Protegida por Cristo
Débora: ¡Oh, la batalla! Vivir la vida cristiana no es fácil y tenemos un enemigo poderoso. Pero, ¿no te alegras por la armadura que Dios nos da para luchar? Ya sabes, el escudo de la fe, la coraza de justicia, el cinturón de la verdad. Según la autora y oradora Judy Dunagan, esa armadura espiritual nos señala a una Persona.
Judy Dunagan: ¡Creo que la armadura, o mejor dicho, sé que la armadura es Cristo! Cristo es quien nos cubre. Su justicia es como nuestra coraza. Es Su salvación la que cubre nuestras mentes como un yelmo. Es Su verdad el cinturón que sujeta esta armadura sobre nosotras.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El Lugar Apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 12 de septiembre de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Sabes, parece que muchas de nosotras, como cristianas, …
Débora: ¡Oh, la batalla! Vivir la vida cristiana no es fácil y tenemos un enemigo poderoso. Pero, ¿no te alegras por la armadura que Dios nos da para luchar? Ya sabes, el escudo de la fe, la coraza de justicia, el cinturón de la verdad. Según la autora y oradora Judy Dunagan, esa armadura espiritual nos señala a una Persona.
Judy Dunagan: ¡Creo que la armadura, o mejor dicho, sé que la armadura es Cristo! Cristo es quien nos cubre. Su justicia es como nuestra coraza. Es Su salvación la que cubre nuestras mentes como un yelmo. Es Su verdad el cinturón que sujeta esta armadura sobre nosotras.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El Lugar Apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 12 de septiembre de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Sabes, parece que muchas de nosotras, como cristianas, actuamos como si no tuviéramos ayuda ante el ataque del mal que ocurre a nuestro alrededor. Y lo entiendo. A veces yo también me siento así.
Puede ser fácil tratar de cobijarnos y protegernos en nuestros refugios cristianos santos para no tener que lidiar con esto. Como: «Dejen eso ahí fuera, pero protejan nuestros muros, nuestros hogares y nuestras iglesias para que nada de eso pueda entrar aquí».
Pero como escucharemos hoy, las Escrituras nos llaman a resistir, a estar firmes, a enfrentarnos a los poderes de las tinieblas, a tomar toda la armadura de Dios, a resistir y ser usadas por Dios para deshacer las obras del maligno.
¿Eso suena abrumador o imposible? Bueno, mi dulce amiga Judy Dunagan escribió un libro sobre lo que significa resistir, y es un recordatorio muy útil. Se llama El rugido más fuerte: Vivir en la victoria inquebrantable de Cristo. Judy dirigió un taller sobre este tema en la conferencia de True Woman’22. Hoy y mañana en Aviva Nuestros Corazones escucharemos el mensaje que ella compartió en esa sesión.
Judy es esposa, madre, abuela; también es editora de libros y estudios bíblicos para mujeres en la editorial Moody, y estamos muy agradecidas por la colaboración que hemos tenido con Moody durante muchos años. Como estás a punto de escuchar, Judy es una ávida estudiante de la Palabra de Dios. Entonces, si puedes, toma tu Biblia y sigamos a Judy Dunagan. Oremos con ella ahora.
Judy: Santo, santo, santo Dios, estamos muy agradecidas de ser tuyas. Te adoramos juntas hoy en la belleza de Tu santidad. Grande es tu fidelidad. Tus misericordias son nuevas cada mañana. Simplemente te alabo porque, a través de Tu Espíritu Santo, conoces a todas las que se encuentran en esta sala. Conoces sus nombres, sus historias. Sabes exactamente lo que necesitan escuchar hoy. Oro para que Tu Espíritu hable a ellas, a través de las palabras que comparto. Simplemente te damos todo esto a Ti, Dios.
Me encanta el Salmo 115:1 que dice: «¡No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por Tu fidelidad!».
