Protege tu amor por Cristo
Débora: Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si tú anhelas tener un corazón de devoción ardiente, como un horno candente por Cristo, tendrás que luchar por eso. Porque no viene naturalmente. Tendrás que pelear contra la holgazanería, contra la falta de fe, contra la influencia del mundo. Tendrás que ir en contra de la cultura. Tendrás que nadar contra la corriente para conquistar, pero Él te dice, «si lo haces, yo te daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 15 de mayo de 2023.
El libro de Apocalipsis comienza con siete cartas a siete iglesias. Estamos estudiando estas cartas en varias series a través de las próximas semanas. La semana pasada Nancy comenzó observando a profundidad la carta a la iglesia …
Débora: Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si tú anhelas tener un corazón de devoción ardiente, como un horno candente por Cristo, tendrás que luchar por eso. Porque no viene naturalmente. Tendrás que pelear contra la holgazanería, contra la falta de fe, contra la influencia del mundo. Tendrás que ir en contra de la cultura. Tendrás que nadar contra la corriente para conquistar, pero Él te dice, «si lo haces, yo te daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 15 de mayo de 2023.
El libro de Apocalipsis comienza con siete cartas a siete iglesias. Estamos estudiando estas cartas en varias series a través de las próximas semanas. La semana pasada Nancy comenzó observando a profundidad la carta a la iglesia de Éfeso, en una serie llamada, Tu relación del primer amor.
Hoy continuaremos escuchando por qué Jesús llamó a esta iglesia a regresar a su primer amor.
Nancy: Mientras hemos estado hablando acerca de nuestro primer amor y de dejar nuestro primer amor, yo sé que Dios ha estado trayendo convicción a muchos de nuestros corazones, comenzando por el mío, mientras he estado en esta serie. Dios sabe que necesitamos este pasaje.
Y he leído un par de sermones excelentes que Charles Spurgeon escribió sobre este tema. Y pensamos acerca de Spurgeon como alguien que amaba a Cristo profunda y apasionadamente; pero él fue muy honesto con su congregación acerca de cómo tenía la convicción de su necesidad de tener más amor por Cristo. Así que él se predicaba a sí mismo, y luego a otros. Y yo he tenido este mismo sentir mientras he estado estudiando y enseñando sobre este pasaje.
Y al Dios estar trayendo convicción a tu corazón, quizás estés pensando, «bueno, entonces, ¿qué hago? Yo sé que soy como esta iglesia en Éfeso –sé lo correcto, hago lo correcto, persevero, pero he descuidado mi intimidad con Cristo, mi relación de amor con Él». Y tú quieres saber qué hacer al respecto.
Estoy tan agradecida de que el que escribió la carta a la iglesia en Éfeso dio, no solo el diagnóstico sino también la prescripción de lo que debían hacer acerca de su condición.
Así que permíteme regresar de nuevo y leer, para conocer el trasfondo, la carta a la iglesia, comenzando en el versículo 1 de Apocalipsis, capítulo 2:
«Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda entre los siete candelabros de oro, dice esto: “Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. Tienes perseverancia, y has sufrido por mi nombre y no has desmayado. Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor”».
Y ¿quién está hablando aquí? Es Jesús, el Señor de la iglesia. Y Él le dice, «tengo esto contra ti».
Él es el novio y le está hablando a Su novia, y le dice: «Tú has dejado tu primer amor». Cuando primero nos conocimos, cuando primero nos casamos, por así decirlo, tú me amabas con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda mente, con todas tus fuerzas; pero ahora, hay otros amores, hay otros competidores que se han infiltrado, y tú no me amas de la manera en que una vez lo hiciste.
Y luego Él da la prescripción o la receta para aquellos cuyo amor ha mermado, para aquellos que se están apartando, porque, de hecho, eso es lo que es alguien que se aparta: no ama a Cristo de la manera en que alguna vez lo hizo.
