Regalos en medio del desierto
Dannah Gresh: Judy Douglass dice que los padres de hijos pródigos necesitan practicar cómo expresar gratitud a Dios.
Judy Douglass: Lo primero que sucede cuando digo gracias en una situación difícil que no me gusta, es que mi enfoque cambia de lo negativo a lo positivo. Luego le digo a Dios: «¡Yo creo que Tú eres Dios y que eres bueno!» Y aun en lo más doloroso que he experimentado, puedo decir gracias».
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Rendición: El corazón en paz con Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de julio de 2023.
Qué conversación tan enriquecedora hemos tenido con Judy Douglass esta semana mientras nos cuenta su tiempo de caminar en el desierto amando a un hijo pródigo. Y ha sido lo suficientemente audaz, como para decir que ese período de tiempo en su …
Dannah Gresh: Judy Douglass dice que los padres de hijos pródigos necesitan practicar cómo expresar gratitud a Dios.
Judy Douglass: Lo primero que sucede cuando digo gracias en una situación difícil que no me gusta, es que mi enfoque cambia de lo negativo a lo positivo. Luego le digo a Dios: «¡Yo creo que Tú eres Dios y que eres bueno!» Y aun en lo más doloroso que he experimentado, puedo decir gracias».
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Rendición: El corazón en paz con Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de julio de 2023.
Qué conversación tan enriquecedora hemos tenido con Judy Douglass esta semana mientras nos cuenta su tiempo de caminar en el desierto amando a un hijo pródigo. Y ha sido lo suficientemente audaz, como para decir que ese período de tiempo en su vida no fue solo un desierto, sino una puerta de esperanza.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Sí, eso me encanta.
Dannah: Me encanta eso, fue una gran ilustración. Y creo que vemos eso en las Escrituras en muchos lugares diferentes. Sé que el libro de Oseas dice que existe este esposo, este profeta, amando a una esposa pródiga. Y se le instruyó: «Escucha, este valle de Acor, este valle de problemas, este desierto en el que estás, ¡es tu puerta de esperanza!» (Os. 2:14-15).
Y Judy nos ha ayudado a ver eso esta semana mientras escuchamos su historia. Pienso que ayudará a mucha gente a leer su libro: When You Love a Prodigal: 90-days of Grace for the Wilderness.Van a encontrar una puerta de la esperanza en esas páginas.
Nancy: Así es Dannah, y creo que Dios ha estado trayendo esperanza a muchos corazones desesperados mientras escuchan esta conversación. Estoy muy agradecida de que Judy haya escrito este libro del que hemos estado hablando toda la semana: Cuando amas a un hijo pródigo: noventa días de gracia para el desierto (noventa días de una lectura diaria sobre la gracia).
Creo que Dios usará este recurso como un medio de gran esperanza en el corazón de muchos padres y madres.
Dannah: Creo que es cierto Nancy. Y al ver la portada, noto que hay un apellido familiar en el prólogo de este libro. Parece que un pariente tuyo pudo haber escrito en el prólogo.
Nancy: «Prólogo por Dan Wolgemuth»; es un nombre familiar para mí. Dan es el hermano menor de mi esposo Robert, y es el presidente de Juventud para Cristo. Bueno, Judy, bienvenida a Aviva Nuestros Corazones. Cuéntanos cómo se conectaron mi cuñado y tú en este libro.
Judy: Gracias Nancy. ¡Estoy tan feliz de estar aquí! Tu cuñado Dan, ¡es una de mis personas favoritas!
Nancy: ¡Y de las mías también!
Judy: Él es muy alegre y su esposa también lo es.
Nancy: Sí, Mary.
Judy: Steve (mi esposo) y yo, tenemos el privilegio de reunirnos dos veces al año con los presidentes de los ministerios estudiantiles.
Nancy: Tú y Steve representan a CRU (Cruzada estudiantil para Cristo), y como Steve es el presidente, se reúne con otros líderes de ministerios estudiantiles como Dan y Mary.
