Puedes cultivar el dominio propio
Annamarie Sauter: Las pruebas que enfrentas no son en vano.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Deseas ser espiritualmente madura? Entonces deberás desarrollar el poder para resistir y ser firme. ¿Deseas tener constancia? Entonces deberás pasar por diversas pruebas para ejercitarla. No son solo las pruebas las que nos hacen firmes, sino el que respondamos a estas con gozo y fe. Son muchas las personas que pasan a través de pruebas y no desarrollan constancia ni firmeza. Solo estarás firme si las recibes y las tienes por sumo gozo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Si estás participando de la lectura de la Biblia junto a nosotras este año, la lectura de hoy es Levítico capítulos 4 al 6.
¿Estás frustrada o te sientes derrotada en algún área de tu vida? ¿O eres tan disciplinada que te glorías de tu justicia propia? …
Annamarie Sauter: Las pruebas que enfrentas no son en vano.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Deseas ser espiritualmente madura? Entonces deberás desarrollar el poder para resistir y ser firme. ¿Deseas tener constancia? Entonces deberás pasar por diversas pruebas para ejercitarla. No son solo las pruebas las que nos hacen firmes, sino el que respondamos a estas con gozo y fe. Son muchas las personas que pasan a través de pruebas y no desarrollan constancia ni firmeza. Solo estarás firme si las recibes y las tienes por sumo gozo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Si estás participando de la lectura de la Biblia junto a nosotras este año, la lectura de hoy es Levítico capítulos 4 al 6.
¿Estás frustrada o te sientes derrotada en algún área de tu vida? ¿O eres tan disciplinada que te glorías de tu justicia propia? Hoy Nancy te dirá cómo puedes desarrollar dominio propio al continuar en la serie titulada, «Añade a tu fe».
Nancy: Durante nuestra última sesión dijimos que el dominio propio equivale a una autonegación, a limitarnos, a colocar límites de manera voluntaria a nuestra libertad, y a no dar rienda suelta a los apetitos de nuestro cuerpo o de nuestra carne. Y creo que todas estamos de acuerdo en que el dominio propio es importante. Es algo que necesitamos. Es algo que sentimos que no tenemos. Pero hoy quisiera que entendiéramos que esto del dominio propio no es un asunto de pura fuerza humana o de fuerza de voluntad.
Hay un sentido en el que un no creyente puede ejercer fuerza de voluntad. Es decir, los incrédulos pueden seguir dietas y perder peso. Ellos simplemente pueden decir: «No comeré de esto», «es que estoy siguiendo la dieta de Atkins», o «estoy en la dieta de Weight Watchers». Pueden inscribirse en algún gimnasio para un programa de ejercicios aeróbicos y aferrarse a ello a pura fuerza de voluntad. No es necesariamente Dios el que les provee el autocontrol o el dominio propio.
Los incrédulos pueden ser disciplinados en el uso de su tiempo. De hecho, pueden ser personas muy disciplinadas. Pero he visto a muchos cristianos esforzándose y luchando mucho por ser más disciplinados, tratando de ejercitar el dominio propio y siendo movidos por puro esfuerzo y voluntad humana, y esto solo lleva a una de dos cosas:
La primera es a la frustración y al fracaso. Se darán cuenta de que el esfuerzo no valió la pena. Es posible que haya muchas áreas de tu vida que estén bien disciplinadas y bajo control, pero quizás haya alguna otra área en la cual siempre te quedas estancada.
He visto que para mí, y he hablado antes sobre esto en Aviva Nuestros Corazones, una de estas luchas tiene que ver con la comida. A veces mi razonamiento es el siguiente: «Tengo que disciplinarme en todas las demás áreas de mi vida, así que ¿por qué no puedo aflojar en este lado y olvidarme de todo?» El problema es, y algunas de ustedes que son mis amigas lo saben bien, que cuando me descuido en esa área específica de mi vida, otras áreas empiezan a tambalearse también.
