Puedes confiar en Dios al enfrentar una pérdida
Diana Ellif: No importa lo que pase en nuestras vidas, Dios hará que sigamos caminando en Él. El Señor nos ama todo el tiempo. Hace un tiempo le dije a un grupo de personas que en la Biblia se habla del hecho de que somos pobres y necesitados, pero Dios es misericordioso y bueno, y Su misericordia es fresca cada mañana, y que Él estará con nosotros en cada paso del camino.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «Confía en Dios para escribir tu historia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 13 de noviembre de 2024.
Hemos escuchado las dos primeras partes de una conversación que Nancy tuvo con Tom y Diana Elliff. Ambos estuvieron casados durante décadas, y luego los dos enviudaron. Hoy escucharemos más sobre su historia.
En el episodio anterior, Tom mencionó que Dios nos permite pasar por momentos …
Diana Ellif: No importa lo que pase en nuestras vidas, Dios hará que sigamos caminando en Él. El Señor nos ama todo el tiempo. Hace un tiempo le dije a un grupo de personas que en la Biblia se habla del hecho de que somos pobres y necesitados, pero Dios es misericordioso y bueno, y Su misericordia es fresca cada mañana, y que Él estará con nosotros en cada paso del camino.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «Confía en Dios para escribir tu historia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 13 de noviembre de 2024.
Hemos escuchado las dos primeras partes de una conversación que Nancy tuvo con Tom y Diana Elliff. Ambos estuvieron casados durante décadas, y luego los dos enviudaron. Hoy escucharemos más sobre su historia.
En el episodio anterior, Tom mencionó que Dios nos permite pasar por momentos difíciles y dolorosos para que experimentemos Su consuelo, y luego, después de haberlo experimentado por nosotros mismos, podamos consolar a otros. Y ese es un principio que se encuentra en 2.ª Corintios capítulo 1. Aquí está Nancy para continuar la conversación. Escuchemos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Robert y yo vimos esto mientras hablábamos con personas cuyas historias contamos en el libro «Confía en Dios para escribir tu Historia». Muchas de esas personas tuvieron experiencias que nosotros no hemos tenido, o que son diferentes a las nuestras.
Fueron conversaciones desgarradoras porque muchas de esas historias aún no terminan: el esposo aún no regresa o el hijo pródigo aún no regresa. Sin embargo, a pesar del profundo dolor, estas son personas que confían en Dios.
Y Tom, nuestro amigo John Wreford, quien fue parte de nuestro personal durante muchos años, conoció a Jesús durante tu ministerio.
Robert y yo estuvimos en la casa de John y Tammy, y los entrevistamos para el libro. Luego, tres semanas después, John partió y se fue a casa con el Señor. Pero antes de que falleciera, él y Tammy nos hablaron sobre confiar en Dios en tu lecho de muerte.
Robert y yo escuchamos muchas historias que nos dejaron sin aliento. Las personas con quienes conversábamos nos hablaban con un espíritu vivo, hermoso y lleno de gracia, incluso cuando todavía estaban en medio del sufrimiento sin saber cuándo terminaría.
Y en medio de cada conversación sentíamos ese anhelo profundo al hablar de todo este tema del dolor, y pensábamos: queremos tener esa confianza profunda en Dios que vemos en estas personas, ese amor por Él, esa desconexión de las cosas de este mundo. Pero luego nos recordábamos a nosotros mismos: «Estas situaciones son exactamente lo que ha llevado a estas personas a ser lo que son hoy».
Diana Ellif: Eso es correcto.
Nancy: Y no es que no hayamos pasado por cosas difíciles, lo hemos hecho. Pero estamos en una temporada hermosa en este momento. Y al pensar en el futuro nos damos cuenta de que no tenemos idea de cómo será para nosotros, cómo será nuestra salud, cuáles serán los problemas al final de la vida, las finanzas, lo que sea. Pero, cuando observamos a esas personas, nos damos cuenta de que podemos confiar en Dios.
Si confías en Él ahora en la parte de la historia que estás viviendo en este momento, entonces tendrás la gracia cuando llegue la parte difícil.
Tom Elliff: Así es, y mencionaste un punto muy importante hace un momento. Hemos estado hablando de cosas que tuvieron un final difícil: la muerte de un ser querido, y una casa destruida. Pero puedo imaginar que muchas de las personas que nos están escuchando ahora están pasando por una situación dolorosa y desconcertante que continuará a largo plazo y con la que seguirán lidiando.
