Primogénito de entre los muertos
Débora: Oímos tanto la palabra «amén» que puede empezar a perder su significado con el tiempo. Pero cuando Jesús usa esa palabra para describirse a Sí mismo, debemos poner atención.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando Jesús dice «Yo soy el Amén», Él está diciendo: «Yo soy la palabra final de Dios. Yo soy la verdad. Yo soy la certeza».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 3 de julio de 2023.
Amén, ¿qué significa esta palabra? La mayoría de las personas asumen que significa que han terminado de orar. Pero hay un significado mucho más profundo, mucho más rico. Nancy explicará más mientras continúa con el estudio de las cartas a las iglesias de Apocalipsis. La enseñanza de hoy da inicio a una nueva serie titulada, La cura para una fe tibia.
Nancy: Hemos llegado hoy a la séptima …
Débora: Oímos tanto la palabra «amén» que puede empezar a perder su significado con el tiempo. Pero cuando Jesús usa esa palabra para describirse a Sí mismo, debemos poner atención.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando Jesús dice «Yo soy el Amén», Él está diciendo: «Yo soy la palabra final de Dios. Yo soy la verdad. Yo soy la certeza».
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 3 de julio de 2023.
Amén, ¿qué significa esta palabra? La mayoría de las personas asumen que significa que han terminado de orar. Pero hay un significado mucho más profundo, mucho más rico. Nancy explicará más mientras continúa con el estudio de las cartas a las iglesias de Apocalipsis. La enseñanza de hoy da inicio a una nueva serie titulada, La cura para una fe tibia.
Nancy: Hemos llegado hoy a la séptima y última carta de las iglesias en el libro de Apocalipsis capítulos 2 y 3. Algunas de ustedes se preguntarían si alguna vez llegaríamos a la séptima iglesia final. Han sido meses que hemos estado en esta serie. Cuando empecé esta serie nunca imaginé que pasaríamos todo este tiempo que hemos pasado.
Pero cuanto más me metía en este pasaje y comencé a explorar las palabras de Jesús a Su iglesia, más me di cuenta de lo mucho que necesitamos estas palabras hoy en día y cuánto nuestras iglesias necesitan escuchar lo que el Espíritu tiene que decir, no solo a las iglesias en el primer siglo en Asia menor, sino a las iglesias en el siglo XXI –a nosotras como creyentes de hoy.
Así que he tomado más tiempo de lo que normalmente me tomaría con una serie, solo para tratar de entrar en los puntos más profundos de lo que Dios está diciendo. Y hay incluso más de lo que hemos explorado, pero espero que hayas estado escuchando con oídos para escuchar lo que Dios nos está diciendo a nosotras.
Ahora, la última vez estudiamos la sexta iglesia, que fue la iglesia de Filadelfia. Como recordarás, esa era la iglesia fiel. En esa carta Jesús no tenía nada que criticar de esta iglesia. Ni una sola palabra de crítica.
Pero hoy llegamos a la séptima iglesia, la iglesia en Laodicea, y veremos que se trata de una iglesia infiel. Por el contrario, Jesús no encuentra nada que elogiar en esta iglesia. Ni una sola palabra buena que decir sobre lo que está sucediendo en esta iglesia. La iglesia en Laodicea, se encuentra en la peor condición de las siete iglesias.
Y muchos comentaristas creen que esta iglesia describe la iglesia de nuestros días. Ellos dirían que estamos viviendo en la era de la iglesia de Laodicea. Tal vez has escuchado esto.
La iglesia en Sardis –que estudiamos hace varias semanas– estaba casi muerta, pero Jesús dijo que aún ahí había unos cuantos, había unos cuantos en esa iglesia, que eran fieles. Pero en Laodicea, Él no hace esa referencia. Ahora, eso no quiere decir que no había algunas personas fieles en esa iglesia. Puede que sí haya habido algunos.
Y he podido ver que en las iglesias que están más muertas en el día de hoy, por lo general hay un remanente, por lo menos unas cuantas personas, que todavía se aferran a la Palabra de Dios y que todavía están orando y creyendo que Dios va a venir a encontrarse con Su iglesia. Pero Jesús no hace mención de ningún creyente fiel en la iglesia de Laodicea.
