¿Qué es el ayuno?
Dannah Gresh: Nuestro afán por alimentarnos puede convertirse en una lucha por el control. Aquí está Erin Davis.
Erin Davis: Imagina que somos cazadores o recolectores, y nuestra prioridad principal es encontrar alimentos para alimentar a nuestra familia. En ese contexto, entenderíamos claramente que sin la provisión de Dios, nos enfrentamos a serios problemas. Esa es nuestra realidad, aunque en la actualidad estamos algo desconectados de ella.
Dios está diciendo: «Déjame esto a Mí. Déjame trabajar en esta área. Déjame mostrarte un camino mejor».
Dannah Gresh: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 20 de junio de 2024.
Nancy: Cuando se trata del tema de la comida, puede ser difícil encontrar el balance adecuado. Sé que a mí me pasa. Podemos caer en elecciones poco saludables, sentirnos culpables y girar hacia el otro extremo en un intento de corregir el …
Dannah Gresh: Nuestro afán por alimentarnos puede convertirse en una lucha por el control. Aquí está Erin Davis.
Erin Davis: Imagina que somos cazadores o recolectores, y nuestra prioridad principal es encontrar alimentos para alimentar a nuestra familia. En ese contexto, entenderíamos claramente que sin la provisión de Dios, nos enfrentamos a serios problemas. Esa es nuestra realidad, aunque en la actualidad estamos algo desconectados de ella.
Dios está diciendo: «Déjame esto a Mí. Déjame trabajar en esta área. Déjame mostrarte un camino mejor».
Dannah Gresh: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 20 de junio de 2024.
Nancy: Cuando se trata del tema de la comida, puede ser difícil encontrar el balance adecuado. Sé que a mí me pasa. Podemos caer en elecciones poco saludables, sentirnos culpables y girar hacia el otro extremo en un intento de corregir el rumbo.
Así que tenemos, por un lado, comer en exceso y por el otro no comer. Nos encontramos en una especie de péndulo hasta el punto en que realmente podemos hacer un gran daño físico a nuestros cuerpos. Nuestra invitada de hoy, Erin Davis, dice que esta no es la imagen bíblica del ayuno y el banquete: ir de un lado a otro, como un péndulo.
Para ayudarnos con esto, Erin ha escrito un libro devocional titulado Fasting and Feasting (Ayuno y banquete en español, pero solo está disponible en inglés). Erin es conocida para Aviva Nuestros Corazones. Ella es coanfitriona del pódcast en inglés Grounded. Erin y su esposo Jason son parte del equipo de Revive Our Hearts.
Espero que hayas escuchado el episodio de ayer de Aviva Nuestros Corazones. Erin y mi coanfitriona, Dannah Gresh, nos presentaron el concepto de hábitos saludables en nuestras vidas, incluso en el área de la comida. Erin nos recordó que la comida está destinada a ser una lección objetiva para señalarnos al Único que realmente nos satisface, y ese es Cristo.
Si te perdiste el episodio anterior, siempre puedes visitar la página de Aviva Nuestros Corazones o ir a la app para ponerte al día. Ahora, escuchemos juntas mientras Dannah y Erin continúan ayudándonos a entender el punto de vista de Dios sobre el ayuno y la celebración, o el banquete.
Erin: Cumplí 40 años en abril de 2020. En realidad creo que los grandes momentos de la vida son grandes oportunidades para ayunar. Así que si vivo hasta una edad promedio, cuarenta sería una especie de punto medio para mí.
Hablé con mi familia y les dije: «Escuchen, creo que quiero hacer un ayuno de cuarenta días». Había hecho antes otro ayuno de cuarenta días cuando lancé el ministerio de mujeres en mi iglesia. Sentí que quería hacerlo de nuevo como un acto para mostrarle al Señor mi intención de dedicarle la segunda mitad de mi vida.
Está marcado en mi calendario. Pero luego llegó marzo de 2020, cuando el mundo cerró debido a esta nueva amenaza. El COVID 19 era algo nuevo en ese momento. Pero también fue cuando decidimos lanzar el pódcast Grounded.