Judy: Correcto, los presidentes de algunos ministerios para jóvenes nos reunimos dos veces al año para compartir, orar y hablar sobre asuntos comunes en nuestros ministerios.
Esas posiciones a veces duran por años, así que tenemos la oportunidad de hacer amigos; nos conocemos, nos amamos y oramos unos por otros. ¡Realmente nos encanta!
No solo amo el corazón de Dan, sino que ahora el enfoque de Juventud para Cristo está casi por completo en ayudar a los niños en riesgo. Bueno, ahí es donde están los hijos pródigos. Así que él entiende y ha hecho cosas maravillosas para realmente comenzar a comprender al hijo pródigo.
Y no solo dirige desde arriba, desde una posición de liderazgo. Él mismo pasó un tiempo en el centro de detención juvenil.
Nancy: Sí, así es.
Judy: Y lo último que diría sobre él, es que es uno de los mejores escritores que conozco. Su forma de escribir es exquisita y yo quería que fuera un hombre quien escribiera el prólogo.
Nancy: Porque sabes lo importante que es que los hombres se involucren en este proceso de amar a los hijos pródigos, no solo las madres.
Judy: No creo que haya tantas posibilidades de que las cosas vuelvan a su lugar si solamente se involucran las madres. Quería que un hombre escribiera el prólogo para que los padres y otros hombres supieran: «¡Esto también es para mí!» Y Dan lo hizo maravillosamente, ¡estoy muy complacida!
Nancy: Bueno, Dan tiene un gran corazón para los hijos pródigos. Tú tienes un corazón para los hijos pródigos. Muchas de nuestras oyentes están atravesando por esa situación en este momento. ¡Me encanta cómo nos sigues llevando de regreso a la gracia que Dios tiene disponible en el desierto!
Y has estado compartiendo con nosotras tu experiencia por el desierto con un hijo pródigo, que llegó a tu hogar como un niño de acogida, cuando tenía entre ocho y nueve años, y que ustedes luego adoptaron cuando tenía unos doce.
Y fueron años duros y de terribles retos con este niño. Ahora tiene más de treinta años, está casado, es padre y Dios está haciendo una hermosa obra de gracia en su vida y a través de ella. ¡Pero fue un largo viaje!
Y me encanta, Judy, cómo concluyes este en el último capítulo que se titula: «Regalos», los regalos de Dios que te han llegado a través de este viaje con un hijo pródigo.
Judy: «Regalos», ¡es algo asombroso! Cuando conversamos en los días anteriores, dije que cuando Dios nos envió a este niño, sentí de parte del Señor que era un regalo. En una ocasión escribí una publicación llamada «Gratitud por un regalo doloroso», y dije: «Dios, si esto es un regalo, es un regalo doloroso».
Y sentí que Él me decía: «Es un regalo. Él es un regalo para ti».
Y así pude tener los ojos abiertos para comenzar a ver los regalos que Dios nos ha dado como resultado de este largo viaje con este niño que ahora es todo un hombre. Y a veces los regalos han sido un reto, pero han sido una bendición de muchas maneras.
Nancy: Y no siempre son los regalos que pedirías y tampoco vienen con la envoltura que te gusta. Pero cuando miras hacia atrás, te das cuenta de que realmente son regalos.
Dannah: Uno de esos regalos es la gracia, escribes con tanta elocuencia sobre eso. Cuéntanos Judy, cómo eso se convirtió en un tema en tu corazón.
Judy: Bueno, en primer lugar, fue cuando sentí que Dios me dijo: «Cuando cometas errores con este chico, hazlos por el lado de la gracia». Dios me sostuvo a través de este viaje con gracia para los tiempos difíciles, gracia cuando este niño desapareció, gracia cuando este niño estaba en la cárcel, gracia cuando casi pierde la vida en un accidente porque había estado bebiendo alcohol. ¡Tantas cosas para las que hubo gracia!