Sin embargo, lo que me sorprende es que esta iglesia, esta iglesia que está en este estado deplorable, sigue siendo uno de los siete candelabros de oro. Jesús todavía la llama una iglesia. Él no la borra. Y vamos a ver en esta carta que Él le ofrece esperanza y gracia a esta iglesia en la que no hay ni una sola cosa buena que elogiar. Pero sin embargo Él sigue ofreciéndoles esperanza y gracia, si escuchan Su mensaje y si prestan atención a lo que Él tiene que decirles.
La ciudad de Laodicea estaba localizada en la orilla del río Lico. Estaba en la región del valle del río. Y era una de tres ciudades que estaban dentro de varias millas la una de la otra. Estaba Laodicea y una ciudad llamada Hierápolis y luego una ciudad que es familiar para nosotras llamada Colosas (la carta a los Colosenses). Era como una zona de tres ciudades.
Laodicea era una ciudad rica y próspera. Era una de las ciudades más ricas de esa parte del mundo en ese momento. Como ejemplo de esto, 35 años antes de que esta carta fuera escrita, alrededor del año 60 D.C., hubo un terremoto grande y masivo que destruyó toda la región. La ciudad de Laodicea se negó a recibir fondos de ayuda del gobierno romano. Ellos dijeron: «¡No, no, no! Podemos manejarlo por nuestra cuenta». Ellos tenían el dinero suficiente para poder reconstruir la ciudad por su propia cuenta.
Laodicea era un importante centro comercial. Estaba en una ruta comercial norte/sur y una ruta comercial este/oeste, y se llevaba a cabo mucho comercio dentro de Laodicea. Era muy conocida por tres industrias particulares, que verás a medida que entramos en esta carta. Porque ellas forman el trasfondo para las palabras de Jesús a la iglesia.
En primer lugar, era un centro bancario. Se realizaba mucho comercio allí, así que había muchas actividades bancarias llevándose a cabo. Cicerón, quizás reconoces ese nombre, era un estadista romano, y muchos creen que en un tiempo vivió en Laodicea. Y él escribió acerca de cobrar sus bonos del tesoro de Laodicea. Así que era un centro bancario.
También era famosa por su industria textil. Laodicea era famosa por la fabricación de prendas de vestir de lana y alfombras. Su lana era particularmente conocida. Estaba hecha de lana negra, brillante, de ovejas que se criaban localmente. Así que era famosa por su lana y por sus productos de lana.
Y además de ser un centro bancario y un centro textil, Laodicea también tenía una escuela de medicina. Esa escuela se especializaba en oftalmología. Y era famosa por un ungüento, un colirio especial que se utilizaba para curar defectos en los ojos. El ungüento era hecho de una piedra pulverizada que se encontraba en esa zona y que era exportada a todo el mundo.
Así que si pones todas estas industrias juntas, es como decir cosas conocidas a nivel mundial hoy en día, como Wall Street, en relación al centro bancario, que es el centro de las finanzas del mundo, o la Clínica Mayo, que es un centro de salud famoso a nivel mundial, y los fabricantes de tela Burlington. Es como si cogiéramos estas tres grandes industrias, conocidas mundialmente y las pusiéramos todas en una ciudad. Así de rica era esta ciudad. Era famosa por muchas cosas.
Ahora, Laodicea tenía un problema muy grave, y eso también entra en juego en esta carta. Tenía un suministro inadecuado de agua. Debido a los problemas con el agua, ellos tuvieron que construir un acueducto subterráneo y una tubería de agua de nueve kilómetros. Y vamos a ver que el tema del agua y estas tres industrias principales –la banca, la lana, la medicina– todas jugaron un papel importante en esta carta. Una vez que conoces estas cosas acerca de Laodicea, algunas cosas que Jesús le dice a esta ciudad se hacen más claras.
Ahora ¿qué pasaba con la iglesia en Laodicea? Esta iglesia tenía una estrecha relación con la iglesia en Colosas que quedaba a unos dieciséis kilómetros de distancia. El apóstol Pablo nunca visitó a Colosas ni a Laodicea, pero tenía un gran interés y preocupación por las iglesias en estas ciudades.
Estas iglesias fueron, probablemente, plantadas originalmente como resultado del ministerio de Pablo en Éfeso. Esa fue la primera carta que estudiamos. Y Pablo llevó estas iglesias en su corazón. Y fervientemente los llevo en oración.
