Preparada para la crisis
Débora: ¿Tienes un lugar a donde ir cuando estás en medio de una crisis?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si siempre vives la vida de prisa, si tu vida está siempre rodeada de ruido y de desorden, entonces tiendes a entrar en pánico en medio de la crisis. Pero si tú has almacenado una reserva, un depósito de plenitud obtenido de pasar tiempo a solas con la Palabra, encontrarás que tienes un pozo profundo para socorrerte cuando estás en medio de la crisis. Tú tienes un lugar a donde ir.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 6 de septiembre de 2024.
Aquí está Nancy con la conclusión de la serie titulada, «Un corazón en quietud».
Nancy: Bueno, hemos llegado al final de nuestra serie sobre cómo tener un corazón en calma, basado en el Salmo 131, pero espero que …
Débora: ¿Tienes un lugar a donde ir cuando estás en medio de una crisis?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si siempre vives la vida de prisa, si tu vida está siempre rodeada de ruido y de desorden, entonces tiendes a entrar en pánico en medio de la crisis. Pero si tú has almacenado una reserva, un depósito de plenitud obtenido de pasar tiempo a solas con la Palabra, encontrarás que tienes un pozo profundo para socorrerte cuando estás en medio de la crisis. Tú tienes un lugar a donde ir.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 6 de septiembre de 2024.
Aquí está Nancy con la conclusión de la serie titulada, «Un corazón en quietud».
Nancy: Bueno, hemos llegado al final de nuestra serie sobre cómo tener un corazón en calma, basado en el Salmo 131, pero espero que sea solo el comienzo de tu aprendizaje de cómo caminar en silencio, en sencillez y en humildad delante del Señor.
Mientras veíamos este pasaje, he estado pensando en el himno de Francis Havergal, que se titula: «Cual la mar hermosa». Ese coro ha estado repitiéndose en mi mente:
Cual la mar hermosa es la paz de Dios, fuerte y gloriosa,
es eterna paz, grande y perfecta,
premio de la cruz, fruto del Calvario, obra de Jesús.
En el gran refugio de la paz de Dios, nunca hay molestias,
es perfecta paz, nunca negra duda,
pena ni pesar, vejaciones crueles pueden acosar.
Ahora, eso no es solo un himno antiguo. Esa es la realidad actual. Cuando nuestros corazones están fijos mirando a Cristo, fijos en Cristo, podemos tener la tranquilidad y el descanso perfecto como dice el Salmo 131. Lo cito de nuevo:
«Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; Ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma; como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma. Espera, oh Israel, en Jehová, Desde ahora y para siempre» (RV60).
Quiero que nos enfoquemos en la última frase. Esa pequeña frase. Las diferentes traducciones lo expresan de diferentes maneras. La Reina Valera del 60 lo dice así: «desde ahora y para siempre», a partir de ahora y para siempre. ¿Sabes lo que me dice? Nunca hay una buena razón, no ahora, no mañana, no el próximo mes, no el próximo año, no cuarenta años a partir de hoy. No hay y nunca habrá una buena razón para que los hijos de Dios se preocupen, se enfurezcan, y se inquieten, o se turben y teman. Nunca.
El reto no es cuando estamos todas sentadas aquí escuchando la Palabra de Dios con nuestras Biblias abiertas y tomando notas. El verdadero problema es cuando te metes en tu vehículo y te ubicas en el mundo real, algo que proporcionará una gran cantidad de oportunidades para que te preocupes, te turbes, te irrites, y temas. Ahí es cuando tenemos que aconsejar a nuestros corazones y decirles: «Confía en el Señor desde ahora y para siempre».
Quiero concluir esta serie dándote varias sugerencias prácticas sobre cómo cultivar corazón en calma y confiado. Estas son solo algunas de las cosas que han sido de gran ayuda para mí.
La número uno es la importancia de un tiempo de devoción diario y tiempos sabáticos regulares, un tiempo de quietud diario acompañado de sabáticos regulares. Con esto quiero decir que tomes tiempo de manera regular para centrar tu corazón en el Señor.
