Reconciliación
Annamarie Sauter: Damos a conocer a Cristo no solo hablando acerca del evangelio, sino viviéndolo.
Nancy DeMoss Wolgemuth: El tener una limpia conciencia no solo nos trae paz, gozo y libertad y nos permite reconciliar relaciones, sino que el potencial para impactar a las personas perdidas a nuestro alrededor es enorme.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es 2 Crónicas, capítulos 22 al 25.
Hoy continuaremos profundizando en nuestro tema de esta semana, que es parte de la serie titulada «En busca de Dios». Aquí está Nancy para hablarnos más acerca del gozo de tener una conciencia limpia.
Nancy: Durante los últimos días, hemos tenido la oportunidad de escuchar el testimonio de Rick Lawson acerca de la necesidad de tener una conciencia limpia, y lo transformador que fue ese principio en …
Annamarie Sauter: Damos a conocer a Cristo no solo hablando acerca del evangelio, sino viviéndolo.
Nancy DeMoss Wolgemuth: El tener una limpia conciencia no solo nos trae paz, gozo y libertad y nos permite reconciliar relaciones, sino que el potencial para impactar a las personas perdidas a nuestro alrededor es enorme.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es 2 Crónicas, capítulos 22 al 25.
Hoy continuaremos profundizando en nuestro tema de esta semana, que es parte de la serie titulada «En busca de Dios». Aquí está Nancy para hablarnos más acerca del gozo de tener una conciencia limpia.
Nancy: Durante los últimos días, hemos tenido la oportunidad de escuchar el testimonio de Rick Lawson acerca de la necesidad de tener una conciencia limpia, y lo transformador que fue ese principio en su vida.
Yo diría que este es un principio que será transformador en la vida de cualquiera de nosotros. Hoy quisiera tomar algún tiempo para leerles otras ilustraciones, cosas que las personas han escrito para compartir con nosotras, de cómo Dios ha usado este principio de una limpia conciencia en sus vidas.
Recibimos un correo electrónico de una de nuestras patrocinadoras de Aviva Nuestros Corazones, que me ha escuchado hablar sobre el tema de una limpia conciencia. Escribió diciendo:
«Me he dado cuenta, luego de haber escuchado este programa, de mi necesidad de tratar como es debido con un vecino, y no he querido. He orado por una oportunidad para hablar con él. (Con solo pensarlo temblaba por el temor que le tengo a este hombre).
El Señor rápidamente respondió mi oración esta mañana cuando ambos estábamos sacando la basura. Le pedí perdón por mi corazón endurecido hacia él. Él estaba boquiabierto por la disculpa y sentí como si ni siquiera necesitara pedir perdón.
Le dije que mi corazón había sido duro para con él, y yo lo sabía. Le dije que había pecado contra él por mi dureza de corazón, a pesar de que no era evidente para él que eso me estaba ocurriendo. Yo había sido superficialmente amigable, pero por dentro sabía que tenía una raíz de amargura desarrollándose en mí.
Tuvimos una conversación increíble. Hay mucho más que contar sobre esta historia, pero creo que la reconciliación ha comenzado. Gracias por alentarme, Nancy, a hacer las cosas bíblicamente, y a tener una limpia conciencia hacia este hombre de Dios. Yo sé que el Señor será glorificado».
Esta mujer tocó algunos aspectos clave de por qué es importante tener una conciencia limpia. Ella dijo: «Yo sé que Dios será glorificado», y eso es realmente de lo que se trata.
En esta situación, ella dijo: «la reconciliación ha comenzado». Eso es lo que Dios quiere, que nosotros estemos en paz con Él y después estemos bien con cualquier otra persona.
Aquí hay otra carta de una mujer que dice:
«La semana pasada hablaste de limpiar la conciencia y de hacer bien a los que le hemos hecho mal. Tú nos retaste a obedecer la convicción del Espíritu Santo y a actuar conforme a estas convicciones.
