¿Por qué son los niños una bendición?
Annamarie Sauter: ¿Ves el fruto de tu vientre como una bendición?
Nancy DeMoss de Wolgemuth: La pregunta es, y estoy hablando aquí a las mujeres casadas, solteras, jóvenes, mayores, las mujeres que tienen una prole de niños o muchos de ellos, las mujeres que no pueden tener hijos, las mujeres que como yo fuimos solteras durante mucho tiempo, y que han pasado su edad fértil, ¿ves a los niños, independientemente de tu etapa de vida en la que te encuentres, como un regalo, como una recompensa, como una bendición, como un activo deseable?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Este año hemos estado transmitiendo varias series acerca del Manifiesto de la Mujer Verdadera. Hemos visto el fundamento de este documento, las afirmaciones que contiene, y hoy continuamos con la segunda parte acerca de sus declaraciones.
Nancy: Si te …
Annamarie Sauter: ¿Ves el fruto de tu vientre como una bendición?
Nancy DeMoss de Wolgemuth: La pregunta es, y estoy hablando aquí a las mujeres casadas, solteras, jóvenes, mayores, las mujeres que tienen una prole de niños o muchos de ellos, las mujeres que no pueden tener hijos, las mujeres que como yo fuimos solteras durante mucho tiempo, y que han pasado su edad fértil, ¿ves a los niños, independientemente de tu etapa de vida en la que te encuentres, como un regalo, como una recompensa, como una bendición, como un activo deseable?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Este año hemos estado transmitiendo varias series acerca del Manifiesto de la Mujer Verdadera. Hemos visto el fundamento de este documento, las afirmaciones que contiene, y hoy continuamos con la segunda parte acerca de sus declaraciones.
Nancy: Si te detienes a mirar los primeros y últimos párrafos de Génesis 11, puedes notar algo interesante. Muestran un contraste entre los caminos del hombre y el reino del hombre, y los caminos de Dios y el reino de Dios.
En el primer párrafo de Génesis 11, podemos leer el relato de la Torre de Babel. ¿Te acuerdas de la historia de cómo el hombre tenía la intención de construir su propio reino? Un reino grande, visible, magnífico, espléndido. Y fue construido con el propósito de la gloria humana, y ¿recuerdas cómo terminó? Terminó en un desastre, ¿no es cierto?
Y entonces, si vas al último párrafo de Génesis capítulo 11, puedes leer una historia que quizás no te sea tan familiar. En ese pasaje encontramos un hombre desconocido llamado Taré, y Dios le da a este hombre tres hijos. El primogénito tiene por nombre Abram, y a los 100 años de edad Abram tiene un hijo llamado Isaac. Isaac tiene dos hijos llamados Jacob y Esaú. Jacob tiene 12 hijos y una hija, y uno de esos hijos se llamaba Judá.
Ahora, la familia de Judá, y no vamos a profundizar en eso, pero tuvieron una vida increíble, fracasada y desastrosa, al igual que prácticamente todas las generaciones anteriores y posteriores a él. Pero a través de esa línea familiar, miles de años después, una virgen sobrenaturalmente concibe, dando a luz a otro hijo y le pone por nombre Jesús. Como resultado de esa progresión, todavía las bendiciones siguen fluyendo al mundo de hoy en día.
Así que podemos ver que el reino del hombre y su forma de llevar a cabo las cosas, es rápida, visible, espectacular, inmediata, pero termina en desastre. Y también puedes ver la forma en que Dios opera en Su reino. Sus bendiciones fluyen en este mundo a través de un linaje oscuro -inicialmente- que conduce y apunta a Cristo, generación tras generación, ¿haciendo qué? Teniendo hijos para la gloria de Dios y el avance de su reino.
Y esto me lleva al siguiente punto del Manifiesto de la Mujer Verdadera donde dice:
«Recibiremos los hijos como una bendición de Dios, buscando entrenarlos para que amen y sigan a Jesucristo y para que consagren sus vidas para el avance de Su evangelio y Su reino».