Mencionaste también un hijo rebelde o una ruptura familiar que está causando todo tipo de consecuencias dolorosas. Sin embargo, Dios sigue siendo Dios, y Su providencia ciertamente está en acción tanto en eso como en cualquiera de esas otras situaciones. Es solo cuestión de que nos acercamos a Dios para que Él nos sostenga en medio del dolor. Se trata de perseverar en el sufrimiento aferrados al Señor.
Y Dios no está obligado a decirnos lo que hará, pero cuando decide hacerlo, podemos cooperar con Él, como lo dicen las Escrituras. Y la manera de dar ese paso es simplemente decir: «Voy a sumergirme en la Palabra de Dios, y si no puedo hacer más que eso, entonces puedo conocerle mejor a través de las Escrituras. Puedo saber más acerca de Dios y experimentar más de Él hoy de lo que experimenté ayer. Estaré contento con eso en este momento».
Nancy: Tom mientras hablas, pienso en esos tres jóvenes hebreos en el horno de fuego. Ellos no sabían el resultado, pero aun así dijeron: «Vamos a servir a nuestro Dios y no adoraremos a este rey pagano. Si nos matas, rey, moriremos, pero seguiremos sirviendo a Dios. Si nuestro Dios nos rescata, lo alabaremos. Pero si no lo hace, lo alabaremos también».
Esos tres jóvenes fueron arrojados al fuego, que era una sentencia de muerte en aquella época. ¿Y cuándo estuvieron más cerca de Cristo? Cuando ese cuarto Hombre, el Hijo de Dios, vino y caminó junto a ellos en ese horno. De alguna manera, Él obró milagrosamente para que cuando salieran de ese horno no sufrieran ningún daño. ¡Nosotros no podríamos escribir esa historia!
Tom: No, y ellos nunca habrían imaginado una historia como esa.
Nancy: Así es, y tampoco es algo que se pueda inventar.
Tom: Y ellos ni siquiera lo hubieran deseado, porque de por sí era ridículo pensar en esa posibilidad. Puedo decir que ni Diana ni yo imaginamos este matrimonio después de que nuestros cónyuges fallecieron. El matrimonio no era una posibilidad para nosotros; ni siquiera lo considerábamos.
Nancy: De hecho, ¿puedo ponerte en evidencia?
Tom: Adelante. ¡Solo déjame meterme debajo de la mesa!
Nancy: Estaba viendo la transmisión en vivo cuando predicaste en el funeral de Jeannie. No sé cómo hiciste eso, pero fue maravilloso. Hiciste una afirmación que hizo que me estremeciera cuando lo dijiste. Y sé que recuerdas de qué se trata.
Tom: Sí. Realmente sentí que nunca me volvería a casar, que moriría pronto y que la vería en el cielo; simplemente Jeannie se fue un poco antes que yo. ¡Asumí que nunca me volvería a casar! Un nuevo matrimonio no estaba en mi mente.
Nancy: Y de alguna manera pusiste en marcha esa idea.
Tom: Sí, de alguna manera lo hice. Pero no pasó mucho tiempo cuando llamé a uno de mis mentores. En ese entonces él tenía unos noventa y ocho años y vivía en Dallas, Texas. Es un hombre simplemente brillante y un gran cristiano apasionado.
Le dije: «Necesito hablar contigo sobre la soltería. No sé cómo hacer esto».
Y él me dijo: «Iré a verte».
Él vivía en Dallas, y yo en Oklahoma, en los Estados Unidos. Le dije: «No, Orville (ese era su nombre) es demasiada distancia; ¡son tres horas y media de camino!».
Él dijo: «Bueno, ¡tengo un auto rojo nuevo y quiero conducirlo hasta allí para verte!».
Así que conduje hasta Oklahoma. Y como buen corredor que él es (el próximo mes correrá por un récord mundial)… salimos a caminar y nos sentamos en un parque. Le dije: «Orville, nunca me volveré a casar».
Él dijo: «No digas eso».
Le dije: «Bueno, tú no te casaste».
Él dijo: «Bueno, Tom, ¡tenía noventa y dos años cuando mi esposa falleció! ¿Por qué tú no te casarías?».
Le dije: «Bueno, veo un lado egoísta en mí que no me gusta, y es que he comenzado a salir con personas para cada almuerzo. No es porque tenga nada importante para decirles, en realidad, es solo que no quiero almorzar solo».
