Recuerda lo que has recibido
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth te invita a valorar la Biblia.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Somos tan casuales con la Palabra de Dios. La frase, «es Dios hablando», sale de nuestros labios tan fácilmente. Si realmente creyéramos eso, ¿acaso no estaríamos con el rostro en tierra y de rodillas? ¿No habría convicción? ¿No habría una rendición incondicional? ¿No habría una transformación en nuestras vidas si la recibiéramos como la Palabra de Dios?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 15 de junio de 2023.
Jesús dictó siete cartas a siete iglesias del primer siglo. Esta semana estamos viendo la carta a la iglesia de Sardis en la serie titulada, ¡Despierta!
Con nosotras, Nancy.
Nancy: La ciudad de Sardis fue construida en una meseta que estaba a 457 metros sobre el nivel del suelo del valle. Esta ciudad estaba rodeada …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth te invita a valorar la Biblia.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Somos tan casuales con la Palabra de Dios. La frase, «es Dios hablando», sale de nuestros labios tan fácilmente. Si realmente creyéramos eso, ¿acaso no estaríamos con el rostro en tierra y de rodillas? ¿No habría convicción? ¿No habría una rendición incondicional? ¿No habría una transformación en nuestras vidas si la recibiéramos como la Palabra de Dios?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 15 de junio de 2023.
Jesús dictó siete cartas a siete iglesias del primer siglo. Esta semana estamos viendo la carta a la iglesia de Sardis en la serie titulada, ¡Despierta!
Con nosotras, Nancy.
Nancy: La ciudad de Sardis fue construida en una meseta que estaba a 457 metros sobre el nivel del suelo del valle. Esta ciudad estaba rodeada en tres de sus lados por paredes de roca lisa que iban casi en línea recta hacía arriba, casi perpendiculares al suelo. No había manera de escalar estas murallas, estas paredes.
En los tiempos antiguos la única manera de entrar a la ciudad de Sardis era por un acceso en el lado sur. Y el camino que llevaba hacía la ciudad era empinado y difícil de escalar. Así que esta era una ciudad considerada como impenetrable, inexpugnable. Se sentían seguros, y como resultado se acomodaron. Y por eso eran propensos a bajar la guardia.
En dos ocasiones diferentes –una vez en el año 549 A.C. por Ciro el rey Persa, y la otra en el año 218 A.C. también– esta ciudad fue invadida por enemigos, sin tanta dificultad, porque escalaban las murallas en la noche mientras los guardias que se encontraban en su trabajo, en la única entrada, estaban descuidados y durmiendo. Ellos bajaron sus defensas y permitieron que el enemigo atravesara las murallas y la ciudad fue invadida.
Algo similar le sucedió a la iglesia en Sardis a finales del siglo I, cuando Apocalipsis fue escrito. Cuando la carta de Jesús, de la que hemos estado hablando en estos últimos días, fue leída, seguramente les trajo el recuerdo a estas personas de la historia de la ciudad y de cómo por descuido, estas murallas habían sido vulneradas y penetradas.
Así que permíteme ir a Apocalipsis capítulo 3 al versículo 1, si estás escuchando esta serie por primera vez, y ahora retomaremos nuestro estudio en lo que Jesús les estaba diciendo a las iglesias de entonces y a las de ahora.
«Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: “El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, dice esto: ‘Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto’”».
La reputación, lo que la gente podía ver, era que ellos estaban vivos y florecientes; pero la realidad era que estaban muertos. Esa era la verdad para esta iglesia. Por lo menos era la verdad para muchos, por no decir que era para la mayoría de los individuos en esa iglesia. Ahora, Jesús dice en el versículo 2: «Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios. “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”».
Jesús le dice: «Despierta». Y algunas de sus traducciones quizás dicen: «Está alerta. Ponte en vela». Es una palabra que significa «levantarse», «abstenerse de dormir», «mirar con cuidado». Un diccionario bíblico dice: «Es una percepción de peligros amenazantes, que con una mente consciente y alerta te mantiene despierta y alerta a través de la energía de la fe y la conducta».
