Reina
Annamarie Sauter: ¿Qué le da forma a tu vida?
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: ¿Te estás amoldando a tu entorno, a la cultura a tu alrededor? ¿Adoptas la forma de hablar del mundo, el coqueteo de las mujeres de este mundo? o ¿mantienes tu cabeza bien puesta y dices, «soy diferente»?
Annamarie: ¿Sientes la presión de conformarte a la opinión de las personas que te rodean? ¿Crees que habría mayor o menor presión, si de repente te convirtieras en reina? Bueno, Nancy está aquí para ayudarte a pensar en esto, como continuación de nuestra serie actual, «Ester: Mujer de Dios en el tiempo de Dios».
Nancy: Hoy veremos el capítulo 2 de Ester, versículo 12. Ester ha sido puesta en el harem del rey en el palacio, un lugar nada deseable, pero vemos …
Annamarie Sauter: ¿Qué le da forma a tu vida?
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: ¿Te estás amoldando a tu entorno, a la cultura a tu alrededor? ¿Adoptas la forma de hablar del mundo, el coqueteo de las mujeres de este mundo? o ¿mantienes tu cabeza bien puesta y dices, «soy diferente»?
Annamarie: ¿Sientes la presión de conformarte a la opinión de las personas que te rodean? ¿Crees que habría mayor o menor presión, si de repente te convirtieras en reina? Bueno, Nancy está aquí para ayudarte a pensar en esto, como continuación de nuestra serie actual, «Ester: Mujer de Dios en el tiempo de Dios».
Nancy: Hoy veremos el capítulo 2 de Ester, versículo 12. Ester ha sido puesta en el harem del rey en el palacio, un lugar nada deseable, pero vemos que Dios está allí con ella, que la providencia de Dios gobierna, dictamina y obra tras bastidores aun cuando ella no se percata de ello.
Ester y las otras mujeres seguían una rutina, pasaban a través de un régimen para prepararlas para ver al rey. Retomamos la historia hoy a partir del versículo 12.
«Cuando le tocaba a cada joven venir al rey Asuero, al cumplirse sus doce meses, según las ordenanzas para las mujeres, pues los días de su embellecimiento se cumplían así: seis meses con óleo de mirra y seis meses con especias y cosméticos para las mujeres, entonces la joven venía al rey de esta manera: cualquier cosa que ella deseaba se le concedía para que la llevara consigo del harén al palacio del rey.» (vv. 12-13).
Después de doce meses de embellecimiento, iba a la presencia del rey a pasar la noche con él.
«Ella entraba por la tarde y a la mañana siguiente volvía al segundo harén, bajo la custodia de Saasgaz, eunuco del rey, encargado de las concubinas. Ella no venía otra vez al rey a menos que el rey se complaciera en ella y fuera llamada por nombre.» (v. 14).
Este es un pasaje que en ocasiones tendemos a romantizar o a tener fantasías acerca de este concurso de belleza, incluso he escuchado a personas hacer chistes e historias acerca de estas mujeres en el harem. Pero quiero decirles que no hay nada chistoso ni nada divertido ni romántico en esta escena.
En realidad aquí vemos, y las Escrituras usan las palabras muy cuidadosamente; si piensas bien lo que está pasando, aquí vemos un trato muy denigrante hacia la mujer. Ilustra la deshumanización de las mujeres que es característico de las culturas paganas donde la luz del evangelio nunca ha resplandecido.
Mientras leo este pasaje, suena como si acabara de escuchar de la mansión Playboy de Hugh Hefner, de sus flamencos, sus jardines y de su concurso «la conejita del año». Esta no es una ilustración hermosa. Es algo deshumanizante.
Flavio Josefo, el historiador antiguo, estima que reunían cerca de 400 jóvenes o más para pasar por este proceso. Era una cosa horrible.