Y te damos gracias por tu protección sobre nosotras, Cristo. La protección que compraste a través de Tu muerte, resurrección y ascensión. Eres el Rey de reyes que ascendió y has conquistado al enemigo. Nos has dado un camino para escapar de la tentación. Dios, solo oro para que hoy caigan las cadenas de todas nosotras, sea lo que sea que nos mantiene cautivas. Te amamos y te agradecemos por tu generoso amor por nosotras. En Tu santo y muy personal nombre, te lo rogamos. Amén.
Bueno amigas, mi nieto Liam, desde que tenía dos años me llama Momo. Ahora tiene cinco años. Acaba de empezar el jardín de infancia. Pero cuando nos visitó, cuando me bautizó con el nombre de «Momo» tenía dos años. Vivo en Colorado Springs. Tengo que presumir, creo que es una de las ciudades más bellas. Tenemos un zoológico llamado Cheyenne Mountain, por si alguna vez van allí. Está escondido cerca de una montaña, allí te sientes como si estuvieras en la naturaleza con los animales.
Así que, un día visitando el zoológico, de repente escuchamos a este león rugiendo como nunca antes había escuchado. Al parecer, los rugidos de los leones se pueden escuchar a cinco millas de distancia. Casi se siente como que solo escuchas tu pecho latir mientras miras a este magnífico león. Y nuestro valiente pequeño de dos años estaba contra el cristal protector mientras el león rugía. Y Liam le decía: «Oye, tú. Eh, tú». Como si estuviera diciendo: «Cálmate ya. Cállate».
Bueno, creo que ese es un hermoso ejemplo de cómo nuestro Señor Jesucristo es nuestra barrera protectora. Ya sabes, cuando Cristo murió y resucitó, y luego cuando ascendió, Él es nuestro victorioso Rey de reyes.
No hablamos mucho de la ascensión. Y cuando hablamos de ello, de la ascensión y cuando le dio la Gran Comisión a Sus discípulos, pareciera como si fuera algo triste. Es como si Él los estuviera dejando justo cuando más lo necesitan y no fueran a verlo por mucho tiempo.
Pero en realidad es como la segunda entrada triunfal. Cuando ascendió es casi como el punto culminante. Porque cuando ascendió, se nos dice que se sentó a la diestra del trono de Dios.
Muchos versículos relacionados con nuestra victoria tratan sobre esa posición. En Efesios 2:6 se nos dice que estamos sentados con Cristo en los lugares celestiales. Y eso no es solamente en el cielo, cuando Él nos lleve a casa, a la gloria o regrese por nosotras. Estamos sentadas allí con Él ahora.
Vemos que ahora tenemos esa posición de victoria en Jesucristo.
La forma en que se me ocurrió el título de mi libro, El rugido más fuerte, surgió del ministerio. Fui parte del personal de una iglesia durante veinte años. Aconsejé a una mujer que probablemente tenía una de las historias más difíciles que jamás haya escuchado.
Fue una cosa tras otra. Estaba preocupada porque su marido la iba a dejar y porque su hijo estaba abandonando la fe. Entonces ella comenzó a cuestionar la bondad y la fidelidad de Dios. Sentí que libraba una batalla. Ahora bien, esas fueron las decisiones de su marido y de su hijo. Pero esa era la forma en que la estaba atacando el enemigo, porque él sabe cuándo somos vulnerables.
Oré por ella y le di algunos recursos. Le dije que me encantaría volver a encontrarme con ella. Pero después que ella se fue, caminé de regreso a mi oficina cabizbaja; estaba realmente abatida y en derrota. Clamé a mi Señor y dije: «Tu Palabra nos dice que el enemigo es como león rugiente, buscando a quién devorar. ¿Por qué tiene tanto poder? ¿Por qué su rugido es tan fuerte sobre nosotras?»
Y nunca olvidaré esto, fue como si Dios dijera a mi corazón en ese momento que Él es el león más grande, con el rugido más fuerte. ¡Amén! Él es el León de Judá. Está sentado en el trono y, en última instancia, Satanás es un enemigo derrotado.
