Prepara camino al Señor
Annamarie Sauter: Cuando hablamos de avivamiento, a menudo esperamos que sean «los demás» quienes preparen sus corazones, pero hoy Nancy te pregunta:
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Está tu vida preparada para el Señor? ¿Estaría Dios realmente cómodo mostrándose a Sí mismo y manifestando Su presencia y Su gloria en tu vida, en tu casa y en tu iglesia? ¿Estás preparada para un avivamiento?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy Nancy continúa en su clásico estudio titulado, ¡He aquí tu Dios! Si te perdiste el episodio de ayer, encuéntralo en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Nancy: Estamos haciendo un recorrido por el capítulo 40 de Isaías. Dios ha estado usando este pasaje en las últimas semanas para ministrar gracia y aliento, y paz a mi propio corazón.
Espero que ustedes se enamoren de este pasaje como yo me he enamorado de …
Annamarie Sauter: Cuando hablamos de avivamiento, a menudo esperamos que sean «los demás» quienes preparen sus corazones, pero hoy Nancy te pregunta:
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Está tu vida preparada para el Señor? ¿Estaría Dios realmente cómodo mostrándose a Sí mismo y manifestando Su presencia y Su gloria en tu vida, en tu casa y en tu iglesia? ¿Estás preparada para un avivamiento?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy Nancy continúa en su clásico estudio titulado, ¡He aquí tu Dios! Si te perdiste el episodio de ayer, encuéntralo en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Nancy: Estamos haciendo un recorrido por el capítulo 40 de Isaías. Dios ha estado usando este pasaje en las últimas semanas para ministrar gracia y aliento, y paz a mi propio corazón.
Espero que ustedes se enamoren de este pasaje como yo me he enamorado de él en estas últimas semanas. Las animo a que en el transcurso de esta serie lean el capítulo 40 de Isaías, escogiendo tal vez versículos específicos que quisieran memorizar y meditar. Algunos de los versículos de este pasaje son muy familiares, y tal vez ustedes quisieran volver a memorizar algunos de ellos. Pero quiero incentivarlas a que sencillamente se sumerjan en este pasaje.
Ya vimos que Dios está usando al profeta para dar palabras de consuelo a personas que serían llevadas en cautiverio a causa de su pecado, pero 70 años más tarde Dios las libertaría de esa cautividad. Isaías se está adelantando en el tiempo, diciéndole a la gente que viviría al final de ese período de cautividad: Así es cómo pueden recibir consuelo.
Estas son personas que para ese tiempo estaban desalentadas y descorazonadas. Este es un buen capítulo para personas desalentadas, deprimidas y descorazonadas. Y déjame decirte algo, si estableces tu corazón y tu mente sobre un texto como Isaías 40, encontrarás una cura para la depresión y para el desaliento, una perspectiva que te hará ver las circunstancias de tu vida de una manera diferente. Hemos visto que estas son palabras de consuelo, de fortaleza, y que Dios ha prometido un final a tu aflicción y además, el perdón de tus pecados.
Y si nuestros pecados han sido perdonados, ¿qué más podríamos necesitar para recibir consuelo? Es decir, si tus pecados han sido perdonados, puedes vivir con muchos problemas y muchas presiones en esta tierra si sabes que estás bien con Dios, que no estás bajo la culpa del pecado, que tu pecado ha sido perdonado.
Y hoy vamos a ver el versículo 3, donde el profeta dice:
«Una voz clama: Preparad en el desierto camino al Señor; allanad en la soledad calzada para nuestro Dios. Todo valle sea elevado, y bajado todo monte y collado; vuélvase llano el terreno escabroso, y lo abrupto, ancho valle. Entonces será revelada la gloria del SEÑOR, y toda carne a una la verá, pues la boca del Señor ha hablado» (vv. 3-5).
Examinemos este pasaje y veamos qué nos dice. «Una voz clama: Preparad en el desierto camino al Señor; allanad en la soledad calzada para nuestro Dios». Para una persona de ese tiempo, este cuadro sería muy fácil de entender. Los reyes o monarcas orientales tenían la costumbre de visitar periódicamente a su pueblo, y enviaban primero a un mensajero que dijera: ¡El rey viene! Preparad camino para el rey.