Y cuando tú piensas en alguien que recae, en alguien que se aparta, quizás tú piensas en alguien que está viviendo esa vida terrible, horrible, pero en realidad este apartarse se refiere a alguien que continúa haciendo todas las cosas que venía haciendo, pero no lo hace más con la motivación ni el motor que surgen de un amor profundo e íntimo por Cristo.
Así que Jesús dice en el versículo 5 para todos lo que se apartan de cualquier forma, sin importar cómo se ven externamente –porque Él está mirando el corazón– y Él les dice tres cosas: «Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio».
He dicho esto antes, pero a veces simplemente pasamos por alto estos pasajes que nos son tan familiares. Los leemos demasiado rápido. Y quiero animarte en estas semanas, mientras te he desafiado a leer a través de estos tres primeros capítulos del Apocalipsis por un período de 30 días, no simplemente a que le eches una ojeada a este pasaje tan familiar. Ahí es donde encuentro que memorizar en una versión diferente puede ser de ayuda, porque la mayoría de las traducciones con las que hemos crecido dicen, en este pasaje, «has dejado tu primer amor». Pero una traducción con la que he estado estudiando recientemente dice, «tú has abandonado el amor que tenías al principio».
A veces, cuando tomas una traducción diferente y meditas en ella, quizás incluso memorizas el texto, esto hace que un pasaje familiar te hable de una manera fresca, y realmente necesitamos que pasajes como este nos hablen de una manera fresca.
Así que Él dice, «recuerda, por tanto, de dónde has caído». El punto es que has caído. Tú necesitas reconocer eso. Hay un reconocimiento aquí de que no estás donde estabas al principio, que hubo una caída, que tú has caído. Y la dirección que has tomado es hacia abajo. Así que Él dice, mira hacia arriba. Mira hacia el lugar donde estabas antes de que cayeras.
Y recuerda, recuerda:
- Cómo era entonces, cuando amabas a Jesús con todo tu corazón
- Cuando tu corazón era tierno y sensible
- Cuando amabas estar en Su Palabra
- Cuando amabas orar
- Cuando Él era simple y sencillamente el primero
- Cuando estabas consumida de amor por Él
- Cuando Él era tu vida
- Cuando todas las cosas que hacías para servirle a Él y a otros estaban motivadas por amor a Cristo
- Cuando tu perseverancia y tu correcta doctrina estaban motivadas, alimentadas por amor a Cristo.
Y lo que Él dice es, «compara dónde estás ahora con respecto a dónde estabas antes».
Y hay tantos paralelismos con el matrimonio aquí. Para aquellas que están casadas y el fuego y la pasión se ha ido de su matrimonio y se podría decir que no amas a tu esposo como lo hiciste alguna vez, el consejo de Cristo aquí a las iglesias es también un buen consejo matrimonial: Recuerda cómo era cuando realmente se amaban el uno al otro, cuando eran fervorosos de corazón. ¿Cómo era eso? Regresa.
Y hay tantas personas que llegan a ese lugar donde han dejado ese primer amor en su matrimonio y creen que nunca será restaurado, entonces eligen el camino más fácil. Quizás no es un camino fácil, pero eligen lo que creen que es la única salida. Y Jesús les está diciendo, «no salgan. Regresen. Recuerden cómo era. Ese amor realmente puede ser restaurado. ¿Dónde abandonaste ese amor? ¿Qué fue lo que robó tu corazón y tus afectos?» Y no es que hayas dejado de amar. Porque en realidad todas amamos. Es que has transferido tus afectos a alguien o algo más.
Así que identifica los competidores.
- ¿Fuiste tú misma, tu egoísmo?
- ¿Fue el placer?
- ¿Fue la aprobación de los demás, de los hombres?
- ¿Fue el dinero y las cosas materiales? O quizás son tus hijos u otra cosa buena, pero has transferido tu afecto por Cristo hacia otro lugar.
Y a propósito, tú nunca podrás amar a tus hijos de la manera que se supone que los debes amar, si no amas a Cristo sobre todo, porque es Cristo y Su amor en ti y tu amor por Él, lo que te da la capacidad para amar a otros de la manera en que Dios quiere que lo hagas.