Entonces, Satanás tiene mucho poder. Lo vemos desde el Génesis, cuando tienta a Eva y ocurre la caída. Lo vemos a lo largo de la Palabra. Se nos dice que es el padre de la mentira. Se nos dice que es el acusador de los hermanos. Lo vemos en el Apocalipsis y, sin embargo, está atado, ¿no es así?
Pero, lamentablemente, muchas de nosotras, y he escuchado esto de muchas personas, es como si estuvieran empezando a creer que el enemigo tiene más poder que nuestro Dios poderoso, y le tienen miedo. Piensan en todos los estragos que está causando. ¿Qué pasaría si nos mantuviéramos firmes en la victoria que Cristo obtuvo para nosotras? Cristo murió para darnos esta victoria.
Entonces hice una oración, que está en 1 Pedro 5:8-9. Allí se nos dice: «Sean de espíritu sobrio, estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resístanlo firmes en la fe…».
Mi padre es escritor. Fue pastor durante más de cuarenta años. Es el autor del libro más vendido, El Adversario, que Moody publicó en 1975. Su nombre es Mark Bubeck. Cuando se publicó, fue uno de los primeros libros bíblicamente equilibrados sobre nuestra victoria en Cristo.
Y luego su segundo libro acaba de cambiar de nombre y se llama Oración de guerra: estrategias bíblicas para vencer al adversario. Muy recomendado. Esta es una cita de ese libro. Mi padre dijo:
«Satanás ruge para hacernos sentir miedo y, por ende, más vulnerables, pero nuestro derecho adquirido es el valor para resistirlo».
¿No te encanta eso? Lo que significa, el derecho que Él compró mediante Su muerte en la cruz y Su sangre derramada. Nuestro derecho adquirido es el valor para resistir al enemigo.
Amigas, me pregunto: ¿estás sintiendo el ataque del enemigo como nunca antes? ¿Quizás en tu matrimonio? ¿O tal vez tienes un hijo pródigo y sabes que el enemigo está alejando a ese hijo de la verdad? ¿O quizás sientes ataques en tu ministerio? ¿Has perdido de vista la victoria que Cristo ha obtenido para nosotras?
Hubo un tiempo en mi vida en el que me encontraba así, a pesar de que había crecido sabiendo estas verdades. Mi papá escribió ese primer libro cuando yo era estudiante de secundaria, estaba en séptimo grado. En ese momento, en realidad me encontraba bajo el ataque del enemigo.
Comencé a tener pesadillas debilitantes y parte del problema era que había ido a una fiesta de pijamas y había participado en sesiones de espiritismo y tablas Ouija. Sabía lo que era, pero cedí a la presión de mis compañeros, y no lo entendí completamente, a pesar de que la Palabra de Dios nos advierte contra eso, y fue casi como si le hubiera dado al enemigo una oportunidad para crear temor.
Y entonces mi papá comenzó a orar por mí. A veces me despertaba aterrorizada y mi padre simplemente entraba a mi habitación y oraba las Escrituras sobre mí. Me enseñó acerca de la armadura que veremos en Efesios 6.
Comencé a aprender esto desde muy joven. Ahora soy mucho mayor, tengo poco más de sesenta años y puedo decirles que durante todas estas décadas he sido consciente de la batalla que enfrentamos y de la victoria que tenemos. Eso es lo que quisiera transmitirles a ustedes.
La clave, y mi papá solía decir esto, es ser valiente, bíblico y equilibrado. Hay muchos libros por allí que enseñan sobre el enemigo y la guerra espiritual que no son bíblicos, es enseñanza extra bíblica según la Palabra de Dios y no están equilibrados.
Creo que cuando se trata de creyentes y nuestra comprensión del enemigo, puede haber dos extremos. Por un lado, tienes personas que culpan al enemigo por todo, incluso por su pecado.
Conozco a alguien que tuvo una aventura y le echó la culpa al enemigo. Ese es su pecado. Esa fue su elección.
