Protegiendo a nuestros hermanos
Annamarie Sauter: ¿Será que sin darte cuenta has creído falsas promesas?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Satanás tiene una manera particular de prometer tanto y entregar tan poco. Las personas creen sus mentiras cuando él dice: «Esto es bueno. Esto te hará sentir mejor. Esto te hará sentir satisfecho». Pero, oh, cuántas personas nos escriben y nos comparten cómo —una vez han probado eso— se dan cuenta de que Satanás nunca cumplió su promesa.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La porción de la Escritura para hoy es Job, capítulos 17 al 20.
Te recomendamos que si tienes niños cerca desvíes su atención de este programa, ya que estamos tratando un tema muy necesario. A lo largo de esta semana, la número diez de nuestro estudio, «En busca de Dios», Nancy nos estará hablando acerca de la libertad de caminar …
Annamarie Sauter: ¿Será que sin darte cuenta has creído falsas promesas?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Satanás tiene una manera particular de prometer tanto y entregar tan poco. Las personas creen sus mentiras cuando él dice: «Esto es bueno. Esto te hará sentir mejor. Esto te hará sentir satisfecho». Pero, oh, cuántas personas nos escriben y nos comparten cómo —una vez han probado eso— se dan cuenta de que Satanás nunca cumplió su promesa.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La porción de la Escritura para hoy es Job, capítulos 17 al 20.
Te recomendamos que si tienes niños cerca desvíes su atención de este programa, ya que estamos tratando un tema muy necesario. A lo largo de esta semana, la número diez de nuestro estudio, «En busca de Dios», Nancy nos estará hablando acerca de la libertad de caminar en pureza sexual. Aquí está ella con nosotras.
Nancy: Parecería que a donde quiera que uno se desplaza hoy en día, donde quiera que uno mira, el mundo te ofrece alicientes, incentivos para cometer inmoralidad sexual. El mundo lo hace ver todo tan atractivo, tan glamoroso, tan satisfactorio, tan tentador. La gente no estuviera buscando satisfacción o involucrándose de tal manera en actividad sexual fuera del matrimonio, si el enemigo no le hubiese hecho pensar que esto es algo realmente deseable. Igual que la fruta con la que Satanás tentó a Eva a comer en Génesis capítulo 3.
Ahora bien, al presentarse de forma tan atractiva, creo que como creyentes debemos estar listos para responder la siguiente pregunta: Si toda esa actividad sexual es tan maravillosa, ¿por qué no escoger ese camino? ¿Por qué escoger ser puras, ser santas, ser sexualmente castas? La Escritura tiene respuestas para nosotras. Hay razones.
Les pido que vayan en sus biblias a 1 Tesalonicenses capítulo 4. Comenzamos a ver este pasaje en el programa anterior, y quiero que lo veamos con un poco más de detalle hoy. Las Escrituras nos dan varias razones de por qué debemos escoger el sendero de la santidad y de la pureza sexual como creyentes.
Pablo dice en el versículo 1: «Por lo demás, hermanos, os rogamos, pues, y os exhortamos en el Señor Jesús, que como habéis recibido de nosotros instrucciones acerca de la manera en que debéis andar y agradar a Dios (como de hecho ya andáis), así abundéis en ello más y más».
Te diré, para comenzar, que esta es una importante razón: esto satisface aDios. No sé a ti, pero cuando me tenga que parar frente al Señor en día del juicio final, es a Él a quien me va a importar haber complacido.
Versículos 2 al 4: «Pues sabéis qué preceptos os dimos por autoridad del Señor Jesús. Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual; que cada uno de vosotros sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor». Como vimos antes, aquí tenemos otra razón. Esta es la voluntad de Dios para tu vida, que seas sexualmente pura.
Que tú debes vivir, versículo 5: «no en pasión de concupiscencia, como los gentiles (o los no creyentes) que no conocen a Dios». Y hay otra razón. Debemos ser moralmente puros porque conocemos a Dios. Dios es santo. Él es puro. Él es fiel. Y nosotros lo conocemos a Él.
Ahora, no nos debe sorprender, como mencionamos en el programa anterior, que personas que no conocen a Dios sean infieles, sean inmorales. Pero las personas que sí conocen a Dios deben ser puras y fieles.
