Rebosa de gratitud
Sarah: Es muy fácil equivocarse al pensar que la gratitud depende de nuestras circunstancias. Nancy DeMoss Wolgemuth no está de acuerdo con eso.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Sabes, la gratitud no depende de nada que sea temporal o que nos puedan quitar, porque si tu esperanza depende de cosas que te pueden ser quitadas, ¡vas a ser una persona insegura y desagradecida!
La gratitud es independiente de todo eso. Es una decisión, una decisión para vivir un estilo de vida lleno de gracia.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Sea agradecido, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de marzo de 2024.
La Biblia nos dice claramente que dar gracias implica mucho más que decir «gracias», y no es opcional. Aquí está Nancy para hablarnos más sobre esto en la serie titulada: Gratitud cristiana.
Nancy: Hace un tiempo recibimos un correo …
Sarah: Es muy fácil equivocarse al pensar que la gratitud depende de nuestras circunstancias. Nancy DeMoss Wolgemuth no está de acuerdo con eso.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Sabes, la gratitud no depende de nada que sea temporal o que nos puedan quitar, porque si tu esperanza depende de cosas que te pueden ser quitadas, ¡vas a ser una persona insegura y desagradecida!
La gratitud es independiente de todo eso. Es una decisión, una decisión para vivir un estilo de vida lleno de gracia.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Sea agradecido, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 22 de marzo de 2024.
La Biblia nos dice claramente que dar gracias implica mucho más que decir «gracias», y no es opcional. Aquí está Nancy para hablarnos más sobre esto en la serie titulada: Gratitud cristiana.
Nancy: Hace un tiempo recibimos un correo de una de nuestras oyentes contándonos sobre una situación muy difícil que ella y su esposo estaban atravesando. Y me encantó el corazón que ella expresó. Aunque ellos están en ese valle, en ese lugar difícil, ella dijo:
«Mientras mi esposo batalla con un diagnóstico de mieloma múltiple, que es cáncer en los huesos, él y yo recordamos que tenemos a Jesús. Su presencia y Su gracia son nuestra luz y fortaleza.
Cuántas gracias le damos, porque Él está proveyendo todo lo que necesitamos para vivir esta vida y para la piedad mientras enfrentamos juntos esta batalla. ¡Gloria a Su nombre para siempre! El sufrimiento es una forma de cómo el fuego purifica. Ser como Cristo es la meta. Nosotros estamos agradecidos por todos los medios que Él usa para lograr eso, aunque sea un cáncer».
Wow, ¡qué corazón expresan esas palabras! Ayer hablamos de cómo el evangelio combina nuestra culpa con la gracia de Dios que nos salva y nos da lo que no merecemos: el favor de Dios, y cómo esto debería resultar en un torrente de gratitud y luego en generosidad, ¡porque de todas las personas en el mundo, los cristianos tenemos motivos para estar agradecidos!
¡Esta es una mujer que está enfrentando algo que es realmente difícil! Y todas nosotras enfrentamos cosas difíciles de diferentes maneras. Pero ella dijo: «Dios está usando esta situación difícil con un propósito, y nosotros queremos que Su propósito se cumpla en nuestras vidas. En medio de esto, Él nos está dando lo que necesitamos, y vamos a darle gracias a Dios por cualquier medio que Él use para hacernos más como Cristo».
Este es un tema que nosotras debemos recordar una y otra vez. Y sé que yo necesito hacerlo regularmente. Como mencioné ayer, hace un tiempo tuve la oportunidad de hablar con los empleados de una empresa en Michigan. Ellos me pidieron que hablara sobre la gratitud, y fue tan útil y reconfortante para mí volver a recordar la importancia de la gratitud.
Antes dije que la gratitud es reconocer y expresar aprecio por los beneficios que hemos recibido de Dios y de otros; mirar hacia arriba y hacia afuera. No se trata solo de mirar y pensar en los beneficios, sino de ser intencionales en decir: «Gracias», dar gracias a Dios y dar gracias a los demás.
Esta es la intención que vemos en el Salmo 103:
«Bendice, alma mía, al Señor,
y bendiga todo mi ser Su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios» (vv. 1-2).