Y luego está el otro lado del espectro, donde la gente piensa que el enemigo es un personaje ficticio y no real. Que es solo un personaje de películas de terror.
Y probablemente en el medio hay algunos creyentes que piensan: no quiero saber sobre eso. No quiero pensar en el enemigo porque tengo miedo de que intensifique sus ataques contra mí y mi familia. De hecho, un pastor me dijo eso una vez.
Entonces, nuevamente la clave es ser equilibrado y bíblico y correr hacia la Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios está llena de promesas de nuestra victoria y de Su protección. En ese tiempo en el que yo era muy vulnerable, nuestra familia se mudó a Beijing, China. Nuestras hijas en ese momento solo tenían tres y cinco años. Fue debido al trabajo de mi esposo y estuvimos allí tres años. Fue a mediados de los años noventa, por lo que fue justo después de los disturbios en la Plaza de Tiananmén en 1989. No sé si lo recuerdas o has leído sobre ello.
Fue realmente una época incierta, pero cuando llegamos allí, nuestra hija menor se enfermaba todo el tiempo. Tenía enfermedades realmente debilitantes, muchos problemas de las vías respiratorias superiores debido a la contaminación y la atención médica no era la que yo estaba acostumbrada en Estados Unidos.
Hubo una noche en la que me abrumó el temor por ella, porque estaba bastante segura de que tenía faringitis estreptocócica, pero no le dieron antibióticos porque no creían que fuera estreptococo.
Aproximadamente tres días después de tener fiebre alta, entendí lo que era perder la cabeza de preocupación. Estaba simplemente atrapada. Me di cuenta de que el enemigo estaba intensificando sus ataques contra mí.
Ahora bien, no digo que él cause ansiedad o que cause nuestra ansiedad, pero él sabe dónde somos vulnerables. Es como un león al acecho que intentará atacar a aquellos que son vulnerables. Esa noche estaba vulnerable e iba en espiral.
Eran como las 3 a. m., desperté a mi esposo y le pedí que orara por mí. Kelly, mi hija, se había quedado dormida porque había tomado ibuprofeno. En ese entonces en China no había 911, no había atención de urgencia y la sala de emergencias del hospital más cercano estaba a una hora y media de distancia.
Entonces, sabía que teníamos que esperar hasta que pasara la noche. Ella se había quedado dormida y la fiebre había bajado un poco. Estaba confiando en el Señor, pero debo decirles que también llamé por teléfono al pediatra de mi hija en Estados Unidos. Eran las 3 a.m. para mí y allá eran las 3 p.m., y él se puso al teléfono, ¿puedes creerlo? Porque cuando llamas al pediatra, no te puedes comunicar con el médico; sin embargo, él respondió la llamada. Dijo que era la primera vez que recibía una llamada de una madre en China. Él dijo: «No quiero diagnosticarla por teléfono, pero recomendaría ir a la clínica mañana y pedirle antibióticos porque es propensa a tener estreptococos, y puede ser muy peligroso si no se tratan».
Pero, todavía quedaba el resto de la noche. Realmente fue como una noche oscura en mi alma. Rick había podido quedarse dormido. Yo sabía que tenía que pasar tiempo a solas con el Señor. Me imaginé que tenía a Kelly en mis brazos y simplemente la levanté en mi corazón y en mi mente. Le dije: «Sé que la amas más que yo. Sé que puedes sanarla, pero es posible que no elijas hacerlo. Todavía voy a seguirte, pero oro por protección». Luego oré para que ella sanara.
No me había dado cuenta de que necesitaba rendirme a Él. Más adelante me di cuenta de que estaba convirtiendo a mis bebés, mis pequeñas hijas, en un ídolo. Recuerdo que cuando tuve a mi primera bebé en brazos, pensaba en mi corazón: «Gracias Dios, no permitas que nunca le pase nada malo». Era casi como si hubiera hecho un trato con Él.