Bueno, y si solo ejercitarnos nuestra fuerza de voluntad en un área, encontraremos que siempre habrá una o más áreas de nuestras vidas en las cuáles siempre nos sentiremos frustradas y caeremos. Entonces nos vemos tentadas a darnos por vencidas. Nos desanimamos. Caemos en un ciclo recurrente de derrota.
O quizás pudiéramos tener éxito. Y eso entonces nos conduce al pecado de la autorrectitud. «Lo logré. Soy una persona disciplinada. Mantuve mi resolución de año nuevo». Pura fuerza de voluntad –y ninguna de estas dos actitudes agrada al Señor.
La visión bíblica del dominio propio va mucho más allá de la fuerza de voluntad. Va más allá de lo que podamos hacer por nuestra cuenta. Es algo sobrenatural.
El dominio propio es parte del fruto del Espíritu. Necesitamos que el Espíritu Santo le haga frente a las pasiones, a los impulsos y a los deseos de nuestra carne. Es por eso que leemos sobre este contraste en Efesios capítulo 5: «Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución». Eso es exceso, eso es falta de autocontrol. Eso es autoindulgencia. Pudiéramos decir en lugar de «no se emborrachen con vino», «no te des un atracón de comida» o «no vayas a gastar en exceso». No hagas nada que implique entregarte a los excesos y a los deseos, a las pasiones y a los impulsos de tu carne.
Pero en cambio, y aquí es donde está el contraste, versículos 18 y 19: «...sed llenos del Espíritu». Ponte bajo el control del Espíritu Santo. En lugar de una vida de excesos y de falta de moderación, permanece bajo el control del Espíritu Santo en cada área de tu vida, porque Él es tu fuente de poder para decir «no» a la carne y «sí» a Dios.
Ahora bien, a la luz de todo esto, te pido que vayas al libro de Gálatas al capítulo 5. Vamos a leer un texto allí que pienso que nos dará tanta esperanza y ayuda en esta área del dominio propio.
Gálatas capítulo 5, primero vamos a leer el versículo 16. El apóstol Pablo dice: «Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne».
Si crees que estás bajo el dominio, los impulsos y las pasiones de tu carne, entonces eso significa que no estás caminando por el Espíritu. No puedes estar bajo el control del Espíritu y al mismo tiempo ser esclava de tu carne.
Así que, en lugar de simplemente decirnos: «No satisfagan los deseos de su carne», él dice, «en lugar de ello, anden por el Espíritu», en el poder del Espíritu Santo. Solo podrás hacer una cosa o la otra; o caminas por el Espíritu, o satisfaces los deseos de tu carne.
Ahora sigamos con los versículos 19 al 21. Él dice:
«Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes».
Y si por si acaso piensas que tu pecado no figura en esta lista, él añade, «y cosas semejantes». Esto, para incluir tu pecado. Y continúa diciendo: «…contra las cuales (tales cosas) os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios».
Él está diciendo que los hijos de Dios no se deben caracterizar por estas cosas, por el exceso. Eso no significa que tal vez en algún momento cometan algunas de estas cosas, sino que no será un estilo de vida. Ellos no se caracterizarán por estas cosas, no abrazarán ninguna de ellas. No las disfrutarán. Querrán ser libres del dominio de su carne.
Y continúa diciendo Pablo en el versículo 22: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre… ¿y cuál es la número nueve? Dominio propio».
La última de estas nueve virtudes y gracias contrasta con lo que acabamos de leer en la otra lista: arranques de ira, pecado sexual, borracheras, orgías. Todas estas cosas son totalmente contrarias al dominio propio.
Y en el versículo 24, él dice: «Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos». ¿Sabes lo que eso significa? Que si tú eres una hija de Dios, ya no estás bajo el control o el dominio de tu carne. Tienes el poder, a través del Espíritu de Dios, para decir «no». No tienes que ser esclava del gasto excesivo, o de la comida, o de las relaciones sexuales o de aquellos pasatiempos que requieren más tiempo de lo que debes permitirte.