Ahora bien, el rey tenía su séquito, y en ese tiempo no tenían los vehículos todo terreno que pueden andar por todas partes. El suelo tenía porciones muy escabrosas. Y no existían las calzadas o autopistas que tenemos ahora. De modo que ellos allanaban el camino, hacían una calzada que el rey y su séquito pudieran usar para visitar al pueblo. Ellos tenían que hacerle camino al rey.
«Saquen la alfombra roja», diríamos nosotros. El rey viene. Hay que hacer lo que sea necesario para prepararle camino al rey. Hagan los preparativos para Su venida. Isaías está diciendo: El Rey viene. El Mesías viene. El Consolador viene, y necesitas preparar el camino para Su llegada».
Por el Nuevo Testamento sabemos que este pasaje se está refiriendo a Juan el Bautista, quien prepararía el camino para la venida terrenal de Jesús. Él era un precursor. «Preparad el camino. El Salvador viene. El Cordero de Dios viene. El Hijo de Dios viene. ¡Arrepiéntanse! Alisten un pueblo preparado para una visitación del Señor».
Creo que el Señor desea visitar otra vez a Su pueblo, a Su iglesia, en avivamiento. Dios quiere avivar a Su iglesia, avivar los corazones de Su pueblo. Él quiere que Su presencia manifiesta sea conocida en nuestras iglesias, en nuestras casas y en nuestras vidas. Pero para esto hace falta preparación.
Prepara el camino del Señor para que venga y visite a tu familia, para que venga y visite tu vida, tu iglesia. Dios te quiere visitar, quiere venir y encontrarse con Su pueblo.
Fíjate dónde están preparando este camino, esta calzada: en el desierto, en la soledad. ¿No es maravilloso que Dios esté dispuesto a encontrarse con nosotros en medio de nuestra soledad, en medio de nuestro desierto?
Nuestras vidas en ocasiones son tan estériles, tan vacías, tan infértiles, tan duras. El desierto es un lugar duro, y a veces vivimos en un lugar duro. Tal vez tengas un desierto en tu casa. Tu iglesia podría ser un desierto con poco sentido de la presencia de Dios. Y Dios te dice: En el desierto, prepara camino al Señor…en la soledad, allana calzada para nuestro Dios (v.3). Dios quiere venir y encontrarse contigo y visitarte en tu soledad, en tu desierto, en el lugar más improbable.
¿Qué tienen ellos que hacer entonces para hacer esta calzada, este camino? Bueno, el versículo 4 nos dice que tenían que hacer algunos cambios. «Todo valle sea elevado, y bajado todo monte y collado; vuélvase llano el terreno escabroso, y lo abrupto, ancho valle». Pienso que esto es una ilustración de volver a tener una relación correcta con Dios.
Hay cosas que están mal que deben enderezarse, cosas que ahora están torcidas. Hay lugares bajos que necesitan ser rellenados, y lugares altos que necesitan ser bajados para que podamos tener esta calzada para nuestro Dios. Se necesitan cambios.
¿Y cuáles son algunos de esos impedimentos? ¿Cuáles son algunos de esos obstáculos, de esas montañas que tienen que ser removidas?
Empieza con ese monte grande llamado O-R-G-U-L-L-O, el orgullo, el egoísmo, pecados que tienen que ser confesados, hábitos de los cuales hay que deshacerse, cosas que están preocupando nuestras vidas y que son temporales, no son eternas, no son importantes. Nos han consumido las cosas temporales; relaciones rotas que deben ser enderezadas.
No pienses que puedes tener un padre o un hijo a quien no le hayas hablado por años… Ahí hay una brecha, ese es un obstáculo. Necesitas bajar esos montes.
Pero también debes rellenar esos lugares bajos. Pueden ser valles de desesperanza, de desesperación o de autoconmiseración. Llénalos con la bondad de Dios, con las promesas de Dios, con la confianza en Dios. No importa lo que esté mal, no importa lo que deba ser cambiado en tu vida para hacer un lugar digno para el Rey Jesús, es importante que estés dispuesta a tratar con estas cosas. No tienes que rebuscar para hallar esas cosas. Dios te mostrará cuáles son.
Si hay cosas en tu vida que deben ser tratadas, pídele a Dios que te muestre cuáles son, y Él será fiel en hacerlo. Y luego respóndele. Di: «Sí, Señor. Quiero tratar con esas cosas».