Y esa noche supe que tenía que entregársela a Él. Tuve un gran avance en eso. Y la paz de la que habla la Palabra de Dios en Filipenses 4, que va más allá de nuestro entendimiento humano, simplemente me invadió.
Esa es la única manera en que puede dormir. Estaba en una batalla. Y a la mañana siguiente, esta mamá osa estaba hablando por teléfono con la clínica. La llevé y le dieron antibióticos. Hoy día está bien, cumple treinta y un años y es madre de dos hijos, pero esa fue una noche aterradora.
Pero de esta experiencia también aprendí que tenía que morar en la Palabra de Dios. Uno de mis salmos favoritos es el Salmo 91. Lo veo como un salmo de guerra. Puedes buscarlo, si quieres. Voy a intentar citar todo lo que pueda para que te sirva de bálsamo. No sabemos quién lo escribió. Moisés escribió el Salmo 90, y parte de la prosa de este salmo, algunas personas piensan que se parece a la forma de escritura de Moisés, otros piensan que fue David.
Todo lo que sé es que Dios lo ha usado poderosamente, así que citaré todo lo que pueda recordar. Solo sé que en estas conferencias a veces pasas de una cosa a otra, así que detengámonos en estas palabras, dejemos que te cubran.
«El que habita al amparo del Altísimo
Morará a la sombra del omnipotente
Diré yo al Señor: “Refugio mío y fortaleza mía
Mi Dios, en quien confío”.
Porque Él te libra del lazo del cazador
Y de la pestilencia mortal.
Con Sus plumas te cubre,
Y bajo Sus alas hallas refugio;
Escudo y baluarte es Su fidelidad.
No temerás el terror de la noche,
Ni la flecha que vuela de día,
Ni la pestilencia que anda en tinieblas,
Ni la destrucción que hace estragos en medio del día.
Aunque caigan mil a tu lado
Y diez mil a tu diestra,
A ti no se acercará.
Con tus ojos mirarás
Y verás la paga de los impíos.
Porque has puesto al Señor, que es mi refugio,
Al Altísimo, por tu habitación.
No te sucederá ningún mal,
Ni plaga se acercará a tu morada.
Pues Él dará órdenes a Sus ángeles acerca de ti,
para que te guarden en todos tus caminos.
en sus manos te llevarán,
para que tu pie no tropiece en piedra.
Sobre el león y la cobra pisarás;
pisotearás al cachorro de león
y a la serpiente.
“Porque en Mí ha puesto Su amor,
Yo entonces lo libraré;
Lo exaltaré, porque ha conocido Mi nombre.
Me invocará, y le responderé:
Yo estaré con él en la angustia;
Lo rescataré y lo honraré;
Lo saciaré de larga vida,
Y le haré ver Mi salvación”» (vv. 1-16).
Sabes, ese es un salmo favorito para todos. Para muchas madres y esposas cristianas que tienen seres queridos en las fuerzas armadas. . . Conozco a una madre joven, una esposa, que solía escribir en el casco de su marido cuando era activado al ejército, escribía cosas como «salvación» y «cinturón de la verdad», y así oraba por él.
Ya hemos hablado de la batalla que enfrentamos. Pero ahora, quiero hablar del plan de batalla y de lo que es realmente importante. Creo que tres cosas en nuestros planes de batalla son la armadura, la Palabra de Dios y la oración.
Primero veremos la armadura de Efesios 6:10-18, algunas de ustedes están familiarizadas con esto. Voy a leer estos versículos en un minuto. Fueron escritos por Pablo para la iglesia en Éfeso. Si miras a Éfeso y estudias sobre ello, había mucho espiritismo allí. Había mucha adoración a diosas y otros dioses, y creo que él simplemente tenía una carga por estos amados creyentes para que entendieran su victoria en Cristo.
Entonces este es un grito de victoria de Efesios 6:10-18:
«Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de Su fuerza. Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo. Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes.
