¡Qué gracia he recibido!
Débora: Damaris Carbaugh creció conociendo acerca de Dios, pero en un viaje a Argentina, Dios la enfrentó con una pregunta.
Damaris Carbaugh: Y yo muy contenta escuchando la conferencia, la prédica que había para los pastores…pero una noche como que se apagó el micrófono del pastor que estaba hablando…como que no escuché nada, y verdaderamente el Señor me visitó ahí sentada en esa iglesia en Tucumán, una iglesia pequeña, y el Señor me preguntó, «¿qué estás haciendo Damaris?» Y cuando sentí esa pregunta, en esa pregunta lo entendí todo…
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 1 de febrero de 2023.
Damaris Carbaugh:
En el monte calvario, estaba una cruz
Emblema de afrenta y dolor
Más yo amo esa cruz, do murió mi Jesús
Por salvar al más vil pecador…
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, acabamos de escuchar el …
Débora: Damaris Carbaugh creció conociendo acerca de Dios, pero en un viaje a Argentina, Dios la enfrentó con una pregunta.
Damaris Carbaugh: Y yo muy contenta escuchando la conferencia, la prédica que había para los pastores…pero una noche como que se apagó el micrófono del pastor que estaba hablando…como que no escuché nada, y verdaderamente el Señor me visitó ahí sentada en esa iglesia en Tucumán, una iglesia pequeña, y el Señor me preguntó, «¿qué estás haciendo Damaris?» Y cuando sentí esa pregunta, en esa pregunta lo entendí todo…
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 1 de febrero de 2023.
Damaris Carbaugh:
En el monte calvario, estaba una cruz
Emblema de afrenta y dolor
Más yo amo esa cruz, do murió mi Jesús
Por salvar al más vil pecador…
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, acabamos de escuchar el tema En el monte Calvario, y la artista es mi amiga, Damaris Carbaugh. Estoy encantada de que esta semana podamos tener a Damaris con nosotras en el estudio.
Damaris, gracias por acompañarnos. Ha pasado mucho tiempo en que no nos veíamos, y estoy encantada de que nuestras oyentes aquí en Aviva Nuestros Corazones tengan la oportunidad de saber de ti y de escucharte una vez más.
Damaris: Gracias, Nancy. Es un placer poder hablar contigo de nuevo. Es un honor poder compartir con todas las que van a escuchar este programa. Que el Señor me ayude a edificar y a bendecir a todos los oyentes.
Nancy: Así es, como siempre. Y bueno, nos conocemos desde hace tiempo Damaris, tú y tu esposo Rod. Cuando supe que estaban en el área y que tenías un concierto, te pregunté si podías venir al estudio para grabar aquí con nosotros. Y como nuestras oyentes te aman –porque definitivamente, Damaris, si hay algo que sabemos, es que en Latinoamérica tú eres una mujer muy amada– pensamos que era bueno que se pusieran al día contigo y lo que está sucediendo en tu vida y en la de Rod y con tu familia y ministerialmente todo lo que está pasando; porque ustedes son personas que aman al Señor y definitivamente me motivan a amarlo más.
Damaris: Ay qué bueno, y si es lo único que he hecho es suficiente.
Nancy: Y yo quisiera contagiarme del gozo que tú siempre manifiestas. Y sé que nuestras oyentes están felices de escucharte hoy. Así que gracias de nuevo por darnos esta oportunidad. Y yo quisiera pedirte que nos pongas al día, porque definitivamente después de la pandemia y todo esto han sucedido muchas cosas, y yo quiero que nos pongas al día, tanto en lo que es tu familia como lo que es el ministerio, todas estas invitaciones que tienes.
Damaris: Sí. Bueno, en la pandemia, mi hija mayor –tengo dos, una hija y un hijo– se casó en el 2020 y se casó en el patio de la casa de mi pastor porque todo se había cerrado. ¿Te acuerdas cuando salimos de Monterrey? Llegamos casi en el último momento que podíamos llegar, pero llegamos. Era el 15 y la boda de ella iba a ser el 28, pero todo se cerró, también donde iba a tener la recepción.