Una vez estas mujeres pasaban una noche con el rey, se convertían en sus concubinas y le pertenecían a él. Nunca se podían casar. Se pasaban el resto de sus días como prisioneras en el harem.
A propósito, esto contrasta con lo que leímos previamente en el capítulo dos acerca del trato que Mardoqueo tenía hacia Ester. Él era puro para con ella. La cuidó cuando quedó huérfana y la adoptó. Era tierno, se preocupaba y era considerado hacia ella. Esa es la forma bíblica en que los hombres deben tratar a las mujeres.
Frecuentemente escucharás a personas no cristianas, hablar de cómo los cristianos deshonran a las mujeres, «poniéndolas en su lugar». Quiero decirles que no hay nada más reprensible y deshumanizante e indignante para una mujer que la forma mundana e impía como son vistas.
Esta es la diferencia entre la visión cristiana y la visión pagana de la mujer, el trato cristiano y el trato pagano de las mujeres.
En el trato pagano las mujeres son vistas como en este pasaje, como objetos sexuales, juguetes para placer personal, para ser usadas y luego descartadas. Toda nuestra revolución sexual ha causado que seamos vistas y tratadas de esa forma. No es algo que ha liberado a las mujeres, sino que más bien las ha hecho prisioneras.
Esto debería romper y entristecer nuestros corazones. Y con respecto a la visión cristiana de las mujeres, no permitas que te digan que esta visión deshonra a las mujeres, porque eso no es verdad.
Algunos cristianos podrán deshonrarlas, sin embargo el punto de vista cristiano, el bíblico, es que un hombre debe ser fiel a una mujer, debe deleitarse con ella, amarla, y cuidarla como cuida a su propio cuerpo.
Donde ha llegado la luz del evangelio, el rol, la visión el trato hacia las mujeres ha sido elevado.
Así que aquí vemos la forma secular y la pagana de tratar a las mujeres.
«Cuando a Ester, hija de Abihail, tío de Mardoqueo, que la había tomado como hija, le tocó venir al rey, ella no pidió cosa alguna sino lo que le aconsejó Hegai, eunuco del rey, encargado de las mujeres. Y Ester hallaba favor ante los ojos de cuantos la veían.» (v. 15).
Así Ester cumplió con los requerimientos de los tratamientos de belleza que le fueron impuestos en el harem del rey. Lo vimos en la última sesión, pero ella no tomó ventaja de ningún favor que hubiera recibido. No pidió nada cuando fue a la presencia del rey. Ella se llevó del consejo de Hegai. «Cualquier cosa que creas que necesito, eso es lo que tomaré».
He aquí una imagen de simplicidad y contentamiento. Y una vez más ella se distinguió de las otras mujeres. Ella era diferente. Cuando piensas en lo que Ester había pasado hasta este punto en su vida, ella pudo haber respondido a este dramático cambio en sus circunstancias en una de dos formas.
En primer lugar, un día ella era una huérfana en tierra extranjera. Al día siguiente era una reina en potencia en el palacio del rey, con siete doncellas y todas las cosas que pudiera desear. Este revés en la fortuna, pudo habérsele ido a la cabeza y pudo haber hecho de ella una engreída; una bella y engreída mujer. Nada peor que eso.
Pero por otra parte, la posibilidad de ser llevada a la alcoba del rey, presumiblemente ella no tuvo opción, pudo haber causado que respondiera en terror y miedo.
Pero no la vemos aquí siguiendo ninguna de las dos. Una vez más, hay mucho que no conocemos, pero en cuanto a lo que esta historia revela, pienso que vemos en esta mujer una respuesta de quietud, confianza, humildad, y sumisión, balanceada con coraje y fe; hablando solo cuando era tiempo de hablar. Veremos eso más adelante.
Ella ilustra los principios de 1 Pedro capítulo 3 en donde se nos dice, «Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos» (v. 3, NVI). Ester tenía mucho de esto. Ella era físicamente bella en su forma y en su silueta. Era una mujer hermosa.