Así que fui a donde mi esposo y le dije: «No sé si debo ayunar. Todo se siente patas arriba, y ahora tengo esta nueva área de énfasis del ministerio. No lo sé. . .».
Dannah: ¡Estuvimos trabajando muchas horas extras!
Erin: ¡Muchas horas extra! Y si recuerdas, había mucho miedo por la comida. No se podía comprar pizza congelada y todas esas cosas raras. Así que pensé, «¡Uh-oh!»
Dannah: ¡Desinfectábamos la comida cuando la traíamos a la casa! Fue una locura.
Erin: ¡Sí! Hicimos todo eso. Pero lo que Jason sabía, y lo que yo sabía. . .y no estoy segura de si sabes esto Dannah. Ciertamente no hemos hablado de ello públicamente, pero mi hijo mayor, a quien amo profundamente, él y yo hemos tenido históricamente una relación tensa.
No sé si somos muy parecidos o muy diferentes, pero hemos tenido discusiones. Yo supe que no quería tener en la segunda mitad de mi vida ese tipo de relación con mi hijo. Y para hacer referencia al episodio anterior, eso era mi «habito».
Tratamos muchas cosas para evitar las discusiones. Yo leí un libro sobre paternidad. Incluso los dos fuimos a terapia. No había nada en particular; simplemente luchábamos por llevarnos bien.
Dannah: Estábamos hablando ayer de cuando Cristo dijo a los discípulos que trataron de liberar a un endemoniado: «Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno». Y también hablamos sobre el ayuno (ver Mateo 17:21, Marcos 9:29).
Así que Erin, lo habías intentado todo, y todavía tenías este tipo de relación de la que querías ser liberada [la tensión] en tu relación con tu hijo.
Erin: ¡Correcto! Yo quería una relación tierna y cercana con mi hijo. Mi esposo Jason sabía que esa era una de las razones por las que yo estaba ayunando y una de las cosas que le estaba llevando al Señor mientras consideraba la segunda mitad de mi vida.
Probablemente por eso me dijo: «¡Adelante, hazlo cariño!». Él sabía que era un punto de tensión en nuestra familia. Así que lo hice. Entré en ese ayuno cuarenta días antes de mi cumpleaños número 40, que habría sido aproximadamente a mediados de marzo de 2020.
Estábamos dando a luz este esfuerzo, el pódcast Grounded, el cual hacíamos diariamente. Fue una enorme cantidad de tiempo, energía y fuerza mental. Y puedo decir que el Señor uso todo eso durante el ayuno. Yo sentí que tuve mucha claridad dada por el Señor.
Y me emociona tanto decir que de alguna manera, fue misterioso, ¡pero de alguna manera el Señor hizo un trabajo de sanación entre mi hijo y yo! Ahora tenemos una relación normal. Soy su madre, él es mi hijo. Definitivamente a veces tenemos que estar en desacuerdo, pero lo que sea que había entre nosotros, ¡se ha ido! El Señor nos libró de ello.
Dannah: ¡Wow! Erin, tengo que preguntar, probablemente tienes el permiso de tu hijo para contar esta historia, ¿cierto?
Erin: Lo tengo. Intento no contar las historias de mis hijos sin pedir permiso. Así que le pedí permiso justo antes de grabar. Le pregunté si podía, y me dijo, en sus muchas palabras: «¡Claro!». No creo que le importara. Pero hemos hablado mucho de ello. Hemos hablado mucho de lo agradecido que él está de que nuestra relación haya sido sanada.
Dannah: Bueno, Erin, sacas a colación una disciplina espiritual realmente complicada y quizá una de las más incomprendidas: el ayuno. Ayer hablamos de algunas de las razones por las que quizá no lo practicamos y de lo necesario que es llevar un hábito de ayuno. Pero, ¿por qué crees que es así? ¿Cuáles son algunos de los conceptos erróneos que tenemos sobre el ayuno?
Erin: Bueno, en realidad no está normalizado, así que parece algo muy raro. Además, hay un pasaje de las Escrituras en el que Cristo dice: «Y cuando ayunen. . .» (ver Mateo 6:16). Se da por hecho que lo vamos a hacer.