Lo que nos impide ser agradecidas es que olvidamos los beneficios de Dios o los damos por sentado o simplemente asumimos que vamos a tener una casa donde vivir, ropa que ponernos, comida para comer, calefacción en los meses fríos y aire acondicionado en los meses más calurosos. Tristemente damos por sentado esos beneficios. Pero el salmista se dice: «¡No olvides ninguno de Sus beneficios!»
Y no se trata solamente de los beneficios tangibles y prácticos; claro, nosotras debemos dar gracias por eso, pero no olvidemos todos los beneficios que Él nos ha dado para nuestras almas, para nuestros espíritus. Así que el salmista sigue diciendo: «Él es el que perdona todas tus iniquidades» (v.3). ¡Wow! ¡Esto es algo muy importante! ¡No olvides lo que significa ser perdonada de tus pecados!
«El que sana todas tus enfermedades» (v.3). Él está en el proceso de sanar todo lo que está roto, herido y afligido en nosotras. En este mundo caído, ese es un buen regalo, es algo que hemos experimentado en cierta medida, ¡pero también será algo que vamos a experimentar por completo en la eternidad!
«El que rescata de la fosa tu vida» (v.4). La fosa es donde merecemos estar; la fosa es el infierno. ¡Pero el Señor ha rescatado nuestras vidas de esa fosa de destrucción!
Y: «El que te corona de bondad y compasión» (v.4). ¡Wow! El salmista dice: «¡No olvides Sus beneficios; no olvides ninguno de Sus beneficios!»
Soy tan bendecida por haber tenido personas agradecidas y llenas de gratitud en mi vida. Ayer mencioné algunas de ellas. Y otro hermoso ejemplo de gratitud ha sido mi amado esposo, Robert. Él es un hombre agradecido. A veces, cuando él empieza a señalar algo que no está saliendo bien, dice: «Pero no me voy a quejar. Yo quiero ser un hombre agradecido». Y él es un hombre agradecido.
Ya has escuchado la historia de cuando tuvimos que enfrentar el COVID y el cáncer al mismo tiempo. Durante el 2020 y hasta el 2021, Robert tuvo que hacerse varios tratamientos, radiografías y exámenes, y un cáncer tras otro; luego cirugía y quimioterapia…como el Señor puso en nuestros corazones ser más agradecidos; aumentó nuestra gratitud. Nosotros queríamos estar rebosantes de gratitud aunque no supiéramos lo que iba a pasar. No conocíamos el pronóstico de Robert. ¡Pero ahora estamos muy emocionados de que Robert está en remisión! Ahora es más fácil dar gracias.
Pero nosotros dijimos: «Queremos dar gracias aunque tengamos malas noticias». Cuando los exámenes de sangre mostraron que Robert tenía anemia, durante todos esos meses, él se sentía muy débil. Pero dijimos: «Queremos dar gracias en estos momentos también». Cuando pensé que yo podría quedar viuda antes de que se acabara el año, quisimos dar gracias al Señor.
Y tal vez puedes recordar cómo convertimos nuestra sala en un lugar para dar gracias. Durante meses, cada noche mientras cenábamos, escribíamos notas en hojas pequeñas de colores sobre alguna cosa o cosas de ese día: cosas grandes y pequeñas, cosas buenas y difíciles por las que estábamos agradecidos.
Las escribíamos y luego las pegábamos en los marcos y las paredes de la sala. Nuestra sala se convirtió en un lugar para dar gracias. Y eventualmente las paredes quedaron cubiertas con notas de agradecimiento. Cada vez que yo pasaba por ahí, cuando me sentía tentada a quejarme por lo que nos estaba sucediendo, miraba estas notas que estaban por todas partes y pensaba: «¡Tenemos tanto para estar agradecidos!» Y me sentía motivada a dar gracias. Después de un tiempo, quité todas esas pequeñas notas y las puse en un álbum junto con las notas de salud que publiqué durante ese tiempo.