Pero no es de ahí de donde viene su verdadera belleza, sino que Pedro nos dice, «sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios» (vv. 4-5, NVI).
Creo que es así como Ester se embellecía en el palacio, diciendo, «estoy en una situación pésima, pero por la gracia de Dios no dejaré que esto me convierta en una mala mujer. Dejaré que Dios me haga una mujer hermosa y que me use en contraste con este escenario feo y oscuro para representar Su belleza y Su gloria en este harem del palacio».
Y Pedro luego dice de estas mujeres que eran santas: «Así se adornaban en tiempos antiguos las santas mujeres que esperaban en Dios, cada una sumisa a su esposo. Tal es el caso de Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Ustedes son hijas de ella si hacen el bien y viven sin ningún temor» (1 Ped. 3:5-6 NVI).
Esto es lo que vemos en Ester. No es que nunca antes hubiese experimentado temor. Ciertamente lo experimentó como una joven adolescente que fue llevada a estas circunstancias; y luego al tener que acercarse al rey y el arriesgar su vida. Ciertamente ella tuvo temor, pero no se paralizó.
Ella tenía un temor de Dios que la protegía del temor a los hombres. Por tanto vemos aquí a una mujer realmente hermosa en el sentido más verdadero y puro de la palabra.
Piensa en ti misma, en tu lugar de trabajo, en tu matrimonio difícil, en el ambiente difícil de tu escuela. Algunas de ustedes son estudiantes universitarias en recintos seculares. Les aseguro, y ustedes saben mejor que yo, que no es un ambiente piadoso en el que muchas de ustedes viven y trabajan.
¿Te asemejas a tu entorno, a la cultura a tu alrededor? ¿Adoptas la forma de hablar del mundo, el coqueteo de las mujeres de este mundo? o ¿mantienes tu cabeza bien puesta y dices, «soy diferente»?
Ester era judía. Ella no cabía en el imperio persa. Ella mantuvo su identidad, preservó su pureza y su corazón. Aun cuando fue forzada a circunstancias difíciles e insostenibles, ella fue guardada y favorecida por Dios.
¿Cómo haces cuando vas a tu lugar de trabajo o al campus universitario? ¿Te estás convirtiendo en una de las mujeres de tu entorno? ¿Eres áspera, insensata, burlona, necia, inmoral? O ¿Mantienes un corazón piadoso, creciendo en piedad, siendo un contraste con el resto del mundo alrededor de ti?
«Ester fue llevada al rey Asuero a su palacio real el mes décimo, que es el mes Tebet, en el año séptimo de su reinado. Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y ella halló gracia y bondad con él más que todas las demás vírgenes, y él puso la corona real sobre su cabeza y la hizo reina en lugar de Vasti» (v. 16-17)
Algo se destacó en Ester. Mientras leo este libro, me digo: «¿Qué es? ¿Qué es?» Este rey, pudo tener cualquier mujer en el imperio persa; había compartido su cama con las mujeres más bellas de la tierra. ¿Por qué Ester y no otra «amante» más para el rey?
Había algo en ella que la hacía destacarse. En última instancia era la providencia de Dios. Dios la favoreció; y el corazón del rey está en las manos de Dios.
Dios tenía un plan para Su pueblo.
Dios tenía un plan para el mundo.
Dios tenía un plan para nosotras, al darnos un Salvador.
Lo que Dios hizo por Ester en el palacio era parte de ese plan. Lo que pase en tu vida no está desconectado del gran plan eterno, vasto y redentor de Dios. Lo que está sucediendo en tu vida puede tener ramificaciones e implicaciones por cientos de años, eso es, si el Señor tardara en venir.
No sabes qué tipo de cuadro Dios está dibujando, qué tipo de tapicería Dios está entretejiendo y cómo tu vida puede ser parte de ello.