Isaías capítulo 26 versículo 3 dice: «(Tú) guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera» (RV). Fija tu mente en el Señor. Tomando esos momentos de tranquilidad cuando estás sola, cuando estás lejos de la multitud, cuando estás fuera de tu trabajo, cuando estás lejos de otras responsabilidades, apaga la radio, apaga el televisor, toma tiempo para simplemente estar a solas con el Señor en Su Palabra, y esto te preparará para tiempos de crisis.
Esto también te provee de un depósito de dónde puedes extraer. Si tu vida siempre la vives a la carrera, si tu vida está siempre rodeada de ruido y de desorden, entonces tiendes a entrar en pánico en medio de la crisis. Pero si tú has almacenado una reserva, un depósito de plenitud obtenido de pasar tiempo a solas en la Palabra, encontrarás que tienes un pozo profundo para socorrerte cuando estás en medio de una crisis. Tú tienes un lugar a donde ir.
Algunas de ustedes que son madres, tal vez están pensando: «¿Cuándo podré conseguir un tiempo de silencio?» Escucha, te diré algo, si tomas los momentos, los minutos que tengas, yo creo que Dios te bendecirá y multiplicará esos minutos. Dale lo que tienes, cuando tienes solo unos minutos, cuando los niños van a dormir la siesta por ejemplo, antes de que se levanten. Y tú dices, «¡cada vez que me levanto, mis hijos se levantan!»
Tus hijos deben llegar a esa edad, bien temprano en sus vidas, en la que pueden aprender a estar callados y quietos por un periodo de tiempo. Necesitan aprender a tener un corazón tranquilo. Así que tus hijos, desde pequeñitos, pueden aprender, incluso si es solo por unos minutos, 15 minutos, que tienen que estar en su habitación jugando tranquilamente, y mami se va a tomar el tiempo para pasar tiempo a solas con el Señor.
Puedes hacerlo también mientras estás amamantando al bebé. Hay maneras de encontrar esos momentos. Puede ser en una sala de espera en el consultorio de un médico. Yo guardo en mi bolso un nuevo testamento pequeño que siempre puedo sacar. Cada vez que tengo unos minutos puedo leerlo, y llenar mi mente y corazón con la Palabra de Dios.
En segundo lugar, debemos eliminar el desorden innecesario en nuestras vidas. Si quieres tener un corazón tranquilo, elimina lo innecesario. . . Ahora, esa palabra es importante: el desorden innecesario de nuestras vidas. Por lo que yo no te recomendaría salir de aquí e ir a vender a tus hijos. Pero si te puedo decir, que todas tenemos desorden innecesario en nuestras vidas.
Veo algunas mujeres hoy en día, y me veo a mí misma a veces cuando me miro en el espejo, y veo en los ojos de la gente este aspecto de estar estresado. Veo a las mujeres corriendo de un lado a otro como sin rumbo, y pienso: «Yo no te puedo decir qué cosas eliminar de tu vida, pero ahí tiene que haber algo que produce un desorden innecesario».
Examina tu calendario para esta etapa de la vida. Analiza, «¿hay algunas cosas que no necesitan estar en mi vida en este momento específico?» Y eso significa que a veces (y cuando estás haciendo un programa de radio cristiano odias decirle esto a la gente), pero eso significa que a veces va a ser necesario alejarte de tu radio.
No entres a tu casa y automáticamente enciendas el televisor o enciendas la radio. Estamos tan acostumbradas a tener ruido a nuestro alrededor todo el tiempo. No se puede tener un corazón en calma si siempre hay un entretenimiento sonando en tus oídos y delante de tus ojos.
Por cierto, tus hijos necesitan aprender esto también. El hecho de que ellos siempre estén en frente de una pantalla de computadora o con videojuegos, no los va a inclinar a tener un corazón en quietud. De nuevo, elimina el desorden innecesario de tu vida.