¿Está tu vida preparada para el Señor? ¿Estaría Dios realmente cómodo mostrándose a Sí mismo y manifestando Su presencia y Su gloria en tu vida, en tu casa y en tu iglesia? ¿Estás preparada para un avivamiento? Ves, nosotros esperamos que todos los demás se preparen. Esperamos que todos los demás bajen sus montes. Esperamos que ese padre o ese hijo vuelva a pedirnos perdón. Pero Dios te dice: No, tú prepara la calzada.
Sí, es un desierto; es sin duda difícil. Sí, hay enormes piedras que deben ser removidas. No es fácil construir una calzada en un desierto. Da trabajo, toma tiempo y esfuerzo, pero vale la pena.
Vamos a ver por qué vale la pena. Porque hay una gloria que Dios quiere mostrarnos cuando tomamos el tiempo y hacemos el esfuerzo para preparar el camino para nuestro Dios.
Ahora vayamos al versículo cinco del capítulo 40 de Isaías. Este es uno de los versículos más importantes de este capítulo y de toda la Palabra de Dios. El versículo cinco dice: «Entonces será revelada la gloria del Señor, y toda carne a una la verá, pues la boca del Señor ha hablado». Y mientras leemos ese versículo, tal vez tú también estés pensando igual que yo, en esa porción de la gran obra de Navidad del Mesías de Handel donde escuchamos sobre la gloria revelada del Señor.
Ese es el propósito de la Navidad. Ese es el propósito de la encarnación. Ese es el propósito de que Jesucristo viniera a la tierra y diera su vida en una cruz. Ese es el propósito de Dios al avivar nuestros corazones. ¿Solo para que nosotros podamos ser felices? ¿Para que podamos vivir vidas más fáciles? No, para que la gloria de Dios sea revelada.
Esa es la motivación de buscar a Dios para que traiga avivamiento. Esa es la motivación de estar bien delante de Dios. Esa es la motivación de tener relaciones correctas, que la gloria de Dios pueda ser revelada, y el carácter de Dios, el esplendor de Dios; para que el mundo pueda mirarnos y ver cómo es Dios.
«Entonces será revelada la gloria del Señor, y toda carne a una la verá». La mejor publicidad para la verdad del cristianismo es cristianos cuyas vidas estén llenas de la gloria del Señor, cristianos que le han preparado el camino al Señor.
Pero el mundo mira a los cristianos o a la iglesia o a la familia cristiana promedio, y ve en nosotros tantos fracasos, tantos errores, tantas debilidades y dicen: ¿Y quién quiere eso? ¿Por qué necesitaría el cristianismo? ¿Cómo puedes probar que es verdadero? No hemos visto ninguna evidencia en sus vidas. No hemos visto que Cristo haga una diferencia en tu vida. Queremos ver la gloria de Dios.
La iglesia primitiva en el libro de los Hechos exhibió la gloria de Dios, y aunque en ese mundo perdido de ese tiempo no todos creyeron, todos se detuvieron y prestaron atención. Vieron que había algo diferente en las vidas de estas personas.
«¡Mira cuánto se aman! Mira cuánto dan para suplir las necesidades que tienen. Están ministrándose unos a otros. Están compartiendo unos con otros. Se están perdonando entre sí. Están asumiendo lo mejor de cada uno. Sus matrimonios funcionan. ¡Es asombroso!»
«Entonces será revelada la gloria del Señor, y toda carne a una la verá». ¿Y dónde será revelada la gloria del Señor? ¿Dónde empezó este pasaje? En la soledad, en el desierto.
Escucha, tu iglesia puede ser un desierto. Tu casa puede ser un desierto. Tu vida puede ser un desierto. Tu matrimonio puede ser un desierto, pero no hay un desierto tan grande donde la gloria de Dios no pueda ser revelada.
Dios quiere revelarte Su gloria ahí mismo donde vives, ahí donde está tu situación. Y pensamos: Si tan solo pudiera salir de este desierto, entonces podría ver la gloria del Señor.
Pero Dios te dice: No. Yo quiero encontrarme contigo ahí en el desierto. Ahí es donde quiero revelarte mi gloria. Y toda carne a una la verá.