Pero Él contrasta la forma en que los fariseos ayunaban con la forma en que nosotros podríamos ayunar. Casi parece que nos está diciendo que tiene que ser un secreto. En realidad no creo que eso sea lo que nos está diciendo. Pero lo que Cristo sí está diciendo es: «No se lo digas a todos. El Señor te recompensará. No pongas mala cara. No vayas por ahí diciendo [lamentándote]: “Estoy ayunando, estoy ayunando”».
Pienso que hemos tomado ese pequeño pasaje sobre el ayuno y lo hemos sobreaplicado, de modo que nadie habla nunca de ayunar cuando ayuna. Bueno, si nadie habla de ello, entonces no sabemos si alguien lo hace.
Además, pienso que la industria de la comida y las dietas se ha apropiado de algo que se supone pertenece al pueblo de Dios. Quiero decir, ha sido todo un tema de conversación en los últimos años todo eso del ayuno intermitente. Lo hemos descubierto como un milagro para la salud.
Y me río por dentro porque pienso: «Oh, sí. ¡Las Escrituras han hablado de eso durante miles de años!». Pero ahora se asocia con la pérdida de peso. Y como pueblo de Dios sabemos que nuestros cuerpos son temporales. Sabemos que no debemos obsesionarnos con nuestro peso.
Entonces decimos: «Bueno, ¿debería ayunar si está asociado con la pérdida de peso? ¿Es lo mismo que un desorden alimenticio?». Nos han transmitido un montón de mensajes confusos, así que puede ser difícil extrapolar lo bueno que Dios tiene para nosotros en las Escrituras. Así que confieso, ¡es confuso!
Dannah: ¿Nos pudieras dar una definición rápida de ayuno, Erin? Solo para que todas estemos en la misma página.
Erin: Claro. Ayunar es negarte a comer con el propósito de buscar al Señor. Entonces, esto es lo que hago cuando estoy ayunando y tengo hambre, mi primera oración es: «Dios, ayúdame a tener hambre y sed de justicia como tengo hambre física en este momento. Permite que mi espíritu tenga dolores de hambre donde sé que Te necesito a Ti y a Tu Palabra».
Ahora, debo decir que casi siempre en las Escrituras, el ayuno es de comida. La única excepción que se me ocurre es en el Nuevo Testamento, donde Pablo habla de parejas casadas negándose el uno al otro o negándose su intimidad sexual por un período de oración y búsqueda del Señor. Esa es la única excepción que conozco.
Así que muchas veces cuando hablamos de ayuno decimos: «Bueno, no tiene que ser de comida. Puede ser de las redes sociales o de la televisión». Esas pueden ser cosas muy buenas para negarse a sí mismo, pero pienso que la razón por la que es la comida en las Escrituras es porque la comida es esencial para la vida. (Podríamos pensar que lo es, pero las redes sociales nunca van a ser esenciales para la vida. Ver la televisión nunca va a ser esencial para la vida. El café o la coca cola nunca va a ser esencial para la vida).
Así que hay un nivel de intensidad donde es como: «Voy a quitar esta cosa de mí mismo, si no como voy a morir, para expresar la urgencia aquí o el nivel de mi dependencia del Señor».
Dannah: Me encanta eso, Erin. Entonces, Erin, si la comida es esencial para la vida, ¿por qué Dios nos pediría que la retuviéramos?
Erin: Bueno, creo que, de nuevo, eso nos lleva al hecho de que hay dos hábitos: el ayuno y el festejo. No todo tiene que ir a esos dos extremos. Dios no nos llama a ayunar hasta morir.
Dannah: O incluso hasta que nos enfermemos.
Erin: Así es. En la universidad tuve un fuerte trastorno alimenticio. Era anoréxica. Estaba muy, muy delgada. Ese no era un ayuno que honrara a Dios, porque se trataba de estar delgada. No se trataba de buscar al Señor. Todo este tema del ayuno requiere caminar en el Espíritu.