Ese álbum está sobre la mesa de centro en nuestra sala. Es un recordatorio de la fidelidad de Dios, los beneficios de Dios. A propósito, hice un video corto sobre nuestra pared de gratitud y lo puedes encontrar en el enlace, en la transcripción del episodio de hoy.
¡Qué poderoso tiempo fue ese para nosotros! Y qué hermoso es para mí, no solo esa temporada, sino también todos estos años que Robert y yo hemos estado casados, ver a este hombre ser un hombre agradecido.
Sabes, el mundo ha atravesado por muchas cosas en los últimos años. Creo que hemos visto un aumento de la ingratitud con el COVID, con toda la tensión política, la tensión racial, el aumento de los índices de criminalidad, el aumento de la inflación. Estamos viviendo en un mundo lleno de enojo, un mundo herido. Hemos visto un aumento acelerado en los niveles de ansiedad y depresión. La gente está sintiendo mucho temor.
De hecho, hace un tiempo estuve hablando con una señora que me contaba sobre cómo ella siempre había sido una persona ansiosa. Ella era una mujer hermosa y joven; una mujer profesional. En ese momento podías mirarla y pensar: «Ella lo tiene todo». Pero ella abrió su corazón y me dijo: «Soy una persona ansiosa; soy una persona temerosa».
También me contó cómo el COVID afectó su negocio, y debido a eso comenzó a tomar alcohol. Ella se volvió alcohólica y estuvo en tratamiento por mucho tiempo tratando de lidiar con eso. Ahora ella dice: «¡Es tan difícil!» ¡Aquí hay una mujer que necesita a Jesús!
Esta fue una gran oportunidad para expresarle compasión y empatía. Estamos viviendo en un mundo difícil donde suceden cosas difíciles. Pero también fue una oportunidad para compartir las buenas nuevas de que ¡Cristo es el Único que puede llenar esos lugares vacíos en nuestros corazones!
Realmente he llegado a creer que la falta de gratitud se debe a mucha desesperación y desilusión, que son tan comunes en nuestro mundo hoy, y aun entre los cristianos. Tenemos este enorme sentido de mi derecho.
Lo veo en los jóvenes, pero también en las personas mayores. Centrarse en «cuánto me deben», en lugar de «cuánto le debo a Dios y a los demás». Centrarse en «cuánto no tengo», en lugar de «cuánto tengo».
Veo hoy tantas amenazas en nuestra economía, especialmente con la inflación de los precios y la incertidumbre sobre nuestro futuro económico. Observo a mucha gente y veo que su sentido de estabilidad y bienestar está ligado a su portafolio o a su cartera o al mercado de valores.
También veo a otras personas cuya seguridad, bienestar y esperanza no dependen de nada de eso, sino que confían en Cristo, en Sus promesas y en Su evangelio. ¡Qué diferencia tan grande hace eso en las vidas de las personas!
Sabes, una actitud de gratitud no depende de nada que sea temporal o que se nos pueda quitar, porque si tu esperanza depende de cosas que te pueden quitar, vas a ser una persona insegura y desagradecida. La actitud de gratitud es independiente de todo eso. Es una decisión; una decisión para vivir un estilo de vida lleno de gracia.
Ahora, nosotras podemos escoger enojarnos, podemos escoger estar deprimidas, podemos escoger ser hostiles o vengativas con aquellos que nos han ofendido. O podemos tomar la decisión cada día de ser agradecidas con las cosas pequeñas y las cosas grandes.
De hecho, he aprendido durante los años que, en cada circunstancia y momento de mi vida, puedo quejarme o adorar y dar gracias. Estas son mis dos respuestas básicas a la vida. Yo puedo quejarme por las cosas pequeñas o alabar y darle gracias a Dios, quien es mucho más grande y poderoso que todas las cosas grandes y pequeñas.
A veces necesitamos preguntarnos las unas a las otras, de la manera más considerada posible, cuando nos estamos quejando y murmurando: «¿Estás quejándote o estás dando gracias?» Robert es muy bueno conmigo en esto, porque fácilmente puedo asumir una actitud negativa; para mí muchas veces el vaso está medio vacío. Pero Robert me ayuda mucho a volver a ver el vaso medio lleno y así, estar agradecida.
