Regresando a tu primer amor
Débora: El mayor problema que enfrentan algunas iglesias es muy simple de describir. Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No es un problema doctrinal. No es un problema de conducta. No es un problema de pereza. Es un problema del corazón; es un problema de amor. Has abandonado tu primer amor.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 10 de mayo de 2023.
Piensa en ese momento de tu vida en que tu amor por Cristo ardía con más fuerza que nunca. Ese podría ser tu caso hoy.
Nancy hablará más de esto en una serie titulada Tu relación del primer amor. Esta es una de varias series que estaremos transmitiendo estas semanas, basada en las cartas a las iglesias del libro de Apocalipsis.
Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: Hice algo esta mañana que estoy …
Débora: El mayor problema que enfrentan algunas iglesias es muy simple de describir. Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No es un problema doctrinal. No es un problema de conducta. No es un problema de pereza. Es un problema del corazón; es un problema de amor. Has abandonado tu primer amor.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 10 de mayo de 2023.
Piensa en ese momento de tu vida en que tu amor por Cristo ardía con más fuerza que nunca. Ese podría ser tu caso hoy.
Nancy hablará más de esto en una serie titulada Tu relación del primer amor. Esta es una de varias series que estaremos transmitiendo estas semanas, basada en las cartas a las iglesias del libro de Apocalipsis.
Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: Hice algo esta mañana que estoy segura que ninguna de ustedes ha hecho jamás. Me gusta mantener mi casa limpia, presentable y ordenada, y por lo general lo hago. Pero cuando estaba saliendo esta mañana para venir a esta sesión de grabación, mi dormitorio –que es donde también estudio– era un desastre.
Quiero decir, un total y gran desastre. Había papeles y libros esparcidos por todos lados, porque me estoy preparando para hacer un viaje largo, y tenía las maletas afuera y pilas de ropa amontonadas. Y era un completo desastre.
Así que cuando estaba saliendo, un pensamiento cruzó por mi mente… Y qué si alguien viniera mientras yo estaba afuera de la casa en el día de hoy…y pensé, «bueno, tengo que cerrar esta puerta de mi habitación, en caso de que alguien venga a la casa hoy. ¡Ellos no pueden ver lo que hay detrás de la puerta de este dormitorio!»
Por casualidad, ¿tienes una habitación así en tu casa? ¿Cerraste tú una puerta antes de salir hoy, o lo haces algunas veces? Lo que quiero decir con esto, es que yo no quiero a nadie viendo lo que hay dentro de esa habitación. Porque ¡es horrible!
Y mientras venía reflexioné y pensé, «sabes, algunas de nosotras vivimos de esa manera». Hay partes de nuestras vidas que no nos importa que estén abiertas a la inspección o a personas que están entre nosotras y pueden ver como son las cosas.
Y nosotras mantenemos partes de nuestras vidas bien ordenadas, recogidas, limpias, impecables. Pero, ¿no tenemos algunas veces una habitación, esa habitación, una parte de nuestros corazones, a la que le cerramos la puerta? Y pensamos, «no quiero a nadie mirando hacia adentro. Esta área es un desorden. Esta área es un desastre. No se le permite la entrada a nadie aquí».
Y algunas veces no solo cerramos esa parte de nuestro corazón a las personas, pero si pudiéramos, también nos gustaría cerrársela al Señor: «Señor, no mires aquí». Pero el hecho es, que Él mira. Nosotras podemos tener invitados a los que podemos mantener impresionados con las partes limpias de nuestros corazones, de nuestros hogares, de nuestras vidas, pero hay un invitado que tiene ojos como llama de fuego.
Él ve. Él sabe. Y Él dice, «quiero poder entrar a cualquier habitación de tu casa. Yo quiero ver lo que hay ahí, y voy a mostrarte qué hay ahí en caso de que haya algo que no puedas ver. Me voy a asegurar de que sepas qué es eso».
Y estaba pensando en eso mientras llegamos a esta carta a la iglesia en Éfeso, Apocalipsis capítulo dos. Y algunas de ustedes se han preguntado si en algún momento llegaríamos a las cartas. Nosotras vamos a empezar hoy viendo esta carta a la iglesia de Éfeso.