Así que Él no está diciendo, «no ames a tu esposo, no ames a tus hijos». Lo que Él está diciendo es, «ámame a Mí por encima de todo, preeminentemente, primeramente, y luego tendrás la capacidad de amar a otros como necesitas hacerlo».
Y permíteme hacer otro paréntesis aquí, y decir que me llama la atención, al recorrer la lista que hicimos en la última sesión –de las evidencias de que has dejado tu primer amor– al recordar el lugar de dónde has caído, hay algunas de ustedes que están escuchando mi voz y la verdad es que nunca, nunca han tenido ese amor. Pueden estar en la iglesia, pueden estar haciendo lo correcto, pueden conocer la doctrina, pueden tener un sistema de creencias sano, pero nunca han tenido una relación personal con Jesucristo. Hacen cosas. Tienen actividad eclesiástica, pero no tienen una relación con Cristo.
Y si tú has estado escuchando esta serie y pensando, «bueno, lo que tú estás describiendo como primer amor, eso nunca ha sido cierto para mí. Yo nunca he tenido hambre y anhelo por la Palabra de Dios y por la oración y por la comunión con el pueblo de Dios y por cultivar mi relación con Cristo».
Entonces, para ti, el lugar para comenzar sería ir humildemente delante de Dios y decirle, «Señor, lo confieso, he pasado por todo este andar religioso, pero he profesado algo que no tengo». Tú puedes tener una religión, pero si no tienes una relación con Cristo, entonces no has sido justificada.
Así que para algunas que están escuchando, el lugar de comenzar puede ser decir, «Señor, no tengo una relación contigo». Ve a Él y arrepiéntete, y pon tu fe en Jesucristo. Arrepiéntete de tu egoísmo y de amarte a ti misma y di, «Cristo, yo vengo a amarte como Tú me has amado a mí. Tú has abierto mis ojos para ver las glorias y las maravillas del evangelio, y yo digo, “sí, quiero, te quiero a Ti, Cristo, el Amante de mi alma”».
Recuerda de dónde has caído, y luego, arrepiéntete, cambia tu mente, cambia tu dirección.
Las primeras palabras que Cristo habló en su ministerio público que están registradas en las Escrituras son: Arrepiéntete. «El reino de los cielos se ha acercado; arrepentíos» (Mar. 1:14). Y las últimas palabras de Cristo a la iglesia –con frecuencia decimos que es la gran comisión: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones» (Mat. 28:19). Pero esas no son las últimas palabras de Cristo a la iglesia. Son las últimas palabras que Él habló mientras estaba corporalmente aquí en la tierra, antes de que Él ascendiera al cielo. Pero las palabras finales que tenemos de Cristo a la iglesia, son las que leemos aquí, en Apocalipsis. Y, ¿cuáles son, cuál es ese mensaje de Cristo para la iglesia? Arrepiéntanse.
Él no está llamando a la iglesia o a los creyentes a tener una experiencia emocional, a evocar sentimientos por Él. ¿Cómo te puedes sentir «enamorada»? O tú tienes que tener esa cosa mística por Jesús. Lo que Él te está diciendo es que te arrepientas.
Y eso significa que reconozcas que has pecado, y que has pecado porque no es algo pequeño el dejar nuestro primer amor. Debemos reconocer que esto no es solo una mancha, un punto en la pantalla. Esto es algo serio: es amar algo o a alguien más de lo que amamos a Cristo. Es una violación del primer y más importante mandamiento.
- Así que nos arrepentimos y renunciamos a ese pecado
- Tenemos la intención de darle la espalda
- Y le pedimos a Dios que nos dé una tristeza piadosa que nos lleve al arrepentimiento, y ese arrepentimiento significa que te levantas de tu pecado, que tomas tu cruz, y llegas a Aquel a quien has abandonado.
