Rescatada de la amargura
Débora: Karen Loritts dice que todos lidiamos con relaciones difíciles. Y es por eso que todas necesitamos la esperanza que solamente Dios provee.
Karen Loritts: No sé cuál es tu problema, si es con tu esposo o con tus hijos. Simplemente crees que no hay esperanza. ¿Me creerías si te dijera que sí hay esperanza? Si Dios puede salvar a una niña afroamericana de las calles de Filadelfia –una mujer que estaba involucrada en el ministerio, que tuvo una crisis emocional y Él todavía me ama– ¿habrá algo que Él no pueda hacer?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro Facing our fears (Enfrentando nuestros temores, no está disponible en español). En la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 31 de agosto de 2023.
Hoy continuamos con la serie titulada, Una resolución de fe, con nuestra querida amiga Karen Loritts. ¡Bienvenidas al …
Débora: Karen Loritts dice que todos lidiamos con relaciones difíciles. Y es por eso que todas necesitamos la esperanza que solamente Dios provee.
Karen Loritts: No sé cuál es tu problema, si es con tu esposo o con tus hijos. Simplemente crees que no hay esperanza. ¿Me creerías si te dijera que sí hay esperanza? Si Dios puede salvar a una niña afroamericana de las calles de Filadelfia –una mujer que estaba involucrada en el ministerio, que tuvo una crisis emocional y Él todavía me ama– ¿habrá algo que Él no pueda hacer?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro Facing our fears (Enfrentando nuestros temores, no está disponible en español). En la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 31 de agosto de 2023.
Hoy continuamos con la serie titulada, Una resolución de fe, con nuestra querida amiga Karen Loritts. ¡Bienvenidas al episodio de hoy!
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Hay una persona en tu vida que cuando piensas o escuchas su nombre o la imaginas en tu mente, te recuerda inmediatamente alguna herida o quizás una ofensa pasada? Karen Loritts tuvo una persona así en su vida. Y ella se dio cuenta de cuánta amargura tenía en su corazón y de lo destructiva que podía ser esa amargura.
Karen está a punto de compartir sobre cómo puedes liberarte de la falta de perdón y la amargura. Hoy vamos a escuchar la segunda parte de un mensaje que ella compartió en la primera conferencia True Woman en 2008.
Débora: Y lo que ella compartió es un recordatorio poderoso y práctico de lo que debemos hacer con nuestros temores, y también cómo perdonar. Muchas veces el miedo y la falta de perdón van de la mano.
Nancy: Ayer, Karen habló sobre el temor y las tentaciones que vienen con él. Si te perdiste ese episodio, espero que lo escuches en avivanuestroscorazones.com. Ahora, escuchemos a Karen explicar cómo puedes liberarte del temor y la amargura.
Karen:
1)«Sométanse a Dios» (v. 7).
No sé tú, pero tuve que ondear la bandera y decir: «Dios, me rindo. Me someto a ti. No soy lo suficientemente inteligente como para lograr esto». Pero viene con una actitud de corazón que dice: «Dios, me rindo a Ti», doblando las rodillas.
Cuando estaba pasando por mi crisis emocional, tenía tanto orgullo que ni siquiera podía contarle a mis mejores amigas. Tenía este grupo de mujeres que hemos sido mejores amigas, hemos estado embarazadas juntas, entrenando a nuestros hijos a cómo usar el baño, en la guardería juntas, baby showers, bodas y graduaciones –todas esas cosas. Ahora somos abuelas juntas –catorce de nosotras– y ni siquiera podía contarles.
Estábamos teniendo un retiro, y yo solo contestaba con el habitual «todo está bien». Dios me dio convicción en eso. Me dijo: «Karen, tienes que poner todo sobre la mesa». «Sométanse, pues, a Dios» (Sant. 4:7)
2) «Resistan, pues, al diablo…» ¿Y él hará qué, damas? «…y huirá de ustedes» (v. 7).