Y podemos decir que en un sentido, esta era una iglesia que tenía una habitación de su vida que estaba cerrada. Jesús le dijo a esa iglesia y a los individuos en ella –y Él nos lo va a decir a nosotras a través de esta serie también: «Yo voy a entrar y voy a abrir esa puerta. Y quiero mostrarte qué hay ahí».
Versículo 1 de Apocalipsis capítulo 2: «Al ángel en la iglesia de Éfeso…» Ese es el destinatario. Esta es la primera de las siete iglesias. Era la más cercana a la isla de Patmos; si un barco cruzaba, esta sería la primera ciudad a la que llegaría.
El ángel de la iglesia, como dijimos en un programa anterior en esta serie, era una especie de mensajero. No sabemos si se refería a un pastor o un anciano o en realidad a un ser angelical, pero es alguien quien lleva un mensaje de Dios –probablemente un líder de la iglesia.
Y Éfeso era probablemente la ciudad más importante de Asia Menor. La población en ese tiempo habría estado entre un cuarto y medio millón de personas –250,000 a 500,000, en algún punto en ese rango– durante la era del Nuevo Testamento.
Así que no era un pequeño pueblo. Era una metrópolis. Fue una ciudad próspera y rica, el mayor centro comercial de la región, principalmente porque estaba localizada en la costa, y era el puerto marítimo más importante de esta región.
Pero también fue un centro cultural. Hubo mucho drama, mucha cultura. La ciudad celebró eventos atléticos que rivalizaron con las primeras olimpíadas antiguas.
Y además fue un centro religioso. Fue el centro de adoración de la diosa Artemisa, quien también era llamada Diana. Diana era la diosa principal del Partenón Griego, y este era un templo enorme dedicado a la adoración de Diana allá en la ciudad de Éfeso.
Por todo esto no era un lugar fácil para tener una iglesia. Había mucho ajetreo, bullicio, mucho materialismo, mucho paganismo, y mucha idolatría en esta ciudad. Pero a pesar de todo Dios tenía Su iglesia establecida en la ciudad de Éfeso: un remanente, los creyentes en Cristo Jesús.
Y a pesar de que era un lugar difícil para tener una iglesia, la iglesia en Éfeso tenía una rica herencia espiritual. En Hechos capítulos 18-20, puedes leer sobre la fundación de esta iglesia. Y no voy a entrar en muchos detalles, pero aquí hay algunas cosas que fueron verdad de esta iglesia en sus inicios.
El evangelio fue llevado por primera vez a esta ciudad por el apóstol Pablo, quien se detuvo ahí al final de su segundo viaje misionero, junto con sus compañeros de ministerio Priscila y Aquila. En esa primera visita, Pablo solo estuvo por un tiempo breve, pero él dejó a Priscila y Aquila para que llevaran adelante la obra.
Posteriormente se les unió Apolos, quien era un poderoso predicador y ministro también allá en Éfeso. Y luego en su tercer viaje misionero, Pablo regresó a Éfeso. Y él terminó quedándose allí por casi dos años y medio, quizás tres años, en la ciudad de Éfeso, predicando, evangelizando, enseñando a los nuevos creyentes, y edificando esta joven iglesia en esa área. Durante ese prolongado período de Pablo en Éfeso, hubo un sin número de eventos y milagros extraordinarios que tuvieron lugar.
Y todo esto está en la historia de la iglesia de Éfeso. Ahora, esta carta que nosotras estamos leyendo en Apocalipsis fue escrita al final del primer siglo, así que estos eventos habrían sucedido en décadas anteriores, durante la fundación de la iglesia.
Hubo una enorme y extensa respuesta al evangelio. Quiero decir, fue un gran despertar. Y muchas, muchas personas llegaron a la fe en Cristo. Como podrías esperar, cuando Dios se está moviendo de manera significativa, hay también una intensa oposición al evangelio y a los misioneros que habían traído el evangelio.
La época de mayor oposición fue precipitada por una quema masiva, una gran hoguera en la que los creyentes quemaron sus libros sobre brujería. Y las personas que habían adorado a la diosa Diana, quienes habían adorado ídolos, también trajeron todos sus libros y todos los implementos que también estaban relacionados a la brujería.