Ahora, si tienes tu Biblia, quiero pedirte que vayas a este pasaje. Quiero que vayas a un par de salmos: el Salmo 127 y el 128. Estos salmos nos son familiares, por lo menos el Salmo 127, tal vez lo es para muchas de las que nos escuchan. Pero voy a enfocarme hoy inmediatamente en la mitad del Salmo 127; normalmente no me gusta hacer eso, pero comenzaremos en el versículo 3, y hablaremos de forma general del resto del Salmo 127 y de su gemelo, el Salmo 128.
Encontrarás que la palabra bendecido o bienaventurado se encuentra cinco veces en seis versículos si comienzas en el Salmo 127 en el versículo 5 y continuas a través de todo el siguiente salmo. Y ahí está la palabra, bendecido, bienaventurado. Y queremos ver lo que hace que alguien sea bendecido.
Comenzando en el Salmo 127 en el versículo 3 dice: «He aquí, herencia de Jehová son los hijos», dice mi traducción. Tu traducción puede quizás decir, «un regalo».
«He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
Como saetas en manos del valiente,
Así son los hijos habidos en la juventud.
Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;
No será avergonzado
Cuando hablare con los enemigos en la puerta» (vv. 3-5).
Así que en estos versículos, y permítanme detenerme aquí, y vamos a ver el próximo pasaje en un momento, pero quiero que ustedes vean en estos versículos las bendiciones y los beneficios del crecimiento poblacional, que es el tener hijos para la gloria de Dios. Es solo un recordatorio de que cuando la prueba de embarazo resulta positiva, no importa cuáles pudieran haber sido las circunstancias, no importa qué tan inesperado sea, no es un accidente. Es un acto de Dios. Los niños son un regalo del Señor. El fruto del vientre es una recompensa. Son una bendición.
Y estaba leyendo un comentarista sobre los salmos, a Derek Kidner, y él tiene un párrafo en este punto que me saco una sonrisa con respecto a lo que dice:
«No es atípico que los dones de Dios primero son como pasivos contables como deudas, o al menos responsabilidades antes de que se conviertan en activos evidentes. Cuanto mayor sea su promesa, es más probable que estos hijos te tengan con las manos llenas antes de que sea una realidad la bienaventuranza de una aljaba llena».
Y sé que todas ustedes que son madres dicen: «¡Amén!» Pero la pregunta es, y estoy hablando aquí a las mujeres casadas, solteras, jóvenes, mayores, las mujeres que tienen una prole de niños o muchos de ellos, las mujeres que no pueden tener hijos, las mujeres que como yo fuimos solteras durante mucho tiempo, y que han pasado su edad fértil, pero la pregunta es ¿ves a los niños –independientemente de tu etapa de vida en la que te encuentres– como un regalo, como una recompensa, como una bendición, como un activo deseable? Esa es la sensación que se obtiene de este salmo.
Los niños son considerados por muchos hoy en día como un inconveniente, como una molestia. De hecho, interfieren con ciertas libertades.
Y es por eso que tenemos una baja en la natalidad en el mundo occidental, hasta el punto de que en algunos países de occidente, no estamos cumpliendo con la tasa de reemplazo. No estamos teniendo los suficientes hijos incluso para reemplazarnos a nosotros mismos, por lo que terminamos en muchos países occidentales, con una pensión disminuida o con un fondo de retiro disminuido, o con otros problemas económicos, y muchas consecuencias geopolíticas diferentes, porque los niños no son considerados por nuestra cultura como una bendición.
Ahora, tú puedes mirar a los niños y decir: «Oh, pero, ¿no son lindos? Pero, ¿yo tenerlos? Está bien que tú los tengas». Entonces tienes algunas personas que incluso piensan que tenerlos es una molestia para ellas.
En un correo electrónico que recibí hace varios días de una de nuestras oyentes, vi un modo de pensar así. Dijeron:
«Quiero enviarte un comentario que escuché en las noticias esta mañana. Había dos mujeres de la localidad y ellas fueron amables, pero esa mañana una de ellas dijo: "Más mujeres eligen no ser madres. ¿Y no es esto maravilloso?" Y la otra le contestó: "¡Qué desinteresadas!" Y ambas sonrieron ampliamente como si estuvieran orgullosas de estas mujeres».