Estén, pues firmes, ceñida su cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, y calzados los pies con la preparación para anunciar el evangelio de la paz. Sobre todo, tomen el escudo de la fe con el que podrán apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomen también el casco de la salvación, y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios. Con toda oración y súplica oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súplica por todos los santos».
Escucharon bien, ¡ese es un grito de victoria! Cuando solía leer eso, me parecía como una lista de tareas por hacer, ¿no crees? Hay muchas cosas que tenemos que hacer. Dice cosas como: sé fuerte, ponte la armadura, ponte firme, toma la armadura, resiste el día malo, habiendo hecho todo para mantenerte firme, afiánzate, vístete.
Entonces, no sé ustedes, pero no estoy segura de poder hacer todo eso con mis propias fuerzas. Pero veamos cómo empieza. Veamos la clave allí: «Fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza». Es en Él y en Su poder.
Y otra cosa sobre la armadura, algunas mujeres me han dicho: «Hoy he tenido un día terrible. No oré con mi armadura puesta». Creo que eso es lo que está pasando. Es como si fuera por mi propio esfuerzo o una actuación.
Es algo que el Señor me mostró no hace mucho, mientras meditaba en esto. Sé que la armadura es Cristo. Es Cristo quien nos cubre. Es Su justicia la que puede ser como nuestra coraza. Somos llamados justos si eres nueva criatura en Cristo. Si eres creyente, eres justo, pero solo porque Él es justo.
Es Su salvación la que puede cubrir nuestras mentes como un casco contra los pensamientos intrusivos que pueden surgir, cuando estás dudando de la bondad de Dios, o estás creyendo mentiras que has escuchado, o lo que la gente dice sobre nuestro Señor Jesús, o el enemigo te está lanzando mentiras. Es Su salvación la que cubre nuestras mentes como un yelmo.
Y luego es Su cinturón, es Su verdad la que sostiene esta armadura sobre nosotras. Me encanta eso, porque se nos dice que Él es la verdad, Él es el camino, la verdad y la vida. Su Palabra es verdad.
Y entonces podremos caminar con sandalias de paz, porque Cristo es el Príncipe de Paz. Su paz nos la da, como en Filipenses 4. Se nos dice que va más allá de nuestro entendimiento humano, sin importar nuestras circunstancias.
Esas sandalias también nos hablan de la disponibilidad del evangelio de la paz. Creo que eso es ser embajadoras de Cristo y estar dispuestas a compartir a Cristo, incluso cuando da miedo. Tienes esas sandalias de paz, donde puedes hacerlo en paz y confiar en el resultado si tienes un ser querido por quien estás orando y con quien quieres compartir a Cristo.
Y luego cuando hablas del escudo de la fe. Si piensas en un escudo, hay un asa que debes agarrar. Tienes que agarrarlo. Entonces, hay una parte donde nuestra fe es muy importante para creer, que nuestro Señor Jesús nos está protegiendo. Pero acabo de citar el Salmo 91, donde habla del escudo de Su fidelidad.
Así que es nuestra fe la que puede protegernos, pero en última instancia, es Su fidelidad la que nos cubre desde la coronilla hasta la punta de los pies: todas esas piezas de la armadura.
Escuché una canción, creo que es de Christy Nockels, es una canción de cuna. Tiene una canción llamada «Desde la coronilla hasta la punta de los pies» (disponible solo en inglés). Tienes que escucharla, especialmente si eres una madre joven. Se trata de la armadura de los bebés y de cómo los protege.
Solía orar por mis hijas pensando en la armadura. Yo bromeaba: ¿la armadura viene en tallas para niños pequeños? Pero en realidad esa oración fue simplemente para agradecer al Señor.
Así que, ponerse la armadura, no creo que sea un esfuerzo como: «Tengo que tener suficiente rectitud para ser protegida». Creo que es permanecer en ella, vivir en ella y ser consciente de ello a medida que avanza el día. Porque como creyentes en Cristo, somos el blanco del enemigo. Hay muchas tentaciones que vienen hacia nosotras.