De hecho, déjame pedirte que busques en tu Biblia, si la tienes ahí contigo, la carta a los Colosenses. Ahora, la iglesia en Laodicea pudo haber sido fundada por un hombre llamado Epafras. Y encontramos una referencia de él en Colosenses capítulo 4, en el versículo 12:
«Epafras, que es uno de vosotros, siervo de Jesucristo, os envía saludos siempre esforzándose intensamente a favor vuestro en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completamente seguros en toda la voluntad de Dios. Porque le soy testigo de que tiene profundo interés por vosotros, y por los que están en Laodicea, y los que están en Hierápolis» (vv. 12-13).
Y entonces, más abajo en el versículo 16, dice:
«Cuando esta carta se haya leído entre vosotros (es decir en Colosas), hacedla leer también en la iglesia de los laodicenses. (Esta era una carta circular que iba a ser enviada a las diferentes iglesias en esa región). Y vosotros, por vuestra parte, leed la carta que viene de Laodicea».
Puedes ver que esta iglesia de Laodicea había tenido grandes oportunidades. El apóstol Pablo, nada menos que el apóstol Pablo, había orado por ellos y había mantenido correspondencia con ellos. Y uno de sus asociados, Epafras, había trabajado entre ellos. Así que esta es una iglesia que probablemente, alguna vez, había estado en un estado próspero. Pero para el momento en que el apóstol Juan está enviando esta carta de Cristo para estas iglesias a finales del primer siglo, esta ya no era una iglesia floreciente.
Eso es un recordatorio para nosotras de que cualquier iglesia y cualquier creyente puede retroceder, puede alejarse de Cristo, no importa cuán grande sea tu tradición cristiana. Puede que camines cerca de Cristo hoy, pero no lo des por un hecho. Y podría aplicarse a cualquiera de nosotras si no guardamos nuestros corazones y nuestro caminar con el Señor.
Ahora, vamos a ir a Apocalipsis, al capítulo 3, y quiero leer la carta que Jesús envió a la iglesia en Laodicea. Apocalipsis capítulo 3, comenzando en el versículo 14:
«Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios dice esto: Yo conozco tus obras».
Él comienza cada carta diciendo eso. Jesús sabe lo que está pasando en Su iglesia.
«Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: “Soy rico, me he enriquecido, y de nada tengo necesidad;” y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo, te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver. Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (vv. 14-22).
Oh Padre, cómo te pido que nos des oídos para escuchar lo que Tu Espíritu está diciendo a las iglesias hoy en día.
Vamos ahora a empezar con esta carta. Y hoy queremos mirar la identificación de Jesús de Sí mismo en el versículo 14. ¿Quién es el que está hablando a esta iglesia? Estas son «las palabras del Amén, el Testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios». Tres frases importantes que nos dicen quién está hablando a la iglesia, quién hablaba a la iglesia en Laodicea, y quién está hablando a las iglesias de nuestros días.
En primer lugar, Él se identifica a Sí mismo como el Amén. La palabra Amén es una transliteración de la palabra hebrea que significa «verdad». Significa «algo que es firme». Es «fiel». Significa «certeza». Significa «así sea». Que así sea. Afirmamos que eso es cierto.
Este versículo es la única vez en la Escritura que Amén se usa como un nombre para alguien. Jesús dijo, «Yo soy el Amén. Ese es mi nombre. Yo soy la Verdad». Ahora, Amén es un título del Antiguo Testamento para Dios. No es exactamente un nombre, pero es una designación para Dios que se encuentra en Isaías, en el capítulo 65 versículo 16, donde leemos dos veces en un versículo que Él es «el Dios de la verdad». Y esa es la palabra hebrea que ha sido traducida como Amén. Él es el Dios del Amén.
Y cuando Jesús dice, Yo soy el Amén, Él está diciendo: «Yo soy la palabra final de Dios. Yo soy la verdad. Yo soy la certeza». Esta misma palabra se usa con frecuencia en el Evangelio de Juan. De cierto, de cierto. En verdad, en verdad os digo. Amén, amén. Lo que estoy diciendo es verdad. Es cierto. Es firme. Es fiel. Sin duda, pasará.
Y leemos en 2 Corintios, capítulo 1, en el versículo 20:
«Las promesas de Dios, en Él (en Cristo) son todas sí; por eso también por medio de Él, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros».
¿Qué está diciendo esto acerca de Cristo? Está diciendo que Él es el Amén. Que Él es la garantía. La confirmación de todas las promesas de Dios. Todo lo que Dios dice va a suceder. Jesús afirma. Amén. Así es.