Y al leer esto, creo que lo que está en consideración es, «¿desinteresadas o egoístas?» La gente solía tener pequeñas casas y familias numerosas. Quizás algunas de ustedes pueden recordar eso. Pero ahora las personas tienen casas grandes y familias pequeñas. Y esto muestra lo que valoramos. Pensamos en una casa grande como una bendición hasta que tienes una y tienes que cuidar de ella. ¿Pensamos en una familia grande como una bendición también?
Ahora, ambas cosas, las casas grandes y las familias grandes requieren cuidado, conservarlas, mantenerlas, invertirles tiempo y esfuerzo, pero una de las dos es una inversión que durará por generaciones. No se pueden comparar las dos. La crianza piadosa está en el centro, en el corazón del propósito de Dios para el matrimonio, y es Su plan pasar el bastón de la fe a la siguiente generación.
Jesús dijo en Marcos capítulo 10, cuando los discípulos querían alejar a los niños pensando que eran menos importantes, Jesús les respondió:
«Dejad que los niños vengan a mí; y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. Y tomándolos en sus brazos, los bendijo, poniendo las manos sobre ellos» (vv. 14 y 16).
Ahora, permítanme decir que no estoy hablando del tamaño de la familia que debes tener. Algunas personas me escuchan hablar sobre este tema o a otros igual que yo, y piensan, «bueno ella está diciendo que deberías tener tantos hijos como te sea posible». Yo no estoy diciendo cuántos hijos debes o no debes tener. Lo que estoy diciendo es que una mujer verdadera recibe los hijos como una bendición del Señor.
Ella busca al Señor en este asunto de los niños, en su propia persona y en otras personas, si debiera tenerlos, cuando debería tenerlos, y si ella no puede tenerlos, como incluso muchas mujeres casadas no pueden tener hijos. ¿Cómo es que ella puede demostrar el corazón de Cristo para los niños, hacia los niños, mujeres solteras, mujeres sin hijos?
Tenemos que recordar que somos parte de una familia más grande. Sé que hablar de los niños puede producir en algunas de ustedes dolor en el corazón, porque piensas que te encantaría tener hijos, y no ha estado en el plan de Dios para ti. O te encantaría tener más hijos, y Dios no lo ha permitido.
Pero permítanme que les recuerde que somos parte de una gran familia, y todos hemos recibido la oportunidad de invertir en los niños, sean nuestros o de otros. Eso ha sido una gran alegría en mi propia vida el tener este tipo de inversión en los hijos de los demás.
Ahora, ¿cómo son los niños una bendición? Hay un montón de cosas que podríamos decir, pero creo que tenemos que recordar de vez en cuando que ellos son una bendición y la forma en que son una bendición: En primer lugar, te hacen más dependiente del Señor. ¿Estoy en lo cierto? ¿Sabes qué tipo de mujer sabe cómo orar? Las madres, porque no saben qué hacer gran parte del tiempo, y esto las hace más dependientes del Señor, aun para su provisión física.
No me había percatado si lo sabía, de lo siguiente, pero lo vi recientemente, que Martín Lutero tuvo seis hijos propios, así como varias sobrinas y sobrinos huérfanos. Y en una ocasión fue criticado por traer otra boca que alimentar al mundo. Y su respuesta fue: «El Señor Dios que les dio la vida también les proporcionará el pan». Así que, ¡amén! a eso.
Pero no solo eres dependiente del Señor para su provisión física, tienes también que confiar en Dios, y a veces esto es aún más difícil, por gracia, fuerza y sabiduría que necesitas para criar a estos niños una vez que los tienes, y esto también te hace ser más dependiente del Señor. Así que ¡eso es una bendición!
Solemos decir en este ministerio que, «cualquier cosa que nos haga depender y necesitar a Dios es una bendición». ¿Tus hijos te hacen depender y necesitar a Dios? Y no se trata solo de cuando son bebés, ¿no es cierto? No solo cuando son niños pequeños, o no solo cuando están en edad escolar, o cuando son adolescentes. Algunas de ustedes tienen hijos que son jóvenes adultos, y ven que necesitan a Dios tanto como nunca por los corazones de estos hijos; te hacen ser más dependiente del Señor, y eso es una bendición.