Podríamos pensar en este concepto y diríamos: «De acuerdo Dios, dame las reglas. ¿Cuántos días ayuno? ¿Qué como o no como cuando ayuno? ¿Qué como cuando termino de ayunar? ¿Qué puedo orar?» Bueno, eso no es la vida cristiana en su mayor parte. Requiere que caminemos en el Espíritu, que busquemos al Señor. No soy una experta en ayunos, pero es una disciplina espiritual que forma una parte realmente importante de mi vida.
He hecho dos ayunos de cuarenta días, de un día, de diez días, de dos días. No seguimos un libro de reglas, sino que buscamos al Señor y le pedimos que nos guíe.
Pienso que la comida, en general, está hecha para indicarnos que necesitamos a Dios. El hecho de que ese medidor de necesidad se apague tan a menudo. . . Perdemos un poco de esto porque vamos al supermercado, ¿verdad?
Imagina que somos cazadores o recolectores, y nuestra prioridad principal es encontrar alimentos para alimentar a nuestra familia. En ese contexto, entenderíamos claramente que sin la provisión de Dios, nos enfrentamos a serios problemas. Esa es nuestra realidad, aunque en la actualidad estamos algo desconectados de ella.
Y pienso que es igual con muchas cosas que son una gran parte de nuestra vida. Dios está diciendo: «Déjame esto a Mí. Déjame trabajar en esta área. Déjame mostrarte un camino mejor».
Dannah: Se trata de volver nuestros corazones a Él, y hay diferentes maneras de ayunar. La Biblia tiene diferentes ejemplos. Por ejemplo, el ayuno de Daniel. Él decidió abstenerse de las ricas comidas de la mesa del rey y comer solo verduras, cereales y agua, las cosas que Dios había creado.
Lo repito: se trata de volver nuestros corazones a Él, ¡de eso se trata! No se trata de la comida, ni siquiera de no comer. Se trata, ante todo, de decir: «Tengo hambre de Ti, Señor; enséñame lo que eso significa. Enséñame a deleitarme con Tu presencia. ¡Enséñame a deleitarme con Tu Palabra!».
Erin, llévanos a un pasaje que dondequiera que estemos ayunando podría ayudarnos con nuestro «entrenamiento de fuerza» en esta área de disciplina espiritual.
Erin: Bueno, hay tantos pasajes a los que podríamos ir, pero creo que si estás buscando el pasaje fundamental sobre el ayuno, especialmente si eres un cristiano que está luchando con: «¿Es esto para mí o no es para mí? ¿Debo ayunar o no debo ayunar?», el lugar al que debes ir es el capítulo 4 del Evangelio de Mateo. Allí es donde vemos a Cristo, el Rey de reyes, el Señor de señores, el Mesías, entrar en un ayuno de cuarenta días. No les leeré todo el pasaje, pero te animo a que puedas leerlo más tarde. Es Mateo 4:1-11.
Solo quiero destacar algunas cosas que me llaman la atención sobre el ayuno de Cristo. Este es un ayuno famoso. Él se dirigió al desierto y pienso que hay algunas cosas realmente interesantes. Primero, el ayuno de Cristo siguió a un momento de victoria.
Así que, si vas un poco antes de que esto sucediera en Mateo 3, lo que sucedió en Mateo 3 fue el bautismo de Cristo. Y ese es, por supuesto, el momento en que el Padre exclama desde el cielo: «Este es mi Hijo amado en quien me he complacido». Luego el Espíritu Santo descendió como una paloma.
Cristo pasó de ese momento, que tuvo que ser un momento tan poderoso de afirmación de lo que Él había venido a hacer a la tierra, a entrar en este ayuno. Así que, hubo una brecha entre ese momento en el río, que realmente fue una comisión, y cuando Su ministerio realmente comenzó. Él pasó ese momento ayunando.
Lo que me recuerda, Dannah, a mis dos ayunos de cuarenta días que mencionamos antes. Ambos precedieron a temporadas realmente intensas del ministerio. Y Estoy tan agradecida por lo que Dios hizo para prepararme durante los tiempos de ayuno en el «desierto». Él hizo lo mismo con Cristo.