Los plateros locales estaban molestos porque su medio de vida estaba siendo amenazado debido a que las personas ya no estaban comprando sus ídolos, las estatuillas. Las personas estaban viniendo a la fe en Cristo, y estaban repudiando la idolatría. Así que estos comerciantes locales suscitaron un enorme alboroto en la ciudad, lo que finalmente resultó en la salida de Pablo de Éfeso.
Y todo esto se encuentra relatado en los capítulos 18 y 19 del libro de los Hechos. En el capítulo 20, Pablo, quien había dejado Éfeso, iba de camino a Jerusalén. Pero se detuvo en un lugar llamado Mileto, y mandó a buscar a los ancianos de la iglesia de Éfeso para reunirse con ellos ahí en Mileto.
Y si tú has leído ese capítulo, es una escena poderosa y conmovedora. Pablo sabía que él no volvería a ver más a estos ancianos de Éfeso. Así que él los animó y les advirtió acerca de algunas de las cosas que la iglesia enfrentaría. Habría oposición. Habría falsos maestros quienes se meterían dentro de la iglesia. Así que él pastoreó a estos ancianos, quienes a su vez, eran los responsables de pastorear a la iglesia en Éfeso, y los encomendó a Dios y a Su gracia.
Él oró con ellos. Les expresó su amor, y ellos también lo hicieron por él. Hubo lágrimas. Se arrodillaron y oraron allí sobre el suelo en Mileto, se estrecharon y se abrazaron unos a otros. Fue una escena muy conmovedora.
Pablo nunca volvió a Éfeso, así como el Espíritu le había revelado que nunca lo haría. Pero algún tiempo después, Timoteo, el discípulo de Pablo, aparentemente sirvió como pastor de la iglesia en Éfeso. Otros compañeros de Pablo –como Onesíforo y Tíquico– también ministraron en Éfeso.
Así que Éfeso tuvo una historia rica de guías espirituales, de maestros piadosos, personas que construyeron la iglesia. De hecho, los estudiosos creen que el apóstol Juan –quien es acerca de quién estamos estudiando aquí en Apocalipsis, a quien le fue dada esta visión– podría haber pasado las últimas décadas de su vida en Éfeso, posiblemente como el pastor o un líder de esa iglesia en Éfeso.
Y es probable que Juan estuviera en Éfeso cuando escribió la primera, la segunda y la tercera epístola de Juan, las cartas o epístolas que llevan su nombre. Y él era probablemente el líder de la iglesia en Éfeso cuando fue arrestado y enviado al exilio en la isla de Patmos. Así que él conocía a las personas a las que les estaba escribiendo. Ellos lo conocían, y esta iglesia tenía esta increíble… Me recuerda cuando estuve en una iglesia en Inglaterra hace algunos años, una iglesia que había tenido esta historia completa de grandes maestros de la Biblia y predicadores quienes pastorearon esa congregación, hombres famosos, uno detrás de otro, quienes habían pastoreado esa iglesia.
Y creo que la iglesia en Éfeso tenía un tipo de historia similar –muchos grandes líderes espirituales a lo largo de los años. Pero ahora, cuando se le está dando esta visión a Juan, y cuando estas cartas están siendo enviadas de parte de Cristo a las iglesias, han pasado 35 o 40 años desde que esta iglesia fue fundada.
El apóstol Pablo, quien fundó la iglesia, ha muerto. Y muchos de la primera generación de creyentes quienes conocieron a Cristo o quienes lo siguieron en esa era apostólica inicial, ya la mayoría no estaba, y algunos de ellos estaban siendo martirizados por su fe.
Ahora hay una nueva generación que se ha levantado, y ellos necesitan un encuentro fresco con Cristo. Ellos necesitan escuchar la Palabra de Dios por ellos mismos. Necesitan conocer el corazón de Dios y la mente de Dios para su iglesia en su generación.
Y es tan fácil vivir en el pasado, las victorias pasadas, los éxitos pasados. Pero Jesús viene a esta iglesia y le dice, «tengo una palabra para ti hoy –no para quien tú eras, no para quien fuiste en algún momento, no para quien eras cuando estabas en pleno proceso de avivamiento hace 40 años, sino una palabra para quien eres y donde estás ahora».