Por lo que en el versículo 25 dice: «Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu». Mientras meditas sobre este tema del dominio propio en tu vida, piensa sobre las siguientes preguntas:
- ¿Tienes algún hábito recurrente o pecaminoso, algún área de esclavitud o de servidumbre en tu vida; algún área en la cual no tienes libertad? ¿Áreas en las cuales cada vez que Satanás te lanza el cordón vienes corriendo... Cada vez que toca el timbre, tú corres a abrirle…?
- ¿Estás esclavizada, adicta a algo que no es santo, sano o saludable?
- ¿Tienes control sobre tu lengua, tus palabras, tu estado de ánimo, y sobre tus emociones?
- ¿Tienes control sobre tu cuerpo, lo que comes, lo que tomas, y cómo tratas tu cuerpo?
- ¿Tienes control sobre tu tiempo, tus entretenimientos, pasatiempos, y tus hábitos?
- ¿Tienes dominio propio sobre tus gastos?
- ¿Y qué tal en lo relativo al sexo? ¿Tienes dominio propio? ¿Dispones de tu cuerpo en todo honor y pureza, como les exhortó Pablo a los Tesalonicenses?
Y ¿qué de la computadora y el Internet? ¿Estás bajo esclavitud, bajo el control de estas cosas? O tal vez es un enredo emocional en tu lugar de trabajo o por vía electrónica en tu computador… Escúchame, con relación al Internet, una de las cosas más peligrosas para las mujeres es el cultivar esas relaciones a través de medios electrónicos. No son reales, no son santas, y no son saludables. Conducen muchas veces a un mayor pecado sexual.
¿Eres esclava de algo o de alguien con quien has establecido algún contacto? Y sabes que está mal. Estás compartiendo cosas que sabes que no debes estar compartiendo o que no debes haber compartido. Estás enviando mensajes por correo electrónico o mensajes de texto que sabes que no deberías haber enviado. Quizás estás respondiendo a mensajes instantáneos, o a algunos de esos chats. Es necesario que te deshagas de tu servicio de Internet y de cualquier otra de estas cosas. Y quiero retarte a hacerlo. Porque estas son áreas por las cuales no merece la pena perder el dominio propio. Te destruirán. Quedarás devastada. Realmente no vale la pena.
Y quiero animarte a que en cualquier área de tu vida donde carezcas de autocontrol, de dominio propio... Te animo a decir: «Señor, estoy complaciendo mi carne en esta área. Voy a ser honesta. Esta área de mi vida no está bajo Tu control. Es un área que me está controlando a mí». Díselo al Señor, cualquiera que sea. Y luego di: «Señor, por Tu poder, por Tus promesas, por Tu gracia, cedo el control de esta área, rindo el control de esta área y de todas las demás áreas de mi vida al poder y al control de Tu Santo Espíritu. Amén».
Annamarie: «Dominio propio». Creo que esta explicación de Nancy DeMoss Wolgemuth te ha ayudado a ver que no se trata de fuerza de voluntad. Ella te ha invitado a levantar la bandera blanca de rendición.
Aprovecho esta pausa para recordarte que puedes leer o imprimir la transcripción de este programa a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com. Allí podrás encontrar las preguntas de reflexión que Nancy te ha hecho.
Ahora ella regresa con nosotras para hablarnos de la siguiente cualidad que debemos añadir a nuestra fe en la medida en que crecemos en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Nancy: ¿Cuántas de ustedes tienen una lata del producto WD-40 en su casa? ¡Si no, deberían tenerla! ¿Sabes lo que significa WD-40? ¿Sabes de dónde proviene ese nombre? Lo aprendí recientemente. WD son las iniciales para «desplazamiento de agua» (en inglés). Esta es una fórmula que fue desarrollada para evitar la corrosión producida por el desplazamiento del agua. ¡No me pidas que te explique eso por favor!
Sin embargo, el número 40 representa el número de intentos que el químico llevó a cabo antes de obtener la fórmula. ¡Así que él intentó 39 veces, y no fue hasta el intento número 40 que tuvo éxito! Así que el mensaje del WD-40 que tienes en casa es: No te rindas. No tires la toalla al enfrentar obstáculos.