Versículo 6: «Y que nadie peque y defraude a su hermano en este asunto». Que nadie peque y defraude a su hermano en este asunto. Esto me da otra razón para ser moralmente pura, y es que nuestra inmoralidad es un pecado contra otra persona. Es un pecado contra otra persona. No es solo un pecado contra Dios, y no solo contra cualquier otra persona, esos otros que nuestra inmoralidad daña, son nuestros hermanos. Somos parte de una familia.
Entonces el versículo 6 sigue diciendo: «porque (aquí hay otra razón) el Señor es el vengador en todas estas cosas, como también antes os lo dijimos y advertimos solemnemente». Es por eso que les advertimos a las personas. Porque Dios vengará la inmoralidad. No alguna inmoralidad, sino toda inmoralidad. No solamente la inmoralidad que sale a la luz mientras tú estás viviendo aquí en la tierra, sino las cosas secretas, los pecados secretos, las cosas que tú pensaste y que nadie más sabía.
A veces estas consecuencias se ven a corto plazo. Y cuando digo a corto plazo, no me refiero a que ocurrirá esta semana necesariamente, sino que posiblemente ocurrirá en esta vida. Algunas veces nosotros cosechamos las consecuencias del pecado sexual. Quizás con enfermedades de transmisión sexual. ¿De dónde vienen estas? De la actividad sexual ilícita.
Satanás tiene una manera de prometer tanto pero cumple tan poco. Las personas creen sus mentiras cuando él dice: «Esto es bueno. Esto te hará sentir mejor. Esto te hará sentir satisfecho». Pero, oh, cuántas personas nos escriben y nos comparten cómo —una vez han probado eso—se dan cuenta de que Satanás nunca cumplió sus promesas.
Leí un artículo en la revista «La mujer cristiana de hoy», titulado «Los pequeños secretos sucios de la mujer cristiana de hoy». Tiene que ver con la mujer que practica la inmoralidad. Mira lo que dijeron algunas de las personas que entrevistaron sobre cómo se sintieron después de cometer inmoralidad sexual.
Una mujer dijo,
Yo pensé que esto sería una respuesta a mi soledad, pero solamente lo puso peor. Estaba tan avergonzada de lo que estaba haciendo que yo misma me aislé.
Otra mujer dijo,
Me sentí muy apartada de la iglesia y de mis amigas. Me sentí como si no fuera humana.
Y mira esta, que habla de algo que tantas mujeres han sentido. Esta mujer dijo,
Pensé que el Señor nunca me perdonaría.
¿Piensas que si estas mujeres hubieran anticipado esa clase de sentimientos de vergüenza, culpa y aislamiento a corto plazo, ellas hubiesen actuado de forma diferente? Las Escrituras dicen una y otra vez que el pecado sexual trae dolor, consecuencias y devastación.
Déjame solamente leerte un par de pasajes. Proverbios capítulo 5, comenzando en el versículo 11. Esto está en el contexto de un pasaje más amplio que advierte a los jóvenes contra el adulterio y la inmoralidad.
El padre le dice a su hijo, si no escuchas mis consejos ten cuidado que, «al final de tu vida, te lamentes, cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido. Y digas: ¡Cómo he aborrecido la instrucción! ¡Cómo mi corazón ha despreciado la corrección! No he escuchado la voz de mis maestros, ni he inclinado mi oído a mis instructores. He estado a punto de completa ruina (¿dónde?) en medio de la asamblea y la congregación» (vv. 11-14).
¡En la iglesia! ¡Con la gente de Dios! Él dijo, si tú no tomas mi consejo ahora, hijo, hija, al final de tu vida, vas a lamentarte. Dirás, «¿por qué no escuché?»
En Proverbios capítulo 6, versículos 32 y 33, no podía estar más claro que esto: «El que comete adulterio no tiene entendimiento; destruye su alma el que lo hace». Escucha, la persona que comete adulterio se destruye a sí misma. «Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta no se borrará».
Hay consecuencias. Algunas de ellas aquí y ahora, a corto plazo. Te quiero decir que si tú te las arreglas para de alguna manera escapar de todas las consecuencias del aquí y ahora, Dios es todavía el vengador de toda la inmoralidad y habrá consecuencias. Como el viejo predicador acostumbraba a decir: «El día de pago llega algún día». A la larga, siempre, siempre llega. El juicio está prometido.