«Entonces el rey hizo un gran banquete para todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester. También concedió un día de descanso para las provincias y dio presentes conforme a la liberalidad del rey» (v. 18).
Desde ya la vida de Ester estaba trayendo bendiciones al reino en formas que ella nunca habría podido predecir o anticipar. Vemos una vez más aquí la providencia de Dios. La veremos una y otra vez en este libro.
¿Ves? el que Dios pusiera a Ester en el palacio no fue una idea adicional, o algo que se le ocurrió después. No fue una reacción al plan cruel de Amán. No hemos llegado aún ahí, pero muchas de nosotras estamos apercibidas de ello. Dios es el Dios que ve con anticipación y hace provisión.
Dios sale adelante y planifica una salida. Así que Dios puso a Ester en el palacio aún antes de que Amán se levantara para accionar.
Tú no sabes por qué Dios está haciendo lo que está haciendo. Pero Dios sí lo sabe. Por tanto busca evidencia de la providencia de Dios a tu alrededor y cuando no puedas verla, algo que a menudo sucede, entonces confía en que Él está trabajando, planeando, preparando, orquestando, tejiendo un plan, y tendrás parte en esta historia.
Annamarie: Nancy DeMoss de Wolgemuth regresará en breve con nosotras. A lo mejor has escuchado la historia de Ester anteriormente, pero pasaste por alto algunos de los detalles de los que Nancy nos ha estado hablando. Las historias que Dios nos ha dejado escritas en Su Palabra tienen más relevancia hoy de lo que creemos. Nos encontramos en la serie titulada, «Ester: Mujer de Dios en el tiempo de Dios».
Una de las mujeres que estaba presente al momento de grabar esta enseñanza le hizo la siguiente pregunta a Nancy: «¿Diría usted que el temor es lo opuesto a la providencia? Es decir, si uno está confiando en Dios y realmente creyendo en Su providencia, ¿lo opuesto de esto sería entonces temer?»
Bien, aquí está Nancy de regreso respondiendo a esta pregunta,
Nancy: Si no existiera la providencia, tendríamos muchas razones para estar horrorizadas ya que el mundo entero sería fruto de la casualidad y estaría fuera de control por lo que deberíamos estar terriblemente asustadas.
Pero si existe un Dios que es creador, que es lo suficientemente sabio e inteligente y lo suficientemente amoroso, bueno y capaz de controlar cada aspecto, asunto, átomo y evento de Su creación, entonces, ¿por qué temer?
Así que cuando tememos, es una evidencia de que no estamos creyendo que Dios es soberano. O no lo sabemos, o no lo creemos o lo hemos olvidado. Pero el temor no puede coexistir con la fe.
La fe erradica el temor y ella es la base, no de algunos sentimientos que tengo, sino de la realidad de quién es Dios, Sus promesas, Su carácter, Su soberanía…
¿Significa esto que si estamos confiadas en la soberanía y en la providencia de Dios podemos marchar hasta la presencia del rey y sentirnos confiadas y no tener ningún temor por hacerlo así? Pienso que Ester tenía temor, pero solo hasta el punto de no saber lo que Dios habría de hacer.
Así que ante cualquier aprehensión que sintamos, si supiéramos lo que Dios sabe, no tendríamos temor. Si realmente conociéramos a Dios y supiéramos lo que Él hace… Mientras más le conociéramos menos temor sentiríamos. De igual forma mientras menos le conocemos más temor sentimos y más flaqueamos.
Pero también hay lugar para crecer en esta área. Esta pregunta es similar a la que alguien me hizo previamente: Si tu vida está fundamentada en Dios, ¿significa esto que será emocionalmente estable, que estarás libre de temor y que no tendrás altas y bajas?
Y le contesté, «bueno, es un asunto de crecimiento. Hoy estoy más arraigada en los caminos de Dios que antes, como resultado de haber pasado semanas estudiando el libro de Ester».