Esa es una oración larga y no espero que la hayas copiado. Puedes ir a la transcripción en avivanuestroscorazones.com, y tenerla palabra por palabra. Es una definición larga que simplemente está diciendo «despierta de tu sueño y está en guardia. Está alerta. Mantente vigilante».
Y déjame darte una definición más corta del Diccionario Expositivo de Vine, que es un título largo para una de las referencias que uso con más frecuencia, la uso con más frecuencia que cualquier otra en mis estudios. Porque es de gran ayuda para entender lo que estas palabras significaban en los idiomas originales en los tiempos de las Escrituras.
Dice que esa palabra despierta, está alerta, significa «vigilancia y expectativa en contraste con relajamiento e indiferencia». Significa quédate despierta. Estar continuamente mirando.
Y en los últimos días, mientras estaba meditando en esa frase, esa palabra despierta, está alerta, vino un pensamiento a mi mente de hace varios años cuando estuve en una audiencia donde estaba el Presidente Bush, porque estaba dando una conferencia. Y yo estaba probablemente sentada en la sexta o séptima fila, así que tenía un buen asiento. Había hombres del servicio secreto por todas partes.
Pero si mirabas recto de frente a la plataforma donde el presidente estaba hablando, había hombres que estaban parados a cada lado de él, tal vez a unos tres a cinco metros retirados, uno a la izquierda y el otro a la derecha. Y ellos estaban parados de frente mirando a la audiencia, paralelos al presidente.
Y tenían sus manos cruzadas frente a ellos y sus ojos iban de derecha a izquierda, de derecha a izquierda todo el tiempo. Estaban observando. Estaban alerta. No podías evitar preguntarte ¿y si salto o hago algo raro aquí, vendrá uno de ellos? ¿Qué hará? ¿Vendrá por mí? En realidad no quise hacer la prueba.
Pero el hecho es que ellos estaban atentos. Estaban alerta. Para eso les pagaban, para observar. Ellos estaban protegiendo al presidente. Así que no podían dormirse en su trabajo. No podían estar tomándose una taza de café. Necesitaban estar alertas y vigilantes todo el tiempo.
Y lo que Jesús le está diciendo a la gente en la iglesia en Sardis es, «estén espiritualmente alerta. Estén vigilantes. Despiertos. No se duerman espiritualmente aunque todo el mundo alrededor de ustedes lo esté».
Y hay dos pasajes interesantes en Isaías 51 y 52. En Isaías 51 el pueblo estaba desalentado. Y ellos básicamente se preguntan: «¿Dónde está Dios?» Pareciera que Dios está dormido, como si no estuviera haciendo nada.
Así que ellos le ruegan que despierte, que venga en su ayuda. Y en Isaías capítulo 51, en el versículo 9 le dicen: «Despierta, despierta, vístete de poder, oh brazo del Señor; despierta como en los días de antaño, en las generaciones pasadas». Recuerda cómo Dios se movía en tiempos pasados y los grandes milagros que hacía.
Y lo que ellos estaban diciendo es, «no estamos viendo a Dios obrar hoy en día como lo veíamos antes». Y por eso clamaban: «¡Señor, despierta! Vístete de fortaleza, oh brazo de Dios». Ellos le estaban clamando.
Y a veces me encuentro a mí misma y a otros que conozco, que sabemos cómo Dios ha actuado en el pasado y cómo Dios ha avivado y despertado a Su iglesia en otras ocasiones. Y pensamos cómo Dios se ha movido en tiempos pasados. Y observamos a nuestro alrededor, y decimos, «¿pero qué está sucediendo?», y queremos clamar. Sabemos que Dios no está dormido. Pero queremos decirle: «¡Despierta Señor! Haz algo con este desastre. Vístete de fortaleza, oh brazo de Dios; despierta como en los días pasados, en las generaciones de hace mucho tiempo».
