña y cómo se disfraza de ángel de luz, tal y como nos lo dice la Biblia. Todo lo que él desea para nosotras es robarnos y destruir nuestras vidas.
Empecé a preguntarme por qué escogería el camino de mi destrucción. El único propósito del enemigo era, y es, el de destruir mi vida.
Cuando empecé a pensar en los propósitos que Dios tenía para mi vida —aunque en el momento me dolía intensamente, porque no quería dejarlo; no quería dejar al capitán; no quería volver con mi esposo— pensé en cómo siempre resultan para bien y todo lo que Él desea para mí es por mi bien y para Su gloria.
Por lo que fue una decisión de voluntad contra mis emociones; de hacer lo que es correcto y lo que me va a llevar por buen camino.
Nancy: O sea que tomaste un avión de vuelta a California con el corazón destrozado.
Judy: Sí, sentía que estaba en una nube negra y sentía que mi corazón pesaba tanto como un pedazo de plomo. Me sentía terrible, pero sabía —en mi cabeza y en mi corazón— que estaba haciendo lo correcto.
Nancy: Creo que es importante recordar que el camino de la obediencia va muchas veces en contra de lo que nos gritan nuestras emociones; siempre es posible, si eres una hija de Dios, escoger la obediencia. Obedecer a Dios sin importar lo que te dicen tus emociones porque en muchas ocasiones ellas nos gritan: ¡«No hagas lo correcto!»
Pero el hecho es, la verdad es que «la verdad nos hará libres», podemos escoger obedecer a Dios. Hiciste lo correcto. Cortaste de raíz tu relación con el capitán y regresaste a tu casa y a tu marido. Y me gustó que le añadieras un «de una vez y para siempre».
Judy: Así es.
Nancy: Se acabó.Terminó. Finito. Nunca más. Y luego, regresaste sabiendo que Dios iba a lidiar con tu corazón y tus emociones en Su tiempo y a Su manera.
Holly: Y el mismo proceso que llevó a Judy al punto de querer quedarse en esa relación, la llevó a luchar para salir de ella.
Judy: ¡Absolutamente! Cuando te ves envuelta en un caso de infidelidad, ya sea emocional o físico, es un proceso largo de superar. Es deshacerse de una adicción en tu vida porque —cuando el corazón te ata a una persona— harías cualquier cosa por quedarte con ella sin importarte si es conveniente o no; si es estúpido o no.
Por lo que sabía que tenía que arrancar de raíz todo contacto con el capitán. De lo contrario, hubiese sido alimentar la adicción.
Holly: Me acuerdo discutir con Judy si los correos electrónicos eran contacto, o si el enviar postales era contacto.
Nancy: ¿Y cuál fue la respuesta?
Holly: ¡La respuesta es no! No puedes hacer eso.
Nancy: No puedes darte ese lujo.
Holly: Eso sería cruzar la raya que Dios había trazado cuando te dijo: «No sigas por ese camino».
Nancy: Aléjate lo más que puedas.
Holly: O vuela de ahí, en la dirección opuesta, por supuesto.
Nancy: Y esa dirección era tu casa, claro. Ahora regresas a California. ¿Estaba tu esposo ajeno a todo lo que estaba pasando?
Judy: Lo llamé desde el Caribe, le dije que regresaba y le adelanté algo de lo que había pasado. Cuando llegué a la casa, le conté todo y le confesé en qué pie estaba parada emocionalmente porque necesitaba establecer honestidad en nuestra relación. Si no había honestidad, la relación carecía de base.
Nancy: Eso debió haber sido un golpe muy duro para Stottler.
Judy: Fue doloroso. Estaba muy dolido y sorprendido a la vez. Lloramos, oramos y lloramos un poco más. Con todo y lo sucedido, estaba comprometida a hacer lo que fuera necesario para reconstruir la relación.
Una de las primeras cosas que eso significaba era que debía restaurar mi relación con el Señor porque —para poder tomar las decisiones correctas en cuanto a Stottler y a nuestro matrimonio— tenía que tener el poder del Espíritu Santo trabajando en mi corazón, ablandado de nuevo, abierto al Señor y a Su Espíritu.
Nancy: Judy, algunas personas —y sé que algunos consejeros y maestros bien intencionados también— dirían que «puede ser más dañino el decir la verdad que el dejar lo pasado en el pasado».