Jesús está diciendo: «Yo soy el Amén. Yo soy constante. Soy fiel. Soy inmutable». Ahora, Jesús siendo el Amén, es un contraste con la iglesia de Laodicea que es infiel. que se tambalea, que está en peligro. Lo que Jesús está diciendo es: «Yo soy lo opuesto de lo que tú eres. Yo soy fiel. Yo soy el Amén».
Y entonces Él dice: «Yo soy el Testigo fiel y verdadero» (v. 14). Y Él está diciendo: «Yo soy digno de confianza. Yo soy un testigo fiable». Él dice la verdad. No hay nada impreciso en las palabras de Jesús. Jesús fue un testigo fiel y verdadero cuando estuvo aquí en la tierra. Él fue fiel en declarar la verdad de Dios a aquellos que Él vino a servir. Y ahora en el cielo, Él es por siempre un Testigo fiel y verdadero.
Lo leemos en Apocalipsis capítulo 19, en el versículo 11. Algunas de ustedes que han estado escuchando esta serie, saben que ese es mi pasaje favorito en el libro de Apocalipsis, donde leemos acerca del cielo abierto, «y he aquí, un caballo blanco; el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y hace la guerra». Él es un Testigo fiel y verdadero.
Apocalipsis capítulo 22 versículo 6: «Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas». Son fieles y verdaderas porque fueron dichas por Cristo quién es el Testigo fiel y verdadero.
Ahora, ¿qué significa eso para nosotras? Bueno, significa un par de cosas. En primer lugar, significa que Su evaluación de nuestras iglesias y de nuestras vidas –cualquier cosa que Él diga acerca de nosotras– es verdad. Él no va a mentir sobre la situación. Él no va a mentir acerca de la condición de nuestros corazones y de nuestras iglesias. Él es un testigo fiel y verdadero. Él es el que escudriña y examina los corazones. Él conoce la verdad.
Él conoce nuestra verdadera condición.No solo lo que nosotras creemos que es nuestra condición. No solo lo que les decimos a los demás. No es lo que otros dicen de nosotras. Jesús mira dentro de mi corazón hoy, y Él conoce el verdadero estado de mi corazón. Él es el Testigo fiel y verdadero.
Y Él le va a decir a la iglesia en Laodicea la verdad acerca de su condición. Y la verdad en este caso es muy diferente a la percepción que ellos tienen de sí mismos, como veremos.
- ¿Estamos dispuestas a dejar que el Fiel y Verdadero nos diga la verdad acerca de nuestras vidas y de nuestras iglesias hoy en día?
- ¿Estamos dispuestas a escuchar lo que dice el Fiel y Verdadero?
- ¿Estamos dispuestas a aceptar lo que Él dice?
Y no es para defendernos a nosotras mismas cuando Él señala la verdad. No es para excusar nuestra condición. No es para culpar a alguien más o señalar con el dedo hacia otra parte. Sino para decir: «Sí, Señor, estoy de acuerdo con lo que tienes que decir sobre mi vida. Y estoy de acuerdo con lo que dices acerca de la condición de nuestra iglesia».
Él es el Fiel y Verdadero.Y eso significa que lo que dice sobre nosotras es verdad.Que Su evaluación es precisa.Pero también significa que Sus promesas son verdaderas.
Él es el testigo fiel y verdadero.
- Cuando Él dice que habrá consecuencias para la desobediencia, habrá consecuencias para la desobediencia.
- Cuando Él promete bendiciones por nuestra obediencia, Sus promesas son verdaderas. Él es el Amén. Él es el Testigo fiel y verdadero.
- Cuando Él dice que Él está con nosotros siempre, ¡Amén! Él es el Testigo fiel y verdadero. Él estará con nosotros siempre.
- Él dice que Él ha perdonado nuestros pecados y que los alejó de nosotras tan lejos como está el oriente del occidente. ¡Amén!
- Él es el Testigo fiel y verdadero.
Tú puedes contar que Sus promesas son fieles y verdaderas. Él es el Amén. Él es el Testigo fiel y verdadero.
Y en tercer lugar, Él es el «principio de la creación de Dios». Ahora, esa frase ha sido tomada por algunos a través del curso de la historia, para decir que Jesús fue un ser creado. Es decir, que Cristo es el primer ser creado por Dios. De hecho, en el siglo IV D.C., un sacerdote en Egipto llamado Arrio, utilizó ese versículo para tratar de refutar la divinidad de Cristo. De ahí viene toda esa teología herética llamada Arrianismo.