Ella estaba muy decepcionada pero cuando se dio cuenta que ella no era la única, que el mundo entero estaba totalmente encerrado, se casó. Se casó con un muchacho que queremos mucho, los dos aman al Señor y eso pasó en el 2020. En ese mismo año mi hijo se mudó cerca de nosotros –ya tenía en ese tiempo dos hijas y ahora nos ha concedido dos más, así que tenemos 4 nietas que viven muy cerquita de mí– y estamos muy felices de poder estar tan cerca de ellos.
Mis dos hijos son personas que aman al Señor, que sirven al Señor, y nada me da más alegría que eso. Así que estoy muy agradecida al Señor. Cuándo viene al ministerio el 2020, aunque aunque me deprimió, me acuerdo que llegamos a casa el 15 de marzo de Monterrey, y cerca de la tercera semana en abril hice un devocional corto porque yo estaba tan fuera de…
Yo decía, ¿qué es esto? De vez en cuando le decía a mi esposo, «vamos a ir a…» No, no podemos ir. «Vamos a comer a…» No, no podemos ir. Y sentí como un ahogo. Yo decía, «qué horrible». ¿Y me estaba regocijando? No, no me estaba regocijando. Estaba leyendo la Biblia –como siempre digo yo «lee la Biblia»– y llegué a Romanos 12:12, donde dice: «Regocíjate en tu esperanza que es eterna. Ten paciencia en las dificultades y sigue orando» (paráfrasis).
Cuando leí eso dije: «Señor, gracias porque ahora sé que no me estoy alegrando en ti. Yo sé que está pandemia es difícil y no me puedo alegrar de la pandemia; pero sí me puedo alegrar en Ti, que Tú eres mi esperanza y siempre puedo estar alegre en Ti. Señor, Tú sabes que no he tenido paciencia con esto, pero ayúdame».
Y la última parte de esa oración dice, «y sigue orando», como que, si no está funcionando el alegrarte y el tener paciencia, pues ponte a orar. Y le di tantas gracias al Señor porque de verdad me desperté a la verdad como dice en Santiago, «cuando enfrenten todo tipo dificultades, alégrense, porque es oportunidad para que nuestra fe crezca».
Así que siento que el Señor me ha ayudado a crecer en la fe, y también Nancy, te quiero decir, que esa invitación que me hiciste para estar contigo en la República Dominicana en el 2015, eso ha abierto muchas puertas en el mundo de Latinoamérica. Yo nunca hablo en español, o mejor dicho, hablo así a mi manera. Y le digo, «Señor ayúdame». De vez en cuando no puedo alcanzar la palabra que quiero en español, pero como soy latina todo el mundo cree que puedo; pero el Señor es el que me ayuda.
Pero tantas oportunidades…y en la pandemia tuve un montón de zooms con iglesias en México, en Perú, en El Salvador…
Nancy: En Ecuador, porque, quizás muchas personas no saben, pero se cerraron las fronteras; pero Dios a través de la tecnología abrió otras vías para poder llevar los mensajes. Y definitivamente Dios quiso bendecir iglesias Damaris, que quizás aunque hubieran querido tenerte, no podían porque quizás eran iglesias pequeñas, no tenían los recursos para invitar un conferencista extranjero, pagarle los gastos de viaje, y todo eso, pero las invitaciones por Zoom llovían, y yo sabía que tú aceptabas todas esas invitaciones que te hacían y estabas presente en muchísimos zooms, y bendijiste la vida de tantas mujeres en Ecuador, como tú decías, en infinidad de países.
Damaris: Me alegré tanto porque yo nunca habría podido ir a tantos lugares…Argentina, un montón. Y dije, «gracias Señor». Así que, fíjate, lo que empieza como un horror, muchas veces termina en algo glorioso.
Nancy: Amén, porque la voluntad de Dios siempre es mejor.