Y en las Escrituras, muchas veces cuando se habla sobre juicio eterno, se lista el pecado sexual, la inmoralidad, como una de las causas que provoca el juicio eterno de la justicia de Dios. El pecado sexual es una característica de las personas que rechazan a Dios. Las personas que hoy se llaman a sí mismas cristianas y están practicando el pecado sexual necesitan leer estos pasajes y preguntarse a sí mismas, «¿soy yo realmente un creyente?»
Apocalipsis capítulo 22, el último capítulo de la Biblia, promete una recompensa para aquellos que son puros. El versículo 14 dice: «Bienaventurados los que lavan sus vestiduras» (eso pasa solamente a través de la sangre de Cristo) «para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas a la ciudad». Pero, el versículo 15 dice: «Afuera (de esta ciudad santa) están los perros, los hechiceros, los inmorales, los asesinos, los idólatras y todo el que ama y practica la mentira».
Amigas, hay consecuencias. Son tan seguras, son tan ciertas, como el hecho de que existe un Dios. Debido a ello, cualquiera que practica la actividad sexual fuera del matrimonio es un necio. Le falta sentido. Se destruye a sí mismo. Está pidiendo el juicio de Dios. Ahora, gracias a Dios la misericordia triunfa sobre el juicio.
Sé que estoy ahora mismo delante de algunas mujeres que han pecado sexualmente y es por eso que me encanta el pasaje en 1 Corintios 6. Leí, la primera parte que dice que ninguna de esas personas sexualmente inmorales entrará al reino de los cielos, pero continúa diciendo: «Y esto erais algunos de vosotros» (v. 11).
Fuiste lavada. Fuiste limpiada. Fuiste santificada por la sangre de Cristo por el Espíritu de Dios. Hay gracia. Hay misericordia. Hay perdón. Pero no hasta que haya arrepentimiento, volverse del pecado hacia la santidad.
Así que Pablo concluye aquí en 1 Tesalonicenses 4, versículo 7: «Porque Dios no nos ha llamado a impureza sino a santificación». Entonces el versículo 8: «Por consiguiente, el que rechaza esto (este estándar) rechaza no al hombre (no a nosotros) sino a Dios».
Dejaste a Dios a un lado. Despreciaste a Dios, algunas de tus traducciones podrían decir: «el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre sino a Dios, quien les da a ustedes Su Espíritu Santo» (NVI). Es por eso que tú quieres ser puro, porque Dios te ha dado el regalo de Su Espíritu Santo para que viva dentro de ti.
Hay algo que no está sincronizado cuando alguien que tiene el Espíritu Santo viviendo en su templo, entrega ese templo a la inmoralidad, al pecado sexual. Hay algo que no anda bien allí. Pero Dios te ha dado Su Espíritu Santo. No solamente nos debe motivar esto a ser sexualmente puras, sino que también es lo que nos capacita para vivir en pureza sexual; para vivir en castidad seas casada o soltera.
Sé que estoy hablándoles a mujeres que se encuentran en diversas etapas de su vida. Tenemos algunas jóvenes que están al punto de tomar algunas decisiones importantes en su vida, y deben decidir cómo se conducirán moralmente.
Es posible que tengamos mujeres que están en medio de una relación amorosa. No sé por qué lo llaman «aventura amorosa». Eso suena tan divertido, tan placentero. Yo creo que necesitamos comenzar a llamarlo por lo que es. Es una relación adúltera.
No estoy diciendo esto para ser desagradable. Le pedí al Señor mientras estaba preparando esta serie que me diera tanto la pasión como la compasión. Realmente siento compasión por y hacia esas mujeres que están atrapadas en el vicio del pecado sexual, así que permítanme hablarles a ellas primero. Si estás involucrada en un pecado sexual de cualquier tipo, solamente te quiero recordar que puedes ser perdonada. Puedes ser limpiada.
Una mujer me dijo recientemente: «Supongo que siempre seré así. Parece que simplemente sigo cayendo en esas relaciones ilícitas». Ella no se estaba justificando. Ella estaba sollozando. Ella estaba diciendo, «es que creo que no puedo ser de otra manera».
Yo te digo: «Satanás te tiene creyendo una mentira» pero no tienes que ser así. Puedes haber sido esclava por muchos años, pero puedes ser libre de la esclavitud del pecado sexual. Pero antes de que te puedas liberar, tienes que confesarlo. Te tienes que arrepentir para obtener el perdón de Dios.