Lloré antes de que terminaras de hablar al darme cuenta de que Dios me estaba llamando a ir donde mi mejor amiga a pedirle perdón por una mentira que le había dicho hacía nueve años. Estuve pensándolo todo el día—cómo lo haría, qué tanto era Dios el que me estaba llamando a hacer esto—y me aferré a las promesas que compartiste con los oyentes acerca de la liberación y de la purificación que el estar bien con Dios y con mi amiga me proporcionaría.
Esa noche, casi ahogándome en lágrimas de tristeza y remordimiento, le envié un correo electrónico a mi amiga, que vive en Canadá, y le dije acerca de tu programa y de cómo necesitaba su perdón.
Mi confesión tuvo que ver con algo de naturaleza personal, acerca de si yo era pura para el tiempo cuando contraje matrimonio. Le había mentido por temor a perder su amistad. Estaba avergonzada de mí misma, y pensaba que ella seguramente estaría asqueada conmigo por mi pecado sexual si se enteraba de la verdad.
Pensé que ella podría pensar que yo era alguien demasiado pecaminoso para tener una amistad conmigo, así que mentí. Por más de nueve largos años, Satanás me ha atormentado con esta mentira, diciéndome que confesándole mi mentira a ella le haría un daño muy profundo; y el día en que confesé, Satanás intentó convencerme de que si confesaba iba a poner en peligro el hijo que ella estaba esperando. ¡Mentiroso!, exclamé, mientras le decía al diablo que se alejara de mí.
La mejor parte llegó ayer, cuando mi querida y dulce amiga respondió mi correo. Ella también lloró, pero por compasión, por el dolor que esta mentira me habia causado; por no expresar su amor hacia mí lo suficiente, como para que yo supiera que su amor era incondicional, no importando lo que fuera; y porque ella sabía de qué manera tan poderosa Dios estaba trabajando en mi vida para convencerme de pedir perdón.
Ella lloró también por mi pecado, pero todo lo que tenía que decir era amor, amor y más amor. Yo oro que Dios use mis pecados pasados y esta experiencia liberadora para ayudarme a ministrar para Su reino. ¡La dificultad de estar bien ante Dios y ante los demás valió la pena totalmente!
Y después ella tenía tres signos de exclamación, y sin duda estuve de acuerdo. Aquí hay otra carta que me envió alguien que pertenecía al equipo de Aviva Nuestros Corazones.
El verano pasado, cuando el equipo se reunió para nuestra semana de retiro anual de avivamiento, Dios puso su dedo de convicción en el corazón de una mujer, llevándola a entender que había algo que necesitaba enfrentar.
Al final de esa semana este miembro de nuestro personal le escribió una carta a la universidad cristiana a la que había asistido durante años. Ella me envió una copia de esa carta luego de enviarla, junto con la respuesta que recibió. He aquí un extracto de lo que ella escribió. Ella les dijo:
«Tomé uno de sus cursos, Algebra Universitaria (y ella nombró el año). Fue el curso más difícil que tuve que tomar al regresar a la universidad para obtener mi grado.
He luchado con esta carta por algún tiempo. Dios me ha confrontado una y otra vez, recordándome que no hay descanso para aquellos que voluntariamente le desobedecen. No hay manera fácil de decir esto, por lo que seré honesta y transparente con lo que voy a comunicar.
En una de las pruebas, una justo antes del examen final, hice trampa. Miré el libro para repasar el proceso antes de responder algunas preguntas, algo que estoy segura estaba prohibido.
Recientemente regresé de una semana de avivamiento con Aviva Nuestros Corazones, y durante ese tiempo, la mano de convicción de Dios se sintió pesada en mi corazón. Durante todo este tiempo he estado diciendo, «nadie lo sabrá», o «fue solo algo pequeño».
Pero Dios sabía, y ningún pecado es pequeño delante de Sus ojos. El desasosiego en estos meses y años han sido terribles. Mi intimidad con Dios había sido quebrantada. Cuando enseñaba en la escuela dominical a mujeres, el enemigo de mi alma gritaba: ¡Hipócrita!, ¿cómo puedes enseñar a estas mujeres acerca de la paz con Dios cuando tú estás en tal crisis?