Y luego, cuando vengan las presiones, las interrupciones, las distracciones, firmemente rehúsa agitarte, enfurecerte o irritarte. Disciplina tu alma. Disciplina tu corazón. Di: «No voy a dejar que esto me agite, que esto me encienda o me moleste». Eso no quiere decir que nunca pasará, pero proponte en tu corazón que cuando estas cosas lleguen a tu vida, mantendrás un corazón calmado.
Aquí hay otra sugerencia. No trates de adormecer y medicar el dolor o la presión de las dificultades en tu vida con algún método que no sea Dios; como ir de compras, la comida, el entretenimiento, la TV, la música, el alcohol, las drogas, etc. Estas cosas pueden hacer que te sientas mejor y más tranquila durante unos minutos, pero el efecto pronto se va. Son de corta duración. Espera en el Señor.
Luego, ora por todo. Asegúrate de que sea el primer recurso y no el último. Di: «Señor, ¿qué debo hacer?» Hay tantos ejemplos de esto en las Escrituras.
Pienso en el rey Josafat, cuando los moabitas y los amonitas vinieron contra la nación de Judá. Josafat inmediatamente salió a clamar al Señor, y le dijo: «Señor, no podemos hacer nada contra esta gran multitud que viene contra nosotros. No sabemos qué hacer, pero nuestros ojos están sobre ti».
Haz de esto tu primer recurso. Recibes una carta con esa noticia. Tómala, y ponla delante de Jehová, y dile: «Señor, ¿qué debo hacer?»
Entonces recuerda esto: Cuando se trata de mantener un corazón tranquilo, hay que seguir haciéndolo. Tienes que seguir haciendo lo mismo.
El otro día tuve una serie de llamadas telefónicas en el transcurso de un día, y al final del día (era un viernes) recuerdo solo una multitud de pensamientos dentro de mi corazón. Sentía una pesadez en el pecho. Esto era más de lo que yo podía soportar.
Y dije: «Voy a dar un paseo». Me levanté de la silla y salí. Tenía el Salmo 131 en mi cabeza y en mi corazón, y yo empecé a citarlo, a recitarlo. Solo comencé palabra por palabra, frase por frase, a caminar a través del Salmo 131. Yo estaba meditando sobre esa Palabra.
Yo decía una frase, y luego oraba. Después cantaba un himno o una canción. Y dije en mi corazón: «Voy a caminar, voy orar, voy a citar y a cantar hasta que esta pesadez sea levantada y mi corazón esté tranquilo otra vez».
Y todo esto me tomó cerca de una hora, seguí caminando, diciendo: «Señor, Tú tómalo. Yo confío en Ti». Y pude empezar a sentir esta carga como se levantaba. Pero tienes que seguir haciéndolo, y hacerlo siempre.
Eric Liddell fue famoso por los Juegos Olímpicos de 1924, cuando él se negó a correr el domingo. ¿Te acuerdas de que su historia fue mencionada en la película «Carros de fuego»? Esa película no mencionó lo que creo que es la parte más importante de su vida, ya que él al final de su vida se convirtió en un misionero en China y fue encarcelado durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras Eric estaba en esa prisión, desarrolló un tumor cerebral y de hecho murió del tumor en el campo de prisioneros.
Cuando estaba en el hospital penitenciario, había un grupo de prisioneros con instrumentos musicales que iban por el campo tocando canciones e himnos. Cuando llegaron cerca del hospital donde Eric yacía moribundo de este tumor en el cerebro, él escribió una nota, se la entregó a una enfermera, y le pidió que se la entregara al líder de la banda.
La nota solicitaba que tocaran uno de los himnos favoritos de Eric Liddell. Y lo hicieron fuera de su ventana. Tú probablemente estás familiarizada con el himno. La letra dice:
¡Calma mi alma! Contigo está el Señor; soporta con paciencia tu dolor.
Deja al Señor que obre, que lo veas en cada prueba. Él siempre será fiel.