Ahora, ¿quién es la gloria de Dios? Cristo es la gloria de Dios. «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria», la gloria de Dios. La gloria es «el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:14). Hebreos capítulo 1 nos dice que Jesús «es el resplandor de la gloria de Dios» (v. 3). ¿Qué es lo que la gente verá en nosotros cuando preparemos esa calzada y el Rey venga a visitar a Su pueblo?
Verán a Cristo que es la representación o la imagen expresa de la gloria de Dios. Cristo en ti, tu esperanza de gloria. Es Cristo revelado en nosotros. Eso es lo que la gente necesita ver hoy en nuestras vidas. Eso es lo que la gente quiere ver y necesita ver en nuestras iglesias, la gloria de Dios, el Espíritu de Cristo.
Cuando el mundo vea eso, se va a detener. Va a prestar atención. No podrá negar que Dios está en medio de Su pueblo. Y por la autoridad de la Palabra de Dios sabemos que Dios enviará Su gloria cuando nosotros preparemos el camino.
«Entonces será revelada la gloria del Señor…pues la boca del Señor ha hablado» (Isa. 40:5). Esa es la promesa de Dios. Es por eso que podemos orar por avivamiento. Es por eso que podemos creerle por ello. Mientras cooperamos preparando nuestros corazones, podemos creer que Su gloria será revelada.
El versículo 6 dice: «Una voz dijo: Clama. Entonces él respondió: ¿Qué he de clamar?» Y este es el mensaje. En lo adelante veremos en este pasaje un contraste entre todas las cosas humanas, todas las cosas creadas, y Dios que es nuestro Creador. Este contraste ayudará a consolarnos en nuestra debilidad. Miramos las circunstancias a nuestro alrededor y vemos que somos débiles y frágiles, imperfectos y humanos, pero veremos, en contraste, cómo es Dios.
Así que la voz dijo clama esto: «Toda carne es hierba, y todo su esplendor es como flor del campo. Sécase la hierba, marchítase la flor cuando el aliento del Señor sopla sobre ella; en verdad el pueblo es hierba. Sécase la hierba, marchítase la flor, mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre» (vv. 6-8).
De modo que vamos a empezar un contraste, una comparación, entre Jehová Dios y todas las cosas terrenales; sean reyes y príncipes exaltados (y lo veremos más adelante en el pasaje) o la más humilde de las personas. No hay comparación entre Dios y todo lo demás aquí en la tierra.
Las Escrituras dicen que toda vida humana a lo más es como la hierba del campo, como las flores, que hoy están y mañana ya no. Vemos las hojas que caen de los árboles en el otoño. Mueren. Se caen. Ya no están. Las soplamos. No son duraderas. Es una ilustración de la carne humana.
«No sabéis cómo será vuestra vida mañana», dice Santiago en el capítulo 4. «Solo sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece» (v. 14), ¡puf! ya no está. Pensamos que somos tan grandes. Pensamos que lo somos todo. Y Dios dice: No. No eres nada, eres temporal, eres débil, eres fugaz. Te desvaneces.
El Salmo 39 lo dice así: «He aquí, tú has hecho mis días muy breves, y mi existencia es como nada delante de ti; ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es solo un soplo» (v. 5). Digo, supón que vivas hasta los 95 años de edad o 195 años de edad como vivía la gente en el pasado. ¿Cuál es el largo de tus días? Solo unas pocas palmadas, apenas un pequeño lapso de tiempo en esta grande y vasta eternidad en que vivimos. Nada, muy corta, muy pequeña.
Es importante que tengamos una visión correcta de nosotros mismos, para que podamos ver el contraste en estas próximas partes del capítulo 40 de Isaías de cuán grande es Dios en comparación con el hombre. El profeta retará a la gente de su tiempo –si quieren ser consolados y motivados– a quitar los ojos de sí mismos y a ponerlos en Dios. He aquí tu Dios.
El hombre está hoy aquí; mañana ya no está. ¿Cuáles son las implicaciones de esto? Antes que nada, no te exaltes a ti misma. No te estimes por mucho.