Hay incontables bendiciones que fluyen de un corazón agradecido, pero también hay muchos pecados que fluyen de un corazón con falta de gratitud. Y podemos ver mucho de eso en el Antiguo Testamento cuando los israelitas estaban en el desierto.
Dios proveyó todo lo que ellos necesitaban: agua, comida, Su presencia, Su protección, Su dirección, y aun así, una y otra vez, vemos al pueblo quejándose, afligidos y murmurando en vez de dar gracias. Hay un versículo que siempre me ha confrontado cada vez lo leo. Está en el libro de Números, capítulo 11.
El contexto aquí es que el pueblo de Israel está atravesando el desierto, Dios está proveyendo para todas sus necesidades, pero ellos siempre buscaban un motivo para quejarse. A menudo las Escrituras nos dicen de qué se quejaban. En este caso se trataba de una queja general.
Números 11, versículo 1:
«Y el pueblo comenzó a quejarse en la adversidad a oídos del Señor».
Yo no sé cuál era la adversidad en ese momento, y tal vez es mejor que no lo sepamos, porque nosotras siempre tenemos algo de qué quejarnos, ¿no es cierto?
Ellos no solo se quejaron entre ellos mismos, ellos se quejaron abiertamente delante del Señor y delante de los demás, diciéndose el uno al otro: «¿¡No es esto horrible?! ¡¿No es esto atroz?!» Bueno,
«…y cuando el Señor lo oyó, (y recuerda que el Señor siempre escucha) se encendió Su ira, y el fuego del Señor ardió entre ellos y consumió un extremo del campamento».
¡Wow! Muchas veces he pensado: «¿Y si Dios hiciera eso hoy cuando nos escucha quejándonos y murmurando?» Él no solo escucha lo que decimos, Él sabe lo que hay en nuestros corazones. Si Él enviara fuego para consumirnos… ¡Uf!
Bueno, yo estoy muy agradecida de que ahora vivimos bajo el nuevo pacto de gracia. Jesucristo cargó sobre Sí mismo la ira de Dios, el juicio que nosotras merecíamos por nuestra murmuración, nuestra ingratitud y por cada pecado que hemos cometido.
Pero este no solo es un ejemplo del Antiguo Testamento para aquellos que vivieron en esa época; este es un ejemplo para nosotras que vivimos en la era de la gracia. Pablo menciona todo este incidente en 1 Corintios 10:10, donde él dice: «Ni murmuren, como algunos de ellos murmuraron, y fueron destruidos por el destructor».
Ahora, déjame decirte que la palabra «quejarse» en griego es una palabra que, de hecho, suena como la palabra «murmurar»: «mrmurmurmr», suena como «mmrmmurmrrm». No es algo bueno, ¿cierto? «Ni murmuren, como algunos de ellos murmuraron, y fueron destruidos por el destructor».
Pero luego Pablo dice: «Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros» (v.11). Necesitamos aprender del pueblo de Israel. Siempre tenemos más motivos para alabar y agradecer que para quejarnos.
Y eso sigue siendo verdad aun en medio de las adversidades que debemos enfrentar. Nos enfrentamos a situaciones difíciles, a cosas horribles que suceden en nuestro mundo. Y tal vez en este momento tú estés pasando por alguna situación difícil. Yo no quiero minimizar tu situación en absoluto.
Las Escrituras nos dicen en el Salmo 30:5 que: «El llanto puede durar toda la noche». Hay temporadas difíciles y de llanto, pero Dios siempre está presente, Él siempre tiene un propósito, y siempre está trabajando para cumplir Su buena voluntad en nosotras y a través de nosotras en medio de esas dificultades. Así que la enseñanza es: «No murmures, como algunos de ellos lo hicieron».
Esto es algo muy importante que nuestra cultura de hoy debe entender. Y yo realmente creo que gran parte del pecado que vemos hoy en nuestro mundo, se debe a la falta de gratitud. Y vemos esto claramente en Romanos capítulo 1, versículo 20, dice:
«Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, (estos son atributos invisibles, pero tú los puedes ver claramente) siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa».