Damaris: Siempre es mejor. El Calvario…cuando empezaste con el himno del Calvario… Señor eso fue tan horroroso, lo que Tú sufriste…pero fue tan glorioso. Así que en todo lo difícil, si lo vemos como Dios quiere que veamos las cosas, podemos ver la lindura que Él va a obrar.
Nancy: Y tú sabes Damaris, que tu experiencia en el mundo cristiano, ha sido como cantante y ahora como conferencista también; pero yo recuerdo que la primera vez que escuché hablar de ti fue a través de un amigo que estaba construyendo mi casa. Él había conocido a Jesús mientras la estaba construyendo y empezó a escuchar tu música como recién convertido y empezó a hablarme acerca de Damaris, y yo no sabía mucho acerca de música cristiana contemporánea, pero él me introdujo a tu música.
Y definitivamente el introducirme a tu música y haberte conocido ha sido una gran bendición para mí, así como para todas esas mujeres. Yo he sido muy bendecida de tenerte cerca y sé que muchos otros también.
Damaris: Gracias.
Nancy: Entonces yo, aunque sé que la mayoría de las seguidoras de Aviva te conocen y conocen la historia, quizás alguien no conoce parte de esa historia que nosotras conocemos, y yo quisiera que tú nos cuentes un poco de esa historia, aunque sea más breve, como Dios te la traiga al corazón. Un poco del contexto porque quisiera que las que no te conocen te conozcan. Quiero que nos digas cómo conociste a Jesús, y luego entonces vamos a hablar un poco de la música y cómo eso se convirtió en una parte tan importante de tu vida, porque creciste en una familia cristiana.
Damaris: Sí. Yo viví en Puerto Rico 3 años. Fui criada la mayor parte del tiempo en Nueva York, pero 3 añitos, segundo y tercer grado de escuela elemental estaba en Puerto Rico y mi mamá predicaba. Cuando lo digo tengo que decir, «perdónenme, pero me crié en una denominación donde las mujeres predican».
Mi mamá estaba predicando en una campaña en Puerto Rico, hizo un llamamiento…y empezaron a pasar almas al frente. Entonces me dieron ganas de llorar –estaba sentadita ahí con mis 8 años, y una señora vino donde mí y me dijo, «preciosa, ¿tú quieres pasar adelante? –porque me vio llorando– y yo le dije, «no». Me molestó mucho que me pidiera eso y cuando se terminó fui a donde mami y le dije, «mami, una señora vino donde mí para saber si yo quería pasar adelante». Mi mamá sabía que yo estaba enojada. Y le dije, «esas personas que pasaron al altar son malas, y yo no soy mala porque yo soy tuya». Y mi mamá me dijo, «tú no eres hija de Dios porque eres hija mía, no. Dios te tiene que salvar y tienes que entender que necesitas salvación».
Y yo me quedé boba. Creo que cuando me presenté al Señor yo le dije, «yo creo que Tú estás confundido», porque era una niñita. Qué sabía yo, todavía no sabía nada. «Pero yo quiero que Tú sepas que yo pertenezco a Ti». Pero qué bueno que el Señor ha sido tan misericordioso porque a través de los años me he dado cuenta de lo mucho que no sabía y lo mucho que entiendo ahora.
Bueno, eso fue a los 8 años. Ya por los 11 años, el cántico y la música eran…mi papá cantaba y tocaba, y eso me llegó al corazón como una flecha, yo estaba enamorada de la música. Y a los 11 años mi mamá se dio cuenta de que yo tal vez necesitaba una maestra de canto. Empecé a estudiar con una señora italiana que tenía un estudio en Carnegie Hall. Ella le dijo a mi mamá, «no no no yo no recibo niñitos de 11 años y mami le dijo, «la puedes conocer por lo menos y oírle la voz», y ella dijo, «está bien, pero no creo que cambie de opinión». Y cuando yo entro, y ella me ve así de grande como soy ahora…
Nancy: O sea que no parecías de once años.