Judy: Es interesante que cuando pensamos en querer proteger a nuestros maridos de lo que hemos hecho, creo que lo que realmente estamos tratando es de protegernos a nosotras mismas. Si ya hemos herido a nuestros esposos —si hemos caído en infidelidad o hay inmoralidad en nuestro pasado— a quien estamos protegiendo es a nosotras mismas.
Ningún matrimonio puede tener el grado de intimidad que Dios desea que tenga, a menos que esté basado en la honestidad y la transparencia de nuestras vidas. La otra cosa que llamo «sin política de secretos» es esto: si creo que me salí con la mía en el pasado, es mucho más probable que lo haga de nuevo en el futuro porque nadie se enteró nunca de lo que hice.
Ahora bien, una vez le revelé a Stottler la verdad, le quedó clara mi predisposición a este tipo de tentación. Ahora él lo sabía. Si empiezo a pasar tiempo o parezco estar atraída hacia otro hombre, sube las antenas. Y eso lo agradezco porque necesito esa protección.
Nancy: No solo para que sospeche, sino para que ore por ti y te provea con protección espiritual.
Judy: Definitivamente.
Holly: Una de las cosas que adoro de Judy es que no está dispuesta a permitir deshonestidad en su vida. Al haber escogido el camino correcto, Satanás fue vencido cuando trató de provocarla dándole por su lado débil.
Nancy: Judy, cuando miras hacia atrás y ves el momento en el que regresaste a tu marido, le confesaste tu pecado; determinaste que la honestidad era la mejor póliza; tu marido fue afable; él estaba herido pero te perdonó y pudieron empezar el proceso de restauración.
Los sentimientos que tenías hacia el capitán no se habían esfumado de inmediato, ¿o me equivoco?
Judy: No, para nada. De hecho, así como me tomó tiempo desarrollar esos sentimientos, de la misma manera me tomó tiempo para deshacerme de ellos. Por lo que una de las primeras cosas que tenía que hacer, y lo hice, fue cortar de raíz todo contacto con ese individuo.
Nancy: Y quieres decir todo contacto.
Judy: Quiero decir todo contacto —correos electrónicos, llamadas telefónicas, cartas, todo.
Nancy: Ese es un punto importantísimo. He conversado con personas y escuchado historias de «cómo se han quedado como amigos». La respuesta es NO, no puedes. Tienes que eliminarlo todo. Jesús dijo: «si tu mano derecha te hace pecar, córtala» (ver Mateo 5:30) Lo que quería decir es «lidia con ello sin piedad, a fondo y con determinación… y así con todo lo que pueda llevarte por el camino del pecado.
Holly: Lo de ese hombre en el Caribe es una cosa, pero si es un compañero de trabajo, eso requiere pasos aún más drásticos.
Judy: Así es. Necesitamos estar dispuestas a hacer todo lo que sea necesario para mantener nuestra pureza delante de Dios y para mantener la prioridad de nuestro matrimonio.
«Lo que sea necesario» podría significar cambiar de trabajo. Mi prioridad debe ser mi matrimonio por encima de cualquier trabajo, por encima de todo lo que pueda interferir en mi relación de pareja.
Por lo que necesito confiar en que Dios ha de honrar mi decisión. Si me veo en la posición de que nunca podré lidiar con esa situación de la forma adecuada, tengo que salir de ella. Pídele a Dios que provea otro trabajo para ti o que te mantenga en la casa y provea las finanzas de otra manera.
Nancy: Por lo que, en aras de reconstruir y restablecer la confianza en tu matrimonio, tienes que asegurarte de que no has dejado ninguna puerta abierta por donde puedas volverte a comunicar con esa persona. Esa es la clave esencial y absoluta para reconstruir tu matrimonio.
Ahora, hay otras medidas que debes tomar independientemente de si se ha perdido la confianza en tu matrimonio o no. ¿Cuáles son esas medidas que la mujer puede poner en práctica para proteger su matrimonio y su relación con el Señor?
Judy: Hay algo que llamo construir la pared invisible. Es la forma de responderle a un hombre sin insinuarle que la puerta se podría abrir para algo más.
Eso significa no compartir tus asuntos personales con él. Nunca me quedo a solas con un hombre bajo ninguna circunstancia. Algunos compañeros de trabajo podrían decirte «pero eso es imposible porque tienes que trabajar con este hombre de forma individual».
Podemos ser sumamente creativas cuando se trata de pecar. De la misma manera, lo podemos ser para salir airosas de esas situaciones y mantener nuestra santidad delante de Dios.