Como resultado, me encuentro a mí misma respondiendo mejor ante las circunstancias de la vida y con mayor confianza en Dios, mayor estabilidad, y menos «y entonces ahora, ¿qué voy a hacer?».
Por tanto mientras más crecemos, más conoceremos a Dios, más estables y arraigadas estaremos y menos temerosas seremos.
Pero hay un proceso. La persona que recientemente ha conocido a Dios, que no tiene un camino trillado con Él, que no ha visto a Dios demostrar Su providencia una y otra vez y otra vez, esa persona, aunque sea una creyente comprometida que ama a Dios, podrá experimentar muchos temores. Pero mientras más crezca, más le conocerá y más confiará.
Como leemos en el Salmo 9 en el versículo 10, «En ti pondrán su confianza los que conocen tu nombre, porque tú, oh SEÑOR, no abandonas a los que te buscan.»
Holly Elliff: Así es creo que también hay otra forma de verlo; como dijo Pablo, «mientras más débil soy, más fuerte soy». En este sentido descansas cuando te das cuenta de que no puedes controlar la situación o cambiarla.
A medida que te abandonas al control de Dios, Él te infunde de Su fortaleza y vive a través de ti. De modo que te encuentras en esas circunstancias tan débil como eras antes, pero con mucho menos temor que el que tenías porque estás apercibida, «no soy yo» en esta circunstancia, sino Dios.
Creo que Ester, probablemente tuvo que llegar al punto de saber muy bien que ella estaba totalmente en las manos de Dios, lo que le dio libertad para hacer lo que necesitaba hacer en dependencia del Señor.
Nancy: Esto es algo que yo experimento a menudo en este ministerio. Rara vez, hago una conferencia o grabo una sesión donde enseño la Palabra de Dios, en la que no sienta, en los días previos, una enorme tentación a temer.
Yo no pensaría de mí misma como una persona temerosa, pero sé que llevar la Palabra de Dios es algo asombroso, pues las vidas de las personas están en juego y es una enorme responsabilidad.
Me siento tan débil, tan necesitada, tan inadecuada para hacer lo que Dios me ha llamado a hacer. Si dependiera solo de mis sentimientos y emociones, no subiría a esa plataforma, no me pararía frente a un micrófono, porque tendría mucho miedo, tendría mucho temor.
Lo que hago es esto, vengo delante del Señor y pongo delante de Él mi temor y pongo delante de Él mi debilidad y mi incompetencia. Le digo, «Señor, no puedo hacer esto sin Ti, pero sé, y fortalezco mi corazón en lo que sé que es verdad. Consuelo mi corazón con la verdad».
Si olvido como hacer esto, tengo amigas que saben cómo hacerlo por mí. Ellas me ayudan y me dicen, «háblale verdad a tu corazón, ¿Dios te ha llamado Dios a hacer esto?»
Y yo les contesto, «sí».
¿Dios te ha dado Dios Su Palabra? ¿Te ha dado Su Espíritu? ¿Acaso no te dará también Su gracia, su fortaleza y Su poder?
«Sí, sí, sí»
Y así voy en la fuerza del Señor.
Pablo dice: «Estuve entre vosotros con mucha debilidad, y mucho temor y temblor cuando les proclamé a Cristo».
Es algo maravilloso saber que estás llevando el evangelio a la vida de las personas, pero, ¿quién es suficiente para esto? ¿Quién es suficiente para criar hijos? ¿Quién es suficiente para hacer cualquier cosa que Dios le haya llamado a hacer? Ninguna de nosotras.
De modo que ser fuertes en el Señor no significa tener fortaleza. Significa ser naturalmente débiles, algo que somos ya sea que lo reconozcamos o no. Significa ser fuertes en Su fuerza, tomando de Su fuerza.
Mientras aprendemos de la providencia de Dios y sobre Sus promesas, mientras vamos acumulando un caminar con Dios…escuchamos a esta mujer decir, «tengo casi 80 años de edad y Dios ha sido tan fiel». Cuando escucho esto, pienso, «Dios será conmigo como ha sido con ella».