También los hijos te obligan a morir a ti misma, a sacrificarte, a ser menos egoísta, y eso es una bendición, ya que te ayuda a ser más como Jesús, el estar rodeada de niños. Y una vez más, permítanme remontarme a la época de Martín Lutero. Había presiones culturales en su época, enfocadas en contra de tener hijos, y no son diferentes a las presiones que experimentamos hoy en día, pero Lutero los reprendía diciéndoles, y cito, «parecen detestar dar a luz, porque la crianza de los hijos interrumpe su tiempo libre». 1
Se dio cuenta que tener hijos, impide gozar de tiempo libre, pero todavía creía que eran un regalo de parte de Dios que debía ser abrazado, una bendición. Otra bendición de los niños es que proporcionan una avenida, una oportunidad y un medio para impactar al mundo, para evangelizar.
Escucha, tener hijos no es sobrevivir otro día de cambiar pañales, de limpiar desórdenes, de ser un árbitro entre las rivalidades entre hermanos. De lo que se trata es de tener un día más para apuntar a tus hijos a Cristo, para capacitarlos a ocupar su lugar en la primera línea de batalla por Dios, y eso es lo que vemos en el Salmo 127: «Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; que va a llevar a cabo los propósitos de Dios en el mundo» (v.5).
Y ahora permítanme leer el Salmo 128, porque consideramos que este tema es una bendición.
«Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien» (vv.1-2).
Ahora, permítanme detenerme aquí un momento. ¿Cómo será esta persona bienaventurada? El énfasis en este salmo no es la riqueza material o la fama o la posición, sino las bendiciones de una familia fructífera temerosa de Dios, por lo que él dice, «serás bienaventurado o bendecido».
Y en el versículo 3 dice: «Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de su casa», o como dice la Nueva Versión Internacional, «en el seno de tu hogar». «Tu mujer será como vid que lleva fruto en el seno de tu hogar». Una vid es el símbolo de la fecundidad. Ella será fructífera, espiritualmente fructífera, y mira esto, «tus hijos serán como plantas de olivo alrededor de tu mesa».
Y un comentarista dice: «Esto habla de la esperanza y la promesa del futuro». No solo les das vida, sino que estás criando, levantando hijos que pueden dar vida física a otros y traspasar el legado de la fe y la piedad a la siguiente generación. Así que el versículo 4 dice: «He aquí que será bendecido el hombre que teme a Jehová».
Y luego, a medida que llegamos a los versículos 5 y 6, vemos que hay un círculo creciente de preocupación y de influencia, que nuestra fe no es solo para nosotros. No es individualista, mi familia, yo y mis hijos. No es una fe en sí misma, pero esta bendición de los niños, de los hijos es en última instancia, para todo el pueblo de Dios. Mira lo que dice el versículo 5:
«Bendígate Jehová desde Sión, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz sea sobre Israel!»
¿Puedes ver este amplio círculo de influencia? Los judíos estaban preocupados, no solo por sí mismos y por sus propias familias de manera inmediata, sino por la bendición que sus familias pudieran tener sobre el resto de la nación judía y en última instancia del mundo. Y es por eso que Dios da familias, para que la bendición de la piedad, del pacto con Dios, pueda extenderse, expandirse de una familia a otra, y en última instancia, a todo el mundo.
Y hay otro versículo de los salmos que me encanta, que se refiere a este tema de los hijos, de los niños. Se encuentra en el Salmo 144, y es una oración por nuestros hijos. El Salmo 144, el versículo 12 dice: «Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud».
Plantas crecidas, esas imágenes de crecimiento, madurez, fidelidad, «y (dejar) nuestras hijas (ser) como esquinas labradas como las de un palacio». Los pilares o las esquinas son de apoyo, pero también de belleza. «Que nuestros hijos en su juventud, crezcan como plantas frondosas; y que nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio» (NVI).
Ahora, es muy agradable y dulce tener todas estas hermosas descripciones para nuestros hijos y nuestras hijas, y decir: «Bienaventurado el hombre o la mujer que tiene su aljaba llena de hijos». Trae bendición, pero algunas de ustedes están comprometidas en una batalla con sus hijos.
Tengo una amiga muy cercana que acaba de tener su cuarto hijo, y el mayor tiene cinco años. Sus manos están muy ocupadas en estos días, y apenas tiene un momento para ella o para sus propios intereses. Ella tiene que recordarse a sí misma con regularidad que estos niños son una bendición.