Damaris: No, y tenía una voz grande, y ella se dio cuenta y me dijo…
Nancy: Cuando tú dices que tenías una voz grande te refieres a…
Damaris: Una voz potente, no de niña sino de mujer. Empecé a cantar. Y a esa misma edad, la directora del coro de nuestra iglesia me permitió estar en el coro, y nadie preguntaba por qué esa niñita estaba ahí, pues yo era más alta que muchas de las adultas que estaban en el coro. Y ahí empecé.
Pero a los 15 años, cuando estaba en la preparatoria, participaba en todos los shows que la escuela daba. Y en uno de esos shows un maestro vino donde mí y me dijo, «óyeme, tú tienes un talento…si tú quieres puedes llegar a las alturas». Me dijo algo así, exactamente no sé cómo, pero eso me cayó tan bien, «eso es lo que yo quiero, llegar a las alturas, donde sea eso pero yo quiero llegar».
Nancy: Por fin alguien se dio cuenta de que yo voy a llegar. Voy a tomar esto como profético.
Damaris: Así mismo. Y este hombre me llevó a un músico que empezó a trabajar conmigo. También me recomendó como cantante en los primeros comerciales que hice –como para Kentucky Fried Chicken, Coca cola, Mazola, Continental Airlines…y ahí empezó mi vida en los estudios de Nueva York.
¡Me encantaba! Y ahí empecé a buscar lo que ese hombre dijo, y yo creo que traté de convencer al Señor. «Mira, los planes míos son buenos, muy buenos. Nunca voy a hacer cosas malas», porque ya para esa edad, a los 17, 18 años, yo no era una muchacha que quería estar en la calle ni usar drogas, ni tomar alcohol. Cuando salió un disco con Columbia Records, ya estaba casada.
Tenía un esposo y tenía hijos ya. Yo decía, «yo estoy bien, me gusta la iglesia, me gusta la prédica, no estoy mal. Yo solamente quiero tener éxito en el mundo secular, cantar en sitios enormes y ganar mucha plata porque eso me gusta».
Tengo una hermana mayor que está casada con un pastor. Ella se llama Debora, que quiere decir abeja y Damaris quiere decir vaquilla…y yo digo, profético porque la abeja trabaja mucho y la vaca no hace nada.
El enemigo nos conoce y nos ha estado estudiando por mucho tiempo. Y estoy segura de que me puso en la mente, «si tú usas tu talento como debes usarlo, vas a estar muy cómoda. No vas a tener que lavar ni limpiar ni cocinar ni manejar…no vas a tener que hacer nada, solamente verte linda, pararte en el escenario, cantar y que todo el mundo grite.
Y lo tengo que decir así, casi haciéndome un poco de burla porque creo que algunas veces cuando hablo de mi sueño, se me hace que hay algunas personas que quieren preguntar, «¿y que está mal con lo que tú querías? ¿Qué hay de malo con eso?
Nancy: Sí, porque tú querías cantar música secular y no música evangélica, porque tú lo que querías era hacer dinero con el talento y no querías hacer dinero con la iglesia. Querías ser rica y famosa.
Damaris: Exacto. Y le decía al Señor, «no te preocupes, yo le voy a mandar plata a misioneros, a la iglesia, me voy a vestir bien, no voy a hablar feo, porque yo soy cristiana. Tú no tienes que preocuparte de mí». Yo tratando de convencer al Señor. Y tomó años para entender algo. En todos esos años que yo quería lo que yo quería, ni me entraba en la mente tener una disposición que dice, «Señor, yo soy Tuya y Tú me hiciste para Tu gloria, ¿qué quieres? Yo haré lo que Tú quieras».
Eso era lo último en mi mente. Yo vivía para complacerme a mí. Para mí, Nancy, eso es peor que la droga y el alcohol, para mí eso es más malo todavía porque conozco lo bueno que es Dios, lo que ha hecho por mí, y todavía no quiero decirle, «aquí estoy, completamente Tuya, haz conmigo Señor lo que tengas que hacer. Aun el precioso perfecto Hijo de Dios dijo: «Si es posible que esta copa, esa cosa tan difícil que Él iba a tener que tomar…pero dijo: «no mi voluntad sino la Tuya».