Y es que la perseverancia, la constancia, es algo que cada una de nosotras está llamada a tener como hija de Dios. Cada creyente está llamado a cultivar estas actitudes.
La palabra perseverancia o constancia en el griego original, en el idioma que fue escrito el Nuevo Testamento, es en realidad un compuesto de dos palabras. La primera es la palabra debajo y la segunda es la palabra permanecer. Significa «permanecer debajo», o «permanecer debajo de algo». Tiene que ver con la paciencia o la resistencia, particularmente en relación con las cosas o las circunstancias.
Hay otra palabra que habla de paciencia en lo que respecta a tratar a personas difíciles. Necesitamos ambas, pero en este contexto en particular, se refiere a perseverar, a soportar cuando te encuentras bajo circunstancias difíciles en tu vida. Tiene que ver con el poder de permanencia. En el momento de la prueba, la persona que tiene constancia y perseverancia no es derrotada en circunstancias difíciles.
De modo que la perseverancia o la constancia tiene que ver con soportar con paciencia, pero no es simplemente una palabra pasiva. No es como decir: «solo voy a apretar los dientes y a salir de esto de alguna manera». En realidad es una palabra activa. Tiene que ver con superar las dificultades. No solo sobrevivirlas, sino que las superarás, respondiendo a ellas con fe y con gozo. Esa es la constancia. Eso es perseverancia.
Algunos de los antónimos o palabras opuestas a la perseverancia en el Nuevo Testamento son interesantes. Palabras opuestas son: la indignación y la ira. Tú dirás: «¡Wow! Yo nunca habría pensado que la ira o la indignación representaban lo contrario a la constancia y a la perseverancia».
Pero detente un momento a pensar un poco en esto. Si respondes a las circunstancias que llegan a tu vida, a las pruebas, a las tribulaciones de tu vida... Si respondes a ellas con fe y con gozo, entonces no serás derrotada. No estarás murmurando ni quejándote de las circunstancias. No estarás echando humo y hablando sobre lo difícil que son las cosas, o enojada con tus circunstancias. Las abrazarás, te mantendrás firme y fuerte debajo de ellas. Así que como vemos, es una palabra activa.
Ahora, la indignación, la ira, son las formas naturales de responder. Igual la irritación. Y en algunas ocasiones, la mayoría de las veces, es interno. Pero a veces se manifiesta externamente. Es una respuesta natural.
Alguien te corta el paso en la autopista, o alguien no se presenta a tiempo a una cita, o tu esposo olvida un aniversario o una fecha importante, o se olvida de algo que dijo que haría, o se inscribe para algo sin verificar contigo primero. Quiero decir… la vida está llena de estas cosas…¿dónde nos detendríamos? Son las pequeñas cosas, son las cosas grandes, pero es natural que estas cosas se resientan, que molesten, que irriten, y hasta que lleguen a enfadarte.
Pero cuando nos fijamos en las Escrituras y en el Nuevo Testamento en particular, sobre cómo vamos a responder ante circunstancias difíciles o irritantes, está muy claro cómo Dios quiere que respondamos. Solo voy a leer unos versículos que son familiares para ti, pero creo que todas necesitamos recordarlos de vez en cuando.
Santiago capítulo 1, de los versículos 2 al 4 dice:
«Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce (y ahí viene esta palabra) paciencia (soportar debajo de algo), y que la paciencia ha de tener su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada».
- ¿Quieres ser espiritualmente madura? Entonces tienes que cultivar paciencia y perseverancia.
- ¿Quieres tener constancia? Entonces tienes que tener aflicciones, pruebas, para que sea probada.
No son solo las pruebas las que nos hacen firmes. Sino también el responder a esas aflicciones con fe y gozo. Hay un montón de personas que pasan a través de pruebas y no salen más firmes. Solo salen firmes si las reciben y las tienen por sumo gozo.