En segundo lugar, este ayuno precedió, o en realidad fue en medio de, una intensa batalla contra el diablo. Conoces la historia. El diablo seguía viniendo a Cristo y tentándolo, y lo primero con lo que lo tentó fue con comida.
Así que pienso que cuando estamos en una intensa batalla espiritual, se siente como si tal vez la batalla se ha intensificado. Podemos mirar esto y decir: «El ayuno es una respuesta como la de Cristo a las batallas espirituales».
La tercera cosa es que Cristo ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches. No todos los ayunos tienen que ser por cuarenta días y cuarenta noches, pero hay mucho sobre el número cuarenta en las Escrituras, así que creo que es una conexión interesante.
Dannah: Mencionaste que Jesús fue tentado con comida; eso fue lo primero con lo que lo tentó el enemigo. Así que está ahí fuera en el desierto, y no había una tienda de comestibles a la vuelta de la esquina o quizás su restaurante favorito.
Y por cierto, a Erin le gusta venir a Pennsylvania a visitarme porque tienen estas increíbles tiendas tipo mini-mercado donde consigues gasolina y comida. Por alguna razón, a Erin le gustan.
Erin: ¡Puedes encargar los sándwiches a tu gusto! ¡Me encanta eso.!
Dannah: Sí, pero no hubo algo así en el desierto donde estuvo Cristo. De hecho, en Mateo 4:2: «Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre».
Esa primera tentación era el tentador, el enemigo, diciendo: «Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan» (v. 3). Pienso que esto es realmente importante, porque cuando ayunamos nos vamos a sentir tentados, nos vamos a sentir tentados por una manzana o un guineo, si estás haciendo un ayuno de jugo.
Si estás haciendo el ayuno de Daniel, te sentirás tentada por las papas fritas. ¡Solo lo digo, pero no por experiencia ni nada! A lo mejor las papas fritas no sean una tentación para ti. ¡Pero sería a mí a quien me tentarían las patatas fritas con un buen trozo de queso chedar por encima!
Erin: ¡Te tentarían los «melocotones»!
Dannah: ¡Los aros de melocotón! La manera en que Cristo respondió a la tentación no es como yo estoy acostumbrada a responder, pero estoy aprendiendo a responder como Él lo hizo. ¿Qué hizo Cristo cuando Satanás le dijo: «Lo único que tienes que hacer es convertir las piedras en pan y comerlas»?
Erin: Vamos a leer todo el pasaje.
«Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu [como hemos mencionado, así es como se ve andar en el Espíritu] al desierto para ser tentado por el diablo.
Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre [lo cual me encanta porque ahí se mostró Su humanidad]. Y acercándose el tentador, le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan”» (Mateo 4:1-3).
Y he escrito en mi Biblia que la tentación número uno fue la comida y la comodidad, lo cual vemos en otros lugares de las Escrituras. ¿Fueron Jacob y Esaú? ¡Esaú renunció a su primogenitura por un plato de lentejas! (ver Gén. 25:30-34).
Dannah: ¡Lentejas, oh las lentejas!
Erin: Y me refiero a que cuando tenemos hambre, nos olvidamos de lo que está en juego.
Dannah: «Olvida mi futuro, olvida todas mis necesidades. ¡Solo dame comida!».
Erin: ¡Exactamente! «Dame la comida» fue con lo que Satanás tentó a Cristo aquí. Ya sabes: «¡Renuncia a tu dominio propio! Busca comodidad. Déjame darte comodidad ahora mismo».
«Pero Jesús respondió: “ESCRITO ESTÁ: ‘NO SOLO DE PAN VIVIRÁ EL HOMBRE, SINO DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS’”» (v. 4).
Ese «Escrito está» es realmente importante.
Dannah: ¡Muy importante!
Erin: Cristo estaba citando las Escrituras al tentador. Cristo conocía la Palabra, sabía quién era Dios antes de ir al desierto, porque Él mismo es Dios, pero luego cita las Escrituras al enemigo. Él no niega que puede convertir las piedras en pan cuando quiera.