Pero luego llegamos al siguiente capítulo, a Isaías 52, en donde Dios dice esencialmente en respuesta, «yo no soy el que duerme. Ustedes necesitan despertar». Isaías 52, versículo 1: «Despierta, despierta, vístete de tu poder, oh Sion; vístete de tus ropajes hermosos, oh Jerusalén, ciudad santa. Porque el incircunciso y el inmundo no volverán a entrar en ti. Sal del polvo, levántate, cautiva Jerusalén; líbrate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión» (vv. 1-2).
Y nosotras decimos: «Oh Dios, ¿dónde estás? ¡Despierta! ¡Haz algo!» pero sin embargo Dios dice, ¿dónde estás tú? ¡Despierta!
Ahora, nosotras hemos dicho que solo el Espíritu Santo de Dios puede despertarnos de nuestro letargo, de nuestro adormecimiento. Y esa es la razón por la cual necesitamos orar: «Espíritu Santo, muévete en avivar, despertar y vivificar a aquellos que están en coma, aquellos que están muertos, aquellos que están durmiendo». Cualquiera que sea tu condición, si no estás donde necesitas estar espiritualmente, si no estamos donde necesitamos estar, Señor, despiértanos.
Y Dios nos dice, «sí, ustedes necesitan despertar, y eso es lo que quiero hacer por ustedes».
En Efesios capítulo 5, en el versículo 14, puedes ver este mismo pensamiento: «Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo».
Es una llamada a un estado de alerta espiritual, a una vigilancia espiritual. «Despierta», le dice Jesús a la iglesia, «está alerta».
Y luego Él dice: «Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios» (Apoc. 3.2).
Ahora, recuerda que esta iglesia tenía una gran reputación a los ojos de los hombres. «Ellos tenían una reputación de estar vivos». Ellos eran considerados una iglesia efectiva, llena de vitalidad y vibrante.
Pero Jesús dice: «No son los ojos de los hombres. No es lo que los hombres ven lo que realmente cuenta. Es lo que Dios ve y lo que Dios sabe».
«No he hallado completas tus obras delante de mi Dios».
No importa si la gente puede escribir tus reportes de prensa, hacer tus relaciones públicas, darte una buena imagen, hacerte ver muy bien. Es asombroso cómo lees algunos currículos y piensas: «Esta persona debería ser el presidente de los Estados Unidos o algo así, porque tiene tanta experiencia y tanto talento». Pero es sorprendente cómo los currículos pueden disfrazarse, y cómo la gente puede disfrazarse a sí misma y cómo las reputaciones pueden ser disfrazadas.
Sin embargo, Dios dice, «mis ojos ven más allá, y Yo conozco cuál es la verdad, y no he encontrado tus obras completas. Se quedan cortas. Hay una deficiencia».
Ahora, esta iglesia aparentemente tenía todavía algunas obras. No se nos dice cuáles eran esas obras, pero podemos imaginar que pudieron ser varias prácticas, disciplinas espirituales. Tal vez había oración. Tal vez había donaciones. Alabanza, por así decirlo, por lo menos exteriormente, formalmente y ritualmente. Tal vez había predicaciones.
Ellos estaban siguiendo a través de sus rutinas. La forma estaba allí. Pero como dijimos anteriormente, lo que faltaba era el corazón, la sustancia, el Espíritu, el aliento de Dios. Y sin el aliento de Dios, sin el corazón de Dios capacitándonos y llevando a cabo esas cosas en nosotros, todo lo que hacemos como iglesia y todo lo que hagamos en nuestras disciplinas espirituales es hueco, una rutina vacía; son obras muertas.
Y Jesús les advierte, «si tú no te despiertas y vigilas, las pocas cosas que te quedan –la forma, lo externo, la estructura– incluso esas cosas, morirán».
Y en realidad, estaba pensando esta mañana, eso es exactamente lo que le ha pasado a las iglesias liberales alrededor de toda Europa y en muchas partes de los Estados Unidos. Son simplemente edificios grandes, vacíos, adornados, bellos. ¿Recuerdas que hablamos sobre los mausoleos siendo tumbas magníficas?