Mientras escribo estas palabras ahora, me doy cuenta de que el temor al hombre ha motivado no solo mi elección pecaminosa (el hacer hacer trampa) sino que también ha afectado gran parte de mi vida. El temor al hombre me ha hecho ser cobarde, deshonesta –como ocurrió en este caso– y egoísta.
Me he dado cuenta de que todo fluye de la presencia de Dios. Sin un sentido de esa presencia, fácilmente sería presa de las maquinaciones de Satanás, y más que nada, quiero tener una conciencia limpia.
Yo era una estudiante de A y estaba orgullosa de ello. No era que estaba reprobando en álgebra universitaria y necesitara hacer trampa. Simplemente quería que los demás pensaran que también era excelente en matemáticas. Tontamente compré el concepto del éxito que me vendió Satanás.
Por supuesto, la idea de éxito de Dios es totalmente diferente. Esta ha sido una lección muy difícil para mí, pero desde que Dios cambió mi corazón la semana pasada, mi enfoque está centrado en la fidelidad y en agradarle a mi Padre en el cielo, aun si no recibo reconocimientos de los hombres.
Como un asunto de arrepentimiento y de obediencia a Dios, humildemente admito mi pecado y les pido perdón, y clamo por su misericordia. Estoy consciente de que muy posiblemente ustedes deban tomar alguna acción con respecto a esto, y acepto su decisión como si viniera del Señor».
Y después ella firmó la carta. Ahora, como pueden imaginar, para ella no fue una carta fácil de enviar. De hecho, ella dijo: «cuando regresé a casa luego del fin de semana de avivamiento, luché durante días».
Ella dijo: «Escribí la carta a la universidad, luego anduve dos días con ella en un sobre sellado en mi cartera, hasta que Dios me recordó que el temor al hombre no se quebrantaría hasta que yo obedeciera».
Para el tiempo en que ella me escribió para compartir conmigo esta carta—y la respuesta de la universidad, la cual fue muy cortés—estaba tan libre en su espíritu, tan agradecida de haber obedecido a Dios en algo que muchos considerarían tan solo un asunto pequeño. Pero esto ha sido un gran avance en su relación con Dios.
A veces el Espíritu Santo nos convence de cosas que parecen pequeñas, pero aún así necesitamos confesar y necesitamos buscar el perdón de otros. Luego también hay grandes problemas, y en esos casos limpiar la conciencia puede resultar costoso.
Quiero compartir con ustedes una porción de una carta que recibimos de un presidiario que ha estado escuchando Aviva Nuestros Corazones, y que ha sido profundamente impactado a través de este ministerio. Él escribió para compartir acerca de cómo Dios ha estado obrando en su vida en esta área. Él dice:
«Conocí a Cristo y fui poderosamente transformado durante tres años, antes de tener una drástica recaída. Durante ese año de desobediencia, fui a prisión por crímenes que cometí por dinero para comprar droga.
A través de estos años he luchado con cierta decisión, hasta llegar a no tener absolutamente ninguna paz. Le escribí una carta a un amigo explicándole la situación y le pregunté si tenía razón en lo que estaba pensando.
Luego comencé a buscar en la Palabra de Dios para averiguar que decía acerca de la restitución. Te explico: cometí cuatro crímenes más en Florida por los cuales nunca me atraparon, y el Espíritu Santo ha estado convenciéndome de que me entregue.
Pero racionalicé—aún pensé que me estaba volviendo loco. Bueno, después de haber estudiado las restituciones bíblicas y el Espíritu detrás de esos mandamientos, llegué a la conclusión de que realmente era el Espíritu Santo que me estaba llevando a hacer esto.
Esto fue confirmado por el amigo al cual le escribí preguntando por consejo. Así que, finalmente, envié una confesión completa de cuatro crímenes—eran robos—al fiscal del distrito.
No solo eso, sino que confesé crímenes en Missouri y uno en Texas que cometí hace diez años antes de ser cristiano. Estoy convencido de que la fe, la obediencia y la justicia requiere esto de mí. Creo que he oído del Señor y fue confirmado a través de Su Palabra y por un hombre cristiano.