Y él dijo: «Bueno, ¿y si Dios trae a tu vida a alguien a quien puedes ayudar y que quiere ayudarte?».
Y dije: «Bueno, en ese caso podría casarme».
Eso fue en noviembre de ese año, y en marzo del año siguiente, Diana y yo salimos a caminar por el mismo parque y nos sentamos en el mismo lugar en el que había tenido esa conversación con mi mentor. Le conté esa historia a ella, me arrodillé y le propuse matrimonio.
Nancy: ¡El consejo del mentor funcionó!
Tom: Sí, ¡funcionó!
Nancy: Diana, cuando tu esposo fue a estar con el Señor, ¿tenías alguna idea de cómo sería el futuro para ti?
Diana: ¡Oh, para nada! Estaba muy enamorada de Wayne. Recuerdo haberle dicho unos días antes de morir (yo sabía que estaba muy enfermo, pero en ese momento no sabía que pronto estaría con el Señor), miré el anillo que tenía en mi dedo en ese momento y le dije: «¡Solo quiero que sepas que este anillo nunca saldrá de mi dedo porque eres mi esposo para siempre!».
Él estaba muy enfermo. Me miró con ternura y me dijo: «Bueno, si te vas antes que yo, este anillo nunca saldrá de mi dedo». Y luego, unos meses después de que Wayne falleció, cuando conocí a Tom, pensé: ¡Le dije lo mismo a mi esposo! Y realmente yo le había dicho eso a Wayne en serio.
Nunca pensé en casarme nuevamente. Tom y yo podríamos decir que nuestros primeros cónyuges fueron nuestros compañeros de vida.
Nancy: Ambos estuvieron casados por cincuenta años.
Diana: Sí, así que nunca lo había pensado. Antes de que Wayne falleciera, él me había pedido agua. Yo estaba a punto de salir de la habitación cuando él me miró y dijo: «La esposa de Tom Elliff murió».
Le dije: «¿Qué pasó?»
Él dijo: «No sé».
Nancy: Y en ese momento tú y Tom no eran amigos cercanos, simplemente se conocían.
Diana: Exacto, simplemente sabíamos quiénes eran. Salí de la habitación y seguí con mi día cuidando a Wayne y haciendo cosas que una esposa hace en la casa. Fuimos al centro de entrenamiento de Billy Graham en Asheville, Carolina del Norte. Wayne predicó desde una silla de ruedas un viernes por la noche; para ese momento ya tenía muy poca capacidad física.
Luego regresamos a la casa donde nos estábamos hospedando. Nuestro hijo estaba con nosotros, así que él fue y terminó la prédica en lugar de Wayne. Nos fuimos a dormir esa noche. Wayne estaba reclinado porque no podía respirar muy bien y yo estaba sentada en el sofá. Le dije: «¡Te amo!».
Él dijo: «Yo también te amo, amada». Esas fueron nuestras últimas palabras el uno con el otro. Me desperté a la mañana siguiente, y él se había ido.
Nuestro hijo que estaba allí me dijo algo muy tierno. Él dijo: «¡Mamá, el último rostro que vio papá en esta tierra fue el tuyo! ¡Y cuando abrió los ojos, vio el rostro de Jesús!». ¡Y eso fue de gran bendición para mí!
Tom: Y lo mismo ocurrió con Jeannie. Me miró allí en nuestra casa y dijo tres veces: «Te amo, te amo, te amo». También la abracé y le dije: «Te amo».
Ella cerró los ojos, y más tarde esa noche, Dios se la llevó a casa. Estaba acostado junto a ella citando las Escrituras. Y Aquel que la amaba más que yo la tomó en Sus brazos y la llevó a casa para estar con Él.
Y así, Diana y yo nunca imaginamos la relación que tenemos ahora.
Nancy: Porque en el momento de esa gran pérdida, sientes que ese es el final de la historia.
Tom: Pero Dios no había terminado con nuestra historia.
Diana: Recuerdo que mi hija y su familia estaban allí en ese tiempo. Ella y yo salimos a hacer una diligencia y mientras estábamos en el auto, ella me dijo: «Mamá, Steve Green viene a Albuquerque».
Nancy: Steve Green, el cantante.
Diana: Sí, cantaría en una conferencia de misiones extranjeras. Y ella dijo: «Tienes que venir».
Le dije: «¡Oh, me encantaría!», porque era algo que podía hacer en el futuro cercano.