Pero no creo que este pasaje solo esté hablando de iglesias liberales que ya no predican el evangelio. Creo que también está hablando de iglesias en las que todavía puedes escuchar la verdad y la Palabra predicada, pero la gente es hueca y vacía. Van a través de las prácticas. Van con la rutina. Pero no tienen el aliento de Dios, el Espíritu de Dios, la vida de Dios dentro de ellos.
Y Jesús les dice en el versículo 3: «Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete». Acuérdate de lo que has recibido y oído. ¿Qué recibiste? ¿Qué escuchaste?
«Bueno, tú recibiste el evangelio», Pablo les dice a los corintios, has recibido las enseñanzas de los apóstoles. Has recibido la Palabra de Dios. Eso es lo que has recibido.
Ahora, yo no soy una erudita griega, pero los comentarios que leo dicen que esa frase pudo haber sido mejor traducida no como «lo que has recibido y oído», sino «recuerda cómo tú has recibido y oído». Y no puedo decirte cuál es la original, algunas traducciones dicen una y otras dicen la otra. Pero considero que cualquiera de las dos puede ser verdad.
Necesitamos recordar ambas cosas, lo que hemos recibido y oído y cómo lo recibimos y lo oímos.
Y ¿qué quieres decir con eso?
Permíteme pedirte que vayas en tu Biblia a 1 Tesalonicenses capítulo 1. Y permíteme darte una buena ilustración de cómo algunos de estos nuevos creyentes recibieron la verdad de la Palabra de Dios.
Y probablemente te identificarás con ellos al recordar los primeros días en los que te convertiste en cristiana –la frescura, el dinamismo, la vitalidad, la forma en que recibiste y escuchaste la verdad.
Primera a los Tesalonicenses, capítulo 1, iniciando en el versículo 6:
Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, habiendo recibido la palabra, en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santo, (con un gozo indescriptible) de manera que llegasteis a ser un ejemplo para todos los creyentes en Macedonia y en Acaya. Porque saliendo de vosotros, la Palabra del Señor ha resonado, no solo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas partes vuestra fe en Dios se ha divulgado, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada. Pues ellos mismos cuentan acerca de nosotros, de la acogida que tuvimos por parte de vosotros, y de cómo os convertisteis de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero» (vv. 6-9).
Esta gente no escuchaba la verdad y simplemente se sentaba ahí como un bulto ocupando espacio. No, ellos recibían la Palabra con gozo y el Espíritu Santo. Ellos respondieron a ella. Actuaron en conformidad a ella. Y como resultado, el testimonio de su fe y de su amor por Cristo se expandió a muchos, muchos otros en esa región. De hecho se arrepintieron de adorar ídolos, y se volvieron de los ídolos hacia el Dios vivo y verdadero.
Estos no solamente eran cristianos de nombre, no solamente eran cristianos nominales. Cristianos con solo el nombre de que estaban vivos. Eran personas que realmente, verdaderamente fueron avivados por el Espíritu de Dios. Y si vas al capítulo 2 de 1 Tesalonicenses, al versículo 13, dice:
«Agradecemos también a Dios constantemente por esto, que cuando ustedes recibieron la Palabra de Dios, la cual escucharon de nosotros, ustedes la aceptaron no como la palabra de hombres sino por lo que realmente es, la Palabra de Dios, que está obrando en ustedes creyentes».
Puedes imaginarte ¿cómo serían nuestros servicios en la iglesia, nuestros devocionales familiares, si hubiéramos recibido la Palabra de Dios de la forma en que estos tesalonicenses la recibieron?
Y te preguntas, ¿qué quiere decir Él con esto?
Él les está diciendo: «Ustedes no recibieron esto simplemente como si una persona les estuviera hablando, algún hombre de pie en el púlpito. Ustedes recibieron esta enseñanza de los apóstoles y de los maestros de la iglesia primitiva. Ustedes la recibieron como la Palabra de Dios».
Este es Dios hablando. Esta es la Palabra de Dios. Ustedes temblarían ante la Palabra de Dios. Ondearían esa bandera blanca de rendición y dirían: «Sí Señor, lo que Tú digas».