Y eso es lo que Jesús quiso decir, y lo que Él quiere abordar en nuestras vidas. Tú podrás tener una gran historia espiritual, podrás haber experimentado momentos de gran avivamiento en tu vida, pero mientras Jesús nos escribe hoy, Él escudriña nuestros corazones, y nos dice: «Yo quiero hablarte acerca de donde estás ahora –no donde estabas, no donde tú piensas que debes estar, no donde tú quisieras estar, sino donde estás actualmente en tú condición espiritual».
Así que Él le dice a la iglesia que está en Éfeso: «Las palabras del que sostiene las siete estrellas en su mano derecha, quien camina entre los siete candelabros de oro» (v. 1). Y como dije en la última sesión, nosotras hemos visto que Cristo nunca abandona Su iglesia. Incluso cuando Su pueblo lo abandona, como vamos a ver que algunos han hecho en la iglesia en Éfeso, Él nunca deja de sostenernos.
Él dice: «Yo conozco tus obras». Ahora, como hemos dicho, Él inicia cada una de las siete cartas diciendo, «Yo conozco». En cinco de ellas Él dice: «Yo conozco tus obras. Yo conozco tus obras».
Y luego Él le da un elogio a la iglesia en Éfeso; hay mucho que es digno de alabanza en esta iglesia. Así que Cristo ve los puntos fuertes en la iglesia en Éfeso, y Él los elogia por esos puntos.
Los elogios caen en diferentes categorías. Primero Él dice: «Yo conozco tus obras, tu esfuerzo y tu paciencia» (v. 2). Tu esfuerzo y tu perseverancia. Estas son dos cosas que Cristo encuentra dignas de elogio en esa iglesia. Ahora, esa palabra esfuerzo no solo significa esfuerzo o trabajo. Significa algo extenuante, un trabajo agotador al punto del agotamiento. Tú trabajas hasta que te caes.
Esto no es solo actividad. Es un trabajo duro, un gran esfuerzo. Es sangre, sudor, y lágrimas. Tú trabajas hasta caer rendida. Él dice: «Yo sé que tú trabajas duro, hasta el punto del agotamiento».
Así que Él alaba su esfuerzo –esa es una de sus obras. Y luego Él elogia su paciencia. Él dice en el versículo 3: «Yo sé que tú estás soportando pacientemente y soportando por amor a Mi nombre, y no has desmayado».
Así Él los elogia por su perseverancia, por su resistencia frente al sufrimiento. Y una de las cosas que fueron de ayuda para mí cuando estudié los antecedentes de esta palabra resistencia es que no significa solo aceptar pacientemente o someterse a las pruebas.
Si tú estás atravesando pruebas, algunas veces no tienes mucha elección, pacientemente te sometes a ellas o soportas bajo la presión de ellas. Pero como un comentarista dijo, esta resistencia de la que habla este versículo es más que pasiva. Esto es fortaleza triunfante. Los efesios habían sido triunfantes. Ellos habían perseverado con una buena actitud en medio de pruebas y las persecuciones. Y eso es algo bueno –ese agotamiento, ese trabajo extenuante, esa fortaleza triunfante en medio de la persecución y la fatiga. Ellos soportaron pacientemente y no desmayaron.
Y luego leemos que dice, «…y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos» (v. 2). No solo estaban trabajando al punto del agotamiento y la fatiga y demostrando una gran fortaleza triunfante bajo la presión y la persecución, sino que ellos eran totalmente ortodoxos en su doctrina y en sus prácticas.
En esta iglesia no toleraban la impureza. Ellos tenían discernimiento y evaluaban a aquellos que se hacían a sí mismos líderes espirituales, y los evaluaban a través de la medida de la Palabra de Dios.
Ellos probaban los espíritus y discernían si eran bíblicos. Ellos no toleraban a los falsos maestros –cero tolerancia para los falsos maestros en su iglesia. Eran apasionados en cuanto a rechazar la falsa doctrina. Esta era una iglesia que tenía una columna vertebral sólida, hablando espiritualmente.
Y en el día de hoy no vemos mucho de esto. Quiero decir, en muchas maneras esta iglesia era mucho mejor de lo que nuestras iglesias son en el día de hoy.