No dice que podría huir. Dios dice: «Resistan al diablo, y él huirá». Tú tomas tu posición contra el diablo. Simplemente dices: «Satanás, ¿sabes qué?» –esto lo dije mientras me hablaba a mí misma– «ya no voy a ser más una víctima del enemigo. Soy una vencedora por medio de Cristo».
Así que necesitas tomar una posición. Necesitas usar la armadura de Dios y decir: «Dios, me someteré a Ti, pero también voy a resistir al enemigo».
3) «Acérquense a Dios» (v. 8).
Yo sabía eso. En medio de mi crisis emocional todavía tenía mis tiempos de oración. No tengo idea adónde fueron esas oraciones. Ni siquiera hoy recuerdo lo que estaba leyendo. Eran palabras vacías. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo?
Dios dice: «Sométete. Ríndete» Deja a un lado ese orgullo y esa arrogancia de saberlo todo. Resiste al diablo. Resiste la tentación de tener esos momentos de autocompasión todo el tiempo, de creer a esos secuaces del temor que no eres nada, que cuando tus hijos se van, tu vida termina, o cuando tu esposo te abandona.
Dios dice: «Resistan al diablo. Acérquense a Mí». En ese momento de tranquilidad, esos momentos tranquilos, en esos momentos de oración, acércate a Dios y pídele que traiga a alguien a tu vida que pueda orar contigo y por ti.
4) «Limpien sus manos» y «purifiquen sus corazones» (v. 8).
Dos cosas sobre esto: Hay que lidiar con el pecado públicamente, externamente. Entendí eso en 1 Juan 1:9, y aquí estaba el asunto: durante muchos años, fui una mujer amargada y enojada. Ahora, verbalmente no estaba enojada, pero sí amargada. Yo estaba muy amargada con mi mamá.
Mi mamá hizo un mal trabajo. Ella no podía darme lo que no tenía, pero yo no podía perdonarla. Recuerdo que nos habíamos mudado de Pensilvania a Texas para participar en la plantación de iglesias. Estaba sentada allí, analizando todo lo malo que había sucedido en mi vida mientras crecía y pensando en por qué mi madre no me crió de esta manera. ¿Por qué estoy luchando tan duro como creyente para comprender realmente esto del amor y hacer un compromiso con Dios?
¿Cómo es que no estaba sintiendo la presencia de Dios en mi vida? Sabía que era porque albergaba ira y amargura hacia mi madre.
Así que me senté y le escribí una carta a mi madre para dejarle saber que la amaba. Ella sabía que yo era cristiana, pero nunca había escuchado de mi parte lo mucho que la amaba a pesar de lo que yo era. Y no la estaba condenando, sino que yo asumía la responsabilidad.
Recuerdo que le escribí: «Te amo, mamá». Mi madre nunca respondió a esa carta. La vi de nuevo una semana después de que le envié la carta, pero ella nunca me abrazó ni me dio las gracias, pero yo sé que ella leyó la carta porque la encontré abierta sobre su gavetero. Me sentí bien con eso porque pude enterrar el pasado.
En 1 Juan 1:9, dice que cuando limpias tus manos haces dos cosas: Confiesas. Le dices específicamente al Señor, «Dios, estoy enojada y amargada con mi madre por la forma en que me crió». Luego, te arrepientes. Eso quiere decir que debo darle la espalda a aquello que pensé que era mi derecho de estar amargada y dejarlo atrás. Y eso, damas, fue mi liberación.
Yo tenía que perdonar a mi madre. Y tuve que dejar el enojo y la amargura contra ella para poder mirarla a los ojos y decirle con el corazón limpio que la amaba. Fue como si alguien hubiera abierto las puertas de una prisión y me hubiera dejado salir.
Piensa otra vez en 1 Juan 1:9. Y cuando dice aquí en Santiago que limpies tus manos, eso significa lidiar con tu pecado. Ponle nombre. Pero también dice que purifiquen sus corazones, y considero que eso se refiere a nuestras actitudes. Dice el Salmo 51:10: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto, un espíritu recto dentro de mí» (parafraseado).