Pero aquí hay algunas cosas: Dios le dio la gracia a nuestro hijo para sacarlo de su situación inestable y llevarlo a un hogar donde recibió amor, seguridad y beneficios que no habría tenido. Se necesitó Su gracia para darme la comprensión de Su gracia involucrada en todo este viaje.
Yo necesitaba profundizar mucho más en comprender cómo Dios ha derramado Su gracia sobre mí, para soportar y perseverar en el viaje de Josh por el desierto. ¡Y ha sido Dios derramando Su gracia una y otra vez! Creí conocer la gracia, ¡ahora la entiendo mucho mejor que antes!
Nancy: Y cuando Él dice que Su gracia es suficiente para ti en tu necesidad, descubres que eso es realmente cierto.
Judy: ¡Absolutamente cierto! Algunas veces me tomó un tiempo entenderlo, reconocerlo o incluso ver que había gracia para esto, si dejaba que Dios hiciera lo que estaba haciendo. A veces me gusta tener el control y trato de hacer que las cosas sucedan. Es como Dios diciendo: «Puedes dejarme esto a Mí», y eso es gracia.
Dannah: Sí, Su tiempo es un factor realmente importante, ¿cierto? Esperar en el tiempo de Dios, ser paciente para Su tiempo, confiar en Su tiempo.
Nancy: ¿No crees que nos volvemos más conscientes de nuestra propia necesidad de la gracia de Dios para nuestra pecaminosidad y este tipo de situaciones? Estoy pensando en unos preciosos amigos míos que tienen un hijo, que ahora es un adulto, y que se encuentra en un lugar muy oscuro, pecaminoso, quebrantado, y no hay evidencia de que el corazón de ese joven se haya vuelto al Señor o a su hogar.
Pero he visto a Dios darles a estos padres un nuevo sentido sobre toda esta situación. Han pasado muchos años, ha sido un viaje largo, muy largo, pero tienen una nueva perspectiva de cuán propensos son sus corazones a divagar y cuán misericordioso ha sido Dios.
Este chico es ya un adulto, está fuera de casa, y ellos no se enfocan tanto en sus malas acciones por graves que sean. Sino que estos padres oran: «Señor, muéstranos nuestro propio pecado, muéstranos nuestras propias necesidades. ¡Necesitamos Tu gracia todos los días!»
Y los ha hecho más tiernos, más compasivos, más llenos de gracia hacia todos debido a que han atravesado este duro viaje con su hijo pródigo.
Judy: ¡Eso es tan cierto!
Dannah: Sabes, eso realmente me resuena Nancy. Hace unos días mencioné que Bob y yo adoptamos a una niña de catorce años, y realmente no es el tipo de historia que Judy está describiendo. Por la gracia de Dios, esta dulce niña está llena de misericordia, llena de bondad, llena de afecto, llena de amor, llena de perdón.
Pero en realidad, hubo algunos problemas de apego por abandono y negligencia pasados. Realmente entré en la relación con ella pensando: La voy a arreglar, Dios me va a usar, ¡voy a ser el héroe de la historia! ¿Cierto?
No te habría dicho eso. Mirando hacia atrás me doy cuenta de que me sentí así. Y poco a poco, Dios me permitió ver lo pecadora, egoísta y egocéntrica que soy, y puedo ver que Dios usó a Autumn para sanar mi corazón, como me usó a mí para sanar su corazón.
Judy: ¡Alabado sea Dios!
Dannah: Así que creo que tenemos que venir con nuestra necesidad de gracia si realmente queremos ser un canal de esa gracia. ¿No dirías eso, Judy?
Judy: Yo diría eso con seguridad, pero a veces nos lleva tiempo ver nuestra necesidad de gracia. Creemos que somos bastante buenos, no estamos haciendo cosas terribles, nuestros pecados no son tan públicos, como dijo Dan Wolgemuth en el prólogo.