Podía convertir rocas en galletas con mermelada de fresa, que no se inventarían hasta dentro de miles de años. Él es Cristo, podía hacer lo que quisiera en ese momento. Pero Él le dijo al enemigo: «Yo soy más que la comida. Soy más que mis antojos. Soy más que lo que pongo en mi boca». Y decimos eso todo el tiempo: «Eres lo que comes».
Pero Cristo dijo: «No, yo no soy lo que como o no como, YO SOY el Hijo de Dios, y viviré de lo que Dios me dé para comer», que es la verdad, y en ese caso Dios le estaba pidiendo que viniera y fuera el Mesías.
Así que hay muchas cosas envueltas en esta interacción. Hay muchas, muchas capas de lo que está sucediendo, pero también creo que hay mucha aplicación para que digamos lo mismo que Cristo: «No, no me define lo que como o no como. Me define la Palabra de Dios, Su verdad».
Dannah: Lo importante para mí en ese pasaje es realmente eso, Cristo corre hacia la Palabra. Temo decir que muchas veces cuando estoy enfrentando esa tentación, cuando ayuno, no corro a la Palabra.
Ayer dije que cuando ayuno y siento malestar, tengo la tentación de correr a mis pantallas y empezar a hacer scroll, para distraerme. Encuentro adormecimiento o medicación en otro lugar. Y eso me recuerda: «Si Cristo necesitó correr a la Palabra cuando fue tentado a romper Su ayuno, puedes esperar que Satanás ponga algunas piedras frente a ti y te diga: “Convierte esto en una rebanada de pan”».
Ahora, para mí eso casi siempre son papas fritas. Por eso no encontrarás papas fritas en mi casa cuando ayuno.
Pero sean cuales sean tus «rebanadas de pan», déjame animarte a que la próxima vez que te sientas tentada a romper ese ayuno y perderte lo que Dios te está llevando a aprender y experimentar, a perderte el poder tener hambre dirigida a Él y por Él, ¡corre a las Escrituras, corre a la Palabra!
Cristo tenía la Palabra memorizada; conocía la Palabra. Puede que tal vez la tengas memorizada, o tal vez no. Así que, si no la conoces, abre tu Biblia. Pero, ¡corre a la Palabra!
Erin: Sí, y hay algo muy importante aquí. La tentación en sí misma no es pecado. Si empiezas un ayuno y te sientes tentado por la comida, eso no significa que lo estés haciendo mal. Significa que eres humano. Cristo mismo, en su estado de humanidad, cuando estuvo aquí en la tierra, tuvo la tentación de priorizar la comida sobre otras cosas.
Aparentemente una rebanada de pan sonaba muy bien para Él en el día cuarenta y uno, ¡y no lo culpo! Así que creo que si eres nuevo en el ayuno y empiezas y estás como: «¡Wow! De repente no puedo pasar por un restaurante de hamburguesas porque huelo esa hamburguesa a la parrilla». Eso no significa que no estés haciendo algo bien. Simplemente significa que eres humano.
Hay mucho que aprender mientras niegas esas tentaciones y mantienes lo que le prometiste al Señor, si haces el ayuno que le dijiste que harías.
Dannah: Quiero contarte sobre un ayuno que hice hace muchos, muchos años. Fue cuando viví en Rolla, Missouri, a la vuelta de la esquina de tu casa, Erin. Estaba aprendiendo a tener, supongo, una vida de oración dinámica. No sabía cómo hacerlo con dos bebés.
En ese momento estaba trabajando, no a tiempo completo, pero más de lo que probablemente necesitaba debido a mis dones, habilidades y capacidades. El Señor estaba trabajando para traerme de vuelta a casa con mis hijos.
Pero temporalmente decidí: «Necesito pasar tiempo con el Señor en vez de con mis amigos a la hora de comer». Ni siquiera sabía que estaba entrando en un ayuno. Pero fui al Lions Club Park de Rolla, un parque en el centro de la ciudad, y me senté bajo un árbol todos los días.
En lugar de almorzar, tomaba un batido y hablaba con Cristo bajo el árbol. No sabía que eso era ayunar. Pero quiero decirles que después de unos seis meses de hacer eso cinco días a la semana (con algunos descansos aquí y allá porque todavía pasaba tiempo con amigos), ¡era una persona diferente!