Calma mi alma , tu amigo eterno es, te guiará a un lugar feliz,
Calma mi alma, que Dios te guiará, en el futuro como en el ayer, fe y esperanza no debes perder, todo misterio al fin claro será.
Calma mi alma, las olas, los vientos, Él rige con Su voz y Su poder.
Calma mi alma, la hora está llegando de estar por siempre al lado del Señor, cesó el dolor las penas ya se alejan y Cristo reina con Su gran poder.
Calma mi alma, ya todo está en paz, ¡oh qué gran gozo es vernos al final!
Así que díselo a tu alma, descansa en Él. «Estate quieta, alma mía. Espera en el Señor desde ahora y para siempre».
A medida que se inclinen nuestros corazones delante del Señor, ¿podríamos decirle a nuestra alma: «Estate quieta»?
Señor, oro para que cuando la gente mire nuestras vidas, vean una paz, una tranquilidad, un descanso, que el mundo no pueda entender y que no pueda experimentar, ya que no tienen el espíritu de Cristo que mora en nosotras. Creo que esta es una de las mejores maneras, Señor, en que nuestra vida puede ser una luz y un ejemplo y una bendición para el mundo agitado que nos rodea.
Creo que es una de las cosas más grandes y que pudiera atraer a más personas a Cristo. En un mundo lleno de terror, miedo y confusión, que puedan mirarnos y ver que hay paz en nuestras almas, y no porque no tenemos problemas, no porque no tenemos circunstancias difíciles, sino porque te tenemos a ti Señor. Tú eres suficiente para todas nuestras necesidades presentes y eternas.
Gracias, Señor, por hablar a nuestros corazones. Continúa haciéndolo y calmando nuestros corazones a través de Tu Palabra y por medio del poder de Tu Espíritu. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha dado algunos pasos prácticos para ayudarnos a cultivar un corazón en quietud. Ella regresará en un momento con la última parte del episodio de hoy.
Hemos escuchado que podemos experimentar la paz de Dios, podemos cultivar un corazón tranquilo aun cuando estamos en medio de circunstancias difíciles, sea una crisis económica, sea que estés frustrada o agotada. Esta enseñanza es la conclusión de la serie titulada, «Un corazón en quietud». Si te perdiste alguno de los episodios anteriores en esta serie, encuéntralo en nuestro sitio web AvivaNuestrosCorazones.com
Ahora estamos a punto de escuchar acerca del ejemplo de una mujer que ha modelado lo que es tener un corazón en quietud. Jean Murphy, una mujer de edad avanzada, perdió a su esposo, Lloyd, hace unos años. Esta pareja tomó la decisión de invertir sus vidas en el ministerio, incluso cuando no estaba claro cómo lo harían económicamente hablando.
Nancy habló con la señora Murphy acerca de la provisión de Dios.
Nancy: Jean, tú y Lloyd han visto como el Señor les proveyó de una manera sorprendente en los últimos años. ¿Puedes contarnos? Porque hay mucha incertidumbre económica actualmente, y la gente está preocupada por cómo van a cumplir con sus compromisos financieros. Solo quiero que animes a las mujeres que nos escuchan, acerca de cómo Dios ha suplido para tus necesidades a través de los años.
Jean Murphy: La verdad Nancy es que nunca hemos tenido un deseo o una necesidad que Dios no haya suplido. Claro no siempre ha sido lo que hemos pedido, pero siempre ha sido lo que hemos necesitado.
Recuerdo cuando el gobierno inició la Seguridad Social, y la entidad a la que Lloyd y yo pertenecíamos nos sugirió que nos uniéramos a ella. Eso representaba un costo de $300 dólares, y nosotros no teníamos ni siquiera $100. Así que nos arrodillamos. Lloyd oró primero, y luego lo hice yo, y qué crees que ocurrió, mientras orábamos, el timbre del teléfono sonó.
Escuchamos al otro lado de la línea una voz que decía: «Queremos establecer una oficina allí en Goshen, en la sede, y nos hemos estado preguntando si Jean Murphy pudiera hacerlo, estamos dispuestos a pagarle $300 dólares».