Aquel a quien has abandonado es el mismo al que necesitas regresar. Tú lo has abandonado, y Él es quien fue abandonado, rechazado por Su Padre celestial por tu causa, porque Su amor por ti fue tan grande. Y Él es tu única esperanza.
Así que al arrepentirte, estás dejando atrás cualquier amor que haya robado tu corazón, y le estás dando la espalda a lo que sea que robó tus afectos, y te estás volviendo hacia Cristo, quien es tu única esperanza.
Así que recuerda, arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio. Renueva, aviva, restaura, enciende de nuevo tu amor por Cristo. Haz las cosas que solías hacer que alimentaban tu corazón por Cristo.
Él nos ha dado tantos medios de gracia, tantos medios para cultivar esa relación. Las que estamos casadas sabemos lo que implica cultivar la relación con nuestros maridos, tú sabes lo que implica cultivar y mantener fresca una amistad; es necesario comunicarse el uno con el otro, tienen que estar en contacto el uno con el otro.
- Y Cristo nos ha dado Su Palabra, la oración, la meditación, la adoración y el tiempo juntos, comunicándonos el uno con el otro.
- El ayuno puede ser un medio de despegarnos de nuestros afectos por las cosas de este mundo y enfocarnos en Él.
- La buena lectura –el leer biografías de personas que han amado a Cristo con todo su corazón alimenta mi propia pasión por Cristo.
- Leer algunos de los grandes libros devocionales clásicos –a través de los años hemos ofrecido alguno de ellos en Aviva Nuestros Corazones
- «Recuerda de dónde has caído; arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio».
Y permíteme ahora hacer unos comentarios más aquí, cosas que han estado en mi corazón mientras pienso acerca de cómo cultivas tu amor por Cristo.
Número uno: Pídeselo.
Recuerda ese himno que solíamos cantar:
Anhelo amarte más oh Salvador…busco tu amor y paz Cristo Señor. Hoy es esa mi oración, quiere mi corazón amarte más, amarte más.
Y tú le dices, «Señor, yo quiero amarte más».
Tengo una amiga, que al orar juntas, con frecuencia ella dice, «te amo, Señor, pero ayúdanos a amarte más».
Y me encuentro orando esa oración. «Te amo, Señor, pero ayúdame a amarte más».
Así que pídeselo.
Y luego, permanece cerca de la fuente. Acércate a Cristo.
Los planetas toman su energía, su calor y su luz, ¿de dónde? La toman del sol. Como regla, cuanto más cerca del sol está un planeta, más caliente será. Y cuanto más se aleja del sol, más frío será. Es como pararse cerca de una fogata, una hoguera. Cuanto más te acercas, más caliente estás.
Así que acércate a Cristo. Acércate a Su Palabra, y pasa tiempo con otras personas que aman a Cristo. Eso calentará tu propio corazón. Al ver a Cristo en ellos, tú serás atraída a Cristo en ellos.
También medita en la cruz con frecuencia. Hazlo seguido. Hazlo en la comunión, cuando la sirven en tu iglesia.
He hecho el hábito, en los últimos años, que durante los 40 días antes de la Pascua, elijo un libro diferente cada año, acerca de la cruz de Cristo. El año pasado fue Mensajes, por Charles Spurgeon, sobre la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Y leí esos sermones; y leí a través de ese libro devocional sobre la cruz de Cristo para inspirar mi propia pasión y amor por Cristo, y para avivar la llama de mi amor por Él.
Es en la cruz que vemos la naturaleza y la extensión del increíble amor de Dios por los pecadores. Es en la cruz que nuestro amor por Cristo es avivado.
Así que, Jesús dice: «Recuerda, arrepiéntete, y vuelve. Haz las obras que una vez hiciste». Ese es Su consejo para la iglesia que ha dejado su primer amor.
Entonces, así como Él hace en las otras cartas, Él da una advertencia a aquellos que ignoran Su prescripción. ¿Qué ocurre si no haces lo que Él dice?