La creación muestra la gloria, la bondad y la gracia de Dios, Su poder y Su divinidad, de modo que, como resultado:
«Ellos (Pablo dice) no tienen excusa».
Nadie en el mundo puede decir: «Yo no sabía nada de Dios. Yo no tuve ninguna oportunidad para creer en Él».
Pero si levantan los ojos, si miran a su alrededor, si miran hacia abajo, verán en la creación, en todas partes, pruebas, evidencias del poder de Dios y de Su naturaleza. He aquí el problema: no es que no supieran nada de Dios. El versículo 21 de Romanos 1 dice:
«Pues aunque conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron gracias».
Ellos no honraron al Dios que ellos vieron en la creación ni le mostraron gratitud. Y, ¿qué sucede cuando la gente no es agradecida? El versículo continúa:
«…sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios…» (vv. 21-22).
Yo le mencioné algo de esto a Robert una noche cuando mirábamos las noticias, y yo estaba escuchando la intensidad, la absoluta necedad, las mentiras que dicen las personas que están reportando muchos de los problemas de nuestro mundo actual.
Yo le dije: «Querido, profesando ser sabios, se han vuelto necios». Luego se pone peor.
«(Ellos) cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. (Ellos se volvieron idólatras). Por lo cual Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos» (vv. 23-24).
¿No describe esto lo que estamos viendo a nuestro alrededor en nuestro mundo hoy? ¿La terrible inmoralidad, borracheras, inmoralidad sexual e idolatría?
¿Y dónde empezó todo esto? ¡Ellos no honraron al Dios que vieron en la creación, y no le mostraron gratitud! Escucha, ¡tú y yo estamos a un paso de caer en idolatría e inmoralidad, los peores pecados imaginables, cuando dejamos de estar agradecidas! La gratitud trae muchas bendiciones, pero el pecado es el resultado de nuestra falta de gratitud.
Y me has escuchado muchas veces decir: «¡Todo lo que me hace buscar a Dios es una bendición!» Las adversidades, las dificultades, los momentos difíciles, todo eso es una bendición porque me hace buscar a Dios y eso es motivo de gratitud.
Nuestras relaciones crecen con la gratitud. Nuestra relación vertical con Dios crece con la gratitud cuando le damos gracias. Nuestra relación horizontal con los demás crece mucho cuando expresamos gratitud.
Y eso es cierto en todas nuestras relaciones, y es cierto en nuestro lugar de trabajo. Las personas disfrutarán trabajar contigo si eres una persona agradecida que expresa la gratitud. Y tú disfrutarás trabajar con personas que son agradecidas en tu lugar de trabajo. Esto cambia la atmósfera.
Esto cambiará la atmósfera en tu matrimonio. Robert y yo tratamos diligentemente de expresar gratitud por las pequeñas cosas, y es difícil que pase un día sin que Robert me agradezca por tender la cama. Difícilmente pasa un día sin que yo le agradezca a él por lavar los platos en la noche, y por sacar la basura los martes en la mañana. Él me da las gracias todas las noches por hacer la cena.
Nosotros nos agradecemos el uno al otro, lo expresamos. No queremos pasar esas cosas por alto; eso endulza nuestro matrimonio. Y ¿sabes qué? Cuando suceden cosas irritantes, (y la realidad es que ambos hacemos cosas que estoy segura de que irritan al otro y lo hacen pensar: «¿Por qué él/ella hizo eso?» Todo se pone en perspectiva cuando tu enfoque está en las cosas buenas, cuando dices: «Gracias».
Y esto es cierto con tus hijos y con tu familia. Te voy a decir esto: La gratitud va a cambiar la atmósfera de esa cena familiar el Día de Acción de Gracias.
Esto cambiará nuestra cultura. ¿Qué pasaría si los cristianos fueran personas realmente agradecidas? ¿Qué pasaría si los cristianos les expresaran gratitud a los vecinos y a la gente que no tiene a Dios, y a los cajeros en las tiendas; si se tomaran el tiempo para decir: «¡Gracias!»?