Lo mismo sucede en Romanos capítulo 5: «Nos gloriamos en las tribulaciones». Piensa en esas palabras. «Nos regocijamos». Este es el apóstol Pablo, quien sabía mucho sobre el sufrimiento. ¿Nos gloriamos en las tribulaciones? Pero… ¿cómo? ¿Por qué? Porque sabemos que «la tribulación produce paciencia». La misma palabra, aguantar debajo de algo. Y la resistencia, perseverancia «produce carácter (carácter piadoso), y el carácter, esperanza» (vv. 3-4).
Queremos el resultado final, la esperanza, el carácter, aún la firmeza— pero sin tener que pasar por lo que se necesita para llegar allí. Solo hay una manera de desarrollar la constancia, la perseverancia, la resistencia, y es pasando por pruebas, por aflicciones. No hay atajos. No hay otra manera de conseguir esta cualidad en nuestras vidas. Se requieren circunstancias que nos van a parecer insoportables o injustas.
Pueden ser solo pruebas generalizadas, pueden ser consecuencia del pecado, pueden ser aflicciones inmerecidas. 1 Pedro capítulo 2 versículo 20, dice: «Pero si cuando hacéis lo bueno, sufrís...» Hay una gran cantidad de diferentes tipos de aflicción, una gran cantidad de diferentes tipos de sufrimiento, pero la Biblia nos llama a soportar en todos los casos, a que los enfrentemos con gozo. Corremos en esta carrera con resistencia porque mantenemos nuestros ojos en Jesús, quien lo soportó todo. Cuando lo miramos a Él, somos capaces de soportar sin cansarnos ni desfallecer en nuestras pruebas. (Ver Hebreos 12:1-2).
A medida que soportamos, recordamos que hay una recompensa prometida por nuestra constancia. ¿Cuál es? ¿Qué es? Santiago capítulo 1, versículo 12 dice:
«Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez haya sido aprobado, recibirá la corona de vida que el Señor ha prometido a los que le aman».
Hay una corona que nos espera. Hay una recompensa. Hay una resurrección después de la cruz.
Así que mantente firme durante la prueba. Sé firme, como el WD-40, todas las veces que sea necesario. Tú dirás: «Sí, me hubiera gustado que fueran solo cuarenta veces con mi marido...pero han sido cuatrocientas veces o cuatro mil veces». Bueno, recuerda que tu marido probablemente ha tenido que soportar algunas cosas junto a ti también.
Pero, independientemente de esto, Dios es un Dios fiel que nos soporta, que es paciente y tolerante con nosotras. Él nos llama a ser firmes –incluso quizás a través de épocas cuando nuestra oración no es contestada, cuando pasamos por providencias inexplicables; cosas que Dios hace que tú quizás ni puedas entender– a perseverar cuando estás esperando que Dios actúe, incluso esperando a que Dios cambie el corazón de ese hijo o de esa hija o de ese esposo, o que cambie las circunstancias de tu vida.
Quizás eres soltera y anhelas casarte y tener hijos, y sientes que es a esto que quisieras dedicar tu vida, pero Dios no ha provisto esto para ti. Persevera. Soporta.
Tal vez estás casada, pero con un hombre que no es creyente o que quizás aún no está muy santificado. Dios te llama a perseverar, a soportar.
Puede ser que estés cuidando a tus padres ancianos en esta época difícil de la vida. Soporta. Persevera. Mantente firme debajo de ella. «Tenlo por sumo gozo».
Puede que estés educando en casa a cuatro o cinco de tus hijos, o quizás es solo un hijo pero parecen cuatro o cinco. No es solo un día que tienes que perseverar... Es día tras día, tras día...y dirás: «Todavía me quedan años en esto». Soporta. Mantente firme debajo de la prueba. Es por eso que Dios te ofrece Sus promesas y Su poder... para que puedas permanecer firme.
Creo que de una de nuestras oyentes cuida a su hijo de 23 años de edad, cuadripléjico, 24 horas al día, 7 días a la semana. Resistencia. Constancia. Ella está desarrollando firmeza porque ha perseverado bajo esa prueba y Dios le está dando de Su gracia.