Recuerdo al Dr. Bill Bright, quien fue el fundador y presidente durante muchos años de la Cruzada Estudiantil para Cristo y que ahora está con el Señor. Este hombre era un gran siervo de Dios, un gran líder, un gran hombre de Dios. Pero tenía un concepto tan humilde de sí mismo. Él solía decir: Solo somos pequeños peones.
¿Sabes por qué tenía un concepto apropiado de sí mismo? Porque tenía el concepto correcto acerca de Dios. Dios es grande; y nosotros no somos nada. Que tengamos una opinión exaltada de nosotros mismos es una necedad. Dios sopla, y ya no estamos; hoy aquí, mañana no.
Aquí hay otra implicación de la brevedad de la vida humana. No exaltes a nadie más de la cuenta. No te impresiones más de la cuenta con nadie. Si tienes una expectativa de que tu pastor o tu esposo o algún líder cristiano o algún amigo siempre sea todo lo que necesitas que sea, te estás preparando para sufrir una desilusión. Porque ellos fallarán.
Y a propósito, esa es una de las razones, entre otras, por las cuales este ministerio no se llama «Ministerio de Nancy DeMoss». No lo es. Este ministerio no se centra en Nancy DeMoss. Si estás poniendo tu esperanza en mí o ves mi enseñanza como la salvación de tu vida, te decepcionarás. Yo te voy a fallar.
Puede que mañana ya no esté. Y esto literalmente podría ser cierto. Aún siga yo aquí por los próximos 50 años, soy temporal, soy débil, soy imperfecta. Pero Dios es grande. No exaltes a las personas más de lo debido.
Así mismo, no te sientas indebidamente atemorizada ni amenazada por los malhechores. Claro que existen, pero son solo hombres. Ellos se irán. No durarán para siempre. Puede que tu matrimonio sea un matrimonio difícil. Puede que estés trabajando para un jefe imposible. Puede que estés enfrentando una situación en la que alguien esté amedrentando tu vida de alguna manera, y esto es muy real. No quiero minimizar tu experiencia, pero podría decirte que des un paso atrás y obtengas una perspectiva mayor. Esa persona que es algo tan grande y difícil en tu vida no estará ahí para siempre. Comparados con Dios, no son nada.
Y veremos esa comparación mientras examinamos el resto de este capítulo. En comparación al hombre:
Dios es soberano. Dios tiene nuestro aliento en Sus manos. La Palabra de Dios permanecerá para siempre. La Palabra de Dios nunca fallará. La Palabra de Dios es eterna. Cada profecía en la Palabra de Dios, cada promesa en la Palabra de Dios se cumplirá.
Pon tu esperanza en esto. Pon tu confianza en la Palabra de Dios y en las promesas de Dios. Su plan no será frustrado.
Recuerda, Isaías escribió esto 170 años antes de que sucediera. Le está diciendo a la gente: te van a llevar en cautiverio; vas a estar en cautiverio por 70 años, y Dios te enviará alivio y consuelo. Lo escribió 170 años antes de que realmente sucediera. Dios tiene un plan; y el plan de Dios es mayor que los asirios, mayor que los babilonios, mayor que todo su poderío militar, que todas sus fuerzas.
Dios es grande, el hombre no es nada. En breve, hoy aquí y mañana no. Pon tu esperanza en Dios y en Su Palabra que nunca fallará.
Annamarie: Y tú, ¿estás preparando camino al Señor en tu vida? Nancy DeMoss Wolgemuth te ha estado animando a hacer esto y a ver la brevedad de tu vida aquí en la tierra a la luz de la eternidad y la seguridad que tienes en la verdad de la Palabra de Dios.
A lo mejor tus días han estado cargados de malas noticias o retos que tienes que enfrentar. En el próximo episodio Nancy te ofrecerá –no una ilusión o falsa esperanza– sino buenas noticias.
Nancy: En cada hora de sufrimiento en tu vida la necesidad suprema es tener una visión fresca de Dios. He aquí tu Dios; una vez lo puedes ver a Él en Su grandeza, en Su poder, en Su sabiduría y en Su fortaleza (y abundaremos más al respecto a medida que avanzamos en Isaías 40) al ver a Dios, todo lo demás en tu vida tomará la proporción y la perspectiva correctas a la luz de quién es Dios. Esta es nuestra mayor necesidad.
Annamarie: No te pierdas este próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Trayéndote enseñanza práctica de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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