Y él sigue en el versículo 6 diciendo esta otra cosa: «Tú aborreces la obra de los Nicolaítas, que yo también aborrezco». Y de nuevo, esta es otra evidencia de su ortodoxia, de su pureza doctrinal.
Ahora, no estamos seguros de quiénes eran los Nicolaítas, pero muchos comentaristas consideran que esas eran las mismas personas de la iglesia de Pérgamo, que veremos más adelante, que siguieron las enseñanzas de Balaam. Eran personas que creían que los cristianos estaban libres de la ley y que debían ser libres para vivir como ellos quisieran vivir. Así que ellos convirtieron su libertad en Cristo en una licencia para pecar.
Y Jesús le dijo a la iglesia en Éfeso: «Tú no soportas eso. Tú has visto su falsa doctrina y no los excusas, no los toleras». Y Él los alaba por eso.
Ahora, cuando piensas acerca de trabajo duro, agotador y esforzado, una fortaleza triunfante bajo la presión y el sufrimiento, no simplemente sonreír y soportar sino realmente mantenerse firme bajo la presión; y pureza doctrinal y ortodoxia práctica, estaríamos encantadas de que Cristo dijera todo eso acerca de nosotras.
Según las apariencias externas, esta era una iglesia saludable y vibrante. Todo estaba en buena forma. Esta es la clase de iglesia acerca de la que las revistas cristianas escriben artículos. Esta es la clase de iglesia que organiza conferencias para decirles a otros cómo edificar grandes iglesias. Este es el tipo de cristianismo que es impresionante, el que levanta el estándar para los demás, que es considerado como un ejemplo a imitar.
Y déjame decirte que estas cosas son importantes –el esfuerzo, la perseverancia, y la pureza doctrinal. De hecho, nosotras vamos a ver en algunas de las cartas a las otras iglesias que Jesús los reprende por no ser cuidadosos acerca de estas cosas, acerca de la pureza doctrinal y moral.
Pero Aquel cuyos ojos son como llamas de fuego no solo ve la apariencia externa; Él no solo ve las habitaciones que están bien mantenidas y listas para ser ocupadas. Él ve detrás de las puertas cerradas. Él ve el corazón y cosas que otros no ven.
Así que Jesús dice, después de dar este increíble elogio: «Yo tengo una preocupación. Yo necesito decirte la verdad. Hay un problema en tu iglesia que supera y deshace todos los aspectos positivos que pudieran ser enumerados».
¿Y qué es eso? Jesús dice en el versículo 4: «Yo tengo algo contra ti, que has dejado tu primer amor». Ese es un problema del corazón. Es un problema de amor. No es un problema doctrinal. No es un problema de conducta. No es un problema de ser perezosos. Es un problema del corazón, es un problema de amor.
«Tú has dejado tu primer amor». Y esa palabra has dejado significa «dejar», o «partir» o «renunciar». Tú has dejado el camino en el que estabas. Tú has dejado la relación en que estabas.
Y pienso que esto es un desafío para las iglesias y los creyentes que tienen una rica herencia espiritual, una herencia de fe, una herencia de gracia. Creyentes que han caminado con el Señor por un largo periodo de tiempo, quizás segunda generación de cristianos. Tus padres conocieron al Señor, tus abuelos conocieron al Señor –al igual que los creyentes efesios.
Ellos eran segunda y tercera generación de creyentes. La iglesia una vez había sido una iglesia vibrante, y si lo mediamos externamente, ellos habían permanecido fieles y ortodoxos, pero habían dejado su primer amor.
Su devoción a Cristo y su amor al prójimo, y al mismo tiempo fue la motivación que impulsó todas sus actividades, sus esfuerzos, obras y perseverancia. En un tiempo, todo eso fue motivado por amor, amor a Cristo, y amor a otros.
Pero ahora, ellos siguen haciendo todas esas cosas, pero han perdido el corazón. Y ese es un peligro que cualquiera de nosotras pudiera enfrentar, particularmente cuando hemos conocido al Señor por un largo período de tiempo.