Por tanto nos alentamos en nuestra fe. Y vemos cómo Dios guía algunas madres a través de los problemas con sus hijos adolecentes y entonces te dices a ti misma, «Dios me puede ayudar a mí también».
Leemos las Escrituras, vemos nuestras vidas, nos aconsejamos unas a otras de acuerdo a la Palabra de Dios. Nos levantamos y les decimos a las demás creyentes, «hoy estoy débil, ¿me ayudarías a levantar mis brazos en esta batalla?» Lo hacemos juntas como una comunidad de fe.
De modo que no es que no tengamos temores. Nos movemos a través de ellos como lo hizo Ester cuando dijo, «si he de perecer, que perezca». Hubo veces, y algunas de ustedes me han escuchado compartir esto antes en el ministerio radial, cuando no sabía si iba a poder llevarlo a cabo. Me sentía como que estaba pasando por algo muy difícil y que no iba a ser capaz de salir y de sobrevivir.
La forma en que solía aconsejar mi corazón era diciéndome, «¿sabes algo? No importa si salgo de esta o si sobrevivo. Lo que importa es que estoy haciendo lo que Dios me ha llamado a hacer por lo que iré por fe y por la gracia de Dios y en Su fuerza. Dios me dará el valor. Alentaré en el Señor mi corazón, eso es ser valiente en Dios, y por la gracia de Dios lo haré».
Llegas al punto donde pones tu vida y dices «no importa si salgo ensangrentada o herida o si los reyes me gritan». No digo que no importe, sino que no tiene gran importancia.
El resultado es: ¿ha sido Dios glorificado? ¿He obedecido a Dios? Si Dios ha sido glorificado por yo ser débil, entonces escojo la debilidad y aún así voy con confianza en el nombre del Señor.
Señor, Te adoramos por Tu providencia. Te damos gracias por aquello que no podemos entender. Sabemos que Tú estás obrando en las diversas circunstancias y etapas de nuestras vidas como mujeres jóvenes o como mujeres mayores, y Tú estás obrando para llevar a cabo Tus grandes propósitos. Ayúdanos a confiar en Ti, a someternos a Ti y a ser mujeres verdaderas piadosas donde sea que Tú nos coloques. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Amén. Esta es Nancy DeMoss de Wolgemuth trayéndote enseñanza práctica de la Palabra de Dios. A lo largo de los próximos programas veremos cómo Dios escogió a Ester para un trabajo especial, en un tiempo especial. Ella resistió el temor y obedeció. «¡Y quién sabe si para un tiempo como este has llegado al reino!»
Oremos a Dios para que nos dé la fortaleza para ser mujeres que en nuestra generación resistamos el temor y obedezcamos Su Palabra. Oremos por un avivamiento en nuestros hogares e iglesias. Este es precisamente uno de los propósitos de Aviva Nuestros Corazones, invitar a las mujeres de nuestra generación a buscar a Dios y pedirle que despierte a Su Iglesia.
Es por esto que transmitimos estos programas por medio de la radio y la internet; que organizamos conferencias y producimos recursos que ayuden a las mujeres a encontrar libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Si nos escuchas por primera vez, o no conoces Aviva Nuestros Corazones o las conferencias Mujer Verdadera, te animo a visitarnos en AvivaNuestrosCorazones.com. Allí también podrás mantenerte informada para participar de la próxima conferencia True Woman '18, este año, los días 27 al 29 de septiembre. Visítanos hoy en AvivaNuestrosCorazones.com y mantente informada.
La historia de Ester nos enseña a decirle «no» a la ansiedad. Descubre por qué en tu próximo programa.
Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Dios Poderoso, La IBI & Sovereign Grace Music, La Salvación es del Señor, ℗ 2014 Sovereign Grace Music. Canción usada con permiso.
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