Le dije: «Me encantaría. Me encanta su voz; ¡Amo su corazón!».
Y ella dijo: «Tom Elliff será el expositor».
Le dije: «¡Oh, Stephanie, tu papá me mencionó su nombre!».
Ella me miró y dijo: «Bueno, Erik [el esposo de mi hija] y yo creemos que Tom sería un gran compañero para ti».
Nancy: ¡Ni siquiera habías enterrado a tu esposo!
Diana: No. Y unos días antes de que mi esposo falleciera, él me mencionó el nombre de Tom. Y luego, antes del funeral, mi hija me mencionó su nombre.
Tom: Y no es que nuestras vidas se cruzaran todo el tiempo. Apenas nos conocíamos.
Nancy: Pero Dios…
Tom: Pero Dios. Diría que lo que más me ayudó durante ese año y medio, antes de que Diana y yo nos conociéramos o empezáramos a hablar de esto, es que yo oraba constantemente para que mi sentido consciente de la presencia de Jesús fuera más grande que mi sentido consciente de la ausencia de Jeannie. Y Dios honró esa oración. Cristo se hizo más y más grande para mí.
Al regresar a casa del cementerio, después de que mis hijos volvieron a sus casas, yo me encontraba solo y recuerdo haber pensado: Por primera vez en toda mi vida, no soy la persona más importante para nadie en esta tierra. Y por primera vez en mi vida, nadie es la persona más importante para mí. Y ese es un lugar vulnerable para un hombre.
Hice una lista mental y cuando volví a casa llamé por teléfono a cinco hombres diferentes. Les dije: «Quiero reunirme con cada uno de ustedes un día diferente de la semana». Y así lo hice durante más de un año. Les dije: «Quiero rendir cuentas». Comí con uno el lunes y desayuné con otro el martes, luego desayuné con mi yerno el miércoles. Comí en casa de una familia muy amada el jueves, y el viernes un amigo que vivía fuera de la ciudad me llamó.
Me di cuenta de que estaba en un lugar muy vulnerable. Y me cautiva mucho lo que estamos conversando Nancy, porque lo que estás diciendo es que lo desconocido para nosotros es el resto de la historia de nuestras vidas que Dios está escribiendo.
Y nos gustaría saber cómo podría ser; nos gustaría suponer lo que podría ser. Pero va mucho más allá de cualquier cosa que podamos preguntar o pensar, como dice el apóstol Pablo (ver Efesios 3:20). Esas son nuestras oraciones. Dios está escribiendo esta historia increíblemente rica en enseñanzas para la vida de cada persona que nos escucha hoy, y lo hace por Su providencia, y por Su soberano amor y gracia para con nosotros.
Nancy: Y Su providencia a veces es misteriosa. Y si estuviéramos escribiendo la historia, (gracias a Dios que Él no nos deja escribirla), pero si lo hiciéramos, no tendríamos cáncer, ni ELA, ni una eterna soltería y todas las otras cosas por las que los corazones se duelen.
Tom: Pero nadie leería un libro así tampoco.
Nancy: ¿No es eso verdad? ¡Sería aburrido!
Tom: Al final, Dios se lleva toda la gloria para Sí mismo por Su gracia.
Diana: Y como hemos mencionado antes, aprendemos mucho de nuestras luchas y de las cosas que nos pasan en la vida. No cuento esta historia para que sientan lástima por mí, y a medida que pienso en las cosas que he compartido, hay personas que están escuchando en este mismo momento que han sufrido mucho más que yo.
Mi papá se fue con el Señor hace más de veintisiete años, y me dije a mí misma y a mi difunto esposo: «Si algo le sucede a mi papá, no podría seguir viviendo. No puedo seguir sin mi papá».
Bueno, una vez más, la paz y la gracia de Dios y la compasión de Cristo se afirmaron tanto en mí que mientras estaba en la funeraria con mi madre y mis hermanos, el Señor habló a mi corazón de esta manera, y me dijo: «Cada característica piadosa que viste en tu papá quiero que la tomes y la sigas viviendo. Toma esa misma Escritura y el mismo corazón que él tenía para Dios y por el pueblo de Dios. Ahora tú llevarás ese legado».
Así que Dios reveló a mi corazón, a medida que pasaban los días y extrañaba tanto a mi papá, que en Cristo Jesús yo podía y puedo continuar con mi vida. Podía y puedo vivir esta vida sin mi papá, luego sin mi bebé, y después sin mi esposo.