Él dijo que Cristo no era coeterno con Dios el Padre. Que hubo un tiempo antes de que Cristo fuera engendrado en el que Él no existía.
Arrio fue finalmente excomulgado por enseñar esta herejía, que por cierto, es algo que hoy en día es enseñado por el grupo conocido como los Testigos de Jehová. Este es un versículo que ellos utilizan para tratar de decir que Jesús no existió siempre como Dios, «en el principio de la creación de Dios».
Pero eso no es lo que este versículo dice. Esto no implica que Jesús fue creado. La palabra principio es la palabra griega arche. Que no significa primero en orden secuencial. Significa gobernante, fuente u origen. Él es la fuente, Él es el origen de la creación de Dios. Él es la Causa Primera, el Creador, el Autor de la creación de Dios.
Como dice Juan capítulo 1, versículo 3: «Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho». Él es el autor, el originador de la creación.
Y la epístola de Pablo a los Colosenses, una vez más estrechamente relacionada con la iglesia de Laodicea, abunda sobre este punto.
Colosenses capítulo 1 dice:
«Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Por Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles... Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen» (vv.15-17).
Él está diciendo que Él es el único en quien la creación tuvo su origen, su comienzo. Cristo es el único por quien la creación continúa y por quien la creación es sostenida. Él es el Creador soberano. Él existió antes que cualquier cosa fuese creada, y Él es el soberano de la creación original de Dios. Pero Él es también la cabeza de la nueva creación de Dios, que es la iglesia.
Y eso es lo que vemos en Colosenses, en el capítulo 1 de nuevo, en el versículo 18: «Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía».
Así que Él no solo es la fuente de la creación original de Dios, sino que también es la fuente, el inaugurador, la cabeza de la nueva creación de Dios, la iglesia. Él es el primogénito de los muertos, una referencia a la resurrección de Cristo por el cual Él inauguró la nueva creación de Dios y ahora reina como soberano Señor de Su iglesia.
La iglesia en Laodicea necesitaba el poder de la resurrección de Cristo. El primogénito de entre los muertos. Debido a que los miembros de esta iglesia, que vamos a ver, que creían que eran autosuficientes, tenían que reconocer su completa dependencia de Cristo y poner su confianza no en las cosas creadas, no en la riqueza material o en la prosperidad física, sino poner su confianza en Cristo, quien es el primogénito de entre los muertos, el principio de la creación original y de la nueva creación de Dios.
Ahora, a medida que entramos en el mensaje a la iglesia en Laodicea durante estos próximos días, este mensaje puede sonar severo y puede ser difícil de recibir, difícil de escuchar, difícil de aceptar para nosotras mismas. Pero debemos recordar, quién es el que está hablando. ¿Quién es Él? El Amén. El Testigo fiel y verdadero. El principio de la creación de Dios.
Y como leímos en Apocalipsis capítulo 1 versículo 5: «Jesucristo el Testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra». Lo que Él dice es cierto. Y lo que Él dice es fiable. Él es el Creador soberano y Señor.
Así que la actitud de nuestro corazón cuando escuchamos lo que Jesús dice a la iglesia tiene que ser, Señor, muéstrame la verdad sobre mi vida. Muéstrame la verdad acerca de mi iglesia, acerca de Tu iglesia en este mundo. Y cualquier cosa que señales, Señor, diremos: ¡Sí, sí! Tú eres el Amén. Tú eres el Testigo fiel y verdadero. Amén.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado arrojando luz sobre algunos de los nombres profundamente significativos de Jesús. Esta serie me ha ayudado a apreciar la palabra «amén» de una manera nueva, y me alegra saber lo que significa «primogénito de entre los muertos». Nancy ha estado haciendo un estudio profundo este año sobre las cartas a las iglesias de Apocalipsis.
La enseñanza de hoy da inicio a una nueva serie que forma parte de este largo estudio. Esta serie se titula La cura para una fe tibia. Para obtener más información sobre la serie o si te has perdido una de las series anteriores sobre Apocalipsis, visita avivanuestroscorazones.com.
Escuchamos de tantas oyentes que aprecian la profundidad de la enseñanza práctica que escuchan aquí en Aviva Nuestros Corazones todos los días. Una oyente comentó sobre esta enseñanza de Nancy de Apocalipsis.
Ella escribió:
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