Versículo 5: «Si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te arrepientes».
Y ¿qué significa eso? Significa que perdemos nuestra utilidad. Cuando una bombilla de luz se quema, ¿qué hacemos con ella? ¿La guardamos sobre una repisa y la exhibimos solo para recordar lo que solía ser? No, la tiramos. Porque ya no cumple con su propósito.
El propósito de la iglesia es brillar la luz de Cristo en la oscuridad, y cuando esta ya no lo hace, deja de cumplir con su propósito.
No solo perderemos nuestra utilidad, sino que la iglesia, la iglesia local, individual, puede incluso, perder su existencia. Y esto ha ocurrido en muchos casos.
La iglesia de Éfeso, aparentemente tomó este consejo. Ellos se arrepintieron. Ellos experimentaron avivamiento. Ignacio, que fue obispo de Antioquía y un alumno del apóstol Juan al comienzo del segundo siglo, no muchos años luego de que fuera escrita esta carta, escribió una carta a la iglesia de Éfeso. Y él habló de su testimonio vibrante, de su amor por Cristo.
Pero como es nuestra tendencia, la iglesia en Éfeso volvió a pecar otra vez. Por eso la Escritura dice: «¿No volverás a darnos vida para que Tu Pueblo se regocije en Ti?» Necesitamos ese consejo una y otra y otra vez.
Ya para la Edad Media, el Arzobispo Trench escribió que un viajante visitando la ciudad de Éfeso, «encontró solo tres cristianos allí, que casi ni habían escuchado los nombres de Pablo o de Juan». Y el día vino, cuando la luz de esa iglesia se extinguió.
Y aquí está el principio: Sin amor, sin luz. Donde no hay amor, no hay luz. La luz puede permanecer por un tiempo, pero eventualmente, la luz se extinguirá si el amor se ha extinguido y no fue avivado.
Y leí recientemente que cada año, de 3,500 a 4,000 iglesias en los Estados Unidos, cierran sus puertas para siempre. Y permíteme decir esto de la manera más amorosa que puedo hacerlo: Hay muchas, muchas más que bien podrían cerrar sus puertas porque no tienen luz. Su candelabro, su lámpara ha sido quitada.
Ahora, eso no significa que los creyentes pierden su salvación o que la iglesia como institución deja de existir. Solo significa que en la iglesia o en el individuo no brilla más la luz del evangelio. Su luz ha dejado de brillar. Pueden continuar reuniéndose, cantando himnos, canciones, tomando ofrendas, predicando mensajes, teniendo estudios bíblicos. Pueden todavía, estar ocupados. Pueden tener mucha actividad, muchos programas para los diferentes grupos según las edades. Pueden estar floreciendo en cuanto a la apariencia externa y a lo que se puede ver según los estándares de este mundo, parecería que están floreciendo. Pueden ser ortodoxos, pero ya no tienen el impacto espiritual ni la influencia en la comunidad. Las vidas no están siendo transformadas. Los cautivos no están siendo liberados. Las personas no están siendo salvadas ni experimentando la presencia transformadora y el poder de Dios.
Ya seas tú como individuo o colectivamente como iglesias, si no nos arrepentimos, lo que Jesús dice es, «Yo iré y quitaré Mi candelabro de su lugar».
Luego en el versículo 7 Él dice lo que le dice a cada una de las iglesias: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».
El Espíritu está hablando a las iglesias hoy tanto y tan verdaderamente como Jesús le estaba hablando a la iglesia de Éfeso ese día. ¿Estás escuchando? ¿Tienes oídos para oír? ¿Estás escuchando lo que el Espíritu tiene para decirle a tu iglesia? ¿Estás escuchando lo que el Espíritu tiene para decirte en tu vida?
Él está diciendo, «toma esto personalmente porque esto es para ti».
Y luego, Él da, como lo hace en la mayoría de sus cartas, una promesa para aquellos que si se arrepienten y regresan a su primer amor: «Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios» (v. 7).