Tienes que ser honesta. Necesitas ser honesta primero con el Señor. En eso consiste la confesión, en ponerte de acuerdo con Dios sobre lo que Él ya sabe que es un hecho en tu vida; no encubrirlo, no tratar de hacerlo ver mejor de lo que es, sino ponerte de acuerdo con Dios sobre lo que has estado haciendo: sobre haber estado involucrada en algo que es pecaminoso.
Entonces déjame decirte que, en cuanto al pecado sexual se refiere, pienso que a menudo es muy importante —algunas veces necesario— que traigas todo a la luz con otro creyente, que se lo confieses a ellos. Ahora bien, no vayas a la persona con la cual has estás luchando con pensamientos lujuriosos. Yo sé que eso suena como…«obvio», pero he escuchado de mujeres que hacen este tipo de cosas hoy en día.
Necesitas confesarlo a tu esposo si son una sola carne y has pecado contra él; puede que necesites involucrar a una tercera persona piadosa que te ayude a caminar a través de esta situación tan difícil. Pero si necesitas hablar con otra persona, trae todo a la luz delante de una mujer piadosa; una mujer madura que te ayude a mantenerte firme, a la que le rindas cuentas; alguien que te ayude a caminar a través de este tiempo.
El mantenerlo en secreto es parte de la razón por la que la gente permanece esclavizada. Necesitas decirlo a alguien. Necesitas romper el secreto. Necesitas romper la atadura del orgullo que te mantiene escondida debajo de esa roca y te impide salir a la luz. Y no solo salir a la luz, sino que escribí dos palabras en mayúsculas aquí en mis notas: ¡DETENTE AHORA!
No sé de qué otra manera decirlo excepto: ¡DETENTE! Lo que sea que estés haciendo, si estás jugando con fuego, o lo que sea que pueda estarte llevando a la actividad sexual ilícita, ¡detenlo! Busca a alguien que te ayude. Ataca esto como si estuvieras atacando a un enemigo feroz. Tienes que luchar. No estoy diciendo que sea fácil detenerse. Te diré que potencialmente podría ser la guerra más ardua y grande de tu vida.
Vamos a hablar más adelante sobre cómo el poder del Espíritu Santo puede ayudar a detenerte. Pero toma una decisión ahora si estás enredada en el pecado sexual.
Entonces, una vez más, ya he dicho esto antes, lo voy a decir otra vez: Haz un voto de ser moralmente pura. Jóvenes, mujeres, mujeres mayores, mujeres de mediana edad, mujeres más viejas, hagan un voto de ser moralmente puras. Esto significa que no deben aceptar ni siquiera una pizca de inmoralidad en su vida.
No es solo en lo personal que necesitamos tomar decisiones férreas, correctas y santas, sino también de manera corporativa. Como iglesia, ¿qué podemos hacer?
Bueno, en primer lugar, necesitamos estar persiguiendo a Cristo y alimentar y cultivar un amor por Jesús que sea tan rico, tan profundo, tan sincero, tan íntimo, que sobrepase nuestro amor por las cosas que son menos deleitosas. Debemos aprender a encontrar en Él la satisfacción que nuestras almas anhelan.
Luego, como pueblo de Dios, tenemos que comenzar a modelar la fidelidad y un amor por la pureza a nuestros niños, a nuestros adolescentes y a la próxima generación.
Esto significa sostener la santidad del matrimonio, modelando, ilustrando lo que significa guardar el pacto, manteniéndose fieles hasta el final, pase lo que pase.
Pienso que corporativamente tenemos que hacer todo lo posible, para detener la plaga de la inmoralidad en nuestras iglesias, incluyendo el divorcio y el nuevo matrimonio.
Tú dirás, ¿qué tiene que ver eso con la inmoralidad? Jesús les dijo en Marcos 10:11: «Cualquiera que se divorcie de su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella». Eso es inmoralidad. «Y si ella se divorcia de su esposo y se casa con otro, ella comete adulterio».
Hay muchos aspectos de esto que no puedo cubrir en estos pocos momentos, pero en ocasiones, tristemente, hay iglesias que se han convertido hoy en unas de las mayores promotoras, auspiciando y permitiendo el divorcio y los nuevos matrimonios. Y como resultado, estamos fomentando la inmoralidad.