Débora: Se trataba de una iglesia en la que pastoreaba Lloyd. . .
Jean: Allí estuvimos alrededor de cinco o seis años.
Débora: Esta pareja solo percibía un pequeño sueldo y nunca recibió un aumento.
Jean: Vivimos con ese mismo sueldo desde que llegamos hasta que nos fuimos de allí, pero Dios suplió todas nuestras necesidades, como siempre lo ha hecho, y estoy convencida de que continuará haciéndolo.
Mi misión era la enseñanza de la Biblia, y mi gran satisfacción es que pude enseñar a muchas mujeres y muchos jóvenes cuando llegamos allí, antes de irme al hogar de ancianos, imagínate que los jóvenes se me acercaban para preguntarme si podían tener conmigo un estudio de la Biblia, y sabes cúal era mi respuesta siempre: «No hay nada mejor que yo pudiera hacer que tener un estudio de la Biblia».
Nancy: ¿Y estabas dando esta enseñanza en tus 80?
Jean: Sí, sí. Yo estaba en mis 80 años. Pero lo extraordinario era que ellos disfrutaban escuchar a esta pobre vieja enseñándoles.
¿Sabes algo Nancy? Guardo muchas cartas en mi archivo que dicen: «Querida señora Murphy...» Y a veces me pregunto:¿Por qué será que me han amado tanto, nunca lo sabré, pero Dios lo sabe, Dios no solo suplió mis necesidades, sino que me dio sabiduría aun en mis años de vejez para que yo pudiera enseñar, y todo para Su honra y Su gloria.
Nancy: ¿Cuánto tiempo estuviste casada con Lloyd?
Jean: Estuvimos casados sesenta y seis años y medio. Y mis últimas palabras para él fueron: «Sabes Lloyd que te quiero mucho». ¿Y sabes lo que el me contesto? «Pero yo te quiero más». «¿Por qué lo dices le pregunté?» Él me dijo: «Porque hay más amor en mí para ti».
Nancy: ¿Cómo hacer Jean que un matrimonio dure tanto tiempo?
Jean: Bueno en nuestra segunda cita le advertí que yo le había hecho una promesa al Señor de no salir con nadie con quien no pudiera orar. ¿Y sabes lo que me contestó? «Yo no voy a orar solo porque quieres que lo haga». Entonces yo dije: «Bueno, eso dependerá de ti». Pues ¿sabes qué? Para mi sorpresa en nuestra próxima cita, él inclinó su cabeza sobre el volante, y empezó a orar y eso fue antes de que empezáramos la relación, luego a través del tiempo, hemos orado siempre juntos a lo largo de nuestro matrimonio.
Me gustaría dar un consejo. Aprende a orar con tu marido. Eso tiene un gran valor ante Dios. Lloyd y yo oramos durante todo nuestro matrimonio. Una de las últimas cosas que me dijo antes de morir fue: «Cariño, ¿quieres orar conmigo?» Eso me dio mucha paz y pude superar muy pronto mi soledad. Yo lo amaba mucho, muchísimo.
Nancy: Y ahora que has estado sin él por tres años. ¿Cómo ha suplido el Señor tus necesidades ahora como viuda?
Jean: Bueno, no tengo dinero, tú lo sabes, tampoco tengo ahorros pero la realidad es que no los he necesitado. Dios prometió que Él supliría todas mis necesidades. Nunca me ha fallado, y tengo muchos, muchos amigos que están orando por mí. Eso es muy importante, Dios ha provisto, he recibido bendición tras bendición, tras bendición de parte de Dios. Solo le pido que hasta el último día de mi vida yo pudiera continuar sintiéndome sostenida por Él.
Débora: Jean Murphy ha invertido en las vidas de muchas mujeres en su rol de esposa de pastor y profesora de estudios bíblicos; y también ha invertido en ti al apoyar fielmente Aviva Nuestros Corazones. Ella lo ha hecho por varios años por medio de su donación sacrificial, y más importante aún, con sus oraciones.