Y no voy a entrar en detalle, en esta sesión, acerca del significado de conquistar, vencer, pero implica que hay un conflicto involucrado. Si tú deseas tener una devoción y un corazón ardiente por Cristo, vas a tener que luchar por ello. Porque no viene naturalmente. Vas a tener que pelear contra la holgazanería, contra la falta de fe, contra la influencia del mundo. Tendrás que ir contra la cultura. Tendrás que nadar contra la corriente para poder conquistar, pero Él dice: «Si lo haces, yo te daré a comer del árbol de la vida que está en el Paraíso de Dios».
Recuerda que originalmente el árbol de la vida estaba en medio del Jardín del Edén, y Adán y Eva tenían libertad para comer de ese árbol hasta que pecaron y fueron echados del jardín y ya no pudieron comer de ese árbol.
Pero cuando llegamos al último libro de la Biblia, en Apocalipsis capítulo 22, vemos que el árbol de la vida aparece nuevamente en la Nueva Jerusalén. Y lo vemos como una fuente eterna, perpetua de alimento, de bendición, de sanidad para las naciones. Es el árbol que Dios pensó para que nosotros pudiéramos comer desde el principio, pero Él nos lo vuelve a dar en la Nueva Jerusalén.
Así que para aquellos que salgan vencedores, las bendiciones del árbol de la vida, las bendiciones del paraíso, serán restauradas.
¿Y sabes por qué todo eso es posible? Podremos comer un día del árbol de la vida, y hasta algún punto, comer de él aquí y ahora, por causa de otro árbol, por un madero, por la cruz en la que murió Jesús. A través de Su muerte, nosotros tenemos vida eterna en la presencia de Dios, el paraíso de Dios.
Y luego, en otro sentido, Cristo mismo es el árbol de la vida. A aquellos que lo valoran como su primer amor, se les promete aún mayor intimidad con Él. Ellos participarán de Él por toda la eternidad.
Y quisiera cerrar esta parte de esta serie sobre Apocalipsis, esta carta a la iglesia de Éfeso, leyendo un párrafo de un mensaje de Charles Spurgeon sobre este texto. Creo que él expresa hermosamente el poder de este tipo de relación de primer amor con Cristo. Él dijo:
Ninguna dicha en la tierra es igual a la dicha de ser enteramente cautivados de amor por Cristo. Si tuviera la posibilidad de elegir de entre todas las vidas que pudiera vivir, ciertamente no elegiría ser un emperador, ni un millonario, ni un filósofo; pues el poder y la riqueza y el conocimiento traen con ellas tristeza y esfuerzo; elegiría no hacer ninguna otra cosa que amar a mi Señor Jesús. Nada, quiero decir, sino hacer todas las cosas por Su causa, por amor a Él. Luego sabré que estaré en el paraíso, sí, en medio del paraíso de Dios, y tendré carne para comer, la cual es desconocida para los hombres del mundo. El cielo en la tierra es abundante amor por Cristo… Amar a Jesús es otro nombre para el paraíso.
Oh Señor, cómo oramos que Tú puedas avivar nuevamente en nuestros corazones ese primer amor. Ayúdanos a recordar de dónde hemos caído, arrepentirnos de otros amores que han robado nuestro afecto por Cristo, y volver y hacer las cosas que hacíamos al principio, cultivar y permanecer cultivando ese corazón tierno y sensible y ese amor por Cristo.
«Anhelo amarte más oh Salvador», o como dice ese otro himno: «Más dime de Cristo, más de Él necesito, más de Su amor con que me amó… Más del que mi alma rescató».
Te amamos Señor. Ayúdanos a amarte más. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth te ha estado mostrando por qué es tan importante luchar por recuperar el amor.
Mientras peleas con la mundanalidad, la flojera y la falta de fe, tú necesitas ser fortalecida por la Palabra de Dios.
Es cierto. El amor piadoso es una imagen de perseverancia. Aprende a perseverar en tu amor, mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Creciendo en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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