Es posible que tú hayas hecho todo lo posible para mantener tu matrimonio, que tu pareja no creyente se divorció de ti. Entonces de acuerdo a 1 Corintios 7, no estás atada. Eso quiere decir que no tienes que vivir en vergüenza o con culpa. Pero tenemos que dejar de manejar este tema con tanto temor, y dejar de hacernos de la vista gorda cuando vemos –a menudo– matrimonios que se caen en pedazos porque otra persona se involucró en una relación ilícita. No podemos mantenernos al margen y dejar que esto pase y no involucrarnos.
La pureza en el cuerpo de Cristo es la responsabilidad de cada uno. Es por eso que estoy haciendo una serie como esta en esta semana. Esto quiere decir, por cierto, que necesitamos regresar a la práctica de la disciplina de la iglesia en nuestras iglesias. La inmoralidad sexual en el cuerpo de Cristo necesita ser tratada con determinación, y algunas veces eso llama a comprometerse en un proceso de disciplina corporativa de iglesia con el propósito de ver a esos hermanos y hermanas que han caído, restaurados hacia una comunión con Dios y comunión con el cuerpo de Cristo.
¿Por qué importa tanto que seamos sexualmente puros, no solo en lo personal sino que también la iglesia sea caracterizada por pureza sexual? Porque la pureza sexual, modela, simboliza, ilustra la pureza de la novia de Cristo, esa novia lista para el regreso de su Amado. Lista para ver cara a cara a Cristo.
Así que Pablo dice en Efesios, capítulo 5: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra. A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada» (vv. 25-27).
La novia siendo presentada a su Novio, pura, santa, completa. Es por esto que Pablo dice en 2 Corintios capítulo 11, versículo 2: «Porque celoso estoy de vosotros con celo de Dios; pues os desposé a un esposo para presentaros como virgen pura a Cristo». Yo quiero ser pura cuando esté frente a Cristo, pero también quiero ver a la novia de Cristo, a la iglesia, ser pura a la hora de encontrarse con su Amado.
Entonces leemos en el último libro de la Biblia, en Apocalipsis capítulo 19, versículos 6 al 8: «Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, que decía: ¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina. Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado; y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio».
Entonces dice en el capítulo 21, versículo 1: «Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe». Entonces dice en el versículo 2: «Y la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo».
Nosotras somos la novia. La iglesia, la novia de Cristo. Es por eso que Pablo dice: «Yo te prometí en matrimonio un esposo (el Señor Jesús), para presentarte como una virgen pura delante de Cristo».
Mi padre acostumbraba a decirnos que él quería ser, y quería que nosotros fuéramos también, puros como la nieve amontonada. Esa es la vida que yo quiero vivir. Y creo que esa es la vida que tú quieres vivir. Si eres un hijo de Dios, así es.
Yo quiero ver el día cuando juntos seamos presentados a Cristo como puros, sin mancha, radiantes, conservados vírgenes para Cristo al ser presentados a Él. La pureza sexual en tu vida y en la mía y en nuestras vidas corporativas se manifiesta al mundo, reflejando a Dios, reflejando a nuestro Novio, al Señor Jesús. Ese es el tipo de pureza que queremos presentarle a Él en la eternidad.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar. Ella nos ha estado recordando por qué la pureza sexual es de tanto valor ante los ojos de Dios. Hoy, ¡detente! Y si no has estado viviendo en pureza corre a Dios en arrepentimiento y fe, y suplica por Su fuerza para hoy—hoy mismo cambiar de rumbo.
Mañana obtendrás consejos prácticos sobre cómo mantener la pureza, así que asegúrate de acompañarnos para la continuación de esta serie titulada, «En busca de Dios». Oremos con Nancy.
Nancy: Señor Jesús, Tú que diste Tu vida por tu novia, prohíbe, oh Señor, que nosotras profanemos Tu nombre; y ya que somos incapaces de mantenernos puras por nosotras mismas, obra en nosotras ese anhelo de mantenernos así, anticipadamente a Tu venida, expectantes, para que nos lleves a vivir contigo para siempre.
Gracias por ese matrimonio santo, eterno del Cordero con su novia. Que nuestras vidas y nuestros matrimonios ilustren eso, de ser fieles y puras todo el camino hasta la recta final. Yo oro en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Invitándote a no solo sobrevivir en la vida cristiana sino a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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Recursos del Episodio
En busca de Dios | Semana 9
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