Tal vez estás perseverando debido al fracaso, a través de obstáculos en tu lucha para vencer el pecado y los hábitos pecaminosos. Persevera. Soporta. Hay una recompensa. Hay una corona prometida.
La perseverancia puede ser que tenga que ver con tu iglesia. No parece que vas a ninguna parte, y estás tan cargada. Tú dirás: «Quiero ver un avivamiento en nuestra iglesia». Soporta. Sé firme bajo la prueba. Hay una corona prometida.
Y entonces nos hacemos estas preguntas:
- ¿Cómo se mantiene tu fe bajo la prueba, bajo el fuego, bajo las circunstancias, bajo la tribulación?
- ¿Se mantiene confiada y amorosa y obediente a Dios aun cuando Sus opciones para tu vida no son las que tú hubieras elegido? Tú dices, «yo no habría escrito el guión de esa manera».
Escucha, Dios sabe cómo escribir el guión de tu vida. Él es sabio, Él es amor. La pregunta es: ¿Estás soportando? ¿Estás firme? ¿Cuando vienen tiempos difíciles, como de seguro vendrán, tirarás la toalla? ¿Te das por vencida después de unos días o semanas o meses? Quizás tú me digas: «Es que han pasado años».
Escucha, a la luz de la eternidad, los años no son nada. Sé que lucen muchos ahora mismo mientras estás soportando, pero fija tu mirada en la eternidad. Di: «Señor, hay una corona. Es para aquellos que tienen paciencia y amor y demuestran su amor por ti permaneciendo firmes. Quiero amarte a través de esto».
Piensa en los juicios, en las aflicciones, pequeñas o grandes que puedes estar enfrentando en este momento. ¿Estás soportando con firmeza? ¿Estás contándolas por sumo gozo? ¿Estás regocijándote en tus tribulaciones?
«Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado (y solo Dios sabe la duración de ese tiempo) recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman».
Annamarie: ¿Están tus ojos en Cristo, de modo que puedes perseverar bajo las presiones de la vida? Nancy DeMoss Wolgemuth te ha animado a continuar corriendo la carrera de la fe, añadiéndole a tu fe dominio propio y perseverancia.
Una forma en que crecemos en el conocimiento de Cristo es leyendo Su Palabra. Y es precisamente eso lo que queremos hacer de manera intencional a lo largo de este año 2020, juntas. Si no lo has hecho, únete a nosotras para la lectura de la Biblia, ¡no es tarde para comenzar!
Como has estado escuchando te recordaremos la lectura diaria en cada programa. Aasegúrate de visitarnos en AvivaNuestrosCorazones.com porque allí puedes descargar un PDF con el plan de lectura. Allí también encontrarás devocionales relacionados a la lectura del día.
Escucha lo que una mujer que ha sido bendecida y moldeada por la Palabra de Dios nos escribió. Ella dijo,
«...Dios tiene un propósito enorme, le he pedido tanto que me enseñe a ser una mujer prudente y Su promesa está en Salmos 32:8-9, y Él ha cumplido. Me está enseñando cómo portarme pues ha puesto Sus ojos sobre mí, Su gracia y misericordia me sostienen. Gracias a Dios por ser Aviva Nuestros Corazones el medio que usa para que con Su Palabra me ayuden a pulirme y moldearme. No quiero ser como el mulo o el caballo que no se acercan a Dios sino con el freno o cabestro. Dios las bendiga grandemente y provea conforme a sus riquezas en gloria para seguir adelante en la ardua pero gozosa obra que desarrollan. Sí, oremos las unas por las otras. Saludos desde Perú».
Amén.
Bueno, y ¿no sería maravilloso que pudiéramos simplemente leer un libro, escuchar un charlista o ir a un retiro e inmediatamente convertirnos en mujeres piadosas? Mañana Nancy nos hablará acerca de cómo somos transformadas en mujeres conforme al propósito de Dios, así que asegúrate de acompañarnos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Añadiendo a nuestra fe juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
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