Somos tan casuales con la Palabra de Dios. Y simplemente dejamos que esa frase salga de nuestros labios tan fácilmente. Es Dios que está hablando.
Si realmente creyéramos eso, que es Dios que está hablando:
- ¿Acaso no estaríamos postradas sobre nuestros rostros en tierra?
- ¿No habría convicción?
- ¿No habría rendición de todo corazón?
- ¿No habría una transformación en nuestras vidas si la recibiéramos como la Palabra de Dios?
Jesús dice: «Recuerda lo que has recibido y oído. Recuerda cómo lo recibiste, cómo lo escuchaste, y ahora atesóralo, guárdalo y arrepiéntete».
Si siquiera hubiera una pizca de vida en ti, vida espiritual, recibirías la Palabra de una vez, con humildad, con fe, con obediencia, con rendición y con gozo.
Hace unos días recibí un correo del líder de uno de los equipos de carretera de Life Action. Life Action Ministries tiene tres equipos que viajan en las carreteras y ministran los principios de avivamiento y las verdades de la Escritura en iglesias locales, alrededor de todo los EUA durante nueve o diez meses al año.
Y uno de nuestros líderes reenvió un correo que venía de un hombre en una de las iglesias en las que habían concluido ya la visita. Y aquí está lo que este hombre escribió:
Tengo 32 años de edad, y he conocido al Señor y «he creído» por muchos años. «Creído» sería la palabra que operaría ahí. Creído pero no vivido.
Y ¿no suena como a la gente de Sardis? Que tienen una reputación de que están vivos pero están muertos. Y este hombre continuó diciendo: antes de que Life Action visitara mi iglesia, yo era «cristiano», y si se me hubiera podido llamar cristiano, uno extremadamente estancado y obstinado. Solo iba a la iglesia porque mi esposa (bendito sea Dios por su influencia) me había hecho que asistiera. Yo no oraba con mi esposa ni mi familia, excepto oraciones ocasionales en alguna cena familiar muy poco frecuente. No me sentaba con mis hijos ni les enseñaba la Palabra de Dios.
Y pensaba que mi vida iba bien porque tenía unas finanzas cómodas, una familia semi-feliz, y ahora incluso iba a la iglesia. Básicamente, Satanás me tenía justo donde me quería tener.
Y Satanás tiene a mucha gente justo en dónde él la quiere. Tienes una reputación de estar vivo pero estás muerto. Y este hombre continúa diciendo: La primera vez que mi esposa me dijo que tendríamos un «Avivamiento» en la iglesia, yo básicamente me burlé y me reí de la palabra, y mientras hacía un movimiento como si estuviera tocando un pandero y gritando aleluya. Y si yo hubiera sabido por lo que estaba a punto de pasar, no habría hecho eso. Después de haber escuchado algunas cosas muy difíciles de escuchar, finalmente me encontré diciendo, «sí Señor».
Y cuando estuve dispuesto a quedarme quieto y escuchar lo que Dios había enviado a esta gente hermosa a decirnos, las compuertas se abrieron y toda la convicción que había experimentado en los últimos diez años regresó de una manera poderosa. Escuché e hice lo que Dios pedía.
Dios lo puso en mi corazón para mortificar muchos aspectos de mi vida… Él puso en mi corazón quitar toda la música excepto aquella que era de letra cristiana… Ahora oro con mi esposa, oro con mi familia, y también iniciamos un tiempo familiar que incluye la lectura de la Palabra de Dios juntos. Nunca había hecho algo como esto, así que en un principio fue algo extraño para mí, pero Dios nos guió a mi esposa y a mí… Gracias por darme de regreso a mi familia. Y gracias por ayudarme a entregarme de nuevo a Dios.
Y me encanta la manera en que él dice eso, «entregarme de nuevo a Dios. Estaré eternamente agradecido».
Ahora, Jesús le dice a la iglesia en Sardis, y nos dice a nosotras en nuestras iglesias hoy en día, «si tú no despiertas, si no estás alerta, vendré como un ladrón, y no sabrás a qué hora vendré contra ti».