Y es que Dios toma las oraciones y las ofrendas de cada colaborador de este ministerio y las multiplica en las vidas de las mujeres que necesitan escuchar la Verdad de Su Palabra. Nancy nos da un ejemplo. Ella nos lee la historia de Janiece.
Nancy: Ella dijo:
Escribí a Aviva Nuestros Corazones hace unos años. Yo estaba luchando terriblemente. Estaba en una relación inmoral, y me sentí demasiado atada, adicta, para salir de ella. Tengo 22 años de edad. Soy soltera y hay tantas cosas que no sé. Pero Aviva Nuestros Corazones ha sido una de las principales herramientas que Dios ha usado para enseñarme.
Cuando escribí hace un año, no pensé que obtendría una respuesta, pero la tuve, una respuesta llena de gracia que incluso incluyó recursos para ayudarme. ¡Muchas gracias!
Yo solo quería escribir para informarle al ministerio que Dios realmente me ha respondido. Mi corazón ha sido cautivado por mi Rey con «R» mayúscula. Vengo de padres incrédulos, de un pasado horrible.
Pero Dios en su misericordia ha cautivado mi corazón y mi alma. Yo camino en una nueva vida con un corazón totalmente sometido a mi Rey. Mis pensamientos, mi corazón, mis deseos, mis metas y mis ambiciones han cambiado milagrosamente. ¡Gracias, Jesús!
Solo quería escribir y decir: «¡Gracias, gracias, muchas gracias!» Estoy orando y pensando en convertirme en una colaboradora del ministerio.
Gracias, hermanas, de verdad, gracia y paz.
¿No es esto una bendición? El poder del evangelio para cambiar vidas. Cuando empezamos este ministerio, una de las cosas que dije, ya que íbamos a estar en al aire fue: «Señor, ya hay demasiados, sin duda suficientes, quizás demasiados, libros, programas de televisión, programas de radio, no necesitamos otro. Pero si Tú eres el que nos está guiando a comenzar este programa para las mujeres en la radio, ¿Podrías ungir nuestros esfuerzos para que se produzcan frutos sobrenaturales y vidas transformadas?
Ha sido tan valioso ver cómo durante estos años el Señor ha contestado esa oración. Los correos electrónicos que recibimos de la gente que dice: «tuve que detener mi coche a un lado de la carretera, porque estaba llorando y fue tan difícil escuchar esto» o «me arrodillé en el piso de mi cocina y me arrepentí por lo que Dios me había mostrado que le había dicho a mi esposo esa mañana». O simplemente ver cómo el Señor las detiene y les hace dar media vuelta de sus caminos.
Estoy muy agradecida por el poder del Espíritu Santo, y por las personas de nuestro equipo y por nuestros colaboradores y por las mujeres que apoyan este ministerio.
Es el poder del Espíritu Santo, es el poder de la Verdad lo que nos hace libres.
Débora: Amén. Estamos agradecidas a Dios por cómo Él ha usado estas enseñanzas y recursos de Aviva Nuestros Corazones para cambiar las vidas de tantas mujeres alrededor del mundo. Te animamos a orar por este ministerio y a compartir el mensaje de libertad, plenitud y abundancia en Cristo con mujeres en tu círculo de influencia.
Y bueno, en nuestra próxima serie escucharemos de una mujer quien tuvo momentos donde su camino estaba tan oscuro que no lograba ver la mano de Dios en lo que le estaba pasando. Dannah entrevistó a Elizabeth Mitchell para escuchar su historia. Es la historia que Elizabeth narra en su libro «Journey for the heart» (Un Viaje para el Corazón) y el subtítulo habla de algo que todas necesitamos: Esperanza Cuando la Vida es injusta.
No te pierdas de esta próxima serie en Aviva Nuestros Corazones. ¡Te esperamos!
Invitándote a no solo sobrevivir en la vida cristiana, sino a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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