A medida que miro atrás en nuestras vidas, hay momentos con Tom en los que veo cómo Dios ha puesto un amor tan hermoso el uno por el otro, un amor que nunca esperábamos que volveríamos a experimentar. Ha habido ocasiones en que me viene a la mente: «¿Qué haría si algo le sucede a Tom?».
¡Y es como si el Señor me detuviera allí mismo! Nunca he llevado este pensamiento más allá de eso, porque sé que la gracia de Dios es suficiente, ¡porque siempre lo es!
Nancy: Y cuando llegue ese momento, lo seguirá siendo.
Diana: Así es. No quiero que le pase nada a Tom. Pero nos quedan menos años en nuestras vidas para vivir como pareja que con nuestros primeros cónyuges, así que buscamos apreciar los días que Dios nos da juntos. Es muy consolador recordar el versículo en las Escrituras donde dice que Dios nos hará perseverar.
El Señor no dijo que voy a perseverar con mis propias fuerzas, sino que Él hará que perseveremos.
Nancy: Y eso es por Su gracia.
Diana: ¡Sí! No importa lo que pase en nuestras vidas, Él hará que sigamos caminando en Él. Nos ama todo el tiempo; todo el tiempo Él nos ama. Hace un tiempo le dije a un grupo de personas que en la Biblia se habla del hecho de que somos pobres y necesitados, pero Dios es misericordioso y bueno, y Su misericordia es fresca cada mañana, y que Él estará con nosotros en cada paso del camino.
Nancy: Y luego piensas en el final del Salmo 23 que dice: «el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida y en la casa del Señor moraré por largos días». Creo que algo que debemos recordar en las partes difíciles de la historia es que este no es el final. Que esperamos un hermoso final.
Y, Tom, estoy pensando en tu sobrino Josh y su bella esposa Andrea, que pasó por ese horrible cáncer: cirugías múltiples, tratamientos múltiples. Estoy segura de que recuerdas eso. Cuando Josh enviaba actualizaciones sobre cómo estaba Andrea, fue difícil porque no hubo noticias buenas por mucho tiempo. Pero él siempre decía al final: «Lo mejor está por venir».
Tom: ¡Exactamente! Y podemos decir eso cuando la vida va mal, y cuando va bien. Tengo un amigo que pasó por el terrible dolor de ver que su padre le quitara la vida a su hija porque temía que ella se convirtiera en cristiana.
El abuelo vio al padre de la niña mientras le leía las Escrituras. ¡Horrible! ¿Cómo pudo hacer eso? Y, sin embargo, mi amigo ha perseverado a través de eso por la gracia de Dios. Él es uno de los padres de uno de los movimientos de plantación de iglesias de más rápido crecimiento en el planeta en este momento. Miles de personas están volviendo sus corazones a Cristo.
De ninguna manera hubiera podido perseverar si no hubiera creído en la providencia de Dios: que hay más en su historia que lo que sucedió. De otro modo sería una persona dura, amargada y enojada que se pregunta: «¿Cómo se puede vivir con esto?».
Nancy: Como le sucede a muchas personas.
Tom: En cambio, le dejó eso a Dios para que ese evento doloroso se convirtiera en una parte muy importante de su historia; hoy vemos el fruto de eso. Y te diré que esas son personas que viven sus vidas y tienen una fe inquebrantable.
Nancy: «De quien el mundo no es digno» (ver Hebreos 11:38).
Tom: Y al mismo tiempo, su Dios es mi Dios. En ese mismo caso, mi Dios será tan bondadoso conmigo como lo fue con mi amigo y su familia.
Nancy: Y lo mejor está por venir. ¿Y sabes qué? Incluso cuando disfrutamos de esas cosas, como nosotros en nuestros matrimonios recientes, nuevos, viviendo una temporada maravillosa; sin embargo, todavía es bueno recordar que esto no es «lo mejor». Es extraordinariamente maravilloso después de mucho dolor, ¡pero lo mejor está por venir!
Cuando no podemos ver lo que sucederá, confiamos. Confiamos en el carácter, en el nombre y en el corazón de nuestro fiel Dios.
Tom: Creo que fue Helen Roseveare, una doctora misionera en África central, cuya vida y testimonio dieron paso a una rebelión y trajeron un gran movimiento del Espíritu de Dios. Pero fue solo después de un horrible incidente en el que fue totalmente humillada y maltratada, física, moral y emocionalmente…
Nancy: …y sexualmente.