Pero cuando nos damos cuenta de que estamos desesperadas e indefensas sin la gracia de Dios, entonces podemos aferrarnos a Él y dejar que esa gracia fluya hacia nosotras, para nuestras necesidades, hacia aquellos a quienes amamos y la gente que nos rodea. ¡Nos convertimos en personas diferentes cuando dejamos que la gracia de Dios haga su trabajo en nosotras!
Dannah: ¡Me encanta eso!
Nancy: Otro regalo de la gracia del que hablas en este capítulo «El regalo de Dios», es que el darte a este niño es una muestra del amor de Dios, del amor que Él te ha dado por este hijo.
Judy: Tuve una experiencia muy específica con eso. Cuando Dios me dio Su amor por este niño, él realmente se convirtió en el hijo de mi corazón. Empecé a amarlo como tú lo haces con un niño. Pensé que sería bueno si él pudiera amar a cambio.
Me encontré diciendo: «Señor, ¿él no puede amar?, quiero decir, ¿podría darme una tarjeta de feliz cumpleaños y firmarla: “con amor, Josh”?, cualquier cosa para decir que él tiene algo de amor recíproco».
Y sentí que Dios me dijo, «Judy ¿no lo sabes? ¡El amor incondicional no tiene condiciones! No requiere amor a cambio».
Nancy: Porque durante mucho tiempo no recibiste eso de Josh, ¿cierto?
Judy: ¿Que alguna vez pudo decir que me amaba?
Nancy: Sí.
Judy: Aproximadamente doce años.
Nancy: ¡Vaya!
Judy: Le tomó mucho tiempo. Pero había una razón muy específica que en realidad pudo verbalizar más tarde, dijo: «mi madre biológica todavía estaba en la escena». Ella estaba de vez en cuando con sus abuelos y él realmente la amaba. Durante mucho tiempo estuvo pensando: Volveré con ella, porque ¿qué niño no quiere a su madre?
Para él amarme a mí era traicionarla, así que durante mucho tiempo no pudo dejar que su corazón se acercara. Una noche, él y su primera esposa tuvieron una gran discusión, él se desmayó y creímos que él la había lastimado, algo que nunca hizo. Nunca fue físicamente violento.
Vio a los hombres ser violentos con su madre biológica y realmente lo odiaba, así que eso no era parte de él. Y cuando se despertó por la mañana y se dio cuenta de que en realidad había lastimado a su esposa, ¡estaba devastado! Y por alguna razón, eso hizo que me llamara. Yo estaba fuera de la ciudad.
Y él dijo: «¡Te amo! ¡Lo siento mucho! ¡Te amo!» Y ya sabes, vinieron las lágrimas. Fue como si la brecha se rompiera; y ahora me dice que me ama todo el tiempo. Yo estaba ayudando a cuidar a su hijo de tres años mientras se mudaban ese fin de semana, y me envió un mensaje de texto: «Gracias, te amo». Ahora me dice que me ama todo el tiempo.
Pero la lección fue que mi amor no podía tener condiciones, para que fuera el tipo de amor que Dios hacía fluir a través de mí. Así que tuve que aprender a dejar que mis propias necesidades egoístas salieran de allí para que el amor de Dios, incondicional, eterno y que nunca falla, pudiera seguir fluyendo a través de mí hacia él.
Y por supuesto, no lo aprendes en un solo lugar, lo aprendes en otros lugares. Entonces pude empezar a tratar a los demás con el amor incondicional de Dios. Había muy pocas expectativas o requisitos para el amor; el amor sería dado gratuitamente, como Dios nos lo ha dado.
Dannah: Y otro regalo es la perseverancia. Judy, cuéntanos sobre eso.
Judy: Bueno, ¡ciertamente nunca la pedí! Creo que fue una lección en la que Dios ha estado trabajando durante mucho tiempo conmigo. Por ejemplo, cuando mi esposo y yo fuimos novios durante cinco años, él entendía que Dios quería que se casara algún día…¡eso fue perseverancia!