Puedes llamar a otra compañera de trabajo para que se quede contigo. Eso es exactamente lo que no hice con el capitán. Pude haber tenido a alguien conmigo cuando estuvimos trabajando y hablando. Siempre puedes tener a alguien contigo. Eso es muy importante para salvaguardar nuestros matrimonios.
Nancy: Nosotras, como mujeres que somos, tenemos la manera de subir o bajar la pared invisible. Hay muchas maneras de insinuar que se está disponible sin decir una palabra.
Judy: Eso es verdad. Podemos mirar fijamente a los ojos o hacer un guiño. Solo con la manera de mantener el contacto visual le dice mucho a un hombre y ellos lo captan al vuelo. Sin mencionar nuestra forma seductora de vestir. Es sorprendente la cantidad de mujeres cristianas que parecen estar totalmente ajenas al efecto que hacen en los hombres con su forma de vestir.
Nancy: Por lo que tenemos que evitar potenciar situaciones comprometedoras. Se lo digo, como una mujer que trabaja en el ministerio con muchos hombres. Hay muchos hombres en nuestros equipos de trabajo que tienen que recurrir a situaciones extremas para evitar el tener que lidiar con ese tipo de situaciones comprometedoras. Algunas veces requiere de cierta creatividad. En algunas otras, cuestan más dinero.
Judy: El punto crítico, Nancy, es que necesitamos tomar la determinación antes de que esas situaciones surjan. Una vez se presentan, si no nos hemos programado para lidiar con ellas, podemos quedar atrapadas en ellas.
Nancy: De acuerdo. ¿Y qué me dices del internet? Es algo que seduce a muchas mujeres que añoran una relación, que añoran una conversación significativa. ¿Lo has notado en las redes sociales y en el uso de los correos electrónicos?
Judy: Definitivamente. De hecho, tengo dos amigas muy cercanas que conocieron hombres chateando. Pensaron, inocentemente, que «solo necesitaban un amigo con quien hablar» y de ahí pasaron a abrir sus corazones y a proporcionarles información personal. Al encontrar respuestas positivas de hombres receptivos y sensibles a sus luchas personales, las dos dejaron a sus esposos. Dijeron que no estaba funcionando, pero ya —a ese nivel— los matrimonios estaban rotos.
Nancy: La verdad es que, en la mayoría de los casos, no resulta. Chatear con una persona no es lo mismo que vivir con ella.
Judy: Es una fantasía desde el inicio porque al escribir mostramos nuestro mejor lado. Ponemos nuestra mejor cara, tu lado de super mujer es lo que se refleja en pantalla, pero esa no es quien eres.
Holly: Quiero recalcar la peligrosidad de la situación ya que todo esto se hace en la privacidad de nuestras casas. Nos proporciona una alternativa de bajo riesgo. No es como que vamos a una librería a comprar un libro y nos encontramos con un hombre. Lo hacemos desde la privacidad de nuestros hogares. A menos que alguien escriba acerca de nosotras, nadie sabe de dónde venimos o hacia dónde vamos.
Judy: Lo otro que es igual de peligroso, son los correos electrónicos. Como bien dijiste, Nancy, trabajas con hombres cristianos. Yo también, y es muy fácil desarrollar una relación intercambiando correos electrónicos. La información va siendo más personal y más amigable con hombres con quienes trabajas todo el tiempo.
Nancy: Lo que tienen que saber es que todo se puede evitar si ponemos las barreras y las fronteras en su sitio. Tengo una política —los hombres con quienes trabajo lo saben— cero intercambios personales por correo electrónico. Envío un promedio de 60 a 100 correos por día. Hay mucha comunicación a través de estos correos.
Si hay algo que debamos discutir —con cualquier connotación personal— y no me refiero únicamente al plano sexual— lo que quiero decir es que pueden ser cosas de la familia, es muy simple: asegúrate de que la esposa reciba una copia. Que ella lea los correos. Eso hace que de por sí se establezcan fronteras para no decir cosas que no se deben decir.
Judy: Eso es muy cierto. Le copio a Stottler cualquier email que le deba enviar a otro hombre. También he notado que «si no quiero que Stottler lea esto», entonces lo borro porque nunca debió haberse escrito en primer lugar.
Holly: ¡Judy ha hecho tan buen trabajo! Me ha llamado y me ha dicho, «tengo que trabajar con este individuo, pero no me siento cómoda con ese nivel de interacción y quiero que lo sepas. Quiero ser honesta con Stottler. Quiero ser honesta contigo. Quiero que ores por mí para poder comportarme con sabiduría».