Yo no vivía con esa mentalidad, con ese corazón. Y esa es la maldad. Eso es lo más feo, lo más horroroso que hay, y por fin el Señor en el 88 –yo tenía 33 años…
Nancy: En 1988 sucedió algo que cambió tus prioridades. Porque escuchándote hablar ahora me venía tu canción que dice «haz conmigo Señor lo que tengas que hacer», pero el Señor tuvo que llevarte hacia un cambio, porque definitivamente tu prioridad era Damaris, su opinión, su voluntad.
Entonces ¿qué pasó ahí en 1988?
Damaris: Era una conferencia de pastores. El pastor Cymbala del Brooklyn Tabernacle me dijo… Él no sabía, es otra cosa que tengo que decir, no sabía cómo yo estaba persiguiendo lo que yo estaba persiguiendo. Estoy segura que no me habría invitado a cantar en esta conferencia de pastores si hubiera tenido un sentido de lo lejos que mi corazón estaba.
Gracias al Señor que ocultó –en un sentido– la condición de mi corazón, porque yo fui con alegría. «Ay cómo no, me encantaría estar con ustedes». Mi esposo no fue en ese viaje pero yo fui con mi hermana y mi cuñado que es mi pastor. Y llegué a cantar y yo todavía no tenía grabaciones, pero la esposa del pastor Cymbala toca y mi hermana también. Así que me acompañaron y canté himnos y yo muy contenta escuchando la prédica en la conferencia que había para los pastores.
Pero una noche, como que se apagó el micrófono del pastor que estaba hablando y no escuché nada…y verdaderamente el Señor me visitó ahí sentadita en esa iglesia en Tucumán. Una iglesia pequeña, caben como 200 personas, en el sentido que no eran miles. Y el Señor me preguntó, ¿qué estás haciendo Damaris? Así, eso fue lo único, ¿qué estás haciendo? Y cuando sentí esa pregunta, en esa pregunta lo entendí todo. Era como…todos esos años, cuando empezó esa ambición, tenía como 16 años, y ahora tengo 33.
Han pasado 17 años, y en esos 17 años –espiritualmente digo– yo me he hecho la boba. Como que «no estoy mal, estoy bien. Todavía estoy en la iglesia, todavía amo al pueblo de Dios, yo no estoy mal». Pero en ese momento…como que todos esos años… pensé, ¿cómo es posible que yo me haya convencido de que estoy bien, cuando estoy tan lejos?
Y esa pregunta que me hacía el Señor, es porque Él sabe exactamente lo lejos que estoy. Pero también me dio vergüenza y decepción. No fue con gozo pero yo le dije al Señor, «okay, está bien. Yo sé que estoy mal y ahora me doy cuenta que todo lo que yo quiero no es lo que Tú quieres, y aunque no me gusta –así lo dije– aunque no me gusta, por lo menos entiendo que estoy en contra de Ti y no quiero estar en contra de Ti, no quiero Señor. Eso me duele.
Y me dio vergüenza, Nancy. ¿Cómo puede ser que haya sido tan ignorante? Cuando uno no quiere ver, no ve. Y no quería ver.
Nancy: Mira, Damaris, tú decías anteriormente algo que mencionaste, que hay personas que te decían, «pero ¿qué tiene de malo que quieras cantar y ser cristiana y cantar música secular o hacer comerciales –lo que lo que fuera en el mundo secular? Lo que pasa es que si Dios tiene un llamado, es como tú dices, nadie sabía lo que Dios estaba haciendo en tu corazón, la lucha que tú internamente estabas llevando, y esa lucha es personal.
Dios quería que Damaris se rindiera a Él, que rindieras tu vida. Y esos son los tratos de Dios para cada quien. Y fíjate en Argentina –te vas lejos– y como quiera Dios ahí te sigue y en un sitio pequeño donde hay una conferencia de pastores, Dios trata con tu corazón y de ahí en adelante –quizás no de buena voluntad– pero Dios te impulsó a obedecerlo, a hacer lo que Él decía aunque no fuera con una rendición gozosa y contenta, «qué alegría, ahora voy a hacer lo que Dios dice que yo haga»; pero fue una disposición obediente a hacer Su voluntad.