¡Mi primera hija lloró durante cuatro meses y casi nunca dormía!, y eso fue perseverancia. Así que pensé: Está bien, voy entendiendo esto. Siempre se trataba de quién tenía el control («Judy, ¡crees que tienes el control!»), pero luego Dios envió a Josh, y la perseverancia fue algo completamente diferente.
Escribí esto:
«A veces parece inútil. Amas incondicionalmente lo mejor que puedes, aplicas un poco de amor duro, animas, afirmas, buscas el bien, estableces límites y haces cumplir las consecuencias. Perdonas y perdonas y perdonas de nuevo, derramas misericordia y gracia. ¡Pero ellos siguen su propio camino!
Te rechazan, desaparecen de tu vida, o incluso cuando toman mejores decisiones, te toman por sentado. El casual gracias difícilmente transmite gratitud; la disculpa improvisada parece apenas sincera. Vuelven de nuevo con la mano extendida, y desaparecen hasta que vuelven a necesitarte.
Lloras, oras, extiendes la mano, dejas ir, esperas. Y Dios dice que podemos perseverar porque Él lo ha hecho al esperarnos. Él tiene que esperar que crezcamos, que seamos más como Cristo, que seamos obedientes a donde Él quiere que vayamos y lo que Él quiere que hagamos».
La vida no es corta, lo es de alguna manera, pero está llena de oportunidades para perseverar, para seguir adelante y Dios dice: «¡estaré contigo todo el tiempo!»
Nancy: Y solo hay una forma de aprenderlo según las Escrituras.
Judy: ¡Atravesar esos momentos!
Nancy: Y Romanos, 1 Pedro y Santiago dicen que el sufrimiento y las pruebas producen perseverancia. Y las personas que consiguen eso (voy a hablar de algo en lo que realmente no tengo experiencia) son las que corren.
Ves a estas personas que corren maratones y dices: «¿Cómo pueden perseverar? ¿Cómo pueden soportar cuarenta y dos kilómetros?» Bueno, corren y corren y corren. ¡Les duelen los músculos y parece que todo les duele!
Pero así es como se fortalecen los músculos, así es como se fortalecen los pulmones. Desarrollan su capacidad de resistencia al correr esas carreras de larga distancia. Y este amor por un hijo pródigo es uno de esos maratones para mucha gente.
No es corto. Y no solo se trata de que tu hijo pase al próximo grado.
Judy: En Hebreos 12:1-2 se nos dice que debemos correr la carrera que Dios nos ha marcado, con perseverancia, sin renunciar.
Nancy: Y manteniendo nuestros ojos fijos en Jesús, quien perseveró.
Judy: Sí, ¡quien perseveró por nosotras!
Nancy: Así es, así es.
Judy: Entonces sí, la perseverancia no ha sido fácil de aprender para mí, y ciertamente no he dicho, «oh, gracias» con mucha facilidad, pero he aprendido.
Y el último regalo que mencionaría, es el regalo de la gratitud. Las Escrituras nos dicen que demos gracias en todo ¡y eso no es fácil!
Les decimos a nuestros hijos, y ahora tengo diez nietos, así que todavía estoy en eso: «¿Qué dices cuando alguien ha hecho algo? ¿Qué dices? Dices gracias». Esperas que cuando sean mayores se acuerden de dar las gracias. Y Dios hace lo mismo con nosotros.
Él nos da una oportunidad tras otra donde nos da y nos da. Aprendemos a decir «gracias». Pero a veces los regalos son como lo ha sido este hijo; son regalos dolorosos, regalos duros, son regalos que requieren perseverancia. Y tenemos que aprender a dar las gracias.