Desde que confesé mis crímenes, he tenido una paz muy grande en mí corazón. No estoy preocupado por el futuro, porque sé que Dios será glorificado en todo esto de alguna manera».
Al momento de escribir esta carta, él aún no había escuchado acerca de cómo las autoridades iban a manejar esta situación, y continuó diciendo en su carta:
«Es posible que reciba cadena perpetua, pero estoy preparado para enfrentarlo. Aún así, espero que Dios sea glorificado y me libere de esta probabilidad.
Lo que sí sé es que no importa lo que pase, tengo solo una meta: no importa dónde esté, mi meta es glorificar a Dios a través del ministerio del evangelio».
«Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios; muchos verán esto, y temerán, y confiarán en el Señor» (Salmo 40:3).
Ciertamente, se requiere de confianza en el Señor para hacer este tipo de confesión cuando las consecuencias pueden ser muy significativas, pero aquí vemos a un hombre diciendo: «Quiero hacer lo que sea necesario para estar bien con Dios y con los demás, y de creer que Dios será glorificado a través de esta confesión».
Quiero cerrar compartiendo algunos testimonios que recibimos de una iglesia a la cual tuve el privilegio de ministrar junto con uno de los equipos de Life Action Ministries varios años atrás. Dios se movió de una manera extraordinaria en ese período extendido de reuniones de avivamiento.
Durante un período de varias semanas, fuimos privilegiados de ver la agitación en los corazones de su pueblo, muchos de ellos limpiando sus conciencias de delitos pasados. Un hombre escribió y compartió su testimonio en su iglesia luego de ese tiempo de avivamiento. Él dijo:
«Me estaba yendo bien y estaba disfrutando del avivamiento intensamente, hasta que una noche el predicador predicó acerca de la santidad. Esa noche, Dios comenzó a descubrir algunos pecados que había reprimido durante años.
Durante los siguientes días, mientras escuchaba el mensaje sobre la conciencia limpia y la amargura, estaba bajo una profunda convicción.
Una noche me fui a casa y caí sobre mi rostro delante del Señor, pero no hubo ninguna respuesta. Clamé a Dios. Aún así ninguna respuesta. Finalmente me quedé dormido. Todavía ninguna respuesta.
Lo próximo que escuché fue al perro que estaba ladrando. Me levanté para dejarlo entrar, y al hacerlo me di cuenta de que eran las 3:00 am. Recordé que durante este avivamiento, Dios había levantado a muchos cerca de esta hora, así que comencé a orar.
Tan pronto como llegué a la cama en oración Dios me dio siete nombres de personas a las cuales necesitaba pedirles perdón. Desperté a mi esposa y le dije que Dios me había enseñado lo que tenía que hacer para limpiar mi pecado y liberarme.
Decidí que iba a esperar hasta la mañana, pero al ir caminando de vuelta al sofá, el Espíritu Santo me interrumpió, «hazlo ahora». A las 3:40 am estaba en el carro camino a la carretera I-74. En la lista estaba mi suegra, mi suegro, mi cuñada, un pastor, mi hermano y su esposa, y una amiga de mi esposa (y enlistó las diferentes ciudades en Indiana y en Illinois donde estas personas estaban localizadas).
A las 6:00 am, hora de Indiana, pasé por el tráiler de mis suegros. Aún estaba oscuro, por lo que fui a un motel para llamarlos desde allí para no asustarlos. Después fui y les pedí perdón por el dolor que les había causado hacía trece años.
Después llamé a mi cuñada, que no era salva, para pedirle perdón por el dolor que le causé años atrás. No me había dado cuenta de que había sido una piedra de tropiezo para impedirle venir a Cristo durante todos esos años.
Después fui a donde mi hermano y su esposa para pedirles perdón por el dolor que les causé cuando me fui de su iglesia siendo nuevo creyente.
El pastor fue el siguiente. Tenía miedo de que me fuera a condenar, pero Dios me había mostrado su presencia hasta ese momento, y sabía que lo haría otra vez.