Debemos tener los motivos correctos, santidad de corazón, de mente, pensamiento y emociones. Mi yo interior debe contar la historia de cómo luce mi exterior. Límpiense las manos, lidien con el pecado y purifiquen sus corazones con rectitud.
5) «Humíllense» (v. 10).
La humildad no era algo que fuera importante para mí. Como mencioné antes, yo era muy orgullosa. Pero la humildad viene a ser importante cuando Dios llama tu atención. Durante mi tiempo de crisis emocional, octubre estaba llegando a su fin y noviembre se acercaba. Noviembre es el mes de mi cumpleaños, y siempre me hago todas esas pruebas médicas que como mujer necesito: el ginecólogo, el médico de cabecera, todos estos exámenes necesarios y todo lo demás.
Fui a ver a mi ginecólogo y luego de hacerme el estudio había un pequeño tumor fibroide que aún estaba allí. No estaba creciendo demasiado, así que no me preocupé. Luego tuve que hacerme una mamografía. ¿Saben a lo que me refiero? Es hora de hacerse esa incómoda mamografía. Y me la hago año tras año, pero por primera vez me devolvieron la llamada. Él doctor me dijo: «Sra. Loritts, tiene que venir porque necesitamos revisar su mamografía. Hay algo allí».
¿Y sabes qué?, no pudieron atenderme por tres semanas. Así que los secuaces del temor me rodearon y distorsionaron la realidad. El primero del que hablé, «distorsión de la realidad» ya estaba molestándome, pero yo traté de mantenerme tranquila y dije: «No, no voy a temer. Fue solo un error en la mamografía». Así que oré por eso.
Luego fui a donde mi médico de cabecera. Y entre muchas cosas me dijo que necesitaba bajar de peso, porque mi colesterol se estaba disparando y tenía que vigilar mi presión arterial. Así que ahora camino por el centro comercial y me he convertido en una verdadera caminante. Pensé que faltaban al menos diez años más antes de unirme a esas damas que caminan todos los días en los parques. Pero soy de las que camina por el centro comercial.
Y cuando estaba caminando por el centro comercial, comencé a llorar y le dije a Dios: «Dios, ¿qué está pasando? Tuve una crisis emocional en octubre y ahora una crisis física en noviembre, ¿podré terminar este año?» Ahora Dios tenía mi atención.
Y yo no sé ustedes, pero cuando llegan las crisis a mi vida, los retos, siempre llegan en grupo. Nunca es una pequeña cosita de la que tienes que ocuparte. Siempre son muchas cosas. ¡Dios tenía mi atención!
Bueno, solo para aclarar, la mamografía salió bien. Todavía estoy caminando por los centros comerciales. Pero Dios me ayudó a superar eso porque mi temor estaba tratando de victimizarme. Y pensé que estaba llegando a la cima de la montaña, y que casi había terminado. Finalmente llegó noviembre.
Dios es un Dios increíble y el único con el que puedo hablar, no con mis amigas. Tampoco quiero aburrir a Crawford con eso, porque no quiero que él arregle nada. Yo tuve que lidiar con todo eso. Deja de escucharte a ti misma y empieza a hablarte a ti misma.
No sé qué tienes que hacer, pero yo me fui al baño, me miré en el espejo y dije: «Karen, ¿sabes qué?, eres una cobarde, eres una llorona, has estado mintiendo mucho tiempo, porque le dices a todo el mundo en esta conferencia todas las cosas maravillosas acerca de Dios, ¡pero mira tu vida!» Tuve una buena charla conmigo misma y dije: «Señor, me rindo. No sé qué hacer, pero sé que Tú lo sabes. Te pido que lo hagas Tú, Dios». Dios había llamado mi atención. Todo estaba en su lugar. Mi cuerpo estaba bien. El pequeño fibroma todavía estaba allí; todavía estábamos trabajando en ese pequeño fibroma.