Ahora, ella los recibe como una bendición, pero hay días en que los niños parecen cualquier otra cosa menos una bendición. Algunas de ustedes están tratando con jóvenes adolescentes o jóvenes adultos que no están siguiendo a Cristo, y sus corazones están cargados, preocupados, y tristes. Quizás están agobiadas y preocupadas porque sus hijos no están caminando con el Señor.
Pero permítanme decirles esto:
- No puedes darle a tus hijos un corazón para el Señor
- No puedes hacer que le amen
- No puedes convertirlos en creyentes
- No puedes hacer que sean seguidores de Cristo
Esa es la obra del Espíritu Santo y de la gracia de Dios en sus vidas, pero sí puedes orar.
- Puedes quedarte enganchada al compromiso de batallar por las almas de esos hijos, de esos niños.
- Puedes reclamar los corazones de esos niños para el Señor y para Su reino.
- Y puedes involucrar a otras contigo para que oren por ellos.
Tengo algunas amigas, tres jóvenes mamás que tienen varios niños con ellas, pero están en esa temporada de la educación temprana. Y estas madres se reúnen una vez a la semana durante una hora para orar por sus hijos, y ya que están orando por sus hijos, están orando también por ellas mismas porque quieren ser las madres que estos niños necesitan. Quieren tener el tipo de matrimonio que estos niños necesitan. Y ellas se reúnen a orar por sus hijos.
Y puedes considerar, si eres una mujer joven en la edad fértil de tu vida, y tienes las manos ocupadas, y no estás consiguiendo una noche completa de sueño, es posible que desees encontrar a una mujer mayor en tu iglesia y que le pidas, «¿Podríamos orar por favor por teléfono una vez a la semana? ¿Orarías por mí? ¿Orarías por mis hijos?». Dándose cuenta de que criar hijos para Dios es una batalla.
El enemigo no quiere que tus hijos sigan a Cristo, pero no puedes simplemente tirar la toalla y decir: «Ay bueno, ellos van a hacer lo que van a hacer». Necesitas mantenerte en la batalla y creer que Dios ganará sus corazones, que conquistará sus corazones, y va a traer Su gracia a sus vidas.
Y estoy muy agradecida de haber tenido una madre y un padre que recibieron a sus hijos como una bendición del Señor, y trataron de enseñarles a amar y a seguir a Cristo y consagrar sus vidas a la causa de Su evangelio y de Su reino.
Cuando mis padres se casaron, mi mamá tenía 19 años y mi papá tenía 32. Ellos decidieron por una serie de razones que durante los primeros cinco años de su matrimonio, no tendrían hijos.
Y dentro de esos cinco primeros años, para cuando mi madre tenía 24 años tenía seis hijos, de la edad de cinco años hacia abajo, si no me equivoco. Ellos tenían sus manos llenas en esos días, pero abrazaron los hijos como un regalo del Señor. Y estoy muy agradecida, no solo de que tuvieron hijos, sino que estaban comprometidos con entrenarnos a amar y a seguir a Cristo y que consagraron nuestras vidas por el bien del evangelio de Cristo y de su reino.
Y me encanta escuchar a las oyentes que tienen este corazón, el corazón de una mujer verdadera, y las que honran a sus madres que tenían ese corazón. Permítanme leerles un par de estos testimonios. Una mujer nos escribió y nos dijo:
«Yo soy una de siete hijos de los que mi madre tuvo dentro de un período de nueve años. Dos de mis hermanos tenían síndrome de Down, y siempre me he preguntado a través de los años (porque ahora soy un poco mayor) cómo fue que mi madre hizo esto, con tan pocos recursos para criarnos.
Ella fue una de las mujeres más abnegadas que creo haber conocido. El testimonio de su vida es que todos sus hijos, los cinco de nosotros que aún vivimos, hemos crecido para amar y honrar al Señor, y también estamos viviendo nuestras vidas para los demás para la honra y la gloria de Dios. Y mucho de esto es debido a su ejemplo en nuestras vidas».
Este otro testimonio me pareció muy conmovedor. Una señora escribió y dijo:
«Mi mamá está en el hospital muriendo hoy. A ella le espera una gran recompensa en el cielo. Crió 12 hijos, de los cuales los últimos seis los crió básicamente sola ya que su esposo se volvió discapacitado.