Nos sentamos, y le pedí perdón. El pastor era un hombre perdonador y muy dulce de espíritu. Luego viajé de regreso a mi ciudad y le pedí perdón a la amiga de mi esposa. Inmediatamente, fui liberado.
Grité como un bebé por primera vez durante mucho tiempo. Desde ese día, mi vida, la cual pensaba que estaba bien, fue cambiada radicalmente. Mi conciencia está limpia, mi espíritu está libre, y Cristo está viviendo Su vida a través de mí».
Otra persona en esa misma reunión dijo:
«Mis padres se divorciaron cuando tenía seis años de edad, y veía a mi padre tres o cuatro veces al año. Mi padre bebía demasiado, y como resultado, me sentí avergonzado y con sentimientos de rechazo.
Después de que me casé nunca volví a ver a ver a mi padre, aún viviendo en la misma ciudad. Luego, cuando llegaron mis hijos, no hice el intento de verlo porque no quería su influencia negativa en la vida de mis hijos. Nunca nos llamó, y yo nunca intenté verlo.
Cuando comenzamos a tratar con el orgullo y la limpia conciencia, Dios me convenció de que debía perdonar a mi papá y buscar su perdón. Me resistí al principio.
Habían transcurrido ocho años desde que vi a mi padre, pero finalmente fui a donde él porque no quería que Dios dejara de trabajar en mi vida. Papá me recibió con los brazos abiertos, y lo que más había temido—su problema con la bebida— había desaparecido de su vida hacía tres años. ¡¿No es Dios bueno?!
También tengo una hermana menor, la cual no había visto por siete años. Le pedí perdón por los años de dolor y amargura. No sé como Dios dirigirá nuestras vidas ahora, pero las líneas de comunicación están abiertas, y la amargura se ha ido».
Aquí está el informe que el pastor de esta iglesia escribió para compartir lo que Dios había hecho en esa congregación durante esas semanas. Él dijo:
«A medida que Dios trabajó trayendo convicción y purificando corazones, las personas comenzaron a darse cuenta de que era imposible estar bien con Dios y no estar bien con los demás.
El énfasis durante la primera semana de este retiro era en tener un corazón puro delante de Dios. En su mayor parte, el enfoque de la segunda semana era tener una limpia conciencia ante los hombres. El pueblo de Dios se comprometió a resolver las ofensas del pasado en sus hogares, en el cuerpo de Cristo y en la comunidad.
Muchos fueron liberados de años de conflictos no resueltos y de amarguras, a medida que se humillaban a sí mismos, confesaban su maldad, y pedían perdón. Se hizo restitución por pecados cometidos 20 a 30 años antes.
Un hombre manejó hacia una tienda para pagar por una pistola de juguete que él había robado cuando era joven. Otro hombre, cuando era adolescente, había pintado su nombre en tres iglesias locales. Volvió y buscó el perdón.
Un hombre se encontraba prófugo de la ley y enfrentaba cargos delictivos en dos países. Fue confrontado, y está en el proceso de hacerle frente a su pasado y hacer restitución.
Un pastor de una comunidad local relató cómo había estado tratando de dar testimonio a un hombre desde hacía algún tiempo, pero dicho hombre estaba resentido contra los cristianos y se rehusaba a escuchar. Como resultado del avivamiento, un hombre que le había defraudado —debiéndole aproximadamente $1,600 dólares— fue donde este hombre perdido, le pidió perdón, le pagó $600 dólares e hizo arreglos de pago para cubrir el balance pendiente.
El hombre fue donde el pastor que había tratado de darle testimonio para preguntarle: «¿Qué está pasando? ¿Qué ha pasado? Este hombre me está diciendo que Dios está haciendo un trabajo en su vida».
Vimos personas cuyos pecados habían afectado toda la iglesia, hacerse responsables de sus propios pecados, pararse frente a la congregación, confesar sus pecados y pedir perdón a la congregación. Una de las más dulces muestras de amor tuvo lugar a medida que la iglesia los perdonó con entusiasmo y se apresuró a restaurarlos.