Tom: Fue una experiencia que ni siquiera puedo describir. Pero ella dijo: «Mientras yacía en el suelo y todo esto ocurría, Dios dijo: “¿Confías en mí lo suficiente como para agradecerme por algo que tal vez nunca te dé el privilegio de entender?”». Dios estaba escribiendo su historia.
Y, por supuesto, más tarde, cuando contó esa historia, de repente la multitud que la rodeaba, las personas que deseaban hacerle mal comenzaron a llorar con un espíritu contrito. Dios se movió en medio de ellos y el mensaje del evangelio transformó muchas vidas.
Nancy: Es posible que no lo comprendamos de este lado del cielo, ¿no es verdad?
Tom: Eso es correcto.
Nancy: ¡Wow! Bueno, sé que hay muchas personas que nos están escuchando en este momento que están en medio de esas situaciones realmente difíciles. Y podríamos contar historias todo el día en estas diferentes categorías: dolor, pérdida financiera, dolencias físicas, adicciones, anhelo por un compañero, anhelo por tener un hijo, la pérdida de un hijo… ¡Y la lista puede continuar!
Hemos hablado sobre algunas situaciones realmente dolorosas, pero mi esperanza es que esta conversación con Tom y Diana Elliff, te lleve a decir de corazón: «Señor, gracias porque puedo confiar en Ti para que escribas mi historia aun cuando no puedo ver el resultado. Desde mi perspectiva humana, esto no tiene sentido; es todo un caos. Pero creo que Tú eres bueno; Tú eres Dios y estás escribiendo mi historia y voy a confiar en Ti».
Y eso puede ser todo lo que puedas hacer, ¡pero es mucho! Y espero que ese tipo de experiencia y conversación de corazón a corazón con el Señor esté ocurriendo con muchos oyentes en este momento.
Tom, has orado por muchas personas en funerales y en temporadas difíciles, y de igual modo muchas personas han hecho lo mismo por ti cuando te has encontrado en temporadas difíciles.
¿Puedo pedirte que ores por aquellas personas que nos escuchan, que están en un lugar difícil en este momento, para que Dios ministre esa gracia hecha a la medida?
Tom: Por supuesto, oremos.
Padre, unimos nuestros corazones y deseamos fervientemente poder alcanzar a través de este programa el corazón de cada persona que está escuchando en este momento. Señor, vivimos en un mundo que está perdido; un mundo que está aparentemente fuera de control.
Hemos hablado de cosas que nos han sucedido y de lo que hemos visto que haces en medio de eso al escribir nuestras historias. Y, sin embargo, Señor, sabemos que hay personas escuchando que están diciendo: «¡No han sufrido tanto como yo!».
Pero Señor, tú también eres su Dios. Estás usando cada dolor en sus vidas para escribir sus historias mientras confían en Ti.
Te agradecemos que todos Tus caminos son buenos y verdaderos para los que te aman, para los que confían en Ti, y estamos agradecidos por eso. Te damos gracias también por Tu misericordia, y oramos por aquellos que en este momento dicen: «Esas son historias realmente difíciles, pero desearía poder por lo menos sobrevivir a mi situación».
Pero Tú, Señor, nos has dicho: «Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios» (Fil. 4:6).
¡Oh, Dios, mantén sus corazones y sus mentes enfocados en Ti! Estás escribiendo esta historia, y al final todo será por Tu gracia y Tu gloria, porque al final Cristo resucitado le dirá a todo el universo: «Sí, no solo puedo crear lo que es perfecto, ¡sino que puedo arreglar lo que está roto!». Y así, Señor, toca y repara los corazones rotos en este momento, oro en el nombre de Jesús, amén y amén.
Débora: Tom Elliff ha estado orando por todos aquellos que enfrentamos dificultades y retos. Y seamos sinceras, esas somos la mayoría de nosotras. Todas enfrentamos algún tipo de reto, y sé que muchas de nosotras hemos sido alentadas por la conversación de hoy.
Nancy DeMoss Wolgemuth estuvo conversando con Tom y Diana Elliff sobre la providencia de Dios, que es el tema del libro de Nancy y su esposo, Robert: Confía en Dios para escribir tu historia.
Si te perdiste los episodios anteriores, puedes escucharlos o leer la transcripción visitando AvivaNuestrosCorazones.com.
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