Damaris: Esa historia en la Biblia de dos hermanos donde Dios le dice a uno, «quiero que hagas esto», y dijo «sí», pero no lo hizo. Pero entonces el otro dijo «no», pero después lo hizo. Y para mí ese «no», era yo por esos 17 años. También vi la lindura del amor que tenía ese pueblito, esa congregación, esa gente en Tucumán. Tenían un amor hacia el Señor –y no es que yo no haya visto gente que ama al Señor, mis padres amaban al Señor, mi abuelo que era mi pastor cuando yo nací, todos ellos amaban al Señor.
He visto en mi vida muchas personas que aman al Señor, pero había algo muy especial con estos hermanos. Cuando se terminó el servicio una noche, como que nadie se quería mover. Era una quietud y una reverencia…la presencia del Señor estaba de una manera tan preciosa… Y me acuerdo que ellos no se querían ir. Y yo pensaba, «¿cuándo se va acabar esto? Que despidan ya».
Y como que el Señor me dijo, «fíjate cómo tú estás Damaris, ellos están en Mi presencia y para ellos esto es lo más lindo, lo más precioso que hay. Y tú ni quieres estar en mi presencia». Me sentí tan horrible…porque era la verdad. El Señor es el único que te puede decir la verdad y puede ser horrorosa. Pero te lo dice con amor y te lo dice de una manera que le dije al Señor, «tienes razón».
Y Él me dijo, «ellos me aman Damaris, y tú no. Ese es el problema. No es que tú no crees en Mí; tú crees en mí, tú sabes que Yo soy el creador de los cielos y la tierra, sabes que yo mandé a Mi Hijo y que Mi Hijo murió en la cruz y resucitó. Tú crees todo eso, pero tú no me amas. El que me ama me obedece».
Y ahí fue donde verdaderamente entendí eso, «no he querido obedecerlo porque verdaderamente no lo amo». Eso lo dijo claramente Jesucristo, «el que me obedece, me ama». Y vivir en esa desobediencia perpetua es…
Otra cosa –no sé si lo mencioné cuando hablé primeramente contigo– pero otra cosa era que me encantaba el escenario, me encantaba el aplauso, me encantaba que todos supieran mi nombre. Y cuando pienso en eso, digo que el Señor nos hizo para Su gloria y Él no la comparte con nadie. Y digo, «Señor, nadie debe recibir la gloria que Tú mereces». Y en ese sentido yo digo que más me parecía yo a Satanás cuando dice, «si me adoras yo te doy todo esto».
Y el Señor dijo, «solo a Dios adorarás». Y yo digo, yo sé que el Señor me perdonó, pero yo quería –en un sentido– nunca lo pensé así, pero querer ser elevada y que me miren a mí y que –en un sentido– que me adoren, que griten mi nombre. No no no no no no no, aún cuando canto y digo algo que bendice a la gente, «Señor la gloria es Tuya».
Yo sé que Dios nos ha hecho con diferentes talentos y nos ha dado habilidades. A ti Nancy, enseñar, hablar, y yo entiendo. Pero que en todo lo que hagamos siempre tengamos en la mente, «Señor, Tú dices que si eres exaltado atraerás a todos a Ti. Yo no me puedo exaltar». Y esa es otra cosa horrorosa, querer una parte de la gloria que solo le pertenece al Señor.
Nancy: Amén. Y sabes qué Damaris, vamos a seguir esta conversación y vamos a pasar de ver cómo esa Damaris que el Señor estaba llamando a rendirse, lo que la estaba llamando era a morir a ella misma. A morir y a rendirle su corazón y su vida. Porque era como tú decías, cuántas veces decimos, «Señor, yo te amo tanto, pero no me pidas que haga esto, no me pidas que haga aquello». Tenemos espacios que reservamos para nosotros mismos y se los retenemos al Señor; cuando realmente Dios hizo esa obra tan maravillosa en ti, eres una mujer de la Palabra y una mujer que supo lo que fue «morir a mí».