Una de las más grandes demostraciones públicas de este avivamiento fue la noche en que 30-40 personas de nuestra iglesia cruzaron la ciudad para llegar a otra iglesia que se había separado hacía diez años, para pedir perdón por su amargura, malas respuestas y su orgullo.
El hombre que presidía nuestro consejo de diáconos, al momento de la separación se paró frente a la congregación y silenciosamente, humildemente, entrecortadamente pidió perdón en su nombre y en nombre de nuestra iglesia.
Contó cómo durante los últimos años había vivido una vida de cristianismo nominal, llenando todos los requisitos, pero lleno de orgullo, enojo y resentimiento por dentro. Él dijo: “En medio de todo ese caos, ni una sola vez sugerí que oráramos juntos para buscar la sanidad, la sabiduría y la gracia de Dios”.
Esa noche, hombres adultos que se habían evitado por años, terminaron abrazándose, llorando y expresando su amor y su perdón unos a otros.
Uno de los diáconos de la otra iglesia dijo que por diez años él se había rehusado a manejar por la calle donde vivía uno de nuestros diáconos. Una de las primeras cosas que hizo después que Dios lo liberó de su amargura y lo trajo a la reconciliación, fue manejar una y otra vez por la calle donde vivía aquel hermano.
El impacto de este incidente en la comunidad y en las familias involucradas aún se está sintiendo. Lágrimas de dolor, quebrantamiento y arrepentimiento fueron reemplazadas por lágrimas rebosantes de gozo y amor, y fueron derribadas también las barreras de culpa, egoísmo y orgullo entre el pueblo de Dios».
Bueno, creo que puedes percibir de estas ilustraciones la increíble importancia y el poder que tiene el pueblo de Dios cuando tiene una conciencia limpia. El tener una conciencia limpia no solo nos trae paz, gozo y libertad y nos permite reconciliar relaciones, sino que el potencial para impactar a las personas perdidas a nuestro alrededor es enorme.
Imaginen lo que sucedería si todo el pueblo de Dios que está escuchando este programa tomara en serio el reto de obtener y mantener una limpia conciencia. No sé cómo Dios puede estar hablando en tu corazón, pero estoy segura de que a través de estos minutos, el Espíritu Santo ha estado trayendo convicción a muchos, muchos corazones.
¿Ha señalado Dios algo en tu vida? Tal vez sucedió hace nueve años. Tal vez pareció como algo pequeño. Tal vez fue algo grande. Tal vez es una relación distanciada, algo que robaste, alguien a quien mentiste, alguna relación rota que necesita ser reconciliada.
Permíteme preguntar de nuevo, ¿tienes una conciencia limpia delante de Dios y delante de los hombres? Si no es así, ¿qué necesitas hacer para tener una conciencia limpia? ¿Ondearás la bandera blanca de arrepentimiento y dirás: «Sí, Señor»?
- Primero, busca el perdón de Dios, porque todo pecado primero es contra un Dios Santo.
- Después di: «Señor, en la primera oportunidad que proveas, iré tras esa persona o esas personas y confesaré lo que he hecho».
- «Voy a buscar su perdón, y voy a hacer lo correcto».
Annamarie: Cuando buscamos tener una conciencia limpia, Dios es glorificado. Esto es lo que Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado enseñando. Espero que las historias que Nancy compartió con nosotras hoy, te hayan animado a vivir con una conciencia limpia.
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Aquí está Nancy para cerrar nuestro tiempo en oración.
Nancy: Oh Señor, te ruego que en los próximos días tú seas glorificado y las relaciones sean reconciliadas, y las personas perdidas sean dirigidas hacia la realidad de la vida cristiana a medida que tu pueblo se inclina a tener una conciencia limpia. Que el perdón y la gracia y la misericordia fluyan en la medida que te obedecemos. En el nombre de Jesús oro, amén.
Annamarie: Invitándote a decir: «Sí, Señor», Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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En busca de Dios | Semana 7
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