Es Jesús que dice: «Yo vengo». Y los estudiosos difieren en si Él está hablando de la segunda venida de Cristo. La mayoría piensa que Él no lo está haciendo, aunque esa es la venida final, sino que comentan que Él está hablando de una visitación previa en la que juzgará y disciplinará a esta iglesia y a la gente en ella.
Independientemente de si Él viene en un juicio y disciplina más inmediatos, esa venida final será en la que los libros serán abiertos y el registro se abrirá y el juicio final se llevará a cabo.
Pero Jesús dice, «vendré como un ladrón». No a robar sino en el sentido de que Él dice, «no sabrás la hora en la que vendré en contra de ti».
Un ladrón no anuncia su llegada. Un ladrón no avisa con anticipación y dice, «estaré ahí a las 3:00 de la madrugada». Él no te permite saber cuándo vendrá. Él te coge de sorpresa. Tú no sabes cuándo vendrá. No puedes predecir el tiempo. Él vendrá en un momento inesperado, y eso es lo que Jesús está diciendo.
Así que eso debe crear un sentido de urgencia. Y la gente de Sardis sabía cuán importante era esa vigilia, estar despiertos, porque años atrás cuando los enemigos habían escalado los muros e invadido la ciudad, eso pasó de repente, inesperadamente, cuando ellos no estuvieron vigilantes ni alerta.
De la misma manera, Jesús está diciendo a los creyentes, en nuestras iglesias, si así se les puede llamar, que si no despiertan y se arrepienten, si no están vigilantes en examinar el estado de sus almas, Cristo vendrá en contra de ellos cuando menos lo esperen, en juicio o en castigo en esta vida o al final de los tiempos.
Y hay muchas, muchas Escrituras que podemos citar aquí que nos hablan de esta necesidad de constante vigilia y vigilancia espiritual.
Jesús dice en Mateo capítulo 24, «permanezcan despiertos». Y otras traducciones dicen, «estén alertas. Manténganse vigilantes ya que no saben qué día vendrá el Señor» (v. 42).
Y el Apóstol Pablo en 1 Tesalonicenses, capítulo 5 dice: «Por tanto, no durmamos como los demás, sino estemos alerta y seamos sobrios» (v. 6).
Así que el llamado de Jesús a la iglesia entonces y ahora a nuestros corazones es, «estén alertas. Manténganse vigilantes sobre sus propios corazones. Mantengan vigilancia sobre los corazones de otros. Estén alerta a las estrategias del maligno. Mantengan vigilancia de los depredadores espirituales quienes tratarán de robar y de pervertir el evangelio de Jesús».
Mantente alerta por Cristo para que no seas sorprendida cuando Él venga. Está lista. Está vigilante. Está a la expectativa. Mantente despierta para que cuando Él venga, puedas verlo con anticipación y con gozo en lugar de con miedo, temor, o indiferencia.
Débora: Jesús llamó a la iglesia de Sardis a despertar, y Nancy ha estado ayudándonos a cada una de nosotras a evaluar nuestros corazones. ¿Estamos despiertas hoy? Esta serie es parte de un proyecto más largo de estudios sobre las cartas a las iglesias que encontramos en Apocalipsis capítulos 1 al 3.
Una oyente escuchó un episodio de esta serie de Apocalipsis. Ella nos escribió y dijo: Esto realmente penetró mi corazón esta mañana. Yo no me había dado cuenta de qué tanto me he alejado».
Estamos tan agradecidas de que Dios nos dé la oportunidad de conectarnos con mujeres como ella, animándolas a despertar. Nuestras oyentes hacen esto posible cuando realizan donaciones a través de nuestro sitio web para ayudarnos a distribuir estas enseñanzas en diferentes partes del mundo.
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Si tú has estado fielmente sirviendo al Señor en una iglesia que está teniendo luchas, no te desanimes. Nancy te dará esperanza a ti y a tu iglesia, mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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