Así que cuando Pablo nos dice que siempre demos gracias por todo y que estemos orando con acción de gracias mientras pedimos por nuestras necesidades, ¿cómo hacemos eso cuando nuestros corazones no están agradecidos por lo que estamos recibiendo?
Como un diagnóstico de cáncer o un niño que muere…sí, conozco muchos de esos.
Dannah: Sigo pensando en muchas de mis amigas con las que oro por sus hijos pródigos, y una de las cosas que me dicen es: «Estoy tan enojada porque nunca dicen gracias. Nunca dicen, gracias mamá por recogerme; gracias mamá por sacarme de este apuro; gracias mamá por arreglar ese error financiero. ¡Nunca dicen gracias!»
Y dices que mientras atraviesas por eso, ¡Dios te convierte en una persona agradecida!
Judy: Sí, Él toma lo que hemos tratado de enseñarles y hace lo mismo con nosotras. Él es mejor en eso, pero nosotras somos bastante tercas. Dios realmente comenzó a ayudarme a ver que cuando digo «gracias», cuando sucede algo que no me gusta y digo «gracias, Señor», ¿sabes qué sucede en primer lugar? Lo primero que sucede cuando digo «gracias» en una situación difícil o que no me gusta es que mi enfoque cambia de negativo a positivo.
Ahora, no es como: «¡Qué emocionante!» «¡Cuán agradecida me siento!» Pero tengo este pequeño interruptor que cambia de la queja a la gratitud.
Luego le digo a Dios: «¡Creo que eres Dios y creo que eres bueno!» Y aun si es lo más doloroso que he experimentado, puedo decir «gracias» porque estás en ello, lo has permitido en mi vida, estás trabajando en mí a través de esto, y puedo estar agradecida por eso y los cambios que haces en mí.
Y lo tercero que sucede es que Dios nos dice que busquemos lo bueno. Él siempre lo está haciendo bien, pero si no lo estamos buscando, no lo veremos. Y cuando digo «gracias» mi enfoque se vuelve más positivo en que puedo buscar el bien que Dios está permitiendo en mi vida, en lugar de todas las razones por las que esto no es algo deseable.
Y así comencé a practicarlo. Diré que no soy perfecta en esto, pero también soy relativamente consistente dando gracias en todo; no soy perfecta de ninguna manera, pero puedo decir «gracias». Y aquí hay un ejemplo, porque Josh también lo ha aprendido.
Josh solía hacer trabajos de jardinería. Estaba podando un arbusto enorme y estaba usando una motosierra. Detrás de ese arbusto había una valla de tela metálica, así que estaba trabajando con la motosierra, la sierra golpeó la cerca e hizo que se moviera hacia atrás y lo golpeó en la cabeza desde el borde de la frente hasta la ceja.
Y así es como se desarrollaron las cosas: recibí una llamada telefónica de su esposa que decía: «¡Josh acaba de cortarse la cabeza con una motosierra!»
Y dices, «¡oh, Dios mío!» Así que voy al hospital donde está, en el área de traumatología, y resultó que no fue tan malo como pensaban que sería, solo le había astillado el cráneo, en realidad no lo rompió.
Y se detuvo justo en su ceja, así que no le hizo daño al ojo. Tiene una cicatriz que a sus amigos les encanta. Así que le pregunté cómo estaba y usó un improperio para describir cuánto le dolía cuando lo estaban limpiando, pero luego dijo: «Después de que llamé a emergencias, dije: ¡Gracias, Señor!»
Y le dije: «Cariño, cuando escuché que te cortaste la cabeza con una motosierra, lo primero que dije fue: Gracias, Señor». Así que, Dios hizo lo mismo en los dos, habiendo trabajado en nosotros durante años para aprender la gratitud, incluso por las cosas difíciles.
Podemos estar agradecidas por las cosas maravillosas y podemos hacer una lista de mil cosas buenas que Dios ha hecho por nosotras; pero en esas situaciones difíciles, es un poco más difícil. Y sin embargo, poder decir: «¡Gracias, Señor!», y luego ver qué hará Dios como resultado…
Estoy muy agradecida por el regalo que Josh ha sido en nuestras vidas, ¡para todos nosotros!