No hay manera de describirlo. Quiero decir que mi determinación en mi relación con Cristo fue diferente. Mi satisfacción y alegría en la vida cambiaron. Mi nivel de estrés bajó considerablemente. Mi depresión y mis sentimientos de agobio disminuyeron hasta desaparecer. ¡Fue un cambio tan dramático en mi vida!
Dios comenzó a darme la fuerza para confesar secretos y pecados, algunos de ellos estaban muy lejos en mi pasado. Ni siquiera eran pecados actuales. Pero obtuve la fuerza para simplemente decir: «Esto es lo que soy» a mi esposo e incluso a mi mamá. Mi esposo y mi mamá te dirían que fue como si estuviera experimentando a Cristo por primera vez, el cambio en mí fue tan dramático.
Lo que sé es que hasta el día de hoy, ¡el hambre y la sed que tuve de Cristo durante esos seis meses continúa hasta el día de hoy! Mi momento favorito del día ahora es muy temprano en la mañana antes de que Bob se levante, observando a los pájaros carpinteros en mi comedero de pájaros.
Paso ese tiempo con el Señor con mi té o café caliente, y simplemente estoy satisfecha en Él. Los días que hago eso, siento que el camino de la vida se levanta a mi encuentro. Puede haber dificultades en ese día, pero estoy equipada para ellas, y hay alegría en mi corazón.
Y los días que me lo pierdo, podría ser una gruñona. Erin Davis, tú has estado cerca cuando he sido una gruñona, ¡y sabes que es verdad!
Erin: ¡Sin comentarios! ¡Entiendo totalmente! Ambas hemos experimentado algo similar. Sé exactamente a qué te refieres. A veces, siento un fuerte deseo de ayunar constantemente debido a la profunda transformación que ocurre en mi corazón durante esos tiempos. Sin embargo, reconozco que el Señor no nos ha llamado a eso. ¡Sería una tarea imposible si así fuera!
Pero sé lo que estás describiendo, y eso realmente refleja mi pasión por las mujeres con el libro que he escrito. Tengo esta pregunta ardiendo en mi corazón: ¿Qué podría hacer el Señor con decenas de miles de mujeres que se entregan al ayuno?
Y la respuesta es: ¡no hay nada que Él no pueda hacer! Quiero decir, no hay nada que Él no pueda hacer de todos modos, ¡pero esto derriba cualquier barrera! Nancy dice: «¡Techo fuera, paredes abajo!» ¡Eso es lo que hace! Hay paz en ello, hay aprendizaje en ello, hay crecimiento en ello. Realmente no es un «debería», sino un «podría». ¡Es un regalo!
Dannah: Es un «llegar a». ¡Y podemos lograrlo!
Erin: Podemos lograrlo, no pudiéramos lograrlo. ¡Eso es! Ahora me encantaría compartir algo de lo que el Señor hizo en ese ayuno de cuarenta días del que empezamos a hablar.
Dannah: ¡Por favor!
Erin: Hemos estado hablando de esto realmente como un entrenamiento. Cristo lo usó como entrenamiento para todo lo que estaba a punto de hacer. Yo esperaba que en ese ayuno el Señor realmente me hablará mucho acerca de Su llamado en mi vida y reafirmara lo que Él tiene a continuación para mí, y tal vez que me diera también una nueva misión y una nueva pasión. Pero eso no fue lo que hizo en esos cuarenta días.
Lo que Él hizo en esos cuarenta días fue hacerme experimentar una tremenda convicción de pecado. Ahora, estoy hablando de un gran esqueleto en mi armario que yo sabía que estaba allí. Estoy hablando de muchas cosas que no veía en mi carne, ¡y muchas de ellas tenían que ver con mi relación con mi hijo!
Quería decir simplemente: «¡Dios, me diste un hijo difícil!». Pero eso no es verdad. Lo que era verdad era que tenía algunas cosas de las que necesitaba arrepentirme. Luego fue más allá de eso, más allá de mi relación con mi hijo, en otras relaciones. Quiero decir, fueron cuarenta días de arrepentimiento, volver y arrepentirme, volver y arrepentirme.