Pero quiero decirles que me encanta lo que dijo el Dr. Piper: «Una teología débil te convierte en una mujer débil». Y eso es lo único que tiene sentido. Dios es un Dios que nos ama. No sé cuál es tu problema, si es con tu esposo, o con tus hijos, con tu familia, o quizás con tu mamá, como lo fue mi problema. Simplemente crees que no hay esperanza. ¿Me creerías si te dijera que sí hay esperanza?
Si Dios puede salvar a una niña afroamericana de las calles de Filadelfia, criada en viviendas públicas; a una mujer que luego estaba involucrada en el ministerio y que tuvo una crisis emocional, y Él todavía me ama, ¿habrá algo que Él no pueda hacer? ¿Qué es? No hay nada que nuestro Dios no pueda hacer.
Permítanme cerrar con esto. En el capítulo 1 de Josué, Moisés falleció. El gran Moisés se ha ido, y Dios tiene que hablar con el nuevo líder. Así que le dice a Josué: «Josué, de todas las cosas que puedo decirte, hay tres que son las más importantes». Y voy a parafrasear ahora. «Hay tres cosas que quiero decirte, Josué».
«Sé fuerte y valiente. Sé fuerte y muy valiente. Josué, sé fuerte y valiente. No tiembles. No desmayes, porque Dios está contigo» (vv. 6-9). Te animo a que levantes tus manos y digas: Dios, me rindo a Ti.
Damas, tenemos que ser fuertes. Tenemos que ser valientes. Deja de escucharte a ti misma. Habla contigo misma y habla con Dios.
Oremos:
Dios, eres un Dios increíble. Tú eres el único que puede ayudarnos a ser fuertes y valientes. Pero nosotras tenemos que hacer nuestra parte. Tenemos que dejar de escuchar aquello que no es provechoso para nuestras almas. Tenemos que hablarnos a nosotras mismas acerca del Dios que conocemos.
Padre, nos llamaste a someternos a Ti con corazones humildes. Así que humíllanos bajo Tu poderoso cuidado. Señor, oro esto por mis hermanas aquí. Y Señor, sea cual sea el montón de cosas por las que tengan que pasar, que no se derrumben bajo el peso de nada más que Tu Palabra, porque Tú eres un buen Padre.
No te avergonzaremos. No avergonzaremos a nuestras familias. No nos avergonzaremos porque vamos a creer en Ti por quien Tú eres. Danos la determinación de creer. En tu precioso nombre oramos, amén.
Nancy: La primera conferencia True Woman en 2008 significó mucho para las mujeres en esa audiencia en Chicago, porque fueron retadas a entregarle al Señor sus temores y a perdonar a aquellos que habían pecado contra ellas.
Después de que Karen habló esa mañana, escuchamos la historia de Lorna Wilkinson. Al igual que Karen, se enfrentó a un reto. ¿Podía ella perdonar? Escuchemos la historia de Lorna.
Lorna Wilkinson: Los primeros once años de mi matrimonio después de que Pascal y yo nos casamos fueron años maravillosos. Experimentamos el amarnos, tener hijos, compartirlos, disfrutarlos. Después de eso, algo empezó a ir mal. Mi esposo comenzó a tomar mucho y se volvió alcohólico. Empecé a mostrar mi enojo y amargura en esa relación, retrayéndome. Me sentí amargada y frustrada, y en cierto modo, quise devolver el golpe.
Teníamos un vehículo que usábamos para el trabajo y mi esposo me llevaba con frecuencia a mi trabajo. Muchas, muchas veces mi esposo no vino a recogerme. Yo me quedaba allí, sin tener adónde ir. Mis hijos estaban solos en casa, y yo tenía que caminar hasta el hotel más cercano que estuviera disponible para pasar la noche allí.
Pensé que la solución a mis problemas era divorciarme de mi esposo. Así que le pedí a mi esposo que se fuera. Cuando se fue, teníamos un vehículo que estábamos usando. En ese momento hubo una necesidad de un segundo vehículo para uno de nosotros. Así que le compré un vehículo a un amigo.
Cuando recogí el vehículo esa noche, la radio estaba en una estación cristiana. Normalmente, no escucho la radio cristiana, pero por alguna razón desconocida para mí en ese momento, estiré la mano para apagarlo y mi mano simplemente no pudo llegar allí.