Ni mi papá ni mi mamá jamás hicieron mucho dinero. Tuvieron algunos momentos muy difíciles, pero en verdad y sinceramente mantuvieron su fe. Estoy tan agradecida por ellos. Ella está muriendo como una mujer rica. Ella tiene mucho más de lo que tiene un ejecutivo, actriz o modelo.
Ella está dejando mucho más también. Su herencia durará más que cualquier cantidad de dinero que podría haber ganado. Almas salvadas que le agradecerán en la eternidad por ser, “solo una mamá”, y una mujer que optó por confiar en Dios con su vida. Voy a ser una de ellas».
¿Cuál es el legado que vas a dejar? ¿Tus hijos? ¿Los hijos de otros? Permítanme decir que ha sido una alegría para mí durante estos años abrazar a los hijos de otras personas, integrarlos a mi vida en diferentes maneras, para invertirme en sus vidas.
- Ya sean tus propios hijos biológicos u otros niños que Dios pone en tu esfera de influencia, ¿los vas a recibir como una bendición del Señor?
- ¿Tratarás de enseñarles a amar y a seguir a Cristo?
- ¿Le pedirás a Dios que las vidas de esos niños sean consagradas a Él por el avance de Su reino y de Su evangelio?
Annamarie: Nancy DeMoss de Wolgemuth nos ha estado hablando acerca de una de las declaraciones que contiene el Manifiesto de la Mujer Verdadera. Puedes leer el manifiesto completo en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com. Encuéntralo en la transcripción de este programa. Si afirmas su contenido, ¡puedes firmarlo y unirte a miles de mujeres de más de 80 países!
Aquí en Aviva Nuestros Corazones nos encanta leer los comentarios y correos electrónicos que recibimos de nuestras oyentes. Una mujer que ha sido bendecida por medio de programas como este nos escribió,
«Me encanta como me ayudan a llevar a la práctica los principios bíblicos de la Palabra, y también al compartir los testimonios, no me cabe duda de que obedecer al Señor y seguir la forma de vida que Él nos entrega es lo mejor.
Les agradezco mucho, soy una fiel oyente y lectora, y para la gloria de Dios. Ustedes han transformado mi visión de la feminidad, de la familia, del matrimonio, de las relaciones y muchas otras cosas.
Muchas gracias. Que el Señor siga prosperando este hermoso ministerio».
¡Amén!
Y otra oyente nos escribió,
«Amadas en el Señor,
Es un honor y un tremendo gozo poder colaborar con lo que Dios nos bendice.
Yo en lo personal y mis hijas, y muchas amigas, hemos sido muy bendecidas y edificadas a través de su ministerio, el cual con mucho gozo y amor compartimos con otras mujeres.
Que el Señor les siga bendiciendo y fortaleciendo en este hermosísimo ministerio».
Gracias hermanas por escribirnos, y gracias por ser parte de nuestra misión de alcanzar a más mujeres con la verdad del evangelio y la feminidad bíblica.
Y es precisamente, de algo muy relacionado a esto, de lo que estaremos hablando en el próximo programa. Mañana, aprenderemos acerca del valor de formar a la próxima generación de mujeres, de modo que podamos avanzar el reino de Dios. No se pierdan este próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.
Diciendo: «Sí, Señor» juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique otra fuente.
1 Journal of Biblical Manhood and Womanhood. Winter 1998. (http://www.cbmw.org; http://www.cbmw.org/images/jbmw_pdf/3_4/3-4.pdf
1 Jornada bíblica acerca de la masculinidad y la feminidad. Invierno 1998
Me Rindo a Ti, Jonathan & Sarah Jerez ℗ 2016 Aviva Nuestros Corazones
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Disponible ahora por una donación
Recursos del Episodio
«Manifiesto de la Mujer Verdadera»
Serie «Fundamentos del Manifiesto de la mujer verdadera»
Serie «El manifiesto de la mujer verdadera | Afirmaciones parte 1»
Serie «El manifiesto de la mujer verdadera | Afirmaciones parte 2»
Serie «El manifiesto de la mujer verdadera | Afirmaciones parte 3»
Serie «El manifiesto de la mujer verdadera | Declaraciones parte 1»
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