Llegué al final de esos cuarenta días y pensé: ¡Bueno, no era lo que esperaba! ¡Aquí viene mi cumpleaños número cuarenta!
Meses después, mi hijo menor, cuando solo tenía un año, se alejó bastante de nuestra casa. No lo encontrábamos.
Lo llamábamos y lo llamábamos. Nos entró el pánico. ¡Entonces lo vimos! Estaba bastante lejos en un campo, se veía como un punto. Es un niño intrépido. Así que empecé a correr hacia él, y mi necesidad de llegar a él era tan grande que primero me quité una especie de chaleco que llevaba. Luego me quité los zapatos. Luego me arranqué los pendientes de las orejas. Como tenía que llegar rápidamente hasta mi hijo, tuve que despojarme de todo.
Regresé a la casa, y a la mañana siguiente en mi tiempo devocional con el Señor, algunos puntos se conectaron para mí; puntos que estaban siendo entrenando en ese ayuno. Dios me estaba despojando de las cosas que Él necesitaba despojarme para que yo pudiera correr la siguiente vuelta de la carrera a toda velocidad, vigor y determinación.
Así que fue una temporada de entrenamiento, al igual que la temporada de cuarenta días de Cristo fue una temporada de entrenamiento. El Señor usó eso para hacer crecer mis músculos espirituales para lo que Él tenía a continuación para mí. Creo que esa es una de las cosas que Él hace cuando ayunamos.
Nancy: Acabas de escuchar a Erin Davis conversando con Dannah Gresh. Erin volverá en un momento para orar.
Puede ser que ayunar sea algo que hayas hecho antes y el episodio de hoy te haya animado y haya avivado en ti el deseo de hacerlo nuevamente, o tal vez te haya ayudado a restablecer tu hábito de ayuno.
O puede que nunca hayas intentado ayunar antes. Quizás quieras empezar simplemente tomando tu hora de almuerzo y apartándote con el Señor por ese tiempo que normalmente pasarías comiendo o hablando con amigos.
Toma ese tiempo para hablar con Él. Él es tu mejor Amigo. Pasa ese tiempo con Dios. Tal vez puedas hacer eso una vez a la semana, o quizás puedas empezar a aumentar el tiempo o la frecuencia con que lo haces. El punto es estar en comunión con el Señor en un tiempo más enfocado, concentrada, libre de distracciones normales como comer, y recordarnos a nosotras mismas que necesitamos a Cristo. Necesitamos la Palabra de Dios más que la comida física.
Y quiero animarte a que le preguntes al Señor cómo quiere que practiques la disciplina espiritual del ayuno.
Si comer alimentos que saben bien te hace sentir culpable, ¡asegúrate de regresar con nosotras mañana a Aviva Nuestros Corazones! Erin nos recordará que debemos convertir el placer de comer en un impulso para adorar al Dios que creó ese placer en primer lugar.
Ahora, Erin regresa para orar por todos nosotros mientras aprendemos y crecemos en la disciplina del ayuno.
Erin: Señor, Tú tienes una carrera para cada una de nosotras. Tú eres el que llamó a nuestras vidas contigo una «carrera» en Tu Palabra, y las carreras requieren preparación. Así que, oro por mis hermanas. Sigo viendo esa imagen de decenas de miles, tal vez cientos de miles, tal vez millones de mujeres que te siguen en todo el mundo, ayunando. Oro para que Tú uses eso para pulirnos mientras corremos la carrera de la fe.
Te oro por esa mujer que está escuchando y que nunca ha ayunado. Te pido que le muestres cómo se ve esto en su vida. Oro por esa mujer que está escuchando que se olvidó del ayuno. Ayunó hace diez años. Ayunó cuando se convirtió en creyente por primera vez, pero olvidó cómo Tú puedes usar eso en su vida. Te pido que le des claridad acerca de sus próximos pasos mientras camina en el Espíritu.
Te amamos Señor. Te entregamos nuestras vidas. Es en Tu nombre que oro, amén.
Dannah: Trayéndote enseñanza práctica de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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