Nancy:Y tu gratitud no es solo porque el hijo pródigo ha vuelto a casa, ciertamente estás agradecida por eso.
Judy: ¡Por supuesto que sí!
Nancy: Pero Dios te estaba enseñando y dándote ese regalo de gratitud cuando no podías ver hacia dónde iba todo esto, cómo se iba desarrollar la historia; esa fue la prueba.
Judy: Correcto, oh sí. Todo el tiempo Dios está trabajando en todas estas cosas. Dios es un Dios muy eficiente, Él puede tomar un evento difícil, doloroso y hacer una cantidad asombrosa de cosas en mí y en mi hijo pródigo, en mi esposo, en mis hijas y en las personas que escuchan esta historia. ¡Él es un Dios muy eficiente para lograr muchas cosas con un solo regalo!
Nancy: Bueno, Judy, estoy agradecida por el regalo de este viaje y tu determinación de caminar a través de estos años con el Señor, de abrazar a este hijo pródigo como un regalo del Señor. Eso es lo que puede ayudarte a sentirte agradecida, cuando ves que Dios te está dando este regalo, no el regalo que necesariamente habrías elegido, sino el regalo que Él escogió para ti.
Y de este tiempo, de tu dolor, de tu perseverancia, de esos años sin ver un final cercano, el Señor dio a luz este libro llamado When You Love a Prodigal. Noventa días de lecturas breves (para que sean digeribles), pero «90-days of Grace for the Wilderness» (solo disponible en inglés).
Cada sección de este libro habla sobre una dimensión diferente de amar a un hijo pródigo: amor, gracia, tiempo, descanso, confianza, oración, promesa, esperanza (esa es una gran esperanza), espíritu, y luego este regalo del que hemos estado hablando hoy.
Dannah: Judy, sé que la gente se animará mucho al escuchar estas palabras. Sé que estoy animada y no he estado en un desierto pródigo, como en el que estuvo tu hijo. Pero como madre, como abuela, siento que nos has enseñado a todas cómo amar mejor a aquellos que Dios nos ha encomendado amar.
Judy: Esa es la palabra correcta, por cierto: «encomendado». Nos los han encomendado.
Dannah: Exactamente. Dado que hay madres, padres, abuelas, abuelos escuchando cuyos corazones realmente todavía están sangrando mientras esperan que se desarrolle la historia de su hijo pródigo, ¿te importaría levantarlos en oración?
Judy: ¡Oh, me encantaría!
Padre, Tu corazón de Padre está lleno de amor y compasión, extendiendo misericordia y gracia más allá de lo que cualquiera de nosotros merece. Algunos de nosotros nos hemos apartado de nuestra prodigalidad más rápidamente que otros, todos hemos estado allí.
Algunos de nosotros llegamos antes y nos mantenemos mejor, y luego nos sorprenden cuando un ser querido elige alejarse, para tomar esas decisiones destructivas, para darte la espalda o para poner en riesgo su vida.
Padre, oro por los que aman a un hijo pródigo en este momento, que los consueles con el consuelo que solo Tú puedes dar; que traigas personas a sus vidas para caminar con ellos, orar por ellos y animarlos.
Oro para que estén en Tu Palabra, para que puedas recordarles Tu gran amor por ellos y por su hijo pródigo, y para que puedan entender que Tú estarás allí con ellos en cada paso del camino, dándoles sabiduría, esperanza, llenándolos de amor incondicional y dándoles perseverancia para seguir confiando en Ti mientras siguen amando a esa persona. Esperamos y oramos para que vean la alegría de su regreso. Gracias, en el nombre de Jesús. ¡Amén!
Dannah: Amén.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, te apunta al Padre que nos llama a casa.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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