Es esa erosión del amor que puede suceder muy lentamente, de modo casi imperceptible, hasta que Cristo viene y nos lo señala. Y así Jesús los regresa a los dos primeros mandamientos –los dos grandes mandamientos: «y amarás al Señor tú Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, y con toda tu fuerza» (Mar. 12:30). Y el segundo es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mar. 12:31).
¿Cuál es el resumen de la ley? ¡El resumen de la ley es el amor! Así que aquí los efesios están cumpliendo la ley, pero ellos han dejado su primer amor; ellos han abandonado, desamparado, el amor que tenían al principio.
Y quizás te estés preguntando, «¿está Jesús hablando aquí acerca del amor por Cristo que ellos han abandonado o el amor por los demás que han abandonado?» Y creo que la respuesta es sí. Tú no puedes separarlos. Tú no puedes amar a otros verdaderamente si no amas a Cristo, y no puedes amar a Cristo verdaderamente si no amas a los demás. Si amas a Cristo, amarás a los demás. Para tener verdadero amor por los demás, tú debes tener amor a Cristo, así que cuando dejes de amar a Cristo, dejarás de amar a los demás. Y cuando dejes de amar a los demás, habrás dejado de amar a Cristo.
Así que en las próximas sesiones quiero que profundicemos un poco más en todas estas cosas del «primer amor» –el primer amor de Dios en nuestros corazones, amor por Cristo, y amor por los demás.
Pero, creo que Dios ha estado hablando a nuestros corazones incluso en estos últimos momentos, y me pregunto si quizás el Espíritu te está diciendo, «tú eres una de esas personas, tú has levantado el estándar. Has trabajado duro hasta el punto del agotamiento y de la fatiga».
Mamá: tú eres fiel, tú estás en esto, eres perseverante, tienes esa fortaleza que te impide ceder ante la presión. Eres ortodoxa, eres recta como una flecha, tu doctrina es correcta, tu estilo de vida es correcto. Pero ¿hay una puerta en tu corazón que está cerrada?
Y si Jesús fuera a abrirla –Él no necesita abrirla porque Él ve dentro– Él diría, «tú estás haciendo todas las cosas bien, pero has abandonado el amor que tenías al principio. Tú continuaste actuando correctamente, pero es un desempeño sin amor. Es una obediencia sin amor, es una actividad sin amor, es una pureza sin amor, es una rectitud doctrinal, pero sin amor».
¿Y cuál es el llamado de Jesús? Él va a llamarlas de regreso a la intimidad del primer amor con Él, porque aparte de ese amor por Cristo y de ese amor por los demás, todo lo que hagas es en vano.
Así que, Señor, oro para que Tú abras las puertas de nuestros corazones y nos ayudes a ver dónde podemos haber abandonado el amor que tuvimos primero. Gracias por la forma en que has estado hablándole a mi propio corazón durante este estudio. Y oro para que traigas convicción y arrepentimiento cuando veamos esas áreas de nuestras vidas donde pudiéramos ser como esa iglesia en Éfeso.
La Escritura dice: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apoc. 2:7). Señor, nosotras estamos escuchando. Por favor háblanos y te diremos, «sí, Señor». Amén.
Débora: Esta es Nancy DeMoss Wolgemuth, invitándote a regresar a tu primer amor por Cristo.
Cuando amas a alguien, tú quieres pasar tiempo con esa persona. Cuando amas a Jesús, tú pasas tiempo en Su Palabra y en oración.
Nancy: Estoy tan agradecida por la oportunidad que tengo cada semana, de lunes a viernes, de enseñar la Palabra de Dios a las mujeres. Pero quiero recordarte que escuchar un programa de radio nunca, nunca podrá tomar el lugar de un tiempo personal y diario con el Señor.
En la medida en que vas a través de este estudio sobre las siete iglesias en el libro de Apocalipsis, te encontrarás a ti misma evaluando cada aspecto de tu vida –tiempo, dinero, elecciones, relaciones– todo a la luz del gran plan eterno de Dios.
Aprenderás cómo soportar las pruebas de la vida con verdadero gozo, y lo mejor de todo, tendrás la oportunidad de conocer a Cristo de una manera más profunda.
Débora: Como escuchamos hoy, tu meta es muy simple: amar verdaderamente a Dios con un corazón pleno. Nancy continuará mostrándote cómo hacerlo, mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Creciendo en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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