Pienso que al estar consciente de su vulnerabilidad en el pasado, ahora es una mujer sabia en esta área. Totalmente opuesta a la mujer necia descrita en Proverbios 7. Como ya tiene la experiencia vivida, sus antenas siempre están atentas ante cualquier peligro potencial.
Nancy: Antes de esta experiencia, Judy no tenía subidas esas antenas. Por eso fue que se metió en aquel lío. La mejor parte de esta historia es que puedes desarrollar patrones de tus hábitos. Ya sea que te haya pasado algo parecido, o mejor aún, para que no pases todo lo que Judy tuvo que pasar.
Pablo dice, en Efesios 5: «Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos». ¿Cómo evitar cualquier insinuación? Tú debes salvaguardarte. Tú eres quien escoge. Tú eres la que pone las barreras en su sitio. No sé cuáles barreras necesitas, como tampoco tienes que determinar las tuyas basadas en las de Judy, las mías o las de Holly.
Tienes que ir ante Dios y decirle: «Quiero caminar contigo en santidad y sin reproche, pura. Quiero amar a mi esposo como Tú quieres que lo haga. Quiero que nuestro matrimonio sea protegido. Señor, ¿qué quieres que haga? ¿Qué hábitos debo cambiar en mi trabajo, en mis correos, en mis hábitos de computadora?
¿Significa que necesito sacar la televisión de mi hogar? Si eso es lo que se necesita, hazlo. ¿Significa deshacerte del internet en la casa? Si eso es lo que se necesita, hazlo.
Te quiero decir que todo cuanto hagas, cualquier paso que des para obtener y mantener tu corazón puro y sin reproche ante el Señor, no tiene precio.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth, Holly Elliff y Judy Starr nos han recordado la libertad que viene de obedecer a la verdad sobre nuestras emociones. También nos han recordado la importancia de cumplir nuestros votos. Sea que estés casada y debas proteger el pacto matrimonial con tu esposo, o que estés soltera y debas guardarte pura delante de Dios.
Esta conversación se basa en un libro escrito por Judy titulado, «La tentación de lo prohibido» («The Enticement of the Forbidden», disponible en inglés). Con este programa concluimos la semana número diez de nuestro estudio titulado, «En busca de Dios».
Quizás nos escuchas hoy y sientes que no importa lo duro que trates, no puedes cambiar… Descubre cómo inicia el verdadero cambio en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.
Nancy regresa para orar con nosotras.
Nancy: Señor, unimos nuestros corazones para agradecerte. Te agradezco todo lo que hiciste por Judy, por cómo la rescataste de esa situación. Pienso en algunas situaciones en mi propia vida en donde me rescataste cuando clamé a Ti para que me alejaras de la tentación.
Señor, hemos encontrado Tu gracia ser tan real, tan abundante, justo lo que necesitamos y cuando lo necesitamos. Nunca has permitido que nos tienten más de lo que podemos soportar, y has prometido que con la tentación nos provees una vía de escape.
Señor, creo que este programa y esta serie han servido para que preserves a algunas de nuestras oyentes. Ha sido una forma de escape.
Oro por esa oyente, esa mujer que está coqueteando con el desastre en estos momentos. Por aquella que está comprometida emocionalmente o que su corazón está siendo atraído; quizás esté envuelta de cabeza en una relación adúltera. Señor, cualquiera que sea la situación, oro para que se humille.
Oro para que sea honesta contigo, para que se comprometa a serle honesta a su pareja; para que reciba Tu gracia; para que resista al enemigo; para que pueda someterse a Ti; para que se limpie las manos y purifique su corazón; para que pueda enlutarse, llorar y sufrir por su pecado; para que Tú restaures en ella el gozo verdadero, el gozo que trae la obediencia.
Gracias, Señor, que hasta en este momento, estás restaurando y redimiendo vidas rotas. Por fe queremos agradecerte por los matrimonios que van a unirse, por los hijos y nietos que van a cosechar bendiciones y van a dejar un legado piadoso como resultado de algunas de las mujeres que están dispuestas a decir: «Sí, Señor; todo lo que se necesite para que en Tu gracia, mi corazón te sea fiel, le sea fiel a mi marido y que pueda glorificarte con mi vida». Oro en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Invitándote a no solo sobrevivir en la vida cristiana sino a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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Recursos del Episodio
En busca de Dios | Semana 9
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