Les hablé de lo propensa que soy a la ansiedad y por eso el enemigo sabía dónde era vulnerable. Sabía cómo atacarme con eso. También creo que viene a nosotras con tentaciones, por supuesto. Y lo que pasa con la tentación es que él tratará de atraerte a cometer un pecado y tú caerás en él. Bueno, primero intenta atraerte y decirte que no es gran cosa o que Dios realmente no quiso decir eso, ¿verdad? Como lo que hizo con Eva.
Y luego caes en pecado, todo es vergüenza, te condena, incluso te dice: «¿Por qué confesar? ¿Por qué dejarlo atrás?». Ya sabes cómo trabaja él.
Pero afortunadamente, el rugido más fuerte es el de nuestro Señor Jesucristo, mientras habla sobre nosotras, es donde podemos ser redimidas, salvas y perdonadas.
Se nos dice en la Palabra de Dios que Él nos rodea por detrás y por delante, y últimamente pienso en eso mucho como madre de dos hijas mayores y ahora cinco nietos. Decidí que voy a ser una guerrera de oración por ellos y estoy muy agradecida por eso.
Así que solo quiero animarte a que cuando te despiertes mañana por la mañana pienses en estar vestida de justicia. Solo piensa en estar cubierta desde la coronilla hasta la punta de los pies con Su protección, Él te rodea, te cubre.
La Canción de Christy Nockels «De la cabeza a los pies» dice:
Y con Su justicia sobre tu pecho,
Salvación para tu cabeza,
El cinturón de la verdad que ahora te rodea,
Con el escudo de la fe en la mano,
Y con su paz sobre tus pies,
Cualquier parte que vayas,
Su Palabra será la espada que guardes
Estás cubierto, de la coronilla hasta la punta de los pies.¹
Judy: Quiero hablar de nuestro rol en esa armadura, porque en el versículo diecisiete habla de la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Depende de nosotras habitar en la armadura, memorizar las Escrituras, dedicar tiempo. El enemigo tiene que huir cuando empuñamos la Palabra de Dios.
Nancy: Qué buen recordatorio de Judy Dunagan. Es muy importante para nosotras ver esos pasajes sobre la guerra espiritual, no como más cosas que debemos hacer, como si fueran listas de cosas, sino como más formas de confiar en el Señor y Su fuerza. Ella terminará su mensaje mañana en Aviva Nuestros Corazones.
Mencioné esto antes: el libro de Judy se titula El rugido más fuerte: Vivir en la victoria inquebrantable de Cristo (disponible solo en inglés). Así que, si te sientes atrapada luchando contra los mismos miedos y tentaciones (como Judy mencionó hoy), si te preguntas si alguna vez superarás tus dudas, si sientes que estás completamente sola en esa batalla, el libro de Judy te ayudará a maravillarte ante el poder, la majestad y la autoridad del Rey Jesús. Te ayudará a aprender cómo mantenerte firme en la victoria inquebrantable que Él ya obtuvo para ti.
Encontrarás más información sobre el libro de Judy El rugido más fuerte, incluyendo cómo puedes obtener una copia en el enlace en la transcripción de este programa en AvivaNuestrosCorazones.com.
Débora: Gracias, Nancy. ¡Me encanta darme cuenta de que el rugido de Satanás es solo un susurro comparado con el rugido del León de Judá!
Podemos brindarte enseñanzas como estas, gracias a las fieles oraciones y al apoyo de nuestras oyentes, oyentes como tú. Muchas gracias por orar y gracias por ofrendar también.
Mañana Judy Dunagan nos señalará a alguien que luchó exitosamente contra el diablo, y ese es Cristo. Por favor, regresa para escuchar más en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a vivir en la inquebrantable libertad, plenitud y abundancia que se encuentran en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1 «De la cabeza a los pies» (La canción de la armadura de Dios), Christy Nockels, Be Held: Lullabies for the Beloved ℗ 2017 Keeper's Branch Records/The Fuel Music.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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