A la mañana siguiente, yendo al trabajo, habló en la radio Nancy DeMoss Wolgemuth. Su programa hablaba del perdón –perdón total– y sumisión al esposo en la familia. Eso realmente tocó mi corazón; no pude dejar de pensar en eso durante todo el día. El divorcio en ese momento, que era evidente para mí, no era la respuesta, pero Dios sí lo era.
Después de que le pedí a mi esposo que se fuera, él se fue. Una noche él llamó y dijo que estaba muy enfermo, y yo le pregunté: «¿Por qué no llamas al 911?» En la sabiduría de Dios, lo hizo. Más tarde supe que en ese momento cuando me había llamado tuvo un infarto y terminó en el hospital.
Después de eso, Dios ya había tocado mi vida de una manera tan tremenda que nunca más podría volver a ser la misma. El Espíritu Santo me pidió que simplemente fuera y le hablara para hacerle saber que debía volver a casa y que yo lo amaba.
Después de que perdoné a Pascal y le pedí que me perdonara, es como si hubiera ocurrido un cambio total en nuestra relación. Pascal ya no tenía necesidad de tomar. Él se convirtió en el tipo de esposo que Dios quería que fuera. Tuvimos muchas cenas juntos a la luz de las velas. Había muchas tarjetas dulces que expresaban su amor, admiración y amistad mutua. Fue un cambio total y completo en nuestra relación.
Un martes por la mañana, alrededor de las 4 a. m., mi esposo me despertó y me dijo: «Lorna, solo quiero que sepas que un hombre debe amar a su esposa con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente, y quiero que sepas en este momento que te amo de esa manera».
Alrededor de la una de la tarde me llamaron al trabajo y me dijeron que tenía que volver a casa. Cuando llegué a casa, mi hijo estaba en la puerta y dijo: «Mamá, la ambulancia se acaba de llevar a papá y creo que lo hemos perdido».
Y dije: «Señor, cuando oré el domingo, te pedí sanidad, pero has ido un paso más allá. Le has dado a Pascal no solo sanidad en la tierra, sino sanidad eterna: una vida contigo». No sabía que cuando Dios restauró nuestro matrimonio, solo tendríamos cuatro meses juntos. Los niños recuerdan de una manera muy especial esos cuatro meses de sus vidas.
Hijo: En realidad fue un matrimonio amoroso, como el que ves en la televisión o algo así. Pude experimentar eso, incluso si fue por un breve período. Pero ahora sé cómo es. Cuando mamá le ofreció a papá el perdón incondicionalmente, y todos vimos eso, pude soltar muchas cosas que tenía que soltar.
Lorna:Cuando perdonamos, liberamos esa carga. Tienes una victoria. Tienes libertad. Estás libre y no estás ansiosa ni frustrada porque esa carga se ha ido. Dios habla de ese perdón y una vez que perdonas, eres libre. Eres libre para poder ser real y ser verdaderamente quien Dios quiere que seas.
Nancy: Años después de que se hizo este video, estuve en Houston y tuve el privilegio de ver a Lorna nuevamente y ver cómo ella estaba tan llena de gozo y de la paz de Cristo. ¡Wow, qué bendición fue ver de primera mano la transformación a largo plazo en su vida!
Débora: ¡Eso es maravilloso! Cualesquiera que fueran los temores o preocupaciones que ella pudiera haber sentido acerca de perdonar, se desvanecieron cuando rindió su voluntad a la de Dios y lo siguió en obediencia. Eso es lo que podemos experimentar nosotras cuando nos rendimos completamente a Dios y somos fieles a Él. Nuestras cargas se levantan de nuestros hombros y podemos experimentar verdadera libertad en Cristo.
Mañana iniciaremos una serie sobre la vida de Josué, y también veremos algunas lecciones que aprendemos a través de su vida. Asegúrate de unirte a nosotras mañana, en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a rendirte y a encontrar libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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