Entonces morir a ti misma, y esa muerte esa muerte a ti misma, implicaba perder la profesión que tanto anhelabas y que tanto amabas. Eso tiene que haber sido duro porque el Señor te estaba pidiendo en sacrificio lo que tú tenías en el altar en ese momento.
Damaris: El versículo que hizo eso una realidad, el morir a mí, es Lucas 9:23 que dice: «El que quiere venir en pos de Mí, que se niegue diariamente y me siga» (parafraseado). Entonces también dice en otro sitio: «el que pierde su vida por Mi causa, la ganará, pero el que no, el que no quiere morir a ese gran yo, morirá» (parafraseado). Y morir al yo, en ese momento no era no era algo, «ay, qué lindo». «Ay qué bonito». No no no no no no. Pero como han pasado los años, lo que me he dado cuenta es que es una invitación.
El Señor nos conoce y sabe que lo que yo pongo enfrente o que tengo en mi altar, es lo que yo quiero. Cuando yo pongo eso enfrente –en el sentido que no tengo al Señor ahí, tengo lo que yo quiero– eso me va a destruir. Eso es lo que el mundo no sabe. Aunque sea precioso, aunque tú tengas un retrato tan lindo de lo que eso es, aquello a lo que no mueres, te va a destruir.
Así que la invitación que Él nos hace a morir suena a eso, pero no, es una invitación a vivir porque el que vive para sí mismo es como un cáncer. Hablando un día con un médico que estaba estudiando para su doctorado en células de la sangre, me dijo, «la célula saludable es la que muere. La célula de cáncer es la que no muere. Se sigue multiplicando hasta que destruye todas las buenas.
Aun en el mundo físico, biológico, hay un morir y vivir constante. Y yo digo, «Señor Tú me invitaste a morir para poder vivir, porque vivir es obedecer al Señor, es amar al Señor, es vivir como Él quiere. Y lo que estoy experimentando hoy día –que creo que la primera vez que hablamos, Nancy, no lo podía explicar– lo que tengo ahora es gozo haciendo lo que Dios quiera.
Y aunque tenga que hacerlo como yo, casi como sin ganas, «pero ¿el Señor acepta eso?» Sí, lo acepta. Porque estás obedeciendo. Es como cuando le dices a tu hija, «vete y acuéstate ahora mismo», y no quiere. Pero lo hace. Y yo digo, Señor, Tú como un buen Padre y nosotras como niñas pequeñas –aunque casi tengo 70– al lado tuyo soy una nena chiquita; tú me dices, «no, eso no es lo que yo quiero, yo quiero crecer espiritualmente para entender que cuando Él dice «no» es porque me ama tanto, Él nunca está tratando de quitarme lo mejor, Él es lo mejor.
Nancy: Amén.
Damaris:
Jesucristo ven junto a mí, Jesucristo ven junto a mí
A lo largo del camino, mi Jesucristo, Jesucristo
Mi Jesucristo, ven junto a mí.
Débora: Esta es nuestra invitada, Damaris Carbough. Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado hablando con Damaris sobre su caminar con el Señor. Ella solía cantar para su propia gloria y ahora quiere cantar para la gloria de Dios.
A lo largo de los años, Damaris Carbaugh ha desarrollado un gran apetito por la Palabra de Dios. Mañana, ella nos mostrará cómo anhelar y saborear la Palabra de Dios, incluso si no tenemos mucho apetito por ella ahora. Por favor, regresa mañana con nosotras.
Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
En el Monte Calvario / En la Cruz, Dámaris Carbaugh, Yo Cantaré ℗ 1994 Dámaris Music.
Ven junto a Mí, Dámaris Carbaugh, Ven Junto a Mí - Single ℗ 2018 Dámaris Music.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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