Robert y yo tuvimos una buena oportunidad para hacer eso durante los meses que él tuvo que ir varias veces al médico. Es algo importante darle las gracias a los doctores y a las enfermeras, a las personas que son visibles y a los profesionales.
Nosotros tomamos un tiempo especial para hacer una pausa y darles gracias a las personas «invisibles»: alguien que limpió el baño en el hospital o en el consultorio del médico; alguien en la puerta principal que durante el COVID tuvo que preguntar muchas veces al día: «¿Ya se hicieron la prueba para el covid?» Ellos tuvieron que hacerles esas mismas preguntas a todas las personas que entraban por esa puerta día tras día.
¿Cuántas personas crees tú que se detuvieron para decir: «Gracias por todo lo que estás haciendo para mantenernos saludables»? ¿Qué diferencia podría hacer eso en nuestro mundo si fuéramos personas realmente agradecidas? ¿Cómo cambiaría tu mundo si tú fueras una persona realmente agradecida?
Pablo dice en Colosenses 2:7 que debemos estar «rebosando gratitud». ¡Rebosando gratitud! Y eso no debe ser algo difícil, ¡porque la gracia, las misericordias, las riquezas y las bendiciones de Cristo nos han inundado de una manera muy abundante!
Sarah: Gracias, Nancy. En un momento te voy a pedir que ores por nosotras, porque todas necesitamos aprender más sobre la gratitud.
Pero primero quiero mencionarles a nuestras oyentes acerca de tu libro Sea agradecido.Ha estado disponible desde el año 2009, y ha sido republicado recientemente. En este libro Nancy nos habla de manera más detallada sobre el poder de la gratitud, la diferencia entre murmurar y dar gracias, por qué la gratitud es tan importante…¡y mucho más!
También al final del libro hay un recurso muy práctico que podemos usar para aprender más sobre la gratitud. ¿Podrías hablarnos sobre esto, Nancy?
Nancy: Así es. Me alegro mucho de haber incluido esta última sección en el libro. Se titula Creciendo en gratitud. Es una guía devocional de treinta días, y nos ayuda a aplicar y entender «¿qué es la gratitud? ¿Qué significa esto en mi vida diaria?»
La tentación es leer un libro como este o tal vez oír un par de programas como este, y luego seguir con otro tema. Pero si tú dedicas treinta días para enfocarte en el tema de la gratitud, tal vez te gustará conseguir el libro.
Dedica un tiempo cada día para leer las Escrituras, para pensar en ellas, para meditar en ellas, y luego piensa cómo podrías aplicar de manera práctica ese aspecto de la gratitud en tu vida y en tus circunstancias actuales.
Sarah: Puedes obtener una copia del libro de Nancy Sea agradecido, en nuestra página avivanuestroscorazones.com o en tu librería favorita. Aquí está Nancy para orar.
Nancy: Quiero orar por ustedes con el pasaje de Colosenses capítulo 3, para cerrar nuestro tiempo de hoy. Esta es mi oración por ti y por mí, por nosotras, para cada día de nuestras vidas.
Colosenses 3, empezando en el versículo 15:
«Que la paz de Cristo reine en sus corazones, a la cual en verdad fueron llamados en un solo cuerpo; y sean agradecidos. Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría, enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones. Y todo lo que hagan, de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre» (vv. 15-17).
Oh Padre, ¡cuánto te agradecemos! ¡Tú has sido tan, tan bueno, tan fiel, tan considerado, tan misericordioso! ¡Que el agradecimiento y la gratitud inunden nuestros corazones y rebosen en nuestras vidas! ¡Que nuestro mundo, nuestras familias, nuestros matrimonios, nuestros hijos, nuestros trabajos, nuestras iglesias y nuestras comunidades, sean afectadas de manera positiva con esta actitud de gratitud, y que cuando la vean en Tu pueblo se animen a adorar a Cristo, quien ha hecho tanto por nosotros! Te damos gracias en el nombre de Jesús. ¡Amén!
Sarah: Invitándote a tener un corazón rebosante de gratitud por la libertad, plenitud y abundancia que tienes en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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